Capítulo 21
Estábamos reunidos con nuestros aliados en las instalaciones militares de los humanos. Llevábamos debatiendo varias horas sobre la nueva situación de los monjes, tanto de los prisioneros como de los 'contenidos', así llamaban los humanos a los monjes que se habían alineado a nuestra causa.
Estaba cansada, había conseguido ducharme y ponerme ropa limpia pero hablar durante tanto tiempo de lo mismo era agotador. Me disculpé un momento y salí a la oscura noche a respirar un poco de aire fresco. Me quedé parada al lado de la puerta decidiendo dónde ir, sentí un brazo encima de mis hombros.
- ¿Quieres volar, pequeña? - me dijo Draco.
- Siempre, dragón - le contesté.
Me cogió por la cintura y salimos volando, cuando llegamos a una altura prudencial me lanzó hacia arriba y caí sobre su lomo. Abrí mi conexión y volamos entre las montañas guiándonos por las mentes de los animales y las vibraciones de las rocas. De pie, a lomos de mi dragón, con el mundo bajo mis pies, los problemas empezaron a hacerse pequeños y la presión de mi pecho empezó a desaparecer. Estuvimos volando un buen rato iluminados por las estrellas en la fría noche y finalmente aterrizamos en la cumbre de una montaña.
Descendí por el ala del dragón y este se caminó hasta una roca de buen tamaño que calentó lanzándole una bocanada de fuego. Luego se volvió a transformar en humano y se tendió al lado de la roca apoyando su cabeza en su brazo. Me senté a su lado, apoyando mi espalda contra su abdomen y como siempre empezó a jugar con los mechones que se escapaban de mi peinado.
- ¿Quieres hablar? - me dijo. Negué con la cabeza, en la roca caliente se dibujaban vetas rojizas que aparecían y desaparecían hipnóticamente atrayentes. Nos quedamos así, no sé el tiempo, no me importaba realmente, pero finalmente miré al rostro de mi amigo y él me devolvió la mirada interrogante.
- Decidí asesinar a Slar - empecé a hablar, no pude aguantar su mirada y volví a mirar a la roca - No conseguía liberarle del influjo de los monjes por mucho que lo intenté y ellos lo utilizaban en mi contra para que no usase mi esencia... aquellos humanos indefensos fue la gota que lo colmó todo... Le rebané el cuello, a traición Draco... en el último momento, le reclamé y viendo que se moría se transformó en dragón.
- Debió de ser una decisión terrible, pequeña, pero estoy seguro que hiciste lo correcto con las posibilidades que tenías. - Le miré y vi la comprensión en sus ojos y la compasión de sus palabras y lo confesé...
- Me alegré Draco... me alegré que fuese Slar al que hubiesen cogido y no a ti... me alegré que fuese él quien tuviese que pasar aquel calvario y no tú... todos los días que estuvimos prisioneros di las gracias porque no fueses tú... - me volví y le abracé mientras lloraba como una niña. Draco puso una mano en mi espalda y me acarició hasta que mis sollozos pararon.
- Senda... es normal sentir esas cosas cuando estás bajo tanta presión. No seas tan dura contigo misma, no te alegraste de que él muriese sino de no tener que sufrir más por lo que ibas a hacer. Somos dragones, pequeña, pero no por ello sufrimos menos.
- ¿No... no estás... decepcionado conmigo? - le pregunté con timidez. Sentí su risa gutural debajo de mí.
- ¡Por los grandes ancestros, niña! Sigues sin verte, ¿verdad?. Destruyes una fortaleza del enemigo, salvas a unos pobres humanos y por primera vez vamos a firmar un tratado de paz con esos monjes ermitaños gracias a ti y tú... tú te preocupas de lo que opine sobre ti... pequeña... eres única. - Le golpeé en el estómago y tuve el placer de oír un quejido.
- No hace falta que me contestes así, dragón. Quizá no debería tenerte tanta consideración... - dije enfadada volviéndome para mirar la piedra candente. Draco se levantó y se sentó poniendo las piernas a mí alrededor y luego me rodeó con sus brazos, apoyó su cabeza en mi hombro y me echó para atrás para que yo también quedase cómoda.
- Slar no ha debido de tener unos buenos días, incluso podría perdonarle el que le hayas reclamado y todo, ese cadáver andante puede que me empiece a caer bien. No ha debido ser fácil soportar lo que ha vivido él. - levanté mi mano y la puse sobre su mejilla mientras seguía mirando a la piedra.
- Si te hiciesen daño Draco... no... no podría soportarlo, si te llegase a perder...
- Lo sé pequeña, lo sé... - me dijo, permanecimos así unos instantes y sentí sus labios en mi cuello, lo recorrieron besándolo e incliné la cabeza para sentirle mejor, sus manos bajaron acariciándome el pecho, siguieron bajando tocándome por mi cuerpo y.... Draco me lanzó lejos de él y caí al otro lado de la piedra candente golpeándome sobre el estómago.
- ¿Pero... qué haces???? - le grité mientras me levantaba enfadada. Draco se había levantado y transformado en medio humano.
- ¡Maldita sea, niña....! Has estado demasiado tiempo lejos... - me acusó.
- Pero, ¿qué he hecho? - le miré sin comprender.
- ¡Tú!!, tanto tiempo lejos y te recupero ahora y yo, ¡maldita sea! Con solo tu olor... ¡necesito volver a tener control sobre mi cuerpo! - pasaron unos segundos hasta que comprendí qué quería decirme.
- Joer, Draco... eso es asqueroso... - le dije mientras me sacudía la ropa. - ¿Qué os pasa a todos últimamente?, parecéis que estáis todos en celo, joder...
- Tú y tu maldito cuerpo apetecible... - dijo gruñendo.
- ¡Y tendré yo la culpa!!! - le grité a mi vez. Miraba alrededor como un perro atrapado... - vaaaale.... ¿puedes llevarme o no?... - le pregunté.
- ¡No! No podré soportar tenerte encima de mí.
- ¡Pues vete!, date una ducha fría y mete tus lujuriosos pensamientos en hielo...
- Un poco más de respeto niña, no estás hablando con uno de esos críos a los que llamas amigos... - dijo avanzando hacia mí enfadado. Sabía lo que venía después, me cogería de un pie y me tiraría en el primer lodazal que viese.... Me quité la ropa con celeridad quedándome en sujetador y se paró por completo mirándome. - Pero ¿qué demonios...?
- Si te acercas me lo quito - dije señalándolo. Oí un gruñido...
- Esto no quedará así, pequeña. - dijo desplegando las alas para salir volando furioso.
- Supongo... - pensé en voz alta - pero hoy gano yo... - le dije al aire - ¡Mierda! ¡¡qué frío!!! - dije volviendo a vestirme cuando se fue. Bueno... necesitaba transporte... mi dragón se había largado dejándome allí a merced de la noche y estábamos demasiado lejos para volver andando... no podía llamar a Arco, estas situaciones le ponían frenético... y a Slar mucho menos, ya había tenido suficiente con dragones salidos - '¿Tarnan?' - le llamé con mi conexión.
- '¿Jefa?' - me contestó sorprendido.
- 'Mmmnnn... necesito transporte... ¿vienes a buscarme?'.
- 'Claro, Gave y yo iremos para allá en un rato' - sentí en su mente que no estaba solo, vaya... otro al que le había estropeado la noche. Me volvía a sentar delante de la piedra, al menos cerca de la piedra no tenía tanto frío. Pensé en incubarla como a un huevo pero creo que después de los días que había tenido no creo que volviese a mirar a los huevos de la misma manera. Al rato, sentí el aire moverse encima de mí y dos dragones aterrizaron con sus jinetes, los cuatros se acercaron a mí.
- ¡Hey! - dije a modo de saludo.
- ¡Hey! - contestaron. Todos se sentaron alrededor de la piedra candente y Tarnan me tiró un trozo de pan y un trozo de carne en salazón. Lo olisqueé con cuidado.
- No es comida humana, es druida...
- Vale... de todas formas me serviría igual, después de todos esos días comiendo esas horribles gachas de los monjes me vale cualquier cosa - contesté antes de pegarle un bocado. - ¿Te han echado de otra cama, Príus?
- Pillé a este - dijo señalando a Tarnan - viniendo para acá y me uní. No quería perder la oportunidad de meterme contigo. ¿Qué le has hecho esta vez a tu dragón?, bueno... dragones....
- ¿Cómo sabes qué la culpa es mía? - le di un puñetazo en el hombro.
- Porque no sabes callarte la boca.
- Pues esta vez no es algo que haya hecho, tío listo... - le dije sacándole la lengua.
- A ver... ilústranos.
- No... no quiero hablar de ello - dije con un mohín.
- Si no has dicho nada malo es que lo has hecho - le miré entre mis pestañas.
- No he hecho nada malo... ¡no hice nada! - Gave, el dragón de Tarnan hizo un gesto como que ya lo sabía - ¿qué, dragón?, ¿tienes algo que decir?
- Eres tú... - dijo como si lo dijese todo.
- Pues claro que soy yo... ¿quién iba a ser si no? - miré a Tarnan como diciéndole que su dragón era idiota.
- Tu cuerpo, tú... Draco se fue porque no podía soportar estar cerca de ti, ¿verdad? - abrí la boca sorprendida, ¿cómo diantres lo sabía???.
- Tú... tú.... - me quedé sin palabras por un instante - ¡idiota! ¿es así cómo tratas a tu reina???? - mascullé lo primero que se me pasó por la cabeza.
- Majestad, lo lamento - Gave se puso en pie presuroso y avergonzado, empezó a hacerme reverencias - no pretendía, nunca hubiese osado...
- Déjalo Gave, Senda está enfadada porque la hayas descubierto - le dijo Tarnan tirando de él para que volviese a sentarse. - No va a hacerte nada... ¿Qué ha pasado? - Gave y el dragón de Príus no se acostumbraban a la intimidad que teníamos los jinetes y nunca sabían cuando hablaba en serio y cuando no.
- ¡Y yo qué sé....! - grité - ¡los dragones que están locos!!
- En eso te doy la razón - me dijo Príus asintiendo y su dragón le dio una patada.
- Jefa.... - volvió a decirme Tarnan.
- Me puse un poco sentimental, vale, pero después me lanzó por los aires y me dijo que... que... bueno... eso. - Levanté los brazos al cielo - ¡¡¡Aaarrrggggghhhh!!! Odio a los estúpidos dragones!!!
- Debo decir a favor de Draco que si yo hubiese estado aquí contigo no habría tenido tanto control como él - me dijo Príus.
- ¡Qué te den, Zalta! - le dije de malos modos.
- Bueno, ya vale... los dos - nos regañó Tarnan - Senda, tu dragón se disculpará por su comportamiento infantil y lo sabes. A todos los dragones les pasa eso alguna vez... o muchas, a los nuestros también. Pierden el control de sus emociones y se mezclan con sus sentidos físicos, necesitan nuestro contacto constante, estar cerca de nosotros tanto mental como físicamente - Estos asintieron con naturalidad - Demasiados sentimientos flotando en el aire... es difícil muchas veces separar la parte emocional de la parte física. Y si la parte física es cómo tú... bueno... yo también puedo entenderlo.
- ¡Tarnan!
- Es un halago, jefa, no te enfades. Pero es difícil a veces estar cerca de ti y no desearte.
- ¡¡Tarnan!! Deja de decir esas cosas - le dije furiosa.
- Senda, te lo tomas como algo personal y no es así. Solo tienes que aprender a retroceder cuando tus dragones tengan necesidades físicas de contacto.
- Te pareces a Maese Rico dando una clase de educación sexual - le contesté y Príus se rió.
- Sé que es difícil Senda, pero entiende a tus dragones y de paso a tus jinetes.
- Sí claro, la próxima vez dejo que me violen y todo... anda ya...
- No te estoy diciendo que tengas la culpa de que te ataquen pero seguro que la vieja Tilly no tiene estos problemas con los hombres.
- La vieja Tilly no tiene una panda de viejos dragones reclamados y unos amigos del todo salidos - le dije sacándoles la lengua, Príus me besó en la mejilla con rapidez - y del todo lujuriosos - le miré enfadada.
- Anda cambiemos de tema y cuenta qué vamos a hacer ahora con los monjes.
- No estoy segura... - Me recosté en el suelo - El Rey quiere proteger las ciudades humanas que quedan en pie y para ello necesitamos la información que tengan los monjes asilados.
- ¿De verdad crees que se han vuelto buenos? - me preguntó Príus.
- Creo que les gustaba su forma de vida ermitaña y que no quieren esta guerra, lo que no sé es si son buenos o no... pero supongo que nadie sabe a ciencia cierta el grado de bondad de los demás, ¿no?, solo nos queda confiar...
- ¿Cómo fue...? Estar allí con ellos... - me preguntó el dragón de Príus.
- Extraño... 'cara quemada' era un ser vil y cruel pero muchos de los monjes que nos pidieron asilo era normales... como nosotros. Trabajaban y tenían su función en su extraña sociedad.
- Los humanos que sacaste de la fortaleza están siendo repatriados - dijo Tarnan.
- Sí, me lo comentó el Rey, me alegro que vuelvan a casa - El aire se movió encima nuestro y Draco aterrizó en su forma medio humana, nos miró a todos con malas pulgas y se sentó detrás de mí para rodearme nuevamente con sus piernas y abrazarme por detrás. Tarnan me sonrió y sacudí la cabeza... ¡dragones! ¿quién los comprendía?. Levanté mi mano y busqué su rostro, le acaricié la mejilla y me cogió la mano para depositar un beso en la cara interna de mi muñeca... ¡dragones!, pensé de nuevo.
- Los humanos propusieron ayer juzgar a los monjes por sus crímenes. - dijo Príus.
- Pues buena suerte - contestó Tarnan - no creo que sirva para nada... - Me quedé por un momento pensando.
- Draco... - se removió detrás de mí - Doc, el monje curandero, me dijo que el original había creado a los monjes según su estado de ánimo, en plan... temperamentos hipocráticos - escuché un gruñido detrás de mí - ¿crees que es cierto?
