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Capítulo 3: Desazón.


"Good Omens es propiedad de Terry Pratchett y Neil Gaiman, Serie de Amazon Prime "

El pelirrojo sintió algo parecido a un terrible golpe, uno que te propinan justo en la boca del estómago, aquel que te hace soltar aire al momento de que te lo otorgan y doblarte del dolor, el corazón se le hizo pequeño; si aun tenia uno era por el ángel de cabellos rubios que estaba siendo besado por Gabriel.

Vio la mirada cínica del arcángel, quien le dio una ligera ojeada antes de poner sus manos sobre el cuerpo de Aziraphale y robarse el sabor de su boca, con gusto.

Hirvió en furia y lanzó un grito demoniaco, uno que cimbro el suelo, por que Crowley no era un demonio bueno, no cuando se tratase de su amado, eso jamás, él no se dejaría vencer por nadie y menos por aquel que casi mata a Aziraphale.

Nunca le había agradado Gabriel, siempre supo que este tenía motivos ocultos detrás de sus acciones como jefe, esas frases de motivación, ese afán de insistir con el demonio Crowley, el archienemigo del ángel ante los ojos de cualquier incauto.

Sus recuerdos lo trasladaron a la apertura de la librería del ángel, era el año de 1800, su querido rubio estaba siendo asediado por Sandalphon y Gabriel, entendió lo que el arcángel parloteaba mientras le colocaba una medalla en el cuello al rubio, una que Aziraphale aún tenía en su escritorio.

Crowley llegó con una caja enorme de chocolates, eran su última adquisición para felicitar a su ángel por la nueva apertura, escucho a este sumamente nervioso y las palabras de Gabriel se quedarían grabadas en su mente.

— Parece gustarte...

Crowley maldijo a todos los infiernos cuando escucho eso, a ese fortachón que más le daba si ellos tenían cierta atracción, por que insistir en eso, vio como Aziraphale se encogió, y su corazón no soporto escuchar un rechazo hacia él, así que se marchó, no quería que Aziraphale fuera sustituido por el arcángel Michael, ¡Qué demonios le ocurría a Gabriel!, por que esa insistencia en separarlos, Aziraphale no era de su agrado, o sí.

Cuando fue el cambio de cuerpos vio el odio de Gabriel de manera tan nítida, este estaba tan herido por la traición, los ojos morados reflejaban lo que tanto temió, sus desvaríos se convertían en una realidad tangible, Aziraphale había fraternizado con lo que debería ser su acérrimo enemigo. Y parecía dispuesto a vengarse por eso, no tanto por el Armagedón, si no por el hecho de que el rubio le hubiera mentido, todo este tiempo.

Pero luego una frase no pasó desapercibida para Crowley, como la serpiente astuta que era y aun en el cuerpo del rubio, vio con descaro como el jefe de su ángel se tomaba la confianza en llamarlo, "rayo de sol".

Su cuerpo estaba a punto de entrar en un estado de furia, no solo esos imbéciles pensaban quemar a su ángel, sino que lo hacían menos y ese idiota lo llamaba con tanta familiaridad, no podía soportarlo, un atisbo de celos se dejo ver en ese momento, y cuando este lo calló, juró que quemaría hasta los cimientos el cielo si esos bastardos quisieran hacerle algo a Aziraphale

Después de la victoria en ambos lados, Crowley no conto todos los detalles del suceso, por boca del rubio supo que ya había tenido un altercado con los de su bando, antes de hablar al cielo para pedir ayuda; El pelirrojo no quiso decir o preguntar lo de Gabriel, eso era uno de los tantos secretos que esa serpiente se guardaría. Uno por el hecho de no querer escuchar la respuesta, y dos, no quería formarle una idea al rubio de que posiblemente Gabriel, lo quería más allá de las jerarquías que el cielo habían impuesto después de la caída.

Era demasiado egoísta y ese tipo no tenía derecho.

Por eso en ese momento, justo en ese instante, Crowley sintió un crujido dentro suyo, no sabia bien como iba a luchar contra un arcángel, en el pasado el fue demasiado importante, pero ahora, sus dones eran de un demonio común, ni siquiera era un príncipe del infierno, ni por asomo un duque, era un pobre diablo, pero uno demasiado enamorado, y que no se detenía a pensar las cosas.

