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CAPÍTULO 31

CINCO DIAS DESPUÉS

Solo salí de la tienda que me asignaron a mi y a mis hermanos para la muestra de sangre y para comer mis alimentos. Jordán no volvió a dirigirme la palabra aparte de que lo veía sólo en la noche. Parecía que no tenía intenciones de pedirme disculpas, y yo tampoco quería molestarlo llevaba unos días muy agitados a causa de su puesto en el ejército.

Ofir me envió recados con Ian para que fuera a verlo, más no quise hacerlo. Sabia que el estaba bien, así que no tenía porque ir y mucho menos si iba a encontrarme a Indira LatHot, no quería pasar otro mal momento.

Aparte de todo, mi hermanita decidió darle rienda suelta a sus deseos más bajos con Jerjes. Así que cuando ellos entraban, yo salía, para no estorbar.

No tenía a nadie con quien hablar, extrañaba a mi Papá, a las niñas, a Tobi, me sentía sola, perdida. A pesar de estar a salvo, había pasado los cinco días mas aburridos de mi vida.

Si seguía sin hacer nada iba a enloquecerme. Yo siempre permanecía ocupada y ahora el tedio iba a matarme.

Lena se acababa de ir con Jerjes así que podía estar cómoda. Me senté en una pequeña silla y decidí darle una ojeada por enésima vez a un pequeño folleto.

Era la publicidad de un restaurante de comidas rápidas. Aunque me lo sabía de memoria me gustaba releerlo para distraerme un poco. Era lo único que tenía para entretenerme.
La puerta de la tienda se abrió y vi la cabeza de Ian asomarse cuidadosamente por una esquina. Ya me había acostumbrado a sus constantes visitas. Últimamente Ian era la única persona con la cual hablaba largos ratos.

Cuando salía a el patio algunos chicos intentaban acercarse a mi. Yo sin embargo siempre encontraba una excusa para hacerlos a un lado, o el coronel Cebrián se encargaba de espantarlos.

Era algo que le agradecía ya había tenido suficiente con la última experiencia “amorosa” que había tenido.

—Ahh ¿eres tu? —susurre haciéndome la disimulada.

Me levante de la silla y se la tendí a Ian para que pudiera sentarse.

—Perdón por decepcionarte, ¿A quién esperabas? —río irónicamente—. Al mismísimo presidente o… a su hijo tal vez.

Sabía a que venía su pregunta. Muchos incluyendo a Lena habían sacado la conjetura de que le gustaba a Cebrián. Por su supuesto interés en mi.

Para mí ellos estaban equivocados. Las veces que había hablado con el, Cebrián había sido muy respetuoso y nunca me había insinuado algo. Pero todavía no sabía porque le importaba tanto.

—Ellos no vendrían a esta tienda —conteste sonriendo—. Y tu no me digas que viniste a lo mismo de todos los días.

Ian se sentó en la silla como hacia siempre que iba a verme. Jamás pensé tener una relación tan cordial con el. Éramos dos buenos amigos, y podíamos hablar horas seguidas y pasar momentos muy felices juntos.

—Si y por favor ve a verlo. Porque ya no lo soporto más. Me cogió de paño de lágrimas y ya no se que hacer —me contó Ian haciendo su cara de fastidio—. En serio está desesperado. Hasta intentó escaparse para venir a verte. No lo hagas sufrir más, enserio que el te quiere.

Sentí que se me arrugaba el corazón. Pero si el sufría yo sufría más. Dos noches permanecí durmiendo a su lado y ahora no podía concebir dormir sin el.

Mis noches eran tormentosas; tenía constantes pesadillas. Mi alma en verdad lo extrañaba. A pesar de eso no dejaba de pensar en que se estaba besando con Indira LatHot.

—Lo vi besándose con Indira LatHot —cuestione sin mirar a Ian.

Sabía que iba a hacer su cara burlona.

—Justo el mismo día que arriesgue mi vida por el, Ofir se besuqueaba con esa mujer. Pague mi deuda, el me salvó una vez y yo le devolví el favor. Ahora ya no tengo nada que me sujete a él.

—Amor —murmuro Ian.

Hubo un largo silencio. Tal vez Ian tenía razón y yo no quería admitirlo.

—No claro, no lo quieres porque si lo quisieras escucharías sus explicaciones y no lo harías sufrir de esta manera.

—Decías que amabas a Lena, pero no le permitiste que te explicara. Es mas no volviste a dirigirle la palabra —añadí colocándome a su lado.

Si uno da consejos se espera que los aplique a su propia vida.

—Pudo más el orgullo que el amor.

—No es lo mismo. Ella esta esperando un hijo de otro, contra eso no puedo —se defendió Ian encogiéndose de hombros—. Además el amor era sólo mío, no vez lo feliz que esta en los brazos de Jerjes. Pensé en perdonarla porque creí que era un desliz de una sola vez. No obstante ella me confesó que no fue una vez sino muchas.

Ian agachó la cabeza. Hablar de la traición de mi hermana le hacia mucho daño. El no había podido superar el dolor que le causó ese hecho.

—No estuvo con el por error; ella tuvo muchas oportunidades  de decirle que no. Aún así no lo hizo. Me engaño; cada vez que la invitaba a algún lado decía que tu no la dejabas ir y todo era mentira. Te decía a ti que iba conmigo cuando en realidad estaba con el.

El chico cerró los ojos con fuerza. A mi me dolía que mi hermana hubiese sido capaz de engañarlo de tal manera.

—Lo siento. Y yo creyendo que eras una mala influencia —puse una mano sobre su hombro—. No entiendo porque lo hizo. Porque se hizo tu novia si en realidad a quien quería era a Jerjes.

—Tu hermana era muy rebelde. Quizá lo hizo sólo para desobedecer —Ian largo in suspiro—. No quiero hablar más de eso. Yo vine aquí a pedirte que escuches a Ofir. El me pidió que hablará contigo, ve a verlo es lo único que te pido.

—No lo sé —hice una pausa y me quede pensando—. Lo mejor será esperar a que Ofir aclare mejor su cabeza y este seguro de sus sentimientos.

—El esta cien por ciento seguro de lo que siente por ti —soltó Ian—. Solo espero que tu tengas claros tus sentimientos. Y que cuando decidas que hacer no sea demasiado tarde.

—¿Tarde?

—Estas empujando a Ofir a brazos de otra —adiciono Ian acercándose a la salida—. Esa chica no quita su dedo del renglón. Esta dispuesta a cualquier cosa por el sin importarle que Ofir la rechace siempre.

—¿Ofir la rechaza?

—Cada vez con más vehemencia. Yo estaba presente cuando él le dijo que lo dejara en paz, pero ella no quiere ceder.

—Entonces, ¿Porqué se estaba besando con ella?

—Eso fue un error. Uno que el puede explicarte si vas a hablar con el.

—No lo sé.

—Solo quiero que te imagines si puedes vivir viéndolo todos los días ser feliz con alguien más. Porque a mi esta situación de Lena me está matando lentamente, ojala y no te arrepientas.

Ian salió de la tienda dejándome con la palabra en la boca. Y es que era verdad nunca me había imaginado a Ofir con otra mujer.

Lo peor era que la última vez que lo vi reaccione con celos, me dieron celos verlo besándose con Indira.

Lo más grave era que no me creía capaz de amarlo como el se merecía, aun creía que yo no había nacido para amar. Todas las personas que amaba terminaban muertas y no quería que a Ofir le pasará lo mismo.

Más no era tan valiente para soportar que Ofir le diera todo su amor y atención a otra.

Ian me dejó muy confundida. El chico tenía razón y no debía hacerme más la difícil. No cuando me moría de ganas de verlo. Pensé que con el pasar de el tiempo iba a olvidarlo Pero había sucedido todo lo contrario, cada vez lo extrañaba más.

Deseaba tenerlo a mi lado sólo un momento; así fuera para que el me dijera que no me amaba. Que se iba a quedar con Indira LatHot y que lo nuestro que nunca empezó había terminado.

Guarde el folleto en una cajita de cartón que tenía sobre la mesa y me dispuse a ir a hablar con el.

—Siento mucho lo de tu novio —musito una voz en mi espalda.

Me sobresalte al instante, no lo oí llegar.

—Mi padre y yo queremos hablar contigo.

Cebrián me miraba como lo había hecho siempre. Había en él tanta ternura que cada vez me caía mejor.

Cebrián estaba feliz, podía notarlo en cada centímetro de su piel. Como un niño pequeño, cuando encuentra algo muy valioso que se le ha perdido.

—Se equivoca coronel, Ofir no es mi novio —corregí mirándolo a los ojos—. Y creo que no es correcto que entre a mi tienda de esa manera.

Si había algo que no me gustaba era que violaran mi privacidad.

— Por si no se acuerda yo ya no pertenezco al ejército y no entiendo de que quiere hablar el presidente conmigo. Ahora soy una civil y no tengo porque atender el llamado del presidente. Mucho menos seguir sus ordenes.

—Tienes razón —contestó el coronel sonriendo de lado—. Me encanta tu actitud, se parece a la mía. Eso puede ser por que tienes problemas con el modelito. Aún así no tienes porque desconfiar. Salieron los resultados de la muestra de sangre.

—Sucede algo malo con los resultados.

Sería lo único que faltaría para completar mi racha de mala suerte.

—Nada, no sucede nada malo.

—Entonces, ¿De qué quiere hablar el presidente conmigo?

Me crucé de brazos dispuesta a no moverme de mi lugar. Empezaba a no gustarme el misterio que manejaban el y el presidente. Siempre usaban palabras claves cuando hablaban conmigo o se miraban de forma muy extraña.

—Es algo que te diré en su momento.

Cebrián largo un suspiro y luego me miró de esa manera tan especial que el tenía.

—Lo único que puedo decirte es que lo que mi padre quiere decirte te cambiará la vida para siempre. Eres especialmente magnífica Osiris y muy… pero muy importante para mi.

No me agradaba el rumbo de la conversación. Había llegado el momento de ponerle un freno a el coronel.

—¡No le entiendo coronel! —exclame—. Le agradezco que me haya defendido del general Marx y de ese soldado. Pero eso no le da derecho a tomarse este tipo de atribuciones; ni mucho menos a inmiscuirse en mi vida privada.

—Te pareces tanto a mí. Llevo años buscándote... —el coronel Cebrián empezó a caminar hacia mi.

Me encontré atrapada entre el y la mesilla del comedor. Su actitud me resultaba extraña, pero aun con eso no sentía miedo.

Cebrián me daba confianza, había algo en el que me impedía temerle. El coronel acarició con su mano mi mejilla lentamente. Su caricia se me hizo familiar. Como si eso que sucedía ya lo hubiera vivido antes.

—Y ahora que te encontré no voy a perderte. Es momento de que asumas tu lugar como mi…

—¿Su qué coronel? —cuestione sin dar crédito a cada una de sus palabras—. ¿De qué me está hablando...?

¡Por Dios!

Alguien tenía que explicarme que pasaba porque estaba a punto de volverme loca.

—Lo sabrás muy pronto —replicó el coronel alejándose de mi—. Ven pronto papá esta ansioso por verte. Te esperamos en la tienda. Por favor no te demores.
 
 
 
 

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