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Capitulo 34

Quieta, mirándose uno al otro sin mediar palabra durante unos minutos. Dania estudia la reacción de Adán, el cual no dejaba de mirarla de arriba abajo, clavando sus ojos en su tripa.
Sorprendido, por verla en su estado, Adán sonrió al haber descubierto una posibilidad de que su hermano pueda encontrar la felicidad junto a Dania.

— No me esperaba que estuvieras embarazada Dania.

— Vaya, es una pena. Se me olvidó publicarlo por las redes sociales.— Su mirada seguía fija en Adán empezando hacer su mano un puño de la rabia contenida de haber sido descubierta, precisamente por su ex marido.

— Dania, comprendo que estés herida, pero aún así debes de darle la noticia a Jared. Él te ama a tí y cuando descubra que vas a darle un hijo, volverá a tú lado.

— No me hagas de reír  Adán.
Crees que yo quiero un amor a medias, dividido por la mitad después de haber luchado por encontrar una solución para que Jared no me deje. Pienso que no, de hecho, me merezco un amor intenso, indestructible.*

— Lo siento mucho de verdad Dania. Lamento el comportamiento de mi hermano, el cual no supo valorarte. Aún así, debes de confesarle que vas a darle un hijo,  debe de saberlo para que sea él quien tome una decisión.

— No hay ninguna decisión que tomar Adán. De hecho, se la voy ahorrar. Estos bebés, son míos. Yo soy su madre, y voy a darle la vida. Por lo cual, no necesito a Jared para que me ayude a criar a mis hijos. Después de todo, sigo siendo la misma persona, pero ahora tengo un motivo más que suficiente que me ha hecho más fuerte. Por lo que mi decisión, y espero que me respetes, es que no voy a ponerme de rodillas suplicándole a Jared migajas de su amor, cuando él mismo fue quien me apartó de su vida sin importarle mis sentimientos.

— Comprendo perfectamente lo que me quieres decir. Aún así, sigo pensando que mi hermano debe estar enterado, no puedes ocultarle algo tan importante como la llegada de su bebé.

— ¿Y si en los peores de los casos se lo digo? ¿Qué lugar ocuparía yo en su vida y mis hijos? ¿Qué sería, "la otra"? Cuando yo estaba la primera en su vida y me desplazó.
Si quieres puedes decirle tú mismo a tú hermano que va ser padre de gemelos, porqué de mi boca no va salir dicha información. Jared eligió el camino que mejor le convino. Ahora yo he elegido el mío.

— Yo no diré nada a Jared aunque me duela. Si tú no deseas hacerlo, yo no puedo pasar por encima de tú decisión. Sigo pensando que deberías cambiar tú actitud, ya no por tí, por tus hijos.

— No pienso cambiar de parecer, yo sigo siendo la misma. Tan sólo he tenido que aprender a darle a cada persona la misma importancia que me dan a mí. Y por supuesto, Jared podrá estar presente en mi corazón, pero no en mi vida.

— Dania espera...— Girándose sobre sus talones, Dania se marchó dejando preocupado a Adán.
Él, que era testigo de todo el lamento que guarda su hermano por no haber hecho las cosas debidamente.
Deberá guardar silencio siendo cómplice de un secreto que pueda unir a dos personas que se aman y no pueden estar juntos.

En una batalla siempre hay alguien quién deba perder para que otro gane.
Dania estaba decidida a seguir adelante como madre soltera, obligándose a no sentir nada por Jared, mutilando esos sentimientos que tuvo hacia él y el cual, le ha obligado a ver las cosas desde otro ángulo, descubriendo en ella misma una fortaleza indestructible marcándose sus propios límites, porque nadie mejor que ella se conoce para saber que había tomado una buena decisión.

Mientras las semanas van pasando, Dania se encuentra más contenta y con ganas de poder conocer a sus bebés, ya quedaba muy pocos días para que al fin pueda tener a sus hijos con ella.

— Meri no te preocupes voy a estar bien, tú asiste a la boda y disfruta. Pero no te emborraches que te conozco y sé la que lías después.

