Capítulo ocho
Christian se ríe.
Si, has leído bien, se ríe.
Como si no se me estuviera cayendo la cara de la vergüenza por haber confesado semejante cosa, él se ríe de mis palabras. Y no hace de una manera tan tierna que me dan ganas de chillar por la frustración que me causa.
—Oh, Cyra —sonríe, mostrando todos y cada uno de sus blancos y bien alineados dientes—. Tienes demasiadas cosas en la cabeza, se nota de lejos que estás demasiado confusa con todo lo que te está pasando, es normal. Tú debes de tomártelo con calma y no pensar mucho en ello, no le des más vueltas.
Toma mi rostro y lo acuna con sus manos, mirándome enternecido.
Oh, vamos, lo que me faltaba.
—Eres el tío más adorable que he conocido en mi vida, pareces sacado de Wattpad.
Sus cejas hacen una graciosa expresión que me hace reír.
—¿De dónde?
—Olvídalo, eres demasiado inocente para entenderlo.
—Inocente —repite y después niega con la cabeza—. No puedo ser inocente teniendo a los hermanos que tengo, hazme caso, en nuestra casa hay de todo menos inocencia.
La curiosidad me pica un poquito.
Si, estaba toda liada con lo que había sucedido y quizá, seguramente, tendría que hacerle caso a Christian y descansar del tema. Pero él lo había mencionado y yo sólo quería saber el chisme.
—Háblame de vosotros.
—¿De nosotros? No hay mucho que saber, no es como si las demás personas supieran demasiado también.
—Somos amigos, ¿no?
—Los amigos no tienen ganas de besarse, Cyra —se mofa.
Eso, tú sigue con el tema, desgraciado.
—Es para reforzar la amistad, bobo —digo como si fuera una obviedad, pero en el fondo no lo era.
¿Reforzar la amistad? ¿Que mierda era eso?
Tal vez estaba un poco chapada a la antigua pero no veía la necesidad de andar besuqueándome con mis amigos. Vale, no es como si tuviera amigos, pero en el caso de que los tuviera, me sería difícil seguir entablando una amistad como si nada después de haber compartido saliva.
Ojo, quien quiera y pueda, que lo haga, que yo no voy a opinar ni mucho menos, solo hablo de mí para mí.
—No hay nada que saber —insiste, encogiéndose de hombros—. Somos gente normal, aunque tú no lo veas así.
—A ver, algo de subnormales si que tenéis.
Vuelve a reírse.
Dios, su risa es tan delicada que podría escucharla todo el dichoso día si tuviera la oportunidad de hacerlo.
Ríete para mi, Chris.
—No te lo voy a negar.
No cantes.
No cantes...
—Puedes cantar, no te resistas.
—Oh, venga, tampoco lo digas así, ahora ya no me apetece —miento, en realidad no quería quedar más avergonzada de lo que ya estaba. Y eso que yo era una tía bastante sin vergüenza—. Ahora hablando en serio, como amigos estaría bien conocerte.
—¿Solo a mi? —parece confuso cuando lo pregunta, como si fuera la primera vez que escucha eso.
Ay, no, no me digas que es lo que estoy pensando...
—Si, Chris, a ti... Tus hermanos han sido unos patanes conmigo, tú eres el único que vale la pena en ese trío.
—¿Yo? Pero Christopher es el coqueto y Christen, aunque no lo parezca, con sus aires de misterio le moja las bragas a muchas chicas. Yo no soy ninguna de las dos cosas.
—No tienes que ser nada de eso para gustarme, tú eres encantador.
—Encantador —repite; negando con la cabeza—. ¿Cuál de los dos te ha gustado, Cyra?
Frunzo el ceño ante su acusación. Insinuaba que solo me acercaba a él por sus hermanos, que idiota estaba siendo este niño.
Si, podía llegar a entender que se lo hubieran hecho antes, pero no por eso tenía que desconfiar de mi.
—No estoy interesada en ellos.
—¿Y que tengo yo para que estés interesada en mí?
—Eres el único chico que me ha hablado, me ha brindado su tiempo, has sido amable conmigo incluso cuando no tenías que serlo, te saltaste clases para quedarte conmigo cuando llegué tarde, hablamos de nuestro futuro, me escuchaste... La pregunta es otra: ¿Que no tienes tú para que yo esté interesada en ti? Abre los ojos.
—Solo soy amable.
—Acabas de romper mi corazón.
Si, la verdad es que si.
Mi chico dulce tenía ahora la mirada perdida. No estaba disfrutando de esta conversación y la única culpable allí era yo.
—Lo siento, Cyra, no soy como mis hermanos —admitió en un susurro—. Soy una persona aburrida y pronto te cansarás de compartir tu tiempo conmigo. Si, podemos ser amigos, pero te aconsejo que tengas más amistades.
—No creo que seas aburrido —admito—. Si te han dicho eso, es una enorme estupidez. No tienes que ser como ellos, menos mal que no eres como ellos, de lo contrario no estaríamos hablando aquí y ahora.
—Si fuera como ellos ya nos habríamos besado, ¿no?
Me muerdo los labios, queriendo decir que si, pero tampoco iba a cagarla de esa manera. Ya le había hablado mal de sus hermanos, cosa que no debería de haber hecho, pero lo hecho hecho está. Y ahora nos estábamos insinuando de esta manera.
Madre mía, qué imagen va a tener de mi: Primero me beso con su hermano, después casi beso al otro y por último hay tensión entre nosotros dos también por un dichoso beso.
—Te prometo que conocerás todo sobre los Vélez, empezando por mi, pero con calma —deja un beso en la punta de mi nariz—. Pasitos de tortuga, Cyra, pasitos de tortuga.
No estaba lista para ir a pasos de tortuga.
Quería ser la liebre en esta historia.
Ni siquiera tres tortugas me lo iban a impedir.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro