CAPÍTULO 5
—Gracias cabo —susurre soltándome de su agarre.
Ofir lanzó un suspiro al aire que alcance a oír. Por mi parte me sentía terriblemente mal, el me volvía demasiado vulnerable y no me gustaba sentirme así. Guarde mi arma y con mis manos ahora libres me volví a aferrar a la roca.
—Aquí Tigre blanco a Jaguares; camino asegurado, sigan avanzando.
Comencé de nuevo a descender, esta vez más segura. Ofir seguía muy cerca de mí, el camino a veces se volvía angosto y peligroso, y muchas rocas caían tras nuestros pasos. Pero cuando alguien resbalaba su compañero estaba allí para darle la mano. Muchas veces tuve que buscar los brazos fuertes de Ofir para no caerme. El me los ofrecía sin ningún reparo, regalándome bellas sonrisas a cada momento, sonrisas que me derretían por completo.
Más pronto de lo que creí divise la gruta que nos serviría de escondite. Reu con una gran sonrisa me indicó que faltaba poco. Hice un último esfuerzo, pronto iba a anochecer. Necesitábamos descansar para seguir nuestro camino.
Poner un pie en la cueva me llenó de alivio. Las manos me dolían y las tenía un tanto lastimadas, aún así nada que no sanara. Eran heridas pequeñas que no me impedían continuar con mi objetivo.
La caverna era grande y espaciosa. Tenía más de cuatro metros de alta y unos diez de frente con más de veinte de fondo. Algunas rocas caían del techo en forma de pico hacia abajo. Y adentro también habían muchas rocas que Reu usaba como mesas. La cueva estaba seca y parcialmente oscura. Olía a tierra revuelta con hierro.
Allí Reu tenía muchos elementos tales como: cobijas, sábanas, almohadas, armas de fuego, elementos de cocina y lo fundamental para vivir. Rápidamente fueron llegando los demás.
Tenía un problema grave, Lucy cojeaba y sangraba de una pierna. Dos de los soldados la traían, se había hecho una cortada a la altura del muslo y se veía realmente mal. De seguro se había cortado con el risco.
—¡Pónganla aquí! —ordenó Reu señalando una improvisada cama.
Podía ver los gestos de dolor que hacía Lucy. Eso afectada directamente la operación.
—Cabo Dulay atiéndala y quiero un informe detallado de su estado. Sobretodo quiero saber si puede seguir con nosotros —añadí mirando a el cabo.
El cabo Dulay era un doctor muy ágil. El hombre saco sus implementos de medicina y se dispuso a curar a Lucy.
—Puedo seguir sargento —agregó Lucy.
Pero yo no me arriesgaría a perderla a ella y también a un posible fracaso de la operación.
Oí un gruñido al interior de la gruta, me gire abruptamente lista a hacerle frente a la cosa que ahora iba a atacarnos. Un pequeño Leopardo se asomó con cautela. Era apenas un cachorro, parecía más bien un oso de peluche.
—¿Qué así aquí ese cachorro? —cuestione mirando a Reu.
—Perdón sargento, el es mi compañero —contestó Reu mirando con ternura a el animal—. Las Sloper asesinaron a su familia, y lo encontré sólo así que decidí adoptarlo y traerlo para aquí.
—Es muy bonito —dije agachándome para acariciar al pequeño—. Pero no lo puedes tener aquí toda la vida. Algún día crecerá y será un gran felino, entonces estarás en serios problemas.
—Voy a enseñarle a cazar, para que sobreviva sólo en la selva —repuso Reu, al parecer ese animalito era su única compañía—. Por el momento se quedará conmigo, no podría sobrevivir sólo allí afuera —el pequeño felino empezó a lamer mis manos—. Parece que le caé bien, sargento.
—Siempre quise ver uno —agregue alzando al animalito—. Jamás pensé tener uno tan cerca, es espectacular ¿Cómo se llama?
—No tiene nombre —respondió Reu acercándose al cachorro—. Pero ya que le gustó tanto podría ponerle uno, al pequeño también le cayó muy bien sargento Osiris.
—Que tal sí le ponemos renacer —propuse mirando al sargento—. Así será siempre un recuerdo de este momento.
—Me parece bien sargento —concordó Reu empezando a sacar algunas cosas que tenía guardadas—. Ahora debemos descansar mañana será un día muy largo.
—Si, tome a Renacer, yo voy a comunicarme con la base —comenté pasándole el cachorro a Reu.
Los demás soldados se encontraban desempacando y hablando entre ellos. Menos Ofir quien no musitaba palabra alguna. Hacia sus tareas en completo silencio a pesar de que Ian no paraba de hablar.
De vez en cuando el y el cabo Stephen se dedicaban unas miradas mortíferas. No me gustaba que hubiera ese tipo de rencillas entre los dos.
—Aquí Tigre blanco a ojo de Águila, ya nos encontramos en la madriguera de Lince ibérico —informe encendiendo el micrófono.
Coloque la maleta en el suelo. Tenía una pequeña colchoneta en la cual dormiría, la saque mientras esperaba respuesta. El teniente Jeff me dijo que demoraría unos minutos en responder por lo difícil que era la señal.
—Aquí ojo de Águila, recibiendo información —inquirió el teniente Jeff—. Hable Tigre blanco.
—Llegamos a la madriguera sin mayores contratiempos. Tuvimos dos contactos con Ballenas asesinas, ninguno lamentable. Sin embargo la Jaguar número 2 se encuentra herida y presiento que no podrá seguir adelante —avisé a el comando.
Temía que la herida de Lucy fuera grave. Ella y Levy eran las únicas que iban a ir conmigo al campamento de los Shiyloper. Si Lucy no podía ir tendría que reemplazarla por alguien más, era un riesgo inminente de que fracasáramos.
Sólo habían otras dos mujeres, la cabo Andaluz y la soldado Daré, alguna de ellas tendría que acompañarme.
—La escuché Tigre blanco. En caso tal reemplace al Jaguar 2 por el Jaguar 7. Espero informe al salir el alba, cambio y fuera.
El teniente Jeff fue claro; si Lucy no podía ir, entonces la cabo Andaluz tomaría su lugar.
—Mi sargento que pena interrumpirla pero quería informarle que ya cure la herida de la cabo Lucy —espetó el cabo Dulay llegando a mi lado.
—Hable cabo, ¿cómo esta? y quiero la verdad —repuse mirando con seriedad al moreno.
—Lo siento sargento pero la herida fue bastante grande. Tiene varios tejidos dañados y no podrá caminar con facilidad, en menos de tres días —contestó el hombre mirando para donde estaba la cabo—. Y lamentó decirle esto pero…, parece que no fue un accidente.
—¿Qué quiere decir cabo Dulay? —replique cruzándome de brazos.
—Que esa cortada esta muy limpia para habérsela hecho con la roca —el cabo Dulay miro a la cabo Lucy—. Ella pidió venir de última, así que nadie vio como fue el accidente. Sin embargo por lo que vi y la experiencia que tengo, le debo informar que estoy seguro que esa cortada fue hecha con una navaja. Por lo tanto la cabo Lucy se cortó ella misma o alguien más lo hizo.
—Esta seguro de lo que afirma cabo Dulay —replique—. Esa es una acusación muy seria.
No podía creer que la cabo Lucy fuera capaz de algo tan bajo. Ella era una de las mejores soldados de todo el campamento, no podía imaginarme las razones que la llevarán a algo así, pero iba a averiguarlo.
—Lo se sargento y por eso se lo digo. Antes de venir aquí el General Da silva, me advirtió que podían haber complots contra usted. Por eso me ordenó que fuera leal y es justamente lo que estoy haciendo —dijo el hombre y me pareció sincero—. La cabo Lucy y la cabo Levy se traen algo entre manos.
—Lo se cabo y voy a averiguarlo —le dije al muchacho.
La verdad nunca había confiado en ellas.
—Le agradezco mucho su lealtad y que esto quede entre los dos.
El cabo asintió y se fue a un rincón de la cueva a alistar su cama. Me preocupaba lo que había dicho, el hecho de que Lucy se hubiera auto lastimado. Tenía que averiguar muy bien que era lo que sucedía o si alguien más lo había hecho.
—Hace un calor insoportable —comentó el cabo Stephen en voz alta—. Lo mejor será estar más ligeros.
El cabo empezó a quitarse el uniforme en frente de todos y empezó a aventar las prendas en el piso.
—¡Excelente! —grito eufórica Levy—. Tendremos estriptis gratis.
Ese hombre me iba a sacar canas verdes.
—¡Cabo! —grité y mi voz retumbo en toda la cueva—. Más le vale que se vista sino va a tener problemas muy serios.
El cabo Stephen me miró divertido.
—Mi sargento tan solo estoy abochornado —musito caminando hacia mi—. Además esto es para que usted se distraiga.
El cabo ya se había quitado las prendas de la parte superior y tan solo le faltaba el pantalón. Cosa que no iba a permitir que se quitará. Ofir se acercó a mi quedando justo a mi lado.
—Yo no necesito entretenciones cabo Sthepen —bufe cruzándome de brazos, lo mire con altivez—. Tiene un minuto para vestirse; si no lo hace lo pondré bajo custodia.
El cabo Stephen arqueo una ceja, creía que no era capaz de cumplir mi amenaza.
—Cabo Ofir y cabo Ian; arresten a el cabo Sthepen —ordene con voz clara.
—Con gusto sargento —concedió Ofir.
El cabo Stephen abrió los ojos mientras los demás se pusieron alertas. Iba a hacer valer mi posición.
—Tranquila mi sargento, ya mismo me visto —concedió el cabo Stephen a la vez que tomaba la ropa del suelo.
—Que esto no vuelva a pasar cabo Stephen o lo dejaré en esta cueva. ¡Si no es capaz de respetarme se quedará aquí y no seguirá con la misión! —le amenace.
Tras mis palabras Ofir sonrió ampliamente. Levi a su vez rodo los ojos fastidiada.
—No se preocupe sargento —dijo el cabo Stephen—. Esto no volverá a suceder.
—Por su bien espero que así sea.
Los soldados volvieron a sus labores. Aun así uno que otro cuchicheaba cosas que no lograba oír. La molestia del cabo Sthepen también era evidente.
Camine con seguridad hasta donde Lucy descansaba. Todo esto del accidente tenía un trasfondo e iba a descubrirlo.
—Cabo Lucy, su herida es muy grave —inquirí colocándome de pie cerca de la mujer—.Y al parecer no podrá acompañarme más. Por lo tanto decidí que usted va a permanecer en este lugar hasta nuestro regreso.
—Sargento estoy perfectamente bien y puedo seguir —añadió la mujer—. No me voy a quedar en este lugar haciendo nada.
—Es una orden cabo, y usted esta aquí para obedecer —exclamé en voz baja, se me hacia muy rara su actitud—. A menos de que tenga algo que decirme.
—Sargento yo...
—Cabo Lucy, le estoy dando la oportunidad de que sea sincera —murmure mirándola fijamente—, y le aseguró que no va a tener otra.
—Fue Levy, ella esta muy nerviosa y quiere estar al mando de la operación. Por eso me saco del camino —contestó.
Ellas eran gemelas, no creía a Levy capaz de hacer algo así.
—Lo mío no fue grave, pero ten cuidado Osiris ella quiere matarte.
Mire a Levy quien disfrutaba de su cena sin quitarnos los ojos de encima. Era una mujer extraña lo mismo que su hermana. Pero no podía creer que ella le hiciera algo tan monstruoso a su propia sangre. Alguien mentía; Lucy o Levy, o tal vez las dos, no tenia como saberlo.
—De todos modos no irás más, te quedarás aquí —agregue y di por terminada nuestra conversación.
Me acerqué hacia el sitio en el cual se suponía iba a dormir. Aparte de la preocupación por lo que estaba pasando, me sentía terriblemente mal por la situación incómoda con Ofir. Sin embargo ellos eran los únicos que conocía, en ellos podría confiar.
—Cabo Ian y cabo Ofir, pueden venir un momento —los llamé. Los muchachos habían empezado a cenar—. Usted también sargento Reu.
Los hombres intercambiaron miradas y llegaron hasta mi lado. Reu intentaba darle cena a Renacer que estaba más entretenido en trepar por las paredes que en comer.
—¿Qué pasa sargento? —pregunto Reu arrugando el ceño—. La notó un tanto preocupada.
—¿Alguno de ustedes vio lo que paso en el accidente que sufrió la cabo Lucy? —cuestione hablando en voz baja.
No quería que los demás soldados me escucharán.
—Yo venía detrás suyo sargento, no vi nada —contestó Ofir.
—Yo menos era el primero —repuso Reu.
—¿Y usted cabo Ian? —interrogue mirando al muchacho.
—Sí sargento; oí unos gritos de mujer, supongo que la cabo grito cuando se hirió —respondió Ian.
El también había cambiado un poco, su mirada se había endurecido.
—Y algo cayó al vacío, me pareció que parte de la maleta.
—¿Qué la inquieta sargento? —inquirió Reu acercándose más a mí—. ¿Hay algo que yo deba saber?
—Sí, tal parece que no fue un accidente —proseguí hablando en voz baja—. El cabo Dulay me dijo que la herida había sido provocada, y la cabo Lucy me aseguró que fue su hermana quien la hirió, según ella para quedarse a cargo de la operación.
Los hombres se miraron entre si desconcertados.
—Pero con la cabo Lucy herida, ella no consigue nada —dijo Ian, después de pensar un rato—. No creo que sea verdad.
—No se que creer, porque la cabo Lucy afirma que Levy quiere matarme —susurre.
—¡Eso no puede ser! —bufo Ofir arrugando el ceño—. Esa mujer esta loca o que le pasa.
—Tal parece que hay un complot en mi contra, y lo peor es que no se cual de las dos es la culpable —comenté mirándolos—. Solo puedo confiar en ustedes tres, y por eso quiero que me ayuden a descifrar lo que esta pasando. Esta situación podría poner en grave peligro el resultado de la operación. Por el momento no voy a hablar de esto con la base, hasta estar segura de que es lo que sucede realmente.
—Sí sargento, tiene razón —concedió Reu.
El se había limpiado un poco la mugre y estaba más presentable.
—Pero debe tener mucho cuidado, sea cual sea la verdad lo mas probable es que quieran asesinarla.
—Lo sé.
—No sé, preocupe estaremos muy al pendiente —informo Ofir. Sus palabras me hicieron sentir mucho alivio—. Y le aseguró que nadie se atreverá a tocarla, no lo voy a permitir.
Ofir me miro fijamente. Sus miradas me hacían sentir incómoda, movían sentimientos muy fuertes en mi interior. El era el hombre que amaba y eso no iba a cambiar, así no estuviésemos juntos.
Ian carraspeo evidentemente incómodo y no por el, sino porque alguien más podría notarlo. Reu se mostraba un poco más divertido con la situación.
—Voy a intentar averiguar algo por mi parte —propuso Ian—. Tengo buena relación con muchos de los soldados, sé que me dirán lo que saben.
—Bueno, pero tengan cuidado. Sí van por mí también irán por los que me son leales —advertí.
No quería tener alguna pérdida y mucho menos alguno de ellos tres, los apreciaba demasiado.
—Por el momento hay que descansar, haremos guardia de dos horas cada uno. Yo la hare al amanecer, divídanse las demás entre ustedes. Mañana será un nuevo día.
Los muchachos se marcharon a seguir sus tareas. Metí la mano en el maletín, la cajilla estaba allí en su lugar de siempre, en ella iban los micrófonos y las celdas que estaban cargadas con veneno.
Jeff puso algo más en el dispositivo según el para protegerme, la caja no se abriría sin mis huellas digitales, por lo tanto nadie más podía completar la misión excepto yo. No sabía si eso en verdad iba a protegerme o a condenarme.
Me recosté en la improvisada cama y me dispuse a dormir. La primer guardia la haría Ian, así que podía estar tranquila. El muchacho se posicionó muy cerca de mi y tomó su arma en las manos, dispararía si alguien intentaba acercárseme, o si intentaban quitarme la maleta.
Logre conciliar el sueño después de un rato. Descansar era lo mejor que podía hacer, debía tener fuerza para enfrentar lo que se me venía encima.
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