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Capítulo 33

Había llegado el momento de mirar hacia delante, entendiendo que todo en esta vida es muy difícil de llegar a lograrlo sin antes  ser fácil.
Dania había tomado la decisión de marcharse de New York, lejos de Jared.
Cada vez que pensaba en su infidelidad, una rabia fluía dentro de ella. Hasta que comprendió que no hay ningún medicamento que pueda curar el dolor que siente su alma, solo hay un remedio llamado tiempo, el cual la enseñará a no volver a sentir más dolor aunque la herida perdure.*

Decidida, mostrando entereza, llegó de nuevo a su país, el cual la vió partir hace años por la misma causa.
Ahora había regresado con una maleta vacía, no tenía familia, nadie que pudiera abrazarla y apoyarla en este duro momento.
Tan sólo contaba con la amistad de su amiga Meri.

Al encontrarse de nuevo con Meri, después de haber permanecido tanto tiempo sin saber una de la otra, Dania rompió a llorar en el hombro de su amiga. La cual, conociendo a su amiga podría imaginarse que el regreso de ella no era simplemente para hacerse cargo de su empresa. Alguien le había roto el corazón.
Nada más salir del aeropuerto, y dirigirse hacia el parking para buscar su auto, Meri no pudo continuar callada, Dania le debía una explicación.

— ¿Hasta cuándo piensas permanecer en silencio? Creo que como amiga tuya debes de contarme que te pasa. Y no digas nada, porque viéndote el careto que tienes, no hace falta ser adivina para saber que alguien te ha roto el corazón.

—¿Te acuerdas de Jared?

— Buff, como para no acordarme. El hermano de tú adorable ex marido del cual te enamoraste y... No me digas, ¿qué ha sido él quien te ha roto el corazón? ¡Te avisé! Esa familia es tóxica, solo te traen la mala suerte y disgustos.

— Jared me ha sido infiel, de hecho, se va casar con la madre de su hijo y ha decidido apartarme de su lado. Dejarme ir como si nuestra historia no le hubiera tocado su órgano. Cómo si lo vivido juntos se hubiera disuelto como arena entre los dedos.

— Dania, no me gusta decirte esto. Pero ahora mismo llora todo lo que puedas. Pero solo hoy. Mañana, quiero que sonrías, dejando atrás esa mala experiencia con la mira puesta en tú futuro.

— Gracias por todo Meri, no sabes lo feliz que me hace saber que aún tengo alguien que se preocupe por mí y más en estos momentos.

— Para eso estamos las amigas, no solo para criticar, también para socorrer a mi mejor amiga. — Intentando gastar una broma para ver a su amiga sonreír. Meri condujo hasta su casa donde se quedaría Dania.

De nuevo en su país, en la ciudad que la vio crecer y dónde pasó buenos momentos junto a su familia. Y  en esos momentos solo podía ir hasta el cementerio para expresar su dolor recordando las palabras que le decía su padre cuando la veía triste.

«Hija, recuerda que lo que hoy siente tú corazón, mañana lo entenderá tú cabeza»*

Y así, recordando las palabras de sus progenitores, Dania se marchó hacia la empresa donde le esperaba Bertín para ponerla al corriente antes de reunirse con los empleados dándole la noticia que desde ese día, ella será la nueva presidenta, la que deberá de tomar las decisiones adecuadas para crear empleo y seguir los pasos de su padre.
Bertín nada más verla la abrazó emocionado de presenciar como la empresa le había sido devuelta.
Encantado, tomó asiento en un pequeño sofá sirviéndole una taza de café a Dania empezando lo que sería la primera conversación sobre cómo dirigir una empresa. Dania escucha con atención a Bertín, el cual le explica todo con papeles en la mesa.
Dania atiende con atención preguntándole sus dudas. No tenía mucha experiencia en el campo de las finanzas,aún así quería aprender rápido si quería ser una gran empresaria.

New York.

Como la rosa más hermosa se caen sus pétalos, así resbalan por sus mejillas las gotas cristalinas saladas de haber permitido dejarla ir. Tuvo que dividir su corazón dejando una parte para su hijo y la otra mitad la que se llevó Dania.
Durante un mes, ha tenido que hacer un esfuerzo para no ir a buscarla, mirarla a sus ojos claros expresando cuando la necesita y la ama y sobre todo, que lo perdone.
Tal vez, hubiera sido lo mejor que podría haber hecho. Salir corriendo detrás de ella.
Sin embargo, allí estaba plantado delante de un espejo terminándose de vestirse. Hoy se casaría con Minerva.
Todos sus familiares y amigos se encontraban en su casa felices por la boda.
Todos sonreían alegremente por el acontecimiento, menos él.
Fingir una sonrisa, mirar a la mujer que estaba delante de él con su mirada apaga pronunciando palabras que no le salían de dentro.

— Estás preciosa Minerva. — Besó su mejilla mostrándose todo un caballero.
Ella feliz por haber cumplido su mayor sueño, tomó asiento al lado de Jared esperando que el juez de comienzo a la ceremonia.
Un rato después, Jared y Minerva ya eran marido y mujer.
Entre aplausos, besos y abrazos los invitados le daban la enhorabuena a los recién casados.

— Jared espero que seas feliz junto a Minerva. — Tocando ligeramente el hombro de su hermano, Adán sabía perfectamente que aquella boda no debió de celebrarse y a pesar de haber intentado convencer a su hermano que no siguiera con la boda sino que fuera a buscar a Dania. Jared, terco, mirando por darle una buena educación a su hijo, prefiere sacrificarse encadenándose a la tristeza y el dolor de haber liberado a Dania de su amor.

(...)

— Escúchame Dania, tómate una manzanilla y después vamos al hospital para que te miren. Hija llevas unos días con angustias, vómitos y con un humor de perros.

— Estoy bien Meri. Será algún virus.

— Sí, el virus de Jared. No trates de engañarme Dania, sé de buena fuente que hoy se casaba con la cara perro de Minerva. Escúchame Dania.
Él no va volver, no lo esperes más, entiendo que lo ames profundamente, pero eso debe de terminar porque así te lo ha dicho tú dignidad.
Chica, que no es la cosa para tanto, además estoy segura que llegarás a enamorarte de nuevo.

— Difícil es olvidar, puedo asegurarte amiga que para amar a Jared no me hace falta tenerlo.

— Mira o recapacitas o te doy un bofetón. Tú decides. Porque si de algo estoy segura es que te estás aferrando a algo que deberías de haberlo soltado hace mucho tiempo. Trata no de olvidar tan rápidamente, pero síde pensar en tí misma y en lo que en verdad te mereces.

En ese momento, Dania tuvo que salir corriendo hacia el baño para vomitar. Al ver el estado en que se encuentra su amiga. Meri se le llevó al hospital para que la revisen a pesar de no querer ir Dania.

Una vez que fue atendida y le hicieron  varias pruebas, un médico habló con Dania explicándole que no tenía nada grave, su estado se debía porque estaba embarazada.
Impactada, Dania mira a su amiga la cual no deja de comerse con los ojos al guapo doctor.
Nada más salir a la calle, Dania seguía sin poder creerse que estuviera embarazada.

— Enhorabuena Dania, vas a ser mamá, qué feliz me siento, es como si fuera a serlo yo.

— Meri de verdad estoy que no me lo creo. ¿Embarazada de Jared?

— De verdad el muchacho está hecho un toro. ¿Quién le diría que iba ser padre por partida doble?

— Meri no estoy de humor para tus bromas. Escúchame, ¿qué hago? Dime, ¿qué debo hacer?

— Si te refieres a interrumpir tu embarazo, te digo que como lo hagas te doy una paliza.
Y sobre darle la noticia al semental de Jared, creo que deberías decírselo. Al fin de cuentas vas a darle otro hijo. Aunque a ver cómo lo hace. Si con Minerva se casó por el bebé, a tí seguro que te pone en un altar. O hacéis un triángulo amoroso, sería una pasada. Hasta morbo me da pensarlo.

— Meri, deja tus estupideces para otra ocasión.
Dejaré que pasen algunos días y lo llamaré, quiero hacer las cosas bien por mi hijo.

Esa noche Dania no pudo pegar ojo. Su mano estaba posada en su vientre, imaginándose cómo sería el momento cuando Jared se entere que va darle un hijo.


(...)

Después de la boda, debido al estado avanzado de Minerva, Jared prefiere dejar pasar la luna de miel. Lo que menos deseaba era viajar con Minerva.
A solas en la intimidad de su alcoba, Minerva se había puesto bella para seducirlo. Sin ganas de tocarla, Jared puso el pretexto de su embarazo.
Tocó el vientre de ella pensando en su bebé, llegando a imaginarse que ojalá fuera Dania quien estuviera en el lugar de Minerva. Resignado, suspira fuerte recordándose como terminó lastimando a Dania para compartir su vida con una mujer que no ama.

