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CAPÍTULO 18

Corrimos todo un día y toda una noche, sin un rumbo fijo. Logramos dejar atrás a las Sloper pero eso no era garantía de nada. Ellas siempre nos encontraban, conseguían la manera de rastrearnos y asesinarnos.

Azur estaba conmigo, gracias a Dios no cayó durante el ataque. Del que no sabíamos nada era de Ofir, pero estaba segura de que había logrado huir.

Lo peor de nuestro caso era que no sabíamos en donde estaban los mapas. En pocos días debíamos de llegar a Rick Vaill, pero nos perdimos. No sabíamos a ciencia cierta en donde estábamos.

Mi hermano logró comunicarse con la base, y al parecer iban a enviar apoyo. Un helicóptero iba a venir a buscarnos. Nada era seguro, cada día caían miles de personas, y el ejército se estaba quedando sin soldados. Cada día éramos menos. Cada día nos quedamos más solos.

Perdimos a 11, contando a Ofir. No entendía aún porque nos había hecho ese daño, quitarnos los mapas era condenarnos a todos a muerte. Azur estaba seguro de que el chico estaba loco. De que la invasión le afectó el cerebro.

Yo no creía que estuviese loco. Su actitud no era como de alguien que estuviera afectado de la cabeza.

Tenía que haber otra explicación.
Azur se convirtió en mi guardián, no me dejaba sola en ningún momento; por si Ofir se aparecía y quería hacerme daño.

Aunque no lo creía, si el hubiera querido hacerme algo lo hubiera hecho antes. Tuvo muchas oportunidades y no lo hizo.

La verdad es que bajo el estado de las drogas las personas son capaces de las peores bajezas. Sin embargo no el. Sus ojos no podían mentirme eran tan puros y limpios. Siempre lo sentí sincero y honesto.

Sentía una decepción tan enorme. Y descargue esa decepción llorando de noche todo lo que podía.

No sólo lloraba por lo que había pasado sino porque llevaba muchos días sin saber nada de Ofir. Lo más seguro era que hubiera muerto.

Extrañaba mis secciones de teatro por la noche. Me hacía falta su voz y su presencia día tras día. Siempre estaba pendiente de mi.

Echaba de menos a Ofir.

—Sigues cabezona por lo de Ofir —inquirió Lena sentándose a mi lado—. Si pides mi opinión, pienso que el chico era inocente.

—No hables así.

—¿Así como?

—Como si Ofir estuviera muerto.

—Tienes razón, y te lo repito. Ofir es inocente.

—Yo quisiera creer eso también —añadí mirando a mi hermana—. Más todo lo acusa, y la mayor prueba es que huyó. No esta aquí, si el es inocente ¿Porqué se fue?, ¿Porqué me abandonó?. Quiero decir ¿Porqué nos abandonó?

Agradecí que Lena no se diera cuenta de lo que dije. O sino iba a empezar a burlarse de mi.

—Eso es verdad. Pero también es verdad que nadie le dio el beneficio de la duda. Ni siquiera le dieron tiempo de explicarse. El único que creyó en el fue Ian —se quedo callada por un momento—  Es muy difícil que nadie crea en ti.
Sabía que se refería a ella.

—Ese puede ser tu caso. No el de él —comenté en voz baja—. Jordán y yo confiamos en ti. Lastimosamente Jordán no confía en el. Y aunque todo lo acuse me hubiese gustado hablar con Ofir; dejar que se defendiera. Dejar que el se explicará.

—Entonces ¿Tú ibas a hablar con Ofir?

—Claro. Porque si era verdad que era inocente, entonces también era verdad que alguien más era el culpable —espete mirando a mi hermana—. La única forma de demostrar su inocencia era buscando al verdadero culpable. Eso ya no será posible porque el se fue cerrando así todas las puertas.

—A pesar de todo sigo creyendo que es inocente —dijo Lena.

—Yo también, y me arrepiento de lo que le dije. Quizá debí defenderlo ante Jordán, pero probablemente el este ya muerto y nunca más lo volveremos a ver —susurre con tristeza.

Las lagrimas me bajaron por el rostro. Intente secármelas sin embargo era imposible ya que seguían brotando de mis ojos.

—Dios quiera que no sea así. Me voy allí viene tu pegocha y no quiero hacer estorbo — exacerbo Lena mientras se ponía de pie—. Se que no has pedido mi opinión aun así quiero decirte que tu galán no me cae bien. Me parece demasiado hipócrita.

—Te equivocas, es el bueno —respondí mirando a Azur.

El se había portado como un verdadero caballero conmigo y ahora estaba segura de que el sentía algo muy fuerte por mí. De que sus sentimientos hacia mi eran reales.

Desde el día en que le dije que me dejara en paz el le había bajado un poco a su intensidad. Cosa que agradecía mucho.

—Bueno no significa confiable —replicó Lena cruzándose de brazos—. Además al parecer es bueno sólo contigo. Es un doble cara…

Mi hermana se marchó y me dejo con la palabra en la boca. Conocía a Azur de hace muy poco tiempo, igual que a los demás. Pese a eso me parecía un muchacho confiable y leal. El me había ayudado desde el principio, y le estaría eternamente agradecida por ello. 

—No le caigo muy bien a tu hermana —añadió Azur.

Había adivinado la expresión de Lena, o tal vez ella ya le había dicho algo. Mi hermana no tenía problema en hacerle saber sus sentimientos a alguien cuando este le caía pésimo.

—No es eso, por su embarazo esta susceptible —respondí colocándome de pie—. Además es la…  mujer por así decirlo, de tu mejor amigo. No puedes caerle mal.

—Si, y me hace muy feliz que ella y Jerjes estén en su mejor momento —comentó acercándose a mi—. Aunque tengan que sobrellevar la sombra de Ian.

—Sabes de sobra que ella ama a Ian —contesté.

No era algo que tuviera que ocultar, y si algo de lo que no quería hablar.

—No hablemos de eso ¿Cómo siguió Jerjes?

—Esta bien, sólo fue un rozón. La que en realidad me preocupa eres tú —inquirió mirándome seriamente—. Ofir debe estar en algún lugar no muy lejos de aquí. No quiero que el te haga daño.

—No creo que se atreva a acercarse —dije para Azur dejará el tema en paz—. Además ¿Ofir porque quería hacerme daño?

—Porque esta enamorado de ti —espeto y sentí un escalofrío al oír esas palabras.

—No creo que eso sea verdad —refute desviando la mirada.

Sentía como ardían mis mejillas y me temblaban las manos.

—De todos modos procura mantenerte siempre cerca de mí —continúo Azur tomando mi mano y llevándosela a la boca—. No soportaría que el intentará alejarte de mí.

—Azur yo ya te he dicho que no...

—Y yo te he dicho que tendré paciencia —me interrumpió dándome un beso en la mejilla —. Iré a buscarte algo de comer, en cinco minutos vuelvo.

Y ahí estaba el Azur intenso que no me gustaba. El debía comprender que yo no quería nada; pero cada vez se me hacía más difícil que entendiera mis decisiones.

Me incomodaba que estuviera tan cerca de mí. Azur cada vez insistía más y más; aunque debía reconocer, que tal vez un poco de atención en esos momentos no me hacia daño.

Además estaba en el fin del mundo, y no quería morir sin saber lo que realmente era amar a un hombre.

El problema era que con Azur simplemente no me nacía hacerlo. No sentía el empujón intuitivo de tener una relación sentimental con el. Ni siquiera las tales mariposas en el estómago, que dicen las personas que sienten cuando tienen cerca al ser amado.

Tal vez tenía que darle tiempo para sentirlas. Quizá necesitaba tiempo para amarlo.

Sin más las palabras de Azur volvieron a mi: “Esta enamorado de ti”.

Eso era algo que yo no podía creer. Saque de mi bolsillo un pequeño espejo que solía llevar siempre conmigo.

Mire mi reflejo y comprobé lo que ya sabía. Yo no era una mujer muy bonita.

A diferencia de Lena mis ojos no eran verdes. Sino más bien de un castaño oscuro casi negros. Mi cabello tampoco era rubio sino color chocolate. Mi cara era redonda y tenía la nariz y la boca pequeñas. Mi mentón también era pequeño y estaba bien definido. Lo único bonito de mi rostro eran mis cejas; que estaban bien arregladas y del grosor exacto. Ellas resaltaban por su color oscuro sobre mi piel blanca.

Mi cuerpo tampoco era algo espectacular. No era tan alta pero tampoco era baja. Mis caderas eran anchas y las piernas también. Además no era mujer delgada; mi vientre no estaba plano como el de muchas de las chicas y mis medidas no eran perfectas.

Ofir era un chico demasiado guapo como para fijarse en mi.

Escuche a lo lejos a Ian. Decidí dejar de mirarme en el espejo para ir a hablar con el. Su aspecto había empeorado en los últimos días.

Sentía que le debía una conversación. No había sido capaz de darle la cara después de lo sucedido con mi hermana. También necesitaba preguntarle por Ofir. El podía saber algo que yo no.

—Hola —lo saludé llegando a su lado—. No voy a preguntar como estas porque es algo que ya supongo.

—Estoy bien, en lo que cabe —respondió sin mirarme.

Eso no era cierto.

—He estado mejor pero al menos ya no tengo tanta necesidad de drogarme. Los enfrentamientos con las Sloper son suficientes para calmar mi adrenalina.

—De drogarte tal vez ya no sientas ganas, pero de matar a cierto hombre supongo que si —cuestione sentándome a su lado.

Ian jugueteaba con una ramita de Eucalipto.

—En verdad que lamento lo que Lena te hizo. Te admiro porque al final cumpliste con tu palabra de no tocar a mi hermana, y eso es el algo que siempre te voy a agradecer.

—De que me sirvió eso. Yo la respete, pero el no. Si tan solo no hubiera sido tan tonto...

—No fuiste tonto —interrumpí mirándolo a la cara—. Ne demostraste que siempre estuve equivocada. No eras el chico popular e inmaduro que yo creía. Demostraste que eres cien veces mejor que el, y lo hiciste cuando decidiste que mi hermana era lo suficientemente importante para ti, como para irrespetarla y hacerle daño. Cuando ese día decidiste hacerte a un lado y no apretar el gatillo, me hiciste ver que eras el mejor hombre que mi hermana podía tener a su lado. Eso no te hace un tonto, te hace un verdadero caballero.

—Se que me portaba algunas veces cómo un idiota. Pero mi madre me enseñó muchas cosas —añadió mirándome a los ojos.

Tras mí confesión no estaba enojado, sólo dolido.

—Cometí muchos errores pero en verdad amo a tu hermana.

—Lo se, y debo disculparme por que en un principio me alegre de que no fueras el padre de mi sobrino. Me equivoqué; hubieras sido un excelente padre para ese niño. Por eso quiero que no te rindas. Eres un guerrero, y puedes salir de esta —los ojos de Ian brillaron de una manera que nunca había visto—. Puedes vencer lo que sea, y eso lo se de sobra porque tu y yo somos muy parecidos. Por esa razón nos odiábamos tanto, yo creo en ti y creo que eres capaz de hacer cualquier cosa. Esta situación no te va a derrumbar, te hará más fuerte.

—¿En verdad crees en mi? —musito, era difícil para el creerme.

—Si creo en ti.

—Entonces creerás cuando te digo que Ofir es inocente —pregunto Ian enarcando una ceja.

Un segundo de amistad y el ya quería que confiara en su palabra.

—El no se robó nada y eso que dice Azur es mentira. El nunca se metió ningún tipo de sustancia alucinógena, y mucho menos sería capaz de robarse los mapas sabiendo que nuestra vida depende de ello. Debes creerme cuando te digo que todo es una trampa.

Todos merecen el beneficio de la duda. Mas cuando muchos abogaban por el.

—¿Porqué lo sabes? —interrogue frunciendo el seño—. Si estas tan seguro que es inocente, es porque sabes quien es el culpable.

—No tengo pruebas.

—Es que yo también creó que es inocente y lo que más me preocupa es que Ofir este..

—¿Muerto?, no el esta vivo.

Una sombra de esperanza atravesó mi corazón.

—¿Cómo lo sabes? ¿Lo has visto?

—Sí poco después del ataque lo vi. Estaba bien pero no se como este ahora. Dejó comida escondida por si el viene detrás de nosotros pueda encontrarla —Ian largo un suspiro—, pero no tengo la certeza de que la encuentre.

—Entonces, no está muerto.

—Tengo toda la fe de que no.

—Gracias a Dios.

—Ahora debo irme, también quería decirte que tengas cuidado —me advirtió colocándose de pie—. La puñalada te la puede dar el más cercano.

Ian se marchó y no me dejo tiempo de preguntarle nada más. Parecía muy seguro de lo que me dijo. El no tenía motivos para mentirme. Pero si Ofir no era el culpable ¿Quien sí lo era?

Debía llegar al fondo de todo. Descubrir quien era el culpable y quien era inocente. En mi vida no había lugar para un engaño de ese tipo. Mucho menos cuando esto afectaba la seguridad de mi familia.

El culpable estaba colocando en riesgo la vida de todos al robarse los mapas; fuera quien fuera no era bueno.

Había perdido a casi toda mi familia. Tenía demasiado dolor y rabia. Había perdido muchas personas, y haría todo lo posible por no perder más.

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