Capítulo 7
Al marcharse Dania, Adán pudo reflexionar sobre la conversación mantenida con Dania. El haber confiado en él le demostraba en cierta manera sus posibilidades de poder hacer las cosas bien.
Recogió todo su material y se fue directo hacia su casa.
Sentando cerca de la piscina, pensaba en Dania.
Aquella mujer con unos hermosos ojos claros, una mirada transparente y bondadosa.
Bebió de su copa dejando que el agrio licor recorra su garganta explotando en su interior la culpa de haberla engañado.
— Dania, quédate a dormir esta noche conmigo, Niko se ha tenido que ir a casa de sus padres hasta mañana no volverá. — Le propuso Meri.
— Gracias, pienso que es lo mejor, no tengo ni ganas ni ánimos de volver a mí casa. Todo son recuerdos y me da por llorar.
Meri abrazó a su amiga hablando con ella, de alguna manera no quería ver cómo sufría, ya era demasiado por todo lo que estaba pasando.
Nada más despertarse, se arregló con un traje chaqueta color marfil. Quería ir bien arreglada a la empresa. Al menos pretendía dar buena apariencia, los empleados ya comenzaban a preocuparse por el estado de salud de su padre y ella aún no tenía ánimos para dar explicaciones.
A la hora acordada, Adán ya estaba listo esperando a Dania para ir juntos a la empresa de su padre. Abajo en la calle apoyado en su coche deportivo consultaba algo en su teléfono cuando vio a Dania, clavó sus ojos en ella. Hasta ahora la había visto con ropa de Sport, verla vestida tan elegante la hacia aún más hermosa.
— Buenos días Dania. ¿Has descansado bien? — Cortés le pregunta mientras abre la puerta del auto.
— Buenos días, sí he dormido bien. Vamos rápido hacia la empresa, nos espera Bertín, después debo dejarte tengo que ir a la facultad para hacer el examen.
— Perfecto. Si lo deseas puedo ir a recogerte a la facultad y comer juntos.
— Te llamaré cuando termine. — Aquella fue la única respuesta que puedo darle. Quería mostrarle que ella no es una mujer fácil y no caería tan rápido a sus pies.
Sin embargo, su cortesía y la manera tan educada y en ocasiones tan tierna de tratarla la hacía sentir vulnerable olvidándose de todo para pensar en dejarse tentar por querer descubrir cómo es estar en los brazos de un hombre.
Nada más llegar a la empresa, Bertín ya estaba esperándoles.
Dania hizo las presentaciones comunicándole a Bertín lo sucedido y puesto que su padre está enfermo, Adán ocupará su lugar hasta que todo el mal trago pase, se volverá a buscar otra solución.
Algo extrañado, pero conforme con la decisión de Dania, Bertín habló con Adán mostrando los documentos de la reunión explicándole en qué iba a tratar la reunión con unos empresarios chinos.
Adán escuchaba con atención a Bertín, incluso se atrevió a sugerir algunas ideas las cuales le agradaron a Bertín.
A la hora acordada, Adán junto a Bertín pasaron juntos a la sala de reuniones. Dentro ,Bertín lo presentó a los demás ejecutivos.
Minutos después, llegaron los empresarios chinos.
Durante la reunión, Adán junto a Bertín intentaban llegar a un acuerdo con los empresarios.
Después de horas intercambiando opiniones, haciéndoles propuestas... Adán había logrado cerrar un buen acuerdo con los empresarios chinos.
Aquella vez, fue la primera vez que se sentía feliz, orgulloso de sí mismo por haber logrado cerrar un contrato tan importante.
El sabor de la victoria era más dulce de lo que se hubiera imaginado, y mucho más el saber que tenía cualidades y valentía para dirigir la empresa. Eso hizo que cambiara de parecer. Necesitaba mostrarle a su padre lo buen empresario que es. Por lo que no podía desaprovechar aquella oportunidad, ser el director de una de las empresas más importantes del país.
Después de su éxito, Adán telefoneó algunos amigos, quería poder compartir su éxito con ellos viendo que el antiguo Adán Zubillaga había quedado atrás.
El examen fue algo difícil. Dania agotó hasta el último minuto para hacer lo bastante bien para obtener una nota alta.
Nada más salir, tomó un refresco de la máquina expendedora, a la vez que esperaba a su amiga decidió mandarle un mensaje a Adán.
Este le respondió diciéndole que estaba reunido con unos amigos.
La decepción volvió a golpearla. Adán era un hombre muy difícil de comprender, incluso comenzaba arrepentirse de haberlo puesto al mando de su empresa.
Llamó a Bertín para saber cómo había ido todo.
Las buenas noticias que le estaba dando Bertín la hacían muy feliz.
Junto a su amiga fueron al hospital, necesitaba ver a su padre.
Durante un par de horas, Meri y Dania estuvieron sentadas mirando por el cristal a su padre y hablando con los médicos sobre el estado de salud de su padre.
Al terminar la hora de visita, Meri propuso ir a cenar a Dania. Ella, sin ganas de nada se negó a ir.
— Venga Dania, sólo vamos a cenar.
— Creo que estoy haciendo algo malo si me voy a cenar, como mi padre está tan mal en el hospital.
— Dania, pasas todo el tiempo que puedes con él. Nada puedes hacer, ni los médicos pueden salvar su vida. Además, debes de alimentarte. Ven te llevaré al restaurante de una de las amigas de mi madre. Estoy segura que hoy cenamos gratis.
Encogiéndose de hombros y dejándose llevar por la insistencia de su amiga en ir a cenar, Dania aceptó a pesar de querer irse a su casa y llorar.
Al llegar al restaurante, Meri le presentó a Marie, la dueña del restaurante y amiga de su madre.
Marie las llevó a una mesa donde pudieran estar tranquilas. Entendió el estado por el que se encontraba Dania y quiso ofrecerle una cena tranquila.
El lugar era tranquilo, justo lo que necesitaba ella.
El camarero le sirvió una botella de vino, seguido le recomendó algunos platos exquisitos.
Meri se encargaba de todo, Dania no tenía la fuerza suficiente como para pensar en comida.
Durante la cena Meri hablaba con Dania referente al examen, quería que estuviera tranquila olvidándose por unos minutos de su padre.
Hasta que de pronto dejó su tenedor en la mesa mirando al frente sorprendida.
Dania al ver la expresión de su amiga le pregunta que le ocurre.
— No mires hacia atrás Dania, acaba de llegar Adán con una mujer muy delgada para mi gusto y con cara de querer terminar el postre en la cama.
— ¿No estarás hablando en serio? Adán me dijo que estaba con unos amigos. No en compañía femenina.
— Compruébalo tú misma. Gira el cuello y el tronco hacia la izquierda , y verás que no miento.
Dania se volteó quedándose impactada al ver con sus propios ojos Adán en compañía de una mujer.
— ¿Qué piensas hacer Dania? Porqué vamos yo me levanto y le monto un pollo que se acuerda de mí.
— Continuar cenando y cuando termine me marcharé como he venido. Yo ante todo tengo educación, y respecto Adán, es lo que me espero de él. Ahora sé perfectamente que no me mintió cuando me dijo que le gusta cambiar de mujer como de calcetines.
— ¿Cómo puedes soportar todo esto? Vamos es que yo me levanto y le engancho de los pelos a esa mujer y le pego un buen bofetón se lleva él.
— No voy a malgastar mis fuerzas en alguien que no merece la pena. Al fin de cuentas no siento celos porque no hay sentimientos. Por lo que me da igual lo que haga o deje de hacer.
Si algo tengo claro, es que no me va poner un dedo encima. Él ya tiene entretenimiento.
— Eres mala con ganas. Pero...¿Y tú?
— De momento hay cosas en mi vida que me impiden meterme en la cama con un hombre. Antes de nada, quiero estar segura que mi primera vez sea con el hombre adecuado. Aunque después de acostarnos no nos volvamos a ver. Quiero que sea especial, dar y recibir placer.
— Pero qué romántica eres Dania. Venga vamos a pedir el postre.
