Capítulo 23
Desperté lentamente... mis brazos estaban atados juntos y mi cuerpo colgaba en un abismo infinito, sentía palpitar dolorosamente la cabeza y tenía ganas de vomitar. Enseguida recordé lo que nos había pasado y miré a mi alrededor, Draco estaba en la misma posición, colgado a mi lado por los brazos inconsciente.
- ¡Draco! - susurré desesperada intentando despertarle - ¡Draco!
Vi que había un pequeño puente que terminaba donde nosotros estábamos y alguien caminaba hacia nosotros. Intenté enfocar la mirada pero no lo conseguí, había algo extraño en mí, no llevaba puestas las gafas pero podía ver, es cierto que mi visión era pobre pero no estaba en la completa oscuridad.
- Jamás ningún humano había descendido hasta nuestro reino. - me dijo, su voz sonaba clara, no se le escuchaba los sonidos sibilantes de los monjes, al llegar hasta mí pude comprobar que era uno de esos hombres serpientes que había visto en el túnel antes de desmayarme, me moví intentado soltarme y apartarme de él. - Tu olor nos ha atraído, no hueles a humano - me dijo quedándose parado delante de mí.
- Soy un jinete de dragón, no soy humana - dije.
- Los dragones nunca se habían preocupado por nosotros, ellos gobiernan el exterior, este es nuestro reino.
- Ya... si nos sueltas nos vamos y no te volveremos a molestar. - por intentarlo que no quede, a ver si cuela.
- Vuestro destino lo decidirá nuestra señora, ya no os pertenece - cerré los ojos con fuerza... por favor que la señora no sea la hidra. Sentí una corriente de aire detrás de mí y el inmenso ser surgió del abismo, tenía siete cabezas cada cual más horripilante y una de ellas abrió sus fauces. Grité, como hacía tiempo que no gritaba, Draco no se despertaba y yo... yo estaba aterrorizada.
Mi furia acudió a rescatarme... ¿¿¿de verdad iba a acabar mis días siendo devorada por un gusano con aspiraciones??? ¿¿Quién demonios era???. Mi esencia negra surgió por todas partes, anclándose al puente y liberándonos de nuestras cuerdas, cogió el cuerpo inerte de Draco y salté para el puente mientras veía como el ser escapaba ante mí.
La hidra volteó sus cabezas para mirarnos y yo alcé mi mano para detenerla con mi mente.
- 'No pretendemos haceros daño, no queremos luchar' - La cabeza se paró a escasos centímetros de mí.
- 'Eres la hembra del original... - dijo una voz melodiosa dentro de mí - reconozco tu poder'
- 'Soy Senda, jinete de dragón. Reina del Reino de los Dragones'. - otra de las cabezas me rodeó y con mi esencia plateada hice un escudo para proteger a Draco.
- 'Te devoraré las entrañas y el original verá que no podrá vencer a mi reino.'
- 'Luchamos contra el original. No estoy con él, pertenezco al Reino de los Dragones' - la grité en mi mente.
- 'Matad al dragón, debe estar bajo el influjo de los monjes' - gritó ella y los hombres serpientes empezaron a subir por el puente.
Si tocaban a Draco yo... desplegué una vez más mi esencia y ataqué con mi mente enlazándome con ellos, le hice caer desmayados a los que se acercaron.
- ¡¡Basta!!! - grité haciendo una pared con mi esencia. Ya le había hecho daño a demasiada gente, no quería seguir haciendo daño aquí también, habíamos entrado nosotros en su reino, invadido su hogar y no pensaba quitar ninguna vida más... Ya no más... Me volví hacia la hidra que nos observaba - solo queremos hablar, no pretendemos haceros daño.
- 'Somos tus enemigos'.
- No queremos ser enemigos, hemos venido buscando esperanza, no dañaré a aquellos que nada me han hecho, no lucharé más. Déjanos partir o déjanos morir.
- 'Morirás, entonces' - con mi esencia desplegada me eché encima de Draco intentando protegerle, ¡grandes ancestros! Esto era el fin.
- ¿Por qué no luchas? - el hombre serpiente volvía a estar a mi lado la hidra se mantenía quieta mirándonos.
- Buscamos aliados, buscamos esperanza en esta guerra sin final. Ha habido tantas muertes, no volveré a provocar ninguna si no es para defenderme. Solo queremos tener aliados.
- Los dragones nunca han luchado al lado de ninguna raza. - dijo mirándome con curiosidad.
- Hemos hecho alianzas con las razas que viven en la superficie, ahora convivimos como hermanos, amigos y defendemos nuestra Tierra de aquellos que intentan someterla.
- Eres la hembra del original. - volvió a insisitir.
- ¡Fui esclavizada! - grité - Los dragones consiguieron liberarme. - expliqué.
- El original esclaviza y luego devora - abrí la boca con horror. - Se expande por la superficie y por dentro de la tierra destruyendo todo a su paso. Sometió a los grandes abisales - asentí... de eso me acordaba, yo había estado allí - a los que no pudo someter los tiene prisioneros o han muerto.
- ¿Pri... prisioneros? Todos fueron sometidos... - pregunté con sorpresa y la culpa se instaló dentro de mí.
- En las profundidades del mar yacen encadenados - ¡maldita sea! Debíamos liberarlos, ¿cómo es que no lo supe nunca? ¡mil veces maldita sea! Debía de hacer algo por ellos....
- 'Tu mente grita por la injusticia cometida, jinete. - me habló la hidra - quieres liberarlos'
- ¿Puedes leer mi mente? - pregunté con miedo.
- 'La mentira no existe en mi reino' - vale, genial... y ahora lo dice la maldita serpiente.
- Yo fui la causante de su cautiverio, yo... - miré hacia abajo, ¡mierda! ¡yo fui la culpable...!
- ¿Pe... pequeña? - Draco se levantaba con mucho trabajo y le ayudé, miró nervioso alrededor y me preguntó - ¿qué me he perdido?
- Esa va a devorarnos y ese de ahí... es un hombre serpiente, Draco, ¡¡un hombre serpiente!!! ¡¡Siempre me habíais dicho que no existían!!!
- ¿Va a devorarnos una hidra y te preocupas por el viscoso?
- ¡Por un hombre serpiente!!! Y no es el único, Draco, hay muchos..., muchos hombres serpiente....
- Deja tus traumas para otro día, jinete y dime cómo salimos de aquí. - el hombre serpiente dio un paso hacia nosotros y Draco se transformó en semihumano. - Si la tocáis os mataré - amenazó al ser que nos hablaba.
- Incluso nosotros vemos nuestra condenación, no sobreviviremos - nos dijo el hombre serpiente sin prestarnos atención. Draco me miró sorprendido porque no hubiese contestado a su amenaza. El hombre serpiente se movió tan rápido hacia mí que no le vi y de repente le tenía delante.
- Pero igual que tú buscas una esperanza quizá nosotros hayamos encontrado una. - me dio un miedo y un asco horrible al mismo tiempo pero pude contestar.
- El original no hace tratos con nadie. Solo quiere la destrucción de los hijos de sus hermanos.
- Tú volviste, de sus garras. - me dijo mirándome por todos sitios como si pudiese encontrar cómo lo había hecho.
- Mi... mi esencia me protegió de él.
- '¿Tu sangre negra?' - preguntó la hidra y fue ella la que se acercó a mí con una de sus cabezas.
- Sssssi... - temblé - me protegió de su influjo.
- 'Traedlos' - el hombre serpiente se giró y me dio con su cola haciéndome caer al precipicio, simplemente caí mientras esperé a que Draco me cogiese.
- Andan que piden las cosas por favor - le dije cuando me cogió en brazos.
- Si salimos de esta, pequeña, vas a estar fregando dragoneras todo un año.
- ¿Y yo qué he hecho?
- ¿Meternos en otro lío???? - me preguntó enfadado.
- ¡Eh! Hombres serpiente, grandullón, ¡¡los malditos hombres serpiente existen!!! Me habéis asegurado por activa y pasiva que no había hombres serpient.... Iiiiiiiihhhhhhhhhhhhh!!!!!!!! - Grité como una niña y me negué a bajar de los brazos de Draco, en el suelo, por todo donde se veía había serpientes. - ¡¡Grandes ancestros!!! ¡¡¡No me sueltes!!!! - sentía tal repulsión que estaba incluso mareada.
- No te tocarán, jinete, no quieren morir aplastadas por tu pie. - me dijo el hombre serpiente. Efectivamente según avanzaba Draco se retiraba dejándole el suelo despejado. Caminamos juntos en medio de aquella marabunta serpenteante.
- ¿Cómo habéis hecho que consiga ver en la oscuridad? - le pregunté curiosa mientras me acomodaba en los brazos del dragón.
- La ponzoña de nuestros dientes...
- ¡Ah! claro, la ponzoña - de repente me di cuenta de lo que me estaba contando. - ¡Veneno, Draco! Me han metido veneno de serpiente dentro - le dije susurrando horrorizada mientras recordaba la serpiente que me mordió.
Llegamos hasta una caverna gigantesca, la miré sorprendida, ¿cuánto debía medir?, los techos eran tan altos que jirones de nubes se vislumbraban, y lo que más impactaba es que estaba llena de serpientes. Grandes hidras se veían en el horizonte elevándose perezosas con sus largas cabezas, miles de serpientes de todos los tamaños se enroscaban las unas a las otras y por cualquier superficie y entre ellas, cientos de hombres serpiente caminaban mientras nos miraban curiosos. Casi me dio un infarto en aquel momento, era la peor de las pesadillas para alguien que sufría fobia a las serpientes como yo. Pero también me di cuenta que mi plan de someter a la hidra para que nos ayudase no iba a ser posible.
- Pequeña, deberías bajar - me pidió Draco, me negué en redondo, sujetándome a su cuello con fuerza.
- Ni en sueños, ni por lo más sagrado, por nada del mundo pisaré ese suelo. - Se transformó en semihumano y me acomodé entre sus brazos. - Draco... si salimos de esta os juro que me las pagaréis... - sentía tal aprensión en todo momento que me tocaba el cuerpo pensando que alguna de aquellas serpientes se hubiese subido encima de mí. - ¡Ay mi... madre...!
La gran hidra del abismo estaba sentada en un montículo, sin duda era la más grande de todas, era gigantesca con siete cabezas serpenteantes, a su alrededor hidras más pequeñas y con menos cabezas se enroscaban en su cuerpo.
- Grandes ancestros... - escuché decir a Draco asombrado ante lo que contemplábamos.
- Tenías razón en algo, dragón, esto ha sido una mala idea. - bajé de su cuerpo y pisé el mullido suelo intentando no imaginármelo lleno de serpientes como estaba.
- 'Dijiste que no eráis nuestros enemigos, sin embargo, tu sangre huele a aquel que durmió entre el fuego y el magma
- Mi esencia roja liberó al ser. Fui su esclava durante largo tiempo, le ayudé a izarse en el poder, pero me liberaron. No quiero que seamos enemigos, solo queremos tener una oportunidad de ganar la guerra. Venimos a buscarte porque el original nunca entró en tu reino, ahora entiendo el porqué. Te propongo una alianza, Hidra, contra nuestro común enemigo, cuando acabe la guerra romperemos los tratados si queréis.
- ¿Qué podéis ofrecernos vosotros, los dragones, y un puñado de razas sin futuro? - me dijo el hombre serpiente, supe que la hidra hablaba a través de él o en mi mente usando mi conexión. Draco me cogió del brazo pero me solté para caminar hacia la gran serpiente.
- Alimento para los tuyos, en abundancia además.
- '¿Alimento?' - preguntó la hidra en mi mente.
- Ayúdanos en las batallas y los huevos de los monjes sin eclosionar serán tuyos. - había tenido que pensar en un plan alternativo con rapidez - Fui la esclava del original pero también su canciller, comandé sus ejércitos y se donde guarda sus recursos, sus huevos, lo más valioso que tiene para ganar la guerra. Ayúdame y yo te llevaré hasta sus depósitos, los tuyos y tú podréis devorarlos y os mantendrán alimentados durante generaciones. - Draco dio un respingo al escuchar tal atrocidad.
- La madre que te parió, niña... no puedes siquiera proponer eso...
- ¡Sabes que digo la verdad! ¡sabes que no miento!! - le grité a la hidra haciendo caso omiso a las palabras de Draco.
- Queremos más... jinete. - me dijo el hombre serpiente acercándose a mí.
- ¿El qué?
- La superficie de nuestro cielo - miré sin comprender hacia arriba, hacia el techo de la caverna y entonces lo supe.
- Queréis Siberia...
- Los humanos apenas sobreviven en las heladas superficies que nos coronan, pero se consideran sus dueños, queremos reinar en el subsuelo y en el suelo. - dijo el hombre serpiente.
- Tengo que consultarlo con mi rey, es una gran petición.
- 'A cambio... jinete... liberaremos a los abisales prisioneros en las profundidades de la tierra y los pondremos a tu disposición, comandarás sobre ellos.'
- Si mi rey acepta, prométeme que respetarás a aquellos monjes a los que considere aliados.
- Sea... - volvió a decir el hombre serpiente.
- Necesito mi mente libre... - apenas lo hube hecho sentí liberarse mi mente y pude contactar con el rey.
- 'No me puedo creer lo que veo a través de ti, querida mía. ¡Has encontrado a la hidra!'
- Yo lo estoy viendo y tampoco lo creo, majestad - admití mirando a mi alrededor con repulsión - Te aseguro, Arco, que tú y yo tendremos unas cuantas palabras sobre los hombres serpientes... - le oí reír en mi mente.
- '¿Dicen la verdad?'
- Puedo ver la verdad en la mente de la hidra, demasiado puedo ver si te soy sincera. Es una oportunidad, si devoran los huevos sin eclosionar las fuerzas del original quedarán gravemente mermadas, él ya no puede reproducirse y los monjes son estériles. - vi que Draco ponía mala cara, sabía que no aprobaba mi plan, su recta moral no permitía ese exterminio.
- 'A cambio quieren Siberia' - un escalofrío recorrió mi mente.
- No creo ni que pueda volver a sobrevolarla jamás, por mí que se la queden.
- 'Tengo que preguntarle a los humanos, es un territorio amplio a pesar de no estar poblado'
- Sí - crucé los brazos - no sé cómo reaccionarán los rusos, es un territorio bastante grande de su país.
- 'Me reuniré con el consejo y con los aliados humanos, te daré la respuesta en breve.' - vi a una pequeñísima serpiente subida en la punta de mi bota.
- Pooooor favooooorrrrr, pronto... no soportaré mucho más - le contesté mientras daba una patada a la bota y vi salir volando la serpiente.
- 'Aguanta, amor mío. Intentaré darme prisa para que podáis salir de ahí'.
La rapidez de la respuesta me sorprendió, Rusia daría la soberanía de Siberia a las serpientes, los humanos que viviesen allí podrían seguir viviendo tranquilos mientras eran evacuados.
- Aceptamos el tratado. Siberia será tuya Hidra, si te unes a nuestro bando. Pero si nos traicionas dinamitaremos estas tierras y tú y los tuyos perecerán.
- 'Eres belicosa, jinete'
- Tú defiendes a los tuyos, yo a los míos.
- 'Cumpliré con el trato, liberaré a los abisales y se unirán a ti, nos dirás dónde están los depósitos de huevos y los devoraremos'.
Una de sus enormes cabezas se acercó a mí hasta quedar en el suelo, Draco intentó ponerse delante pero los hombres serpientes le cogieron, me asusté pero no me moví del sitio. La cabeza era igual de grande que cualquiera de mis dragones, si sacaba la lengua me engulliría como una 'jelly bean' cualquiera.
- 'Leo en tu corazón, reina dragón. Veo el dolor y sufrimiento que acarreas. Tu miedo... pero tu perseverancia, tu valor... Eso me da esperanza, alguien que lo ha perdido todo sigue luchando. Pero debes tener cuidado. El original te volverá a buscar, lo leo en las piedras que piso... ya está completo.' - la impresión de lo que me dijo me dejó paralizada y la serpiente aprovechó para juntar su frente con la mía, estaba tan fría que quemaba. - 'Mis hijos te darán noticias de mí, busca en sus mentes' - se separó y asentí.
- Venid por aquí, dragones. Ha llegado la hora de vuestra partida. - dijo el hombre serpiente haciendo un gesto a los demás para que soltasen a Draco.
Salimos de la gran cueva, a lo lejos vi a la gran hidra mirarme fijamente, las más pequeñas también tenían fija su vista en mí, ¿qué estaría pensando ahora?.
Avanzamos penosamente por los túneles, iba todo el rato abrazada a Draco intentando no tocar nada y aún así iba dando respingos todo el tiempo. Llegamos hasta el gran agujero por el que habíamos descendido y vi como mi vista se iba aclarando hasta que la recuperé.
- Nos despedimos aquí, jinete y dragón.
- Cumpliremos los acuerdos. - extendí mi mano para que me la estrechase pero me miró con cierta sorpresa.
- Nuestra señora te ha concedido un regalo, jinete. - no pude evitar echarme atrás dos pasos por si acaso - Serás siempre bienvenida en nuestra tierra, podrás caminar libremente por nuestro reino y los nuestros jamás te atacarán, entre nosotros encontrarás un lugar seguro donde permanecer. - le miré como si estuviese loco pero no dije nada de lo que realmente sentía.
- Es un hermoso regalo, agradecédselo a vuestra reina con mis respetos.
- Nuestra señora ha visto dentro de ti, en lo más profundo de tu alma y ha decidido que lo que contiene merece ser salvado.
- Eh... vale... gracias, entonces... - dije sin saber bien qué responder.
Draco se transformó en semihumano y me cogió en brazos. El encuentro con los hombres serpientes había sido corto pero demasiado intenso. Llegamos a la superficie y Draco avanzó unos cuantos kilómetros hasta que descendió porque yo no dejaba de moverme.
- ¡Quédate quieta, pequeña! Te remueves como una anguila.
- No... no vuelvas a nombrar cosas alargadas y viscosas - dije de malhumor. Según aterrizamos empecé a quitarme la ropa.
- ¿Qué haces??? Senda! ¿¿¿qué demonios haces????? - yo seguía quitándome la ropa mientras la echaba en un montón, luego me solté el pelo y me lo alboroté. Vi que Draco se había dado la vuelta para no mirarme.
- Draco, no seas tonto... revisa mi ropa, corre, mira a ver que ninguna de esas serpientes se haya quedado en ella.
- ¿Crees que me puedo mover contigo así? - cubrí mi cuerpo con esencia negra.
- ¡¡Venga carcamal!! Ya me he tapado - vi que Draco empezaba a revisar mi ropa.
- Revisa también la mochila, por favor. - esperé a que terminó - ¿en mi pelo hay algo? - se acercó a mí y me tocó el pelo.
- Nada. - apoyé la cabeza contra su pecho aliviada.
- ¡¡¡Hombres serpientes!!! Me dijisteis que no existían.
- Nunca los habíamos visto, pequeña. Como siempre tienes que llegar tú para descubrir una nueva raza. - dijo mientras me abrazaba. Le abracé a mi vez mientras volvía a enterrar mi cabeza en su pecho.
- ¡Qué sitio tan horrible! - sentí algo rozando mi vientre y me separé asustada por un segundo - ¡¡Draco!!! - le grité al ver qué era.
- ¡Maldita sea, niña! Estás desnuda en mis brazos, ¿qué esperabas??? - la situación era tan cómica que no pude evitar echarme a reír y me separé de él mientras volvía a vestirme, Draco se fue una par de pasos más allá intentando calmarse. Me recogía el pelo cuando volvió. - ¿Estás lista?
- Está completo, Draco. - dije de pronto recordando lo que me había dicho la Hidra del original.
- No dejaremos que vuelva a cogerte, pequeña.
- Prométeme que si vuelve a cogerme...
- Senda...
- Prométemelo... mátame, no dejes que vuelva a hacer daño a nadie.
- ¡Jamás te prometeré tal cosa!
- Si esa abominación vuelve a esclavizarme, si consigue fecundarme... Draco... por nuestra amistad, prométeme que acabarás con mi vida antes. - le dije mirándole con intensidad.
Volamos de vuelta al campamento en Alaska en silencio, Draco no había querido hacerme la promesa y yo no insistí más. Aterrizamos y nos fuimos reuniendo con los jinetes y los dragones que llegaban de sus respectivas expediciones. Estábamos reunidos en la sala de mando cuando sentí la presencia del rey di un gritito como una niña y salí hacia fuera para ver a Arco aterrizar en compañía de otros dragones y no pude evitar correr hacia él para lanzarme en sus brazos y besarle. Me devolvió el beso de manera febril y cuando nos separamos me miró con sorpresa.
- ¿Estás bien, amor mío?
- ¡Estás aquí, estas aquí! - no le esperaba, ni me había llegado mensaje alguno sobre su llegada.
- No quería dejarte sola tras tu encuentro con la hidra, pero no me esperaba tal recibimiento con tan poco protocolo.
- ¡A la porra el protocolo, Escamoso! ¡estás aquí! - se rió ante mi salida de tono.
- Estoy aquí, querida mía, tomaremos decisiones pero antes... ven, ejerzamos un poco de reyes, nos esperan.
Me ofreció el brazo y me colgué de él, juntos avanzamos a recibir a mis jinetes y dragones, Draco salió a recibirnos y se fundió en un fuerte abrazo con el rey.
- Una hidra - dijo el rey a mi dragón.
- Jamás vi nada igual, majestad. En todos mis años vividos, jamás vi nada igual.
- Senda tiene la capacidad de asombrarnos a todos, viejo amigo.
- ¿Asombraros? - les miré furiosa - ¡¡¡hombres serpiente!!! ¡¡A miles!!! Y millones y millones de serpientes!!! ¡¡¡todas juntas!!! ¿¿¿asombraros???? ¡¡Me habéis jurado todo este tiempo que no había hombres serpientes!!! - los dos se miraron y sonrieron.
- Lo pasó mal, ¿no? - le preguntó Arco al viejo dragón.
- No os podéis hacer una idea. - contestó Draco.
- ¡¡Hombres serpientes!!! - grité alzando los brazos mientras entraba al edificio.
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