23 de Enero
Cinco años antes...
Marla
Por fin llegó el gran día. Hoy se cumple el mayor sueño de todos nosotros: la operación de Hazel. El Ranger Roger del señor Cooper nos lleva al hospital donde la niña está siendo atendida. Por muchos meses he visto a mi amiga sufrir por su hija, la cual se podría decir que también es la mía. Una nueva vida se abre hoy para esa pequeña pelirroja.
Ya vamos casi a medio camino y se me escapa un bostezo que no pasa desapercibido para el señor Cooper.
— ¿Tienes mucho sueño? —me pregunta él.
—La verdad sí, llevo días sin dormir bien —admito con voz somnolienta.
— ¿Mal de amores? —arruga su frente tratando de adivinar el porqué de mi falta de sueño.
Yo muevo la cabeza negativamente. No quiero tener esta conversación con un desconocido. No quiero admitir en voz alta que sufro por amor, por un amor no correspondido, y mucho menos por lo solitaria que siempre ha sido mi vida. Cooper desvía su mirada hacia la carretera y me deja en paz, no vuelve a dirigirme la palabra en todo el trayecto y yo se lo agradezco en silencio.
Quince minutos después aparcamos el coche en el parqueo del hospital y nos bajamos. Cooper, al ver que temblaba de frío se quitó su saco y me cubrió los hombros con ella, lo hizo en un gesto paternal, sin nada de romanticismo. Dejé que me cubriera y le sonreí como si todo estuviera bien. Camino con toda la rapidez que me permiten mis tacones, entro en el lobby del hospital y la recepcionista nos recibe con una amplia sonrisa.
—Buenos días, ¿dónde podemos encontrar a los familiares de Hazel Rice? —preguntó Cooper, colocando su mano en el mostrador de la recepción.
—Buenos días, están todos reunidos en el ala sur, sigan recto y luego doblen a la derecha —la recepcionista nos indicó señalando la dirección con sus manos.
—Muchas gracias —le respondimos ambos al unísono.
Caminamos hacia el lugar que nos indicó la chica morena y enseguida nos encontramos con Serena y algunos otros allí presentes. Abracé a mi amiga lo más fuerte que pude, demostrándole lo contenta que estaba por Hazel y por ella, después de todo por lo que había pasado, Serena se merecía un poco de felicidad.
—Cooper, que bueno que viniste —Serena lo abrazó. De un tiempo para acá se han hecho buenos amigos, demasiado diría yo.
—No podía perderme el momento más importante de esa pequeña —le responde él muy sonriente y yo aparto la mirada de ellos un poco asqueada, sin poder creer que ese señor mayor pretenda algo con mi amiga.
De repente mi cabeza dejó de imaginar cosas sin sentido cuando por una puerta salió un sexi doctor con unos papeles en las manos. Ese tío está cañón desde su bata blanca de médico hasta la punta de su pelo oscuro ondulado. Casi metro setenta, musculoso, se veía muy seguro de sí mismo he irradiaba cierto misterio, y yo soy buena descifrando misterios. No podía verle los ojos porque mantenía la cabeza agachada ojeando los papeles que llevaba en sus fuertes manos.
— ¿Marla, estás bien? —Serena se acercó por mi espalda.
—Eh, si, si, tranquila. Solo admiro los monumentos que tiene este hospital —dije pícara.
Y entonces eses hombre tan guapo levantó su cabeza y me miró. Sus ojos atravesaron el largo pasillo que nos separaba y se clavaron en mí como si hubiera escuchado mis pensamientos eróticos. El tipo se acercó a nosotros y se detuvo justo en frente de mí.
—Serena, familia —por fin habló el sexi doctor, su rostro mostraba una enorme sonrisa, eso significaban buenas noticias.
Me quedé de piedra, de mi boca no salió ni una palabra.
—Doctor, me alegro de verlo. ¿Cómo salió todo? —preguntó mi amiga preocupada.
— ¡Fenomenal! Hazel está muy bien, se está recuperando y pronto la tendrán corriendo por todos lados —sonrió, y creo que dejé las bragas en el suelo del hospital. Parecía una lerda mirándolo.
Mi amiga se echó emocionada a los brazos del médico, y no pude evitar poner mala cara, mi cabeza últimamente tenía pensamientos ilógicos.
— ¿Cuándo podemos verla? —me armé de valor y pregunté.
—Dentro de una hora, ahora está bajo los efectos de la anestesia. —Explicó el médico.
Cuando todos dejaron de prestarle atención al médico, Serena y él se apartaron para hablar, yo me quedé observándolos de lejos. No sé qué hablaban, pero antes de marcharse él se acercó a mi amiga y besó su cabeza. Pensaron que nadie lo había notado, pero no fue así. Después el médico se alejó sonriendo, era obvio que sentía algo por Serena, pero ya es costumbre, siempre que me gusta alguien, a esa persona le gusta mi amiga. Es la historia de mi vida.
Estaba enojada, sin motivo aparente, por eso cuando me giré y vi a Cooper parado detrás de mí, no pude evitar soltar todo mi veneno en contra de él.
—No entiendo qué haces tú aquí, no eres familia, ni nada —le dije a Cooper de forma grosera.
Él me miró sin entender nada, reconozco que me estaba pasando de la raya, pero tenía que descargar mi frustración con alguien y él me venía perfecto. Serena se acercó a nosotros para ver qué pasaba.
— ¡Respóndeme! —le grité —. Sé lo que buscas, no sé cómo no te da vergüenza.
—Marla… —Serena dijo mi nombre, pero sonó como una advertencia, buscando que me callara, pero no tenía la intención de hacerlo.
— ¡¿Qué?! ¿No te das cuenta que este tipo quiere algo contigo? —le dije a mi amiga.
Serena parpadeó asombrada. Cooper ni siquiera se movió de su lugar, se veía herido, triste.
—Yo… mejor me voy —dijo él finalmente. Me quité su saco, que aún lo llevaba en mis hombros y se lo lancé con rabia, dejándolo pasmado.
—No, tu no vas a ningún lado —Serena lo detuvo —. Marla, no estas siendo razonable ¿qué te pasa? Tú no eres así.
Puse mis ojos en blanco, no tenía humor para escuchar sermones maternales. Serena me agarro del brazo y me apartó de allí.
—Soy sincera y digo lo que pienso, punto —sentencié.
—No es así, Marla. Discúlpate con el señor Cooper. No hagas algo de lo que luego te puedas arrepentir.
Miré a Cooper por encima de Serena, se mantenía en el mismo lugar parado con su cabeza baja. De repente sentí pena por él. Estaba descargando mi frustración con alguien que no tenía la culpa de nada. ¿Qué me pasaba?
— ¿Qué insinúas? —arrugué mis ojos ante la insistencia de Serena porque me disculpara.
Ella se puso nerviosa.
—Nada, yo solo lo digo porque Cooper no tiene la culpa de tus problemas,
— ¿Por qué lo defiendes tanto? —pregunté con voz herida.
—No se trata de eso, confía en mí, por favor —me pidió.
Tragué saliva con dificultad. Los ojos de Serena estaban expectantes, en espera de mi respuesta. Me acerqué a ella y la abracé.
—Te quiero, Serena. Haría cualquier cosa por ti, eres mi hermana. Si me pides que me disculpe con el señor Cooper, lo haré.
—Y yo a ti —me abrazó fuertemente.
Dirigí mi mirada a Cooper, solté a mi amiga y caminé hacia él, dispuesta a ofrecer mis sinceras disculpas.
—Lo siento —dije, con mis ojos clavados en el suelo.
—No importa. ¿Sabes algo, Marla? Ningún insulto que me digas me importa, no si vienen de ti.
Me miró fijamente a los ojos y pude notar cierto cariño. Arrugué mis ojos sin entender sus palabras, pero no tenía pensado preguntarle nada. Estos dos me ocultaban algo, y estaba dispuesta a descubrirlo, ya dije que soy buena con los misterios.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro