CAPÍTULO 24
Los muchachos estaban rendidos. Cargaron a Ofir durante todo el día. Agradecí mucho el esfuerzo que hicieron.
No podíamos hacer las tiendas, las Sloper no debían saber que estábamos allí. Así que debíamos hacer el menos alboroto posible. Teníamos que ser prácticamente invisibles.
La fiebre de Ofir bajo por completo. El se hallaba bien en lo que cabía pero me preocupaba que aun no había despertado. Al otro día todo sería más difícil y temía que los muchachos no pudieran llevarlo más.
—¿Aún no despierta? —pregunto Jerjes apareciendo junto a Reu—. Ya debería haber despertado.
—No y me preocupa, no tiene fiebre ni infección —conteste colocándome de pie—. Espero que en el trascurso de esta noche despierte.
—Ojalá y así sea. Estamos muy cansados y no creo que aguantemos seguirlo cargando mañana —espetó Reu.
Se quedo mirando a Ofir, y su expresión cambio por completo.
—Ese maldito de Azur, deseo que este en el infierno.
Vi tanto dolor en los ojos de Reu, que supuse que sabía la verdad. Aquella que su esposa callaba y que yo supe por boca de Azur.
—Jamás me imaginé que fuera capaz de algo así —murmuró Jerjes mirando la herida de Ofir.
Luego negó varias veces con la cabeza.
—El era mi amigo y yo creía que lo conocía. Nunca me imaginé que su alma fuera tan negra, siempre se mostró ante mi como otro.
—A mi me hizo lo mismo —añadí colocando el paño húmedo en la frente de Ofir—. Era un lobo disfrazado de oveja. Ofir en cambio siempre supo que no era de fiar.
—Perdón —se disculpó Jerjes mirándome—. Si yo hubiera sabido que el tenía esas intenciones contigo, nunca le hubiera permitido que te sacará del grupo.
—¿A qué te refieres? —cuestionó Reu mirando a Jerjes—. ¿Qué paso ese día?
—Durante el ataque yo saque a Lena a una parte segura. Luego quise ir por Isi. Azur me detuvo y me dijo que el iría a salvarte. Yo permití que el te llevará consigo. Perdóname pero no sabía sus verdaderas intenciones.
—No te preocupes —agregue.
Me hervía la sangre de pensar en que todo había sido planeado. Todo lo planeo desde el principio.
—Tu confiabas en Azur igual que todos.
—Gracias. Tu perdón es muy importante para mi. Eres la hermana de la mujer que amo. Iré a ver como esta Lena y a dormir un poco —repuso Jerjes colocando su mano en mi hombro—. Si necesitas algo no dudes en avisarme.
Asentí con la cabeza y me despedí de mi “cuñado”. Aun no me acostumbraba a llamarlo de esa manera.
Jerjes se marchó dejándome a solas con Reu.
—Reu se que quieres decirme algo —le pregunté. Su expresión lo decía todo—. No te preocupes, puedes hablar de lo que sea.
—Azur te menciono lo que le hizo a mi esposa —interrogo Reu.
Ni siquiera era capaz de mirarlo a la cara. Creo que Reu adivino mi expresión.
—Ella estaba muy mal y cuando supo de la muerte del infeliz decidió contármelo todo.
—Lo hizo. De verdad lo siento tanto Reu. Azur escogía sus víctimas muy bien; era un violador en serie; el mismo me lo confesó, lo hizo varias veces—le conté colocando mi mano alrededor de su hombro.
Reu estaba muy cabizbajo y triste. No sabía que hacer para ayudarlo.
—No la culpes a ella por no contártelo. Azur la manipuló; le infundio miedo y temor, para que ella no pudiera hablar. Todo fue culpa de ese maldito.
—¡Me siento tan culpable!. Yo confiaba en Azur, permití que se acercara a Amanda y no fui capaz de protegerla —exacerbo Reu. Se mordió el puño de la mano con furia—. Me siento tan mal. ¡Todo esto es mi culpa!
—No es así, hay circunstancias que se escapan de nuestras manos. Sólo debes hacerles frente y seguir adelante —comente mirándolo fijamente—. Y levanta la cabeza. No te avergüences, no tienes porque. Lucha ahora por tu familia y acompaña a Amanda. No la dejes sola. Ella es la mayor víctima en todo esto, no es justo que ella siga sufriendo.
Reu empezó a respirar ahora más tranquilo. Al menos de algo habían servido mis palabras.
—Te admiro tanto. Eres demasiado fuerte, perdiste a tu familia y sigues aquí de pie —me dijo Reu posando su mirada en la mía—. En tu interior se esconde el espíritu de una gran líder. Algún día tal vez no muy lejano tendrás la oportunidad de demostrarlo. Yo espero estar presente para verlo. Gracias.
Le di un fuerte abrazo que el correspondió. No era justo lo que Azur les había hecho. Al final había destruido la vida de muchas mujeres y ahora también la de Reu. Sólo esperaba que el y su familia pudieran superar todas esas penurias.
Reu se marchó del lugar ya que tenía guardia. Todos estábamos muy agotados; hacia demasiado frío, ya que no podíamos encender las fogatas. La luz atraía a las Sloper y no podíamos arriesgarnos.
Habían colocado a Ofir en un sitio más apartado. Las Sloper siempre nos atacaban cuando estábamos agrupados. Si nos alejábamos los unos de los otros teníamos más posibilidades.
Me acurruque al lado de Ofir. Sólo teníamos una manta para los dos. Además así podía darle más calor. No me sentía incómoda ya que Ofir seguía inmóvil, sin reaccionar. Coloque mi cabeza en su pecho, y cerré mis ojos.
Ian no dejaba pasar mucho tiempo sin venir a ver a Ofir, por si llegaba a despertar. Estaba preocupado, el era su mejor amigo. Ofir fue el único que se mostró comprensivo con el por su síndrome de abstinencia. Los dos habían entablado una muy bonita amistad.
No le di mucha importancia a que Ian me viera arrunchada con Ofir así que decidí dormir. Estaba tan cansada, que hasta me daba pereza pensar en levantarme al otro día.
***
Una suave brisa me tocó el rostro. Estaba haciendo frío, la madrugada siempre era la más helada. Abrí lentamente mís ojos y vi que el sol ya se había asomado por la colina. Hacía un día espléndido, y lo era; ese día llegaríamos a Rick Vaill.
Me gire para ver como había amanecido Ofir. Lo que vi terminó por despertarme de un sopetón.
Sus ojos me miraban fijamente y no dejaba de sonreír.
Trague saliva, su mirada me impacientaba de una manera que no sabría describir. Me levanté rápidamente, Ofir parecía estar muy bien.
No pude evitar devolverle la sonrisa. Había perdido la esperanza de que el despertara.
—¿Hace cuánto despertaste? —pregunté incorporándome—. ¿Estás bien? ¿Puedes hablar?
El sonrió con más ganas, mientras se pasaba la mano por el cabello.
¡Por Dios! ¡Si que era lindo!
Cálmate Isi.
—Desperté hace como media hora; estoy bien y puedo hablar —me contestó sonriendo ampliamente—. Sólo que no quise despertarte. Dormías tan plácidamente que no fui capaz de hacerlo.
—Me alegro mucho de que estés bien —dije.
Había rogado tanto para que despertará, solté un suspiro de alivio que inundó el lugar.
—Hoy debemos llegar a Rick Vaill.
—Me alegra tanto verte. Pero ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?
Ofir intento sentarse pero no lo consiguió. Hizo un gesto de dolor así que decidí ayudarlo.
—Quédate quieto. Yo lo hago. Un esfuerzo de más te puede hacer daño.
Metí mis manos debajo de sus brazos y lo impulse hacia arriba para intentar levantarlo. Era un hombre muy pesado, pero aun así pude con el. Intente tocarlo lo menos posible.
—Duraste dormido casi dos días —respondí pasándole un botella con agua.
Muchos en el campamento ya estaban activos. Era el mejor momento para que Ofir despertará.
—Voy a buscarte algo de comer.
—No —me detuvo Ofir.
¿Acaso no tenía hambre?
Coloque unas cosas en su espalda para que pudiera recostarse.
