Capítulo 25
Estaba sentada en una mesa con varios volúmenes a mi alrededor, había un completo silencio a mi alrededor solo roto por el rascar suave de las hojas al pasarlas. Sentí que alguien me miraba y levanté la vista, a solo unos centímetros de mi cara el rostro de Irifael me contemplaba con intensidad...
- ¡¡¡La madre qué te parió!!!! - grité mientras me echaba para atrás por el susto y me caía al suelo con silla incluida. Vi como Irifael saltó encima de la mesa quedándose en cuclillas sobre ella sin hacer ningún tipo de ruido.
- ¿Esa no eres tú??? - preguntó con inocencia.
- ¿¿Qué ocurre aquí?? - Garrick se acercó a nosotros enfadado - ¿Quién osa perturbar el silencio en mi biblioteca????
- Maestro, lo siento - me disculpé - me asusté al ver al emplumado - Garrick nos miró furibundos.
- Tu lugar no es este, Irifael, ¿qué haces aquí? - me había levantado del suelo y me froté el trasero dolorido.
- Te traen un mensaje, madre.
- ¿Un mensaje? ¿quién lo trae?
- Estoy escoltando a su portador. - me dijo orgulloso. Miré a todos lados.
- Bien, ¿dónde está el mensajero? - de repente alzó una mano hacia mí y me enseñó un serpiente enroscada en su brazo. Di un grito de terror y me puse detrás del bibliotecario asustada.
- ¡¡¡Maestro!!! ¡¡¡una serpiente!!! ¡¡¡hay una serpiente en la biblioteca!!! - grité sin control, tuteándole.
- Basta, Mirlo, ¡silencio! - me acabó gritando él, usando mi nombre del pasado también asustado, vi que varios bibliotecarios se acercaban para ver qué sucedía. Me quedé callada mientras me aferraba a su túnica con fuerza - ¿Este pequeño ser trae un mensaje, Irifael?
- Un mensaje para madre. Su pequeña mente me lo ha susurrado. - un escalofrío recorrió mi cuerpo.
- ¿Majestad? - vi que Garrick me miraba y le miré como si estuviese loco.
- ¿No creerás que voy a cogerla???? - le pregunté tuteándole.
- ¡Deberéis hacer algo con ese animal!
- Yo paso... no me acerco a eso ni loca. - me opuse obtusa y me escondí aún más tras el bibliotecario.
- ¡Majestad! - dijo él dándose la vuelta sin creérselo.
- Quizá yo pueda ayudar - El rey entró con largas zancadas y los brazos a la espalda como siempre - Venía a ver cómo iban las investigaciones pero quizá pueda ayudar con esto, ven querida, estaré junto a tí.
- Si creéis que voy a acercarme a una serpiente, estáis locos...
- Senda... - me advirtió el rey mientras levantaba la mano hacia mí. Caminé hacia él y le cogí la mano, me acercó hasta Irifael que seguía sosteniendo al animal. - Solo un dedo, amor mío.
- Solos dos palabras, amor mío - contesté a mi vez imitándole - hombres serpientes. - Inhalé aire fuertemente y toqué la cabeza de la serpiente, vi con horror que cerraba los ojos ante mi contacto.
- 'Hemos encontrado la prisión de los abisales' - dijo la voz del hombre serpiente en mi cabeza.
- ¿Podéis liberarlos? - pregunté a mi vez.
- 'Sí. Serán libres en breve.' - miré hacia Arco y asintió hacia mí.
- Te daré la ubicación de uno de los depósitos de huevos de monjes para tus hijos, Hidra. Pero yo enviaré a los míos para asegurarme que los abisales se ponen de nuestro lado tras su liberación.
- 'Es aceptado, pues, tus hijos se reunirán con los míos'. - Hicimos el traspaso de información y aparté rápidamente la mano de la serpiente y me puse tras Arco.
- Suelta a esa pequeña en lugar seguro, Irifael. Luego volad hacia donde la Hidra nos ha indicado, aseguraos que los abisales han sido liberados y nos son fieles, luego regresad a mi lado sin demora.
- Sí, madre. Partiré ahora con mis hermanos.
- ¡Irifael! - le llamó el rey viendo cómo se iba hacia el exterior de la biblioteca.
- ¿Rey dragón? - se volvió hacia nosotros.
- Vuestra lealtad es lo que os mantiene con vida, no el amor de la reina. Recuérdalo. - el ángel entrecerró los ojos ante la velada amenaza del rey pero hizo el saludo protocolario y salió volando.
- Mi biblioteca está revolucionada, será mejor que vaya a hablar con los maeses. - dijo Garrick dejándonos a solas.
- ¿Confías en la Hidra? - me preguntó el rey, negué con la cabeza.
- Confío en su instinto de supervivencia. - le contesté.
- ¿No vas a recriminarme mi actitud con el ángel? - le miré a sus ojos azules.
- ¿Serviría de algo? - le pregunté.
- No. No permitiré que ocurra de nuevo. No volveré a cometer el mismo error. - Entendí su miedo y asentí.
- Tengo que seguir trabajando - era inútil hablar de esto con él. Miré hacia los libros y no pude evitar estremecerme de nuevo.
- ¿Senda? - me miró preocupado Arco.
- ¿Tú.... Tú crees que habrá alguna serpiente más entre los... libros??? - dije susurrando. Miré nuevamente preocupada hacia ellos y escuché una sonora carcajada a mi lado, me volví para ver al inmutable rey reírse a mandíbula batiente agarrado a una silla.
- ¿Ma... majestad? - detrás nuestro Garrick y algunos maeses que habían vuelto contemplaban atónitos la pérdida de compostura de nuestro rey.
- Maestro, ya que estáis aquí... ¿podrías revisar mis libros por si... ya sabe... por si se hubiese colado alguna? - El rey nos asombró con otra explosión de risa. - ¿Te estás riendo de mí? Te lo recuerdo Escamoso, ¡¡hombres serpientes!!. - Se movió demasiado rápido y me encontré entre sus brazos.
- Te he echado enormemente de menos, amor mío - dijo mientras me besaba. Me puse colorada ante la muestra de afecto delante de todos los maeses. - Ya que hemos solucionado el problema de la serpiente volveré a mis quehaceres. - dijo saliendo de la biblioteca.
- Genial... - murmuré viendo como Garrick y los demás también se iban - ¿pero quién revisa los libros por si hay otra serpiente?
Estuvimos repasando volúmenes todo el día, Garrick se sentó en la mesa conmigo y fuimos comentando lo que encontrábamos en los distintos libros que nos traían los maeses y los aprendices disfrutando de la búsqueda de información y de nuestra mutua compañía.
- La gran asamblea fue convocada por uno de los señores de los dragones para repartirse los territorios, ni siquiera se había formado el reino. Hasta ahí bien... - le comenté a Garrick - ¿pero por qué no hay más información sobre los asistentes?, en este libro se detalla incluso la ropa que usó el señor.
- Lo demás no era interesante ni relevante, Senda... recuerda que no eran dragones, ¿para qué hablar sobre ellos?
- Ya... el inmenso ego de los dragones, como no... Nada es importante si no tienen escamas y pueden volar... - puse mi mano en la barbilla. - ¿Y el cuerno?
- En las montañas donde ningún dragón puede llegar.
- Estuve en una de las cimas con Slar cuando despertó, el paisaje era precioso pero había muchas cimas por encima de nosotros. ¿Cómo saber cuál es? - Garrick se mesó la barbilla.
- Buena pregunta...
- Aquí dice que el cuerno fue creado por los originales... ¿para qué?, ¿por qué?, ¿quién lo creó exactamente?, ¿con qué lo creó?
- Demasiadas preguntas, majestad y escasas respuestas - suspiré sonoramente y me quedé mirando el grabado del libro que tenía delante.
- ¿Y ese cuerno?, vale lo tocas ¿y?, ¿qué ocurre a continuación?
- En los libros solo dice que las razas fueron convocadas.
- Pero, ¿cómo? - pregunté yo... - No es por nada, Maestro, pero deberíais imponer a vuestros maeses que fuesen más meticulosos en su redacción y dejasen un poco de lado los pormenores de los dragones. Saber de cuantos hilos de oro estaba hecha la capa del señor de turno... - me quedé mirando a Garrick con la boca abierta.
- ¿Majestad?
- ¡¡Eso es!! ¡¡seguro!! ¡¡seguro que sí!!
- ¿Seguro qué? - volvió a preguntarme sin entender nada.
- ¡Oro! - y señalé mi hoz de oro, me levanté excitada - ¿No lo entendéis? Me apuesto lo que sea a que del cuerno también emanan vibraciones. Los libros dicen que fue creado por los originales, seguro que utilizaron algún material asqueroso como el de la hoz o el de la piel del vellocino. Por eso lo encontraron la primera vez los dragones, en una zona rocosa, llena de nieve, sin visibilidad, sin nada que dijese su paradero... ¿qué mejor lugar para esconder un cuerno? ¿y qué mejor método para encontrarlo? Son pocos los seres que saben sentir las vibraciones que emanan. Tengo que hablar con el rey, si consiguiese llegar hasta una de las cimas podría trazar un mapa y buscaría las vibraciones, el cuerno no debería ser difícil de encontrar entonces.
- Parece que tenemos un plan, majestad.
- Garrick, mañana al alba saldremos. Preparaos - dije yendo a la salida - avisaré al rey, haremos un retén de dragones, jinetes y bibliotecarios, encontraremos el cuerno y veremos cómo convocar la dichosa asamblea.
- Pero majestad, ¿los bibliotecarios también deben ir?
- ¡Por supuesto! ¿acaso queréis perderos tal aventura? - me miró con sorpresa en la cara y me acerqué a él cogiéndole una mano - Venga Garrick, te conozco, sé que deseas ver lo que hay ahí.
- Mirlo - utilizó el nombre con el que nos conocimos - los bibliotecarios no salimos de la biblioteca - dijo entre sorprendido y horrorizado.
- Este bibliotecario... sí. Iré a buscar al rey.
Arco y yo establecimos ir al día siguiente a buscar el dichoso cuerno para convocar la gran asamblea. Los libros también hablaban de una especia de zona neutral que era revelada cuando se tocaba el cuerno... todo me parecía demasiado místico e irreal, ¿qué tendría ese cuerno de especial?. Por lo que habíamos podido dilucidar habían sido los grandes ancestros los que colocaron el cuerno en el reino de los dragones, lo dejaron allí para poder convocar a todas las razas y ser convocados ellos mismos, esta parte no la habíamos entendido bien ¿convocar a los ancestros???, pero como le dije a Garrick, 'a mí no me importa si un par de fantasmas quieren aparecer por la asamblea', él se quedó más preocupado y dijo que seguiría investigando.
Suspiré... me tocaba hacer algo que debía haber hecho hace tiempo y que había demorado. Llamé a una de las águilas y juntas volamos por el reino hasta los territorios de la Casa Morlan. Aterricé en la gran terraza casi cuando era de noche, varios criados Morlan salieron a recibirme y al reconocerme me hicieron profundas reverencias.
- Llevadme ante el Señor de Morlan. - les dije y les seguía través de los pasillos de la gran casa señorial.
- ¡Majestad! - encontré a Atham como siempre en su gran salón junto a su corte de lameculos... seguían sin caerme bien a pesar de los años. Hice el saludo protocolario respetando su rango y él me devolvió una reverencia respetando el mío. - No esperábamos vuestra visita.
- He regresado por un breve periodo de tiempo, el rey y yo hemos venido a buscar información en la gran biblioteca y nos iremos en breve. Sin embargo, no quería dejar de pasar la oportunidad de saludarlos y agradeceros vuestro apoyo en mi caída. - Ya estaba... ya lo había soltado, trabajo hecho.
- Me alegra ver que volvéis a llevar vuestras ropas de jinete - me hizo un gesto hacia unos cómodos sofás en una zona retirada del salón y nos encaminamos hacia allí para poder sentarnos.
- Me costó volver a vestirlas, Señor, todavía me cuesta llevarlas con el honor y orgullo que precisan.
- Esa indecisión os honra, majestad.
- Quería daros las gracias por lo que habéis hecho por mí y por el Triunvirato. - le dije con humildad.
- No debéis agradecerme nada, sois una hija de Morlan y es mi deber protegeros y cuidaros - asentí.
- No teníais que aceptar a los ángeles a vuestro cuidado.
- Fue un honor, majestad. Os pusisteis en una peligrosa situación para salvarles, ¿qué menos que corresponder a tal sacrificio?
- Gracias, Señor de Morlan. El Triunvirato hará lo posible para estar a la altura de vuestra generosidad.
- Senda... - utilizó mi nombre sin mi título - Ten cuidado ahí afuera, por favor.
- Lo tendré, Señor. - este asintió y se recostó sobre el sofá.
- Sigues portando la espada del último jinete Morlan - sonreí.
- Es testigo silencioso de mis actos, mi amiga en las largas noches en vela y mi protectora en la batalla. Le tengo un cariño especial a la espada, Señor.
- Jamás hubo un jinete con tanto honor y valor como tú, niña. No lo olvides porque los demás no lo olvidamos. - Puso su mano sobre la mía y la apretó con cariño, le sonreí y asentí.
- ¡Mi señor! - un criado entró con prisas - ¡el rey ha llegado!
- Vienen a buscaros, majestad. - vimos cómo el rey entraba y todos los presentes le hicieron una reverencia. Atham y yo nos levantamos y también le saludamos. - Es un honor vuestra visita, majestad - dijo el anciano dirigiéndose al rey.
- Señor de Morlan, es un placer visitar vuestra casa como siempre. He venido a buscar a mi esposa, mañana partimos en una misión y es conveniente asegurar su descanso. - pomposo... muy pomposo el escamoso... pensé.
El rey y yo volábamos hacia el castillo en la oscuridad de la noche, no había luna y el brillo de las estrellas quedaba oculto tras las nubes que anunciaban tormenta. Llegamos a la habitación y se transformó en humano mientras me abrazaba y besaba.
- Lo que queda de noche va a ser nuestra, querida mía. - Me besó hasta que perdí la cordura, la noche fue tan maravillosa que cuando llegó el alba con sus primeros rayos de sol hice un mohín de descontento. - Debemos prepararnos para partir, amor.
- ¿No podemos quedarnos un poco más?
- ¿Cómo cuanto? - se rió a mi lado.
- Toda la vida. - le sentí suspirar y le miré preocupada - ¿Qué?
- Cuando me dices esas cosas siento que no te estoy dando la vida que mereces, querida mía. - Se puso serio y me miró.
- Oye... Escamoso, no te irás a poner sentimental, ¿verdad? - por un momento se quedó quieto mirándome y luego me castigo con una lluvia incesante de cosquillas - ¡¡Para!! ¡¡Para!!!, vale, vale, ¡¡lo siento!!!! - paró y me miró con el ceño fruncido.
- Te he amado toda la vida, Senda. He ansiado el momento de estar juntos desde que naciste y cuando por fin te tengo a mi lado siento que debería darte más. Has sufrido tanto... - cerró los ojos con pesar - ni siquiera he podido protegerte de todo aquello que te ha hecho daño.
- ¡Eh! Oye... ya sé que tienes el concepto de responsabilidad muy alto y esas cosas pero... no estamos en el Medievo, ¿vale?, no necesitas darme una buena vida, debemos construirla juntos, ¡juntos! Escamoso, esto va en doble dirección, la vida que queremos la debemos conseguir juntos.
- ¿Me estás diciendo que estoy chapado a la antigua?
- Naaaa... te estoy llamando viejo a la cara - volvió a hacerme cosquillas y cuando paró me desplomé sobre su pecho riéndome - vale, vale, me rindo... - Le besé el pecho mientras me acariciaba la espalda. - Bueno, pongámonos en marcha... hay que celebrar una fiesta. - fui a levantarme pero me retuvo entre sus brazos.
- Te quiero Senda, hija de Morlan. - le acaricié el rostro con ternura, no sabía cuando volveríamos a estar así.
- Te quiero, Escamoso. Eres mi pasado, mi presente y mi futuro. - me abrazó con fuerza.
Los dragones subían rodeando constantemente la cadena montañosa en una interminable espiral para acostumbrarse a la altura, aun así el ascenso era terriblemente lento y cansado y debíamos descansar cada poco tiempo. Volví a dar la orden de aterrizar en una zona medianamente plana y descendí de mi dragón para encontrarnos con el maestro bibliotecario.
- Majestad... no creo que lo consigamos - me dijo sentándose en una roca. - No hemos avanzado ni una quinta parte del camino y no creo que resistamos mucho más. - Arco se acercó a nosotros y me miró con preocupación.
- Tengo que llegar más arriba, Garrick, hay tanto hielo aquí que no consigo trazar un mapa y mucho menos saber dónde está ubicado el cuerno.
- No podremos soportar mucho más, majestad.
- Garrick tiene razón, querida mía.
- ¿Entonces? ¿qué hacemos? - pregunté.
- Seguiremos tú y yo, Senda. Maestro, estableced aquí un campamento, si precisásemos de vuestra ayuda os lo haríamos llegar. Descansa un poco y continuaremos.
- Estoy lista para partir, quiero acabar con esto cuanto antes, me espera un continente para invadirlo - el rey sonrió con aquella media sonrisa que tanto me gustaba.
- Entonces vamos, jinete real, volemos juntos.
- Hasta la eternidad, dragón.
Dejamos a los dragones agotados y cansados en las laderas heladas y Arco y yo continuamos el ascenso. Cumbres cubiertas de perenne nieve nos rodeaban constantemente. Mi esencia cubría mi cuerpo y aún así debía hacer uso de abrigos para poder lidiar con el frío extremo. Arco estaba mejor preparado que yo pero sus alas se helaban constantemente y debíamos aterrizar para poder quitarles el hielo.
- ¡Maldita sea! - dije bajando otra vez, Arco se transformó a mi lado - ahora entiendo porqué los dragones nunca han llegado a la cima de estas montañas.
- Protegen nuestro reino, amor mío, son infranqueables. - se sentó en un saliente lleno de hielo y me acerqué a él.
- ¿Estás bien?
- Cansado solo, necesito unos minutos.
- Creo que es la primera vez que reconoces estar cansado y eso me preocupa.
- Amor, me encuentro bien, tranquila. - me arrodillé junto a él.
- Quizá deberíamos volver - cogió mi rostro entre sus manos y me besó.
- Continuaremos y lo conseguiremos - sonreí triste pero asentí.
Unos vientos fuertes nos bambolearon como si fuésemos una piñata en una fiesta infantil, solo nuestra pericia en el vuelo conseguía que no nos derribasen, pero a Arco le pasó factura a nivel físico. Sentada sobre su lomo, intentando protegerme de los vientos apenas veía nada. Sabía que debíamos seguir subiendo para evitar la capa de nubes pero eran demasiados violentos. Luchamos durante momentos angustiosos en los cuales pensé que no lo conseguiríamos, finalmente y con gran esfuerzo, Arco sobrepasó la capa de nubes dejándonos por encima de la atmosfera, allí donde el cielo es de un inmenso color violeta. Mi esencia me ayudaba a sobrevivir con tan poco oxígeno, pero limitaba muchísimo mis funciones. De repente sentí como Arco se desmayó por el cansancio y caímos a plomo encima de una ladera. Desplegué mi esencia y la utilicé para anclarnos. Mi pobre dragón volvió a recobrar su aspecto humano y le llevé hasta un saliente para resguardarnos. Le envolví en las mantas humanas que había traído para que no se helase, le tapé como si estuviese en un capullo y le dejé descansar. Salí al exterior para encontrarme un paisaje que bien podría pertenecer a otro planeta de lo distinto que era. Las cumbres nevadas formaban una alfombra de picos que sobresalían del suelo de nubes, el inmenso cielo violeta sobre nuestras cabezas y las estrellas se vislumbraban a través de él como un tapiz. Me volví para ir junto a Arco y de repente vi la piedra desnuda de la montaña, la toqué y me concentré. La inmensidad de las montañas me abrumó por un instante pero fui concienzudamente recorriéndolas hasta que di con algo, un agujero en las vibraciones de las rocas.
- Me apuesto el almuerzo a que ahí está el famoso cuerno - estaba en una de las montañas cercanas, no nos costaría llegar a ella cuando Arco se levantase. Volví donde estaba y me tumbé a su lado tapándome también con las mantas. Abrí una conexión con Draco para ver qué tal iban los preparativos de la ofensiva.
- '¿Qué tal estáis? - me preguntó.
- El rey está descansando, ha sido demasiado duro físicamente para él.
- 'Desde luego ha hecho lo que muchos siempre hemos soñado'. - sentí envidia por haber volado tan alto.
- Venga abuelete, si quieres, cuando todo esto termine, vendré contigo a ver si lo consigues tú. Te daré un bastón y tendré paciencia.
- 'Ten más respeto, pequeña'.
- ¡Bah! ¿qué puedes hacerme a medio mundo de distancia? - sonreí sin poder evitarlo, me encantaba meterme con él.
- 'Vas a limpiar mis...'
- Escamas una por una, niña, te enseñaré a tener respeto por tus mayores - le imité, vi su enfado en mi mente y una pícara risa salió de mi garganta.
- 'Cuando te vea pequeña...'
- Yo también estoy deseando verte. - le sentí suspirar.
- No me gusta que te separes de mí, pequeña.
- A mí tampoco me gusta demasiado, Draco. ¿Qué tal los planes de asalto? - cambié de tema.
- 'Bien - me enseñó varias estrategias y nos pusimos a hablar sobre las mejores opciones - ¿Lo apruebas?'
- Sí tú lo haces, sabes que sí, no hay nadie mejor que tú para esto.
- 'Quizá un pequeño jinete irrespetuoso...' - me eché a reír.
- En breve estaremos juntos, dragón. Estaré a tu lado cuando ataquemos. Tened cuidado mientras. Cuida de mi Slar.
- 'Tu cadáver está bien cuidado, tranquila. Me hace notar en cuanto tiene oportunidad que contactas con él todas las noches. Grrr.... ¿Has hablado con los emplumados?'
- Mantienen el silencio pero no noto que estén en peligro. ¿Estás preocupado por ellos, 'papi'?
- 'Les he cogido cariño, pequeña. No quiero que les pase nada malo'.
- ¿Quién lo iba a decir? - negué con la cabeza, sentí que Arco se despertaba - El rey despierta, nos pondremos en camino en breve. Cuídate amigo mío.
- 'Tú también, jinete. Volved pronto'
- ¡Draco! - le llamé antes de terminar la conexión - Te quiero, dragón.
- 'Y yo a ti, mi pequeña. Y yo a ti'. - Vi como Arco abría los ojos.
- ¿Has descansado? - asintió.
- ¿Qué ha pasado? - me preguntó incorporándose, le alcancé un poco de agua.
- Te desmayaste cuando atravesamos la capa de nubes, fue demasiado para ti.
- Me hago viejo, amor mío.
- Nadie hubiera podido atravesarlo, Escamoso. Hay que ser muy fuerte para llegar hasta aquí.
- ¿Has hablado con Draco?
- Sí, van bien con la ofensiva. Estoy deseando volver y reunirme con ellos.
- Bien, entonces pongámonos en marcha.
- Creo haber averiguado dónde está el cuerno - le enseñé en mi mente lo que había visto.
- Bueno, es un buen sitio para empezar a buscar. Volemos hasta allí.
Nos dirigimos hasta una de las cumbres más altas, realmente nunca hubiese podido decir si el cuerno estaba allí o no si no fuera gracias a haber trazado el mapa de las montañas. Aterrizamos y Arco se transformó a mi lado en humano.
- ¿Por dónde querida? - me preguntó.
- Garrick y yo descubrimos en un libro que había un sendero tallado en la roca.
- Hay demasiado hielo para distinguir nada.
- Separémonos, miremos a ver si vemos algo. No consigo precisar el lugar exacto.
- Bien, pero ante cualquier problema avísame, ¿de acuerdo? - asentí.
Caminé mirando a mi alrededor, mientras Arco remontaba el vuelo para poder observar mejor desde arriba. Realmente no conseguía distinguir nada, ¿qué sendero ni leches???, me enfadé.
- ¿Has visto algo, Escamoso?
- Desde aquí arriba nada. ¿Y tú?
- No, nada... ahora sería cuando el mago debería lanzar un hechizo y revelar el camino iluminándolo o algo así. Pero no tenemos mago...
- Senda... céntrate.
- O saldría un enanito que nos diría una adivinanza y al resolverla nos dejaría pasar. Pero no tenemos enanito.
- Senda...
- O quizá deberíamos luchar contra un terrible ogro y pasar al vencerle. Pero no tenemos ogro...
- ¡Senda!
- ¿Qué? ¡Ya lo sé! Ahora es cuando nos persigue una gran bola de piedra. - negó con la cabeza divertido.
- Hay unas runas, se ven a través del hielo. - me dijo y me impulsé con mi esencia hasta donde estaba él.
- En uno de los libros de la biblioteca había un grabado con runas similares. ¿Puedes deshacer el hielo alrededor?
- De acuerdo, apártate - me separé a un lado y se transformó en dragón para derretir el hielo con su fuego. Una especie de espiral se abrió ante nosotros compuesta por runas.
- Habla del sendero. Se lo comentaré a Garrick. - le dije - '¿Maestro?' - le llamé a través de nuestra conexión.
- 'Majestad, me alegra oíros'.
- Estamos bien, mirad lo que he encontrado - le enseñé en mi mente la espiral con las runas.
- 'Sumamente interesante, majestad - me dijo tras observarlo conmigo - Desde luego coincido con vuestro análisis, es de antes de la formación del reino de los dragones. Se ve claramente en la runa gibho'.
- Es increíble, ¿verdad?. Es la primera vez que la veo escrita así, ¿os acordáis en el libro de las runas extintas que hablaban sobre...
- Seguro que sabréis disculpar mi premura - nos interrumpió el rey - pero debemos encontrar el camino para llegar al cuerno. - me sonrojé y supuse que a Garrick le había pasado lo mismo.
- Claro majestad, nos... dejamos llevar por nuestra pasión por el conocimiento.
- Algunas veces, querida, no me explico cómo naciste Morlan y no Incendia. - me sonrió con ternura y yo volví a sonrojarme.
- 'Hubiese sido una gran hija de Incendia sin duda, majestad' - dijo Garrick.
- Gracias Maestro.
- 'Bien, por la posición de la espiral en la roca, dejando la última runa como referente de la Estrella Polar'
- Descontando la rotación de la tierra en estos miles de años a través de esta otra runa que está anclada aquí - señalé a un punto. - ¡Guau! Sí que ha pasado tiempo, Maestro, mire cuánto se han movido las estrellas desde entonces.
- 'Tenéis razón, majestad. La antigüedad del grabado es claramente abrumadora. Aquí tenemos la siguiente coordenada' - señaló otra de las runas.
- Entonces, esta otra debería cerrar la posición del camino. Más o menos como por allí - señalé un punto hacia el hielo.
- ¿Estáis seguros? - nos preguntó el rey.
- Bueno... estamos buscando un camino a través del hielo, perdido desde hace más de diez mil años... seguros, seguros... ¡Vaya! Ahora sé cómo se sentía Indiana Jones.
- No estamos buscando el Arca de la Alianza, Senda, céntrate.
- ¿Cómo sabes...? Tus conocimientos humanos siempre me impresionan. - negué con la cabeza - Maestro, os tengo enlazado, si veis algo extraño avisadnos.
- 'De acuerdo, majestad'.
Caminamos en la dirección que habíamos indicado y no tardamos en ver un hito de piedra con una runa, habíamos llegado más allá de la mitad del camino por lo que deduje que el camino empezaba a mitad de la gran montaña, me preguntaba si encontraríamos algo al inicio del camino o se habría borrado con el paso del tiempo. Aquí, en estos hielos perpetuos, los hitos grabados en roca viva habían perdurado hasta nuestros días. Seguimos fielmente las indicaciones de la espiral, había veces que las rocas habían desaparecido y debíamos volver atrás y buscarlas o avanzar a ciegas para encontrar la siguiente indicación, en otras debía volver a contactar con Garrick para poder interpretar las runas, cada tanto tiempo volvíamos a encontrar la espiral tallada con lo que sabíamos que nuestra dirección era buena.
- Arco... espera... tengo que descansar - le dije a mi marido.
- ¿Te encuentras bien? - negué con la cabeza. El rey sacó una pequeña bombona de oxigeno de su mochila y me la aplicó en la cara, inspiré varias veces y sentí que el mareo que padecía desaparecía.
- Hay poco oxígeno para mí - le dije - como no encontremos el maldito cuerno me será imposible continuar. - Me concentré y mi esencia plateada surgió para recubrir todo mi cuerpo. - Espero que esto me ayude.
- Yo también lo espero, querida mía - me dio un rápido beso en los labios y continuamos.
Continuamos andando lo que me parecieron horas, Arco muchas veces debía sobrevolar los sitios y yo me ayudaba de mi esencia para pasar los grandes neveros de hielos.
- ¡Aquí! - le señalé un último hito.
- Estamos muy cerca entonces - me dijo él.
- Maestro, ¿se os ocurre qué hacer cuando encontremos la última runa?
- 'Estoy repasando los grabados que encontramos con los otros maeses. Hablan de ser los adecuados para llegar al cuerno'.
- ¿Adecuados? - preguntó el rey mientras seguíamos caminando.
- 'No estoy seguro de lo que significa, majestad, las runas...'
- Está aquí, la última runa - dije de pronto. Miré a nuestro alrededor, no había nada, más montaña, más hielo... nada identificativo. - Maestro, aquí no hay nada. Arco, derrite el hielo a ver si vemos algo más. - Se elevó en el cielo convirtiéndose en dragón e hizo lo que le pedí. Luego volvió a convertirse en semihumano.
- Daré una vuelta alrededor a ver si veo algo desde arriba - asentí hacia él y alzó el vuelo.
- 'Majestad, tened cuidado, las runas hablan de un castigo para aquel que toque el cuerno sin ser el escogido'.
- ¿Castigo? - qué mal sonaba aquello - ¿qué clase de casti......aaaaah!!!!!!!!
El suelo se hundió bajo mis pies y caí desde una altura considerable al interior de la montaña. Debajo de mí un cúmulo de nieve amortiguó mi caída.
- '¡¡Senda!! - sentí a Arco llamarme en mi mente - ¿qué ha ocurrido?'
- El suelo ha cedido y he caído en una oquedad en la montaña. ¿Ves por donde he caído?
- 'No veo nada, tus huellas desaparecen de pronto y estoy encima de donde caíste.'
- Supongo que habrá una trampilla o algo así... Hay luz aquí adentro ósea que se filtra por rendijas en las paredes y se reflecta. Supongo que sí debemos ser los adecuados o nunca nos habría dejado entrar...
- 'Encontraré otra entrada, ten cuidado, ¿vale?'
- Oído cocina... tendré cuidado, pero, por si acaso, encuéntrame pronto, ¿quieres?, con la mala suerte que tengo seguro que me encuentro a un Yeti o a un Wampa.
- 'Afortunadamente para mí eres más guapa que Luke Skywalker, querida mía'
- Pero, ¿cómo sabes que me refería a...? - le oí reírse en mi mente - algún día lo descubriré... descubriré cómo sabes tanto del mundo humano...
Bajé del cúmulo de nieve y anduve un poco, la caverna era grande, pero no enorme y pronto la recorrí completa, allí no había nada... Cogí mi cuchillo y empecé a picar el hielo donde vi que era más delgado, con esfuerzo llegué hasta la roca.
- Bien, veamos donde está el cuerno dichoso - dije mientras tocaba la roca con las manos desnudas.
Un fogonazo de imágenes acudió a mi mente, vi a dragones tocar el cuerno, convocando la asamblea, miles de millones de asistentes, y vi aterrada a los grandes originales entre todas las razas, ¿¿la última asamblea había sido cuando ellos estaban vivos????. Un dragón alto, fuerte, orgulloso hablaba a todos los asistentes, por un momento pareció que me miraba a mí también y quité la mano asustada. Intenté respirar nuevamente pero había consumido toda la reserva de mis pulmones, como pude volví a sacar la botella de la mochila y respiré con fuerza dentro de la mascarilla, el oxígeno no duraría mucho... Estaba guardándola cuando escuché unos quejidos herrumbrosos, a través de toda la pared de la caverna vi que sobresalían unos peldaños que se dirigían al techo por donde se había abierto una especie de puerta. Intenté levantarme pero estaba terriblemente cansada, mi esencia plateada no era suficiente... Esto no le iba a gustar a Arco, pero me concentré y dejé que mi esencia roja me recubriese. Sentí mi cuerpo recuperarse, era la primera vez que la utilizaba desde que había abandonado al original, contrastaba tanto con la blancura del hielo que incluso me dio miedo. Subí por los escalones y encontré el cuerno, era gigantesco, ¡enorme! Estaba apoyado en el hielo y apuntaba hacia el exterior donde una pared de grueso hielo lo dejaba encerrado en la montaña.
- Lo he encontrado, ¡está aquí!
- 'Amor mío, no consigo ver dónde estás'
- En un lateral de la montaña, el cuerno está encerrado en una caverna, pero hay una pared de hielo que lo protege.
- 'Solo veo laderas llenas de nieve. Convoca la asamblea, Senda'
- Maestro, ¿alguna idea de cómo hacerlo? - le pregunté a Garrick.
- 'No majestad, los libros hablan de ser la persona adecuada, pero no dicen qué características tiene que tener tal persona'.
- Pues qué bien..., eso sí... te dice que si no eres la adecuada hay un castigo...
- 'Un castigo mortal, majestad.' - me recordó Garrick.
- Genial... más emoción al asunto.
Me acerqué a la boca del cuerno, casi podría meter mi cabeza dentro.
- ¿Hola???? - dije esperando oír al menos mi eco, pero no hubo nada. - Este cuerno está roto... Aquí radio Senda llamando a todas las razas conocidas, respondan por favor... - imité los ruidos de una radio estropeada...
- '¡Senda! déjate de tonterías y céntrate de una vez, por favor' - me suplicó Arco.
- ¡Maldita conexión! - respondí yo avergonzada de que me hubiese pillado haciendo el tonto... Me senté en el suelo al lado del cuerno - Te espero Escamoso, yo no soy la adecuada para hacerlo funcionar. Quizá es que haya que ser rey o algo así.
- 'Tú eres reina, Senda'
- Pues esto no funciona... a lo mejor se ha estropeado con el paso del tiempo. - Miré la caverna, el hielo lo cubría todo.
- 'No consigo ver ningún paso, querida mía. Iré hasta el lugar donde desapareciste para intentar forzar la entrada'
- Tranquilo... no me moveré de aquí.
Miré mis manos llenas de esencia roja, los recuerdos de cuando fui esclava del original volvieron a mí, el corazón me latió deprisa por el miedo que sentía al pensar en aquellos días y las lágrimas acudieron a mis ojos. Intenté respirar, cuando tenía miedo siempre me calmaba una canción, me la había enseñado mi abuelo hace demasiado tiempo y siempre la cantaba para reconfortarme. Aquella canción la habían cantado muchos dragones antes que yo, dragones que estaban en la misma situación, confusos, llenos de miedo, atemorizados por el futuro y reviviendo recuerdos aterradores. La canción era un canto de lamento por las pérdidas de vidas, de amigos, de la inocencia... Me dejé envolver por mis palabras y poco a poco sentí que me reconfortaba, pensé en las veces que la había cantado, en todas las batallas en las que había participado, en los horrores que había vivido y en lo que me deparaba el futuro. Si no conseguíamos unir a todas las razas contra los monjes y el original... sería el fin de la vida en la tierra. Debíamos unirnos, luchar juntos y quizá... morir juntos. Sentí calor en mi espalda y me levanté deprisa.
- ¿Pero qué... diantres...?
- '¡¡Senda!! ¿qué ocurre????' - me preguntó Arco.
- Las estrías del cuerno ¡brillan!. El cuerno está caliente, ¡emite calor! - mi esencia roja se introdujo de nuevo en mi cuerpo al sentir la temperatura caldearse en la cueva.
- '¿Qué estabas haciendo????'
- ¡Nada! Solo cantaba... - dije sin entender.
- '¡Eso es! Senda, tu canción, ¡enlaza a todos cuando la cantas! Sigue cantándola, ¡vamos!'
Estaba enfrente del cuerno y seguí cantando mi canción con mi rostro vuelto hacia el cuerno como si de un gran micrófono se tratase. El cuerno reverberaba con el sonido de mi voz y expandía por doquier mi conexión hasta tocar las mentes de toda la tierra. Podía verlas, toooodas las mentes, incluidas las mentes primitivas de los monjes, había mentes que jamás las había sentido, pequeñas, grandes... Podía sentir también su mente, la mente del original, por un momento sentí miedo pero enseguida me di cuenta que solo potenciaba mi mente, no devolvía las del resto. Pero había más... era como si mi voz traspasase todo, como si llegase más allá de las mentes de la tierra, se perdía en la inmensidad del espacio...
- Mooooola.... - dije.
La pared del hielo que encerraba el cuerno en la caverna se empezó a resquebrajar y se desmoronó dejando el cuerno por primera vez en milenios al aire libre.
- Bien... convoquemos una asamblea - dije en voz alta sonriendo.
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