El dolor era cada vez mayor. El tener que despertarse en mitad de la noche con el frío abismo de su partida, recordando los bellos momentos pasados juntos para dejar caer mil lágrimas por su rostro desangrando su alma, llegando a buscarla en mitad de un sendero en un profundo silencio creciendo cada vez más las brechas de haberle mentido lo derrumbaba cada vez más.
Los días sin ella eran duros,  su corazón empieza a quebrarse en pedazos tan pequeños que solo Dania puede volver a reconstruirlo.
Las dudas y las sombras seguirán persiguiéndolo mientras lleve clavado el amor que siente por Dania.
Pensó que sería fácil decir adiós, llegando a desearle que encuentre alguien que sepa darle lo que se merece, dejando pequeñas espinas sigan clavadas en su alma, porque estaba seguro que jamás podrá volver a enamorarse de nuevo.

En ese momento su teléfono suena, de inmediato responde.

— Hola Jared. — Dos palabras susurradas por ella pronunciando su nombre hizo volver a nacer la felicidad.

— Dania, ¿Eres tú? — Por un instante su corazón volvió a latir desbocado.

— Sí, soy yo. Te...llamo para...felicitarte por tu boda.

— Gracias Dania, no esperaba que me llamaras para felicitarme. — Al otro lado, Dania intenta controlar sus nervios, volver a escuchar la voz de Jared ha sido transformarla dándole ese empuje para darle la noticia.

— Bueno pienso que es un gesto de educación, además quería hablar contigo... sobre...— Estaba tan entusiasmada que apenas podía pronunciar dos palabras seguidas.

— Dania, por favor, dejémoslo así. Lo que menos deseo es que sufras por alguien como yo, no me merezco ni una lágrima tuya, quiero que me odies para que así puedas confiar en un hombre que sepa darte lo que te mereces. Necesito que me borres de tú mente, y así podrás encontrar el camino que te lleve hasta tú felicidad.
Yo... seguiré viviendo en la sombra recordándote, amándote en silencio incluso celoso porque otro hombre te esté dando lo que yo te di y no supe mantenerlo.
Tú amor no es digno para mí Dania.

— Espera Jared... Quería que...

— Dania, escúchame. Jamás en toda mi vida  podré olvidar tú presencia. Me acogiste cuando ya perdí las ilusiones, cuando creí que jamás el amor tocaría de nuevo mi corazón, hiciste de mí un hombre íntegro y con ganas de volver a querer.
Por ello, deseo que continúes con tú vida, guardando como experiencia los momentos que vivimos juntos, y así algún día, por casualidad nuestros caminos vuelven a encontrarse, yo seguiré amándote, pero tú deberías haber encontrado un nuevo amor.
Sé feliz Dania, no cierres la puerta al cariño que te puedan ofrecer y sobre todo, lucha por tú felicidad.

— Jared, te quiero y...— Las lágrimas impiden que Dania pueda hablar con claridad, además de ser interrumpidos por Minerva, Dania decide dar por finalizada la llamada.

Con su cabeza gacha, mirando al suelo, Dania intenta procesar las palabras de Jared, sin entender porqué quiere su rechazo cuando el mismo la quiere.

— Dania, ¿Qué te ha dicho el semental de Jared?  ¿Va divorciarse de Minerva para casarse contigo?

— Ojalá pudiera tener a mi lado a Jared. Al parecer, debo ir mentalizándome que cada cual tenemos nuestro destino. Él ya ha elegido el suyo, y yo debo de afrontar el mío. Ahora más que nunca debo ser fuerte por mi bebé, él me dará la suficiente fortaleza para luchar dándole mi amor para que nada le falte.

— Resumiendo, que no le has dicho nada porque el idiota se ha negado a escucharte. Pues sabes lo que te digo Dania.
Qué haces muy ricamente en dejarlo con la cara perro de Minerva.

— Es muy duro saber que él está con otra sabiendo que a quien ama es a mí.

— No te derrumbes Dania.  Posiblemente la vida nos enseña que las apariencias engañan y van acompañadas por palabras, o que todo no es oro lo que reluce.
Pero sí de algo estoy segura, es que las cosas buenas, aquellas que salen del corazón demuestran la esencia de una persona la cual se percibe por sus acciones. Y por eso, estoy segura que todo te va ir muy bien, además no estás sola, me tienes a mi. La tía Meri te apoyará y te ayudará con tú bebé.

Agradecida por la amistad y el apoyo de Meri, Dania afirma con la cabeza sonriendo positiva. Aunque vaya a ser madre soltera, dará lo mejor de sí misma para comenzar una nueva etapa en su vida.

