Capítulo 25
Salí de allí como pude empujando a unos y otros, no quise mirar a Draco para no ver su rostro, salí al exterior e intenté inspirar aire, no lo conseguí, me fui hasta mi barracón para volver a ducharme y ponerme ropa limpia. Cuando salí nuevamente no había nadie a la vista y volví a encerrarme en mi despacho hasta que me llamaron para la siguiente reunión.
Los días pasaron igual, por las mañanas trabajaba sin descanso hasta que me llamaban para las reuniones, cuando llegaba la noche buscaba alcohol que me ayudaba a dormir. No había vuelto a hablar con nadie sobre mi estado y me negué en redondo a hablar con Draco. El dolor en mi corazón se había hecho constante al ver día tras día a Arco en las reuniones, al estar sentada a su lado sin tocarle y sin hablarle.
El último día llegó, el rey volvería al reino de los dragones y nosotros iríamos a África a fortificar los perímetros diseñados. Volví a levantarme con resaca y volví a pasar por todo mi ritual. Salí de la ducha y me sequé el pelo, me miré en el espejo y me sorprendió verme, mis ojos estaban hundidos al igual que mis mejillas, me toqué la cara ¿desde cuándo estaba tan delgada?, me miré el cuerpo y vi que mis piernas y brazos estaban en un estado lamentable, ¿yo no tenía más músculo?, intenté recordar la última vez que había comido pero no lo conseguí... ¡bah! Qué más da... la esencia me mantenía con vida, no necesitaba nada más. Alejé esos pensamientos de mi mente y salí al exterior otro día más.
Una sombra cayó sobre mí y me vi izada en el aire... casi no me di ni cuenta que me estaban atacando, vi a Arco convertido en dragón que me llevaba entre sus garras, intenté desplegar mi esencia para liberarme pero no lo conseguí, me revolví y de repente sentí que me había soltado y caí en un lago, expulsé mi esencia y quemé en el camino mis ropas y evaporé parte del agua que me rodeaba. Salí furiosa del agua, cubierta por mi esencia con mis tentáculos siseantes detrás de mí.
- Tus jueguecitos se han terminado, Escamoso - le dije al verle parado en la orilla con las manos en la cintura y las piernas abiertas.
- ¿Mis juegos?, ¿a qué juegas tú, entonces??? - me gritó - Te estás consumiendo, ¡¡mírate!!!
- ¡Qué te den!!! Ya no tienes ningún derecho sobre mí, vete a incordiar a otra.
- Cuidado con tu tono, sigues siendo mi esposa, mi reina, mi jinete y mi súbdita - me atacó a través de nuestra conexión y sentí un dolor lacerante en mi mente que provenía de él, caí al suelo con mis manos sobre las sienes intentando contenerlo.
- A esto podemos jugar los dos, Arco. Te recuerdo que tú sigues siendo mi dragón.
Yo también ataqué mentalmente, pero al contrario que él, los jinetes podíamos hacer mucho más daño con nuestra mente que los dragones. Dejé que viese parte de mi dolor y vi cómo se agarraba el pecho y caía de rodillas, aumenté el dolor hasta que vi que no podía respirar, me concentré todo lo que pude y mi esencia se disparó por todos los lados mientras intentaba ahogarlo con el dolor que sentía, cayó al suelo entre convulsiones, quería que sufriese... que sintiese lo que llevaba sintiendo yo aquel tiempo, quería doblegarlo para que volviese a ser mío.... De repente, sentí un dolor sordo en mi nuca y un crujido en la base de mi cráneo, luego la oscuridad total...
Levanté los ojos con cuidado, muchos cables me rodeaban así como máquinas humanas conectadas a mí, estaba en una habitación pequeña, levanté una mano con cuidado y la vi como siempre tan blanca y perfecta como había sido hasta el momento. Me toqué el pecho y sentí un dolor sordo pero tolerable, volví a poner la mano en su sitio e intenté incorporarme pero gruesas cadenas me ataban a la cama. Las toqué sorprendida, ¿me habían cogido los monjes?, luego vi a Arco que dormitaba en una silla a mi lado y recordé lo que había hecho... ¡mierda!... cerré los ojos y permanecí en esa posición por unos minutos, volví a abrir los ojos para ver qué Arco me miraba desde su silla.
- ¿Te he hecho daño? - le pregunté.
- No, Draco llegó antes y te noqueó - me contestó.
- Me alegro, lamentaría haberte hecho algún mal. - dije sinceramente.
- Lo sé... - me contestó.
- ¿Las cadenas?
- Tiendes a desaparecer del palacio de sanadores, esta vez nos hemos querido asegurar que te quedarías mientras dure el proceso de sanación.
- Ya veo... - volví a mirar al techo. - ¿Cuánto tiempo tengo que estar aquí?
- Los sanadores te han curado las heridas del corazón y las hemorragias internas, pero tu cuerpo estaba desnutrido y los humanos te han puesto sueros para compensarlo.
- ¡Genial! ahora viviré cien años menos por culpa de ellos... - dije con ironía.
- Deberás estar aquí un par de días hasta que tus análisis sean correctos. - me explicó suavemente.
- Bien, ¿cuándo te vas?
- No me voy por el momento - le miré sorprendida.
- Debes volver al reino, mis jinetes y sus dragones pueden adelantarse para mi próxima misión yo puedo permanecer aquí con Draco mientras me recupero - le dije planeando mis siguientes pasos.
- Tus jinetes han partido hace dos días, con Draco y Slar a la cabeza - me moví inquieta en la cama, ¿Draco se había ido sin mí???? - cuando te recuperes yo mismo te llevaré hasta allí.
- Preferiría que otro me llevase, gracias - le contesté con voz ahogada, lo que menos me apetecía era volar con él. - Puedes volver a tus quehaceres rey.
- Lo haré cuando te recuperes - volvió a decirme. Por un momento pensé en iniciar una discusión pero no tenía fuerzas para ello, estaba terriblemente cansada.
Cerré los ojos y me sumí en un duermevela, de vez en cuando notaban cómo me tocaban pero no movía ningún músculo. Volví a abrir los ojos con cuidado, mi cuerpo se había vuelto a recuperar otro poco. Arco seguía dormitando sentado en la misma posición, aproveché para expandir mi esencia y liberarme de las cadenas, lentamente la esencia recorrió mi cama y se introdujo en los candados cuando una mano cayó sobre la mía de pronto, asustándome.
- No lo hagas, por favor, no me obligues a detenerte. - Arco se había puesto de pie y me miraba intensamente. Sonreí perezosamente y volví a introducir mi esencia en mi interior.
- Tenía que intentarlo... - dije a modo de disculpa.
- Intenta dormir un poco, lo necesitas - me dijo mientras volvía a acomodarse en la silla.
- ¿Qué haces aquí? - le pregunté.
- Soy tu dragón, aquí es dónde tengo que estar. - Un agudo pitido de la máquina nos dijo a los dos que la respuesta me había dolido, no había dicho 'soy tu marido o es dónde quiero estar' sino que debía estar conmigo por obligación... No volví a preguntarle nada, no quería que la dichosa máquina a la que estaba conectada siguiese pitando y esperaba que no viese las lágrimas que se acumulaban en mis ojos.
Pasó medio día y nos trajeron la comida, me dejaron incorporarme y nos trajeron sendas bandejas de comida humana.
- Intenta comer un poco aunque sea esta comida, Senda - me pidió con amabilidad el rey. Removí con mi tenedor el insípido puré de patatas que sabía a papel. Me llevé el tenedor a la boca y lo chupé, esto era asqueroso...
- Odio la comida humana - dije sin pensarlo.
- Lo sé, pero a pesar de su sabor es nutritiva y nos alimenta - dijo pesaroso también él con su comida. - Pediré que te quiten las cadenas.
- ¿Podré irme??? - le pregunté dejando de comer.
- No, pero quiero que estés más cómoda.
- Gracias - dije mirando a mi comida - ¿Cuándo te vas entonces? - le pregunté nuevamente.
- No voy a irme Senda, soy tu dragón, ya te lo he dicho... - volvió a repetirme. Pensé para mí que ojalá no lo fuese, ojalá no fuese mi dragón, todo sería más fácil. Por el rabillo del ojo vi que detenía un momento su tenedor en el aire y su cara reflejó dolor, me volví para mirarle extrañada y de repente me di cuenta.
- ¡¡Tienes la conexión abierta!!! ¡me estás leyendo la mente!!! - le acusé. Me miró con la mirada llena de dolor.
- Estás en una posición de vulnerabilidad ahora mismo, el original podría...
- ¡Venga ya! El original no podría hacerme nada y lo sabes. Cierra la conexión o lo haré yo, Arco, y te aseguro que no te gustará como lo haré. - Le advertí.
- ¡No! ¡Y tú tampoco harás nada!!! - sentí que la orden de mi dragón me llegaba desde su mente hasta el último poro de mi piel. Me quedé quieta intentando respirar mientras pensaba la manera de rebelarme - Senda, Senda... - me llamó - te guste o no estás unida a mí.
- Yo que tú no estaría tan seguro, dragón - se echó hacia atrás como si le hubiese golpeado.
- Maldita sea, Senda... ¿por qué tienes que hacerlo todo tan difícil?
- Lo dice el que me abandonó - contesté de inmediato y un nuevo pitido sonó en la dichosa maquinita - No quiero comer más, retírame la bandeja, por favor. - Arco se levantó y me la cogió para ponerla en otro sitio. Él tampoco le hizo demasiado caso a su bandeja y acabó dejándola al lado de la mía. Volvió a sentarse y cogió unos papeles y los empezó a leer.
- ¿Puedes decirme cómo va mi misión al menos?
- No quiero que pienses en eso, no quiero que te estreses.
- ¿Y no has pensado que eres tú el que me estresas?, ¿por qué no está conmigo Draco?
- ¡¡¡Porque yo soy tu maldito dragón!!! - se levantó furioso mientras me gritaba. Dos enfermeros humanos abrieron la puerta en ese momento para comprobar qué pasaba. - Llamad a uno de mis jinetes para que le quite las cadenas a la reina, por favor. - Volvió a sentarse en la silla como si estuviese terriblemente cansado y por un momento me sentí culpable porque fuese yo la causante. - Senda...
- No quiero escucharte más, Arco. Si quieres quedarte sentado en esa silla, hazlo. Pero deja de intentar que me sienta mejor con esta situación, porque no lo haces, porque no te entiendo, porque no entiendo qué pretendes.
Un jinete apareció y me callé, nos hizo una reverencia y procedió a quitarme las cadenas. No me moví de la cama y miré mis manos mientras me desataba. Vi que el rey se levantaba y de inmediato dos viejos dragones sin jinete entraban y se apostaban en la habitación para vigilarme. Genial... volvía a tener guardianes. Empecé a pensar en las distintas maneras de escaparme, de dejar atrás a Arco, de alejarme de él... la maldita máquina empezó a volverse loca con sus pitidos, seguía inmóvil pero los picos del electro eran tan altos que al final acabó viniendo un médico humano a comprobar la máquina.
- Tenemos que sedarla, majestad. Los valores están tan alterados que nos da miedo que sufra otro infarto o provoque otra rotura de válvula.
- Tócame humano y te mataré de la manera más dolorosa que se me ocurra. - Arco volvió a entrar corriendo seguramente alertado por los humanos.
- ¿Qué ocurre? - preguntó al médico.
- Los valores son demasiado altos, majestad. Es peligroso tenerla en esta situación. Deberíamos sedarla. - Arco me miró y yo le miré enarcando las cejas, sabíamos los dos que pensábamos.... 'ven pajarito e inténtalo'.
- Déjelo, doctor. Intentaremos dormir un poco para que se estabilice el electro. - dijo Arco. Me encogí de hombros, que hiciese lo que quisiese.
Volvíamos a estar solos en la habitación, tenía que conseguir bloquear la conexión pero el problema es que yo nunca había tenido el control de la conexión que manteníamos y bien pensado, no quería cerrar esa conexión, no quería quedarme sin sentir a Arco...
- Gracias - me dijo Arco después de escuchar lo que había pensado. ¡Maldita conexión!
- No lo hago por ti, no me gusta pensar en estar tan expuesta al original - valiente excusa, antes me lo había dicho él y lo había rechazado de plano. Me di la vuelta en la cama dándole la espalda con el brazo debajo de la cabeza, me mordí un dedo para no gritar y llamarle. ¡Maldita sea!, ¡mil veces maldita sea!
Le oía respirar y sabía que no estaba dormido, me había visto dormir miles de veces, ¿me estaría observando también?, ¡maldita sea! ¿podía escuchar lo que pensaba???
- No tengo sueño si es lo que te preguntas - me dijo... ¡maldita conexión!.
Me quedé callada mordiéndome los dedos. ¡Oh por favor! Esta situación es insostenible... debería haber hecho caso al médico humano y haber pedido drogas para dormir, a falta de alcohol cualquier valium era bueno. Seguía escuchando los pitidos de la máquina que de vez en cuando se oían en la habitación. Pensé en Draco y en qué estaría haciendo, en si estarían poniendo en práctica los planes defensivos que trazamos. En todo lo que debería estar trabajando en esos momentos.
- Entiendo tu frustración pero solo serán unos días hasta que te recuperes... - volvió a decirme.
- ¡¡Para de leer mi mente!!! - le grité volviéndome hacia él.
- Lo lamento, me resulta imposible no escuchar tus pensamientos. - me incorporé en la cama y me froté los ojos, ¡grandes ancestros! ¿a quién se le había ocurrido la brillante idea de dejarme a solas con él????
- ¿Has podido hablar con el consejo? - le pregunté para cambiar de tema - ¿te han dicho como podemos anular el matrimonio? - le pregunté.
- No he hablado todavía con nadie, Senda - me golpeé la frente con la palma de la mano.
- ¿Puedo saber por qué? - bueno, estaba claro... supongo que no era fácil hablar con nadie mientras que tu futura ex esposa se volvía loca...
- Me gustaría salvar nuestro matrimonio - me quedé con la boca abierta, ¿me quería volver loca él???
- ¿¿¿Qué diantres estás diciendo??
- Solo te pedí tiempo, Senda. Nunca he querido disolver nuestro matrimonio, los dragones nos casamos para siempre, querida mía - La máquina se puso a pitar nuevamente con intensidad y volví a sentir un terrible dolor en el pecho - ¿Senda??? - Me arranqué los cables del pecho.
- Paso de máquinas, estoy hasta las pelotas de los pitiditos...
- Contén tu lenguaje, por favor. - negué con la cabeza como si no me lo creyese, siempre está igual. Pero se levantó para apagar del todo la máquina y quitarme las pegatinas de los electrodos del pecho.
- ¿¿¿Qué haces??? - le dije apartando sus manos.
- Quería ayudar - me dijo volviendo a la silla. Respiré aliviada, al menos esa máquina traidora no me delataría. ¿Tiempo?, ¿para qué demonios quería tiempo???, ¿¿¿para irse con esa estúpida humana??, me pregunté mientras me quitaba todas las pegatinas - ¿Margaret? - me preguntó tras escuchar mis pensamientos - ¿por qué querría irme con una humana teniéndote a ti? - me preguntó extrañado.
- No vuelvas a leer mi mente - volví a repetirle malhumorada y aliviada a partes iguales.
- Me lanzas tú las imágenes, yo no hago nada - volví a tumbarme dándole la espalda. Sentí que el colchón se hundía detrás de mí y me volteé para ver qué pasaba, su rostro estaba a escasos centímetros de mí. El corazón empezó a palpitarme fuertemente en el pecho... maldito traidor. Siguió acercando su cara hacia mí y cuando quedaban unos milímetros para que nuestros labios se encontrasen alguien llamó a la puerta.
- ¿Majestad? - la famosa Margaret entró tímidamente en la habitación, nos miró e hizo una cómica reverencia - Espero que os encontréis mejor, majestad - me dijo con su tonito sumiso de niña boba.
- Sí, mucho mejor - tanto que me habían entrado ganas de destripar a las idiotas que interrumpían. Vi que Arco hacía una mueca para evitar reírse... ¡maldita conexión!!
- Necesitamos de su presencia, majestad. Es urgente - dijo con un poco de ansiedad. Eso hizo que intentase incorporarme como una flecha y las manos del rey se pusieron sobre mis hombros.
- Yo iré Senda, luego te contaré lo que haya ocurrido, tienes que estar tranquila y recuperarte. - Se levantó despacio, como si le costase despegarse de la habitación pero supuse que eran ideas mías. Enseguida entraron los dos dragones sin jinete y volvieron a apostarse en sus sitios. Me quedé enfurruñada mientras ellos se iban, no solo porque Arco se iba con la tontita de turno y mis celos parecían llamas ardientes en mi pecho sino porque estaba en una situación demasiado próxima al mal del jinete, sin moverme, agotada... ¡Mil veces maldita sea!!!!
Pensar en Arco me producía dolor de cabeza, había intentado repasar mil veces cómo debería ser la conversación que mantendríamos cuando regresase y sinceramente no encontraba nada que pudiese hacer o decir para poder arreglar lo nuestro. Yo había tenido la culpa, me había acostumbrado a hacer y deshacer yo sola y sí que es cierto que le había dado de lado como dragón y como marido, pero cuando te pasas todo el tiempo luchando supongo que es normal, ¿no?... no.... No lo sabía, no era capaz de saber si lo que hacía estaba bien o mal. Amaba a Arco, grandes ancestros..., le amaba tanto que se me había partido el corazón literalmente cuando me había abandonado. Y ahora... 'me gustaría salvar nuestro matrimonio', 'nunca he querido disolver nuestro matrimonio'... Pero sabía que todo seguiría igual y que al final él se cansaría de que le siguiese dando de lado. Lo bueno de tener dos dragones es que el rey podía seguir ejerciendo sus funciones y yo podía seguir luchando con mis dragones, lo malo es que nunca estábamos juntos y mucho menos actuábamos como dragón y jinete. Me dolía la cabeza de pensar... me hice un ovillo y me puse la manta sobre la cabeza para quedarme sumida en la oscuridad, no sabía qué hacer, ni cómo arreglar esto, no sabía nada... me derrumbé y lloré hasta quedarme dormida.
Me desperté con la familiar sensación de que alguien me observaba, me quité la manta de la cabeza y vi la habitación en penumbras, ¿cuánto había dormido???
- Unas cuantas horas, lo necesitabas - dijo la voz de Arco desde la oscuridad.
- Deja de leer mi mente, de verdad, es muy molesto. - le contesté - ¿Qué ha pasado?
- Ha habido nuevos ataques en Norteamérica, pero tranquila, las defensas aguantan por el momento. - asentí cansada y me senté en la cama.
- ¿Cuánto tiempo más tengo que llevar esto? - sacudí el brazo dónde estaban las vías con los sueros y los antibióticos.
- Un poco más, ya no estás en peligro pero deben seguir aumentando tus niveles.
- Estoy cansada de esta cama... - dije golpeando mi almohada con rabia. Me dejó cansada y volví a recostarme en ella.
- ¿Dónde te gustaría estar? - me preguntó con suavidad.
- En el Bosque Eterno, caminando bajo las copas de los altos árboles, jugando con las luciérnagas y sus diminutas luces, pisando su hierba olorosa y dejándome envolver por su canto perpetuo. - Vi sus dientes refulgir en la oscuridad y me imaginé que sonreía.
- Pronto volveremos a estar allí - volvió a decirme suavemente. Volví a recordar los momentos que había pasado allí con él, siempre habíamos sido felices en ese lugar, sin peleas ni voces, todo era sencillo mientras estábamos en el bosque.
- No creo que vuelva a pisarlo jamás - le dije, no podría soportar estar en aquel lugar sin él - pero no importa, buscaré otro lugar con ese encanto, hay muchos y no tiene porqué ser ese, construiré nuevos recuerdos - me encogí de hombros y dentro de mí sentí que mis palabras le habían dolido. ¡Bien! Empezaba a recuperarme si podía sentirle yo a él eso significaba que cada vez estaba más fuerte.
- Bien, te acompañaré a ese lugar o a cualquier otro que desees visitar - me dijo y me quedé mirándole sorprendida, ¿cómo era posible que estuviese intentando hacerle daño y él solo intentase hacerme sentir bien?, ¿es que el corazón de ese hombre no tenía fondo????
- Solo deseo que seas feliz - me dijo... odio esta maldita conexión....
- ¿Aunque no estés a mi lado? - pregunté tímidamente, me puse la mano en la boca pensando que me había traicionado.
- Si eso es lo que necesitas para salir de este pozo en el que te encuentras que así sea, me alejaré de ti, te lo prometo, no volveré a molestarte, quizá eras tú la que necesitas tiempo sin mí, vivir sin mí. - Aclaró pesaroso.
¿¿¿Vivir sin él??? Mi corazón retumbó dentro de mi pecho e hizo que me encogiese de dolor, me agarré con un brazo e intenté respirar pero cada respiración me costaba un triunfo.
- ¡¡Senda!!! - me incorporó pero yo solo pensaba en una cosa... ¿vivir sin él???? Volvió a darme otro latigazo de dolor más fuerte y esta vez grité agónicamente.
Oí los gritos del rey pidiendo ayuda. Afortunadamente la inconsciencia me alcanzó en ese momento.
El agua goteaba cerca de mí, me moví e intenté abrir los ojos, blancura, todo estaba blanco a mi alrededor, miré hacia mi cuerpo y lo vi desnudo... ¡maldita sea!!! ¡¡Sabía dónde estaba!!! Me incorporé rápidamente para ver cómo el original me miraba desde su gran altura. Como siempre el terror me cubrió como una manta...
- 'El joven rey dragón es mucho más importante para ti de lo que esperaba, humana.'
- ¿Le... le has hecho daño? - pregunté con temor.
- 'Solo hablo contigo, no puedo acceder a él. Aunque me gustaría... - dejó la amenaza velada y se me secó la garganta por el miedo - Sufres... por él.'
- Le amo - le contesté.
- 'Ese amor es el que destruyó a mis hermanos. Ellos también amaron en su momento.'
- Tus hijos también parecen quererte... a su manera... - recordé a Doc y los demás monjes que hablaban con él.
- 'Mis hermanos tuvieron a sus descendientes, pensé que yo también tendría mi estirpe... me equivoqué. - ¿¿¿Suspiró o me lo pareció a mí??? - Dime humana, ¿cómo se dice cuando deseas algo que el otro tiene?'
- ¿Envidia? - contesté sorprendida por la pregunta.
- 'Sí... siento envidia por lo que tiene el joven rey dragón. - Abrí mucho los ojos y di un paso atrás - Cura tu corazón y transmuta tu esencia para fecundar a mis hijos, si no lo haces lo que desatarás en la Tierra será peor de lo que has visto, pero hazlo ya... o yo me encargaré de hacerlo por ti y no te gustará cómo lo haré. Debes liberarme si quieres que el mundo que conoces tenga una oportunidad'.
- ¿Por qué yo? - su amarillo ojo pareció flotar hacia mí.
- 'Pronto... mi pequeña hembra humana, pronto...'
Algo se filtraba por mis fosas nasales con un gorgoteo incesante, oxígeno puro, abrí los ojos con mucho esfuerzo, no sentía náuseas, supongo que no tenía comida en el estómago para devolver. El dolor sordo aeguía instalado en mi pecho y cada bocanada de aire que entraba en mis pulmones era un latigazo de dolor. Miré alrededor y vi a varios humanos atentos a las máquinas que me ataban, hablaban entre sí sin prestarme atención. Muchos cables salían de mi cuerpo, tenía puestas varías vías. 'Cura tu corazón'... me había dicho el original. Todas mis conexiones habían caído, Draco debería de estar preocupado por mí..., no conseguí establecer ninguna... las drogas de los humanos hacían que no pudiese concentrarme. Por fin se dieron cuenta de que estaba despierta, uno de los médicos dijo que aumentasen la morfina, volvería a dormir... no quería ver al original de nuevo.
Estaba en el Bosque Eterno, solo que era una pálida noche sin estrellas, tampoco estaba lleno de vida como siempre sino todo era gris y oscuro. Vi a Arco dónde le había visto la primera vez, apoyado en una gran roca, me dirigí a él entre asustada y asombrada.
- ¿Arco? - le llamé.
- ¡Senda! - levantó los ojos hacia mí pero no pareció verme.
- ¿Qué hacemos aquí?, ¿cómo hemos llegado? - le pregunté. Volvió a mirar al suelo e intenté tocarle para llamar su atención. - ¡Arco!, mi mano paso por su cuerpo atravesándolo. ¿Era yo el fantasma o era él?. ¡Maldita sea!!! ¿iba a morir?
Volví a abrir los ojos con esfuerzo, las máquinas seguían conectadas a mi cuerpo, ya no había tantos médicos sino que un par de enfermeras se afanaban en distintas tareas, en un momento dado me dejaron sola en la habitación sin darse cuenta de que había despertado. El dolor seguía estando allí pero ya no era tan intenso. Levanté mi mano con muchísimo esfuerzo y retiré la máscara del oxígeno que cubría mi rostro.
- Hola pequeña - vi a Draco sentado al lado de mi cama y extendí mi mano hacia él.
- ¡Draco! Mis conexiones cayeron yo no... no he podido volver a establecerlas.
- Lo sé pequeña, el rey nos lo explicó, tranquila.
- ¿Estoy soñando? - vi cierta cara de sorpresa y negó.
- Estoy aquí contigo, pequeña - se llevó mi mano a su rostro y me la besó. Suspiré aliviada.
- Estaba preocupada por ti - le dije mientras intentaba sonreírle sin mucho éxito.
- El rey me pidió que volviese por eso, decía que no dejabas de preguntar por mí. - me sonrió e intenté hacerle una broma.
- No te creas tanto dragón, un viejo como tú necesita ayuda constante - él se rió con la broma sin gracia. - ¿Qué me ha pasado?
- Tu corazón falla pequeña, los humanos te mantienen con vida con sus máquinas y los sanadores intentan curarte sin éxito.
- Me abandonó, Draco. No pude soportarlo.
- Lo sé, pequeña. Debí darme cuenta de lo mucho que sufrías.
- Fue mi culpa, te eché de mi lado al igual que le eché a él.
- Senda, todos pasamos por momentos duros.
- Tú no... - le dije.
- ¿Estás segura? - recordé cuando me fui a ver a Quirón e hice mi viajecito en el tiempo.
- Vale... puede que tú sí. No sabes lo que me alegra verte Draco, no sentirte es complicado para mí.
- Estoy bien pequeña, estamos bien, tu cadáver andante también se lo ha tomado bien.
- Slar... - pronuncié con una sonrisa.
- Ese.
- Tengo suerte de tenerte, Draco. - Volví a mirar a las máquinas - ¿Qué hago con ésto?
- Debes hablar con él, pequeña. Tenéis que arreglarlo de una vez. - negué con la cabeza.
- No sé cómo arreglarlo, Draco. Ese es el problema, no sé qué hacer para solucionarlo esta vez. Parece que siempre estoy haciendo daño a aquellos que más quiero. Se siente traicionado por mí y yo siento que le he traicionado, pero te juro que cuando tomo mis decisiones solo intento que no sufráis, solo que por lo visto siempre me equivoco. Dejarle atrás en la expedición contra los monjes fue un error que nos pudo costar caro a todos, ahora lo veo, pero él estaba en Bruselas, ocupado y yo... yo solo pensé que quizá lo solucionaría sola, como siempre.
- No estás sola pequeña, ese es uno de tus problemas, siempre has creído que debías luchar sola cuando no es así. - Le acaricié el rostro con amor.
- Intenté hacerle daño, si no hubieses llegado y me hubieses detenido...
- Estabas furiosa.
- Fue placer, Draco. Dejarme dominar por mi esencia fue placentero por una vez. No pensar, no actuar correctamente, no contenerme... Casi acabo con lo que más amo y no puedo soportarlo, igual que no puedo soportar que no esté a mi lado, vivir sin él. Mi corazón falla porque él no está a mi lado.
- Senda... - me miró horrorizado.
- ¿Te acuerdas del dragón que murió en la playa? su jinete se desplomó muerto sobre él.
- No hables de eso, pequeña.
- Siento lo mismo que ese jinete todos los días. Sentí la muerte de su dragón, sentí su desesperación y sentí cuando su corazón se partió por el dolor. Yo siento ese dolor todos los días, en todo momento. Dejarme dominar por mi esencia amortigua ese dolor. No quiero vivir sin él, Draco, no puedo vivir sin él. Pero soy una egoísta y no puedo hacerle partícipe de esas misiones, no puedo perderle y eso hace que al mismo tiempo le pierda porque se siente apartado. ¿No es curioso? - me intenté reír y una tos sacudió mi cuerpo.
- El rey te quiere, pequeña.
- ¿Tú crees?, ¿cuánto más puede soportar alguien esta situación?. ¿Acaso tú no te cansarías?, ¿cómo puedo culparle por abandonarme????
- Todos lo hacemos, no es difícil. - me dijo con sorna.
- ¿Qué? ¿de... de qué estás hablando?
- Todos le culpamos por la situación en la que estás, pequeña. No hay nadie en el reino que no esté enfadado con el rey porque estés aquí postrada.
- Lo dirás en broma, ¿no?
- No... le golpeé - abrí los ojos con sorpresa - Cuando aterricé aquí en vez de hacerle una reverencia le di un puñetazo. - me sonrió al confesarlo.
- ¡Draco! - pronuncié su nombre horrorizada.
- Sentimos tu dolor, pequeña. Y nadie ha podido ayudarte, todos nos sentimos culpables por haberte dejado caer, y le culpamos a él por haberlo provocado. - volvió a besarme la mano. - Debes descansar, pequeña. Estaré aquí cuando despiertes, te lo prometo. - se levantó para salir de la habitación.
- Te quiero, Draco.
- Y yo a ti también, pequeña.
Según salió de la habitación cerré los ojos y me quedé dormida otra vez, esta vez sentí cómo mi corazón se aligeraba un poco, Draco era un bálsamo para mis heridas.
-.-
Draco se paró al lado del rey, este miraba en dirección a la puerta donde yacía la reina y Draco hacia el exterior.
- Algunas veces, cachorro, me gustaría que no fueses rey para darte la paliza que te mereces.
- Lo sé.
- Arréglalo Arco - dijo sin utilizar su título - le has hecho mucho daño a esa niña. Arréglalo.
- La amo, Draco. Tú lo sabes - dijo él mirando por primera vez al viejo dragón.
- Solo sé que tiene el corazón roto. Arréglalo. - Draco salió caminando hacia el exterior y el rey se quedó fuera mirando hacia la puerta con pesar.
-.-
Abrí los ojos cuando el primer rayo de sol tocó mi rostro. Estaba sola en la habitación con todas las máquinas encendidas. Máquinas... pensé... máquinas humanas... me habían mantenido con vida, pero yo era un dragón no un humano, era hora de que pensase como un dragón. Inspiré aire poco a poco y exhalé despacio haciendo que mi esencia también saliese de mi cuerpo. Quemé vías, tubos, sábanas y la cama hasta convertirla en un amasijo de hierros candentes. Mi esencia cubrió mi corazón dañado y el resto de mis órganos quemando a su vez la morfina que corría por mi cuerpo. Por primera vez en mucho tiempo me sentí viva. Mi cuerpo desnudo había recuperado su tonicidad gracias a los sueros humanos, mi esencia recubrió mi cuerpo como un vestido negro. Mis tentáculos destruyeron el resto de la habitación y la puerta. Salí de allí y me encontré a Arco esperándome, apoyado en un mostrador con los brazos cruzados.
- ¿Te has divertido destrozando otra habitación? - me reí como una niña a la que regañan. - ¿Quieres volar conmigo?
- Siempre, dragón.
Me extendió su mano y se la cogí con una sonrisa en los labios. Me atrajo hasta él y nos lanzamos por una ventana abierta. Me lanzó hacia arriba y caí sobre su lomo y volamos... como siempre fue la mejor de las sensaciones, disfruté inmensamente de aquel vuelo como hacía tiempo que hacía, aterrizamos en un bello acantilado enfrente del Mar del Norte, con una mar enfurecido a nuestros pies, bajé por su ala y me quedé viendo las formas que hacía la espuma del mar al estrellarse contra las rocas. Me di la vuelta para ver como el dragón calentaba rocas a nuestro alrededor con su aliento, luego se transformó.
- Gracias - le dije - hacía tiempo que no volaba y lo necesitaba.
- Tú siempre necesitas volar - sonreí, era cierto y no lo podía negar, necesitaba volar para ser feliz. Me acerqué a él con las manos en la espalda. - ¿Llevas algo debajo de tu esencia? - negué con la cabeza - ven a las piedras para calentarte, no quiero que te resfríes. - Me acerqué y me senté en un hueco entre dos piedras candentes. - ¿Te encuentras mejor?
- Sí, estaba harta de estar en el hospital. - vi que se sentó alejado de mí y me dolió, pero le di ese espacio.
- Me gustaría que volvieses otra vez - abrí la boca para decirle que ya me encontraba mejor y que no volvería ni en sueños pero volvía a cerrarla, intentaría hacer las cosas distintas esta vez.
- De acuerdo, vuelve a llevarme. - Asentí, pero no se movió - ¿nos... vamos? - le pregunté.
- Quiero hablar contigo - volví a asentir.
- Claro, dime - le dije solícita.
- Si quieres anular nuestro matrimonio lo haré, hablaré con el consejo, no te ataré más a mí si ese es tu deseo. - Le miré asustada pero permanecí en silencio - He cortado la conexión, no puedo leerte la mente. - Asentí, por una vez que deseaba que lo hiciese.... - Solo quiero preguntarte, ¿quieres separarte de mí?. Senda... siento por lo que te he hecho pasar, estaba furioso, enfadado por verte otra vez en peligro sin que hubieses contado conmigo y quise darte una lección. - Se puso en pie y dio un paso hacia mí pero volvió a retroceder. - Quise que sintieses lo que sentía yo cuando me dejabas atrás, actué sin pensar y lo lamento.
- Siento haber actuado así... otra vez... - le dije en voz baja - siento haberte hecho daño.
- Escuché tu conversación con Draco, - me confesó - no necesité nuestra conexión, estaba en la puerta espiando. - la escena me hizo gracia, todo un rey espiando en la puerta como un niño pequeño. - Lamento muchísimo no haberte preguntado, no haber hablado contigo sobre esto. No quiero esta situación, no la quiero, amor mío - mi corazón estalló en júbilo al escuchar esas palabras - quiero recuperarte, quiero que vuelvas a ser mía.
- He dicho cosas espantosas, Arco - le recordé.
- Y yo he hecho cosas terribles, por favor, perdóname. - me pidió. Negué con la cabeza como si no me lo creyese. - Senda... te amo, perdóname. - Le miré asustada, pensando que quizá estuviese en otro sueño.
- Dime que no estoy soñando y que has pronunciado esas palabras. - Le supliqué, me extendió su mano y se la cogí, me atrajo nuevamente a su lado, me abrazó y nos rodeó con sus alas, le miré sorprendida con el corazón acelerado.
- Te amo, querida mía, te amo. - Su rostro se acercó al mío y sus labios tocaron los míos, subí mis brazos hasta su cuello para abrazarlo y atraerlo hacia mí.
- Abre la conexión, Arco. - le dije cuando nos separamos un momento. Sentí como mi mente se expandía y tocaba la suya mientras volvía a besarme. Y le mostré todo... mi dolor, mi confusión, mis celos y sobre todo... mi amor. Noté que daba un respingo ante el dolor vivido y luego su beso se hizo más profundo y apasionado. - Nunca, jamás la cierres, no soporto no tenerte conmigo.
- Dime las palabras, amor...
- Te amo, Escamoso - mi corazón pareció que dio un salto en mi pecho pero sentí que no había nada fuera de lugar, mi cuerpo se había recuperado por fin. Mi esencia se retiró hacia el interior de mí y me dejó desnuda frente a él. Sus escamas también desaparecieron y sus alas se abrieron.
Hicimos el amor por horas, mientras el embravecido mar se escuchaba al fondo. Tumbada sobre él podía escuchar su corazón latiendo deprisa en su pecho, le abracé y enterré mi cara en su cuerpo.
- No quiero que vayas a África, ven conmigo, no puedo separarme ahora de ti. - Asentí y pensé que esta vez Draco debería hacer las cosas sin mí porque no podía dejarle yo tampoco. No quería dejarle, le había recuperado, volvía a ser mío y no quería perderle nuevamente.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro