Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 16

Hice un pacto con Ofir. Era una complicidad por así decirlo entre los dos. Me escapaba por las noches cuando el hacia la guardia.

Y en esos minutos que eran escasos Ofir me narraba un cuento diferente todas las noches. Llevábamos cinco días en esa rutina que hacia de mis noches el momento más esperado del día.

Cada vez estábamos más cerca de Rick Vaill. Habíamos tenido unos días tranquilos en los cuales logramos pasar desapercibidos para las Sloper.

Cada vez sentía la esperanza crecer en cada uno de nosotros. Lo que si se nos estaba agotando era la comida.

—Bueno —determinó Ofir acomodándose el uniforme—, ¿Cuál cuento quieres oir esta noche?

—¡Mi favorito! —exclame desde la improvisada silla.

—¿El gato con botas?

—Si ese.

El cuento del gato con botas me gustaba desde niña. Y desde que Ofir empezó a actuar y hacer la mímica de el se había convertido en mi favorito.

La narración demoraba muy poco. Pero yo disfrutaba cada momento.

—¿Y qué tal? —preguntó con voz agitada sentándose a mi lado.

—Cada vez lo haces mejor —agregue mirándolo de reojo—, eres muy bueno para esto.

—Si, creo que hubiese tenido una carrera muy brillante como actor.

Ofir permaneció en silencio. Sabía que en esos instantes recordaba a su familia y eso lo ponía muy triste.

Por eso me aguante las ganas de preguntarle sobre su vida pasad Preferí esperar a que el me tuviese la suficiente confianza para contármelo.

—Creo que ya es hora de que me vaya a dormir —agregue estirando los brazos—, estoy muy cansada, hoy caminamos mucho.

—Yo también estoy cansado. Me duele mucho la espalda.

—Es normal, te pusieron a cargar todos los víveres a ti sólo.

—Si por eso tengo un dolor de espalda y de cuello insoportables.

El tomo su cuello con su mano derecha y lo movió de lado a lado a la vez que hacia una mueca de dolor.

—Auss.

—¿Quieres que te haga un masaje?

Ofir se giró para verme con ambas cejas levantadas.

—Mi papá llegaba muy cansado de la mina. Por eso le hacía un masaje todas las noches antes de dormir.

—Te lo agradecería tanto, en serio que me está doliendo demasiado.

Era algo que debía reclamarle a Jordán. No era justo de que se aprovechará de Ofir colocándole tanta carga encima.

Jordán decía que era uno de los soldados más fuertes que tenia y que por eso debía llevar más. A mi de todas maneras se me hacía injusto.

Me levanté y me arrodille detrás de el. Coloqué ambas manos en sus hombros y con movimientos circulares empecé a clavar la yema de mis dedos en su piel por encima del uniforme. Empecé muy suave para que el se acostumbrara y después lo hice un poco más fuerte.

Ofir no dijo nada, pero sabía que se estaba relajando. Podía notar como los músculos dejaban de estar tan rígidos.

Seguí masajeando hasta que pasado un rato note que su respiración se suavizaba y su cabeza caía suavemente sobre una de mis manos.

Me impulse hacia adelante y comprobé que estaba dormido.
De seguro el cansancio lo habia vencido.

—Ofir despiértate —le dije en voz baja—, debes ir a dormir. Ofir...

Me miro de soslayo y abrió muy poco los ojos.

—Tienes razón, tengo tanto sueño que podría dormirme sobre una roca.

El se coloco de pie tambaleándose, soltó un largo bostezo antes de hablar.

—Se me había olvidado que traía algo para ti.

Me coloque de pie con entusiasmo. De uno de los bolsillos de su pantalón saco una pequeña libreta color negro.

—La había sacado de la biblioteca, se que te gusta leer así que...

Otro bostezo interrumpió su discurso.

—Perdóname, no quiero ser grosero. Tómala, es tuya.

Ya me había acostumbrado a que todas las noches me obsequiara algo distinto. No sabía de donde sacaba esas cosas, pero me encantaba que me las regalará.

La libreta era un libro de autoayuda con muy pocas páginas. Se podría leer en un parpadear.

—Llevo tanto tiempo sin leer algo. Y pensar que antes era mi pasa tiempo favorito.

—A mi en cambio leer me da flojera —admitió cerrando los ojos—, pero me encantan las mujeres que leen.