Por esa misma razón, cada mañana se levanta con una sonrisa, acude a la empresa para reunirse con los empleados o con algún comercial para poder dirigir adecuadamente la empresa,  siempre con la ayuda incondicional de Bertín.
Conforme iban pasando los días, la ilusión iba aumentando dentro de Dania y más cuando supo que traía gemelos. ¿Podía ser más feliz?
Había tomado una decisión, determinando que no solo dependía de las condiciones de vida que en ese momento ella tenía, estaba orgullosa por la actitud que había tomado de enfrentarse a los problemas. Y esa era su recompensa. Decidir ser feliz.

(...)

El tiempo siempre es el mismo. Pero las personas no.
Desde que se casó, Jared comenzó a conocer la tristeza de primera mano. Hasta que no nació su hija, no vio un rayo de luz de dicha en su vida.
Aquel bebé era su hija tras confirmarlo por las pruebas de ADN. Anabel, una pequeña que le había devuelto las ganas de reír, de ver la vida de otro color, de saber lo que siente al ser padre.
Con su hija en brazos, Jared posa feliz para los periodistas presentando todo orgulloso a su hija.
En ese momento, Jared sintió palpitar de nuevo su corazón, a pesar de sentirse un hombre miserable por no tener cerca a la única mujer que puede hacerlo feliz y no un desdichado como se siente junto a Minerva.

(...)

— Desde luego ver para creer. Míralo como luce a su hija y el muy bastardo no quiere saber nada de tus hijos. Dos patadas en los mismos testículos le daba yo a ese.

— Meri, tranquila. Entiendo que te cae muy bien Jared. Pero debo recordarte que él no sabe de la existencia de mis hijos. Fue mi decisión después de escuchar por sus propios labios que lo olvide para continuar con mi vida. Pues mira, seguí su consejo. No he sabido nada de él durante este tiempo, y estoy muy contenta.

— Y... ¿Qué piensas viendo estás imágenes en las revistas?

— Me alegro por él deseándole lo mejor.

— Desde luego porque tienes buen corazón, porque si yo hubiera sido tú, vamos que si lo hago que vuelva conmigo, y más diciéndole que vas a traer gemelos, por lo cual ganas tú. ¿Me explico? Ya sabes Minerva le da un hijo tú dos...

— A veces me pregunto de donde sacas esas bobadas. Anda vamos al hospital que hoy me toca cita.

Junto con Meri, Dania se fue al hospital para que la viera el ginecólogo.
Estaba muy contenta con la llegada de sus gemelos, ilusionada le compraba cosas y le había preparado su habitación para cuando nacieran. Si de algo estaba segura Dania era que la suerte no estaba de su lado, pero estaba agradecida por todo lo que tenía.

Después de salir del hospital, recibe la llamada de Bertín.

— Dania debo comunicarte que mañana tenemos una importante reunión, siento comunicarte que debes de asistir, es primordial tú participación.

— De acuerdo Bertín, allí estaré. Me encuentro bien, si hubiera algún contratiempo te lo diría de inmediato.

— Cuídate nos vemos mañana.

A la mañana siguiente, Dania se prepara para la reunión, había quedado en que se pasaría Bertín a buscarla.
Al llegar al lugar donde se daría la reunión, Dania sintió como su cuerpo se queda rígido y frío al ver desde la distancia a Adán.
Bertín, al ver como el rostro de Dania palidece, se preocupa.
Dispuesta a marcharse para que Adán no la vea, Bertín la para intentando llegar a una solución.
La presencia de Dania era muy importante en la reunión y ella no quería que Adán la viera embarazada, podría decírselo a su hermano y para nada ella quería entrometerse en la vida de Jared.

Sin quedarle de otra, Dania pasó la primera a la sala de juntas. Tomó asiento ocultando su barriga en la mesa, dejándose puesto el abrigo, al menos así disumulará su tripa.

Diez minutos después, todos los accionistas pasaban saludando a Dania, la cual seguía sentada tapándose cómo podía para no ser descubierta por Adán.
La reunión dió comienzo, Dania se encontraba cada vez más nerviosa, temiendo que Adán pudiera descubrirla, de vez en cuando lo miraba haciendo lo posible por no ser descubierta.
Después de un par de horas, la reunión por fin terminó.
Por cortesía Adán se acercó hasta Dania saludándola e intercambiando algunas opiniones.
Al verla más de cerca Adán notó un ligero cambio en ella.

— Señorita Prato me permite hacerle una pregunta.

— Si es sobre el trabajo sí, pero si es por lo personal puede ahorrarse lo, no deseo escuchar nada. — Tajantemente, Dania dio por finalizada la conversación con Adán.

Sin añadir nada más Adán se marchó, y al fin Dania pudo respirar más aliviada.
Esperó que todo el mundo se marchara para así poder salir ella la última.
Con lo que no contaba Dania era encontrarse de nuevo con Adán.









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