—Quédate aquí conmigo. Ian ya fue a traerme algo.
—Ian, y ¿ A qué horas vino que no me di cuenta?
—Hace un rato. Es que estabas tan dormida —añadió Ofir.
Luego bajo la mirada hacia sus manos como debatiéndose entre hablar o permanecer en silencio.
—Isi quiero aprovechar que estamos solos para que hablemos. Quería preguntarte algo. Puede que este no sea el momento ni el lugar, aún así es muy importante.
—Hazlo, si es importante —decidí desviar la mirada sin embargo con el al frente era imposible.
Sin poder evitarlo me sonroje, y creo que no sólo me ardía el rostro sino todo el cuerpo.
—Para mi lo es. Es que eso me atormenta desde hace ya varios días —Ofir largo un suspiro—. Necesito saber la verdad.
—¿Cuál verdad?
—¿Tú sentías algo por Azur? —preguntó sin rodeos.
Posó sus ojos en los míos. Su mirada era penetrante, intimidante y no se porque pero se me hacia tan hermosa.
—Sólo cariño —conteste de inmediato.
Percibí como la mirada de Ofir se iluminaba y hasta empezó a sonreír de nuevo.
—Lo quería es verdad, pero como un amigo, nada más. Ese día se lo dije. Le recalque que no lo amaba y que no quería estar con el. Fue allí cuando se enfureció tanto e intento… violarme.
Ofir se quedó serio, hasta podría decir que se enojó al instante.
—Era un imbécil y estaba completamente enloquecido por ti. El nos vio ese día en la tienda de Jordán. Luego me reclamó y me amenazó para que me alejara de ti —me contó mirando a lo lejos—. Como no le hice caso me tendió esa trampa.
—Se que debí creerte —musite sin mirarlo—. Azur estuvo a punto de asesinarte y todo por que fui lo bastante tonta para creer en el.
Me crucé de brazos frustrada. Todavía me dolía lo que me había sucedido por ser tan ingenua.
—Tú no eres tonta. Eres tan noble que pensaste que el era bueno —agregó estirando su mano hacia mi—. Ven, siéntate a mi lado.
Observe su mano y recordé que dormía con nuestras manos entrelazadas. No lo dude y tome su mano sintiendo ese extraño cosquilleo en mi piel. No era lo mismo ahora qué el estaba despierto. Se sentía mucho mejor.
Ofir me halo hacia la improvisada cama. Quedé a un costado de el.
—Me sentí tan mal cuando te vi besándote con Azur.
Ofir tomo mi rostro con una de sus manos. No me moví ni un poco.
—Pensé que tú y el… pero luego vi que lo golpeabas e intuí que el te estaba forzando.
El acaricio con suavidad mi boca con su dedo pulgar. Cerré los ojos ante su contacto. Sus caricias se sentían tan bien y no podía resistirme a ellas.
Cuándo me besaba en la sien antes de irme a dormir siempre quise que fuera más lejos. Justo como ahora.
—Tuve que besarlo —susurre—. Fue la única manera que encontré para distraerlo.
—Yo tenía tantos celos y rabia —añadió.
Me soltó con delicadeza y estupefacta vi como sus manos se tornaron en puños. Sus ojos huyeron de los míos. Como si se avergonzara de lo que le pasaba por la cabeza en esos momentos.
—Hice lo que hice para protegerte. Se que estuvo bien y… a la vez me siento pésimo porque asesine a alguien. El odio me cegó por completo y no pude con la idea de que el te tocará. De pronto me deje llevar; lo pude haber herido pero lo asesine. Me siento tan culpable, porque yo no soy así y a la vez el era…
—Cálmate —farfulle acariciando su espalda desnuda—. Se que no eres así, pero Azur era un maniático y créeme que te agradeceré toda mi vida por hacer lo que hiciste para salvarme.
—No iba a permitir que el o nadie te hiciera daño. Isi eres muy importante para mi.
Creo que me sonroje de nuevo. Siempre me habían incomodado los galanteos masculinos. Yo no era extrovertida. Nunca había sabido como reaccionar frente a una situación así.
Baje la cabeza y me obligue a buscar en mi cerebro una respuesta rápida y asertiva. Algo que resumiera lo que quería decirle.
Sin embargo no encontré la elocuencia para hablar.
Ofir tomó suavemente mi mentón con su dedo índice y pulgar, luego me obligó a mirarlo.
—Isi, tú eres todo para mi. Mi amor es completamente tuyo…
Quise que la tierra me tragara. Me iba a dar un infarto allí mismo.
¿Que le iba a decir?
Ofir me miraba con sus hermosos ojos azules, y descubrí un brillo que desconocía en ellos. Era un chico extremadamente atractivo, me gustaba mucho, hasta el punto que empecé a imaginar el sabor de sus labios y la tibieza de sus manos sobre mi piel.
Pero tenía miedo.
Mucho miedo.
Mi miedo más grande era que mi corazón no soportaría perder a alguien más. Menos si lo amaba con toda mi alma y ese era el problema; Ofir era de ese tipo de personas que una vez se te meten en el corazón es imposible sacarlos de allí.
Si permitía que el entrará sabía que lo amaría más que a nada en el mundo. No podia permitirme ser tan frágil, no podia permitirme amarlo.
Además había algo que me atormentada. ¿Y si Ofir estaba equivocado y no me amaba tanto como decían?
Quizá la soledad le había hecho daño y ahora se refugiaba en mi para suplir ese vacío. Posiblemente ese amor era momentáneo y de un momento a otro terminaría.
—No me preguntes como sucedió, porque no sabría decírtelo —continúo sin dejar de mirarme—. Cuando llegaste a la cloaca yo estaba en un estado de hibernación constante. Era un ser ya sin vida pero te vi a ti; conocí tu fuerza y tu valentía y sólo por eso decidí luchar por vivir.
Ofir suspiro haciendo que el aire fresco de su aliento llegará hasta mi.
—Veía día a día como te esmerabas en seguir adelante a pesar de todo. Empezaste a meterte en cada rincón de mis pensamientos y cada vez más. Hasta que un día me di cuenta que vivía sólo por ti. Por ti y por verte feliz. Por eso hacia esa rutina a pesar de estar muriendo de cansancio; tu sonrisa era la mejor paga para mi.
Ofir acercó su cara lentamente a la mía. Supongo que este era el momento en el cual, cerraba mis ojos y me acercaba a el para besarlo. Pero yo no era la chica de las películas románticas y esto no era un cuento de hadas.
Aún así yo no era de palo…
Ofir empezó a besar con delicadeza mis mejillas. De repente estaba rígida como un árbol de madera fina. Cada músculo se me tenso como si estuviese sufriendo un síncope cardíaco.
Sus besos cálidos descendieron hacia mi mentón. Aspire su aliento cuando beso mi boca con delicadeza. No tenía suficiente fuerza de voluntad para decirle que no. Sus labios eran suaves y húmedos.
“A donde vas bonita” “Ven acá, no tienes opción”.
El recuerdo de lo que Azur intentó hacerme atravesó mi mente como una ráfaga.
—Ofir.. —musite colocando mis manos en su pecho para alejarlo de mi—. Vas muy rápido. ¡Por favor detente y no vuelvas a tocarme!
Oí la voz de Ian. Sentía que las mejillas me ardían como si fueran a incendiarse. Ofir me miró completamente serio o más bien asustado por mi reacción.
—Pueden seguir en lo suyo —comentó Ian con sarcasmo—. Yo sólo dejó esto y me voy de aquí.
Ian traía un pequeño plato con comida. Era tan sólo un pan duro y un poco de agua. No me había dado cuenta pero estaba llorando.
—Iré a ver a Jordán —agregue.
Me levanté de inmediato y antes de que Ofir pudiera reaccionar me aleje de el a toda prisa. Preferí no hablar, sólo camine hacia donde se encontraba Jordán.
No sabía cómo tomar lo que acababa de pasar. Ofir parecía ser sincero y sus besos no podían mentirme. Tenía mi cabeza tan revuelta que no sabía que hacer ni como actuar.
Me dio miedo que Ofir intentará sobrepasarse conmigo tal como lo hizo Azur.
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