Se abalanzo sobre Gabriel, Aziraphale con la fuerza que poseían los principiados, lo sujeto en el aire, mientras el pelirrojo daba gritos y maldecía por los infiernos no poder partirle la cara a su enemigo, la gente pasaba intentando ignorar el espectáculo de celos que se daba afuera de aquella cafetería; El arcángel le dio una sonrisa cínica y de un chasquido desapareció, dejando al rubio con un demonio furioso, la gente avanzo más rápido y todo parecía como si ellos no existiera, obra sin duda de Aziraphale que no podía ni verle la cara al pelirrojo.

— ¿Qué fue eso? — exigió Crowley, intentando que su voz se serenara, pero no lo lograba, quería golpear algo, pero necesitaba una explicación convincente de Aziraphale, o su interior se desmoronaría.

El silencio sepulcral que le estaba dando el rubio solo aumentaba su inseguridad, ¿Qué acaso lo que vio no se podía explicar?

— Ángel, ¿Qué fue eso? — dijo con una pausa en cada frase, no quería desquitarse con el rubio, pero su silencio no ayudaba en lo más mínimo, como si verlo furioso le hubiera cortado la lengua.

— Gabriel vino ayer... cuando hacía las compras, Dios lo envió, para saber como evadimos nuestro castigo — explico, nervioso como si aquello fuera igual de coherente cuando lo escucho, Crowley lo miro, saco unas gafas de su saco y se las coloco, para ocultar lo sentimientos que lo embargaban.

Uno fue el miedo, Dios estaba detrás de ellos, el segundo fue que aun no se explicaba ese beso, al menos no por Aziraphale.

— ¿Y le dijiste que besándose podría obtener inmunidad? — soltó cínico, Aziraphale parecía indignado ante su reclamo, pero una pelea se necesitaba dos, y el rubio no quería hacer algo así, no al menos en la vía pública.

— No, eso vino de repente, no me lo explico — comento con sinceridad, y el pelirrojo le creyó, su ángel no tenia ni idea de lo que provocaba en otros seres, atraídos por su ingenuidad y luz.

— Debió querer que peleáramos — soltó como verdad a medias, pero quería despejar su mente, necesitaba estar sólo — voy a dar una vuelta...vuelve a casa.

— Querido... — murmuro Aziraphale viendo como el demonio regresaba al Bentley y rechinaba sus llantas, antes de lanzar una carrera acelerada lejos del centro, perdiéndose en el camino, el rubio lanzó un suspiro, entendía al demonio, de hecho, el necesitaba aclarar su mente, así que camino a su casa, borrando la memoria de unos cuantos humanos que habían visto aquel espectáculo mañanero.

Llegó después de un largo camino bajo el sol, al llegar a su sala se despojó de la ropa nada acorde con el clima del lugar, observo el interior de su casa, aquel maravilloso lugar que junto con el demonio llamaba hogar, una parte de él, quería seguir siendo agente, pero, ahora se sentía parte de algo.

Observó que las llaves del Bentley aun no estaban en donde Crowley siempre las arrojaba, un platito de símbolos chinos que había sido una compra extravagante en uno de sus tantos viajes.

Lanzo un suspiro, la había liado, y de manera gorda, provoco al demonio, y ocultó información que pudo provocar que ambos corrieran peligro.

Llego a su sofá, y lanzo un gritillo, Gabriel estaba sentado en su reclinable color café, su cuerpo sobresalía por altura y porte, tenia en sus manos un libro de alquimia, de su colección personal, parecía empecinado en intentar resolver el misterio que venia entre sus hojas, a pesar de ser descubierto por Aziraphale.

— Debo ser sincero contigo, Aziraphale, siempre tuve curiosidad por leer lo que albergabas en esa dichosa librería en Soho — explico cerrando con sumo cuidado aquel raro ejemplar, para dejarlo en la mesa a lado del sofá, en ella descansaba otros cinco tomos de diferentes tópicos, y sus gafas, las cuales había dejado por la mañana antes de alcanzarlo en la cafetería.

— ¿Qué haces aquí? — susurró Aziraphale, sintiendo miedo, un temblor en sus manos delataba aquel temor que lo embargaba, Gabriel se acercó con cuidado y haciendo algo que no esperó, tomo de la mano al rubio.

— Vengo a ofrecerles un trato —dijo este, poniéndose su mano suavemente en la palma del rubio, Aziraphale estaba asustado, pero intento mantenerse firme.

— ¿Trato? — aquello cada vez le gustaba menos — Crowley no ha regresado, esta furioso, por el b-beso.

