CAPÍTULO 17
Mi poca noche fue algo tranquila. No obstante cada cinco minutos me despertaba y el recuerdo de Tobías me llegaba a la mente. Me parecía que aun estaba con nosotros; que aun seguía con vida.
Termine de arreglar mi maleta. Llevaría apenas lo que podía cargar. Los hombres se encargarían de las armas y de las cosas más pesadas. Iríamos en 5 grupos de 9 personas.
Me sentía calmada y sosegada. No estaba tan aterrada como pensé que lo estaría. La presencia de Jordán me hacía sentir muchísimo mejor. Era como si a su lado nada ni nadie pudiera hacerme daño.
Y ni hablar de la de Ofir. Con ellos dos a mi lado no tenía nada que temer.
Escuche un alboroto proveniente del sitio en el cual dormían muchos de los soldados.
Vislumbre a lo lejos dos soldados que traían agarrado a Ofir por los brazos. Mi hermano venía tras de ellos y parecía verdaderamente enojado.
Ian estaba también cerca y vi que discutía con Azur. Todo el campamento estaba atento a la gresca. Parecía que algo grave había pasado.
—¿Qué sucede? —pregunté llegando a donde se hallaban todos.
Observe con miedo las manos esposadas de Ofir.
—¿Porqué tienen a Ofir esposado?
—Te juro que no hice nada malo —se defendió Ofir llegando a donde yo estaba —. Esto es una trampa. Yo soy inocente.
Su pecho bajaba y subía. El estaba muy asustado. Además los otros dos soldados no lo soltaban, lo trataban como un criminal.
—Qué…
Sólo pude pronunciar esa sílaba ya que Jordán me interrumpió.
—¡Si eres tan inocente entonces que hacías con la droga que tenía decomisada! —contraataco Jordán fulminándolo con la mirada—. Y vas a decirme que hiciste con mi dinero, y los mapas que tenía de Rick Vaill.
—¿Jordán, te robaron? —cuestione sin poder creerlo.
—¡Ofir fue quien me robó!
Ofir me miro con sus hermosos ojos azules.
No.
El no podía ser un ladrón. Mi instinto no podía engañarme.
—No, yo no fui. Jamás me robaría algo. Créeme yo no lo hice, no se como…
—¿Qué no lo hiciste? y ¿Porqué la droga estaba entré tus cosas? —exclamó mi hermano alzando una bolsa con un polvo blanco.
Tenía que ser un error.
—Además te vieron salir de mi tienda. Todo te acusa, así que si no quieres que las cosas se pongan peor tendrás que decirme, ¿Dónde esta ese bendito mapa?
—No lo se, yo no lo tome —repitió Ofir, sus ojos no se apartaban de mí—. Te repito que no fui quien te robó.
—No quieres hablar ¿Verdad? —exacerbó Jordán llegando a su lado—. Vamos a ver sí después de unos días sin comida cambias de opinión, ¡Pónganlo en custodia, y que nadie se le acerqué!
—Pero Jordán…
Jordán me alejo de Ofir y me miró con severidad.
—Pero nada Isi, no se te ocurra defenderlo. La droga estaba en su uniforme. Es un ladrón, además lo vieron saliendo de mi tienda.
Jordán me miró fijamente. Esas eran pruebas muy contundentes.
—Y por si no fuera poco no es la primera cosa que se roba. Le robo un libro a uno de los soldados. Un libro de autoayuda o algo así.
Me quede inerte. Como si acabarán de echarme un baldado de agua con hielo.
El libro que el me había regalado era de alguien más. A parte de ladrón era un mentiroso.
Me acerque de nuevo a Ofir mientras intentaba retener las lágrimas.
—¿Cómo fuiste capaz de robarle a mi hermano?
Tal vez si Azur tenia razón y el no era de fiar. Y yo cómo una tonta había caído en sus encantos.
—¿Dime donde esta el mapa?
—Por lo que más amo en este mundo te juro que no se donde esta —contestó mirándome detenidamente.
Parecía tan sincero pero no quería que me engañara.
—Jamás te mentiría por favor créeme. ¡Yo no hice nada! ¡Soy inocente!
Jordán estaba muy enojado y yo me sentía decepcionada de Ofir.
No lo creí capaz de tal bajeza, pero el me lo había insinuado a mí y también a Azur. Como no quisimos ayudarlo lo hizo por su cuenta.
Algo dentro de mi quisiera creerle. Aún así todo lo acusaba.
El me había aconsejado robarle a mi hermano. Era decepcionante ver como se había mostrado como una persona distinta a lo que era, todo para engañarme.
Lo de las droga lo entendía porque yo había pasado por lo mismo. Sabía que el desespero era insoportable. Pero robarse el mapa ya era otra cosa muy diferente y nada tenía que ver con su adicción.
—Eres un desgraciado —susurre sin apartar mis ojos de los suyos—. Ojala dejes de mentir, y digas la verdad .
Vi el dolor en los ojos de Ofir. Más dolida estaba yo, el me había mentido, me sentía tan decepcionada.
—¡Te juro que no lo hice! —su voz se quebró—, yo te…
—¡Llévenselo de aquí! —ordenó Jordán.
Ofir intento zafarse, por eso fueron necesario otros dos soldados para contenerlo. A pesar de todo no querían que le hicieran daño. Me tranquilice al ver que el dejaba de forcejear.
El era un mentiroso.
O tal vez había mostrado sus verdaderas intenciones y yo no las pude ver. Me había concentrado tan sólo en su atractivo y en el hecho de que me gustaba y había descuidado lo verdaderamente importante.
De los demás chicos tenía referencia, sin embargo de Ofir no sabía absolutamente nada. Ni siquiera que había hecho en su vida pasada.
Me aleje del lugar quería estar sola. Necesitaba aclarar mi mente.
Azur me siguió de cerca, supongo que quería decirme algo. El me advirtió de Ofir sólo que pensé que era una exageración.
Nunca pensé que llegará a tanto. Lo único que teníamos para llegar a Rick Vaill eran esos mapas, sin ellos estábamos perdidos.
—No quiero decirte esto pero te lo dije —añadió Azur llegando a mi lado—. Ofir es un traidor.
—Tenías razón, al menos ya está detenido. No podrá hacer más daño —comenté posando mi mirada en el suelo.
Lo único que quería en eso momentos era llorar. Y ahora ni eso podía.
—Pero se robó los mapas; sin ellos no podremos llegar a Rick Vaill —agregó Azur con preocupación—. Tu hermano va a sacarle la verdad. Por el momento es mejor que no te acerques a él.
—No lo haré, ya no confío en Ofir —musite con profunda tristeza—. No me le acercaré nunca más.
—Esas palabras me hacen sentir más tranquilo —dijo acariciando mi rostro.
La sonrisa de Azur era amplia. Sin embargo su cercanía seguía incomodándome. Me retiré de el para que ya no pudiera seguir tocándome.
—Si tu estás bien, yo lo estaré. El no es bueno; jamás vuelvas a verlo, ni a creer en él.
—Lo haré, no te preocupes —respondí sin mirarlo—. Nos vemos más tarde.
Azur se sintió con la confianza suficiente de darme un beso en la mejilla. Cada vez odiaba más que hiciera cosas que yo no quería.
—Azur, basta deja de estar acosándome, ¡Déjame en paz!
No espere a que me respondiera y camine hacia la tienda de Jordán.
Estuve un rato allí en silencio. Debatiéndome entre lo que debía creer y lo que no.
Tan sólo existía una verdad absoluta: pruebas en contra de Ofir.
El grito de alguien me hizo volver de mis pensamientos y poner los pies en la tierra. Me asomé por la puerta de la tienda. Los soldados tomaban posición de ataque y se cubrían entre los barrancos.
En menos de un segundo el campamento estuvo rodeado de Sloper. Las maquinas empezaron a disparar por doquier.
Busque con mi mirada a mis hermanos, pero el campamento era un total caos. El ruido de la batalla acallo cualquier grito que los soldados hacían.
El corazón empezó a martillarme con fuerza.
A lo lejos vía a Jerjes y a Lena, el chico la estaba protegiendo. Corrí con todas mis fuerzas hacía el lugar; mientras lo hacía intenté desenfundar mi arma sin éxito alguno.
Un soldado cayó justo al frente de mí, haciéndome caer al suelo. Tenía mucha sangre y dos disparos a la altura del pecho. Busque el pulso pero fue negativo: estaba muerto. Sin embargo sus ojos seguían abiertos, como una advertencia de que no sería el único que caería ese día.
Me arrastre por encima del cadáver. Por un segundo todo se torno blanco, fue como si el tiempo se hubiera ralentizado y todo fuera más lento. Quizá producto del sonido de los proyectiles.
Lena estaba tirada en el suelo a pocos metros de mi; Jerjes la protegía con su cuerpo a la vez que de su brazo derecho salía sangre. Mi hermano pecho tierra, daba unas órdenes que no podía entender.
Cerré con fuerza los ojos e intenté concentrarme, enfocarme. Si no destruíamos las Sloper, nos matarían a todos. Sólo teníamos una opción: fuego.
Me impulse sobre mis codos y avance rápidamente hacia donde se encontraba mi hermano.
Algunas piedritas se me clavaron en la piel más no les preste atención. Llegué a su lado, estaba tan distraído con las Sloper; que no me presto ningún tipo de atención.
—¡Combátelas con fuego! —grite hacia Jordán—. Es la única manera de vencerlas.
—No tengo como hacerlo, sólo tenemos armas de corto alcance —contestó.
Estaba bastante sucio y casi no podía oírlo.
—Y no tengo ningún tipo de combustible.
No se necesitaba combustible. Tras la muerte de mi madre entendí que no había nada que quemará mejor que un par de prendas de vestir.
—Con ropa, haz una barrera de fuego. El humo será lo bastante espeso y nos dará tiempo para correr —agregue.
Empecé quitándome la camisa del uniforme. Saque un encendedor que cargaba en uno de mís bolsillos, y le prendí fuego a la prenda. Mi chaqueta no dudo en encenderse rápidamente.
Los soldados que habían cerca empezaron a hacer lo mismo. Nos encontrábamos detrás de unas rocas. Tiramos hacia adelante las prendas encendidas. El aire se cubrió de un espeso humo y pronto tuvimos una barrera de llamas.
Las Sloper confundidas no sabían hacia donde disparar. Rápidamente con palos, empezamos a tirar hacia las Sloper pedazos de ropa caliente. Esto provocó que sus cascos blindados flaquearan. El fuego se mezcló con el material de sus cascos.
Parecía que no toleraban muy bien la calor. Con total asombro nos dimos cuenta de que pronto empezaron a estallar. Era la primera vez que veía una de esas cosas siendo destruida.
Justo en ese instante supe que teníamos oportunidad. Que si podíamos ganar esa guerra. A pesar de eso ellas eran demasiadas y no teníamos como derrotarlas a todas. Otra vez debíamos correr.
—¡Vayan hacia el sur! —exacerbó Jordán colocándose de pie—.Cubran el franco izquierdo, ¡Muévanse!
Con rapidez nos movimos haciendo un círculo. Los soldados cubrieron el grupo. Ubicamos los civiles en la parte central.
Me coloque cerca de Lena ya que ella estaba muy asustada, Jerjes tenía un brazo herido. Reu más atrás intentaba proteger a su familia.
Busque con mis ojos a Ofir pero no logre verlo. Ni a el ni a Azur. En el suelo yacían 7 cadáveres.
Todos eran soldados, sentí un vacío en el estómago al pensar que Ofir podría estar entre las bajas.
No tenía tiempo de averiguarlo. Me seque las lágrimas antes de seguir. Si no nos movíamos pronto todos moriríamos.
—¡Avancen rápido, debemos movernos hacia el río! —Vocifero mi hermano—. Cubran la retaguardia.
Durante los siguientes minutos, sólo se escuchaban jadeos, sollozos, llanto y nuestros pasos apresurados. Logre ver a Azur quien iba en la parte delantera del grupo. No obstante Ofir no estaba por ningún lado.
Los soldados rodearon a los civiles, como hacen las grandes manadas de elefantes cuando sienten una amenaza: colocan a sus miembros más débiles, niños y heridos en el centro del círculo, para protegerlos de cualquier depredador.
Nos movimos en grupo, juntos como una colmena que necesita cada una de sus abejas para sobrevivir. Todas eran importantes, todos éramos valiosos. Perder a uno era perderlos a todos. Por que con cada ser que moría, nosotros nos volvíamos más débiles.
Si los Shiyloper nos asesinaban sin consideración, eso indicaba que sólo querían una cosa: la extinción de la raza humana.
El karma existe, es cruel y a la vez justo.
Por siglos nosotros asesinamos, vendimos y esclavizamos otras especies. Muchas se extinguieron por nuestra culpa, y ahora el mundo nos cobraba factura.
Debíamos pagar por nuestros actos. Aprender en nuestra propia piel lo que se siente. Sufriríamos desde la invasión y hasta el final de nuestros días. Escondiéndonos, huyendo, no tendríamos paz.
Sólo esperaba que algún día volviéramos a ser libres.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro