Capítulo 29
Dispuesto a que Jared le perdone. Adán se monta en un taxi dándole la dirección de la casa de su hermano.
Media hora después, Adán pasa a la casa de su hermano muy arrepentido.
Al verlo con su rostro golpeado y su brazo escayolado, Adán siente un fuerte dolor en su pecho.
Camina despacio hacia donde se encuentra su hermano sentado, clavando sus rodillas en el suelo comienza a disculparse.
— Jared por favor perdóname por todo el daño que te he podido causar. Intenté con mis malas acciones que tú y Dania no estuvieran juntos. No podía soportar la idea de que ella te ame a tí y a mí nunca me quiso. Perdóname por ser un mezquino y querer toda la herencia de nuestros padres para mí solo. — Escondiendo su cabeza entre el sofá y su brazo, Adán, arrepentido pide que su hermano lo perdone.
— Adán por favor, levanta. Somos hombres y adultos. Vamos hablar como es debido.
— Jared, fui un estúpido en creer todo este tiempo a papá. Y si lo hice fue porque mi egoísmo me cegaba, la ambición por querer más hizo que me volviera en otra persona.
— Adán, eres mi hermano. Y por ello te perdono. Pero a quien debes de pedirle perdón es ha Esther y Dania. Sobre todo a Dania porque no fue justo lo que le hiciste. A una mujer no se le debe tratar así, no sé qué te pasó por la cabeza para ocasionarle ese dolor tan humillante. ¿Sabes lo que le has provocado con tu manera de actuar?
— Puedo hacerme una idea de todo el dolor que le podido llegar a causar. Y no ha habido día que no me arrepienta por ello. Por cierto, ¿Dónde está? Quiero poder hablar con ella para disculparme.
— Ella se ha marchado lejos. Es lo único que he conseguido con mi egoísmo — Adán posa sus ojos en su hermano, escuchando como se arrepiente de no haber sido del todo sincero con ella. Lo único que pretendía en ese momento era ponerla a salvo para que nada malo le pudiera ocurrir hasta que él estuviera mejor y así poder hablar con su padre dejándole claro que él la ama y no es niño para no saber lo que le conviene.
— Jared, en verdad me gustaría que todo entre vosotros se solucione y puedas ser feliz con ella. Búscala, y dile cuanto la amas, estoy seguro que ella entenderá y te perdonará.
— Eso es lo que más deseo. La he llamado y su teléfono siempre está apagado. Vanessa me ha comentado que lleva días sin aparecer por casa.
Nadie sabe nada de ella, es como si se la hubiera tragado la tierra, incluso estoy pensando que algo malo le haya podido pasar.
— ¿Porqué ha tenido que irse? ¿Piensas que papá tiene algo que ver?
— Si te soy sincero, si creo que nuestro padre tenga algo que ver con este asunto. Lo que pasa que en este momento no puedo enfrentarme a él y buscar a Dania. Debo de guardar reposo.
— ¿Quién te hizo esto? ¿Porqué te golpearon?
— Fueron unos familiares de Fernanda. Al parecer me la tenían jurada. Según ellos yo fui el causante de que Fernanda tuviera que huir lejos y morir sola como si no tuviera familia.
Al parecer, a pesar de haber pasado bastante tiempo, no han podido olvidarlo y esa noticia ha sido la excusa perfecta para cumplir con su promesa.
— Jared, cuanto lo siento.
— Adán, quiero pedirte que intentes buscar a Dania, quiero saber que se encuentra bien. Pasará algún tiempo hasta que pueda reunirme con ella.
— Haré lo que me has pedido. —Adán y Jared se abrazan llorando como niños.
Han pasado demasiadas cosas entre ellos, comprendiendo que debido a sus acciones han sufrido personas inocentes.
En ese momento, Génesis pasa al salón cargando una bandeja de café. Esa misma mañana había ido al aeropuerto en busca de Esther, la cual estaba preocupada por Jared y quería poder verlo.
Con lo que no contaba era encontrarse con Adán.
Las dos mujeres contemplan como los dos hermanos se han perdonado y se han prometido volver a ser los mismos hermanos de años atrás. Donde había confianza entre ellos, donde siempre estaban dispuestos ayudarse, a defenderse de cualquier peligro, y sobre todo, a quererse como lo que son, hermanos.
Génesis, emocionada y feliz por el reencuentro de sus hijos, se une al abrazo dejando la bandeja encima de la mesa.
En su interior, Génesis agradece a Dios por haber hecho posible que de nuevo sus hijos vuelvan a quererse dejando atrás sus rencillas.
En el momento que Adán ve a Esther, sonríe feliz y más admirando el abultado vientre de ella.
Contento, pero sintiéndose culpable por el daño que le causó, pone su mano en el vientre de ella.
— Es una niña. — Dice ella mirando con cariño al hombre que quiere y a pesar de todo lo vivido no ha conseguido poder olvidarlo.
— Será una niña tan bonita como tú, de eso no me cabe la menor duda.
Esther, ¿Cómo estás?— Pregunta Adán preocupado por ella.
—Estoy bien. Algo cansada y molesta por el embarazo pero bien.
— Quiero pedirte dos cosas.
La primera: Necesito que me dejes estar al lado de mi hija. Entiendo que cada lágrima que has derramado por mí no me la merezco. Te he causado mucho dolor por mi manera de ser. Prometo cambiar, ser el mejor padre posible, lucharé para que nada le falte a mi hija ni a ti.
Y la segunda: Solo quiero que algún día llegues a perdonarme y darme de nuevo una segunda oportunidad para ser mejor persona a tú lado. Porque eso es lo que quiero, ser feliz junto a mis dos princesas y poder construir un castillo lleno de amor y confianza donde vivamos solo tú y yo y nuestra princesa.
Te amo Esther. Eres la mujer perfecta para mi y yo no supe verlo y mucho menos valorar lo que hacías por mí.
Perdóname. Perdón por todo lo que te hecho, quiero disculparme por cada gota que hecho brotar de tus ojos innecesariamente.
Lo siento mucho.
— Adán, ha pesar de todo lo que ha sucedido, por dejarte guiar por tu padre, llegando a hacerle lo peor que se le puede hacer a una mujer a Dania. Es ha ella a quien debes pedirle perdón. Yo ya te perdoné cuando Dios me bendijo con esta bebé que llevo en mi vientre.
Agradezco de que Dania haya retirado la denuncia para que así puedas ver nacer a tú hija. Es a ella a quien debes pedirle perdón, que sea Dania quién te perdone.
Yo te amo y por ello estoy dispuesta a dejarte entrar de nuevo en mi vida para que así puedas ver crecer a nuestra hija.
—Gracias Esther. No sabes lo feliz que me haces y por supuesto iré a buscar a Dania para expresarle cuando lamento lo que le hice.
Aquel día, todas las nubes grises formadas a lo largo de los años iban desapareciendo conforme iban hablando sacando conclusiones sobre quién ha tenido la culpa de todo.
Si en algo estaban todos de acuerdo era que el causante de todo era Rogelio.
Génesis permanece callada escuchando como sus hijos hablan referente a su padre, Esther la mira extendiendo su mano intentando que no se muestre frágil, sino todo lo contrario, una mujer fuerte y decidida acabar con un matrimonio que tan desdichada la hecho.
Con el apoyo de sus hijos, Génesis comenzó con el trámite del divorcio.
Había muchas mentiras, lágrimas, tristeza e infidelidades por parte de Rogelio. Un hombre que nunca supo valorarla, sino que la había utilizado como mujer florero.
Aún debiendo soportar todo aquello mirando por sus hijos. Por nada del mundo, Génesis quería que sus hijos crecieran con unos padres separados.
Al parecer, su esfuerzo se interrumpía con sus constantes desvelos, preocupaciones y lágrimas amargas provocadas por un hombre que no supo valorar su amor hacia él.
Tarde, pero había decido que era el momento de quitarse esa espina y alejarse de la vida de Rogelio Zubillaga para construir la suya propia buscando poder hacer realidad sus sueños.
Mientras tanto, Adán comenzó a buscar a Dania siguiendo las instrucciones de su hermano fue primero a su casa.
Al verlo parado en la puerta de su casa, Vanessa no tardó en ponerse a la defensiva preguntándole qué hacía allí después de lo había hecho a Dania.
Arrepentido, brotando dentro de su pecho una tristeza de culpa, Adán comenzó a narrarle a Vanessa lo arrepentido que estaba y cuál era el motivo por el que quería ver a Dania pidiéndole, al ser posible, su perdón.
Al ver como Adán termina de hablar derrumbándose, Vanessa se percata en la sinceridad de sus palabras y por ello le dice dónde se encuentra Dania.
De inmediato, Vanessa y Adán se ponen en marcha hacia el hospital.
Nada más llegar al hospital, Adán camina sin pronunciar palabra siguiendo a Vanessa, la cual lo lleva hasta la habitación donde se encuentra Dania hospitalizada tras haber pasado varios días en cuidados intensivos.
Al cruzar la puerta de la habitación, Adán toma asiento junto a ella agarrándola de su mano llevándosela hasta su frente. Sin poder evitarlo, Adán llora expresando su culpa por todo lo que le hizo.
— Perdóname Dania. Sé que jamás se podrá borrar lo que te hice. Por ello quiero cumplir mi condena. Es la manera que tengo de poder pagar por mis acciones. Pronto nacerá mi hija y soy consciente que no podré verla nacer, pero debo pagar por todo lo que te hice.
— Adán...— Dijo ella débilmente dejando que varias gotas recorran sus mejillas.
— Dania, ¿Cómo estás? Quiero saber en qué puedo ayudarte.
— ¿En verdad estás arrepentido?
— Mucho Dania. Demasiado para ser responsable que no merezco tú perdón, si no pasar los días que me condenen en la cárcel.
— Te doy mi enhorabuena por tu paternidad. No estuvo bien lo que me hiciste y jamás podré perdonarte. Pero, quién soy yo para prohibir a una niña inocente no estar con sus padres. Yo lo he vivido en mis propias carnes y sé lo que se sufre. Por ello, no pondré ninguna denuncia y no tendrás que volver a la cárcel.
Pero debes prometerme que harás lo posible por hacer feliz a Esther y a la pequeña alejándolas del miserable de tú padre.
— Estoy más que decidido a enfrentarme a mi padre. Y también quiero que tú y mi hermano sean felices. Vuestro amor no debe desaparecer, debe agrandarse y nada ni nadie debe interponerse entre vosotros.
— Gracias por todo Adán. Jamás hubiera llegado a pensar que en lo más profundo de tú corazón existiera tanta armonía y caridad.
— Soy yo quien está agradecido contigo. Quiero y espero que mi hermano y tú sean felices como yo lo soy con Esther.
— No creo que pueda volver a estar con tu hermano cuando se entere que jamás volveré ha ver. De hecho ya he comenzado a ver borroso.
— ¿Cómo? No puede ser. No puede ser que tú no vuelvas a ver. Eso es imposible. — Alucinando con las palabras tan afligidas de Dania, Adán notó de inmediato un fuerte dolor en su corazón. Adolorido, volvió a preguntar qué podía él hacer para que vuelva a ser la persona que fue anteriormente.
— Al parecer nada. Esta es mi triste realidad, mi destino tal vez.
Por favor no le digas nada a Jared, dile que lo quiero con todo mi corazón, lo que menos deseo es ser una carga para él.
Adán aprieta con fuerza la mano de ella lamentado se por todo.
Furioso, se levanta y se marcha dirigiéndose hacia donde se encuentra su padre reunido con otros empresarios.
Al terminar la reunión, Adán comienza a gritarle furioso a su padre.
— Eres mi padre, y por ello debo respetarte. Pero no voy a permitir que destruyas a más personas por tú manera tan avariciosa, usurero y ruin como lo haces todo utilizando a las personas como si fueran juguetes de madera que no sienten ni padecen.
— No comprendo a qué viene ese comportamiento conmigo, después de darte todo lo que me has pedido.
— Me has dado riquezas, me has hecho ser mejor empresario, pero no mejor persona. Y eso no quiero serlo. Por eso me detesto a mi mismo por haberme dejado manipular por tí. Has conseguido que Dania no pueda volver a ver, mi hermano se aleje de ella y mamá acabará divorciándose de tí. ¿En verdad ha merecido la pena todo lo has hecho padre? Toda tú familia se va alejar de tí, y tú tienes la culpa de no haber sabido ser mejor persona, sino de vengarte sin motivo alguno de Dania, hacer sufrir a mi madre, hermano y de mí. Yo soy tan culpable como tú.
— ¿Me odias Adán?
— Simplemente no quiero acercarme a tí. Eres mi padre, pero solo eso. Yo ahora seré padre y haré lo posible por hacer felices a mi familia, aunque tenga que ser un obrero, no me importa con tal de vivir en paz y sin remordimientos.
— Yo siempre he luchado para que no les falte de nada. Siempre han sido mi prioridad, he querido a vuestra madre y no creo que merezca todo este desprecio.
— Lo siento padre, pero ha llegado el momento de que nos tenemos que despedir. Solo deseo que algún día ahora que se ha quedado solo, repare en todo el mal que ha hecho.
Adiós padre.
Aquellas fueron las últimas palabras con las cuales se despedía Adán de su padre.
Había comprendido que la felidad no se alcanza con hacer maldad, el dinero no te hace más rico, sino peor persona porque siempre estás aspirando a más llegando a lastimar a las personas que amas.
Si algo estaba seguro Adán, es de no querer seguir por el mismo camino que su padre.
Ya había sido mala persona con personas inocentes y aún estaba a tiempo para intentar reparar todo el daño hecho y ser mejor persona.
Su familia, comenzaba a alejarse de él.
Aquella mañana Rogelio se había reunido con su abogado para hacer hasta lo imposible para obligar a Génesis a permanecer a su lado.
Sin embargo, la conversación mantenida con su hijo le hizo de plantearse muchas cosas.
Una de ellas es ir hasta el hospital donde se encuentra Dania hospitalizada y hablar con los médicos.
El doctor que la trata le confiesa que Dania pronto perderá su visión quedando ciega por el resto de su vida.
Sin decir nada, Rogelio se dispone ha visitar a Dania cuando ve a Jared hablando con Dania.
Parado en la puerta, llega a escuchar como su hijo expresa sus sentimientos hacia ella diciéndole que aunque no lo pueda ver, él será la luz de sus ojos, su mano para guiarla y jamás se separará de ella debido a que la ama demasiado.
Dispuesto a marcharse, Jared logra darle alcance.
— ¿A qué has venido padre? ¿Es que no ha sido suficiente lo que le ha hecho a Dania? Me imagino que estará feliz.
— No lo estoy Jared. Solo pretendía alejarla de tí.
— ¿Porqué tanto odio hacia ella? ¿Qué le pasa con Dania para que la odie de esa manera?
— La odio por ser la hija de Mercedes Olte. La mujer que amé en mi juventud en secreto y la cual me dejó para casarse con mi amigo. Pablo Prato. Un hombre resentido es capaz de hacer cualquier cosa, hasta de desquitarse con alguien que no tiene culpa de nada.