— Escúchame Dania. Voy de boda, no de funeral. Alguna copita tendré que probar. Pero dadas las circunstancias, no tomaré un trago. Estaré pegada al teléfono por si algo te ocurre no dudes en llamar al servicio de emergencia y después a mí. ¿Capichi?

— Sí, ya te he escuchado. Venga anda vete, si aún faltan tres semanas para que nazcan mis bebés. — No muy convencida, Meri agarró su bolso de mano y se marchó hacia la boda de una compañera de trabajo.
Por un lado no quería ir para que no estuviera Dania sola. Y por otro lado, ya había dado su palabra de asistir al enlace, por lo que no le quedaba de otra de montarse en su auto y estar al pendiente del teléfono.

Nada más marcharse Meri, Dania empezó a sentir molestias, era leves dolores que iban y venían. Decidió tumbarse para no preocupar a Meri, aún le quedaba tres semanas para traer a sus hijos al mundo, por lo que lo achacó a algunas molestias típicas del embarazo.

(...)

Con el llegada de su hija al mundo, Jared comenzó a rozar la felicidad. Ese día estaba reunido con su familia y amigos celebrando su cumpleaños.
Desde hacía tiempo no se veía a Jared tan feliz, jugaba con su pequeña hija sintiéndose el hombre más afortunado del mundo. Todo se le hacía poco para Anabel, quería consentirla para que nada le faltase.
Era su pequeña princesa. Así es como la llama él.
Ver a su hermano cambiar de esa manera tan rápidamente, lo llegaba a conmover. Jared había pasado de tener sus ojos rojos y apagados a verlo tan animado.

En cierto modo, lo que más le pesaba a Adán era no poder confesarle la verdad a su hermano.
¿Pero quién era el para tomar decisiones que no le corresponden? Dos meses atrás, Dania le dejó claro que no quería volver a ver a Jared y tampoco lo necesitaba para criar a sus hijos.
Adán no le agradaba verse en aquella situación. Por lo que decidió indalar un poco antes de revelarle a su hermano que pronto iba a tener dos hijos más, fruto del amor entre él y Dania.

— Qué grande está Anabel. Parece mentira que hayan pasado cuatro meses desde que la vimos nacer. — Empezó hablando Adán algo nervioso.

— Vaya, aún no me creo lo rápido que crece. Me siento tan feliz Adán que no sé ni cómo explicarlo. Para mí, este año ha sido el mejor cumpleaños de todos lo que he tenido. Anabel es mi mayor regalo, ella tan pequeña ha sabido sacarme de mi abismo llenándome de ternura haciendo que vea las cosas de otro modo.

— No sabes cuánto me alegro. Pero... quería preguntarte...¿Aún sigues pensando en Dania?

— Siempre pienso en ella, y cada noche miro hacia el cielo, busco la estrella que más brillante preguntándole cómo se encuentra ella a la vez que le deseo lo mejor en su vida.
Porque yo ahora tengo mi familia, mi hija y mi esposa que aunque no la quiera como ella, Minerva se ha convertido en mi compañera de este viaje el cual llamamos vida.

— Y por curiosidad. ¿Hay alguna posibilidad de que vuelvas con Dania?

— No empieces de nuevo Adán. Sabes perfectamente que ya no voy a dar marcha atrás en mi decisión. Además, no podría separarme de Anabel. Sin ella mi vida no tiene sentido. Para mí, mi hija lo es todo en estos momentos. — Adán permanece en silencio escuchando a su hermano. Al parecer, Jared seguirá amando en silencio a Dania pero nunca volverá con ella.

Después de haber hablado con su hermano, Adán no le dijo nada sobre los gemelos de Dania.
Tal y como le dijo ella, Jared prefirió escoger su camino alejándose de ella.
Era triste saber todo el daño que le han causado. Primero fue él con su manera de tratarla y cuando por fin Jared supo darle lo que se merecía. Su hermano volvió a lastimar la nuevamente.
Si Dania había decidido no hablarle sobre sus hijos, aún yendo en contra de su voluntad y respetando la decisión de ella, debería guardar ese secreto.

