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Capítulo 13

Al día siguiente nos tocó volver a la explanada a trabajar, ya no fregábamos la explanada sino que recogíamos y dábamos las armas a los jinetes que con sus dragones iban y venían de sus misiones. Cada casa armaba a sus propios jinetes y Caram y yo hicimos equipo para intentar competir con el resto de los aprendices de nuestra casa. Fue un ejercicio divertido, mi experiencia como jinete me hacía rápida a la hora de armar y desarmar a los nuestros, siempre estaba en el sitio indicado y en el momento justo, Caram se sorprendía de que siempre supiese qué hacer...

- ¿Cuántos llevamos? - le pregunté a Caram riéndome a carcajada limpia.

- Doce, dos más que esos - dijo señalándome a otros aprendices Morlans. Aterrizó otro dragón y corrimos a ayudarle.

- Permitidme jinete - le dije intentando quitarle la funda de la espada de su espalda.

- No sé que me ha pasado, ¡se ha enredado! - me dijo enfadado el jinete.

- Ya veo... no os preocupéis, os lo arreglaré en un momento, las correas están desengrasadas y se han quedado pilladas -saqué un poco de grasa de un bote que nos habían dado y deshice las correas en un segundo.

- ¡Vaya! Sí que eres hábil aprendiz - me sonrió el jinete, le devolví la sonrisa mientras le cogía la espada. Se fue hablando con su dragón mientras yo me quedaba recogiendo las cosas.

- ¿Cómo sabías eso? - me preguntó Caram extrañado.

- ¿El qué?

- ¡Lo de las correas! A mí no se me hubiese ocurrido.

- ¡Ah! eso... pues... cuando viajaba con mi preceptor a menudo hacía este tipo de trabajos para los aldeanos que portaban armas, me ganaba unas monedas así... - miré al suelo y recogí un guantelete. Caram asintió y se quedó más tranquilo... yo miré para otra parte, odiaba mentirle.

Vi a Draco descender con su jinete, este descendió por el ala del dragón y vi a Draco transformarse en humano mientras su jinete se quejaba por tener que tener aprendices a su alrededor.

- Draco, ¡aprendices! Son insoportables... ¿no pueden venir los criados cómo siempre? - Los Morlans nos quedamos mirando el espectáculo que estaba formando mientras los aprendices Calem se miraban avergonzados por ese jinete.

- Fil, están aprendiendo, ten un poco de paciencia, tú también fuiste aprendiz... - dijo con voz cansada.

Su jinete siguió quejándose y al final fue Draco el que le desarmó, al ver la situación sentí mi furia recorrer mi cuerpo, apreté los puños para intentan contenerla... ¡ese maldito bastardo! ¡¡Utilizar así a mi dragón!!!. Draco se dio la vuelta de pronto para mirarme sorprendido por un segundo antes de que cayese una sombra encima de mí... El Rey me puso la mano en el hombro y me susurró al oído.

- ¡Contente Jinete!, ¡no es el momento! - me desembaracé con furia de su mano y salí de la explanada corriendo.

¡Iba a explotar! ¡Todo mi cuerpo iba a explotar por la ira que me embargaba!!!. Me dirigí hacia la arena donde los dragones y jinetes entrenaban, era mucho más grande que la de la escuela y allí era donde se hacían las pruebas y las competiciones. Como predije estaba sola, no había nadie. Comprobé que no hubiese nadie cerca, y me puse en medio de la arena... dejé fluir mi esencia liberándola y golpeé con ella como con un mazo el suelo una y otra vez con violencia... La arena salía despedida a todas partes mientras que creaba un cráter capaz de albergar a cinco dragones adultos... Estuve un buen rato golpeando hasta que caí de rodillas agotada... aún así no podía replegar mi esencia dentro de mí, estaba tan enfadada, tan humillada, tan indignada por el bochornoso espectáculo que había visto... No había lágrimas, solo furia dentro de mí, me levanté e introduje mi esencia en mi cuerpo, seguía con los puños apretados pero podía contenerme.

- ¿Estás mejor? - vi al Rey apoyado en una de las puertas con los brazos en el pecho.

- ¿Acaso vas a regañarme como si fuese una cría? - no hubo tratamientos ni títulos en mi respuesta.

- No... - avanzó hacia mí - Eres poderosa... Mis dragones me dijeron que el misterioso jinete fue increíblemente hábil y fuerte en la lucha. Ver esto... - señaló al suelo - lo corrobora.

- Mataré a ese maldito jinete algún día... utilizarle así... de criado... - mi esencia volvió a surgir en tentáculos siseantes.

- Te entiendo... no me gustaría ver a mi jinete en semejante situación.

- No creí que fuese tan difícil soportarlo - mis tentáculos empezaron a dar latigazos en el suelo mientras la arena se fundía. Pasó un largo rato hasta que solo quedó el alquitrán en el suelo... inmóvil - Gracias por contenerme... - le dije - a veces... mi furia... intento controlarlo pero hay momentos que...

- Debe ser complicado mantenerte serena - me dijo el Rey con simpatía.

- Arco tiene el don de calmarme con sus palabras - sonreí de medio lado - luego me regaña como a una niña pequeña - el Rey se rió ante mi confesión.

- Ven... - levanté la mirada extrañada - ¿quieres volar? - una sonrisa se dibujó en mi rostro.

- Siempre dragón.

Me lanzó hacia arriba y caí sobre su lomo ya convertido en dragón, me puse de pie y sujeté las crines... y enlacé. Noté la sorpresa del Rey y después su diversión y le dije.

- Veamos qué podemos hacer juntos, Rey Dragón.

Nos lanzamos hacia mar abierto, le dirigí haciendo piruetas, twisters, giros inesperados, nuestras mentes unidas en una sola disfrutaban de la espuma del mar y del sol de la mañana. Llegamos a los acantilados y zigzagueamos entre las rocas afiladas, vi un gran risco a punto de caerse y lancé una bocanada de fuego rompiéndolo y cayendo con gran estrépito al agua. Buceé entre las rocas que caían del risco dentro del agua y luego volvía a emerger haciendo un giro hacia atrás. Una carcajada salió de mi interior y no pude distinguir si había sido mía o del dragón. Pusimos rumbo a las montañas de las águilas y nos posamos en una de sus cumbres nevadas, descendí por el ala del dragón mientras mi esencia protegía mi cuerpo del frío intenso que hacía.

- Ha sido impresionante, jinete - me dijo el dragón.

- Gracias, lo necesitaba... necesitaba volar.

- Eres un jinete... - me dijo mirándome sorprendido, parecía que se daba cuenta por primera vez. Me quedé parada mirándole a mi vez. - Eres un gran jinete. No me esperaba que fueses tan... - alzó las manos sorprendido - No sé....

- Ser jinete para mí es sencillo, he sido jinete toda mi vida... - me miró sin comprender y alcé mi mano en un semicírculo perfecto. Las águilas empezaron a llegar hasta nosotros posándose en las rocas mientras el Rey las miraba sorprendido por su aparición. Un fuerte águila se posó a mi lado - Gracias amiga mía por acudir a mi llamada.... - puse mi frente sobre la suya y cerré los ojos para ver los hermosos colores de su mente - Tus descendientes serán fuertes como tú y orgullosos... Larga vida a la Casa Morlan...

- ¿Cómo lo has hecho?

- Ellas acuden a mi llamada, soy una Morlan... - contesté como si lo explicase todo.

- Nunca vi a un Morlan llamar a tantas águilas.

- En mi futuro serán grandes aliadas en nuestra lucha - alcé mi mano y todas izaron el vuelo al unísono menos el gran águila quedó a mi lado. - He de volver... se preguntarán dónde he estado.

- Has visto el pasado, conoces el futuro... - avanzó hacia mí hasta quedarse a unos pasos - Dices que en las batallas a las que os enfrentáis tendrás que hacer grandes sacrificios, pero los sacrificios a veces no tienen que ser grandes, a veces los reyes no debemos hacer grandes hazañas sino pensar en el futuro de nuestra gente. Hemos construido un gran reino, Senda, vosotros seguiréis construyéndolo tras nuestra partida... Habéis unido bajo vuestro mando a grandes enemigos, habéis hermanado a todos aquellos que pueblan el planeta - le miré intensamente - A veces, es más difícil seguir liderando y protegiendo que sacrificarnos en una gran gesta.

- Hablas igual que tu hijo, Tarco hijo de Calem, con la misma sabiduría y pasión. Me has dado un buen consejo, me has dado grandes consejos mientras he estado aquí. Mi estancia en tu reino toca a su fin pero creo que he aprendido lo que Arco deseaba enseñarme. - El Rey asintió.

- ¿Deseas que te lleve?

- No... soy una Morlan, ¿recuerdas? - sonreí pícaramente y el águila y yo saltamos por el gran precipicio y sujeté mi pie a su estribo descendiendo hacia el castillo sin problemas.

Volví al comedor donde me esperaban los otros aprendices rumiando las palabras del rey.

- ¿Qué te ha pasado, Mirlo? - me preguntó Caram.

- Me sentó mal el desayuno, tuve que salir de allí por patas - todos rieron ante mi mímica y me hicieron algunas bromas. Me senté a comer tranquilamente.

- Mañana es la prueba... - dijo nervioso Caram.

- Seguro que sale bien - le dijo Ainara cariñosamente... les miré mientras mordía el pan, que gran pareja harían, cuando se decidiesen claro.

Aquella noche volví a la cueva con Arco y pasamos la noche hablando de mil cosas y haciendo el amor. Estábamos tumbados en la orilla con las aguas lamiendo nuestros pies y me recosté contra su pecho mirándolo desde arriba.

- Mañana es la prueba.

- Sí....

- Voy a hacer todo lo posible por ganarte, Arco hijo de Calem.

- ¿Tú?, amor mío, pero si no te sostienes dos minutos en la arena... - se rió.

- Prométeme que lucharás hasta el final. - me miró extrañado pero me dijo.

- Está bien, te lo prometo. Seré el más fiero contrincante que hayas tenido. - me besó la nariz - ¿Cómo quieres celebrar mi victoria? - me reí ante su presunción.

- Luego tendré que irme, Arco. A casa.... - se sentó sobresaltado y me miró.

- ¿De qué diantres hablas?

- Tengo que contarte una cosa, algo que no te he... será mejor que te lo muestre... - alcé mi mano y le acaricié la cara mientras abría nuestra conexión y le enseñaba todos los recuerdos que necesitaba ver. Cuando terminé me miró con pena, enfado, ira y tristeza a la vez al conocer nuestro futuro.

- Senda... - asentí al escuchar mi nombre por primera vez de sus labios - ¿He de esperarte tanto tiempo?, ¿qué haré para vivir mientras tú no estás?

- Serás el Rey más grande de cuantos haya habido Arco, serás el mejor rey que haya existido, incluso mejor que tu padre. Y estaremos juntos... te lo prometo. - le besé.

- Así que jinete... ¿quieres luchar contra mí? - dijo con una galantería excesiva.

- Me encantará... - me reí ante su gesto.

- Entonces yo te llevaré hasta el bosque de los druidas para que puedas volver a tu tiempo, querida mía. - sonreí al escuchar sus palabras, 'querida mía'... como deseaba escuchárselas al Arco de mi tiempo.

- Tengo suerte, para mí solo será un instante y volveré a estar entre tus brazos nuevamente.

- Para mí será una agonía que sufriré solo por volverte a ver.... - me volvió a abrazar y a besar e hicimos el amor el resto de la noche.

Todos estábamos listos al día siguiente y fuimos al comedor a desayunar, después recogimos nuestras cosas para ir a la arena. Iba por el camino con los demás aprendices cuando Draco nos abordó.

- ¿Puedo hablar contigo, aprendiz? - asentí y nos metimos en una sala vacía. - ¿Qué pasó ayer, pequeña?, necesito que me expliques qué fue lo que sentí.

- No sé a qué os referís dragón... - empecé a mentir, luego pensé, ¡qué demonios!, ese era mi último día, así me lo indicaba mi corazón, así que cuando me fuese me llevaría todos los recuerdos conmigo y simplemente exploté - ¡Le odio Draco! ¡Es un estúpido!!! ¡Y tú! ¡Tú pareces que le quieres más a él de lo que me querrás a mí!!!

- Mirlo... - le golpeé el pecho con el puño.

- Eres un estúpido, tú también. Ver cómo te trato ayer... ¿cómo crees que me sentí???

- Sentí una llamarada de ira en mi mente... - me dijo, supongo que por eso me miró de esa forma ayer.

- Tengo unos horribles celos de tu estúpido jinete...

- ¿Por qué, pequeña?, ¿qué soy para ti?, ¿por qué yo?. Siento que debería desconfiar de ti, que debería encerrarte hasta saber qué pretendes, pero a cada momento solo pienso en buscarte y estar a tu lado, en protegerte....

- ¡Porque eres mío, Draco! - le volví a gritar furiosa.

- Cuando te miro, cuando estoy contigo incluso llego a creérmelo, pequeña. ¿No te parece estúpido? - me contestó sonriéndome con tristeza y negando con la cabeza, me acerqué a él y le cogí la cara con mis manos.

- Eres mío, Draco. Eres mi dragón... - Quería que lo entendiese, quería enseñarle cómo un jinete ama a su dragón... le enseñé mis recuerdos, cuando nos conocimos, nuestro primer vuelo, cuando le reclamé, las veces que habíamos luchado juntos, los sacrificios que habíamos hecho, la ceremonia, cuando nos unimos como jinete y dragón, cómo nos habíamos convertido en los generales del ejército de los Dragones... todo....

- No... no puede ser... - dio dos pasos hacia atrás tan sorprendido que ni siquiera podía hablar - ¿Es posible esa clase de amor?. Eso no existe, no hay conexión tan fuerte entre un dragón y su jinete. ¿Cómo es posible???

- Sí... ¡sí! Eres mi dragón Draco, te abandoné enfadado porque me fui sola con el rey y mi corazón se rompió en mil pedazos, y llego a este tiempo para descubrir que eres de ese enclenque y estúpido jinete.... - Sollocé impotente, Draco se movió veloz y me abrazó fuertemente.

- Prométeme que ese futuro se cumplirá... que estaremos juntos y serás mi jinete... que me sentiré ese dragón contigo. - dijo mirándome fijamente.

- Te lo prometo, amigo mío, eres mi dragón y nuestra conexión es más fuerte y profunda de lo que puedo llegar a mostrarte. - Draco me besó en la frente.

- Entonces pequeña, esperaré hasta ese día... - nos quedamos abrazados por unos minutos sin nada que decir, sentí a Draco, a mi Draco, entre mis brazos y simplemente disfruté de él.

- Tengo que irme, me esperan en la arena. - le dije finalmente.

- ¿Por qué vas a pasar por la prueba? - me preguntó sin dejar de abrazarme.

- Pregúntamelo en nuestro futuro, Draco. Te contestaré entonces.

- Pequeña... ¿siempre es así, esa conexión que siento ahora contigo?.

- No Draco, nuestra conexión es más intensa, más fuerte, tan fuerte que nada ni nadie la podría romper, solo la misma muerte. Solo te puedo mostrar lo que yo siento, pero llegarás a sentirla cuando regrese.

Nos separamos y continué caminando hacia la arena, me volví para ver a Draco parado mirándome, la conexión que había abierto entre nosotros me hacía ver que ahora se planteaba la clase de relación que tenía con su propio jinete...

Llegué hasta la arena donde me esperaban todos y me fui al hueco Morlan, estaba lleno de gente y aprendices que se apelotonaban y se reían y hablaban... Por un momento me quedé mirando simplemente, siempre que había estado allí había estado sola, o en compañía de mi sanador... ahora rebosaba vida. Nos llamaron y saltamos a la arena, caminé con los otros aprendices de mi casa mientras en las gradas resonaban los vítores y los gritos por nosotros, nos paramos frente y les hicimos el saludo protocolario, nunca me había sentido tan orgullosa de ser una Morlan, quería ganar a toda costa.

- ¡Aprendices! Esta prueba será difícil, lucharéis y los dos últimos aprendices en pie de cada casa pasarán a la siguiente ronda. ¡Honor y orgullo aprendices!

- ¡Honor y orgullo! - respondimos todos.

- Mirlo, Ainara, quedaos detrás de mí, os protegeré todo lo que pueda. - nos dijo Caram.

- Protege a Ainara solo, Caram - contesté - Yo voy a divertirme un rato. - Le dije sonriendo...

Sonó la señal... todos los aprendices se echaron unos sobre otros en un combate sin armas. Salí corriendo y en el último momento salté como un mono encima de un grupo Zalta. Mis movimientos eran mucho más rápidos que los de los demás, mi experiencia de combate demasiado grande, derribé a ocho de ellos en el primer asalto. Luché sin cesar, sin miedo, sin dudas... vi que Caram era encerrado entre varios Incendia y fui en su ayuda, Ainara había caído hacía tiempo.

- ¿Necesitas ayuda hijo de Morlan? - le pregunté poniendo mi espalda junto a la de él.

- ¿Desde cuándo sabes luchar?

- Soy una caja de sorpresas...

- ¡Cuidado con ese!!! - me gritó, hice denso mi cuerpo y realicé un placaje perfecto.

Continuamos luchando sin parar hasta que sonó la señal, veinticuatro aprendices quedamos en pie... Caram y yo por Morlan, me miró y me preguntó.

- ¿Quién eres?

- Ahora y siempre... una Morlan... - me reí, estaba feliz de ser una Morlan, por primera vez en mi vida sentí que no prefería ninguna casa sobre la mía, era una Morlan....

Volvimos al hueco donde los sanadores hicieron su trabajo y esperamos hasta ser llamados. El siguiente combate sería contra dos cachorros de dragón de otras casas, nos ayudarían dos animales de nuestras casas. Nos armaron, pero solo cogí una espada y metí un cuchillo en mi bota, Caram cogió además un escudo y una lanza. Dijeron el nombre de nuestra casa y salimos a la arena, las gradas Morlans comenzaron de nuevo a gritar nuestros nombres y a vitorearnos. Dos grandes águilas planearon por encima nuestro...

- Caram - llamé al aprendiz - recuerda, las águilas son nuestras amigas, confiamos nuestra vidas en ellas como ellas confían en nosotros.

- Lo sé, lo sé...

- ¡No! Tienes que creerlo o no vencerás... no le temas a los dragones si tienes un águila cerca. Somos Morlans, la casa más poderosa y lo demostraremos. No hay miedo, no hay indecisión... no hay piedad.... - Caram me miró sorprendido pero asintió.

Sonó la señal y salí corriendo en dirección opuesta a Caram, solté un agudo silbido y las águilas se lanzaron en picado hacia nosotros al igual que los dos dragones, salté y mi pie se enganchó en el estribo que el águila había soltado, vi que Caram tenía problemas para hacer lo mismo y mediante los silbidos indiqué que protegiésemos a Caram. Los dos dragones comenzaron a pelear contra mí, lo único que tenían prohibido era lanzar fuego igual que nosotros teníamos prohibido utilizar nuestra esencia. Indiqué al águila que alzase el vuelo y cuando estaba encima de los dragones me dejé caer encima de uno de ellos, Caram por fin había conseguido atarse el estribo y volaba hacia mí. El dragón se volteó como me esperaba, los monos me habían entrenado muy bien y repté por su abdomen que dejó a la vista, saqué mi espada de mi funda y corté los tendones del ala del dragón mientras este exhalaba un doloroso quejido, cayó al suelo sin poder volar mientras que yo me impulsaba con el cuerpo hasta que volví a atrapar el estribo del águila que esperaba por mí. Caram tenía problemas con el otro dragón que les perseguía, lancé dos agudos silbidos y el águila de Caram cambió su rumbo y vino hacia mí. Me encaré con el dragón que intentó morderme e hice varios virajes.

- ¡Caram! ¡A por el otro, remátalo!!! ¡Recuerda que su parte más desprotegida es el abdomen!!!

Seguí bailando con el dragón en el aire intentando ver el momento preciso para atacar, era rápido y bueno girando hasta que lo vi... un dragón descuidado con varios huecos de escamas me lancé en picado contra él con mi espada desenvainada y me cogí de sus crines dejándome descolgar por su cuello e introduje mi espada por donde no tenía escamas clavándosela en la base del cuello. Con precisión quirúrgica evité dañar un órgano vital pero la herida fue suficientemente grave como para hacer caer al dragón. Caímos los dos al suelo, pero me subí en su abdomen quedando encima de él para no sufrir daños. Vi a Caram que había herido otra vez al dragón y me miraba asombrado por la escena. Corrí hacia él, me miró como si no supiese porqué y en el último momento le aparté de un golpe de cola que había dado el dragón al que había herido. Rodamos por la arena y quedé encima de él.

- ¿De verdad??? ¿de verdad no te acordabas que nunca debemos darle la espalda a un dragón herido??? - le dije enfadada. Me levanté y le tendí la mano, él me la cogió y le icé, para darme un abrazo cuando le puse en pie. La señal de nuestra victoria sonó en ese momento.

- No sé de donde sales, Mirlo, pero me gusta que estés en la Casa Morlan. - le abracé con gusto de nuevo, mientras los demás nos vitoreaban.

Las águilas se habían posado en la arena y me acerqué a una de ellas, puse mi frente sobre la suya e insté a Caram a hacer lo mismo con la otra águila, por un momento se sorprendió pero me hizo caso. Disfruté de los colores que me devolvía la mente del águila y le di las gracias. Las dos águilas izaron el vuelo para perderse en el horizonte.

- Siempre has de agradecer la valiosa ayuda que nos prestan, Caram - le instruí - Ellas son el más preciado bien que tiene la Casa Morlan, su lealtad ha sido incuestionable por generaciones y seguirán siendo nuestras amigas en las generaciones venideras.

- ¿Cómo tienes esa conexión con ellas? - me preguntó asombrado.

- Ellas fueron mis primeras amigas cuando llegué al Reino de los Dragones, mis hermanas en tiempos difíciles... - sonreí y le di un pequeño puñetazo en el hombro.

Volvimos a nuestros huecos para que nos curasen las heridas y esperar nuestro próximo combate individual, un cachorro de dragón contra un aprendiz.

- ¡Habéis sido los únicos aprendices en ganar la prueba!!! - todos gritaron mientras nos curaban. Caram y yo nos reíamos pero estábamos felices.

- Mirlo es un combatiente excepcional - dijo Caram sorprendido. Yo le sonreí mientras me lavaba las manos.

- Y a tu lado soy mejor, Caram hijo de Morlan, me complementas a la perfección.

Los combates cachorro contra aprendiz seguían y mi nombre se pronunció por fin en la arena.

- Mirlo, hija de Morlan, aprendiz de jinete, contra Arco, hijo de Calem, cachorro de dragón.

Era mi momento, había llegado el combate que tanto había ansiado. Nunca había podido enfrentarme a Arco en un combate y estaba deseosa por saber si podría vencerle.

Salté a la arena yo sola, siempre había caminado en silencio en aquel paseo pero ahora... ahora todos me vitoreaban, las gradas llenas, mi hueco repleto y todos me vitoreaban a mí... Había soñado muchas veces con ese momento y cómo me sentiría y ahora sabía que me sentía extraordinariamente bien. Sonreí como una niña al enfrentarme a Arco.

- ¿Estás preparada, querida mía? - me preguntó.

- ¿Recuerdas tu promesa? - le dije con media sonrisa.

Asintió y sonó la señal. Mi esencia surgió de mis brazos como si fuesen dos potentes látigos y los lancé contra el dragón... Arco voló entre ellos y se estrellaron contra el suelo con gran estrépito. Me impulsé en la arena mientras él volaba en círculos contra mí y ataqué. Patadas, golpes, contragolpes... Él se transformaba en dragón y semihumano a voluntad, mi esencia me ayudaba a estar a la altura. Nos separamos un momento para recuperamos y volvimos al ataque otra vez, desplegué mi esencia y conseguí abrazarle con ella apretando todo lo posible, dio un grito de dolor pero continué, barrió con fuego donde yo estaba y tuve que hacer un escudo para que no me quemase soltándolo. La potencia de fuego era igual que la de un varano, ¡maldita sea!, vi como mi esencia se refugiaba en mi interior según la tocaba el fuego de Arco. Le vi flojear y volví a lanzarme contra él y desenfundé mi espada, dimos vueltas en el aire, él convertido en dragón y yo intentando encontrar uno de sus puntos débiles, consiguió golpearme con una de sus patas y me derribó. Mi esencia no dejó ni siquiera que llegase hasta el suelo, pero detrás de mí surgió una bola de fuego y volví a protegerme. Quedamos en la arena los dos... estaba cansada, el uso constante de mi esencia me pasaba factura, era un oponente formidable.

- ¡Eres un cachorro Arco!, ¿cómo es posible??? - le dije asombrada, creí que podría vencerle, ¿qué clase de dragón era???

- Y yo creí que solo eras un aprendiz, amor mío - me sonrió con esa maravillosa sonrisa que tanto me gustaba.

- ¡Eres increíble! - le admiré - pero este combate lo ganaré yo.

- Vamos, bella dama, acabemos con esto.

Volvimos a atacar, esta vez desplegué toda mi esencia por la arena para envolverle dentro de ella y aprisionarle, combatimos nuevamente en el aire y cerré la burbuja entorno nuestro cayendo al suelo. Arco se deslizó fuera de ella al ver un resquicio en la burbuja y la llenó de fuego, volví a protegerme otra vez para que su fuego no me hiriese... y vi que se lanzó hacia mí a través de las llamas... Rodé como un mono y salté impulsada por mi esencia. Un enorme dragón surgió debajo de mí y me lanzó una enorme bocanada de fuego, me protegí nuevamente en el último instante y caí al suelo...

Estaba encima de mí con mi cuchillo en mi cuello, casi no podía respirar de lo cansada que estaba, le miré con asombro y admiración, Arco me había ganado siendo un cachorro... Sonó la señal... había perdido, el ganador era Arco. Me ayudó a levantarme y me besó con pasión, tenía varios feos cortes como yo y enseguida los sanadores vinieron a curarnos. Nos quedamos solos en la arena enfrente del Rey y de la Reina.

- Enhorabuena hijo mío, ha sido un gran combate. Estoy orgulloso de ti.

- Gracias padre, mi contrincante era formidable - le sonreí.

- Mirlo, jamás había visto un jinete luchar así, ha sido sublime - le hice una reverencia al Rey.

- Ha sido un honor luchar contra el príncipe y una lección de humildad, pensé que siendo un cachorro conseguiría vencerle... - le miré y sonrió apabullado. - Me llevo una derrota muy valiosa Arco.

- No creí que un jinete llegase a ser tan poderoso, esperaré el momento de tener un jinete como tú, Mirlo. - me dijo él con pasión, le sonreí y me volví hacia el Rey.

- Mi tiempo en tu Reino ha terminado Rey Tarco, ahora debo partir. - Todos me miraron sorprendidos.

- Ve en paz, Senda hija de Morlan, y que tu reinado sea tan próspero como el nuestro.

- Gracias Majestad, ahora sé las respuestas a mis preguntas, pero debo volver, grandes batallas me aguardan.

- Yo te llevaré, Senda - me dijo Arco convirtiéndose en dragón a mi lado y extendiendo su ala. El Rey me abrazó con fuerza.

- No hubiese deseado mejor hija que tú, Senda, me alegro que seas la esposa de mi hijo. - Me dijo el Rey. La reina también me abrazó después de su marido.

- Nunca pude imaginar tan gran sucesora para mí, eres una gran reina.

- Llevaré con orgullo y cariño vuestras palabras en mi corazón. Ha sido un honor y un placer conoceros. El tiempo me ha dado un gran regalo.

Me di la vuelta para ver a Taram, Señor de Morlan, a Caram, Ainara y el resto de los aprendices acercarse.

- Señor de Morlan, me habéis enseñado muchas verdades en este tiempo entre vosotros, la mayor, lo orgullosa que estoy de ser una Morlan, es algo que nunca olvidaré. - Este asintió apenado por mi partida.

- No entiendo qué ocurre Mirlo, pero ojalá pudieras quedarte con nosotros. - Me dijo Caram, yo también asentí y les abracé.

- Gracias por ser mis amigos, no os olvidaré... - Ainara lloraba y Caram se le veía bastante afectado. Me dirigí a este y le dije - Dile lo que sientes o la perderás antes de tenerla. - Ainara le miró sorprendida por un momento y este le devolvió la mirada azorado pero sonriendo... Bien... al menos ya estaban encaminados.

Draco se dirigió hacia mí con su jinete detrás. Le sonreí pero cuando llegaron hasta mi altura le di un puñetazo en la nariz a su jinete sin mediar palabra y tuve el placer de oír crujir los huesos cuando cayó al suelo. Todos dieron un grito de sorpresa y me miraron horrorizados.

- Él será algún día mío, jinete.... Y tú... tú solo serás un recuerdo - le dije con odio. Me volví a Draco que miraba la escena demasiado sorprendido para hacer nada - Espérame, amigo mío, nos veremos en breve. - Asintió.

- Estoy deseándolo... - y supe que esa relación iba a cambiar bastante y sonreí... ¡vaya!... sonreí con ganas.

Me monté sobre Arco y despegamos... Cerré los ojos y enlacé con cualquier mente kilómetros a la redonda... y les obligué a olvidar... Cuando salimos del Reino de los Dragones nadie se acordaba que una pequeña huérfana llamada Mirlo había pisado aquel lugar.

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