— Eres lo peor padre. Ya no sé que pensar de usted. Simplemente puedo decirle que ahora que se ha quedado solo, aprenda a valorar a las personas. Qué con castigar a gente inocente no se consigue nada. Mírate. Eres un hombre con canas, serás pronto un anciano y nadie querrá cargar contigo. Podrás tener mucho dinero, pero de nada te ha servido para verte en mitad de la soledad asqueado de tú familia.
Solo le deseo padre que todo le vaya bien, que siga teniendo aventuras, cosechando muchos éxito y cuando se muera haremos lo mismo que hacían con los faraones. Echarle todas sus riquezas al ataúd.
Porque en vida no supo valorar la mayor de la riquezas. El amor hacia su familia.
Adiós padre.
Al igual que Adán, Jared se marcha despidiéndose para siempre de él.
En ese momento Rogelio entendió lo solo que se estaba quedando.
Miró a Dania, físicamente es igual que su madre.
Pero aquellos ojos claros pronto se quedarían sin luz.
Aprovechando que estaba dormida, Rogelio se acerca hasta su cama rogándole que lo perdone.
Minutos después, sale de la habitación para poder hablar con el doctor y comunicarle que él será el donante de córnea para la paciente Dania Prato.
Inmediatamente, fue ingresado y tras hacerle varias pruebas, Rogelio sería el donante de córneas de Dania.
Estaba más que dispuesto a quedarse él ciego para devolverle la luz de los ojos a la hija de la mujer que tanto amó.
Aquel gesto sería su condena, vivir entre sombras sin el cariño de su familia, puesto que él mismo había logrado que sus hijos se distancien de él.
Ya no podía poner remedio a sus acciones. Pero sí podía hacer que una persona joven, inocente volviera a ver.
Por ello, tras concluir las pruebas y ver que no había ningún problema, Dania sería intervenida.
Nada más recibir la noticia de que Dania podría ver, todas las personas que la quieren se dirigen hacia el hospital para saber cómo va transcurriendo la operación.
En el quirófano, se encuentra ella y Rogelio. Él la mira extendiendo su mano sintiéndose feliz por hacer algo bueno por ella.
Ella, sin saber quién es su donante le agradece el gesto.
Nadie dice nada, solo se escuchan las voces de los médicos y enfermeras.
Después de ponerle la anestesia, los médicos ya han empezando con la cirugía.
Horas después, los cirujanos salen donde se encuentran Jared, Adán, Vanessa y Génesis dándole la noticia del éxito de la operación.
Jared y Adán se abrazan felices, Esther, Génesis y Vanessa lloran emocionadas por saber que Dania volverá a ver.
Mientras todos quieren ir a ver cómo está Dania después de darle permiso los médicos.
Génesis se queda hablando con una enfermera, la cual le informa que su marido quiere verla.
Inquieta, asombrada, Génesis se dirige hasta la habitación donde se encuentra Rogelio hospitalizado con sus ojos vendados.
Génesis repara de inmediato en la posibilidad de que haya podido ser Rogelio el donante de Dania.
Por ello, cuando Rogelio despierta, es lo primero que le pregunta.
— ¿Cómo está Dania?
— Ella está bien, los médicos han dicho que logrará ver de nuevo. Ahora dime, ¿Has sido tú su donante?
— Sí, pero no quiero que nadie lo sepa Génesis. Es lo mínimo que puedo hacer por ella. Esta es mi condena, viviré en la oscuridad y no me importa. Prefiero estar ciego a tener que ver cómo las personas que amo han acabado aborreciéndome.
— Rogelio que le dirás a los muchachos por tú ceguera.
— Nunca se enterarán, porque jamás volveré a verlos. Prométeme que harás todo lo necesario para ayudarles a que nunca dejen de quererse como hermanos y sean unos padres y maridos ejemplares.
Amando y respetando a sus esposas.
— Rogelio...—Genesis no pudo soportarlo más y acabó sollozando admirando el gesto que había tenido Rogelio con Dania.
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