(...)

Una vez que los dolores se le pasaron, Dania fue a la cocina donde se prepara un vaso de leche. A solas, sin poder evitarlo recuerda que día era. Era el cumpleaños de Jared. Irónicamente esboza una sonrisa recordando como  fue hace un año atrás celebrar el cumpleaños del hombre que quería.
Todo fue tan romántico, una mesa con varios platos de comida, velas rojas adornando la mesa y otras velas aromáticas formaban un círculo alrededor de la mesa mientras un violinista tocaba una bella melodía.
«Fue bonito mientras duró» pensó Dania dejando el vaso en el fregadero.

De pronto siente la necesidad de ir al baño. Nada más pasar siente como un líquido recorre su pierna. Inmediatamente comienza a asustarse, sale en busca del teléfono para llamar de inmediato al servicio de emergencia.
Terminada la conversación con el servicio de emergencia, Dania llama a Meri mientras espera que llegue la ambulancia.

—Pero chica,  ¿Cómo es que te has puesto de parto?

— Meri por favor no grites. Solo he roto la bolsa, ahora mismo acaba de llegar la ambulancia, nos vemos en el hospital.

— Vale, vale, vale...voy a casa busco las canastillas y me voy hacia el hospital. Pero por favor Dania, no te pongas a parir hasta que yo llegue. —
Dania rodó sus ojos comenzando a sentirse nerviosa pensando en cómo le irá el parto.

Al llegar al hospital, Dania fue atendida por el personal sanitario. Tras hacerle varias pruebas, uno de los ginecólogos habló muy seriamente con Dania. Había que provocarle el parto inmediatamente.
Con miedo, ella pregunta si le ocurre algo a sus bebés.
El doctor, intentando aliviar su preocupación le aconseja que lo mejor es que los bebés nazcan cuanto antes.
Siguiendo las instrucciones de las enfermeras y el doctor que la estaba atendiendo Dania tiembla de preocupación, nadie había para darle al menos ánimos y agarrar su mano.

Los minutos pasaban muy despacio, sin embargo su miedo porque algo le ocurra a sus bebés iba en aumento.
Una gotas se deslizan por sus mejillas pensando en lo sola que se encontraba en ese momento.
Por un instante, le hubiera gustado que su padre le agarrase su mano acariciando su frente como lo solía hacer cuando había algo que la preocupaba y él la calmaba dándole un beso en su frente.
Y allí estaba, en la sala de partos dejándose guiar por los médicos los cuales hacían lo posible para que todo saliera bien.

Con los primeros rayos del día, tras haber pasado unas horas angustiada y con mucho dolor. Dania tomaba en brazos a sus dos hijos.
Afortunadamente, nacieron sanos y fuertes.
Emocionada, sin poder creerse que al fin pudiera verle su carita inundando de amor su corazón.
Pablo y Daniel. Sus hijos, el comienzo de un cambio en su vida, su mayor tesoro, y su deseo para olvidar lo triste que se sentía al haberse visto sola dando a luz a sus hijos.

— Enhorabuena Dania. ¡Qué guapos son mis sobrinos!

— Aún no me lo creo Meri que ya formen parte de mi vida mis dos gemelos.

— No llores Dania. Ven dame un abrazo. En estos momentos necesitas a tú familia a tú lado y tú has estado sola, ni siquiera Jared te ha acompañado. Pero míralo por el lado positivo. Son tus hijos, ellos ahora son lo más importante para tí. Y dime que si la vida te ha dado sabores amargos, ahora en adelante te dará dulces.

— Solo pido a Dios que me de fuerzas para criar a mis hijos para que crezcan sanos y fuertes.

— Sabes que no estás sola. Yo seré su tía, juntas buscaremos la mejor solución para salir adelante.

— Lo sé. Gracias por todo Meri.

Dania y Meri se abrazan llorando emocionadas viendo a los dos gemelos en su cunita.

Una semana después, Dania fue dada de alta.
En el momento que iba a salir de su habitación, recibe una visita inesperada.

— Adán ¿Qué haces aquí? — Impactada al ver parado delante de ella a Adán con dos peluches y un ramo de flores, no tardó en inquietarse.

— Ayer me enteré que habías dado a luz y he venido a conocer a mis sobrinos. ¿Puedo verlos?

— Sí. Claro. — Dania sigue con la mirada Adán sin salir de su asombro.

— ¿Jared también lo sabe? — pregunta dudosa.

— No. Mi hermano no sabe nada. Si quieres que se entere deberás ser tú quien se lo diga. Yo he hablado varias veces con él y sigue en sus trece. Es feliz con su hija y por nada del mundo quiere separarse de ella. Si está casado con Minerva es por Anabel aunque su corazón te pertenece.

— Lo entiendo, y no le culpo por querer estar cerca de su hija. Yo haría lo mismo que él. Pena que toda nuestra historia haya terminado de esta forma.
Lo que comenzó como un amor verdadero, donde había tantas cosas por decirnos, y ahora pocas salen de mi boca. Solo hubiera bastado que aprendiera a leer mis ojos para expresarle cuando le amo.

— Dania, déjame darte un consejo.
No sufras más por Jared. Ahora debes de ser más fuerte que nunca si quieres poner fin a este dolor que tanto te perturba. No es la situación la que te hace sufrir, si no la forma de como la  interpretes y ese hecho, como son tus pensamientos. Aleja de tí esos pensamientos, dejalos ir a un lugar donde no puedas encontrarlos, tan solo te sirvan de experiencia repitiéndote a tí misma que la historia que viviste con mi hermano ya terminó.

— Hay muchas cosas que me atan a Jared y no me gustaría perder, pero él tampoco supo cómo cuidarme y retenerme a su lado. Por lo cual, voy a dejar de luchar por alguien que decidió no quererme, dejaré de estar pendiente de alguien quien me demostró no le importé como yo creí. Simplemente dejaré las cosas así, que sea el tiempo quién decida, mientras yo sea libre, todo valdrá la pena.

— Te admiro Dania. Eres muy valiente y me siento orgulloso por tí. Estoy seguro que serás muy buena madre. Si necesitas algo, aquí me tienes para lo que haga falta.

— Gracias Adán, cuídate mucho.

Adán se marcha pensativo, sintiendo un intenso dolor en su corazón por no poder hacer más y tener que permanecer callado ante una injusticia como era aquella.

Dania se quedó mirando a sus hijos, rozó su caritas pensando en la triste realidad que le había tocado vivir.
Su vida ha estado marcada por desdichas y también por amor.

Cargando a sus hijos, abandona el hospital rumbo a su nueva casa.
Allí todo está preparado para dar la bienvenida a sus dos pequeños.
Nada más cruzar la puerta de su hogar, Dania mira hacia el techo esbozando una sonrisa.
En el cielo está su familia, en sus brazos sus hijos.
Desde ese día, todo en ella empezará a ser de otra manera.

(....)

Aprender a decir adiós cuando no quieres irte del lado de la persona que amas es muy difícil y duro como también necesario.
Con el paso del tiempo, Dania y Jared aprendieron que por más que insistían en  querer olvidarse uno del otro menos lo conseguían.
Aprendió que a pesar de no querer perderla, él tampoco supo qué hacer para que  Dania se quedara a su lado.
Ahora ella es feliz con su nueva vida, su tiempo se lo dedica a sus hijos y a su trabajo para que nada les falte.

El ser feliz es una decisión que tuvo que tomar y seguir todos los días sonriendo. No depende de las condiciones que le pone la vida,si no de la actitud con la cual enfrente sus problemas.
La felicidad es eso, encontrar la paz interior, agradecer por lo que uno tiene, secar sus lágrimas convirtiéndola en sonrisas.
De momento, Dania es feliz con su vida, algún día llegará alguien que no se aleje de ella, que haga frente a las adversidades y no se rienda, que quiera permanecer a su lado porque la quiera.
Hasta entonces, continuará luchando como madre soltera para que nada les falte a sus hijos.
Su nueva vida recién empieza.










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