CAPÍTULO 16: Los Waba-Bunga
Habían caminado hora y media más o menos. El bosque se hacía espeso y ya no se veía casi nada.
—¿Falta mucho? —preguntó Toby.
El gigantesco troll negó con la cabeza.
—Terminar bosque, ir hacia el sur, valle, pantano —murmuró.
El Cazatroles refunfuñó y siguió andando. Caminaron otros quince minutos.
—¿Cómo son esos Wala... Wila.. Waba...?
—Waba-Bunga —corrigió—. Ellos ser como Quagawumps. Primos lejanos.
—Oh...
Silencio.
—¿Son igual de hostiles?
—¿Hos... tales?
—Hostiles, significa: "peligroso" o... —suspiró—. Da igual, ¿son igual de malos que los Quabla...?
—Quagawumps —repitió.
—Eso.
—Argh no saber, no conocer.
—Ya veo...
Los murmullos del bosque se hacían cada vez más intensos. Los animales nocturno correteaban o aleteaban.
—Estar cerca —anunció el troll un rato después.
Caminaron unos minutos más, hasta que llegaron a un valle bastante mejor iluminado que el resto del frondoso bosque. Había algunas rocas posicionadas de manera vertical y algunos cristales parecidos a los de Mercadotroll por el suelo.
Toby se quedó boquiabierto.
—¿Es aquí?
—Sí.
Contemplaron el lugar un momento y cuando iban a entrar un arbusto que tenían a su lado se sacudió un poco, llamando la atención del Cazatroles. Del interior de las ramas, salió un pequeño troll regordete —similar a los Quagawumps, como Argh había señalado— de color tierra con una coronita de flores adornando su cabeza.
—Hola —saludó.
—Hola, pequeño —saludó Toby, acercándose al troll y mirándolo con una sonrisa de ternura.
—Soy una niña —aclaró ella en un tono agudo.
El joven se hechó un poco hacia atrás.
—Wow, estos si tienen un buen vocabulario —señaló Toby—. Oye, uhm... necesitabamos un... mmmm... favor.
La trolcita se cruzó de brazos.
—Lo sabemos —dijo con el ceño levemente fruncido—. Quieren el lodo de la vida.
Tobías puso una mueca.
—¿Lodo... de la vida?
—Así es —gruñó de manera amenazante, aunque solo pareció un chirrido confuso.
El Cazatroles solo sonrió. Era poco justo pelear contra una niña.
—¿Cuál es tu nombre? —repuso ladeando la cabeza.
—Skinandisteinn. Pero me dicen Skin.
—Muy bien, Skin —empezó Toby, a la vez que se agachaba justo en frente suyo—. Mi amigo Jim. Mi mejor amigo en todo el mundo, está enfermo de gravedad. Solo necesitamos una taza de lodo. De cualquier lado. No tiene que ser de ese lodo mágico del que hablan.
La pequeña troll los miró con los ojos entrecerrados y lo meditó unos segundos, hasta que finalmente asintió.
—Muy bien, síganme —dijo, y seguido a eso comenzó a caminar. No hacia el lugar que habían contemplado momentos antes, si no hacía el lado contrario.
No dijeron ni una sola palabra durante el corto trayecto. Lo único que se oía eran los ruidos del bosque y sus propias pisadas.
En ocasiones, Tobías podría asegurar que escuchaba los murmullos de Jim, pero llegó a la conclusión de que era simplemente su imaginación.
Después de menos de cinco minutos de caminata, a lo lejos se empezó a divisar una luz titilante.
—Esperen aquí —dijo de pronto Skin.
Los guardianes obedecieron y esperaron un rato. Y luego otro. Y luego otro... hasta que la pequeña volvió con un grupo de troles casi idénticos a ella. Murmuró algo incomprensible para nuestros héroes y los acompañantes empezaron a acercarse lentamente con sus lanzas en mano.
—Ekki hafa áhyggjur, vio viljum bara leoju. Venjuleg leoja —dijo Argh, a lo que Toby frunció el ceño y los troles pararon su marcha—. Vinsamlegast.
Los trolls se miraron entre sí y luego echaron una hojeada a la niña de igual manera: perplejos.
—¿Er pao alvarlegt?
—Já.
Ambos troles asintieron y les hicieron una seña para que los siguieran. El Cazatroles no sabía que había dicho Argh, pero había funcionado.
—¿Que onda con eso? —preguntó cuando ya estuvieron cerca del campamento de los Waba-Bunga.
—¿Que cosa?
—Lo que hiciste hace rato, ¿hablas su idioma?
El troll simplemente asintió, por lo que Tobías no hizo más preguntas. Si él no quería dar detalles, no había por qué forzarlo.
Llegaron al... ¿campamento? Sí, supongo que le puedo decir campamento.
Era muy similar al que habían visto antes, pero un poco más modesto.
—Deben hablar con la reina Haestiréttur. Ella es la única que tiene acceso a todo el lodo —dijo uno de los troles en una voz gruesa.
—Pakka pér kaerlega fyrir —dijo Argh con una sonrisa triste, a lo que el troll asintió con una sonrisa.
Ambos se adentraron en el lugar indicado: una caverna. Caminaron por una especie de pasillo iluminado únicamente por cristales fosforescentes. Siguieron andando hasta que llegaron a una parte mucho más alta y muchísimo más ancha. Al final de todo, en el centro, había una piedra con forma de trono, con una troll un poco más grande que el resto sentada en él. A su lado, un gran estanque de lodo.
—¿Que los trae por aquí? —preguntó en tono algo soberbio. A diferencia del resto, ella solo tenía una corona de flores amarillas.
—Halló, yoar hátign —Argh hizo una reverencia que Tobías imitó—. Necesitamos de su ayuda.
La reina miró al troll por un momento y luego abrió los ojos como plato, perpleja.
—¡Tú! —exclamó escandalizada y... ¿molesta?—. ¡Eres tú! ¡Arghamount!
El troll agachó la cabeza y soltó un resoplido.
—¡¿Hvað viltu núna?! —refunfuñó— ¡¿No te bastó con asesinar a más de la mitad de mi gente?!
Argh volvió a levantar la cabeza.
—Ég breytti —dijo—. Ég vil ekki ráoast á. Ég fer bara eftir skipunum.
La reina se puso de pie y se acercó hecha una furia.
—¡¿Esa es tu excusa?!
—Já —dijo con serenidad—. Ég breytti.
—No me importa si cambiaste, ¡Mataste casi a toda mi gente!
Tobías miró a Argh, perplejo. El troll solo pudo volver a bajar la cabeza.
—¿Copiloto? —el Cazatroles acarició el brazo de su amigo.
—Pú ert svikari. Sama hversu mikio pú breytist, pú munt alltaf vera pao —dijo la troll—. Y no pienses ni por un instante que voy a darte el lodo, ¡Guardias!
—Vio erum meo sama blodid —objetó el troll con la cabeza gacha—. Quieras o no.
—No —negó con la cabeza—. No eres de mi sangre, Arghamount, eres un traidor. Y siempre vas a serlo, ¡Guardias!
—¡Ég breytti!
—¡No me importa!
—¡Fyrirgefðu!
La reina se quedó quieta un momento.
—Ég hef ekki átt annad hús. Bara ad hafa Gunmar. Hann, moroingi. Ég fer bara eftir skipunum.
La troll no pudo más y lágrimas cayeron por sus mejillas.
—Mataste a mi único hijo —objetó con un hilo de voz.
—Sí, y yo también matar primer amigo.
La reina negó con la cabeza. En ese momento, los guardias entraron.
—Los dos cometer errores. Pero ahora poder arreglarlos —dijo, también en un hilo de voz—. Vinsamlegast.
La troll cerró los ojos un momento y luego asintió.
—¿Nosotros poder hablar en otro momento? Tener prisa. Amigo bolsa de carne morir.
Volvió a asentir.
—Esperen aquí —se volvió a acercar a su trono y con un cuenco que había por ahí tomó el lodo. Luego, volvió y se los entregó—. Me alegra que hayas cambiado, Arghamount. Espero verte pronto. Creo que... necesitamos hablar...
El troll asintió y luego se fueron.
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