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Capítulo 20

La noche había llegado, como siempre Arco se paseaba por fuera de los barracones sin poder dormir. Sabía que su esposa no estaba muerta, seguía sintiéndola aunque no podía llegar a ella, hacía tiempo que no conseguía dormir más de una hora seguida, se pasaba las noches rumiando y mirando las estrellas por si pudiesen darle información sobre el paradero de su amada.

- ¿Majestad? - alguien le sacó de sus ensoñaciones.

- General Walters, una hermosa noche, ¿verdad?. ¿Acaso el sueño os esquiva como a mí?

- Supongo que sí... las últimas noticias recibidas han acabado por desvelarme.

- Acompañadme si queréis en mi paseo nocturno, quizá nuestra mutua compañía nos aburra tanto que nos acabe entrando el sueño. - El humano se rió ante ese chiste, no creía que el Rey Dragón fuera un hombre con sentido del humor.

- Estoy seguro que la Reina se encuentra bien.

- ¿Tanto se me nota? - sonrió el Rey ante la oscuridad de la noche - Siento que ella está viva, General Walters, aunque lamentablemente no puedo saber dónde se encuentra.

- Es... es una mujer fascinante - se atrevió a decir el humano.

- Sí, lo es - admitió el Rey - no deja indiferente con su presencia.

- No, eso desde luego. - el General Walters recordó la mirada penetrante de la Reina, su deslumbrante belleza y dio un suspiro - Tenéis suerte, majestad, de tener a alguien cómo ella.

- No lo sabéis bien, General. Senda es mi mundo, es mi jinete, es mi esposa, mi reina... si ella me faltase no creo que pudiese continuar. Cuando los dragones aman lo hacen con tal intensidad que suele ser también nuestra perdición.

- Desde luego, en eso no se parecen a los humanos.

- No... los humanos sois demasiados volubles, pero también en eso radica vuestra fortaleza, sois adaptativos, habéis evolucionado y adaptado a los nuevos tiempos, sobreviviréis a ésta y a muchas otras guerras. Nosotros los dragones vivimos anclados en el pasado, vivimos en nuestro mundo inmutable. Cuando esta crisis pase volveremos a nuestro Reino a seguir haciendo las mismas cosas que hemos hecho desde hace milenios.

- Habéis protegido el planeta durante tanto tiempo... que....

- ¿Vais a preguntarme acaso quién nos otorgó tal potestad?

- Esto... - el general se quedó callado sin saber qué decir porque eso era lo que quería preguntar.

- Nuestros ancestros lucharon en terribles guerras, casi destruyeron la Tierra, vosotros los humanos pensáis que fueron los meteoritos los que trazaron la orografía del planeta. - Walters se le abrió la boca con la sorpresa - Aquellas guerras dejaron terribles cicatrices y perdimos tanto... Finalmente la cordura se impuso y las guerras cesaron, los acuerdos se establecieron y nuestros ancestros vivieron en paz. Pero habíamos hecho demasiado daño a los humanos, a las otras razas que compartían con nosotros este hermoso mundo, nos comprometimos entonces a cuidarlo y respetarlo, a no volver a permitir que fuese dañado. Hemos mantenido la promesa durante milenios... me pregunto si seré yo quien la rompa.

- Habéis unido a la Tierra bajo vuestro mandato, Majestad, los distintos países os siguen sin cuestionar vuestro liderazgo, mi propio país os reconoce como la máxima autoridad planetaria, jamás en nuestra historia había conseguido eso nadie sin ser un dictador y hacerlo por la fuerza. Por primera vez entre nosotros hay paz y orden, ojalá todo siguiera así cuando acabemos con los monjes.

- Gracias por vuestras palabras general, pero los dragones nunca hemos gobernado sobre otras razas y no lo haremos ahora. Si esto termina favorablemente para nosotros nos retiraremos a nuestro reino y veremos a los humanos seguir creciendo como la gran raza que sois.

- La reina... ¿opina como vos?

- Senda es... - el Rey miró a las estrellas de la noche - Senda hará grandes sacrificios sin dudarlo, sin pensar en recompensas o en el poder. Pero nunca intentaría reinar sobre los humanos ni sobre nadie... ya le cuesta reinar sobre los suyos - sonrió al pensarlo.

- La encontraremos, Majestad... - El rey le miró y le dio un breve golpe en el hombro mientras asentía con la cabeza, luego continuó caminando solo hacia los barracones mientras que el General Walters veía cómo se alejaba.

-.-

- Madre... sseremoss invencibless juntos.

- Quítame las manos de encima 'cara quemada' o eso será lo último que hagas.

- ¿Por qué te niegass a ver tu futuro?

- Veo mi futuro, no dejo de recrearme en el día en el que te arranque tus apestosas tripas.

- Sseráss una diossa para essoss mísseross humanos, sseráss la madre de la nueva esstirpe de nuesstro padre... - sentí su bífida lengua recorrer mi brazo.

- Si no me sueltas te juro que te mataré... - ¡maldita sea! No podía utilizar mi esencia sin descubrir que Slar ya no estaba bajo el influjo de los monjes. Intenté zafarme de él sin conseguirlo.

- Tu ssabor ess adictivo, madre... ssabess a poder... - volvió a lamerme el brazo.

- ¡Suéltame deforme!! - grité histérica.

- Loss huevosss han llegado - nos interrumpió otro monje. 'Cara quemada' me soltó en el momento.

- Por fin, ya essstán aquí. Madre, iré a prepararlo todo y nosss veremosss dentro de poco para cumplir con tu dessstino.

Me dejó sola en la habitación donde me había metido e intenté recomponer la compostura. El momento había llegado, sabía que tardarían un día en preparar la ceremonia. ¡Era el momento preciso! Salí corriendo hasta encontrarme con Slar que me esperaba fuera, en el túnel.

- ¿Te ha hecho daño? - me preguntó terriblemente enfadado, vi que los monjes nos miraban.

- No te muevas, debes permanecer en tu papel. - le advertí.

- Si te vuelve a poner las manos encima, tentación... - sentí su respiración entrecortada.

- Manos no... lengua - Slar dio un respiro - después de esto creo que estaré duchándome durante un mes.

- Le mataré....

- Tranquilo, dragón mío, ese placer está reservado solo para mí. Han llegado, acaban de avisar a 'cara quemada' - le dije. Me miró poniendo un mal gesto pero asintió. - Vamos a ver a nuestro monje.

Caminamos en silencio intentando pasar desapercibidos entre todos los monjes que trabajaban por los túneles. Llegamos a la zona de los curanderos y esperamos hasta que nuestro monje aliado salió a vernos. El nombre de los monjes era impronunciable pues utilizaban gruñidos para comunicarse entre ellos por lo que le había puesto el nombre de 'Doc' por doctor, ya que era un curandero, a él le había encantado cuando se lo dije y estaba orgulloso de su nombre humano que le diferenciaba del resto de los monjes.

- Los huevos han llegado, Doc - le dije. Se excitó mucho y chasqueó en su lengua.

- Bien, cumpliré mi palabra jinete. Avisssaré a losss tuyosss.

- Recuerda lo que te dije, así no te harán daño.

- De acuerdo.

Esperaba que Doc saliese de la fortaleza y encontrase a los nuestros por el camino, con un poco de suerte Arco habría descubierto dónde se hallaba la fortaleza y estarían cerca.

- Buena suerte, amigo mío - le deseé al monje, pronuncié las palabras sin darme cuenta, quizá por costumbre pero éste me miró sorprendido.

- Amigo... - repitió - me gusssta. - Salió corriendo por un oscuro túnel y nosotros emprendimos el regreso hasta nuestro habitáculo.

- 'Alea iacta est' - le dije a Slar.

- Esperemos tener más suerte que Julio César, aquel humano fue asesinado por los suyos, recuerdo demasiada sangre en un magnicidio para mi gusto.

- ¡Venga ya! ¿conociste a Julio César???? - me di la vuelta hacia Slar, este se echó a reír y me rodeó con sus brazos.

- Tentación, si sobrevivimos a esto me encantará compartir contigo mis recuerdos sobre los romanos.

- Si sobrevivimos a esto nos cogeremos tal cogorza que olvidaremos nuestros nombres. - Le contesté, volvió a reír.

- ¿Es una promesa, mi reina?

- Es una cita, dragón mío.

-.-

- Majestad, han capturado a un monje cerca del río, pero no deja de decir que tiene un mensaje para vos.

- ¿Cuál es el mensaje?

- No quiere hablar con nadie que no sea vos, Draco se ofrece a torturarle.

- No será necesario, traedlo a mi presencia - contestó el Rey.

El monje que trajeron encadenado miraba con recelo a un lado y a otro. Habían acampado hacía dos días en aquella ribera porque los druidas habían avisado de actividad de monjes por la zona. Los enanos habían corroborado que las piedras de la cadena montañosa eran impenetrables a las conexiones de los jinetes. Arco se levantó cuando entró en monje, este le miró asombrado y bajó la cabeza.

- Habla, maldito o te arrancaré la lengua - le dijo un dragón a su lado.

- Sssolo hablaré con el rey dragón.

- Habla entonces, monje - le instó el rey desde la distancia.

- Debo decírsssselo al oído, esssass ssson misss inssstruccionesss.

- Dejadme matarlo, majestad - volvió a decir el dragón.

- Tranquilo Draco, me acercaré, veamos cuál es tu mensaje monje - se acercó hasta casi tocarlo. El monje se inclinó hacia él y le dijo en voz baja.

- 'Essscamossso' - el rey no tardó en reaccionar, se convirtió en semihumano y con rapidez cogió por el cuello al monje.

- Te mataré, ¿dónde está ella??? - le gritó.

- Me dijo que confiaríaisss en mí cuando osss dijessse esa palabra. - El Rey pareció quedarse aturdido durante un momento y le soltó.

- Habla monje y si tu respuesta no es acertada serán tus últimas palabras.

- El jinete pactó con loss monjess.

- ¡¡Mientes!!! - le gritó Draco mientras se acercaba a él con las garras extendidas- ¡mi jinete jamás haría eso!!

- Draco, ¡detente!, deja que hable... luego decidiremos si le matamos. - Le dijo el Rey.

- La elegida por nuessstro padre me dijo que esstaríaiss essperando cerca, que atacaríaissss la fortaleza a la menor oportunidad. - Todos se quedaron quietos, era exactamente lo que pensaban hacer.

- Eso sí que es propio de mi jinete, ir dos pasos por delante. - dijo Draco asintiendo.

- ¿Cuál es tu misión, monje? - le preguntó el Rey.

- Ayudarosss a entrar a la fortaleza. A cambio, la elegida nosss dejará vivir en paz.

- ¿Cómo puede haber pactado con ellos??? - preguntó Draco mirando al Rey.

- Tiene que haber visto algo - le contestó el Rey sin dejar de mirar al monje de arriba abajo extrañado. - El dragón que la acompañaba, ¿está vivo?.

- Tu hembra le rajó el cuello para matarlo - la sorpresa se instaló en el rostro de los presentes - pero ssssobrevivió.

- ¿Es libre? - le volvió a preguntar el Rey.

- Ssssí, essstá a su lado permanentemente, essstán unidossss eternamente.

- Ese ser miente, ¿cómo es posible que la Reina degüelle a Slar? - preguntó Dorc a los presentes.

- Porque no pudo cumplir su promesa. - contestó el rey de inmediato - No miente, dice la verdad. Pero hay más, el jinete de dragones ha reclamado a otro dragón. - Draco gruñó terriblemente y el monje le miró aterrorizado.

- Senda... ¿estáis seguro, majestad?

- Sí, eso fue lo que sentimos ayer, el monje lo confirma hoy, no hay duda.

- Tener que compartirla con ese cadáver andante... ¡maldita sea!

- Preocupémonos más adelante por eso, ahora tenemos entre manos algo más.

- Majestad... ¿no diréis que confiáis en el monje?

- Sí, lo hago. No miente, trabaja para Senda. - afirmó el Rey y todos empezaron a hablar en gritos y a cuchichear entre ellos.

- El jinete dijo que me creeríaissss, osss conoce bien dragón.

- ¿Cuál es el plan de mi esposa, monje?

- ¿Ressspetaréissss el pacto que hizo ella, dragón?

- Sí, - dijo el rey tras una pausa - mi Reina habla por el Reino de los Dragones.

-.-

Sencillamente estaba aterrada... estaba en una gran caverna rodeada de unos ochenta mil monjes apiñados en las rocas dispuestas como si fuesen gradas, me sentía como en un estadio de fútbol, solo que terrorífico y letal... Y allí estaba yo en el medio, custodiada por unos cien monjes a mi alrededor. Desde donde estaba veía a Slar encadenado, creo que él no podía verme pero esperaba que al menos me situase en el terreno. ¡Grandes ancestros!!! Estaba muerta de miedo. Si el plan que habíamos trazado no tenía éxito me enfrentaba al último día de mi vida...

'Cara quemada' se acercó a mí con su sonrisa torcida, al menos uno de los dos estaba disfrutando de la situación... En el medio de la caverna los cinco huevos estaban dispuestos para que yo los fecundase. ¡Grandes ancestros!!! Creo que me iba a poner a llorar como una niña del miedo que tenía en esos momentos. ¿Doc había tenido suerte?, ¿habría encontrado a los míos???

- ¡Hermanossss! - habló 'Cara quemada' al público - Hoy essss el día que marcará nuesssstra victoria ssssobre lossss missserablesss dragonessss. Nuestrosss nuevossss hermanossss nosss ayudarán a vencer a lossss que nosss intentan exterminar. Una nueva raza de nosssotrosss nacerá graciasss a nuesssstra madre - me señaló y me quedé horrorizada por sus palabras - Traed al dragón.

Trajeron a Slar al centro al lado de los huevos, intenté respirar pero no lo conseguía, Slar avanzó con dificultad encadenado como estaba y se situó al lado de los huevos mirando siempre al suelo. ¡Maldita sea! ¿Cómo me había dejado convencer por unos ojos compasivos dentro de un monje repulsivo???, iban a matar a Slar y luego a mí y el mundo tendría la lacra de los monjes para que lo destruyese.... Las lágrimas corrieron por mi cara sin que las pudiese detener.

- Traed a la hembra - dijo el monje. Varios me empujaron hacia los huevos y 'Cara quemada' me agarró fuertemente del brazo y tiró de mí hacia él - Hoy essss el día, madre... hoy esss nuesssstro día, a partir de hoy me amarássss como a tu primogénito - Le miré horrorizada por sus asquerosas palabras - Missss hermanossss recién nacidossss y yo lideraremossss a lossss nuestrosss y masssacraremosss a loss dragonesss y a los humanosss. Toca losss huevossss con tu esssencia, madre.

Vi como una espada se cernía sobre el cuello de Slar y miré asustada a mi alrededor. Inspiré aire y grité a todo aquel que me quiso escuchar.

- ¡Soy Senda, hija de Morlan, jinete de dragón! Nadie me ha vencido, nadie me ha doblegado, nadie me ha esclavizado - me volví a 'Cara quemada' y le sonreí con sorna - ¿crees, acaso, que tú lo conseguirás donde otros han fracasado??? - Levanté mi brazo, hice un perfecto semicírculo y enlacé a dragones, humanos, monos, salamandras, lagartijas, varanos, druidas y enanos... y por último, enlacé a los monjes que nos eran leales - ¡¡¡ATACAD!!!

Slar se transformó en dragón y barrió con su aliento de fuego a sus captores. Vi a 'cara quemada' gritar de furia y venir hacia mía para atacarme. Desplegué mi esencia que surgió tan negra y poderosa como siempre rompiendo mis grilletes y me puse en posición de defensa. El monje se lanzó hacia mí en un saltó increíble y nos enzarzamos en un combate brutal, semanas de cautiverio, de miedo salieron a la luz y ataqué con todas mis fuerzas. Luchamos durante unos minutos hasta que conseguí golpearle y lanzarlo a unos metros de distancia. Pero sabía que solo había tenido suerte, el monje que había fecundado era tan fuerte que no sobreviviría a ese combate, decidí morir en ese momento con honor. Iba a lanzarme hacia él cuando el suelo se empezó a resquebrajar debajo de nosotros, miré al techo asustada y vi que todavía se mantenía, volví a mirar en dirección al monje pero había desaparecido. ¡Maldita sea!!! ¿¿¿¿Dónde estaba???

- ¡Senda!!! - Draco venía convertido en su forma de semihumano hacia mí y salté hacia él mientras se convertía en dragón. Cuando caí sobre su lomo le abracé como pude.

- ¡¡Draco!!! ¡grandes ancestros!!! ¡¡grandes ancestros!!! No sabes lo que me alegro verte, no puedes saberlo bien. Draco si este es nuestro último combate, te quiero, dragón mío, no sabes lo que ha sido estar alejada de ti. - Dirigí a mi dragón contra los monjes y comenzamos a luchar.

Fue una pelea atroz, a pesar de los efectivos que teníamos, los monjes nos superaban en número, mi conexión hacía que tuviésemos ventaja pero aún así no éramos los suficientes. Había enviado a los varanos y a las lagartijas a rescatar a los humanos prisioneros, pero no era suficiente...

Tenía que encontrar a 'cara quemada', si lo mataba tendríamos una oportunidad cuando se dispersasen al verse libres de su yugo. Por un momento lo vislumbré entre la marabunta de monjes y grité a mi dragón.

- ¡Draco! ¡Allí!!! ¡Al suelo!!! ¡¡El monje está en el suelo!!! - me lancé al suelo frenando con mi esencia y corrí hacia él mientras iba abriendo camino entre cientos de monjes que se echaban sobre mí. Detrás de mí iba Draco intentando protegerme con su gran cuerpo.

'Cara quemada' se volvió a enfrentar a mí y me miró con dolor, por un momento dudé al ver su rostro y me quedé parada, Draco chocó contra mi espalda.

- Venga pequeña, no es momento de sentimentalismos... - sintió mi duda en mi mente.

- Draco... yo - desplegué mi esencia como una espada y me dirigí hacia él, dos pasos di antes de volver a pararme - no... - dije dudando ¡¡maldita sea!! No podía matarlo...

El monje no dudó en atacarnos para sobrevivir y Draco se puso entre nosotros para protegerme pero una sombra cayó delante nuestro. Arco se enfrentó a él con una ferocidad y una furia impropias del Rey, me quedé mirando el combate entre el dragón y el monje, un combate encarnizado y terriblemente violento. Duró unos minutos febriles para ver cómo finalmente el Rey Dragón hundía su garra semihumana en las entrañas del monje y le arrancó el corazón que sacó todavía palpitante para luego aplastarlo en su puño. Éste le miró sorprendido por un segundo y cayó al suelo muerto. Arco se dio la vuelta hacia mí y me cogió por la cintura, en sus ojos había tal ira que dolía solo de mirarlo.

- ¡Mía! - me gritó - ¡¡eres mía!! Y aquello que toca lo que me pertenece, muere - me besó furioso, alterado, casi fuera de sí mismo. Y me dejé besar para luego rodearle con mis brazos y atraerle fuertemente hacia mí. Estaba con él, con Arco, estaba a salvo entre sus brazos, allí nada me pasaría, había sobrevivido, estaba con el amor de mi vida. Nos besamos durante lo que fue una eternidad mientras el combate seguía alrededor nuestro, la violencia y la muerte nos rodeaban pero a nosotros no nos importaba, seguíamos besándonos como si aquello fuese lo único que existiese. Por fin no separamos y Arco me sonrió con una sonrisa deslumbrante, henchido de orgullo y placer, me hizo sonreír con ternura, ¡cuánto le amaba! - ¡Salgamos de aquí!!! Que los enanos destruyan la fortaleza y la sepulten en la selva - me ordenó y transmití sus órdenes al resto de los combatientes.

Sin soltarme voló en forma semihumana entre los combates y la marea de monjes que se replegaba asustada hasta unos túneles, Draco nos seguía de cerca. Pareció que pasasen unos momentos eternos pero pronto salimos a la superficie, el sol brillaba con intensidad y quemó mis ojos acostumbrados a la oscuridad, me puse los brazos delante para protegerme de aquella potente luz y quedé cegada momentáneamente. A mi espalda sentí una fuerte explosión y nos alcanzó la onda expansiva que no consiguió desestabilizarnos, Arco siguió volando hasta que llegó un momento que sentí cómo descendía. Conseguí abrir los ojos y vi que estábamos en una selva, mis ojos lloraban por la emoción y el dolor de volver a ver la luz del día. Enfoqué mi mirada y vi a Arco que me retenía entre sus brazos.

- Amor mío... - me dijo con pasión contenida. Le sonreí y le contesté.

- Arco... - me besó y los ancestros saben que fue el mejor beso de mi vida. Nos rodeó con sus alas y nos dejó encerrados en nuestro mundo y solo quise morir en ese instante de felicidad. No podía desear otra cosa, estaba entre sus brazos, a salvo, con él... Cuando nos separamos me sonrió con su media sonrisa que tanto me gustaba y creí ver el cielo en sus ojos.

- Querida mía... el alma de nuestro reino ha vuelto a nosotros. - me dijo.

- ¡Oh venga ya, Escamoso! ¿por qué tienes que ser tan pomposo??? - pero me reí como una niña y la presión que sentía en el pecho se aligeró significativamente. Él también se rió y volvió a besarme. Cuando me soltó me di la vuelta y me encontré a Draco sonriéndome. Me solté de los brazos de Arco y caí en los de mi dragón.

- Pequeña... ¡por fin en mis brazos! - me dijo con emoción.

- Draco, yo... - estar por fin entre ellos, a salvo, hizo que las emociones vividas aquellas semanas fuesen demasiado para mí y rompí a llorar entre sus brazos. Draco me acunó con delicadeza y me quedé por unos instantes intentando recobrar la compostura. Finalmente me separé de él y depositó un suave beso en mi frente. Me sequé las lágrimas - Slar, ¿dónde está? - pregunté aterrorizada de repente.

- Aquí mi reina - dijo saliendo de entre la gente. Me acerqué a él y nos abrazamos.

- Hemos sobrevivido... - le dije sonriéndole.

- Bien, pequeña tentación, ya sabes lo que me debes... - me reí con ganas y mi carcajada sonó limpia y alta. Estaba feliz de estar viva.

- Yo sé lo que te debo, dragón - dijo Arco y de repente le dio un puñetazo a Slar en la mandíbula que hizo que cayese al suelo, solté un gritito y le miré sorprendida, ¿qué demonios pasaba?

- ¡Arco!!! - grité.

- Puede que te haya reclamado, Slar, pero si vuelves a besarla, si vuelves a tocarla lo siguiente no será un puñetazo, te daré tal paliza que no volverás a desearla. - dijo el rey con tono de matón. Se me desencajó la mandíbula del todo, ¿quién era ese y qué habían hecho con mi flemático marido?. Slar se frotó la mandíbula sonriendo. - Y esto no te lo digo como rey sino como hombre, dragón. Vuelve a tocar aquello que es mío y lo lamentarás.

- ¿Puedo golpearle yo también, cachorro? - dijo Draco tras él.

- ¡Draco!!! - grité asustada. Me cogió del brazo y me acercó hasta él.

- Si vuelves a reclamar un dragón sin estar yo de acuerdo estarás limpiando dragoneras el resto de tu vida, pequeña.

- No... si al final voy a tener yo la culpa ¡como siempre!! - lloriqueé. De repente me di cuenta de lo que significaba, estaba en casa..., y le abracé. Draco se sorprendió de mi reacción pero me devolvió el abrazo. - Me alegra estar de nuevo contigo, dragón.

- Ven, querida mía, debemos ocuparnos de los demás - el rey volvía a ser el mismo que siempre aunque sentía hervir su furia dentro de él cuando miraba a Slar. De repente, me acordé.

- ¿Qué hay de Doc y el resto de los monjes? - pregunté a Arco.

- Nos reuniremos con los supervivientes, vamos. - Monté sobre Draco mientras volvíamos a volar hacia lo que quedaba de la fortaleza.

Cogimos a bastantes prisioneros y descubrimos que había bastantes monjes alineados a nuestra causa, casi unos quinientos mil monjes. Los humanos finalmente habían sobrevivido pero a pesar de todo, la tensión se palpaba en el ambiente, nadie se creía la historia de Doc y sus monjes ermitaños y el Rey a pesar de darles una oportunidad puso guardias en todos los grupos de prisioneros. Nuestros nuevos aliados parecieron aceptar la situación y momentáneamente dejaron que les capturasen como al resto de los monjes.

Tres de los cinco huevos habían sobrevivido, los monjes aliados los transportaban con ellos y cuando los vi me quedé paralizada por el terror. Corrí a esconderme en los brazos de Arco.

- ¿Qué hacen esas cosas aquí???? - le pregunté horrorizada.

- Tu nuevo amigo, Doc y los demás monjes no quieren deshacerse de ellos.

- ¡Por los grandes ancestros!!! ¿qué narices hacen esos huevos aquí??? - preguntó Draco al llegar junto a nosotros.

- Deberíamos destruirlos ahora mismo - gruñó Slar.

- No podemos, amigos míos - habló el Rey que me seguía sosteniendo - Hicimos un pacto con los monjes, respetaremos su decisión de protegerlos.

- Pacto... ¿desde cuándo hacemos pactos con alimañas??? - dijo Draco gruñendo. Arco le miró exasperado - viejo amigo, no cabe duda de quién eres dragón - dijo mirándome con doble intención.

- Vale, vale... dejad esas... cosas por ahí, pero si alguien se acerca a mí con eso lo lamentará. - dije separándome de Arco, en el fondo estaba de acuerdo con Slar, debíamos destruirlos y ya me encargaría de ello cuando nadie pudiese verme... no iba a dejar que aquellos huevos fuesen fecundados por nada y por nadie.

Doc junto a otros cinco monjes se acercaron a nosotros, todavía sentía repulsión por ellos pero no podía negar que habían cumplido su palabra. El Rey y yo fuimos a encontrarnos con ellos seguidos por Draco.

- Cumpliste tu palabra, monje - le dije manteniéndome a una distancia prudencial.

- Me gusssta el nombre que me hasss puesto, jinete, ¿puedo ssseguir manteniéndolo? - le miré extrañada pero asentí. - Misss hermanosss y yo permaneceremosss confinadosss donde nosss indiquéisss dragonesss, entendemosss vuestra desssconfianza hacia nosotrosss.

- Gracias por comprender, monje. Nuestra guerra contra vuestra raza no ha terminado todavía, nuevos peligros se ciernen sobre nosotros pero ahora sabemos que hay una posibilidad de paz entre nosotros, una posibilidad de acabar la guerra. - dijo el Rey.- Desearía que os reunieseis con nosotros para que nos dieseis información sobre aquellos que no comulgan con la paz que buscáis.

- Nuessstro padre esss el único que puede detener a nuessstrosss hermanosss, tu hembra lo sssabe bien. - di un paso atrás hasta chocarme contra Draco y este involuntariamente me rodeó con sus brazos para protegerme.

- ¿Qué sabéis del original? - el tono del rey había cambiado levemente haciéndose más amenazante.

- Nuestro padre essstá prisionero por nuessstros hermanosss, tu jinete esss la oportunidad que él essspera para sssu liberación.

- ¿Cómo podemos liberarle? - utilicé el plural a propósito. Doc señaló los huevos.

- Ssson un regalo para ti, jinete. Padre losss alumbró esspecialmente para ti, por essso losss protegemosss, hasssta que tú losss fecundesss.

- ¡¡¡Eso no ocurrirá jamás!!!! - grité histérica. Arco levantó una mano hacia mí para pedirme silencio y seguí en los brazos de Draco respirando entrecortadamente.

- Los huevos, ¿qué son? - preguntó él.

- Esssperanza.


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