Capitulo 37
Jared había estado conduciendo durante horas hasta poder llegar a otra ciudad donde había alquilado un pequeño apartamento Minerva.
Horas antes, Jared se había puesto en contacto con ella hablándole sobre el deseo de poder ver a su hija.
Después de tener un conversación nada amigable, Jared pudo convencer la para poder ir hasta la casa donde vive con su hija.
Agotado por la horas que había tenido que pasar frente al volante, Jared pasó dentro de aquel pequeño apartamento.
En mitad del salón, se encuentra Minerva preparada para iniciar una nueva batalla reprochando le el haberla engañado con Dania.
— Minerva, ¿Dónde está Anabel? — Pregunta mirando para todos lados de la casa.
— Está dormida. Ahora dime qué significa esto. — Agarrando su teléfono, le muestra las imágenes publicadas por distintas revistas, donde se puede ver a él junto a Dania en actitud cariñosa.
— ¿Ahora te haces la ofendida? — Su enfado va aumento hacia la que es su esposa, empezaban a fluir dentro de él más rápido.
— Soy tú esposa y como tal debes darme una explicación. — Alzando la voz Minerva comienza a desafiarlo.
— Deja de montarte tus propias películas Minerva. Sé razonable y acepta que nunca te he querido, que tan solo me casé contigo por mí hija.
No tienes ningún derecho de reclamarme nada, cuando tú misma sabías perfectamente que a la mujer que he amo es a Dania. Madre también de mis hijos.
— Ahora empiezo a entender todo. Quieres alejarte de nosotras para irte con esa mujerzuela. Porque eso es lo que es Dania. Tanto dices que quieres a nuestra hija y es mentira. Estás dispuesto a irte con esos bastardos y esa mujer antes de quedarte con nosotras, tú familia. — Los comentarios referentes a sus hijos y Dania comenzaban alterarlo.
Había intentado entablar una conversación afable, haciéndole entender que una relación no es sólo el deber, también influye los sentimientos. Sin esa conmoción, una pareja no puede funcionar, el respeto se llega a perder, la confianza desaparece dando lugar a peleas innecesarias por no aceptar la verdad.
Sin amor, no se puede completar una felicidad.
Jared intenta hacerle entender a Minerva lo mucho que se está equivocando al pensar que hay alguna posibilidad entre ellos, o simplemente debe quedarse con ella por Anabel.
— Minerva, Anabel es mi hija y la amo, y pienso luchar por su custodia, jamás la abandonaré. Pero no puedo seguir a tú lado, nosotros no tenemos futuro, tú aún eres joven y bonita. Estoy seguro que puedes encontrar algún hombre que te dé lo que tanto anhelas y te mereces. Pero ese hombre no soy yo.
— No pienso darte el divorcio. El saber que esa estúpida va salirse con las suyas me pone enferma. Te quiero Jared, te amo demasiado, dime qué debo hacer para que quieras. — Suplicándole con lágrimas en los ojos, Minerva llega a perder la poca dignidad arrastrándola por el suelo luchando para convencerlo de que ellas son su familia.
— Minerva, mírame y deja de subestimarte de esta manera. Afrontar la verdad es de sabios. No pierdas tú tiempo tratando de vengarte de quien crees que te hace daño, porque al final, vas acabar por destruirte tú sola.
¿Acaso eso es lo que quieres?
— Yo solo quiero empezar de nuevo junto a tí y nuestra hija, dame la oportunidad de ofrecerte todo mi amor, intentar arreglar aquellas cosas que tanto nos separan, dejando a un lado lo negativo, enfocándonos en lo positivo. Quiero aprender junto a tí, saber que sientes lo mismo por mí me hace muy feliz.
Olvida a esa estúpida, porque yo estoy aquí dispuesta amarte.
— Por favor Minerva, deja de luchar por mí. Acepta de una vez por todas que no te quiero, deja de crearte ilusiones falsas que solo abren pequeñas heridas en tí. Dejemos de discutir, seamos libres, estoy seguro que valdrá la pena.
Es mejor olvidar lo que sientes y recordar lo que en verdad vales. Y yo no merezco una lágrima tuya.
Mírate Minerva, recuerda que aunque hoy estés triste, decepcionada... piensa que algún día encontrarás a la persona adecuada, aquella que te haga sentir especial valorándote como te mereces. Lamento decirte que mi corazón no ha podido llegar a quererte. — A pesar de haber vivido durante años con ella, Jared sentía aprecio por Minerva, verla en su estado de flacidez lo entristece llegando a sentir pena por ella. Quería buscar alguna manera de poder ayudarla, trataba de hablar con ella para que se despertarse de ese amor que dice sentir por él.
Sus ojos negros estaban hinchados y rojos, su labio inferior temblaba y apenas las palabras le salían de su garganta. En un último intento Minerva lanza unas palabras tratando de convencerle para que olvide a Dania y se quede con ella.
— Jared, no quiero que esto termine de esta manera. No deseo despertarme en mitad de la noche y decir: Soy una mujer desdichada, esta no es la que vida que hubiera elegido. Y entonces darme cuenta que el tiempo ha transcurrido y sigo sola.
— Me pides un imposible. Minerva, recapacita de una vez. Piensa que la vida es sólo una.
Debemos vivir el día porque no hay repetición y en ocasiones las segundas oportunidades se pierden. No podemos dar marcha atrás, puesto que el tiempo pasa y el reloj jamás se detiene. Entiende que lo nuestro fue un error, que tan solo nos une Anabel y por ella debemos hacer las cosas bien. Minerva, solo pretendo decirte que aproveches cada minuto al máximo de tú libertad, haz aquellas cosas que siempre has querido hacer, vive el momento, sonríe y vive si deseas ser feliz.
— No puedo sin tí. — Minerva agarra fuerte la camisa de Jared escondiendo si rostro en su pecho sollozando amargamente.
Jared permanece quieto sin tocarla dejando que sea ella quien se libere de su lamento, rompiendo el espejo vacío en el que se mira.
Un rato después, Jared decide marcharse, la desesperación lleva a Minerva a retenerlo, a gritarle incluso llegando a perder la cordura comienza a tirar al suelo todo objeto que se encuentra a su paso.
Los nervios le han jugado una mala pasada a Minerva, tanto que acaba perdiendo el conocimiento cayendo al suelo.
Inmediatamente Jared llama a una ambulancia preocupado por el estado de Minerva. Verla sufrir de ese modo hace que se culpe por ello.
Nada más terminar la conversación y explicarle a Dania lo ocurrido, éste se dirige ha la habitación de su hija. La cual se había despertado al escuchar los gritos de su madre.
Jared la abraza tumbándose a su lado hasta que la pequeña vuelve a quedarse dormida.
A primera hora de la mañana, Jared recibe a su madre.
Al enterarse de lo ocurrido, Génesis habla con su hijo respecto a la noticia que vió.
Acto seguido, le pregunta por Dania y sus hijos. Al decirle Jared que Dania tuvo gemelos Génesis se tapa impactada la boca con la mano.
En ese momento, ella no sabe ni que decir. Mueve su cabeza despacio de izquierda a derecha agarrando fuerte a su nieta.
— Mamá amo a Dania y quiero estar junto a mis hijos. Deseo hacer las cosas bien, y pienso divorciarme de Minerva, luchar por la custodia de mi hija y poder vivir en paz con mi familia.
— Jared, hijo mío. Piensa bien lo que vas hacer. Si vuelves al lado de Dania, estarías destruyendo a otra mujer que te ama.
— Solo amo a una mujer y esa es Dania. Nunca le he mentido a Minerva respeto a mis sentimientos. Ya no puedo soportar más el tener que vivir encerrado en una minúscula jaula cuando mi libertad está ahí, junto a ellos. No pretendo lastimar a Minerva, pero tampoco deseo seguir llevando la vida que hasta el día de ayer estaba llevando.
— Pienso bien lo que vas hacer Jared. Yo sé todo el amor que sientes por Dania, pero ahora no es el momento de dejar a Minerva. Ella te necesita, ha sufrido mucho por tí y si se encuentra hospitalizada es por tú culpa.
Recapacita Jared, ya dejaste a Dania sin saber que estaba embarazada de tí, tú mismo elegiste casarte con Minerva. Ahora sé un hombre y afronta tus errores.
En mitad de la discusión, Dania escucha asombrada las recomendaciones que le da Génesis a su hijo.
Había decido emprender el viaje para tratar las cosas de frente con Minerva. Al enterarse que había sido hospitalizada, pensó en ir para apoyar a Jared y así poder buscar una solución. Con lo que menos contaba era con escuchar las palabras ofensivas de Génesis.
Decidida acabar de una vez por todas con esa fantasía que se ha creado nuevamente, no duda en plantarse delante delante de Jared molesta pero segura de sí misma.
— Dania. — Asombrado por ver a Dania allí, Jared mira a la empleada, la cual le había abierto la puerta.
— Escúchame con atención Jared.
Si he hecho un viaje tan largo es porque pretendo ayudarte. Aunque me fastidia tener que hacer esto por alguien que me odia, no me importa hacerlo por tí. Pero que me tomes por estúpida, eso me supera. Y no voy a permitir que nuevamente me hables con palabras bonitas y después hagas a mis espaldas otra cosa.
— Pues vete haciendo a la idea Dania que mi hijo está casado y no dejará a su esposa. — En ese mismo momento Jared se puso delante de Dania enfrentando a su madre. Dejándole claro que deje de inmiscuirse en su vida decidiendo por él.
Acto seguido, Jared se voltea mirando a Dania, rozando con las puntas de sus dedos su rostro, tratando de convencerla que no volverá a cometer el mismo error dos veces.
Dania, permanece en silencio escuchando como Jared la defiende reprochándole a su madre su comportamiento hacia ella.
Agarrando la mano de Dania, Jared sale hacia la calle donde le explica a Dania lo que ha sucedido con Minerva y el plan que tiene para poder divorciarse de ella y poder luchar por la custodia de su hija.
— Escúchame mi amor. He hablado con los padres de Minerva contándoles lo que está sucediendo. Ellos han comprendido la situación, aunque no están muy conformes con el divorcio. Debo viajar con Minerva hasta New York, volveré hablar con su familia y nada más termine con el papeleo del divorcio vendré a buscarte para pedirte que te cases conmigo.
— ¿Y Anabel?
— La niña se queda de momento con mi madre. Lo que más deseo es que mis hijos se conozcan y convivan como hermanos.
— Me parece estupenda tú idea.
— Debemos volar mañana mismo Dania, prométeme que me esperarás y a mí regreso nos casaremos.
— Te voy ha esperar, la idea de poder casarnos me alegra y me hace muy feliz. Te quiero mucho Jared.
— Te amo Dania. — Apoyando su cabeza en el pecho de él, Dania piensa si todo saldrá bien. Minerva está demasiado obsesionada con Jared y ahora que necesita cuidado médico no le pondrá las cosas fáciles.
Debía confiar en Jared, hasta ahora él ha demostrado su amor hacia ella y el querer estar con sus hijos.
Aún así, cerró los ojos inhalando el aroma de él, arrugando su jersey conteniendo la tristeza de tener que separarse de él nuevamente, debiendo de pensar que todo saldrá bien.
Nada más ser dada de alta, Minerva piensa en ka manera de preocuparse de ella y en su posible reconciliación.
Mientras tanto, al otro lado del pasillo, los médicos hablan con Jared contándole lo sucedido con la paciente.
Al parecer había sufrido una crisis nerviosa. El haber sufrido una crisis nerviosa puede indicar un problema de salud mental que requiere ser atendido por especialistas.
Jared escucha con atención las indicaciones del doctor.
Desvía su mirada hacia el suelo pensando en Minerva, sintiendo pena por ella.
Al entrar en la habitación, este la mira con cariño hablando con ella sobre viajar a New York. Jared debía ser cuidadoso y amable con ella, el estado de salud de su esposa era delicado y no quería que nada malo le ocurra.
Imaginándose que Jared y ella volverán a estar juntos, Minerva hace su maleta para volar de nuevo a su hogar.
Con ese pensamiento, Minerva rodea el brazo de su marido sintiéndose feliz de poder seguir al lado del hombre que ama.
Tras despedirse de sus familias, Jared y Minerva vuelan hacia New York.
Horas después, el avión aterriza en el aeropuerto.
Jared y Minerva bajan del avión para dirigirse hacia la calle para buscar un taxi.
El vuelo había llegado con retraso y ese mismo día había huelga de taxis.
Por lo que no le quedó de otra que coger el metro.
— Jared no quiero ir en metro. Me da asco tener que ir montada con más gente.
— Ya has escuchado que no hay taxis, y...¿Además que tiene de malo ir en metro? Todo el mundo lo utiliza y no hay nada que temer. Sólo, no descuides tus pertenencias puede que alguien te robe.
— Jared vayamos en otro medio de transporte. — Súplica Minerva mirando a su alrededor a la gente que permanece de pie o sentada en silencio. Algunos pasajeros van mirando sus teléfonos, otros leen libros y otras personas simplemente viajan mirando a otras personas.
En ese momento un muchacho joven, se queda mirando a Jared durante unos minutos. Comenta algo con su amigo y el muchacho se dirige hacia Jared.
— Hola, ¿Le puedo hacer una pregunta? — Jared observa al muchacho sonriente.
— Dime, ¿En qué puedo ayudarte?
— Disculpe, ¿Sería tan amable de firmarme mi libro? Yo soy fans tuyo y quiero ser un gran escritor como lo eres tú. He leído todas sus obras y voy algunas presentaciones de sus libros. Le sigo desde hace años y ahora que lo veo en persona de cerca no puedo creerlo que esté hablando con mi ídolo. — Emocionado, el muchacho le extiende libro que sostiene entre sus manos para que Jared se lo firme.
— ¿Me puedes sujetar mi chaqueta, por favor? — Jared le extiende su chaqueta al muchacho joven, para poder firmarle el libro.
— ¡Wuau! Es preciosa la chaqueta.
— ¿Te gusta?
— Que si me gusta, siempre he querido tener una chaqueta de cuero como ésta. Me encanta.
— Pues ponerla a ver cómo te queda. — El muchacho se prueba la chaqueta. Y para su suerte le queda perfecta.
— Es genial, me gusta como me sienta.
— Entonces puedes quedarte con ella puesta, tómala como un regalo.
—Aquello no podía estar sucediendo. Jared era una persona sencilla y bondadosa, y el muchacho lo abraza emocionado por el acto de generosidad hacia él.
Acto seguido, los dos empiezan ha hablar, el muchacho sigue sin poder salir de su asombro.
Mientras, Minerva mira con recelo a la mujer que se encuentra sentada al lado suyo haciendo gestos de asco.
En un principio, Minerva y Jared debían de bajarse en la siguiente parada.
Pero de pronto, el vagón comienza a tambalear, escuchándose un tremendo ruido. Los pasajeros no tardan en sentir el miedo comenzando a moverse de un lado a otro intentando huir de las llamas.
En menos de un minuto, una nube negra interrumpe en el vagón seguido de un gran estallido rompiendo en mil pedazos los cristales de las ventanas.
(...)
Inquieta y preocupada, Dania se prepara un café consultando la hora por undécima vez.
Meri, toma asiento junto a ella, aceptando el café preparado por Dania.
— Dania, hija qué mala cara tienes. ¿Me he perdido algo?
— Ha pasado algunas horas desde que Jared me llamó avisando que había llegado a New York, e iba a montarse en el metro para ir hasta su casa porque había huelga de taxis.
Desde entonces he intentado llamarlo y siempre está apagado.
No sé Meri, presiento que nada bueno va salir de todo esto.
— Anda no pienses lo que no es. Anímate, seguro que se habrá quedado sin batería. Espera voy a poner las noticias, me acaban de avisar que había llegado una noticia muy importante, como hoy no trabajo quiero saber de qué se trata.
Nada más encender el televisor, Dania y Meri escuchan con atención las noticias.
En todas las cadenas se emiten el atentado terrorista que hubo anoche en la estación de autobús y metro de la Calle 42 con la 8va. Avenida, Port Authority, en plena hora punta.
Moviendo su cabeza de un lado a otro en forma de negación. Dania comienza a llorar pensando en lo peor. Desesperada, vuelve a llamar a Jared el cual no responde al teléfono.
Mil pensamientos cruzan por la mente de Dania.
Desesperada por tener alguna noticia sobre Jared, decide llamar a Adán.
Minutos después, tras haber hablado con Adán, el cuerpo de ella cae muy despacio al sofá donde rompe a llorar desconsolada sin poder creerse aún que Jared iba en el mismo metro que tuvo el atentado terrorista.
Ahora sólo le quedaba esperar para confirmar si Jared se encuentra entre las personas heridas o entre los pasajeros fallecidos.
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