Capítulo 18
DRACO
Me había pasado todo el día pensando en la chica humana, cada vez que me daba cuenta estaba pensando en ella, en su rostro, la forma de sus ojos, su extraño cabello corto, sus labios... Había acudido al comedor con un nutrido grupo de personas pero cuando entré... la vi, sentada sola en una mesa, apartada de todos. Me disculpé con mis acompañantes y fui hacia ella.
- ¿Puedo sentarme? - le pregunté. Levantó los ojos hacia mí y creí ver ¿alegría? en su mirada, pero hizo un gesto de indiferencia y me dijo.
- Tú mismo, hay sitio. - me senté y enseguida vi a un criado acercarse con mi bebida.
- Tus aposentos, ¿son adecuados? - le pregunté con amabilidad, vi que dejo de comer y me miró.
- ¿Siempre hablas así?
- ¿Te refieres a mi volumen de voz? - pregunté a mi vez sorprendido.
- No, como si te hubiesen sacado de una serie de época de la BBC.
- ¿BBC?, ¿es algún tipo de arma humana?, ¿alguna asociación entre vuestras razas? - fue ella la que me miró esta vez con sorpresa y se echó a reír, tenía una risa bonita.
- No coges ni una, ¿verdad?
- Supongo que te refieres a tus referencias humanas, no, no se me dan bien... mi jinete me lo dice a menudo.
- ¿Senda?, es como se llama, la reina dragón.
- Sí, Senda. Ella utiliza como tú referencias humanas que no consigo entender.
- ¿De verdad fue humana? ¿Cómo yo? - preguntó con curiosidad.
- Nació en el mundo de los humanos, sí, pero ella no es humana, es un dragón como yo.
- Entonces, ¿cómo pudo nacer en aquí?.
- Su familia se exilió hace generaciones, con su nacimiento volvieron al reino de los dragones.
- ¡Vaya!, la mencionas mucho, ¿no?
- Es mi jinete, lo extraño sería que no lo hiciese. - le expliqué con amabilidad.
- ¿Y por qué no está aquí? Si es tu jinete, claro.
- Senda está pasando por un momento extraño, necesita tiempo para reflexionar sobre su futuro. El rey consideró que era mejor que se quedase a su lado.
- Bueno, después de estar prisionera del monstruo ese, cualquiera tendría un día malo. - me ruboricé, nadie podía hablar de la reina con tan poca consideración. - Lo siento - se disculpó al verme - no pretendía decir nada malo.
- No pasa nada, solo es que...
- Ya no tienes que explicarme nada, la tía es increíble. En la tele se la ve siempre tan guapa y en su papel...
- Se reiría si te escuchase hablar así.
- ¿A sí?
- Es bastante relajada cuando quiere, no es tan contenida como creo que se muestra ante los humanos.
- No me imagino haciendo el tonto o dando una mala contestación. - volví a sonreír.
- Te sorprendería. - Intenté cambiar de tema, hablar de Senda hacía darme cuenta que no estaba a mi lado y eso dolía - Dime, ¿por qué estabas robando?
- Venga ya...
- Me gustaría entender tu actitud - le contesté.
- Pues es sencillo, las casas estaban desocupadas, era el mejor momento para... ya sabes... - encogió los hombros
- ¿Por qué? - intenté comprender.
- ¡Buf! porque ellos tienen mucho y yo nada.
- ¿Y tu familia? ¿amigos?
- Mi ciudad fue una de las primeras en desocuparse, nos mandaron fuera de nuestros hogares, cuando pudimos regresar ya no había nada, fue arrasada, completamente destruida. Todas mis cosas, mi casa, mi trabajo, todo... desapareció.
- ¿No tenías nadie con quién ir? - negó con la cabeza y siguió comiendo - Oye...
- Soy huérfana, crecí en casas de acogida. - miró al frente por un momento como si recordase - No tienes ni idea de lo que tuve que trabajar para poder conseguir lo que tenía. Conseguí una beca para ir a la universidad, trabajé mientras estudiaba, me licencié en derecho y conseguí trabajo en un bufete, eché tantas horas, tanto tiempo desperdiciado... pero lo conseguí, tenía un buen trabajo, una casa bonita... todo se vino abajo el día que nos echaron fuera de nuestras casas. Ya no tenía donde regresar, donde ir...
- ¿Por qué no fuiste reubicada como los demás?
- Nos asignaban trabajos según nuestra validez, por lo visto yo solo podía hacer trabajos de limpieza, había trabajado tanto para no estar al final de la cola que simplemente me negué, decidí buscarme yo sola la vida.
- Robando... - dije con pena.
- Haciendo lo que tuviese que hacer para sobrevivir - volvió a encogerse de hombros - ¿Vas a delatarme? - negué con la cabeza.
- Necesitas una oportunidad para poder redimirte.
- Cuando hablan de ti por la tele dicen que eres un tipo legal.
- ¿Legal?
- Recto, de principios, dicen que no eres capaz de hacer algo que está mal.
- Bueno, intento seguir mis principios, sí.
- ¿Cómo consigues no hacer nunca nada mal? - me quedé pensando en una respuesta.
- No lo sé, solo sé que quiero estar orgulloso de mí mismo y para conseguirlo debo seguir los valores que me he marcado.
- Eres un tipo peculiar, chapado a la antigua.
- Puede ser, he vivido demasiado tiempo. - me eché atrás y agradecí al criado que me había traído la comida. - Hay humanos que no son soldados trabajando con nosotros, son personas muy válidas, me gustaría presentártelas, quizá encontremos un nuevo lugar para ti.
- ¿Vas de caballero andante salvando damiselas?
- Solo quiero que no sigas ese camino de delincuencia que te has marcado. Me gustaría que tú también estés orgullosa de ti misma.
- No sé...
- O puedo relatar la forma en la que nos conocimos.
- ¡Vale!, me encantará conocer a esa gente - sonreí.
- Esa es la actitud. - había terminado de comer y ella también por lo que me levanté y le extendí el brazo - ¿Te apetece pasear?
- ¿Pasear?, porqué no... desde luego eres raro.
- ¿Por pasear? - le pregunté yo extrañado.
- Nadie me había invitado nunca a pasear.
- Entonces, damisela, me alegra ser el primero que lo haya hecho, ese ha sido mi privilegio. - ella se rió nuevamente.
- Cuéntame más de ella, de la reina dragón.
- ¿Tanto te interesa?
- ¡Es famosa! Y se la ve siempre tan guapa que...
- Es muy bella, es cierto, aunque ella no consigue ver esa belleza.
- ¿No se cree guapa? - me preguntó.
- No se lo cree, no le da importancia a su aspecto físico.
- ¿Y cómo es por dentro? ¿su personalidad?
- Es deslumbrante - dije serio, luego me eché a reír.
- ¡Vaya!, me gustaría que alguien dijese eso de mí.
- ¿Qué eres hermosa y tienes una personalidad de lo más atrayente?
- Algo así - me sonrió abiertamente. Me paré y la cogí de la otra mano.
- Eres hermosa y tienes una personalidad de lo más atrayente - vi cómo se ruborizaba y le solté la mano mientras yo mismo sonreía.
- General Draco, disculpad - uno de mis jinetes se acercó a mí.
- Dime Luca, ¿qué ocurre?
- Movimiento en el sector 28, señor, me han pedido que le avise.
- Iré ahora jinete. - me di la vuelta ante aquella extraña chica a la que no quería dejar - He de irme, te veré luego.
- ¿Es una cita? - me preguntó pícaramente.
- Es una promesa - la volví a besar la mano y me fui.
ABBY
El dragón se fue y me dejó en la noche sola, suspiré y me fui al barracón donde me habían dado una cama en una habitación donde dormían como unas veinte chicas como yo.
La verdad es que el tío estaba súper bueno, tenía un sex appeal que... ¡madre mía! Estaba mucho más bueno que cuando le veía en la pantalla, y era tal y cómo me había imaginado, caballeroso, y muy metido en su papel de general. Me hubiese gustado también conocer a ella y al rey, ese también estaba muy bueno.
- ¿Necesitas una manta? - me preguntó una chica que dormía a mi lado.
- ¿Te sobra alguna? - le pregunté yo a mi vez, vi que asentía y que me daba una manta. - Gracias.
- Te vendrá bien, aquí hace frío por las noches.
- ¿Se está... se está bien aquí?
- Si te gusta compartir habitación con tanta gente, pues sí - nos reímos las dos - Pero se vive bien, hay que trabajar mucho pero vale la pena. ¿Ya te han asignado en algún sitio? - negué con la cabeza - bueno, seguro que mañana te dirán, aquí no hay gente ociosa.
- ¿Tenéis relación con los... dragones? - terminé de decir.
- De vez en cuando, algunas de nosotras se han liado alguna vez con ellos, pero no esperes anillos ni pedidas de matrimonio, ellos no se casan con humanos.
- No me refería a eso, sino, bueno a liarse con ellos y esas cosas.
- Son increíblemente guapos, ¿verdad?.
- ¿Sabes si alguna ha estado con... Draco?
- ¿El general Draco? - se echó a reír - qué va... no creo ni que nos vea. Vengo del este, allí ya trabajé junto a él, siempre que pasa por mi lado me saluda educadamente, pero si le preguntas si me conoce te dirá que no, no es capaz de distinguir un humano de otro... y hace ocho años que trabajo aquí.
- Claro, ya me lo suponía - me metí en la cama y me tapé con la manta, lo agradecí, no dejaba de pensar en él. Había sido tan amable conmigo... y no sé por qué me había sincerado como nunca lo había hecho con anterioridad. Me gustó hablar con él.
DRACO
Terminé tarde y salí de madrugada de arreglarlo todo, estaba cansado y me pregunté cómo estaría Senda.
- 'Te echo de menos, dragón' - dijo en mi mente de pronto.
- '¿Qué haces despierta, pequeña? - le contesté.
- 'No puedo dormir'
- 'Inténtalo, mañana Slar y tú tenéis un día complicado'
- 'Draco... no me gusta que estemos separados' - lloriqueó.
- 'Lo sé, pero será por poco tiempo, ya lo verás'
- '¿Crees que soy una cobarde por no volver a ser un jinete?'
- 'Creo que estás echa un lío, no pienses más y descansa, pequeña'
- 'Buenas noches, mi dulce Draco'
- 'Buenas noches, pequeña mía'
Senda cortó la conexión, me gustaba sentirla ahí, ¡qué diantres! Volver a sentir su mente todo el tiempo era maravilloso.
Pasé al lado de los barracones de mujeres y mis pensamientos volaron hacia una pequeña humana de ojos verdes.
- General - me llamó alguien detrás de mí.
- Luca, ¿qué ocurre ahora?
- No... nada, solo quería hablar un momento con vos.
- Claro, jinete, dime - caminamos juntos.
- Quería preguntarle si cree que tengo posibilidades de ascender, señor.
- ¿Por qué me lo preguntas a mí? Deberías hablar con tu superior o con el Maestro de jinetes.
- Tenéis razón, general, pero vuestra opinión siempre me ha parecido demasiado valiosa. Send... la reina siempre dice que dais muy buenos consejos - Suspiré, los amigos de Senda me tomaban demasiado a menudo como su consejero particular.
- Bien, jinete, te diré la verdad. Creo que tienes posibilidades, pero poca ambición. - me miró sorprendido por mi franqueza.
- Yo no...
- ¿No pensabas que te contestaría así?, eres un buen lugarteniente Luca, leal y confiable, pero si quieres progresar debes dejar atrás tu actitud conciliadora y empezar a luchar por aquello que ansías.
- Pero yo... yo no sé cómo hacerlo.
- ¿Un consejo?, ponte metas realistas, pequeñas al principio, conseguir que te manden una tarea que quieres, etc. Intenta mejorar poco a poco y tú mismo conseguirás tener confianza para ir pidiendo mayores labores en tu trabajo, dentro de poco te darás cuenta que vas consiguiendo lo que quieres, de que llegas a dónde quieras.
- Gracias General, os haré caso. - me dijo el jinete, volví a suspirar.
- Descansa jinete, e intenta poner en práctica lo que te he dicho, si quieres podemos volver a hablar en unos días a ver si ha dado resultado.
- Eso... eso ¡sería estupendo!, ¿no os molestaré, general?
- Sabes que no, pequeño Luca, además Senda nunca me perdonaría el que no hubiese ayudado a uno de sus mejores amigos. - Vi como el jinete sonreía en la penumbra.
- Gracias de nuevo, general.
- Buenas noches, jinete. - Anduve unos pasos y me detuve - ¿No deberías estar descansado, humana? - Abby salió de la oscuridad metida en un gabán con estampado militar.
- No podía dormir, demasiado ruido.
- Entiendo y lamento escucharlo - se encogió de hombros, pero a mí me daba la oportunidad perfecta para volver a verla - ¿Quieres continuar con el paseo?
- Si puedes evitar que no te moleste nadie al segundo paso... - dijo irónica, sonreí con tristeza. - Le has dado un buen consejo al chico.
- El que hablase conmigo ha sido un logro, me gustará ver si consigue su propósito.
- Es amigo de la reina, lo dijo. ¿La reina tiene amigos?
- Buenos y grandes amigos. Son jinetes como ella, pasaron la formación juntos y han formado una hermandad sólida. Se apoyan, se cuidan, velan los unos por los otros, se alegran juntos con las bonanzas de la vida y lloran juntos con las tristezas que vienen.
- Me gustaría tener algo así algún día - pareció sentir envidia por un momento.
- Seguro que lo conseguirás, Abby. He hablado con un comandante de esta base, te harán una entrevista para algo llamado 'departamento jurídico', no acabé de entender bien qué era lo que te propondrán, vuestros raciocinios me son complicados.
- ¡Es genial! ¡gracias! - su voz sonó sincera, pero algo me decía que no estaba convencida. Anduvimos unos minutos más y la dejé en la puerta del barracón donde dormía. - Me has traído a mi barracón.
- Debes descansar tú también, mañana nos volveremos a ver.
- Eres un hombre extraño, Draco.
- Soy un dragón, Abby, no un hombre. - le dije con suavidad. Me sorprendió al acercarse a mí y alzar sus brazos para rodearme el cuello, me incliné hacia ella sorprendido por su audacia pero aún más por el beso que me dio a continuación. La rodeé con mis brazos y profundicé ese primer beso, llevaba deseándolo desde que la había conocido esa mañana, llevaba deseando probar esos labios. Cuando nos separamos escuché el rápido latir de su corazón y no pude evitar sonreír orgulloso de que era yo el que lo provocaba. Bajo la luz de la farola podía ver lo sonrojada que estaba y me gustó.
- Buenas noches, dragón.
- Buenas noches, Abby.
ABBY
Nunca pensé que me atrevería a hacerlo pero cuando él me devolvió el beso... ¡guau! Cómo besa... ha sido... maravilloso. Y considerado, se había ocupado de que me hiciesen una entrevista, sabía dónde acabaría eso, moviendo papeles mientras me daban dos céntimos por mi trabajo, ya lo había vivido y yo no estaba hecha para eso. Pero pasaría por esa entrevista si me daba la oportunidad de volver a verlo. Me tumbé en mi camastro ilusionada, el gran general Draco me había besado... y qué bien besa. Los dragones eran intimidantes y cuando salían las noticias, él parecía todavía más intimidante, cuando se le veía en su forma de dragón con la reina montándole... menudo espectáculo. Por un momento pensé en ella, cautiva de aquel monstruo de color rojo, siendo su esclava... incluso había sentido pena por ella, pero ¿él?, ¿qué habría sentido Draco todo el tiempo?, cuando la describió dijo que era deslumbrante y muy bella, me pregunté si estaría enamorado de ella, me sorprendí al descubrir que sentía celos de aquella mujer que no conocía.
DRACO
Me levanté con energías, hacía tiempo que no me levantaba igual, había estado sufriendo tanto tiempo por Senda que hoy por primera vez me levantaba ilusionado por algo o por alguien. Desayuné frugalmente y me fui a la sala de mando a ultimar cosas, no había llegado el mediodía cuando me acerqué por las instalaciones donde los humanos trabajaban, fue un momento incómodo pues nadie me espera allí. Pregunté por Abby y me hicieron pasar a una sala donde entro ella minutos después.
- ¡Vaya! - me dijo, abandoné mi lugar en la ventana y me giré hacia ella - parecías una estatua, qué manera de mantenerse quieto.
- Espero que sea un halago - le dije sonriéndola, estaba todavía más guapa que ayer. - ¿qué tal tu entrevista? - le pregunté educadamente.
- ¡Me han cogido!, pero lo mejor viene ahora, ¡voy a trabajar de abogada!!!, realmente llevan un departamento jurídico ¡¡y me han contratado!!!
- ¡Enhorabuena! Me alegro por ti. ¿Debo suponer que abandonarás tu vida delictiva? - ella se río y volvió a colgarse de mi cuello.
- Quizá vuelva a recaer y necesite que alguien me vuelva a salvar - me besó nuevamente y le devolví el beso con ganas.
- Cuenta conmigo siempre que quieras.
Me la llevé a comer para celebrarlo, pasé por el comedor para coger una bolsa con un par de sandwiches y la cogí en brazos para volar con ella hacia el mar, allí en la costa nos sentamos a ver las olas al amparo de los acantilados. Me transformé en dragón y con mi aliento calenté varias rocas para estar calientes y secos.
- ¡Guau! Esto sí que es útil - me dijo al volver a transformarme. - Se está muy bien aquí.
- Pasas tanto tiempo tirado en la tierra que acabas aprendiendo un par de trucos.
- ¿Tirado en la tierra?, creí que lo tuyo iba más por salones dorados y criados sin fin.
- Quizá en otra época, con la guerra en su apogeo, Senda y yo pasamos demasiado tiempo en camastros incómodos y al amparo de cuevas como esta.
- ¿Y ella lo acepta?, ¡pero si es reina!
- Y comanda los ejércitos de los dragones también. - la cogí y la abracé como tantas veces hiciera con Senda - ¿estás cómoda?
- Sí, mucho. ¿Y a ella no le importa estar tirada en la tierra?
- A todos nos molesta pero nos aguantamos, forma parte de lo que somos y de lo que estamos viviendo.
- Siempre hacéis lo correcto, ¿no? - me reí mientras ella se apoyaba en mi pecho.
- Supongo que sí.
- A Senda... - dudó por un momento.
- ¿Qué? - la incité a continuar.
- ¿La quieres? - me murmuró.
- Sí, como jamás he amado a nadie - contesté sinceramente. Se separó de mí y me miró.
- Entonces, ¿qué haces aquí?
- Senda es mi jinete, Abby, es mi mente y yo soy su cuerpo, estamos unidos para siempre por la ceremonia. Pero aparte es mi amiga, mi hija, mi hermana, mi familia... no puedo separar mis sentimientos de dragón por lo que siento por ella como hombre porque para mí es todo lo mismo. Pero es aquí donde quiero estar, felicitando a una hermosa mujer humana por haber conseguido un trabajo, disfrutando de su compañía - le acaricié el brazo.
- Es increíble lo bien que hablas - volví a reír.
- Hago muchas cosas bien, humana - le dije con doble intención.
- Quizá... quizá podrías enseñármelas.
La volví a rodear con mis brazos y la atraje hacia mí para besarla, para saborearla. Seguí besándola mientras acariciaba su precioso cuerpo y lentamente la fui desnudando al tiempo que mis escamas se iban retirando para mostrar mi cuerpo desnudo. Ella no sentía miedo o vergüenza y le fui haciendo el amor despacio, hasta casi hacerla enloquecer de placer. Nos unimos por un orgasmo maravilloso para sentir cómo caía sobre mi pecho agotada después.
- Eso... ha sido...
- Estoy de acuerdo - le contesté.
Después de ese vendrían otros, otros días en otros momentos. Habían pasado un par de meses desde que nos conocimos. La buscaba frenético cuando no estaba a mi lado y pensaba en ella a todas horas, mi cara debía ser un poema a la felicidad pues me pasaba el día sonriendo como un tonto.
El día nos recibió entre besos, estábamos en mi habitación, era donde habitualmente dormía Abby al seguir estando en el barracón de mujeres. Se levantó para ir al baño y al poco tiempo la seguí yo, me la encontré mirándose en el espejo y la abracé por detrás besándole el cuello.
- ¿Tienes mucho trabajo hoy? - me preguntó. Gruñí haciendo que su pelo volase y se echó a reír.
- Hoy vienen contingentes nuevos de lagartijas, hay muchas que se han vuelto a unir a nuestro bando. Tengo que recibirlas.
- Yo estoy de reuniones toda la mañana, estamos reorganizando una sección y nos trae de cabezas.
- ¿Te veo en la comida?
- Lo intentaré - se dio la vuelta y me besó colgándose de mi cuello como siempre, me reí. - ¿Qué? ¿qué pasa?
- Bajita... - le dije entre risas.
La había dejado en las oficinas con un largo beso y me fui a organizar cosas hasta casi el mediodía, vi dragones acercarse y de repente la sentí. Dejé al general humano con la palabra en la boca y salí corriendo hacia la explanada. Senda bajó del ala de Slar y vino hacia mí corriendo, la recibí entre mis brazos haciéndola girar como una niña pequeña.
- ¡Draco! ¡Draco! - decía mi nombre mientras se reía. La abracé con fuerza y la besé en la frente sin soltarla. Luego vi a Slar cerca nuestro esperando a saludarme.
- Así que no estás muerto... cadáver - le dije en forma de saludo.
- Ya veo que sigues siendo una florecilla del campo - nos fundimos en un gran abrazo, sentía demasiado afecto por este maldito grimoso.
- ¿Qué hacéis aquí? Nadie os esperaba - les dije volviendo a abrazar a Senda, aspiré su aroma, ¡cómo la había echado de menos! La miré a la cara y vi que se sonrojaba, luego miré a Slar que miraba al suelo - ¡Maldita sea, pequeña! ¿os habéis escapado????
- Noooo.... - alargó su negativa - Slar es el general de las gárgolas... y tú tienes gárgolas bajo tu mando... hemos venido a ver cómo estaban.
- ¿Sabe el rey que estás aquí, niña? - le pregunté con voz seria.
- Bueeeenoooo.... Se enterará a la hora de la comida cuando no me vea.
- ¡Senda!
- Bah! No te preocupes tanto, Draco, volaremos de regreso dentro de un rato.
- ¿Habéis hecho este camino tan largo y no te vas a quedar? - la vi negar con la cabeza.
- Ni siquiera yo quiero desatar las iras del rey.
- ¿Qué ha pasado? - le pregunté, vi que Slar y ella se miraban por un instante.
- Está... - empezó Slar - desatado, por decirlo suavemente.
- ¿Desatado? - pregunté sin entender.
- Más o menos es como si me hubiese quitado el puesto en cuanto al ranking de enfados, Draco. - entendí lo que me quería decir, el rey volvía a no saber contenerse, Senda estaba a su lado lo que significaba que el que no consiguiese llegar hasta los guerreros del apocalipsis ni al original le enfurecía, suponía que quería venganza. Y cuando te dejas dominar por la venganza te olvidas de todo lo demás. Suspiré, debía hablar con Dorc y el consejo sobre esto.
- Me vienes bien que estés aquí, pequeña. Repasa conmigo las decisiones que estoy tomando, a ver si se me escapa algo.
- ¿Queeeeé??? ¿vas a ponerme a trabajar cuando nos hemos hecho tantos kilómetros para verte??? - dijo ella con un mohín.
- Eres la reina, Senda, compórtate como tal.
- Ya no soy la reina, Draco.... Da lo mismo... vamos a la sala de control, veamos qué estás haciendo - Slar y yo nos sonreímos, era imposible que Senda dejase de preocuparse por todo ni un momento. La cogí entre mis brazos y volví a besarla y abrazarla mientras caminábamos hacia la sala de control.
ABBY
Caminaba hacia el barracón donde estaba situado el cuadro de mando cuando vi salir corriendo a Draco, me asusté por si hubiese pasado algo pero le vi detenerse en la explanada donde aterrizaban los dragones. De repente vi descender un enorme dragón grisáceo, era uno de los más grandes que había visto nunca, de su ala bajó una chica con el cabello color miel, no me costó mucho reconocerla, era ella, la reina dragón, aunque no vestía de negro sino con ropas pardas. Se fundieron en un abrazo, se besaban y abrazaban mientras Draco la daba vueltas, su cara traslucía tanta felicidad... Me fijé en ella, realmente era guapísima, miraba a Draco con adoración y parecía no querer soltarlo. El dragón gris se había convertido en un hombre alto de larga barba y pelo lleno de trenzas, cuando abrazó a Draco se oyó un trueno por el golpe, también parecían muy amigos.
Les vi hablar por unos momentos en la explanada, Draco sostenía la mano de ella entre la suya y de vez en cuando le besaba la cara interna de la muñeca, lo hacía como si no fuese consciente de ello, ella se inclinaba hacia él con un sentimiento de posesividad que me molestó. Incluso cuando se avergonzaba o se enfadaba estaba guapa la muy puta... no me extrañaba nada que le gustase tanto a Draco. Anduvieron hacia la sala de control y vi como él la alzaba en brazos para volver a besarla y abrazarla, los celos rechinaron dentro de mí. Me di la vuelta para no verles, no quería conocerla, no ahora que Draco parecía sentir por mí tanto. No quería que viese mis celos.
DRACO
- Espera... ¿estás saliendo con alguien??? - me preguntó Senda sorprendida.
- Abby - asentí - me gustaría que la conocieses, te caería bien. - Les conté a Slar y a ella.
- Si te la estás tirando ya me cae mal, Draco...
- ¡Senda!!! ¡¡ese lenguaje!!! ¿qué formas son esas de hablar a tu dragón??? - ella puso los ojos en blanco.
- ¿Qué os pasa a todos los Calem con el lenguaje?
- No hace falta ser grosera, niña.
- Vale, vale, lo siento... ¿Cuándo nos la presentas para que le saque el hígado por la boca? - escuché a Slar amagar un acceso de risa.
- ¡Senda!
- ¿Qué??? no he usado ninguna palabra malsonante. - esta vez puse yo los ojos en blanco.
- He quedado con ella a la hora de la comida, os la presentaré entonces. - Vi que Senda ponía cara de mohín y se puso el brazo bajo la cabeza.
- Oye gárgola, a ti no te dará también por liarte con alguna y me dejarás como éste, ¿verdad? - le preguntó a Slar, este sonrió enseñando su blanca dentadura.
- No, yo soy todo tuyo, tentación. - contestó.
- Mira quién es ahora una florecilla - le dije enfadado, este me sonrió aún más.
Senda se movió entre las mesas y vi que se sumergía entre los planos y los informes. Su llegada había causado una conmoción, todos se preguntaban qué hacía allí la reina dragón y vestida de aquella forma extraña, cuando se vieron Luca y ella se saludaron con mucho cariño, realmente el afecto que sentían mutuamente era verdadero y fuerte.
- Draco... - acudí hasta ella - Los contingentes nuevos de lagartijas vienen por aquí, pero ¿no te parece que es una emboscada?
- ¿De qué hablas, pequeña? - me señaló los avistamientos de oteadores y estuvimos mirando los planos largo tiempo. - Creo que tienes razón, pero, ¿cómo se ha enterado el enemigo de nuestros movimientos?
- Debe haber muchos más oteadores de lo que pensamos...
- O espías - intervino Slar. Senda y yo nos miramos preocupados.
- Demasiados humanos juntos... - dije - ¡maldita sea!
- Le pediré a los druidas que vengan, unos cuantos bastarán, que anden por el campamento, si alguien es espía de los monjes ellos los encontrarán. Lo prepararé con Tarnan, estarían aquí mañana por la tarde, ¿te parece bien? - asentí. - Bien... y de paso iré a hablar con el rey, la hora de la comida ha llegado y no quiero que me grite - sentimos los tres en nuestra mente la llamada del rey en ese momento.
- 'Ya es tarde, querida mía. ¿Puedo saber qué haces tan lejos de mí???' - Senda movió la cabeza como si intentase destaponarse un oído.
- 'No grites, no estoy sorda'
- 'Senda.... - dijo con voz amenazante - ¿quién te dio permiso para irte?'
- 'Slar debía cumplir con sus obligaciones de General de las Gárgolas, yo le he acompañado como su jinete' - se excusó ella pobremente.
- 'Espero, querida mía, que esta noche cuando me acueste en la cama estés en ella o tendrás problemas...'
- 'Como os gusta amenazar a los dragones, Escamoso. Sí, tranquilo, estaré allí. Pero ya que estás gritándome en el cerebro mira lo que hemos encontrado'.
Le pusimos al tanto de lo que habíamos visto y él estuvo de acuerdo con nosotros, los druidas y su capacidad para ver el interior de los humanos serían un buen recurso si entre nosotros había espías. Me preocupé, me gustaba confiar en mi gente en todo momento.
Recibí una nota de Abby, se disculpaba conmigo pero no nos veríamos en la comida, le había surgido trabajo y no podía dejarlo.
- Vaya, qué pena, tenía ganas de conocerla. - dijo Senda, supe que era sincera - Y no nos podemos quedar esta noche, el rey me mataría y ya tiene suficiente motivos.
- No te preocupes, pequeña, la llevaré cuando vuelva y la conocerás por fin, te caerá bien.
- Eso seguro, tenemos el mismo gusto por los hombres... - me sonrió con ternura y la volví a abrazar.
Comimos y les acompañé a la explanada, volví a abrazar a Slar antes de que se transformara en dragón.
- Cuídate, hermano - le dije - y cuida a nuestro jinete.
- Sabes que lo haré - me contestó - Ten cuidado, Draco. - Asentí en su dirección.
- Pequeña, gracias por este regalo, hoy he sido feliz - le dije a mi jinete. Puso su mano en mi rostro y besé el interior de su muñeca.
- Se te ve feliz ya, Draco, esa mujer debe ser muy especial.
- Mucho, es muy especial, pequeña mía.
- Estoy deseando conocerla. Te quiero, dragón.
- Y yo a ti, niña. - La abracé por última vez y la volví a besar en la sien. La vi montarse sobre Slar e izaron el vuelo.
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