Nada más terminar de cenar, Meri que no había quitado los ojos de encima a Adán, quiso gastarle una broma.
Sin ningún reparo, se acercó hasta su mesa saludándole con voz mimosa.
— Adán qué bien que te veo, hace tanto tiempo que no sabía de tí. Me prometiste que me llamarías y no lo hiciste.
— Disculpe señorita, pero no la conozco de nada. Ni siquiera sé quién es.
— Por favor, no te hagas el tonto. Íbamos muy borrachos es lógico que apenas me recuerdes. Pero yo si me acuerdo de ti y de lo bien que terminó la noche en el hotel.
La compañía de Adán empezó a molestarse. Meri seguía atacando con sus mentiras sabiendo en el lío que lo estaba metiendo.
— Te aseguro cariño que no la he visto en mi vida. No sé quién es. Créeme de verdad. — Adán agarraba de las manos a su acompañante, ver aquella escena hizo recapacitar a Dania. La verdad duele, pero los hechos son quienes hacen de abrir los ojos.
— Señorita váyase por favor. No la conozco de nada. De hecho, no la he visto en toda mi vida. — Aguantando la compostura Adán quería poder deshacerse de aquella mujer y terminar de cenar tranquilamente con su acompañante.
— Meri, vamos. Deja al señor que cene tranquilo. — Al escuchar la voz de Dania, Adán clavó sus ojos ella. Dania no se dirigió hacia él, mostró indiferencia y se marchó junto a su amiga.
— Meri, cada día estás más loca.
— ¿Pero has visto la cara que se le ha quedado? La que más me ha gustado ha sido esta. Mira la foto, y que careto...si.hasta se ha quedado blanco.
Dania no pudo retener la risa y empezó a reírse con Meri.
Había sido una mala idea por parte de ella. Pensándolo bien, había sido divertido ver cómo Adán se había quedado mirándola fijamente pasmado.
Suspiró ligeramente mientras se ponía su pijama. Estaba agotada y herida por ver Adán junto a otra mujer.
Dejándose caer en la cama, mirando al techo con sus dedos cruzados en su vientre, pensaba en su vida y cómo le están yendo las cosas.
Cerró sus ojos volviendo al pasado cuando aún su madre vivía y su hermano la agarraba de la mano cuando había tormenta porque le daba miedo.
Al despedirse de ellos para siempre, quedaron su padre y ella.
Pablo era un hombre cariñoso. A pesar de llevar el luto por la perdida de su familia. Siempre estuvo pendiente de su hija para que no le faltase de nada. Eran ellos dos, por eso ella nunca tuvo prisa en enamorarse. Su padre le ofrecía ese cariño y compresión que toda mujer necesita. Y aunque esté casada, ella no lo siente así.
Anhela poder sentir las manos de un hombre recorrer sus curvas mientras la besa con detenimiento y pasión.
Aunque en lo más hondo de su ser hubiera creído que con Adán iba encontrar esas cualidades, se había equivocado.
El haber visto a Dania en el restaurante, consiguió que sus planes de pasar una agradable noche en compañía de su amante se fueran al traste.
Conducía pensando en Dania después de haberse despedido de su amante.
«Dania, Dania» Repitió furioso golpeando el volante.
¿Porqué se sentía tan perturbado y molesto? ¿Qué clase de magia la envolvía para sentirse tan fascinado por ella llegando a perder el interés en otras mujeres?
Llegó a su casa y se fue directo a su habitación.
Ya no deseaba pensar más en la arrebatadora belleza de la mujer que tanto le gusta y no puede tocarla. Ella es su esposa y tarde o temprano también lo será en la cama.
Tenía ese deseo de querer ver su desnudez besando cada rincón de su piel sintiendo como se entrega ha él.
De negocios no sabía mucho, pero todo lo referente a seducir a una mujer, Adán era todo un experto.
Y hasta ahora, había guardado sus armas para no conquistar a su esposa. Su interés iba más allá y sus ganas de poseerla aumentaban más.
Había llegado el momento de cambiar de táctica si quería tener a su merced a su esposa.
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