El anuncio - Mitos y leyendas
En el grupo literario ADICTOS A LA ESCRITURA realizaron un ejercicio denominado "Juntos y Revueltos", en él propusieron la creación de un relato donde debían aparecer dos personajes seleccionados al azar. A mí me tocó una BANSHEE (espíritu femenino del folklore irlandés que anuncia la muerte) y un NAHUAL (según la mitología indígena mesoamericana es un individuo que por medio de la magia puede tomar el espíritu de un animal salvaje con fines protectores o de sanación). Aquí les dejo el relato que me inspiraron esos personajes.
EL ANUNCIO:
Una densa y fría bruma ocultaba entre sombras los espacios que la luna se atrevía a iluminar de la selva, aquella noche sin estrellas. A Newén nunca le preocupó la aterradora soledad que envolvía a la montaña durante esas noches, le gustaba caminar por los senderos desolados, escuchando el arrullo de los animales nocturnos y sintiendo en su piel la energía que trasmitían los seres del otro mundo que vagaban sin rumbo fijo. Era un guerrero, un luchador nato que defendía con celo el porvenir de su tribu y nunca se había amilanado ante el miedo o la adversidad.
Sin embargo, aquella noche era diferente. El frío de la neblina le helaba los huesos de su musculoso y macizo cuerpo y le perturbaba la mente colmándosela de angustias sin base. El Nahual caminaba pretendiendo que el poder de la naturaleza le aclarara las ideas y lo liberara de esa inquietud, pero mientras más se acercaba a la cima de la colina parecía intensificarse su zozobra. Sabía que algo estaba por ocurrir. No era necesario poner en práctica un poco de magia o adivinación para predecir los hechos, su conciencia podía escuchar los secretos que le revelaba la selva.
Al llegar al claro pudo verla. La bruma se disipó a su alrededor para que Newén la apreciara mejor. Quedó petrificado, pero no por miedo sino de sorpresa. No esperaba que fuera tan hermosa, con un rostro tan angelical, dulce y enigmático. Sus largos cabellos oscuros se rizaban en bucles suaves que danzaban con la brisa y su vaporoso vestido, de una tela transparente y matizada, le permitía al guerrero apreciar sin dificultad el escultural y delicado cuerpo de la mujer. Se arrodilló, abriendo los brazos en señal de rendición. Los ojos grises de la dama se posaron en sus pupilas y una de sus manos se alzó dirigiéndose hacia él. Lo señaló con un dedo largo, huesudo, que finalizaba en una larga uña negra y puntiaguda.
Newén aceptó silencioso su condena, las lágrimas doradas que corrían por las mejillas de la Banshee le anunciaron su futuro inmediato.
Algunos segundos pasaron antes de que la mujer se desvaneciera, dejando el sonido perturbador de sus gemidos de pena. El indio quedó de nuevo solo, con la mirada perdida en el punto donde la había encontrado, esperando que comenzaran a caer los primeros rayos del sol.
El fenómeno que para muchos significaba un nuevo comienzo, para él representaba el alba de su muerte. El amanecer despuntaba en el horizonte llenando de luz las sombras de la noche y concediéndole a Newén una última visión.
A pocos metros la vegetación se abrió y el sonido sigiloso de unas cautelosas pisadas y un gruñido de advertencia lo hizo sonreír. El espíritu salvaje del que siempre se había valido para luchar y sanar a su gente sería su verdugo y tomaría de Newén lo que él le había quitado para potenciar su humanidad.
Los ojos felinos de la bestia lo miraron con una furia primitiva, antes de que su rugido atronador le cortara el aliento... y la vida.
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