- No deberías hacer caso a la charlatanería humana, pequeña - por su voz seguía enfadado.
- Pero... y ¿si fuese cierto? - le insistí, finalmente el dragón suspiró.
- Grrr... cuando nací las viejas que atendían a mi madre dijeron que yo sería un gran dragón porque los humores de mi padre estaban equilibrados en el momento de mi concepción. - Le miré sorprendida - Supongo que sí, o supongo que no... pero los dragones sí que han hablado de ello.
- Mandaré un mensaje a Garrick a ver si él tiene más información en la biblioteca - mi mente empezó a pensar con celeridad.
- Y aquí tenemos a la pequeña Senda en acción... - dijo Príus bostezando.
- Más respeto, jinete, es de la reina de quien hablas... - dijo Draco amenazante, Príus se enderezó rápidamente.
- Lo siento, señor, solo era porque siempre hace... - miró el ceño fruncido de Draco y tragó saliva, mi dragón le imponía demasiado - Siempre está pensando en planes alternativos, buscando información y esas cosas... como cuando era aprendiz. - Me reí silenciosamente. - Senda... ayúdame...
- Eres bobo, Príus. - le contesté.
- Es tarde y debéis descansar. Volved todos a vuestros barracones, yo llevaré a mi jinete. - dijo Draco levantándose.
Todos nos levantamos del suelo y los cuatro se fueron volando. Draco puso una mano en mi hombro para que esperase y así lo hice.
- Lamento mi comportamiento - me dijo.
- Deberías, fue infantil.
- Senda, solo quiero que comprendas... - le interrumpí.
- No quiero comprender nada, Draco. ¡Supéralo! - quizá fui cruel pero odiaba que me dejase tirada en los sitios.
- Es difícil a veces estar a tu lado sin tenerte, pequeña - me dijo con humildad. Suspiré con impotencia.
- A veces ya no sé cómo actuar, si acercarme o alejarme, cuando creo que todo está bien me sales con alguna de estas... ya no sé qué más hacer - Draco se acercó a mí lentamente. Me rodeó con sus brazos y me dejé abrazar pensando en que se había acabado todo y de repente sentí sus labios sobre los míos ¡me estaba besando!!!! Me quedé quieta mientras me besaba y simplemente disfruté de su contacto.
- Slar tenía razón con arriesgarse a besarte, pequeña. Es demasiado tentador - le sonreí con una sonrisa triunfal.
- El Rey te va a matar, Draco, en cuanto te vea te matará - me reí ante su cara de consternación. Se transformó en dragón y me subí por su ala para montar sobre él.
Volamos hasta las instalaciones donde dormíamos, el amanecer ya había llegado y en cuanto aterrizamos un grupo de personas vino a reclamar mi atención. Suspiré, deseaba una cama, tenía sueño y la noche había sido larga.
- Draco, ve a dormir algo, estás cansado - le dije al dragón, me dio un rápido beso en la frente y desapareció en los barracones. Di la orden de que le tuviesen preparado el desayuno cuando despertase igual que a mis jinetes y sus dragones. Luego me pasé toda la mañana cumpliendo mi papel de reina.
Había escrito a Garrick como había dicho, acababa de mandar un mensaje con uno de los jinetes. Me froté el cuello intentando desentumecer mis músculos. Lo siguiente en mi lista era comprobar que el Rey estuviese atendido y de paso me tocaba pasar por la sala de control para saber cómo iba la guerra.
Caminé por una zona amplia sin edificaciones donde aterrizaban los dragones y paraban los coches y los camiones militares, pisé y vi que volutas de polvo se arremolinaban en mis botas, el suelo estaba blanco por el polvo, me sentí extraña, liviana y...
De pie, en la gran caverna blanca, miré a todas partes... el ojo amarillo volvió a flotar en el aire y pude distinguir la forma del original.
- 'Libérame...' - la palabra resonó en mi mente como un latigazo.
- '¿Cómo?, no sé cómo llegar hasta ti'
- 'Te di un regalo...' - ¿un regalo? ¿qué regalo?
- 'No sé de qué me....'
- '¡¡¡Libérame!!!' - el grito hizo que me cogiese la cabeza con dolor.
- 'No sé cómo!!'
- 'Mi regalo' - me lo parecía a mí ¿o estaba cansado?
- '¿¿Qué regalo???' - en mi mente aparecieron la imagen de los huevos traídos a la fortaleza.
- ¡¡Majestad!!, ¡despertad!, ¡majestad! - alguien se cernía sobre mí y distinguí a Dorc encima de mi agitándome como si fuese una maraca.
- Basta, Dorc. Estoy bien, déjame - le dije, me abrazó con fuerza y palmoteé para que no me ahogase. - Dorc estoy bien, estoy bien....
- Id a buscar al Rey, a Draco - dijo él mientras me ayudaba a levantarme.
- No hagáis nada de eso - ordené y todos se quedaron parados mirándome. Debía de haberme caído al suelo pues mi ropa estaba llena de polvo, Dorc me miraba con preocupación y yo... - No hace falta molestar al Rey y Draco necesita descansar. Estoy bien, me encuentro bien, atended vuestras obligaciones.
- Majestad... - volvió a advertirme Dorc.
- Estoy bien, Maestro, no os preocupéis por mí.
- ¿Qué habéis visto? - maldita conexión... pensé, podía sentir que estaba preocupada.
- Iré a asearme un poco y luego se lo contaré al rey, tranquilo, amigo mío, no ha sido nada.
- Te caíste niña, te retorciste en el suelo como una anguila, ¿crees que no sé que fue el original? - de verdad, maldita conexión...
- Estoy bien, estoy bien.
- Podrás engañar a los demás, pero no a mí, jinete. Sé que no ha ido nada bien.
- Tenéis razón, dejadme asearme e iré a hablar con el rey, os lo prometo. - Dorc asintió de mala gana.
Me alejé como pude sin perder el paso, cuando llegué a la zona de los barracones tuve que apoyarme en las paredes para poder avanzar, mi encuentro con el original me había dejado terriblemente tocada, creo que su cansancio también era el mío. Necesitaba quitarme esa horrible sensación de tenerle dentro de mí. Llegué hasta mi barracón y me desnudé lanzando toda mi ropa al suelo, me metí en la ducha, me enjaboné y dejé que el agua caliente cayese sobre mi cuerpo hasta que se acabó. Salí desnuda del cuarto de baño para buscar mi ropa y vi que Arco estaba apoyado en una mesa, con los brazos cruzados sobre el pecho mirándome... enfadado.
- ¿Vas a contármelo?
- Ha sido una noche muy larga... vas a tener que especificar más - le dije. Di un paso para abrir el armario y sentí como nuestra conexión se abría y él buceaba en mis recuerdos de todo el día, el encuentro del original, mi enfado con Draco... - ¡¡Basta!!! - grité - ¿cómo te atreves a hurgar así en mi mente? - le espeté.
- Estoy cansado de que me ocultes cosas, Senda. - me dijo furioso.
- No te iba a ocultar nada, ¡solo quería vestirme!, ¡maldita sea!, ¿desde cuándo me tratas así?
- Desde que mi esposa desaparece de mi lado y no sé dónde está, desde que me tengo que enterar por unos soldados humanos que mi esposa ha caído con una especie de ataque, desde que no vienes a buscarme inmediatamente cuando tienes contacto con el original.
- ¡Qué te den, Escamoso! Es mi vida y hago lo que quiero.
- Modera tu lenguaje, querida mía. Te recuerdo que eres una reina, no una verdulera del pueblo. - Puse los ojos en blanco y empecé a vestirme.
- Pues no me trates como una cualquiera.
- Una cualquiera tendría más respeto a su rey del que tú le tienes.
- Te estás pasando, Escamoso... he tenido un día muuuy largo, si quieres pelea la tendrás pero te aconsejo que no lo intentes.
- En veinte minutos tendremos una reunión con la cúpula de nuestro ejército, arréglate y acude sin llegar tarde, por favor - Se dio la vuelta y se fue dejándome sola. Tuve que concentrarme mucho para que mi esencia no saliese y destruyese la habitación... dragones... siempre dragones...
Salí vestida para dirigirme hacia la reunión y Draco ya me esperaba en la puerta.
- Tú tienes la culpa, dragón - le acusé.
- ¿De qué no le cuentes a tu marido que has contactado con el original?
- ¿Cómo demonios...?
- Dorc - dijo contestando a mi ni siquiera formulada pregunta.
- Viejo chismoso... - estaba de morros y enfadada.
Llegamos a la gran sala y puse buena cara ante Kitu y su comisión de monos, enseguida me abrazó y le devolví el efusivo abrazo.
- Mi pequeña gran jinete, sigues tan hermosa como siempre - me dijo al separarnos.
- Y tú tan galante como siempre, Kitu. ¿Qué tal está vuestro padre?, su presencia es siempre recordada por los dragones.
- Bien, bien. Le repetiré las hermosas palabras que le habéis dedicado.
- Acompañadas de nuestro sincero cariño, por favor - le pedí. Arco se puso a mi lado para saludar al mono, me envaré al sentirle cerca, seguía enfadada con él.
- Hijo de Mir, siempre es un placer volver a contar con tu ayuda y la de tu pueblo.
- Moriremos por vos, Señor de los Monos - dijo Kitu y se fundieron en un abrazo. - Veo que el general dragón también está cerca de la pequeña gran jinete, ¡estupendo!
- Ven a mis brazos, mono, esta noche celebraremos con licor vuestra llegada - barruntó Draco. ¡Genial! un dragón borracho más un mono borracho... mala combinación. Bueno... quizá yo debería hacer lo mismo con los jinetes... Arco me lanzó una terrible mirada, ¡¡dichosa conexión!!!, me había oído todo, creo que no voy a esperar a que caiga la noche para empezar a beber...
Todos nos sentamos a la gran mesa preparada por los humanos, había representantes de todas las razas aliadas que habitaban la tierra, en el centro de la mesa el Rey de los Dragones y por supuesto yo a su lado. El debate sobre las próximas acciones fue acalorado, se echaban la culpa de lo sucedido los unos a otros y como siempre los humanos fueron los peor parados.
- Tenemos que proteger nuestros países, estamos perdiendo demasiada población, una quinta parte de la humanidad ha muerto a manos de esos monstruos - dijo uno de los representantes humanos, me fijé en el General Walters... estaba pálido y callado, por respeto no me inmiscuí en su mente pero ganas no me faltaron.
- ¿Y de quién es la culpa? Os habéis reproducido como ratas en época de abundancia y son las ratas lo primero que mueren en las catástrofes - dijo uno de los enanos.
- ¿Nosotros? ¡Vivíamos muy bien sin saber de vuestra existencia! - dijo el humano - Es por culpa de las salamandras y de las lagartijas que estamos en esta situación, ellas ayudaron a los monjes a conseguir la posición en la que están.
- Nuestros pueblos fueron esclavizados, humano - dijo una de las salamandras furiosa - si vosotros hubieseis tenido la desgracia de caer en manos tan viles no hablaríais con tanta arrogancia.
- ¡Suficiente! - la palabra del Rey Dragón resonó por toda la sala y todos los asistentes se callaron al momento - No es momento de luchar entre nosotros sino contra nuestro enemigo. Protegeremos los territorios humanos, como hemos hecho con los demás territorios aliados.
- ¿Cómo pararemos las hordas de monjes, majestad? - preguntó uno de los humanos.
- Querida... - se dirigió a mí con suavidad - es hora de que lo contemos.
- ¿Contar...? - por un momento estuve confusa y luego... mi mente, lo había sabido cuando había entrado en mi mente. Me quedé callada mirando fijamente a la mesa.
- Hemos intentado destruir el máximo número posible de monjes pero sin resultado, siguen siendo demasiados para poder con ellos y siguen atacando el mundo humano con fatales consecuencias. Hemos frenado su despertar, pero con el tiempo encontrarán otras formas de despertar a los durmientes y finalmente nos vencerán, de eso no cabe duda - Siguió explicando el Rey.- La única manera de pararlos es a través del dragón original, el último que queda de su especie. El original creó especialmente los huevos que han sobrevivido para que los fecunde la reina - dijo señalándome - creemos que pueden poseer información para encontrar la ubicación del original.
- ¿Y después? - preguntó uno de los monos.
- El original pide ser liberado.
- ¿A qué precio, rey Dragón? - preguntó uno de los humanos - ¿no es peor eso que la plaga que tenemos ahora?.
- Esa es la gran pregunta, pero ahora mismo estamos estancados. - volvió a decir el Rey.
- ¿Qué propones Rey Dragón? - preguntó uno de los monos.
- Eclosionar los huevos que ahora guardan los monjes que están de nuestro lado. Comprobar qué es lo que saben y ver dónde nos conduce esa decisión.
- ¿Qué pensáis vos, majestad? - me preguntó una de las salamandras. Me quedé mirando a la sala repleta de gente que me miraba, ¿qué pensaba?, pues que por mucho que esos monjes estuviesen de nuestro lado no dejaban de ser monjes, que fecundar los huevos era una idea malísima, que este absurdo plan nos estallaría en la cara...
- ¿Majestad? ¿qué opináis sobre esto? - me preguntó otra humana al verme tan indecisa. Miré nuevamente a la mesa... ¿qué contestar? Y me fijé en la mano de Arco que estaba a mi lado, sus manos eran grandes, fuertes, firmes...
- Sé que lo que os propone el Rey puede parecer descabellado, - me puse en pié mientras empezaba a hablar - y debemos tener miedo ante esta nueva situación. Pero, miradnos, contemplad lo que hemos conseguido. Estamos en esta sala a pesar de nuestras diferencias, de nuestras hostilidades, hemos superado grandes obstáculos juntos y seguimos luchando unidos, siempre lo hemos hecho bajo el mando de un hombre y ese el Rey Dragón. Confío en él, en sus decisiones, confío en el camino que nos marca ahora, por muy extraño y esperpéntico que nos parezca, sigo confiando en él. Os pido amigos míos que le sigáis en esto también, que sigamos al hombre que nos lidera. Y si él me pide que despierte a esos monjes dormidos, por los grandes ancestros que lo haré. Caminaré sobre brasas ardientes si él me lo pide, porque confío en él. - Todos se quedaron callados ante mi discurso y volví a sentarme. Uno de los druidas se levantó y se dirigió al grupo.
- Votemos, alzad las manos quienes están dispuestos a seguir al Rey Dragón. - Todas las manos se alzaron sin dudar, incluida la mía. Sentí la mano de Draco sobre mi hombro diciéndome que había hecho lo correcto.
- Trasladaremos a los monjes que están con nosotros a las Tierras Yermas, les ayudaremos a reconstruir el monasterio que destruimos y les daremos el hogar que quieren. Ellos nos ayudarán a despertar los huevos. - Anunció el Rey sin más peroratas. - Tenéis los planes defensivos de los países más indefensos para poder reforzar sus defensas. A cada uno de vosotros se les ha asignado una tarea, cumplidla con honor, por favor. Querida mía - me llamó y no le pude ni mirar - nosotros iremos a visitar a los monjes para comunicarles su destino y averiguar cómo eclosionar los huevos.
- Prepararé el viaje, majestad - le dije sin llegar a mirarle ni una vez.
- Bien, retirémonos a cumplir nuestras obligaciones, pues. - Dijo escuetamente el Rey, sentía su mirada sobre mí.
Me volví rápidamente y salí de la sala, llamé con mi mente a mis jinetes y todos se reunieron a mi alrededor para poder preparar el viaje, así tenía la excusa perfecta para que Arco no me buscase, me dolía cómo me había tratado. Hablé con Tarnan para que preparase los suministros y Draco vino a informarme quiénes estarían con nosotros en el viaje.
- Debemos proteger al Rey, no queremos que nadie caiga sobre el influjo de los monjes, sería peligroso - Dije a Draco y Príus.
- Formaré un escuadrón para proteger al Rey - dijo Draco.
Vi a unos dragones que iban a aterrizar y me recree en su forma de volar en el cielo, adoraba ver volar a los dragones pero aun más adoraba volaaaaarrrrr .... arrrgghhhhh....... Alguien me agarró y me tiró hacia arriba, aterricé sobre el lomo de Arco y me agarré a sus crines. ¡Oh sí! Disfruté del mero hecho de volar, de volar con Arco, tenía tan pocas oportunidades de hacerlo... Jugamos con el viento, con las corrientes, subimos y bajamos danzando hasta que estuvimos cansados y aterrizamos en un tranquilo prado de hierba mullida donde pastaban unas vacas de grandes cuernos. Extendió su ala y descendí por ella con una sonrisa en la cara. Arco se transformó enfrente de mí y me miró furibundo, la sonrisa se congeló en mi rostro.
- Bien, dispara... sigues enfadado...
- ¡Confías más en el rey que en tu esposo! - me gritó. Me quedé sin palabras...
- Esto... ¿no sois el mismo? - joer... que cacao tengo ahora mismo.
- Me das tu confianza delante de nuestros aliados, todos me siguen gracias a ti y ¿tú no eres capaz de confiar en tu esposo para decirme lo del original?
¿Sabéis en qué se diferencian los dragones de los humanos? Aparte de que se convierten en dragones, claro, en que sienten con demasiada intensidad... hacedme caso, os lo digo de verdad... ¡sienten demasiado! Para ellos todo tiene que ser emocional y visceral, todas y cada una de las cosas que les pasa tienen un propósito, un objetivo o pasan por algo. Piensan mil veces cada pequeña y diminuta palabra que dices, cada acción que haces es desgranada y analizada minuciosamente por su mente incesante. Supongo que es algo propio de vivir tanto tiempo, los humanos no tienen ese problema, para ellos es un pim, pam, pum y fuera.
Suspiré, otra vez en el mismo sitio, me senté en la hierba intentando pensar en una buena respuesta para arreglar las cosas con Arco, intenté que mi mente encontrase un camino para que dejase de estar enfadado pero no lo conseguí. Si le decía esto me diría eso, si le contestaba lo de más allá me echaría en cara lo otro... Estaba en un punto sin salida, cualquier cosa que dijese acabaría en una discusión con él, y estaba cansada de discutir. No había tenido mi mejor semana, ¡qué leches!, ni mi mejor mes y si me apuras este no había sido un buen año. Arco me miraba con las manos en los costados dispuesto a seguir con la discusión. Por lo que hice lo único que se me ocurrió... y empecé a desnudarme, no sé porqué pero esto siempre funciona para callar bocas.
- ¿Qué haces, jinete? - me quité el abrigo y las botas, el peto y me bajé los pantalones - Senda, estamos hablando, ¿qué haces? - seguí por mi camiseta que acabó en el suelo y me quedé en ropa interior, lo siguiente fue el sujetador - ¡¡Senda!! - me gritó, opté por no contestarle y finalmente me quité las braguitas quedándome como me trajeron al mundo. - ¿Puedo saber a qué viene esto?
- Me apetecía - contesté.
- ¿Te apetecía desnudarte?
- Sip... tenía... calor.... Pero si quieres seguimos hablando. ¿Me repites la pregunta? - Le pregunté como si no me hubiese enterado, me tumbé sobre la hierba olorosa y puse los brazos debajo de la cabeza y crucé las piernas, lancé un suspiro de placer sintiendo el sol acariciar mi cuerpo desnudo. Arco se había quedado quieto mirándome.
- ¿Por qué?
- ¿Por qué, qué? es una pregunta amplia, ¿por qué estamos aquí?, ¿por qué crece la hierba?, ¿por qué hoy hace sol y mañana no?
- Senda... - se acercó a mi amenazante, yo solo suspiré nuevamente - Tenemos que hablar sobre lo que ha ocurrido.
- Claro, claro - le di la razón como a los niños - habla, que yo te escucho - volví a suspirar, con un poco de suerte le pondría de los nervios.
- Deberías poder confiar en mí como lo haces cuando actúo como rey - bostecé levemente y pude ver como volvía a endurecer el rostro - Si no me cuentas las cosas que te ocurren, lo que te preocupa, este matrimonio.... Senda, ¿me escuchas? - Su pecho subía y bajaba con una cadencia perfecta, me había vuelto a él y le observaba el cuerpo cómo se movía al hablar. El abdomen duro y en forma, las piernas levemente abiertas para mantener el equilibrio... los brazos... - ¡Senda! préstame atención.
- Te la presto... decías algo de seguir mis instintos. - No tenía ni idea de qué me estaba hablando pero esa frase siempre funcionaba.
- ¿Qué instintos? - me tiró el abrigo encima - ¿puedes ponerte el abrigo?. Te estaba diciendo que... - suspiró fuertemente y se tumbó a mi lado y empezó a acariciarme el abdomen - No vas a escucharme, ¿verdad?
- Nop...
- Lamento haber entrado en tu mente de esa manera, no tendría que haberlo hecho. - Me incorporé y le miré sorprendida.
- Espera... te... ¿te estás disculpando? - le pregunté todavía sin creérmelo.
- Sí, no debería haber utilizado la conexión de esa manera, no fue justo. Tú nunca te has aprovechado así de las conexiones que estableces, no estuvo bien por mi parte. - Abrí la boca de la sorpresa pero luego la cerré. Me quedé un momento parada y finalmente hablé.
- Iba a contártelo, no me lo iba a callar, solo necesitaba tiempo para digerirlo, pero créeme si te digo que te lo iba a contar.
- Te creo y mi actitud ha sido nefasta, entonces - bajó la cabeza hasta apoyarla entre mis pechos.
- Te perdono - le contesté abrazándole.
- Tu apoyo en la reunión fue el punto de inflexión para que se decidiesen, gracias querida mía - besó mi piel suavemente e hizo que las mariposas de mi estómago lanzasen olas de placer por mi cuerpo.
- Lo dije en serio, sabes que no hay hombre en el mundo al que seguiría como a ti. Aunque no fueses mi esposo y mi dragón, confiaría en ti mi vida, te juraría lealtad como lo hice en su momento y te seguiría hasta los confines del averno.
- Bueno... me gusta que esta seguidora tan fiel esté desnuda entre mis brazos.
- Ya sabes, las estrellas de rock es lo que tenéis, las mujeres se lanzan a vosotros desnudas... - me reí cuando me hizo cosquillas.
- Me gustan mis groupies, me gusta mucho esta groupie... - me besó suavemente en la boca mientras sus escamas iban desapareciendo de su cuerpo.
- No me creo que sepas lo que significa esa palabra. - Arco se rió quedamente y siguió besándome. - No vuelvas a hacerlo Escamoso, ya tengo suficiente con intentar que mi mente sea privada de las conexiones que tengo abiertas todo el tiempo, Draco, Slar, Dorc, Tarnan, Príus, tú... todos tenéis acceso a mi mente en todo momento, necesito tener una parcela solo para mí o me volveré loca.
- Tienes razón y lo lamento, no debí imponerte mi presencia así. Te quiero y ese amor no me da derecho a rebuscar en tu intimidad.
- Hay otra clase de intimidad que me gusta... - sugerí mientras me ponía encima de él. El Rey volvió a reírse.
- Hagamos nuestro propio rock, querida mía - me desternillé de risa ante su frase.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro