Capítulo 4
Impidiendo que pudiera escapar, Rogelio se llevó hasta la biblioteca a Dania mascullando entre dientes improperios acerca de todo ese mal entendido.
Al llegar aquella estancia, Dania sintió un breve escalofrío recorrer ligeramente su espalda mirando con desdén aquel hombre que no dejaba de caminar de una lado a otro revolviéndose su cabello desesperado y furioso, sin terminar de crecer lo que su hijo había hecho casándose con una desconocida.
—Señor, discúlpeme, pero tengo sueño, mañana tengo que madrugar si no le importa me gustaría irme a dormir.
— ¿Quién te crees que eres para dirigirte de ese modo a mí?—Después de un buen rato sin decir nada pensando en la manera tan ingrata de comportarse su hijo quería hacer algo para despachar lo antes posible aquella mujer tan altanera y soberbia la cual permanecía de pie observándole como si no hubiera hecho nada malo.
—Y usted, ¿quién se piensa qué es? Porque tiene una gran mansión, mucho dinero puede mirar por encima del hombro o peor aún, juzgar a las personas por pensar que todas vamos a beneficiarnos de su dinero. ¿Por quién me toma, por una muerta de hambre o una fulana?
La altivez con la que le respondía aquella joven irritaba aún más a un hombre que no está acostumbrado a que nadie le lleve la contraria y mucho menos una mujer tan insolente como la que tenía delante suyo.
Respiró hondo antes de dirigirse hacia su mesa donde abrió un cajón sacando una chequera. Sin temblarle el pulso puso una cifra en aquel papel blanco con única finalidad de terminar con aquel absurdo tema y poder librarse de aquella joven tan presuntuosa.
—Tome, yo no tengo nada que decirle y mucho menos tengo nada en contra suya. Conociendo a mí hijo le habrá ofrecido dinero para hacer todo este teatro y así poderse librar de casarse con Arlet, la mujer más adecuada para ser su esposa. —Rogelio arrastró el papel por la mesa ofreciéndoselo a Dania, la cual se quedó mirándole pensando si aceptarlo o no.
Por un lado estaba su orgullo, tampoco necesitaba dinero. Aunque si lo pensaba bien, ¿por qué no aceptarlo como una donativo para poder pagar los gastos del hospital y poder pagar sus estudios? Al fin de cuentas no era tan mala idea.
—¿Así es como soluciona los problemas? Coge un cheque le pone unos cuantos ceros y así me calla la boca, terminando de una vez por todas con la dificultad de enfrentarse a la realidad del asunto.
—Si le estoy entregando este dinero no es por faltarle el respeto o tratar de herir su orgullo. Estoy haciéndole un favor para que se marche y no vuelva más a entrar en la vida de mi hijo.
—Demasiado tarde señor, ya soy su esposa. Por lo cual tendré que permanecer a su lado. Y sobre el dinero que me ofrece le estoy muy agradecida por este detalle, lo tomaré como un regalo de bodas.
Rebasando su paciencia, Rogelio se levantó dando un fuerte golpe en la mesa irritado.
—No sea tan fresca y váyase inmediatamente de mi casa si no quiere que la eche a patadas.
En ese momento pasó Adán retando a su padre. Poniéndose delante de Dania se enfrentó nuevamente a su padre.
Estaba demasiado harto de sus órdenes, siempre estaba disponiendo de su vida como si él no tuviera sus cinco sentidos, repitiéndole diariamente lo inútil y holgazán que es. Había decidido casarse con Dania para darle un escarmiento, haciéndole ver que no hará su voluntad.
—El que debe estar enfadado debería ser yo papá. A qué ha venido todo este circo que has montado para que me case con mi prima. Responda porque yo no entiendo nada. Sabe perfectamente que Arlet es mi prima y yo la veo como lo que es. Mi prima. Sin embargo Dania es la mujer que he escogido para casarme demostrándole que soy capaz de formar mi propio hogar y no soy un flojo perezoso como bien me repite diariamente.
—¿Acaso estoy diciendo algo que no es verdad? Eres un vago que solo piensa en disfrutar, gastar el dinero con tus amigos y vas a trabajar cuando te acuerdas. Encima quieres que te ponga una medalla por no hacer nada y para colmo me traes a esta mujer que es tan idéntica a ti. Al menos que te hayas casado con ella porque esté embaraza porque ya sería lo último que pudiera ocurrirme.
—Y si así fuera ¿hubiera algún problema?
—No, señor. Yo no estoy embaraza por Dios, soy muy joven y tengo otros planes en mi mente antes de tener un bebé.—La intervención de Dania hizo que Rogelio se relajara un poco, comprendiendo la gravedad de la situación.
—De acuerdo ya que has decido casarte, me imagino que habrás comprado una casa donde con tu sueldo mantendrás a tu esposa, porque aquí no les quiero ver y mucho menos mantener.
—Papá no puedes hacerme esto, sabes que no tengo dinero ahorrado y... ¿Cómo vas a permitir que tu hijo se vaya de tu casa? Mírala es muy grande podemos vivir aquí todos juntos.
—Ya que has decido casarte, sabrás que tienes ciertas responsabilidades, tan solo debes cumplirlas. ¿Verdad que sí señora Zubillaga?
—A pesar de lo mal que me cae, lleva toda la razón, su hijo y yo iremos a vivir a otro lugar y trabajaremos para pagar nuestra independencia. Creo que Adán debe ir mentalizándose que su vida ha cambiado. Venga cariño vayamos a dormir.
—Ve tú, ahora te sigo. —Adán sentía miedo de tener que irse de su hogar. Siempre ha tenido una vida cómoda, y si tuviera que rogarle a su padre para quedarse lo haría. Pensar que esa vida de libertinaje que estaba llevando se acabaría lo llenaba de desesperación por intentar llegar a un acuerdo con su padre.
Rogelio escuchaba con atención las suplicas de su hijo, pero por nada del mundo iba a mantener a una mujer aprovechada como era Dania. Por lo que se dirigió a su hijo explicándole lo que debía hacer si aún quería quedarse en su casa y seguir siendo Adán Zubillaga, o un hombre casado sin futuro alguno junto a una mujer que no ama.
Al entrar en la habitación, Adán fijó sus ojos en Dania la cual estaba sentada en el borde de la cama esperándole.
Agotado, lamentándose por como habían sucedido las cosas, Adán se dejó caer en el suelo apoyando su cabeza en el borde de la cama comenzando a lamentarse.
—Lo siento mucho Dania, de verdad yo pensaba que las cosas no iban a suceder así.
—A ver Adán, los dos sabíamos que esta noticia no iba ser recibida a bombo y platillo. Comprendo que tú padre te haya puesto entre la espada y la pared, incluso a mí me ha dado un cheque para que me vaya de esta casa.
—Al menos haberlo aceptado y así te gastas el dinero en lo que quieras, es lo mínimo que puedo hacer por ti.
—Por supuesto que lo he aceptado. Tengo algunas facturas que pagar y también mis estudios, este dinero no me vendrá mal. Pero lo que me preocupa eres tú. ¿En verdad quieres continuar con toda historia? ¿Piensas que con rebelarte a tú padre estás consiguiendo algo? Adán recapacita y hazte valer por tus esfuerzos. Aunque te fastidie, tú padre lleva razón, si no das palo al agua en todo el día, eres un ser inútil y ya va siendo hora que seas un hombre con responsabilidades como hacemos todos. Mírame a mí, estudio y trabajo al mismo tiempo porque quiero sentirme útil y no depender de nadie. Quiero aprender y no ser una torpe. Cambia tú comportamiento Adán, hazlo por ti mismo, demuéstrate que puedes hacerlo, trabaja y así estarás quitándole la razón a tu padre.
— ¿Crees que yo soy capaz de hacer todo lo que me estás diciendo?
—Además de lo vago que eres, creo que si puedes. Siempre y cuando te lo propongas conseguirás todo aquello que desees. Pero claro, trabajando duro.
Al irse a dormir, Dania empezó a sentirse un poco avergonzada por no haber pasado por su casa y coger algo de ropa. Al ver sus mejillas encendidas Adán le hizo entrega de algunas prendas suyas para que pudiera dormir cómoda.
Nada más despertarse Dania miró al hombre que se encontraba durmiendo en el sofá conmoviéndola. Adán no solo era físicamente llamativo, también era una buena persona. Esbozó una sonrisa pensando en lo interesante que sería compartir algún tiempo junto a él, quizás Adán sea el hombre de su vida y aquel juego pudiera convertirse en realidad. Si lo pensara bien, lo más sensato era seguir fingiendo y no hacerse ilusiones para no salir lastimada, al fin de cuentas el amor es benigno, dulce, no puedes vivir sin una pizca de sensibilidad a la vez que lloras, sufres y llegas a transformarte en otra persona. Pensó Dania antes de dirigirse hacia el baño donde se dio una larga ducha. Aun le sobraba tiempo antes de dar comienzo sus clases.
Envuelta en un albornoz con su pelo liado en una toalla Dania se quedó asombrada al ver algunas bolsas puestas encima de la cama. Una por una, fue mirando su contenido, había vestidos, jeans, camisetas, ropa interior y zapatos. Entusiasmada con las prendas, se puso un vestido a juego con unos tacones. Terminando de arreglar su cabello alguien la sorprendió con una bandeja de desayuno.
—Buenos días Aurora, has dormido bien los cien años o deseas dormir media hora más. —Con gesto burlón Adán dejó la bandeja en la cómoda. Admirada por la sorpresa que y el detalle ofrecido por parte de Adán, Dania no pudo controlarse y acabó rodeándole por su nuca besando su mejilla agradeciéndole el detalle.
En el momento que se lanzó hacia él, quiso poder frenar el tiempo haciendo crecer los latidos de su corazón. Las ganas de besarla era cada vez más inevitables. Posando sus ojos en ella notando como su corazón tenía una razón para poder rozar su rostro perdiéndose en su mirada clara, Adán permaneció quieto suplicando que fuera ella quien lo besara debido a que él debía de cumplir la condición que habían acordado.
—Gracias por todo Adán, ven acompáñame a desayunar.
Había pasado demasiado tiempo conociendo mujeres hermosas para terminar en la cama, nunca había puesto ningún tipo de interés en valorar más a una mujer debido a que él se casaría con la mujer que su familia le exigiría. Y ahí estaba ella, con su cabello largo hasta la cintura dorado como el sol y una mirada transparente de un ángel. Solo podía decirle a su fiel corazón que sólo con ella podrá lograr encontrar el amor verdadero.
Ajena a lo que estaba empezando a sentir Adán por ella, Dania comía sin dejar de hablar contándole lo que haría ese día. Hablaba como si lo estuviera haciendo con su padre, sus viejas costumbres no podía desaparecer de ella aunque ahora estuviera compartiendo su vida con un desconocido tan gentil y tan intensamente carnal. Algo que le atraía demasiado de él y muy difícil le estaba poniendo las cosas para seguir con su plan de no mostrar ningún interés hacia un hombre que no sabe lo que es el amor salvo ser su amiga.
Sin embargo cada vez se sentía más vulnerable en su compañía sacándole una sonrisa. ¿Sería Adán el amor de su vida?
—Debo de marcharme a la oficina me espera mi padre.
—Yo también tengo que ir a la facultad para después de mis clases ir al hospital, deseo estar un tiempo con mi padre.
—Me parece muy bien, pero Dania no tienes que darme explicaciones de lo que hagas. Aunque estemos casados no eres mi prisionera para darme detalle de cada paso que des.
—Es una costumbre que tengo de decir a donde voy, siempre se lo decía a mi padre para que no se preocupe de mí cuando salía de casa. Pienso que es lo más correcto que se puede hacer, no somos dos extraños Adán.
—De acuerdo, más tranquilo me dejas y así sé dónde localizarte. Gracias por tenerme confianza.
Dania frunció su ceño al ver la expresión incómoda de Adán. Guardó silencio ayudándole a ponerse su abrigo, otro detalle más por parte de ella creando más conflicto con su corazón y cuerpo. Enfadado apretó sus puños despidiéndose de ella.
No podía negar como dentro de él iba forjándose unos efectos misteriosos descubriendo la falta de cariño que tanta falta le hace.
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