Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 39

Aterrizamos en la gran explanada y Draco soltó a los dos hombres, un grupo de Jinetes y Dragones nos estaban esperando tras avisar con mi conexión a Dorc. Los hombre retrocedieron asustados, por un momento incluso me dieron pena.

- Acompañadles y poned cómodos a nuestros huéspedes - dijo Dorc con ironía. Varios hombres se los llevaron, supongo que a las mazmorras. Iba a seguirles junto a Draco cuando el brazo de Dorc me lo impidió. - Tú vete a descansar jovencita, esto ya no te compete.

- ¡Pero si los hemos atrapado nosotros! - gemí.

- Y por eso Draco asistirá, tú irás a descansar y por la tarde a tus clases. Tienes que priorizar tu formación. - Volvió a decirme.

- Pero no es justo... - lloriqueé. ¡Maldita sea! Una noche a la intemperie y ¿no me iba a enterar???? No era nada justo.

- Dorc tiene razón, querida mía - me dijo el Rey apareciendo de pronto - debes descansar, seguro que Draco volverá pronto y te pondrá al día. Ve ahora por favor.

- Pero... pero... yo... - una mirada del Rey me hizo callar - sí, Majestad - le dije sumisamente.

Levanté la mano para decir adiós pero ninguno de los tres ya miraba en mi dirección, me sentí abandonada y traicionada en ese momento, mucho 'Senda ten cuidado, te queremos mucho' pero luego me dejaban más tirada que una colilla. Estúpidos adultos... Me volví a mi torre para asearme, había dormido por la noche un poco por lo que no tenía sueño por lo que me fui a los entrenamientos. Galadel ya estaba entrenando en la arena por lo que me puse a hacer algunos de los movimientos conjuntos que debíamos de hacer. Había pasado un buen rato cuando paramos.

- No ha estado mal, creo que esto ya lo tenemos dominado - me dijo Galadel mientras me entregaba una copa con agua fresca.

- Creo que sí, ¿quieres pasar a la siguiente tabla de ejercicios? - le pregunté mientras me secaba con un trozo de lino.

- ¿No estás cansada?, me han dicho que pasaste la noche fuera de patrulla - vaya, ¿Cómo se había enterado?

- Sí, pero estoy bien, pude descansar lo suficiente. ¿Seguimos?

- Quizá prefieras parar...

- No estoy bien, continuemos... - miré al cielo, un águila graznó en el cielo - oye... esto... que tienes razón, mejor lo dejamos, estoy cansada.... ¡Maese Rico! ¿puedo descansar?, estoy un poco cansada de esta noche.

- Claro pequeña, puedes irte y volver a las clases de la tarde.

- Genial! Gracias Maese - contesté y me fui corriendo levantando el brazo a modo de saludo.

Corrí por las escaleras en dirección a mi torre, en el parque me encontré a Caius que se había posado y me estaba esperando.

- Hola amigo mío, ¿qué es lo que te preocupa? - le pregunté al gran águila mientras posaba su frente sobre la mía. - Ya veo, bien, enséñame por dónde.

- ¿Vas a ir con el águila? - di un respingo al oír a alguien detrás de mí.

- ¡Galadel!, ¿qué... qué haces aquí? - le pregunté sorprendida.

- Seguirte, por supuesto - me contestó - ¿Qué te ha dicho el águila?

- Nada que te importe, vete a los entrenamientos.

- No, no pienso volver a abandonarte - me insistió.

- Venga ya... lárgate!

- Eso Raise, ¡largo! Ella no necesita tu maldita ayuda - Tarnan apareció seguido por Príus.

- Oh! Venga ya.... ¿qué hacéis aquí? - les pregunté.

- Tarnan vio cómo te seguía, supusimos que tendrías algún problema - me dijo Príus.

- Nada que os importe a ninguno de los tres, ¡largaos!! - les grité.

- ¿Son las águilas?, ¿vuelven a tener problemas? - se acercó Tarnan hacia Caius posando su mano en su plumaje.

- Yo no he dicho nada de eso, ¿queréis dejarme sola?

- Te apremia, puedo sentirlo - me dijo Tarnan.

- Vale, vale... están viendo movimiento y quieren que vaya, ¿contentos?, ¿ahora queréis iros?

- ¿Puedes llevarnos a los tres? - le preguntó Tarnan a Galadel.

- Creo que sí, no a mucha distancia, pero sí a las montañas de las águilas.

- Vale, pues entonces vamos - dijo Tarnan mirándome.

- Espera, ¿vamos a dónde? - le pregunté.

- Vamos contigo.

- Ni de broma, conmigo no vais, no os voy a exponer a ningún peligro.

- ¿No decías que no pasaba nada?

- Vete por ahí Tarnan, conmigo no venís.

- Ahí te equivocas jefa, no vamos contigo, tú vienes con nosotros - me dijo Tarnan.

Galadel se transformó en dragón y Tarnan y Príus subieron por el ala del dragón, suspiré y acabé subiendo acomodándome delante.

- Seréis.... - no terminé la frase cuando Galadel alzó el vuelo. - Maldita sea, me meteréis en un lío.

Volamos hasta las montañas de las águilas, Caius me mostró el sitio exacto donde había visto movimientos.

- Vale, quedaos aquí, ¿de acuerdo?, solo voy a mirar y no quiero héroes, ¿ok?

- Ni de broma, te acompañaremos - me dijo Príus.

- Escucha, no voy a enfrentarme a ellos si los veo, ¿vale? Solo quiero echar un vistazo y volver al castillo a informar

- Voy contigo - me dijo Tarnan obtuso.

- Oye... no quiero que os lo toméis a mal pero no sois muy rápidos que digamos, solo voy a echar un vistazo rápido y si estáis conmigo me desconcentraréis. Prefiero que os quedéis aquí y que defendáis los nidos si hiciese falta. ¿De acuerdo? - asintieron molestos de que les dejase atrás pero no me di por aludida.

Me deslicé entre las rocas en silencio, con mi mente abierta en busca de siseos, no había nada, ni un simple roce de mentes, recordé las clases con Arco en busca de seres y extendí mi conexión a cualquier ser vivo y a las vibraciones de las piedras, fue suficiente para encontrar a unos 50 varanos diseminados por la gran montaña. Habían salido de un túnel y estaban buscando objetivos para atacar. Se me secó la boca ante lo que veía y lo único que se me ocurrió fue gritar en mi mente para llamar a Draco desesperadamente. Si los varanos atacaban a las águilas sería su perdición. Volví lo más silenciosamente posible donde estaban mis amigos.

- Varanos - les dije con miedo, vi que Galadel palidecía de repente. - Un montón de varanos, tenemos que irnos de aquí.

- Vamos, os llevaré - Galadel se transformó y subimos sobre él.

- ¿Tan peligrosos son? - me preguntó Tarnan

- No te puedes hacer una idea de cómo son - me subió un escalofrío por la espalda. A lo lejos vimos un revoltijos de plumas y muchos graznidos de águilas - ¡Galadel! Hacia allí, ¡han encontrado un nido!! ¡Tenemos qué ayudar! - el dragón viró hacia donde le indiqué - cuidado con su boca, disparan bolas de fuego que podrían derretiros - los dos chicos asintieron con miedo.

Me lancé contra el primer varano que vi y lo tiré montaña abajo utilizando mi esencia. Las águilas se encargaban de otro más rasgando con sus afiladas uñas. Tarnan, Príus y Galadel se fueron hacia otro y yo me giré a por un cuarto que avanzaba hacia nosotros. De repente un dragón llegó volando y con una bocanada de fuego incineró al varano que me iba a atacar. El dragón se transformó en Arco que se dirigió hacia mía con expresión furiosa.

- ¡Ponte detrás de mí!

- Puedo con esos bichos.

- ¡He dicho que te pongas detrás de mí! ¡Y no me discutas!!! - me gritó el Rey. Hice lo que me ordenaba mientras luchaba contra otro varano que nos atacaba.

De repente vi que llegaban los jinetes con los dragones dispuestos a luchar y efectivamente la lucha se hizo encarnizada por momentos. Un jinete atrapó a Tarnan y a Príus y salió volando con ellos, vi como los ponía a salvo seguido de Galadel. Otro varano intentó atacarnos por la espalda y solté mi esencia, pero no llegué ni siquiera a rozarle cuando alguien me levantó en el aire y me vi en brazos de Draco.

- Draco, ¡transfórmate!, vamos a por ellos - el dragón solo permaneció inmovilizándome mientras me protegía con sus alas de las llamas ardientes de los varanos.

Cuando el varano que teníamos enfrente fue destruido izó el vuelo y salimos volando de la zona de batalla.

- ¡Draco! ¿qué haces?, ¡luchemos! - pero el dragón seguía sin mirarme y solo batía las alas para alejarnos de ahí.

Aterrizamos en la explanada y me volví furiosa a Draco.

- ¿Qué has hecho?, ¡necesitan nuestra ayuda!! - él me miró por un momento y volvió a izar el vuelo dejándome sola en la explanada. - ¡Maldita sea! Vuelve!!! - le grité. Tarnan, Príus y Galadel se acercaron corriendo.

- ¿Qué ha pasado?

- Nada, que nos han dejado atrás como cachorros atemorizados, ¡maldita sea! - y di un patada al aire.

- ¿De dónde salieron?

- No lo sé, no lo sé! Si hubiese tenido más tiempo podría.... ¡maldita sea!

- ¿Vas a tener problemas? - me preguntó Príus.

- Supongo.... ¿Cuándo no tengo yo problemas? - recordé el rostro furioso de Arco, me la había ganado fijo....

Al rato vimos que volvían los Jinetes y los Dragones, algunos venían heridos y los sanadores corrían hacia ellos, fui hacia Draco para ver si estaba bien.

- ¿Quién te dio permiso para llevarte a unos estudiantes y correr tras las águilas??? - me gritó un Arco terriblemente enfadado cortándome el paso.

- Las águilas me llamaron, solo acudía a su llamada - le expliqué.

- Estuviste a punto de que te hirieran, y que hirieran a tus compañeros, ¿en qué pensabas????

- No sabía que había varanos, solo quería asegurarme que las águilas estuviesen a salvo.

- ¿Y no podías avisar a alguien???

- Es que no hubo tiempo, simplemente reaccioné - me defendí ante el interrogatorio.

- Tienes la lealtad de casi todos los jinetes, un dragón reclamado y un Rey como prometido y ¿no tuviste tiempo de avisar a nadie???. ¿Te das cuenta de lo que hubiese ocurrido si te hubiesen atrapado?

- ¡Pero si no había monjes!

- ¡Eso no lo sabías!!, ¡no sabías nada!, te lanzaste como siempre sin pensar, sin entender las consecuencias! ¡Estoy harto de esta actitud! Y poniendo a los estudiantes en peligros, ¡niños! Jugando a ser jinetes!!! ¿en qué pensabas Senda?? - di un paso atrás herida por sus palabras, solo quería ayudar, no sabía que pasaría nada de esto.

- No pensé que hubiese peligro, íbamos a huir cuando aparecieron.

- ¡Si no llegamos a venir hubieseis muerto!!! ¡Senda!! ¡Hubiesen muerto tus compañeros!!! ¿por qué no piensas nunca en las consecuencias!!!. Te pasó lo mismo en la playa, fuiste corriendo a su maldita trampa por no pensar un poco y actuar con un poco más de lógica.

- ¡Yo no tuve la culpa de que me cogiesen los monjes!!! - ¿pero qué decía?, ¿ahora iba a ser yo la culpable de que nos atacasen los monjes? - ¡solo intenté hacerlo lo mejor que pude!

- ¿Lo mejor?, ¡te atraparon por tu inconsciencia! Abandonaste a tu reino, a tu rey, a tu dragón por pura inconsciencia! ¡Y ahora ibas a hacer lo mismo!!

- Yo no... - me quedé callada, ¿qué podía decirle?. Arco se pasó la mano por los ojos

- Lleváosla, dejadla bajo la supervisión de su Casa y que no salga hasta que yo lo diga.

- ¡No puedes hacer eso! - le tuteé sin darme cuenta.

- Soy tu Rey Senda, puedo hacer eso y más... - me dijo con voz amenazadoramente grave - ¡Llévatela!

Dos jinetes me arrastraron hacia los límites de la explanada, todos intentaban mirar hacia otro lado porque habían escuchado la terrible discusión con el rey. Me solté de ellos con un golpe y me empujaron hacia las dependencias de mi Casa. Allí, Ainara me estaba esperando en la puerta y me llevó a mi antigua habitación sin hablarme donde después de salir cerró con llave. ¡Maldito Escamoso!!!

Di vueltas como un león enjaulado por mi habitación, ¿qué sería lo siguiente?, ¿vendría Atham a regañarme como a una niña?, ¿Draco a decirme lo mal que lo había hecho?. Ni siquiera sabía qué había hecho tan mal, vale, había respondido a las llamadas de las águilas quizá con un poco de premura y sin mirar nada más pero, ¿y qué?. Arco me había gritado delante de todos como si fuese una cría, me había dicho que había sido mi culpa que los monjes me cogiesen... eso era lo que más me había dolido... más que nada porque yo pensaba lo mismo desde el momento que recuperé mi memoria, si hubiese sido más fuerte o más hábil no me habrían cogido... me senté en la cama abrazándome las piernas. ¿Qué podía hacer?, pensé en abandonar todo pero sabía que eso no iba conmigo, me deslicé por la terraza y bajé al suelo fuera de las dependencias de mi casa, no huiría pero sí que quería explicaciones. Usé mi conexión para ver qué Arco estaba en el salón del trono y me acerqué a hurtadillas escondiéndome para que nadie me viese, no quería dar respuestas a nadie. Y siempre se me había dado genial deslizarme sin ser vista. Arco estaba sentado en su trono con la mano encima de su cara, Draco estaba enfrente de él y estaban hablando.

- ¿Qué hago viejo amigo? - le preguntaba Arco a Draco. - ¿Cómo hago qué lo entienda?

- No lo hizo a propósito y lo sabéis, Majestad. Deberíais darle un poco de crédito.

- Encontrarla rodeada de varanos, a punto de que la matasen con esos críos como única ayuda... Todo esto es demasiado para mí Draco, huye de mí, no quiere ni mirarme, no se compromete con la boda y cuando tiene oportunidad pone en peligro su vida. ¿Qué estoy haciendo mal?

- No debisteis decirle que fue por su culpa, lo sabéis.

- Lo sé, lo sé, la ataqué sin motivo... solo quería que sufriese como sufro yo... Todos me presionan para la boda y verla en esa situación, otra vez sin contar conmigo, sin pensar que puedo ayudarla... creo que perdí los nervios.

- ¿La boda Majestad? - le preguntó Draco.

- Los consejeros y las casas quieren que la boda se celebre ya, ¡qué demonios! Yo también quiero que se celebre en breve, ¡quiero que por fin sea mía y que me haga caso!

- Permitidme decirle Majestad que no creo que eso ocurra por una boda.

- Lo sé, pero... está rodeada de vosotros... todo el tiempo, ¿crees que mis celos podrán aguantar más?, ¿crees que acaso no conozco tus sentimientos?

- Majestad...

- No os te acuso de nada Draco, lo sé...., sé que no harías nada en mi contra, pero... - volvió a ponerse la mano en la cara - ¿cuántas veces viene a pedir mi consejo, mi ayuda? - me paré a pensar por un momento cuando era la última vez que le había preguntado algo a Arco - ¿sabes cómo deseo que se me acerque simplemente a abrazarme?, ¿a demostrarme algo de ese amor que me dice tener?.

¡Mierda! Jamás me había parado a pensar en sus sentimientos, ni en lo que realmente le suponía la boda... vi que se levantaba y me agazapé aún más en mi sitio, si establecía una conexión me encontraría.

- Debo ir a los territorios exteriores, no te preocuparé más esta noche viejo amigo, descansa tú también.

El Rey salió volando y vi a Draco caminar hacia la puerta... conociéndole seguro que iría hasta mis aposentos a recriminarme mi actitud con su discurso paternalista de siempre. Cuando oí que se alejaba me lancé por la terraza y aterricé fuera del castillo, sin daño gracias a la esencia. Seguro que Draco montaba en cólera pero aún así no estaba dispuesta a dejarme sermonear por él. Enlacé con Caius y le pedí que me llevase a los territorios exteriores, luego corrí hasta el límite del bosque hasta que me lo encontré y me agarré del estribo que ya había extendido para mí.

Los territorios exteriores del reino eran una gran cadena montañosa, alta y regia que se extendía casi hasta tocar el azul profundo del mar. Se decía que ningún dragón era capaz de subir tan arriba para tocar las cumbres nevadas de aquellas montañas. Allí entre las montañas vivían los dientes de sable que era el animal que representaba a la Casa Calem. Caius me soltó en uno de los bosques cercanos, me enlacé con cualquier mente en busca de Arco y pude notar la cantidad de criaturas que permanecían ocultas dentro del bosque.

Sonreí, el anochecer era mágico allí, las luciérnagas hicieron su aparición con sus pequeñas lucecillas saltarinas, el croar de las ranas en las charcas llegó hasta mis oídos. Paseé entre el musgo oloroso y las setas luminiscentes, entre los grandes árboles llenos de ojos que me miraban mientras la última luz amarilla del día se colaba ya tímidamente entre los árboles. Frente a los tranquilos y pacíficos bosques que rodeaban el castillo y el pueblo, este viejo bosque rebosaba vida, y sus sonidos llenaban la incipiente noche con un alboroto risueño. Tocaba los gruesos troncos de los árboles en mi paseo, era imponentes y altísimos, llenos de ramas nudosas que se entrelazaban unos con otros hermanándose para siempre, noté la misma vibración en ellos que en las piedras, me pregunté si llegarían hasta el original también. Miraba a todos los lados fascinada, incrédula ante la belleza que me rodeaba, un claro ya bañado por la luz de la luna se abrió ante mí, unos ciervos pacían tranquilamente en él. Había una pequeña laguna plateada rodeada de juncos y pequeños sauces llorones que sumergían sus ramas en el agua tranquilamente, dos grandes piedras parecían los señores del paraje y allí apoyado tranquilamente, con los brazos cruzados sobre el pecho estaba Arco, esperándome. Estaba tan concentrada en todo lo que veía que ni siquiera me había percatado de su presencia. Por un momento me quedé paralizada por la sorpresa y luego caminé hacia él hasta quedar enfrente de él.

- Vaya Escamoso, tú por aquí.... - le dije a modo de saludo.

- ¿Qué haces aquí Senda?

- He venido a pasear... ¿quieres acompañarme? - pensé que me echaría una bronca por desobedecer sus órdenes pero se puso de pie y empezó a caminar con las manos en la espalda, tranquilo y erguido. Me puse a su paso rápidamente.

- ¿Cuántos años tiene el bosque? - le pregunté.

- Miles... siempre ha estado aquí, protegiendo esta parte del reino. Es... eterno.

- Es hermoso, no es como los bosques del castillo.

- No, tiene su propio canto.

- No tenías que vigilar los territorios, ¿verdad?.

- ¿Nos oíste? - preguntó sin mirarme, pero por un momento vaciló su paso.

- Quería hablar contigo... - murmuré mirando a mi peto -disculparme.

- No hace falta que te disculpes, yo debería hacerlo.

- Bueno sí... te pasaste un montón conmigo, eso seguro. Pero tenías razón, debí pedir ayuda y no lanzarme así con tres críos inexpertos. Lo siento.

- Yo también lo siento, querida mía.

Seguimos caminando en silencio, los animales no parecían sorprendidos de vernos, hacía un rato que nos habíamos vuelto a internar en el bosque, estaba levemente iluminado por la luna y solo la incandescencia de las plantas y de los insectos permitía ver alrededor. Era curioso, pero no estaba asustada, tener a Arco a mi lado me daba una extraordinaria sensación de seguridad y de paz. Los animales nocturnos habían empezado a despertar, los búhos y lechuzas hicieron su aparición con su suave ulular, los pequeños roedores correteaban y los ciervos vigilantes nos cedían el paso. Me paré ante un enorme árbol, su tronco era inmenso, ancho, fuerte... como los dragones los árboles no dejan nunca de crecer, era increíble. Toqué la áspera corteza cubierta por musgo y fui rodeando su contorno con la mano puesta sobre él. Volví a llegar hasta donde estaba Arco que me miraba fascinado.

- Puedo sentirlo, es una extraña conexión, pero puedo sentirlo.

- Podemos conectarnos a todo aquello que esté vivo, estos árboles llevan vivos mucho más tiempo que nosotros.

- Es extraño - dije otra vez - fascinante.

Continuamos el paseo hasta otro pequeño claro, un grupo de pequeñas piedras se alzaban en un montículo, el paso del tiempo hizo que la hierba cubriese aquellas piedras formando una pequeña colina.

- Qué raro la disposición de las piedras, ¿verdad?.

- Es un túmulo funerario - me explicó Arco - hace mucho tiempo aquí hubo una gran batalla, los dragones ganaron la guerra pero erigimos ésto para no olvidarnos de las pérdidas que sufrimos.

- ¿Tú participaste? - le pregunté, negó con la cabeza.

- Fue en tiempos de los antepasados ancestrales. En las batallas de aquellos tiempos se erigió nuestro Reino, los dragones se unieron bajo el mandato de un Rey. Suelo venir aquí para recordar lo que significa ser el Rey de los Dragones, para recordar qué es lo que tengo que proteger y gobernar. La sangre que se derramó en aquel entonces es la que guía mis acciones para que nuestro Reino se mantenga a salvo de todo aquello que lo amenaza.

Le miré sobrecogida por su relato. Me acerqué a él y apoyé mis manos en su pecho, él me abrazó protector con sus brazos.

- Tengo miedo de ser Reina, de no ser aquello que se espera de mí. Supongo que he dejado que mi miedo me haga perder la perspectiva de lo que realmente significa ser reina, proteger el reino.

- Senda... cásate conmigo, comparte todo esto, - alzó su mano y señaló el bosque en un amplio círculo - comparte los sinsabores, las alegrías, las incertidumbres y los pesares de esta vida. Cásate conmigo ya.

- Sí - le susurré. Me besó mientras sus alas nos encerraban en nuestro mundo particular. Cuando se separó le dije - Te amo.

- Yo también te quiero amor mío.

- Lamento que no puedas ver cuánto te quiero, que tengas dudas de mis sentimientos.

- Oíste toda nuestra conversación, ¿verdad? - asentí tímidamente. - Desearía que acudieses a mí como acudes a Draco o a Brom.

- Ellos son parte de mí, pero tú eres más, es como si no pudiese respirar sin ti, como si tú hicieses palpitar mi corazón. - Por un momento apartó la mirada y creí ver culpabilidad en su rostro, le volví la cara hacia mí de nuevo con mi mano. - Pero es cierto que tu cargo me intimida por lo que representa para mí así que te prometo que intentaré ser más comunicativa.

- Me gustaría querida, me gustaría mucho.

Estaba amaneciendo cuando Arco me dejó en la terraza de mis aposentos Morlans, encontré a Draco durmiendo en mi cama y el Rey se rió cuando hice una observación sobre él. Me besó y se fue. Me desvestí y me quedé en camiseta y ropa interior y me tumbé al lado de mi dragón, en unos segundos estaba yo también dormida.

- ¿Puedo saber dónde te metiste ayer???? - me gritó Draco al oído. Estaba rescostado en la cama mirándome enfadado.

- Me fui de paseo.... - y me giré para darle la espalda.

- ¿Sin decirme dónde ibas?

- Estaba con el Rey.

- ¡Eso ya lo sé!, ¿por qué no me dijiste dónde ibas?

- Si ya sabes dónde estaba, ¿para qué voy a decirte dónde iba?

- ¡Soy tu dragón!

- Mi dragón Draco, no mi guardián - me giré boca arriba y me puse la almohada en la cara, ¡qué sueño tenía!

- Tengo que saber en todo momento dónde estás.

- Pues utiliza la conexión, para eso está. - le respondí enfadada.

- Me debes un poco de consideración pequeña... - me dijo con su voz más seria.

- Vale, vale, lo siento... ¿vas a volver a regañarme?

- Ya que lo dices sí, hablemos de lo de ayer. - me dijo poniéndose de pie.

- Arrrggghhhhhh! ¿no puedes dejarlo?, ya me echó la bronca el Rey, ¿tú también?

- ¿En qué estabas pensando?

Me levanté, estaba harta de que todo el mundo me regañase, así que hice lo único que se me ocurrió para que Draco dejase de hacerlo. Me levanté la camiseta y me la quité junto con el sujetador de un golpe dejando mis pechos al aire. Luego bajé mis braguitas y me quedé desnuda delante de él.

- ¿Qué... qué haces????? - dijo con voz aguda mirándome horrorizado.

- Voy a ducharme - le dije con voz tranquila. Apartó la mirada mientras se ruborizaba.

- ¡Creí que habíamos hablado de esto niña! - me acerqué a él y le di un beso en la mejilla, él dio un paso atrás mientras seguía sin mirarme.

- Lo sé, pero si me estás hablando no puedo lavarme, vente al agua conmigo y seguimos hablando de lo de ayer. - Draco hizo un sonido extraño con la garganta.

- ¡Esto es inaceptable! Hablaré con tu preceptor sobre tu comportamiento. - me dijo, seguía sin mirarme.

- Te aseguro Draco, que si le mencionas a alguien esto me levantaré a tu lado todos los días completamente desnuda.

- Mierda niña, esto no se hace... - me dijo y se dio la vuelta. Le abracé por detrás mientras se ponía todo rígido.

- Lo sé, ¿quieres seguir regañándome por lo de ayer?

- ¡No! Tú ganas - y salió volando por la terraza.

- ¡Toma ya!! - dije mientras metía un codazo al aire. Ni siquiera yo creía que hubiese funcionado. Vale, lo admito, era cruel.... ¡Pero muy efectivo!! Jajajajajajaja.

Me aseé y me vestí, uno de los Morlans me avisó que mi castigo se había levantado por lo que desayuné tranquilamente con Atham mientras hablábamos de cosas sin importancia. Me disculpé con él para ir a los entrenamientos. Pero antes.... Hoy me iba a tomar todas las revanchas del mundo.

Abrí mi conexión y busqué a Arco, le sentí en la sala del Consejo por lo que me dirigí hacia allí, la gente me saludaba cariñosamente y fui caminando alegremente hasta el gran Salón. Encontré al Rey rodeado de numerosos consejeros, todos enfrascados en conversaciones serias y aburridas.

- ¡Eh! Hola! - le dije a los dos lacayos de la puerta.

- Aprendiz, ¿qué hacéis aquí?.

- El Rey me ha llamado - mentí - ¿no os lo han comunicado? - los dos lacayos se miraron entre sí y me dejaron pasar, uno de ellos me anunció.

- Senda hija de Morlan, aprendiz de Jinete, prometida del Rey Dragón.

- Pomposo, muy pomposo... - le dije mientras entraba en la sala. Todas las voces se fueron callando mientras avanzaba hasta donde estaba el Rey. Hice una perfecta y profunda reverencia al Rey.

- Senda querida mía, ¿qué haces aquí esta mañana? - me preguntó el Rey con su habitual tono.

- Tenía algo que deciros, Majestad - le dije acercándome a solo dos pasos de él, enarcó una ceja sorprendido y me dijo.

- Bien, tú me dirás querida.

Y me lancé... me puse de puntillas, rodeé con mis brazos su cuello y le besé delante de todos aquellos viejos y obtusos consejeros. Arco se sorprendió al principio pero pasados unos instantes me devolvió el beso, me rodeó la cintura y disfrutamos de un apasionado beso. Las risitas y los cuchicheos nos sacaron de nuestro ensimismamiento, pero al menos tuve el placer de sentir la erección de Arco contra mi vientre. Me separé de él y le guiñé un ojo con picardía. Él volvió a mirarme sorprendido.

- Tienes razón amor mío, necesitamos casarnos cuanto antes porque si no, yo estallaré si no consumamos esto ya de una vez, qué sofocón madre... - haciendo referencia a que necesitaba estar casada para mantener relaciones sexuales. Arco me miró con la boca abierta por mi atrevimiento. Todos se me quedaron mirando en silencio - Bueno, ya no te entretengo más - Y de colofón, le di una palmadita en su perfecto y redondo trasero.

Cuando salía pude escuchar su carcajada acompañándome. ¡Bien! Donde las dan, las toman, así aprendería a no echarme la bronca delante de nadie.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro