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Capítulo 30

La operación había sido todo un éxito. Los médicos hablan con Dania mientras terminan de hacerle las últimas pruebas, antes de darle el alta.
Al fin sus ojos pudieron volver a ver y su corazón saltar de alegría al poder contemplar a pocos metros de ella a Jared mirándola con devoción sin dejar de sonreír.

Acercándose lentamente a ella, Jared con ese brillo en sus luceros observa agarrando de sus manos a Dania tomando asiento junto a ella.

Ella nerviosa, pero algo inquieta desvía sus ojos hacia otro por miedo ha decirle lo que su corazón lleva por tanto tiempo callado.

— Dania, no sabes lo mucho que te he extrañado. Antes de qué digas nada, quiero disculparme contigo por la manera de cómo  te hablé. No tuve mucho tacto cuando intentaba ponerte a salvo. Si a mí me golpearon, tan solo podía pensar en que algo malo te hicieran a ti.

— Tus palabras me dolieron, no lo voy a negar. Entiendo que me querías poner a salvo, pienso que debiste hablar conmigo antes de ser tan poco considerado en ese término conmigo.

— Te pido perdón Dania disculpándome por si mis palabras te lastimaron. Y ahora me gustaría saber qué puedo hacer para que vuelvas a confiar en mí.

— Jared, ya estás haciendo mucho por  mí. También quiero ser sincera contigo. Te quiero, pero en estos momentos necesito estar sola, lo que me hizo tú hermano me resulta muy difícil de olvidar y poder entregarme de nuevo. Solo te pido que me des tiempo para recuperarme.

— Comprendo el dolor que debes de sentir por culpa de mi hermano. Aún así no estoy dispuesto ha dejarte. Si quieres estar sola para poder curar tus heridas hazlo, pero a mi lado. — Sus luceros añiles se quedaron clavados en ella queriendo poder rescatarla de su miedo.
Acarició muy despacio sus mejillas dibujando con su pulgar la línea de sus labios.

— Jared...— Su voz era un hilo, perdida entre sus emociones y sus fantasmas.
Lo que más deseaba es poder quemarse en el fuego de él. Sin embargo, tuvo que contenerse al ser golpeada por el pánico.

— No temas nada Dania. Seré paciente hasta que estés lista. Mientras tanto déjame ser tú amigo y protegerte.

De sus labios no salió ninguna palabra. Su mirada era calmada y aunque la sombra del miedo recorría ligeramente su organismo, Dania apoya su cabeza en el hombro de Jared suspirando mirando al vacío, hasta que la voz de una enfermera le avisa que ya puede irse a casa.

Al llegar de nuevo a su casa, Jared se despide de Dania quedando en verse en otro momento.
Ella, solo puede sonreír pues aún siente que no podrá superar lo que le sucedió.

— Dania, no te sientas triste amiga. Comprendo que debe ser muy duro vivir una situación similar, sigo pensando que Jared no tiene culpa de nada y puedes llegar a quererlo.

— Amo a Jared, pero cada vez que estoy cerca de él,  vuelvo recordar  lo que hizo su hermano aquella noche haciendo que me paralice sintiendo miedo.

— Date tú tiempo Dania y confía en Jared. Él es buen hombre y te quiere. Si no, mira échale un vistazo a su nuevo libro, yo lo he leído y pienso que tú tienes mucho que ver.

Dania comenzó a leer la última novela escrita por Jared.
"TRISTE REALIDAD"

No hacía falta ser adivina para entender como aquellas palabras enlazadas escritas con mucho sentimiento expresando tan abiertamente puede llegar a sentirse un hombre enamorado y a la vez culpable por su acciones.
Con una sonrisa boba en sus labios, Dania cerró el libro pensando en Jared.
Por un lado quería huir lejos para vivir en paz.
Sin embargo, una parte de ella le grita que se quede al lado del hombre que ama.

Días después, Irma llama a Dania para volverla a contratar.

— Siento mucho el haber tenido que despedirte Dania. Pero...siento vergüenza de tener que afirmarte que estaba siendo presionada por el señor Zubillaga.

— Te comprendo Irma. Aún así me alegro mucho de volver a trabajar de nuevo.

— Primero debes de recuperarte y cuando lo hagas aquí tienes tú puesto de trabajo. — Agradecida, Dania termina de hablar con Irma marchándose hacia la calle.

Mientras camina entre la multitud de los transeúntes, Dania decide ir hasta una cafetería.

Sentada sola en una pequeña mesa, Dania se encuentra distraída mirando por la ventana cuando alguien toca su hombro.
Sobresaltada mira al hombre que tiene delante de ella.

— Disculpe mi atrevimiento, me llamo Josué, soy el chófer del señor Zubillaga, él mismo me ha pedido que la busque, necesita hablar con usted.

— ¿Acaso me estaba siguiendo? — Atónita pregunta recuperándose del susto.

— A decir verdad, sí. Por favor, le ruego que venga conmigo. — Dania se lo piensa haciendo un mohin. Al final, curiosa por saber para qué la busca Rogelio se marchó junto el chófer.

Al llegar a un pequeño piso, Dania se queda inmóvil mirando aquel hombre serio agarrando su bastón.

— Pasa por favor Dania. Quiero hablar contigo.

— ¿Porqué tiene ese bastón? — Pregunta percatándose que todo estaba muy oscuro.

— Antes de nada quiero que me perdones por todo lo que te he hecho. Ahora que mis ojos no tienen luz puedo llegar a ver con más claridad la situación por la que estoy destinado a vivir.

— Rogelio, no entiendo a qué se refiere.

— Yo fui tu donante de córnea Dania. Quería que tus ojos vieran como pasas tus días junto a mi hijo. Jared te ama y aunque Adán no actuó correctamente contigo, te pido que si en verdad amas a mi hijo, haz me la promesa de hacerlo feliz.  Jared es muy parecido a mí, cuando amamos con el corazón lo entregamos todo.
Lo mismo que me ocurrió hace años con tú madre.
Me enamoré de ella, sin embrago mi cobardía y por hacer caso a mi padre tuve que pedirle matrimonio a Génesis amando a tú madre.
Y aún así, después de estar casado la buscaba. Por supuesto ella me rechazó y se casó con tú padre.
Entonces cuando supe quién eras, cargué toda mi ira en tí, por nada del mundo quería que a mis hijos les ocurra lo mismo que me sucedió a mí.
Pero cuando escuché a Jared expresar sus sentimientos hacia ti, entendí que cuando dos personas se aman, deben ser felices.

— ¿Rogelio acaso se está muriendo para perdirme mi perdón?

— No, solo quiero al menos poder coser las heridas de las personas que por mis malas acciones han sufrido. Por supuesto, me he dado cuenta tarde.
Mis hijos ya no sienten afecto por mí y mi mujer me ha dejado solo.
Pienso que esta es mi condena.

En ese momento Dania reflexiona sobre lo que acaba de descubrir. Aquel hombre que tiempo atrás la miraba con desprecio, ahora no ve por devolverle a ella la luz a sus ojos.
Con cariño, rozó la mano de Rogelio haciéndole prometer que hará lo posible para que su familia lo perdone.

— Dania, eres tan buena. — Aquellos ojos sin luz derraman gotas por sus mejillas como un niño arrepentido. Sintiendo lástima por él, Dania le prepara la comida  quedándose a comer con él.

Durante la comida, Rogelio le habla sobre el amor que le tuvo a su madre, y eso le agradaba a ella, el saber que a pesar de que Rogelio amó a su madre, hasta que aquel amor se rompió y su madre volvió a enamorarse de su padre casándose con él.

Dejándose llevar por esa historia y el gesto de Rogelio, apenado y afligido Dania llama de inmediato a Génesis quedando en verse esa misma noche con la excusa de agradecerle el haberla ido a visitar al hospital.

A las ocho en punto, Génesis y Dania se reúnen en el restaurante.
Antes de comenzar a cenar, Dania le agradece el haberla ido a visitar al hospital.
Modesta, quitándole importancia, Génesis sonríe preguntándole cómo se encuentra.

— Estoy bien, quería preguntar por Rogelio. ¿Qué pasó después de vuestro divorcio? — Génesis se queda pensativa durante unos segundos.
A continuación, sonríe tristemente pensando en el que fue su marido.

— Voy a visitarlo de vez en cuando. Él volverá en unos días a nuestro país. Yo he pensado en seguir con mi vida. 

— Génesis, estoy segura que todo te irá bien.

— Es difícil comenzar desde cero cuando he estado por tantos años casada con Rogelio. Es...como si tuviera que comenzar de nuevo a planificar mi vida.

— Es una triste realidad el tener que separarse después de haber estado casada por tantos años . Pero aún estás a tiempo para disfrutar de tu libertad.

— Debí haberme divorciado de mi marido hace años, cuando aún mis hijos eran pequeños. Pero siempre he pensado en que debían vivir con su padre a cambio de mi sufrimiento.

— Si tuvieras que volver con Rogelio, ¿Lo harías? — Esa misma pregunta se la había hecho ella misma durante muchos días.
Ahora que Rogelio está ciego, Génesis sentía que debía volver con él. Sin embargo, echaba la vista hacia atrás, todo lo que ha vivido en su matrimonio, y aunque fuera triste, ella estaba decidida a continuar con su vida sin dejar de visitar y preocuparse por Rogelio, aquel hombre que  fue su marido y padre de sus hijos.

La cena terminó, Dania no quiso mencionar nada sobre la visita de Rogelio. Al parecer Génesis había tomado una decisión y ella no era quien para juzgarla.
Acto seguido, se fueron dando un paseo hasta la casa de Dania, donde se encontraba parado metido en el auto desde hace horas Jared.
Sorprendido por ver a Dania y su madre caminar tan alegremente, decidió salir del auto e ir hasta ellas.

— Qué sorpresa veros charlando tan alegres. — Cariñoso abrazó a su madre dándole un pequeño beso en la mejilla a Dania.

— ¿Qué haces aquí Jared? — Extrañada pregunta Dania.

— Había venido a buscarte para ir a pasar la tarde juntos.

— Jared no seas pesado, ya hemos hablado sobre ese asunto.

— Pero, ¿no me dijiste que no podíamos ser amigos? Vengo a invitarte como amigo. Por lo que veo será mañana. — Después de despedirse de Dania y llevarse consigo a su madre. Dania pasó a su casa caminando directa hasta su habitación donde se dejó caer de espaldas en el colchón de su cama.

De nuevo volvió a recordar las palabras de Rogelio hablándole sobre el amor que sentió hacia su madre llegando analizar todo lo le había estado pasando.
Por un lado, se arrepiente de no haber sabido afrontar mejor las cosas viendo como la habían lastimado tanto, en esos momentos ella tenía mil miedos difíciles de afrontar dentro de su interior llegando a cuestionarse si era insuficiente para Jared.
La habían hecho mucho daño llegando a sentirse como si fuera una pequeña hormiga.
Algo que jamás podrá borrar de su cuerpo ni con el transcurso del tiempo, llegar a olvidar. Ahora, ese miedo debe pasar ha otro nivel, donde ella misma va decidir en su vida.
Quiere a Jared, lo ama como jamás hubiera creído sentir el amor de esa forma, y por nada del mundo se alejaría de él, aunque ese pensamiento de querer huir haya permanecido en su mente durante días.
Sería una triste realidad huir de lo que quieres sin tener culpa de nada.
Aferrarse al pánico y el temor que llegue a dominarte dejando escapar la oportunidad de ser feliz.

A media noche, Dania se presenta en la casa de Jared.
Nada más verlo con un chándal y una camiseta ajustada marcándole sus músculos, de nuevo los hilos de inquietud danzaban en su estómago. Sus ojos no podían apartarse del bello rostro de él, por lo que decidida le robó un beso.
Un beso que él recibió gustoso, rodeándola con sus brazos por su estrecha cintura para atraerla más hacia él. Quería quemarse en su fuego, arder de la misma pasión que ella le provoca. Tuvo que parar, agarrar aire mientras acaricia delicadamente sus mejillas.

— Perdón por venir sin avisar.

— No te disculpes por nada. Puedes venir siempre que quieras a mí casa, yo siempre te estaré esperando porque tú eres sin lugar a dudas el amor de mi vida. Aunque a veces pienso que nuestro problema es que nos hayamos encontrado demasiado tarde.

— Nunca es tarde si queremos permanecer juntos. Y eso es justamente lo que más deseo. Poder cerrar mis ojos e intentar no pensar en mí pasado, quedándose mis recuerdos solo en fotografía en blanco y negro porque al final es a mi corazón a  quien debo de escuchar. Estos latidos no solo me dan la vida, sino la esperanza de seguir amándote.

— Dania mi amor.
Solo te pido que tengas paciencia y por nada del mundo te rindas, eres joven y fuerte y debes resistir a ese pequeño escozor al que llamamos dolor. Estoy seguro que pronto mirarás hacia atrás y podrás decir más aliviada: "Ya pasó, casi ni siento dolor."
Porque sé perfectamente que tú podrás conseguirlo, eres una mujer fuerte, aunque pienses que no serás capaz, yo sé que si podrás lograrlo y volver a ser la mujer esa mujer que tanto deseas ser y de la cual estoy enamorado.

Las palabras alentadoras de Jared hizo que Dania llorase de emoción al mismo tiempo que lo abraza más fuerte apoyando su cabeza en su pecho escuchando la melodía de su corazón.
Un corazón noble, llevado por un hombre que la ama y está dispuesto a ser no solo su amigo, si no su compañero de por vida, queriéndola como se merece haciendo lo posible por curar sus heridas para que puedan sanar y ella vuelva a sonreír de nuevo.
Convertir sus angustias en su lucha por salir adelante.
Una herida tarda en sanar, pero el tiempo hará de que Dania cierre esa herida y pueda entregarse al hombre que ama.
Él cual la espera impaciente tratándola con amor y galantería.

*Si bien dice el dicho, que el amor es ciego, no es totalmente cierto. Ciega es  la persona que no valora el amor que le dan.*







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