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Capítulo 40

Sudaba a mares... el calor era tan intenso que casi nublaba mi vista, me costaba respirar incluso ayudada por mi esencia. ¿Cómo era posible que el original viviese en aquellas condiciones? Draco a mi lado caminaba penosamente también, su constitución de dragón estaba a punto de colapsar en aquellas condiciones tan extremas. De repente me detuve y miré horrorizada a los ángeles...

- Puedo sentirle, puedo sentirle físicamente... - me volví a Draco que también me miró momentáneamente asustado.

- Hemos llegado, madre - me dijo Yibrael. Los últimos metros los hicimos en silencio y llegamos hasta una bifurcación de túneles.

- Debes esperar aquí, dragón - dijo Micael poniendo su mano delante del pecho de Draco.

- Si no quitas esa mano de ahí te la arrancaré - le advirtió de malos modos.

- Madre ha de entrar sola, ni siquiera entraremos nosotros con ella.

- Yo iré con ella, le pese a quién le pese - iba a decir que yo sin Draco no me movía pero si algo era cierto es que Draco tendría más oportunidades de sobrevivir si no estaba a mi lado cuando viese al original. Me puse delante de él y le cogí las manos.

- Iré sola, Draco. Haré lo que me piden.

- No, el rey no te lo permitiría y yo tampoco, pequeña.

- No quiero que te haga daño, yo... - le miré y supe que me había entendido, si él estaba presente sería algo con lo que el original podría amenazarme. Si no estaba yo podría intentar matarle. Gruñó pero asintió levemente. Me cogió de los hombros y me miró fijamente.

- Ante cualquier atisbo de...

- Lo sé, te llamaré.

- Senda... yo...

- Te quiero, Draco, lo sabes. Traeré de vuelta al rey, te lo prometo.

- Te creo, pequeña. Yo también te quiero. Senda... - pareció que iba a decirme algo pero se calló, le miré interrogante - gracias por dejarme ser tu dragón.

- Gracias por dejarme ser tu jinete - sonreí y me cogió de la nuca y acercó sus labios a los míos en un beso cargado de sentimientos.

- Sé fuerte, pequeña. - le sonreí.

Me señalaron uno de los túneles y entré en él, no hacía falta que me despidiese de los ángeles aunque también agradecía que no estuviesen presentes en mi primer contacto con el original. Pronto vería la enorme cueva blanca que siempre aparecía en mis sueños... o en mis pesadillas. Anduve un largo rato y las antorchas empezaron a espaciarse, por fin el túnel se abrió en una enorme cueva, pero no era blanca sino al contrario, completamente negra, del color del carbón... pero, ¿qué...? Sentía la presencia del original por todas partes pero ¿dónde estaba?. Algo se movió delante de mí y di un respingo hacia atrás, un ojo de color rojo se abrió a mi altura y sorprendida pude vislumbrar la forma del original.

No era como en mis sueños, no había una cueva blanca, supongo que esa siempre fue una representación para que pudiese comprender su magnificencia. A lo largo de los siglos, de los milenios en los que había permanecido allí atrapado, el original se había petrificado y estaba unido al suelo y a las paredes de la cueva formando una enorme y colosal montaña en el interior del centro de la tierra. Su tamaño era treinta veces el del mayor dragón que hubiese visto, casi no podía hacerme a la idea de un ser tan gigantesco moviéndose. Sus patas y sus alas se habían fundido al suelo y no se distinguía donde empezaba uno y donde acababa otro. No era parecido al ser que veía en mis sueños sino mucho más parecido a un dragón de lo que me gustaría admitir.

- Por fin ante mí, hembra humana - las palabras salían de su boca y no de su mente.

- Hablas... - constaté.

- He esperado milenios este momento. - mi mano se cerró fuertemente sobre la empuñadura de la hoz de druida. - por fin mi espera ha terminado.

- Devuélveme al rey dragón.

- Libérame - suspiró.

- ¡Te mataré si no me lo devuelves!! - le grité.

- Libérame - volvió a repetirme.

- ¿Cómo? No podría ni aunque quisiese.

- Entra en mí, busca mi corazón y libéralo, cuando toques mi corazón por primera vez con tu esencia plateada te devolveré a tu dragón - me quedé paralizada ante su propuesta.

- ¿Entrar en ti? - ¿cómo se entraba en un original?????

- Ven.... - y abrió sus enormes fauces y supe que quería que me metiese dentro. ¡Genial! Me iba a convertir en pienso para dragones.

- Yo no...

- ¡Entra! Busca mi corazón y libéralo. - después de la primera impresión lo pensé bien. Si destruía su corazón cabría la posibilidad de que no pudiese seguir viviendo. Quizá esa era la oportunidad que había estado pidiendo todo este tiempo. Avancé decidida hacia sus fauces y pasé entre sus enormes dientes altos como edificios para caminar sobre la enorme lengua al interior de su esófago.

Dentro de su cuerpo me di cuenta que también estaba petrificado, caminé sin rumbo mirando sorprendida a todos lados. Nubes de un humo blanco formaban un extraño techo en una especie de caverna que era el interior de su esófago.

- ¿Cómo... cómo... puedo llegar a....? - ni siquiera pude terminar la frase.

- ¿Acaso no sientes mi presencia? - y por primera vez sentí una pizca de diversión en la profunda voz que me rodeaba por todas partes.

Hice acopio de valor y toqué una de las paredes, enseguida una oleada de pensamientos confusos y millones de recuerdos vino a mí, la bloqueé a tiempo o me hubiese vuelto loca, mi mente no estaba preparada para recibir tal cantidad de información de golpe. Pero pude verlo, dónde estaba situado su corazón, el corazón de la bestia... Cambié de dirección y me dirigí hacia allí.

Una gigantesca caverna se abrió ante mis ojos, un enorme corazón rojo permanecía en el centro con lo que parecían venas saliendo de él unidas al cuerpo que nos rodeaba. El corazón era de un intenso color borgoña, ni el más puro rubí podría llegar nunca a tener ese apasionado color. ¡¡Latía!! ¡¡El corazón latía!! Mi impresión fue enorme al darme cuenta que cada tiempo el corazón se movía en un movimiento inconfundible de un latido. ¡El original estaba vivo!

- Devuélveme al rey dragón, quítame el dolor lacerante que me produce su pérdida y te liberaré.

- Tu esencia plateada, despliégala por mi corazón y te lo devolveré...

- ¡No! ¡¡DEVUÉLVEMELO!!! - solo de pensar en Arco el intenso deseo de querer morir volvió a mí. - Te quedarás aquí para siempre, vivo en la muerte, eternamente permanecerás en este lugar.

- ¡¡¡LIBÉRAME!!! - aparte de sentir su voz rodeándome la sentí dentro de mi mente.

- ¡Devuélveme lo que más amo!!! O te juro que me dejaré ir, moriré delante de tí y podrás ver como mi cuerpo se pudre al lado de tu maldito corazón para toda la eternidad.

Lo sentí... sentí cuando Arco se despertó, todo mi ser sintió que volvía a estar completa. ¡¡Él estaba vivo!!!! Pero podría vivir sin mí, seguiría viviendo para proteger el reino y al resto de las razas de las hordas de monjes que dormían, lo conseguirían... sin mí... porque aquí terminaba todo. Saqué mi hoz dorada, la hoz que los druidas me habían dado al convertirme en una de ellos, la hoz hecha del cuerpo del primer original muerto... y ataqué el corazón con todas mis fuerzas.

El corazón se abrió bajo mi tajo como si fuese gelatina, sorprendentemente no salió sangre y seguí atacando con fuerza, penetrando en aquella masa viscosa para destruirla, para que la bestia que alimentaba aquel corazón muriese.

- '¡¡¡Senda!!! ¡¡¡NO!!! Sal de ahí amor mío, te matará, ¡¡¡vuelve a mí!!!'

- 'Te quiero Arco pero esto termina aquí y ahora, no permitiré que vuelva a crear a más monjes, lucharé hasta el final como siempre he hecho. Soy Senda, jinete de dragón y protegeré todo aquello que he jurado proteger. Morirá y si debo morir con él... así sea' - Arco lanzó un grito agónico de profundo dolor.

Escuché las voces de todos aquellos con los que tenía conexión llamándome pero continué, latigazos de dolor me empezaron a traspasar cuando me di cuenta que el corazón se intentaba defender, sonreí ante eso, la primera vez que el original demostraba debilidad.

- Tú o yo, bestia inmunda... - le grité.

- NOSOTROS.... - me respondió una voz en el interior del corazón.

Un enorme brazo del mismo color que el corazón surgió de repente agarrándome del cuello y me llevó hasta un gigantesco cuerpo de unos cinco metros de altura. Intenté gritar pero no dejaba pasar aire por mi garganta.

- Por fin ante mí, hembra mía.... Ahora... libérame - dijo directamente en mi mente y mi esencia plateada comenzó a surgir de mi cuerpo sin control inundando el corazón y rodeándonos como un mar.

El extraño ser me acercó más a él abriendo su boca, ¿iba a devorarme?, sus labios se posaron sobre los míos obligándome a abrir mi propia boca y su sangre fluyó hacia mi interior mezclándose con la mía, sentí la conexión que se establecía con él, la unión de nuestras sangres convirtiéndome en....

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