Gabriel sonrió por dentro, el demonio había hecho una rabieta, obviamente se iría a hacer lo que sea que hicieran los demonios lejos de los ojos angelicales para desquitar su furia, al menos por un momento, el demonio Crowley saboreó lo que el sentía, la derrota y los celos.

— Es parte del trato que quiero pedirles, a ambos, ustedes tienen la clave de como es posible la inmunidad a nuestras mayores armas — explico, Aziraphale esta dudando si en verdad debía ser honesto con el arcángel y descubrir que todo fue un elaborado engaño.

No sabía si dios vio todo lo que Crowley y él hicieron para salir airoso, lo había supuesto así, pero al parecer se equivocó, no debía de dar cabida a algo más.

— Gabriel, no me gusta esto...

El arcángel sintió el atisbo de miedo y lo soltó, estaba tentando demasiado su suerte, y eso era malo, el rubio no lo miraba como veía al demonio pelirrojo, era una verdad que le costaba asimilar.

— Aziraphale, lamento asustarte, solo es que... bueno

El rubio lo miro sorprendido, su exjefe, al arcángel Gabriel, tartamudeando, nervioso, sin palabras, eso sí que era nuevo. Los ojos lilas lo esquivaban, y el principiado sintió algo que solo emanaba de Crowley al estar cerca de él, y abrió la boca, asustado de su descubrimiento.

— Gabriel, ¿En serio, Dios te envió? — pregunto cauteloso, midiendo los hechos que se formaban en su cabeza, dándole sentido un instante a sus conjeturas, pero sin creerlas del todo.

Había leído novelas rosas, eran como un placer culposo, Jane Austen era su autora favorita, y los romances donde el orgulloso se enamora de la pobre chica de pueblo, eran su modo de romance favorito, nunca pensó que eso se reflejaría en su ámbito personal.

— Aziraphale, dudas de los designios divinos de nuestro creador — lo acuso Gabriel, cortando cualquier hilo romántico en la mente del rubio.

— No, pero siento que, si Dios deseara saber la verdad, solo bastaba mirar — explico con vehemencia, Gabriel estaba absorto de la inteligencia del rubio, siempre había una chispa ahí que no estaba en los otros, una mente hábil y despierta.

En eso un portazo se escuchó en la habitación, y sintió un cuerpo empujarlo lejos de Aziraphale, pudo percibir el rostro furioso del demonio Crowley, quien tenia su forma demoniaca en su esplendor, una furiosa y enorme serpiente que estaba al acechó, pero Gabriel no era de rendirse, no, al final era uno de los líderes del cielo.

— ¡Aléjate de él! — siseo el demonio, apartando a una esquina al rubio quien deseo tener su espada para poder defenderse, ambos se iban a matar, de eso no tenía dudas.

— ¡Caballeros! — gritó Aziraphale a todo pulmón, ocasionando que ambos pararan sus respectivos ataques, de una manera poco convencional — Gabriel, ¿Qué necesitas para dejarnos en paz?

Aquellas palabras dolieron en el arcángel, el rubio lo miraba como una molestia, una que se interponían entre ellos, el rubio ya no pertenece al cielo, el era un perdedor, pero quería su premio de consolación, esperaba que Dios lo perdonara por mentir descaradamente.

— Si tú "novio" deja de amenazarme, puedo explicar qué plan tengo para obtener los poderes que mostraron — soltó convencido, de que esa era su mejor jugada, el rubio estaba harto de aquella fachada, sabía que no era del todo honesto, pero entendía lo terco que podría ser Gabriel.

— Bien, Querido, por favor, deja que Gabriel hablé — dijo conciliador, intentando hacer que Crowley no ahorcara al susodicho.

— Bueno, ya que Aziraphale me ha concedido la palabra, propongo un acto carnal entre los tres, con el fin de que se me dé la inmunidad que poseen — comento como si aquello fuera pedir una taza de azúcar al vecino de alado, Aziraphale estaba ruborizado hasta la medula, Crowley definitivamente se debatía entre el asombro y hecho de querer matar aquel presumido de mierda.

Definitivamente la lógica estaba fuera de toda cuestión en las palabras de Gabriel.

N.A. Bien, en siguiente capítulo en definitiva será todo un reto para mí, darle lógica a un trio entre estos tres fue una cosa que me tomo tiempo, de saber como manejar sin que fuera descabellado, al final no es como si hubiera podido concretarlo del todo, pero bueno, como dice el meme de Luisito comunica, ahora si se viene lo chido.

Dudas, tomatazos, y votos son bien recibidos.

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