Capítulo 34
Volver a subir hacia el Monasterio era como ir al matadero, me sentía exactamente igual. Los representantes de las razas aliadas nos seguían y nos dispusimos otra vez en el gran patio del monasterio a la espera de los seres alados. No tardaron mucho en aparecer y mi corazón dio un salto por el miedo. Sujeté con fuerza la mano de Arco mientras que intentaba no salir corriendo. Detrás de mí Draco y Slar estaban tan cerca que sentía su aliento en mi nuca.
- El momento ha llegado Reina Dragón - dijo uno de los monjes - nuesstross hermanoss necessitan un nombre. - Los tres se pusieron enfrente de mí.
- Micael - uno de ellos dio un paso hacia mí e inclinó la cabeza - Yibrael - otro volvió a dar un paso hacia mí e Irifael - dije con voz clara dirigiéndome a cada uno de ellos. Los humanos se sorprendieron, los nombres que había escogido era versiones antiguas de los arcángeles de la Biblia. Me parecieron apropiados para aquellos seres. Uno tras otros me hicieron una pequeña reverencia.
- Gracias, madre - dijo Micael que siempre era el que hablaba.
- No debéis agradecerme nada, Triunvirato - sentía la presencia de mis amigos detrás de mí y me dieron fuerzas - No volváis a llamarme así, no soy vuestra madre, solo fecundé los huevos porque el Original amenazó a la gente que amo, no porque anhelase vuestra existencia - vi que Irifael volvió a fruncir el ceño... ósea que tenían sentimientos y mis palabras les habían molestado... - Sois un mal necesario para la supervivencia de las razas que pueblan la Tierra pero eso no os convierte en imprescindibles, ni en amados. Cumplid vuestra parte del trato y nosotros cumpliremos la nuestra. No habrá relaciones personales entre nosotros. - Irifael pareció que se movió levemente hacia mí pero el brazo de Yibrael lo contuvo.
- Respetaremos tus decisiones, Reina Dragón, no volveremos a dirigirnos a ti con términos tan personales ni buscaremos tu compañía. - Dijo Micael.
- Hablad entonces, ¿cómo detenemos las hordas que azotan el mundo? - dijo el Rey a mi lado.
- Nuestro padre nos ha dado el poder de pararlas pero solo cuando estamos lo suficientemente cerca de ellas. Llevadnos hasta donde se están librando las batallas y nosotros haremos el resto. - Volvió a decir.
- Partiremos dentro de poco, estad preparados - volvió a decir el rey - querida mía, nosotros también partiremos, nos espera un largo viaje.
La comitiva dio la vuelta y salimos hacia el exterior del monasterio, constantemente bloqueaba las conexiones con aquellos seres emplumados y me obligué a mirar al frente y no echar un último vistazo a aquellas cosas surgidas de mi esencia.
- ¿Cumplirán? - me preguntó el rey en voz baja mientras caminábamos hacia el campamento.
- Sí, pero Irifael está molesto por mis peticiones.
- El otro que no habló, Yibrael... ¿qué posición ocupa?
- Analiza los datos y da las órdenes, los otros dos acatan sus decisiones.
- ¿Micael es el portavoz?
- Creo que sí, Yibrael parece que es el que acomete las acciones.
- Mente, voz y cuerpo... una combinación peligrosa - dijo el rey.
- Y todos están bajo el dominio del original. Tendremos que tener cuidado.
- ¿Has sentido algo? - negué con la cabeza.
- Nada por el momento, la opinión acerca de sus 'hijos' la guarda bien y realmente me alegra que sea así.
TARNAN
Gave y yo habíamos comido juntos como siempre, el día se estaba haciendo demasiado largo. Esta tarde partiríamos de viaje y quería encontrar a la reina para entregarle los informes sobre nuestros efectivos. La vi cerca de uno de los barracones discutiendo con la gárgola... si alguien estaba teniendo un mal día esa era mi amiga. Slar se fue y vi como la reina se sentaba en el suelo apoyando su espalda contra la pared del barracón, me acerqué a ella y me senté en la misma posición.
- ¡Hey! - me saludó, apoyó la cabeza contra la pared para recibir el sol en su cara.
- ¿Estás bien? - le pregunté, aunque sabía que no, su interior ardía de furia y miedo.
- Los emplumados dan bastante miedo, ¿verdad? - me confesó.
- Demasiado y después de lo de esta noche aún más.
- Creí que se me paraba el corazón al verlos - vi que suspiraba.
- ¿Qué le pasaba a Slar? - le pregunté.
- Está enfadado - cerró los ojos y frunció el ceño. - Y antes de que me lo preguntes no, no le he hecho nada.
- No te lo iba a preguntar... ¿qué le pasa?
- Está celoso... - apoyó su mano contra la frente como si no lo creyese - ¡celoso!
- ¿De.... Draco??? - pregunté sorprendido.
- Entre esos dos dragones suman más años que la misma tierra y se pasan el día peleando como críos pequeños. ¡Dragones! No entiendo a los dragones...
- Ya... - solo pude asentir.
- Dice que le presto más atención a Draco que a él - suspiró sonoramente y solo pude sonreír.
- En eso tiene razón, no lo puedes negar - mi amiga volvió a suspirar y apoyó la cabeza en mi hombro.
- Son guerreros, Tarnan, no tengo que arroparles todas las noches...
- ¿Y qué le has dicho?
- Le he mandado a donde amargan los pepinos... - la miré sorprendido.
- ¿No habrás sido capaz????
- ¡Claro que sí! - se incorporó y me miró. - ¿Crees que tengo tiempo para ponerme a hacer trencitas a mis dragones??? - se volvió a apoyar contra la pared - Esos tipos, el triunvirato emplumado, el rey no me hace caso pero nos traerán problemas.
- Les dijiste que no se acercasen a ti - le recordé.
- No creo que lo cumplan... cualquier día me encuentro empalada y siendo su cena con una manzana en la boca como un cochinillo al horno - sonreí ante la imagen, pero sentí su miedo dentro de ella.
- Oye... - empecé a decir suavemente para que no se enfadase - sé que no tengo que meterme... pero si entramos en combate...
- ¿Combate? - me miró extrañada.
- No sabes si esos tipos van a responder el acuerdo, serán momentos muy críticos y nos sabemos lo que va a pasar... si alguno saliésemos herido... - la miré, si algo no soportaba Senda era entrar en combate dejando algo a medias.
- ¡Mierda! - dijo levantándose - iré a hablar con esa maldita gárgola senil... - Me levanté tras de ella intentando que no me viese sonreír.
- ¡Senda! - la llamé - Te cuidaré las espaldas... - le dije.
- ¿Honor y orgullo? - me preguntó, asentí en su dirección.
- Honor y orgullo, jinete real. - Salió corriendo en dirección hacia donde se había ido Slar.
Fui a buscar a Gave, se me había olvidado darle los informes a la reina, pero al menos tuve la satisfacción de ver más adelante como Slar y ella se fundían en un abrazo.
- ¿Me buscabas? - me preguntó mi dragón.
- Sí, ¿estás preparado para el viaje? - asintió.
- ¿Y esa sonrisita de suficiencia?, ¿has vuelto a manipular a la reina? - Gave me conocía demasiado bien y veía con claridad dentro de mí.
- Problemas con sus dragones... - dije sin entrar en detalles.
- Pobre, si no tiene suficiente con los suyos le endilgan a esos ángeles demoniacos. ¿Qué tal anda? - me preguntó.
- Asustada, más de lo normal y eso no me gusta. - admití.
- Se le pasará, no es alguien a quien venza el miedo.
- Tampoco es alguien que lo tenga constantemente. La he visto meterse dentro de una jauría de varanos, saltar entre las salamandras y atacar sin piedad a las lagartijas... ¿De dónde viene ese miedo cerval a esos ángeles mutantes? - le pregunté mientras íbamos a buscar a los demás.
- Bueno, nosotros no tenemos al original metido dentro de nuestra mente, supongo que eso asusta bastante - me respondió Gave. - Mira ahí está el General Draco, ¿le diste los informes a la reina?
- No, se me olvidó - los saqué de mi capa - Se los daré al general.
- Déjalo, ya se los daré yo... - me dijo Gave con doble intención mirándole coqueto. Me quedé parado por un momento.
- ¿Sabes que Draco no le gustan los chicos, verdad? - le pregunté al ver los ojos que le ponía.
- ¿Quién sabe? A lo mejor algún día nos da una sorpresa.
- No pierdas la esperanza, dragón, no la pierdas - me reí y Gave encogió los hombros. Abordamos al general y le entregamos los informes, estuvimos hablando con él para que nos diese instrucciones sobre cómo volaríamos en formación. Se le notaba cansado, la vista se le desviaba todo el rato hacia donde estaba Senda hablando con algunos consejeros y finalmente se despidió de nosotros para irse con ella.
- No es capaz de apartarse de ella, la necesita como el respirar.
- ¿Crees que es malo? - le pregunté a mi dragón.
- ¿El qué esté tan pendiente de ella?. No creo, eso es como todo, algunos vivimos por y para nuestros jinetes y otros somos más desapegados. La reina tiene una personalidad muy atrayente, lo que hace que todos necesitemos estar cerca de ella. Debe ser agobiante ahora que lo pienso.
- ¿Y esos?, espero que cumplan su palabra y no se acerquen a ella - le dije a Gave viendo cómo los monjes emplumados aterrizaban cerca nuestro. Me fijé en Senda y vi que se ponía rígida al verles, Draco la rodeó con sus brazos protectoramente. Le hice una señal a Gave y también nos pusimos cerca de ella.
- Bienvenido Triunvirato - dijo la reina, no pudo evitar que su voz sonase estrangulada.
- Cumpliremos nuestro acuerdo, jinete - dijo el tal Micael, siempre era el que hablaba.
- Manteneos lejos de ella, eso también era parte del acuerdo - dijo Draco enfadado.
- Tú debes de ser uno de sus dragones. Sí... sabemos quién eres - volvió a decir el ser.
- ¿Tienes algo que decirme? - Draco volvió a dar otro paso hacia él y Senda se puso delante para detenerle.
- Basta Draco, para, si pasase algo nos quedaríamos sin ayuda.
- No permitiré ni que te rocen... - dijo maldiciendo.
- Tenemos más derecho que nadie a tocarla - dijo Irifael visiblemente molesto. Vi que Senda abría la boca sorprendida, también Draco se sorprendió ante la salida.
- El único que tiene derechos sobre esta mujer soy yo - dijo el Rey caminando lentamente hacia el centro de todos nosotros, le hicimos una reverencia cuando pasó a nuestro lado. Cuando llegó al lado de la reina ésta se echó sobre sus brazos como buscando su protección. - Iremos hacia América, en el desierto de Nuevo México se gesta un gran ejército de monjes. Veremos si sois tan necesarios como dice el original. - Micael asintió y se alejaron caminando unos metros.
- ¿Estáis preparados? - todos asentimos en la dirección del rey. - ¿Querida? - Senda también asintió. Draco a su lado se transformó y subió a él. Yo me subí en Gave y esperé la conexión de la reina.
- ¡Enlazad! - gritó ella y como siempre trazó un perfecto semicírculo con su brazo. Todos sentimos la mente de la reina rozar la nuestra. - ¡¡Jinetes!! - nos llamó - ¡Orgullo y honor!
- ¡Orgullo y honor!! - respondimos todos.
El momento en que izábamos el vuelo era uno de los más emocionantes para mí, como segundo de la reina me colocaba a su derecha. Príus como siempre iba a la izquierda flanqueándola. Vi al rey en su forma dragón encabezar la formación, los ángeles intentaron acercarse a ella pero di orden a las gárgolas para que lo impidiesen.
Sorprendentemente los ángeles no perdieron nuestro ritmo en vuelo, ellos no podían transformarse en los grandes dragones que éramos nosotros, pero sus grandes alas emplumadas les hacían veloces y tenían una gran resistencia en vuelo. Oí todo el camino como Senda rumiaba por dentro incómoda con la presencia de los hijos del original. No creía que sacásemos nada bueno con todo ello.
Aterrizamos a una distancia prudencial de las hordas de monjes. Los humanos habían dispuesto el campamento y pronto tuvimos asignados los barracones.
- Vamos Tarnan, busquemos el nuestro antes de cenar. Tengo hambre y estoy agotado por el vuelo - me dijo Gave. Asentí y fui detrás de él.
- ¿Nos vemos en la cena? - me preguntó Príus gritándome.
- Sí, ahora vamos - respondí mientras Gave tiraba de mí.
- Guardadme sitio - me gritó Senda, levanté la mano en su dirección.
- Un vuelo incómodo, ¿verdad? - dijo Gave entrando en lo que serían nuestros aposentos.
- Esos tíos me ponen los pelos como escarpias, desaparecieron cuando aterrizamos. ¿Dónde irían?
- ¿Crees que pueden traicionarnos? - preguntó Gave dando voz a mis pensamientos.
- La reina estaba tranquila, es ella la que tiene esa conexión con ellos... - le dije.
- Conociéndola seguro que ha puesto a las gárgolas a seguirles. No se fía ni de su sombra.
- Seguro... - repetí yo.
- Bueno, voy a ducharme. - me dijo Gave dejándome en mis cavilaciones.
Vi un grupo de gente reunida de camino al comedor para cenar y supe quién estaría en el medio, me fui hacia allá con la intención de rescatar a la reina de sus obligaciones reales. Ella me sonrió con cansancio.
- ¡Hey! - me dijo
- ¡Hey! - le contesté.
- ¿Cena? - me preguntó.
- Claro - en el fondo pensé que no necesitábamos demasiadas palabras. Caminamos por fin solos cuando los criados y consejeros se dispersaron. - ¿Cansada?
- No sabes cuánto... esos malditos emplumados me dan dolor de cabeza.
- ¿Qué dice el rey?
- Está furioso, aunque no sabe el porqué. Y preocupado por las próximas batallas.
- No sé si... - dudé al hablar. Senda me miró inquieta.
- ¿Qué pasa?
- Déjalo, tienes demasiados problemas - vi que sacó una botella de agua de su capa y dio un trago, me la ofreció y me negué.
- Oye... tenga los problemas que tenga siempre estoy aquí para ti. Te siento preocupado segundo, ¿qué pasa?
- Es... no sé - vi que le daba otro largo trago a la botella mientras me miraba interrogante - ¿crees que soy gay? - Senda soltó bruscamente el agua por la boca atragantándose y tosiendo, empecé a golpearle la espalda.
- ¿Qué... qué??? - me miró pasmada.
- ¿Lo crees? - le pregunté preocupado.
- Tarnan... llevas acostándote con mujeres desde que te salió el primer vello en los genitales ¿y ahora te planteas esto??? - me senté en unas cajas que vimos apiladas y Senda se sentó a mi lado - ¿Qué ha pasado para que pienses así?
- Gave... - vi que abría aún más la boca - Gave... dice que quizá podríamos probar.
- ¿Probar??? ¿probar, qué? - me miró sorprendida nuevamente.
- Probar... Senda.... eso... probar... - me miró sin comprender y suspiré sonoramente - acostarnos...
- Joer tío... y yo que creía que tenía problemas con mis dragones, pero al lado tuyo me quedo corta....
- ¿A ti no te atraen tus dragones? Aparte del rey, claro - desdeñé con la mano.
- ¿Sexualmente??? - me preguntó con inocencia.
- No... como pareja para las cartas... - le dije con ironía - ¡pues claro!
- Eh... pues supongo... o no... es decir... - se rascó la cabeza - Slar me da un montón de grima, tiene ese cuerpo apergaminado que... ¡buf! parece mojama seca... no creo que hubiese nada que me pudiese atraer de él físicamente para acostarme con él. Aparte que todavía no sé si en el pasado ha comido humanos....
- ¿Humanos???? - le pregunté esta vez yo sorprendido.
- Na... déjalo. Con Slar no podría, le quiero como a mi dragón, pero no me acostaría con él. Con Draco supongo que sí, no me importaría, está bien construido, eso seguro... y todavía se mantiene muy bien a pesar de su edad y me divierte el rollito ese que tenemos con el pudor y los desnudos - volvió a rascarse la cabeza - pero es que mis dragones son del sexo contrario, Tarnan... no tendría demasiado mérito acostarse con Draco, él me pone bastante. Pero tú me hablas de cambiar tu orientación sexual... o al menos hacerla un poco más ambivalente.
- Gave me lo ha propuesto y yo... le quiero y yo... no sé, Senda, estoy hecho un lío.
- ¡Buf! ¿y no tienes a alguien mejor que yo para preguntarle??? - me dijo alucinada. Le contesté molesto.
- Se supone que eres mi mejor amiga.
- ¡Sí! Claro... eso sí, pero... ¿yo?, ¿con lo desastre que soy?. Tú eres el que normalmente me aconseja a mí, no al revés.
- No me siento cómodo hablándolo con nadie más.
- ¿Y tus hermanos o Príus???
- Mis hermanos parece que siempre saben lo que tienen que hacer, ellos no tienen nunca estos problemas con sus dragones... y Príus... no... no me siento cómodo.... - creo que me sonrojé al pensar en la posibilidad de hablar de esto con Príus.
- Pues anda... que como yo sea tu única opción.... - me dijo rascándose de nuevo la cabeza.
- ¡Deja de rascarte! ¡¡Parece que tienes piojos!!! - la regañé. Me miró furibunda por un momento.
- Qué te den, Calem - pero no se movió y miró al suelo mientras cruzaba los brazos. - No sé, Tarnan, no se me da bien dar consejos, ya lo sabes y mucho menos de este calibre... - se volvió a quedar callada y al rato dijo - Podemos preguntarle a Draco, él siempre tiene buenos consejos para dar.
- ¡¡Venga ya!! ¿¿A Draco???, ¿pero qué dices??? - le pregunté alucinado por la propuesta.
- ¡¡No sé!! Le puedo preguntar a Arco pero no creo que quieras recibir esta clase de consejos del rey - me puse colorado solo de pensarlo y la vi subir y bajar las manos con rapidez nerviosa - No lo sé, Tarnan. No se me da bien esto, ¿y si te aconsejo mal?.
- Yo tampoco sé que hacer... ni enfrentarme a esto... a lo mejor sí que quiero acostarme con Gave y salir con él, o no... - me puse las manos en la cara tapándomela - Senda... ¿qué hago???? Estoy hecho un lío.... - mi amiga me miró con pena.
- Te quiero segundo, pero esto se me escapa... Deja que llame a Draco... - me pidió suplicante, la miré y vi que realmente estaba preocupada por mí por lo que asentí. Noté como hacía una conexión con su mente.
- Si fueses tú la que me dijeses que nos acostásemos no tendría tantas dudas... - sonreí diciéndole en broma pero ella me miró horrorizada.
- ¡Ni de broma! ¡¡Ni hablar!!! ¡Déjame aparte de todo esto!!! Ya tengo suficiente con lo mío.
- Era una broma, Senda - la miré cansado.
- Qué te den, Calem. Ni broma ni nada... ni me mentes... - me reí por lo bajo mientras la veía enfurruñarse.
Draco se acercó al poco tiempo a nosotros. Serio como siempre, el general de todos los dragones era un tipo imponente. Nos hizo el saludo protocolario y Senda levantó un brazo hacia él.
- ¿Qué ocurre, pequeña?. ¿Qué hacéis aquí escondidos? - Senda y yo nos miramos azorados.
- Queríamos consejo, Draco - le dijo ella.
- ¿Consejo? - enarcó una ceja en nuestra dirección y nos volvimos a mirar avergonzados. - ¿Sobré qué materia? - Senda se sonrojó violentamente y me tuve que contener para no reírme al verla así.
- Esto... - me miró y yo asentí - es que... Tarnan... es decir, él no, esto... Gave... - volvió a mirarme y miró a Draco que conservaba su mirada seria - Gave le ha propuesto a Tarnan que se... pues eso... que se... eso - me volvió a mirar pero yo estaba demasiado avergonzado para hablar por lo que miré al suelo.
- ¿Qué se acuesten? - preguntó Draco suavemente, Senda y yo nos miramos por un momento y luego volvimos a mirar al general. Asentimos los dos al mismo tiempo. Draco se sentó también en las cajas e hizo que Senda quedase entre sus piernas como siempre, luego la abrazó por detrás. Al menos así parecía menos serio. - ¿Estás enamorado de él, joven jinete? - me preguntó.
- Le quiero, quiero a Gave - respondí de inmediato.
- Es normal querer a tu dragón, jinete. Pero yo te pregunto si estás enamorado.
- No... no lo sé.... - le confesé - no sé qué es lo que siento realmente.
- Entonces te estás contestando tú mismo, hijo de Calem. - levanté la vista sorprendido hacia él.
- Senda me quiere - vi que ella ponía una mano sobre la mejilla del dragón con cariño - pero ama a su esposo. Sé que daría su vida por mí, me lo ha demostrado infinidad de veces, siento su cariño en todo momento, pero puedo sentir el amor que ella le tiene al rey. Sé que a veces es difícil diferenciar para un dragón nuestros sentimientos de la atracción que surge hacia nuestros jinetes, pero debemos de hacerlo. ¿Crees que Gave te ama con la misma pasión que Senda al Rey?
- No... - negué con la cabeza en el acto. Gave no sentía ese amor desbordante que sentía Senda, de eso estaba seguro.
- Si quieres probar, joven jinete, no pasa nada siempre que estéis de acuerdo los dos. Quizá descubráis algo que os da placer y os une más. Pero no ates tus sentimientos a alguien por una atracción física momentánea o por aquello a lo que ni siquiera puedes poner nombre. Aquel o aquella a la que realmente ames aparecerá tarde o temprano y no habrá lugar para la duda en tu corazón.
- ¿Tú también te sentiste atraído por Fil? - preguntó Senda y noté los celos en su interior al hablar del anterior jinete de Draco.
- Sí, hubo momentos en que me sentí atraído físicamente por él. Pero cuando conocí a mi esposa supe que la amaba y que lo que sentía por Fil solo eran mis sentimientos de dragón. - admitió con naturalidad Draco.
- Odio a ese mequetrefe... - dijo Senda en voz baja.
- ¿Y Gave? - pregunté yo también bajito.
- Gave necesita diferenciar sus sentimientos también. Nos enfrentamos a momentos duros y decisivos y quiere algo estable, algo que le ancle a la realidad más allá de un encuentro de una noche. Te tiene a ti y necesita saber que estarás con él, que serás lo que encuentre cada noche.
- Hasta que él también se enamore...
- Sí, hasta que se enamore. Si empezáis una relación sin saber qué sentís realmente el uno por el otro, empañaréis ese amor con dudas o miedos, miedo a dejar al otro solo, dudas sobre si realmente será amor... - me volvió a explicar Draco.
- No quiero a Gave de esa manera y creo que no me gustan los hombres solo Gave... - pensé por un instante. Y de repente me sentí aliviado, todo mis problemas se hicieron sencillos y vi que la solución siempre había estado ahí - Hablaré con Gave, le diré que le quiero pero que no puedo tener una relación física con él.
- Es un buen hombre - dijo Senda - seguro que te entenderá.
- Gracias a los dos. Gracias general - le dije poniéndome de pie y haciendo una reverencia. Senda abrazó a su dragón.
- Te quiero Draco. - le dijo y le besó en la mejilla - Gracias por estar siempre para mí.
- Siempre, pequeña. Id a cenar - nos despachó - se ha hecho tarde.
Nos separamos de Draco y fuimos hacia el barracón donde se había instalado el comedor.
- Draco es un gran tipo, tienes suerte de tenerle - le dije a mi amiga.
- No te puedes hacer una idea de la suerte que tengo, Tarnan. Sin él estaría perdida.
- Pero me sigue imponiendo su presencia, no puedo evitarlo.
- Bueno, a mí también me impone de vez en cuando... jajajajaja - nos fuimos riendo hasta el barracón.
Al entrar vimos que Príus nos había guardado los sitios de siempre, tomamos asiento y pude ver a mis amigos. Gave se sentó a mi lado y le sonreí con ganas, vi que Senda nos miraba con aprobación.
- ¡Senda! tengo que contarte lo que está preparando nuestra casa para la boda - gritó Moria por encima de la mesa.
- Si os ponéis a hablar de trapos me largo - dijo Príus molesto.
- Venga Zalta... ¿molesto porque no te ha consultado? - le preguntó Senda metiéndose con él. - Tú.... - vi que se puso blanca y miraba hacia el frente, todos miramos en su dirección y vimos a los tres ángeles entrar en el comedor. Dos humanos corrieron hacia ellos y les señalaron una mesa apartada del resto donde se sentaron.
- Senda... no hagas nada. - advertí a mi amiga. Su esencia surgió de ella como tentáculos siseantes. - Senda... - le puse un brazo encima de los hombros y la atraje hacia mí. Por un momento vi la mirada furiosa de Irifael sobre mí.
- Se me ha quitado el apetito... - me dijo ella apartando su plato de comida.
- No dejes que te molesten - le volví a decir. Senda me habló bajito.
- No es que me molesten, es que el original no ha hablado conmigo todavía. ¿Sabes lo que es sentir encima de ti la guillotina y no saber cuándo va a caer sobre tu cuello?. Me recuerdan constantemente lo que tendré que sufrir... odio a esas cosas.
- ¿Quieres que salgamos de aquí? - le preguntó Príus, ella asintió y nos levantamos para irnos. Cuando estábamos a punto de llegar a la puerta Irifael nos interceptó.
- ¿Acaso es que ni siquiera soportas nuestra presencia, madre? - Senda se encogió como si le hubiesen dado un puñetazo en el estómago.
- Apártate emplumado o te apartaré yo - le contestó rabiosa.
- ¿Por qué no nos aceptas? Deberíamos ser lo más importante para ti - volvió a decir.
- Ya la has oído - dijo Príus enfadándose y poniéndose entre ellos. Irifael se movió deprisa y atacó a Príus con su mano extendida y unas horribles uñas saliendo de ella. Antes de que ninguno pudiésemos reaccionar la esencia negra de Senda estalló entre nosotros envolviéndonos. Lo siguiente que vi fue al ángel volar por toda la sala del golpe que recibió de la esencia. Sentí la furia dentro de Senda y corrí a retenerla cogiéndola por los hombros.
- ¡¡Senda, no!!! No lo hagas!!! - le grité. Miré a Gave para que me ayudase, pero no hizo falta. Yibrael se puso delante de ella para proteger a Irifael.
- ¡Detente! - le dijo el ángel con la mano extendida hacia ella. Por un momento le miró rabiosa, luego al ángel que todavía estaba en el suelo caído.
- No os acerquéis a mí, no toquéis nada de lo que es mío u os mataré, lo juro... - dijo en voz baja hacia ellos. Luego se dio la vuelta y pudimos irnos.
Salimos al exterior con una Senda todavía sin poder contenerse, Draco vino corriendo hacia nosotros, supongo que alertado por los humanos o alguno de los dragones.
- ¿Qué ha ocurrido? - nos preguntó.
- ¡Ellos, Draco! Esos malditos seres repugnantes... Uno de ellos intentó matar a Príus.
- Senda.... - dijo Draco como si no la creyese.
- ¡¡Matar!!! Eso he dicho, ¿crees que me lo invento??? Puedo sentir todo lo que ellos sienten!!! ¡¡¡todo!!!! - se volvió a mirar por un momento el barracón del comedor y luego empezó a dar órdenes - Tarnan! - me gritó - poned guardias! Por todo el campamento, que las gárgolas vigilen!!! Y los varanos estén preparados... ellos... no sé hasta qué punto son aliados o no...
- Majestad, el rey... - intenté decir.
- ¡¡Hazlo!! ¡¡maldita sea!!! ¡¡hazlo!!! - me volvió a gritar. Asentí con una reverencia y me puse a ello - Proteged al rey Draco... que Slar no se separe de él ni un momento... que su guardia esté permanentemente alrededor de él.... No me fío de esos malditos seres.
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