Epílogo
- ¡¡¡¡LIBRE!!!!, ¡¡¡¡LIBRE AL FIN!!!!
El ser de color borgoña desplegó sus alas y rompió el caparazón que había sido su propio corazón durante tantos años. Por un momento se sintió extraño al ver su propio cuerpo desde dentro, pero desechó ese sentimiento. Movió su cuerpo por primera vez y sonrió con maldad... Sí... era libre. A su lado estaba la figura yaciente del jinete, había cumplido su cometido. La había esperado durante milenios, esperado hasta que nació cuando casi había perdido la esperanza. Su vida brilló como un faro para él, supo en aquel instante que su espera había terminado. La cogió con uno de sus enormes brazos con delicadeza, aquel cuerpo humano era demasiado frágil incluso para él. Tras de sí empezó a derrumbarse su propio cuerpo pues sin el corazón que lo mantenía con vida solo era una carcasa muerta. Salió por la boca, tal y como había entrado la chica y pudo ver a sus tres hijos esperándole fuera. Los tres hincaron la rodilla en el suelo y pusieron un brazo cruzado en el pecho. Él asintió y dejó a la figura que transportaba suavemente en el suelo.
- ¡Padre! - dijo uno de ellos - hemos esperado con ansias este momento.
- Yibrael - paladeó el nombre de su hijo - habéis cumplido bien. Sois buenos hijos. Ahora queda la misión más importante, vengarme de aquellos que me encerraron durante tanto tiempo... Mis hermanos, los originales y sus estirpes... Acabaré con el dominio de esas miserables razas que pueblan la tierra y me erigiré como lo que debiese haber sido desde el principio... SU DIOS...
- ¡Maldito seas!!! ¿qué le has hecho a Senda? - Draco había entrado en la cueva e intentó atacar al original pero con un leve movimiento lo empujó contra la pared derribándole.
- ¡¡Un dragón!!! Serás lo primero que devore, a uno de los hijos de mis hermanos. - fue hacia él con intención de matarle.
- Amo... - se dio la vuelta al escuchar la voz cantarina que le había llamado - me gusta... ¿puedo quedármelo? - dijo la joven levantándose del suelo. El original sonrió.
- ¿Le quieres como mascota? - la chica asintió - Entonces te lo concederé. - La joven caminó hacia donde estaba el dragón caído.
- Senda... pequeña... ¿qué te han hecho? - le preguntó asustado. No sentía nada... no había ninguna conexión entre su jinete y él, había sentido el mismo momento en el que cayeron sus conexiones, no podía sentirla de ninguna manera, era como si fuese una extraña para él. Las conexiones que había mantenido con todos estaban muertas, ¿cómo era posible? - pequeña... mírame... soy yo, soy Draco, por favor, ven conmigo, salgamos de aquí. - le suplicó.
- ¿Por qué me iba a ir contigo si estoy donde tengo que estar? - señaló al original - estoy junto a mi amo, junto a mis hijos... ¿dónde debo ir contigo?
- Donde perteneces, pequeña, a casa.
- Estoy donde pertenezco, dragón - dijo con una risita infantil - le pertenezco a él, a mi amo - volvió a señalar al original - Me gustas, me gustas como hablas, me quedaré contigo.
- Ven mi jinete, tenemos que decir al mundo que he renacido. - la llamó el original y ella asintió con servidumbre. - Traed al dragón, vuestra madre tiene una mascota nueva.
- Vamos, dragón - dijo Micael y le ayudó a levantarse, Draco se zafó de él pero le siguió sin oponer resistencia. Había jurado a su jinete que nunca la dejaría sola y por los grandes ancestros que iba a cumplir su juramento a pesar de todo.
El enorme ser dio un rugido y su cuerpo se transformó en un inmenso dragón de color rojo, extendió su ala y la joven subió por ella mientras una esencia borgoña, del mismo color que el dragón, empezó a surgir de ella cubriéndola el cuerpo entero como un traje. Se agarró a las crines del enorme ser y juntos izaron el vuelo. Juntos volaron por primera vez como jinete y dragón.
Cuando llegaron al techo de la caverna el dragón lanzó una enorme llamarada de fuego rojo y el techo se fundió delante de ellos, poco después llegaron al lecho marítimo y después a la superficie. El sol brillaba con todo su esplendor y aquello que durante milenios había pasado sin ver su luz por fin pudo volver a sentir el calor de los rayos de sol.
- 'Dominaremos el mundo, mi amado jinete. Nuestra estirpe nacerá de tu vientre y seremos los señores de toda la Tierra. Todos me adorarán como su dios y se inclinarán ante ti como su reina'.
- Sí, mi amo. - dijo ella sumisamente.
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