Sentí tanto calor en las mejillas que presentí que iban a incendiárseme allí mismo.

Lo escudriñe con la mirada y me di cuenta de que se estaba quedando dormido de pie.

—¡Ofir!

—¿Qué? ¿Qué paso? —preguntó el sobresaltándose.

—Me voy a dormir. Te estas durmiendo de pie.

—Si lo se. Te acompañó a la tienda y me voy a descansar.

Ofir coloco su mano en mi espalda y caminamos hasta la tienda. El me acompañaba todas las noches, ya que decía que era muy peligroso que saliera sola.

Los soldados disponían pequeñas lámparas sobre el suelo. Así que lográbamos ver parcialmente el camino.

Frene en seco ya que tenía una sensación no muy agradable en mi cuerpo.

—Ofir...

—Si, ¿Quieres algo? —interrogó girándose hacia mi.

—Es que tengo ganas de ir...

Sabía que por la oscuridad el no podía notar la vergüenza que me daba pedirle eso.

—¿Ir? ¿A dónde?

Rodé los ojos, era imposible que no cayera en cuenta.

—Pues a el baño. Debo ir al baño.

El se froto los ojos con la palma de sus manos; despabilándose.

—Ya entiendo.

—¿Podrías acompañarme?

No tenía otra opción. No podía ir sola a esas horas de la noche, y tampoco podía despertar a Jordán.

El debía hacer la guardia a él amanecer y esas eran las únicas horas que tenía para descansar.

—Claro que si señorita Isi, se te olvida que soy tu guardaespaldas privado —el sonrió dejándome ver sus dientes perfectos.

Rebusco en uno de sus bolsillos y sustrajo una pequeña linternilla.

—Creo que por allí está bien.

Señaló con la luz un lugar en donde se alzaba la maleza.

Camine delante de el, mientras Ofir iluminaba mi camino para que no me cayera.

Llegamos a una gran roca y el la rodeó sin dejar de alumbrar.

—Este lugar esta bien, no hay ninguna alimaña cerca. Me haré detrás de la roca. Si necesitas algo me llamas ¿Bueno?

—Si gracias.

No era fácil miccionar en ese lugar. Además me daba pena que el pudiese verme.

—Ofir, ¿No me estás viendo, verdad?

—Claro que no.

Aunque no lograba verlo por el tono de su voz sabía que se estaba riendo.

Qué pregunta más tonta Isi.

—Quédate quieto, allí.

—No moveré un solo músculo, te lo prometo.

Al fin mi cuerpo pudo descansar. No me gustaba hacer mis necesidades en cualquier lugar pero no tenía de otra.

Después de unos momentos termine con lo mío y volvimos a la tienda. Ofir llevaba consigo una botella de agua y hasta pude lavarme las manos.

—Gracias por todo.

—El que debe darte las gracias a ti soy yo; por confiar en mi. Si necesitas algo sólo debes llamarme.

—Lo haré.

Sonreí mientras el me daba un beso en la frente. Siempre se despedía de mi de esa manera. Nunca había intentado pasar los límites. Y comencé a pensar que el me veía como una buena amiga.

—Ten buena noche —fue lo poco que dijo antes de irse.

Ingresé a la tienda con las dudas aflorándome en la cabeza.

Ofir me gustaba.

No había ningún motivo para que yo negará eso.

Me atraía como hombre ya que era imposible que estuviera tan cerca y no despertará en mi sensaciones indescriptibles.

El lío era que no sabía si el sentía algo por mi. Quizá sólo me veía como alguien a quien debía ayudar; y ya. Dure sentada un rato pensado en eso.

—¿En dónde estabas?—preguntó Lena sin abrir los ojos.

—Por ahí, con...

—¿Con quién?

—Con Ofir —musite recostándome.

Lena abrió los ojos y me miro con sospecha.

—¿Y qué hacías con el a está hora?

—Nada, le pedí que me acompañará a el baño. Eso es todo.

—¿Segura que es todo?

—Bueno... no todo.

Me giré para encontrarme con el rostro sonriente de Lena.

—Pasa algo con Ofir, ¿Verdad?

Lena era mi hermana y por ende confiaba en ella. Además no tenía a nadie más a quien contarle acerca de mis sentimientos.

—Con el no pasa nada, el problemas es conmigo.

—¿Contigo? ¿Qué pasa contigo? —inquirió impulsándose sobre sus codos para poder verme.

Me senté de nuevo mientras me frotaba el cabello.

—Es que estoy... sintiendo cosas por el.

—Ja, ja, ja.

La carcajada de Lena por poco y despierta a Jordán quien lanzó un bufido a la vez que se reacomodada. Gracias a Dios no se despertó.

—¡Cállate! —exclame en voz baja—, vas a despertar a Jordán.

—Lo siento, pero...

Lena siguió riéndose y se tapo la boca con la cobija. Ahogando así sus carcajadas.

—No debí contarte nada —bufe mirándola mal.

—Espera —pidió al ver que le daba la espalda—, es que me cayó en gracia la situación pero prometo no volver a reírme.

La señale con mi dedo.

—Lo prometes.

—Si, pero cuéntamelo todo.

Y ella quería que la narrará una historia de amor digna de telenovela. Cuando no había nada que decir.

—Es que últimamente hemos estado muy cerca, y Ofir es muy simpático, y...

—Tiene un cuerpazo como de dios griego y un rostro tallado por los mismísimos Ángeles —me interrumpió Lena entre risas.

Sentí que la rabia se me trepaba a la cabeza.

—¿Quieres callarte?

—Esta bien —concedió pasando un dedo sobre su boca como si acabará de correr un cierre.

—Y me gusta, eso es todo.

Lena me miro ya más seria. Dejó de reírse y se aclaró la voz.

—Yo no veo ningún problema con eso. Ofir es bueno, y tu también. Ninguno de los dos tiene compromiso así que no hay ningún lío con que estén juntos.

—Si ya lo se. Pero Ofir... No me dice nada, y no creo que sienta algo por mi.

—Ah, es eso. Entonces tú no sabes si le gustas.

—Exactamente.

Lena se quedo pensado como buscando en su bella cabeza algo que sirviera para solucionar mi pequeño problema.

—Pues ve y pregúntaselo, y ya.

Se encogió de hombros como si lo que acabará de decir fuese la tarea más fácil del mundo.

—¡Claro que no! ¡Qué te pasa!

De manera instantánea me imaginé a mi preguntándole a Ofir eso. Y de manera automática me imaginé una respuesta negativa a Ofir mandándome por un tubo.

No.

No, no y no.

No iba a pasar por la vergüenza de que Ofir me rechazara.

—Pero no tiene nada de malo —se defendió Lena—, además ¿Qué puedes perder?

—La dignidad, por ejemplo —respondí mirando para otro lado—, y lo que es más importante, su amistad.

Lena se sentó mirándome con fastidio.

—Te voy a poner un ejemplo. El tonto de Azur.

—¿A qué viene Azur en todo esto?

—A que Azur se te declaró y tu lo rechazaste. Y más sin embargo el sigue insistiendo y tu sigues siendo su amiga. Así pasará con Ofir.

Lena me observó de arriba a abajo.

—Eso en caso de que te diga que no. Pero yo creo que te va a decir que si. ¿Qué hombre se va a resistir a tener una relación con una mujer como tú?

—Pues...

—Isi, eres perfecta.

Abrí los ojos porqué no pensé que ella tuviera ese concepto de mi.

—Inteligente, valiente y muy bonita. Ofir te va a decir encantado que si.

—Gracias por los halagos pero... yo no le voy a pedir a Ofir que sea mi novio.

—¿Y por qué no?

—¡Porqué no!

Jordán volvió a removerse producto de nuestra voces. En cualquier momento podría despertarse.

—Piénsalo, y si necesitas mi ayuda no dudes en pedírmela. Soy experta haciendo caer a los hombres.

—¡Eso se escucho horrible! —la regañe acostándome—, más bien duérmete; y no se te ocurra decirle una palabra de esto a Jordán.

—Tranquila que mi boca es un tumba.

Me guiño un ojo antes de darme la espalda para dormirse.

En pocos minutos Lena estaba dormida y yo me encontraba más enredada que una caja con estambres.

Entre las Sloper y Ofir habían logrado instalar en mi un constante insomnio.

No obstante había una realidad y era que en la situación en la que estaba no podía pensar en tener una relación con alguien.

No cuando a cada instante estábamos a punto de morir. Mi objetivo primordial era mantener a mi familia con vida.

Nada más.
 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro