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Capítulo 12

Al día siguiente me desperté con una sonrisa en los labios, la cita de anoche con Arco había sido perfecta... y todavía suspiraba por aquellos momentos, me acordé que debía de devolver un manual a la biblioteca antes de encontrarme con la reina y me pregunté si vería a Garrick. Desayuné corriendo y me excusé con todos para ir primero a la biblioteca, Caram me paró un momento para decirme que sabía que estaría con la reina paseando en vez de ir a la explanada y asentí, luego continué mi camino.

En la gran biblioteca casi no había nadie pero sí que encontré a Garrick enfrascado en la lectura de un libro, no me oyó ni acercarme.

- Hola Garrick - le vi dar un respingo - ¿qué lees? - vi como cerraba con prisa el libro que estaba leyendo.

- Nada... cosas... cosas de aprendices de bibliotecarios - me sonrío forzadamente - ¿Qué querías?

- Venía a devolverte este manual, ya lo he leído.

- Vaya, si qué eres rápida... Serías un gran aprendiz de bibliotecario, ¿lo sabías? - me reí con ganas, hace tiempo el Garrick de mi época me había dicho lo mismo. Te he preparado otro, ¿quieres verlo?

Nos acercamos a una estantería y me pasó otro manual de estrategias, me lo había leído con anterioridad en mi formación de aprendiz pero no le dije nada y lo cogí. Un aprendiz le llamó y se disculpó conmigo, le dije que me iba a la escuela. Me deslicé por la biblioteca ocultándome de todos hasta llegar a la mesa donde había visto a Garrick leer... estaba absorto en la conversación y no prestaba atención a sus cosas por lo que miré qué libro estaba leyendo. Me sorprendió, era un libro sobre conexiones de jinetes... La conexión que le hice mientras luchaba contra las lagartijas, realmente se había dado cuenta que un jinete la había hecho... sí que era listo el bibliotecario. Vi lo que estaba leyendo en ese momento, 'cómo bloquear las conexiones', ¡vaya!, era listo y por lo visto estaba asustado.... Tomé nota mental y salí sin ser vista de la biblioteca, caminé por los pasillos en dirección a las torres cuando vi a un aprendiz de mi casa, le pregunté donde iba y me confirmó que se dirigía a nuestra torre, le pedí el favor de que me dejase el libro en mi habitación. Retomé entonces el camino en dirección al castillo para encontrarme a la reina, a lo mejor conseguía ver a Arco también. Me metí por los pasillos secundarios y me topé con los jinetes y los dragones que se movían para ir a la gran explanada. Me quedé observándoles sin que me viesen... por las palabras que decían había un jinete que había dicho una tontería y se iban riendo de él... seguro que se referían al estúpido jinete de Draco, éste salió consolando a su jinete de la sala que sollozaba de una manera no muy adulta, ¡pero qué estúpido era!!!, con toda la paciencia del mundo le abrazaba y aguantaba sus tonterías... los celos volvieron a estallar en mi pecho. En un momento dado el jinete se revolvió hacia Draco.

- Tú tienes la culpa de que se rían de mí - le acusó el jinete.

- Fil... de ¿qué hablas?, yo no he dicho nada - dijo Draco con voz cansada.

- Todos creen que no soy suficiente para ti - sollozó el jinete, si me lo preguntaban a mí diría que tenía razón. Draco abrazó de nuevo al jinete.

- Lo eres todo para mí y lo sabes, ¿qué más da lo que piensen los demás? - oír esas palabras hizo que se me revolviese el estómago... odiaba a ese cretino.

- Pero ellos no me respetan... - siguió sollozando el enclenque aprendiz.

- Lo harán, ten paciencia e intenta que no te afecte tanto - le dio varias palmadas al jinete en la espalda. - Vamos, ve a la explanada tengo que coger las cosas. - El jinete se fue renuente y vi como entraba en la sala para recogerlas.

Me apoyé en la puerta para que no me viese, tenía unos celos terribles...

- No deberías escuchar las conversaciones privadas, aprendiz - dijo mientras seguía recogiendo las cosas y sin darse la vuelta...

- ¿Cómo sabes que estaba escuchando? - le pregunté entrando en la sala. Vi acercarse unos maeses y cerré la puerta para que no me viesen dejándome encerrada con Draco dentro, este me miró y negó con la cabeza por mi niñería.

- Tu presencia, podría sentirla hasta en el mismo averno - ¿mi presencia?, ¿puede sentirme????

- Tu jinete es estúpido... - le dije.

- Si fueses otra persona estaría golpeándote por esa afirmación, pero tú... eres alguien extraño, pequeña. - Siguió recogiendo las cosas.

- ¿Por qué dejas que te trate así?, ¿por qué no le pones en su sitio?, o mejor... dejas que le devoren las lagartijas... - Me senté en una mesa enfurruñada.

- Es mi jinete Mirlo, le trato con cuidado y con mimo.

- No se lo merece, todos tienen razón... es idiota y un enclenque.... ¡Y no te hace mejor dragón! Solo un dragón con jinete.

- ¿Has terminado? - me dijo acercándose a mí hasta ponerse delante de mí.

- Tu jinete no me cae bien.... - dije haciendo un mohín.

- Cualquiera diría que estás celosa, pequeña... - se rió y me puse de pie furiosa.

- ¡Algún día serás mío!!! Y te aseguro que ese día tu estúpido jinete solo será un vago recuerdo en tu mente. - le dije apretando los puños para que mi esencia no surgiese de mí. Me cogió de los hombros y me acercó a él mirándome con intensidad.

- No mientes, crees lo que dices - se rió suavemente sorprendido por mi reacción. Pero apoyé mis brazos en su pecho.

- Serás mío Draco, serás mi dragón y él desaparecerá de tu mente y solo yo la ocuparé - me dio un suave beso en la frente.

- De acuerdo, esperemos a ese día - dijo sin creerme. Las lágrimas acudieron a mis ojos...

- Ojalá ese día hubiese llegado. - Quería volver a mi tiempo donde mi dragón me reconocía y yo era lo más importante para él.

- Tengo que ir a la explanada, pequeña. Y tú debes hacer tus quehaceres... - dijo despidiéndose de mí. Tomo el pomo de la puerta y estuvo a punto de abrirlo cuando mis palabras le detuvieron.

- Draco, algún día tú serás mi dragón. Volaremos por el aire como uno solo, lucharemos y nos enfrentaremos a todo y a todos juntos. Moriré por ti, morirás por mí. Viviremos cosas inenarrables e inimaginables y nuestros enemigos murmurarán nuestro nombre con temor. Me consolarás cuando mis lágrimas sean del color de la sangre y me espolearás en las batallas decisivas. Serás mi cuerpo y yo seré tu mente y nunca dejarás que olvide quién soy... Un jinete de dragón. No olvides ahora quién eres tú... dragón.

Pasé por delante de él y abrí la puerta saliendo sin mirar atrás. Las lágrimas caían por mis mejillas, los celos me consumían con un dolor aterrador, si pudiese... destruiría todo para tenerlo.

Los criados me llevaron hasta los jardines interiores del castillo, allí estaba la Reina paseando y me uní a ella tras saludarla con una reverencia e intercambiar un par de formalidades protocolarias.

- ¿Has estado llorando Mirlo? - me preguntó la Reina sin usar mi verdadero nombre.

- No es nada, Majestad - le dije volviendo la cara para otro lado.

- Draco es tu otro dragón, ¿verdad? - la miré con sorpresa porque me hubiese descubierto, ¿cómo lo sabía?

- Pero, ¿cómo....?

- Un dolor como el que veo en tus ojos solo nos lo causa un dragón, he visto como miras a Draco cuando estás cerca de él...

- Su jinete es.... - apreté los puños para impedir que mi esencia surgiese de mí.

- ¿Puedo preguntarte cómo fue posible si él ya tenía....?

- ¿Jinete? - terminé por la Reina, ella asintió - Conocí a Draco cuando llevaba siglos durmiendo el sueño de los Dragones, con mi llegada él despertó... - recordé aquellos primeros días y sonreí - luego le reclamé siendo un aprendiz - la Reina hizo un ruidito de asombro y me reí - Sí, fue un reclamo un tanto violento... - volví a reírme al recordarlo - En la ceremonia, Arco me otorgó el mayor de los regalos con su generosidad tras unirnos como jinete y dragón. Me permitió unir mi sangre a la de Draco y quedamos ligados también como jinete y dragón. - La miré y vi que seguía asombrada ante mi relato, pero proseguí - Nuestro tiempo es mucho más violento que el vuestro, Majestad... los que ahora consideráis enemigos acérrimos serán nuestros aliados en ese futuro, luchamos... todo el tiempo.... Draco y yo luchamos al frente de los ejércitos de los dragones, vuelve a ser el General que conocéis ahora. Arco reina sobre nuestros nuevos hermanos, establece los tratados y nos augura la paz entre nosotros.

- Dijiste a mi esposo que Arco sería un gran rey... - dijo en voz baja. Miré al cielo...

- No podréis imaginaros su grandeza, Majestad... Su sola presencia impone silencio entre los que le rodean, su juicio es justo, decidido... su mandato es autoritario y firme, pero la bondad en su corazón... - sonreí... - Es pomposo, arrogante, taciturno a veces, exasperante en sus normas... Jajajaja.

- Parece que describas a mi esposo - nos reímos juntas ante el comentario.

- Se parecen mucho mi Rey y el vuestro, Majestad.

- Ayer tuviste una cita con mi hijo... - dejó la frase inacabada.

- Compartimos unos momentos maravillosos - me sonrojé - El Arco de este tiempo es joven e impetuoso pero ya se vislumbra el hombre que será en un futuro.

- Tienes razón, será un gran líder... ¿Le amas?

- Sí - contesté sin dilación - Le he amado toda mi vida... mi vida... empieza y acaba con él.

Seguimos paseando, luego nos sentamos bajo un hermoso parterre a tomar un refrigerio, la reina aprovechó para preguntarme.

- ¿Qué es lo más difícil para ti de ser Reina? - me reí ante esa pregunta.

- No lo sé... supongo que todo. Combinar mi faceta de reina con la de jinete es complicado. Saber qué espera todo el mundo de mí. Atender todo lo que se supone que debo hacer...

- Sonreír todo el rato y a todas horas... aguantar a un rey malhumorado... - siguió ella con su propia lista.

- Jajajaja.... Sí, todo eso... Arco os tenía en gran estima... algunas veces creo que piensa que no soy igual de buena reina como vos....

- No creo que piense eso, si en algo conozco a mi hijo es en que habrá elegido a la mejor de las mujeres para ser reina y seguro que ha elegido al mejor de los jinetes. Yo, a veces, pienso que no soy el mejor de los jinetes para mi marido, que cualquiera podría ser mejor jinete que yo... ya ves, cada una con nuestros miedos. - la miré con simpatía por hacerme sentir mejor conmigo misma. - Los Morlans tienen suerte de tenerte.

- Los Morlans... son... increíbles, nunca creí que mi casa sería así, como ellos... disfruto cada momento que paso a su lado y me siento muy orgullosa de pertenecer a su casa.

- ¿Y no es así en tu tiempo? - me dijo sorprendida.

- No... - negué con la cabeza - hacen lo que pueden pero no son así... He aprendido tanto de ellos en estos días...

- ¿Qué harás en la prueba?, ¿lucharás como sabes o te dejarás ganar?.

- No lo sé... me gustaría luchar al lado de mis amigos pero sé que no debería mostrar quién soy.

- Piénsatelo Mirlo, ellos esperan que lo des todo por tu casa.

Seguimos hablando un rato más y nos despedimos, volví a comer en el comedor y luego fuimos a la arena a entrenar. Arco estaba ya allí entrenando y cuando me vio vino a saludarme.

- ¿Qué tal con mi madre? - me preguntó mientras ponía un mechón de mi pelo detrás de la oreja.

- Es una mujer fantástica. Debes estar muy orgulloso. - le contesté.

- Sí que lo estoy... De las dos - sonreí por esas palabras. Se acercó a besarme y me eché para atrás.

- ¡Eh! Para Escamoso, estamos en público...

- No me importa.... - dijo el enfurruñándose.

- Pero a mí sí...

- ¿Te veré esta noche?, ¿después de la cena? - asentí con ilusión - Entonces te recogeré en tu habitación, ¿de acuerdo?

- Vale....

Tal y como me prometió nos encontramos por la noche me cogió entre sus brazos y salimos volando por la ventana.

- ¿Dónde me llevas? - le pregunté acomodándome en su cuello.

- Ya lo verás... - me dijo con una sonrisa.

No pude reprimir un gritito de sorpresa cuando volamos por el gran cañón que nos condujo hasta una cueva con piedras iridiscentes y un pequeño lago en su interior.

- No me lo puedo creer, ¡esto es precioso! - al menos mi sorpresa sonaba sincera, era igual de hermoso que en mi tiempo. Quería probar el agua por lo que empecé a desnudarme y me tiré al agua para nadar. Vi que Arco se había quedado en la orilla mirándome completamente ruborizado. - ¿No vas a meterte? - le pregunté.

- ¡Grandes Ancestros, Mirlo!, ¡¡¡estás desnuda!!!

- ¿Vas de mojigato por la vida?

- Esto no es decoroso... Mirlo, nuestro rango.... - acabé por él.

- Nuestra posición, ¿qué dirá la gente?, debemos mantener nuestro rango... - me giré para darle la espalda - Bla, bla, bla... tienes que comportarte acorde a tu rango - agité el dedo a las paredes - bla, bla, bla, tienes que recordar tu posición... bla, bla, bla.

Sentí unos brazos que me abrazaban por detrás y me hacían cosquillas. Me reí como una loca intentando deshacerme de él.

- Yo no hablo así... - me dio la vuelta y nos quedamos cara a cara.

- Todavía no... pero seguro que lo harás - Apretaba mi pecho contra el suyo desnudo, bajó su rostro y me besó, le correspondí el beso mientras alzaba mis brazos para rodear su cuello.

Se lanzó conmigo al fondo y nos hundimos, seguí riéndome mientras me atraía hacia él. Subí a la superficie a por aire y me di cuenta de que no estaba por lo que me volvía a zambullir otra vez en el fondo. Iluminado por las mismas piedras iridiscentes era sencillo ver las rocas y todo lo que había dentro del agua. Nadé en su dirección y le agarré, él me subió deprisa a la superficie besándome. Luego me llevó a la orilla y se quedó por un momento parado.

- No deberíamos hacer esto... no en la orilla de un lago... yo... querría ofrecerte algo más - le callé con un largo beso.

- El lugar es perfecto, la compañía es perfecta y si no continuas besándome creo que me moriré.

Me besó acariciándome todo el cuerpo y lo hicimos lentamente, llegamos al climax sintiendo nuestros cuerpos y esa conexión tan especial que teníamos. Estuvimos juntos toda la noche hasta el amanecer que me volvió a dejar en mi habitación.

- ¿Te veré esta noche? - me preguntó.

- ¿Lo dudas? - me reí.

- Ha sido maravilloso Mirlo... nunca había sentido nada igual.

- Opino lo mismo... eres maravilloso... - evité decirle que lo que quería oír que era que yo tampoco había sentido nunca nada igual, pero... es que yo lo sentía cada vez que estaba con él....

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