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Capítulo 34

Draco volaba en su forma de dragón por las Tierras Yermas, siguiéndole cuatro de los viejos dragones sin jinetes, en el cielo formaban una perfecta V invertida dejando una estela tras su vuelo. Era la quinta vez que recorrían aquellas tierras baldías en busca del aprendiz. ¡No había nada!, como las veces anteriores no encontraron nada, debían volver al castillo a informar al Rey pero en vez de eso Draco aterrizó. Se transformó nada más tocar el suelo en su forma semi humana y gritó al cielo. El resto de los dragones aterrizaron transformándose en humanos.

- Draco, ¿cuáles son tus órdenes? - le preguntó uno de ellos.

- Volveremos al castillo, no hemos encontrado nada hoy - respondió el dragón con rabia contenida. Uno de los dragones avanzó varios pasos.

- ¿Qué haremos si no la encontramos? - preguntó dudoso.

- Lo haremos, tenemos qué encontrarla - respondió Draco, luego musitó al desierto - ¿dónde estás pequeña?.

_._

Jack, el salamandra al que me habían entregado era un tipo legal, pero un maldito sádico. Llevaba cuatro horas blandiendo una especie de garrote con lo que peleaban las salamandras en su forma humana. Era de madera petrificada, largo y oscuro, al final del garrote habían colocado colmillos de lagartijas muertas, afilados y curvos, lo que le confería un aspecto realmente aterrador. Después de cuatro horas el aspecto seguía siendo igual de aterrador pero ayudaba que ya no sintiese los brazos.

- Para Senda, no estás en posición - me dijo Jack al volver.

- ¿Posición?, lo que no sé es cómo no se me han caído los brazos - contesté.

- Vale, vale, descansa un poco - me dijo. Me derrumbé en el suelo y me acercó una cantimplora para beber agua, me bebí toda la cantimplora de un trago.

- Gracias - le dije al devolverle la cantimplora vacía. Me quedé mirando la arena donde entrenábamos, había varias salamandras con distintos maestros que hacían lo mismo que yo, solo que ellos se podían transformar en salamandra y yo no... Al fondo los monjes nos observaban con detenimiento, sobre todo a mí, siempre me estaban observando... - Oye, los deformes, los monjes, ¿por qué nos observan tanto?

- Los amos nos protegen Senda, ya lo sabes - contestó Jack sin vacilar.... Ja! Hubiese jurado que no se lo creía.

- Serán tus amos, salamandra, yo no tengo amo ni señor - le dije también sin vacilar. Jack se me quedó mirando, luego me sonrió levemente y me dijo - Te he echado de menos. - Me sorprendió, ¿cómo vas a echar de menos algo que no conoces?

- Espera, ¿me conoces?, ¿me conocías antes? - le pregunté.

- Te conozco desde hace bastante - me dijo escueto.

- ¡Vaya! ¿y siempre he sido así? - me señalé - no... no tengo recuerdos de casi nada...

- Senda... ya lo sabes, los hijos de salamandra que no se transforman sois todos así....

- Sí, ya lo sé, escoria humana. - me volví a mirar a los monjes - Ya lo sé... Pero aún así ellos no tendrían que tratarnos como nos tratan. Ese poblado, donde me encontraste, no sabes lo que ocurre allí.

- Olvídalo, solo piensa que aquí tienes una buena vida Senda - me dijo poniéndose en pie.

- ¿Y ellos?, los que quedaron en el poblado. Había niños, Jack, niños pequeños que no sobrevivirán. Los menos afortunados nos arrastrábamos a los agujeros para intentar no congelarnos por la noche, los que tenían suerte podían dormir bajo. Ni las ratas se nos acercaban, sabían que las atraparíamos y nos las comeríamos. ¿Por qué ellos no pueden tener una buena vida?, ¿por nacer diferentes?.

- ¡Cállate! ¿sabes lo que te harán los amos si sigues hablando así? - me sujetó del brazo y me levantó. Me solté del brazo bruscamente.

- Aquel al que yo siga será honesto, bueno y leal, me demostrará que morir por él es el mejor de los sacrificios con la mayor de las recompensas. Y te aseguro que no será un ser deforme que obtiene placer castigando y matando inocentes... - le dije mirándole a los ojos.

- Sigues siendo tú, ¿verdad?, ahí dentro estás tú - me dijo dejándome descolocada - no pueden llegar hasta ti, por eso eres capaz de resistir.

- ¿De qué hablas? - le dije apartándome de él.

- Tenemos que entrenar Senda, continuemos. - volví a coger el garrote y seguí blandiéndolo, ¿ser yo?, ¿qué había querido decir con que era yo?.

_._

Draco se había unido a la partida que llevaba a los monos en las Tierras Yermas, después de días de infructuosa búsqueda habían encontrado por fin huellas de lagartijas. Los monos, realmente, habían sido útiles. Las tenues señales de las lagartijas no eran visibles desde el cielo.

- Dragón, las huellas van hacia las montañas de las Tierras Yermas - le dijo Kitu, el hijo del jefe Kinua.

- ¿Estás seguro mono?

- Ni en la más pérfida jungla se me ha perdido una huella, dragón. Tú dedícate a volar, yo a rastrear las huellas para hallar al pequeño jinete.

- Deberías tener un poco más de respeto por tus mayores, mono - le dijo Draco, aunque no se le veía muy afectado - Vuelve al castillo, dile lo que hemos encontrado al Rey. Quizá no sea mucho, pero por fin tenemos el rastro de las lagartijas. - El dragón al que había hablado echó a volar. - Continuemos entonces, veamos donde nos llevan las huellas.

- Las montañas yermas son suelo sin alma, dragón - le dijo Kitu.

- Ella es fuerte Kitu, lo sé, es fuerte. - el mono asintió y continuó buscando.

_._

Era de noche, el día había sido muy cansado, las heridas de mi espalda se curaban por fin, otras marcas habían aparecido de nuevo... Bueno, no me importaban las cicatrices eran la muestra de que seguía con vida. Me tumbé en la cama pensativa, Jack me había dicho que me conocía de antes, pensé en él y un pensamiento fugaz cruzó mi mente, pero era extraño... se le veía sonriendo sentado enfrente de mí ante una mesa llena de papeles... ¿nos conocíamos de verdad o era otra de mis imaginaciones?. La neblina negra de mi mente seguía ocultando todo lo que había dentro de mí.... Esa voz que oía por ejemplo, sabía que era importante, pero... ¿por qué?. También sabía que los monjes me buscaban para algo, sino hacía mucho tiempo que me habrían matado, supongo que tenía que ver con lo de dominar las mentes... ¿Cómo se puede dominar la mente de otra persona?, ¿o la pregunta era... de quién quería que dominase la mente?. No sentía mucho dolor, empecé a quedarme dormida.... En una cueva.... Había alguien muy querido a mi lado, podía sentirlo, un amigo...

- "¡Vete! Busca lo que significan las rocas - me gritó - yo les entretendré."

- "¡Draco no! Transfórmate por completo y ven conmigo - le dije."

- "No puedo, hay demasiados, ve!!! Eres nuestra única oportunidad."

- "¡Aguanta! ¡Volveré pronto!!!! - le grité."

Me desperté sobresaltada, aquel sueño había sido demasiado real... Draco, había llamado a aquel hombre Draco... ¿quién sería?, ¿me lo había imaginado o era un recuerdo?. La cueva... las rocas... las rocas vibraban, eran un camino señalando a algo... Me concentré en la oscuridad y detecté esas vibraciones, las seguí con mi mente, se adentraban en el interior de la tierra... 'libérame....'

- Aaaaahhhhh!!!!! - me incorporé aterrada

- ¡Senda! - Jack estuvo a mi lado en un momento, se sentó en mi cama y me abrazó - tranquila, tranquila... todo ha pasado, estás aquí, tranquila...

- Era real... no era un sueño Jack, era real...

- Tranquila, no era real, no estabas allí - me miró - Senda, solo era un sueño.

- Vale, vale - me zafé de su abrazo - tienes razón, tienes razón.

- Bien... intenta descansar, mañana es la prueba, si la pasas ese idiota te dará una salamandra, eso es lo importante, podrás estar conmigo en las patrullas.

- ¿Y si no la paso?

- Lo harás bien - se levantó para irse.

- Pero, ¿y si no?.

No me contestó y se fue, volví otra vez a tumbarme en el camastro, Draco... le había llamado Draco.

_._

Draco se despertó sudando... estaba tumbado en la cama pero había estado soñando cuando la pequeña y él se metieron en aquellos túneles, cuando ella habló con el original, cuando él casi muere. La había sentido, por un instante, volvió a él, juraría que la había sentido. Se levantó y salió volando hacia las habitaciones del Rey. Como siempre le encontró mirando a las estrellas.

- Viejo amigo, ¿tú tampoco puedes dormir? - le dijo el Rey con voz cansada.

- ¡La he sentido, majestad! - le dijo aterrizando a su lado.

- ¿Estás seguro???? - le cogió por los hombros - júrame que no me mientes.

- Te lo juro Arco, volvíamos a estar en los túneles de las lagartijas, fue un recuerdo, pero te aseguro que era ella. Fue breve, apenas un instante, pero te lo digo, era ella...

- Senda... - miró hacia el horizonte - la encontraremos. Sé que lo haremos.

_._

Estábamos en la arena, el chico salamandra y yo... la situación me era vagamente familiar solo porque yo recordaba silencio... y aquí había de todo menos silencio. Los demás estaban a nuestro alrededor formando un círculo y nos jaleaban constantemente. Jack y el otro tipo con el que hizo la apuesta estaban en medio de nosotros, se separaron y nos dieron la señal. El chico contra el que luchaba se transformó rápidamente en salamandra, intenté esquivarle pero me dio un golpe con su cola. Saltó sobre mí y rodé para un lado, me levanté con dificultad, me dolía el pecho y algo había crujido dentro.

- Recuerda los entrenamientos, recuerda los entrenamientos... - me dije a mí misma. Craso error, con otro coletazo me tiró al otro lado de la arena.

La gente me gritaba, se me había abierto una brecha en la cabeza y me caía un hilo de sangre por la mejilla. Seguía sujetando el garrote y lo miré, yo no era esa, yo no luchaba con garrote... ¡a la mierda!, saqué el cuchillo de mi pernera y volví a sentirme yo misma. Me lancé salvaje sobre la salamandra, la ira acudió en mi ayuda como otras veces, fuerte, potente... Esquivé el primer golpe y repté por la espalda de la salamandra, rasgué una de sus alas, sin ellas no podía volar, luego me escurrí por el lateral hasta encontrar el vientre y le apuñalé varias veces. La salamandra me mordió en el hombro y consiguió sacarme de debajo suyo con una sacudida. Caí sobre la arena, esta vez rodé sobre mi cuerpo para quedar nuevamente de pie. La salamandra y yo nos miramos, mi hombro estaba destrozado y el dolor era increíble.... Sonreí.... Me lancé nuevamente a por ella y la salamandra hizo lo mismo, en el último momento salté por encima, volteó la cabeza de un lado a otro buscándome y me acerqué por su punto ciego, vi el momento y ataqué a su garganta cortándola de un tajo. Un chorro de sangre me cayó encima al abrir la mortal herida. La salamandra se batió varios segundos y se quedó quieta por fin. La gente se volvió loca, me felicitaron pero dentro de mí sabía que no había hecho lo correcto, allí los dos habíamos sido víctimas del juego de Jack y el otro tipo. ¡Maldita sea!... guardé de nuevo mi cuchillo tras limpiarlo en mi ropa. Jack vino a felicitarme, pero de repente todo se quedó en silencio, tres monjes se acercaban, el monje que me había torturado y dos más. Éste se acercó a mí, me quedé quieta mirándole con odio, me miró intensamente y acercó su cara deforme a mí... 'mira para adelante, mira para adelante'... me dije, si intentaba matarle me matarían ellos.... Sentí como su lengua viperina se deslizaba por mi mejilla saboreando mi sangre, bajó por mi cuello manchado de la sangre de la salamandra que acababa de matar... Se separó un momento de mí y volvió a mirarme a los ojos...

- Sssssanadla.... Ssssservirá... - dijo el monje, luego se dio la vuelta y salió de la arena. Un curandero vino a sanarme, eran tipos hostiles y sus sanaciones no eran perfectas, sentías como si te clavasen mil agujas casa vez que te curaban. El dolor fue intenso, pero al finalizar habían reparado casi todas las heridas dejándome unas cicatrices tiernas y rojizas por todo el cuerpo.

Jack me abrazó felicitándome, volví a sentir esa familiaridad, esas camarería. Yo también le abracé, pero aquel abrazo debía recibirlo otra persona, ¿quién?, un joven, guapo y noble, un buen amigo, un segundo... Me deshice rápidamente de aquella sensación extraña. Había ganado y era lo importante. El tipo con el que Jack había hecho la apuesta había vuelto con una joven salamandra.

- Galgus - se dirigió a la salamandra - esa escoria humana te montará a partir de ahora.

La salamandra me miró y su lengua escapó por la boca en una especie de gruñido hacia mí. Podía volar, ¡estupendo!, era todo lo que necesitaba.

- ¿Quieres probarla? - me dijo Jack.

- ¿Acaso lo dudabas? - me lancé contra la salamandra y monté sobre ella, su joven cuerpo se ajustaba a mis medidas. Vi a Jack convertido en salamandra y varios más echar a volar, yo azucé a mi salamandra y juntos también echamos a volar.

Creí que me sería difícil pero esa sensación de plenitud al sentir el aire en mi rostro hizo que estallase en carcajadas. Oh cielos! Adoraba volar, lo echaba de menos... ¿de menos?, era la primera vez qué volaba!!! Y era maravilloso!!! Grité de placer. Jack nos hizo una pasada rápida por encima y volví a echarme a reír, simplemente toqué la mente de la salamandra y enlacé con ella. Se quedó sorprendida al sentir nuestra conexión pero pronto supo lo que quería y nos lanzamos a perseguir a Jack, este viró en el último momento esquivándonos. Volar era sencillo, era increíblemente sencillo!!!

- ¡Senda! - Me gritó Jack, supe lo que quería que hiciese y extendí mi mano hacia él, también lo enlacé - a todos niña!!!

Enlacé a todas las salamandras y volamos en perfecta sincronía, al final acabamos aterrizando en unos riscos.

- Ha sido muy divertido, niña - me decían las salamandras. Parecían asombradas de haber disfrutado tanto con el vuelo.

- ¿No es siempre así? - pregunté desde mi ignorancia, estaba apoyada en Galgus que se había hecho un ovillo en mis espaldas.

- No, no suele ser así - contestó Jack serio.

- ¿Por qué?, ha sido fantástico - puse los brazos en la espalda disfrutando de los rayos cálidos del atardecer.

- Es caótico, doloroso... - me incorporé para observar a la salamandra que había hablado - los monjes no son tan... dulces... como tú cuando nos guían - dijo bajando la voz.

- Malditos y asquerosos deformes - dije con odio.

- ¡No digas eso! - me dijo Jack - son nuestros amos.

- ¡Amos!, ¡amos! - contesté gritando - vamos Jack, tú mismo lo dices, son nuestros amos, nos tratan como a perros, nos tienen esclavizados. Tú has visto a la gente del poblado, ¿cuántos más poblados como ese habrá por ahí fuera? - dije señalando las montañas.

- Los que no os podéis transformar.... - empezó Jack como una retahíla, le interrumpí enfadada.

- Da lo mismo que sea salamandra o escoria Jack, a todos nos tratan por igual. Para ellos no somos más que una herramienta y cuando no nos usen nos desecharán.

- Nos mantienen a salvo de los dragones - insistió.

- ¡Al menos los dragones son libres!, por lo que me has contado luchan por su supervivencia como nosotros - le respondí.

- Ellos nos quieren masacrar Senda, no luchan contra nosotros, ¡nos asesinan y nos matan!! - me gritó Jack.

- ¿Sabes? Puedes decirme lo que quieras pero no me lo creo. Dices que son fieros y letales pero nunca nos han atacado en las montañas, siempre sois vosotros los que vais hasta su reino para atacar. ¿Acaso tú no te defenderías?, ¿acaso no defenderías tu hogar si lo vieses amenazado?. Acabo de matar a uno de tus compañeros Jack, eso sí que es asesinato y a nadie parece importarle, ¿qué hacen los dragones sino defenderse???? - todos se quedaron momentáneamente callados y volví a recostarme en Galgus.

- Senda... yo... - empezó Jack.

- Sufren Jack, los del poblado sufren, esa es nuestra gente y ellos sufren. Vosotros también sufrís lo siento dentro de mí, lo sentí cuando conecté vuestras mentes a la mía, no sabéis cuál será vuestro futuro, no sabéis cuál será el futuro de vuestros hijos, si alguno de vuestros hijos no consigue transformarse lo dejan en el poblado solo, abandonado.... Los monjes nos esclavizan a todos, seamos salamandras, lagartijas, varanos o escoria humana. Estamos esclavizados y esa es la verdad. - sentencié.

- ¿Y qué quieres hacer?, ¿qué nos alcemos contra ellos? - me dijo Jack - ¿acaso sabes cuál poderoso son?, mira lo que te hicieron!! - me puse en pie de un salto.

- No me importa morir por defender aquello que me importa, pero sí que me importa vivir sabiendo qué no he hecho nada. Era esto lo que buscaban los monjes de mí, ¿verdad?, la conexión que acabo de realizar, ¿te quedas callado?, ¡porque tengo razón!, ¿por qué no le cuentas a los demás lo que quieren hacer conmigo?.

- ¿De qué está hablando la niña, Jack? - preguntó uno de ellos.

- Quieren que domine vuestras mentes, que las someta a mi voluntad, ¿no es cierto? - Jack se había quedado paralizado de miedo mirándome - claro, no les importamos y tampoco les importa que tengamos voz, solo somos sus marionetas. ¿Qué más quieren Jack? Ahora tampoco les damos muchos problemas, ¿para qué someter a todo un pueblo?. - Algo hizo click en mi cerebro... - El ser que veo en mis sueños, el que duerme entre el fuego y el magma.... Quieren que lo domine... - abrí la boca para gritar silenciosamente - quieren que domine a ese ser... ¿Jack?, ¿qué es ese ser????

- Un Dios... - dijo y agachó la cabeza para llorar.

Volvimos al monasterio en silencio, no tenía fuerzas, sabía lo que los monjes buscaban de mí. Los demás sabían quién era aquel ser, también dominaba sus pensamientos. Volamos sobre el poblado maldito y todos miraron hacia abajo recordando mis palabras. Al aterrizar a mi lado Jack recobró su forma humana, me puse delante de él.

- ¿Te importo de verdad o solo soy un peón en tu juego con los monjes? - le pregunté.

- Amenazaron a mi familia, Senda... - me dijo sin poder mirarme.

- Ósea que me traicionarás cuando puedas - le dije agarrándole por el brazo.

- Ayúdame - me dijo mientras que me arrastraba hasta un callejón - ayúdame a liberar a mi pueblo - me dijo.

- ¿Cómo? - le pregunté yo, ¿por qué no había dicho nuestro pueblo?, ¿tan poco me consideraba?

- Pidiendo la protección de los dragones - me confesó.

- ¿Estás loco?, ¿dragones????, nos matarán antes de dejarnos hablar - le dije.

- No si tú estás con nosotros - me respondió.

- ¿A qué te refieres?

- Puedes enlazarte a ellos...

- ¿Y obligarles???? - no me sentía con las fuerzas de dominar a un dragón.

- A enseñarles, a mostrarles nuestra vida, nuestro sufrimiento.... - miré hacia abajo y entonces tomé mi desición.

- Lo haré, pediremos ayuda a los dragones, salvaremos a NUESTRO pueblo y nos liberaremos del yugo de los monjes.

- Por el momento debemos actuar como si esto no hubiese ocurrido, no podemos dejar que los monjes sepan nada de esta conversación - asentí dándole la razón.

- Jack.... - me miró, me acerqué dos pasos a él y mi cuchillo voló hacia mi mano, mi mano hacia mi cuello y descansé la hoja sobre su piel - si me traicionas, si esto es una trampa... ten por seguro que te mataré.

- Ya te traicioné una vez Senda, no volveré a repetir mi error - dicho esto se fue caminando hacia el interior del monasterio.

¿Cuándo me había traicionado Jack???

_._

La reunión del Consejo se había prolongado hasta bien entrada la noche, las voces y los gritos continuaban dentro del gran Salón. Querían atacar, otros no... Arco miraba los documentos que estaban encima de la mesa sin saber qué decisión tomar. Miró al exterior, a la noche oscura y se precipitó por los ventanales hacia afuera. Voló bajo la luz de las estrellas y tocó una puerta.

- Voy, ¿quién llama a estas horas? - dijo una voz adormilada, se abrió la puerta dejando entrever una tenue luz en su interior - Majestad, ¿qué hacéis aquí a estas horas? - Brom se llevó la mano al pecho del susto - decidme que no le ha pasado nada al Mirlo Blanco, decídmelo! - Arco negó con la cabeza.

- ¿Puedo pasar? - dijo el Rey.

- Adelante - el herrero dejó pasar al dragón a su casa - haré una buena taza de té para los dos. ¿Queréis contarme qué ha ocurrido?.

- Tengo que tomar decisiones importantes y no sé cómo hacerlo - el herrero se quedó parado con la tetera en la mano.

- ¿Y venís a mi casa a qué?

- A por consejo - Brom dejó lentamente la tetera en la cocina y se volvió hacia su Rey - si me equivoco en alguna de mis decisiones puede que ocasione la muerte de aquello que más amo.

- Queréis atacar, ¿no es así? - Arco asintió levemente. - Si ella está prisionera la matarán, eso es lo que os preocupa. - Volvió a asentir el Rey.

- Hemos encontrado pruebas de que las lagartijas viven en las Tierras Yermas, un ataque coordinado podría mostrarnos dónde exactamente. Tardaremos mucho, en ese lapso a ella podrían... podrían... - su voz se quebró.

- ¿Habéis sabido algo de ella? - preguntó.

- Draco la sintió una vez, yo la veo todos los días en sueños pero no me puedo acercar siquiera a ella, creo que solo son mis recuerdos.

- Mi Mirlo luchará, - Arco levantó la mirada hacia el viejo herrero - lo hará Majestad, sé que mi Mirlo luchará.

- Puede haber caído bajo el influjo de los Monjes - dijo Arco exponiendo sus mayores miedos. Brom negó con la cabeza.

- No... no ella, no mi mirlo. No sé porqué no puede volver con nosotros pero ella luchará, Majestad, la conocéis, sabéis cuál es su carácter, sabéis cómo actúa. El Mirlo blanco no está bajo la influencia de nadie, siempre lucha, nunca se rinde, su lealtad nunca cambia y siempre encuentra el modo de vencer por muy pocas probabilidades que tenga... Por muchas veces que caiga se pone en pie, derecha, envarada, orgullosa de quién es, de quién es ella. Ese es mi mirlo, Majestad. Ella luchará, luchará y volverá, aparecerá.

- Ojalá tuviese tu confianza Brom, hay momentos que la desesperación es lo único que me queda.

- Se enfrentó a una Casa, se enfrentó a un Rey, se enfrentó a un Reino, ¿creéis acaso que no estará haciendo lo mismo con esos Monjes?, luchará, encontrará la manera de sobrevivir, de no sucumbir ante nadie. Mi Mirlo luchará, Majestad. Dadle tiempo para que os lo demuestre. - Arco se quedó mirando a Brom por un momento.

- Tiempo.... He de volver al Consejo Brom - este asintió y vio desaparecer en la noche al Rey.

- Luchará, como siempre lo ha hecho... - le dijo a la noche.

_._

Jack, Galgus y yo recorrimos las cimas de las montañas en formación con más salamandras. Los monjes aprobaban estas maniobras para que fuese adquiriendo confianza sobre mi conexión con las demás salamandras. Ahora que saben que soy capaz de enlazar con ellas están contentos, bueno, no todos... Ayer uno de ellos me golpeó cuando no quise dominar la mente de la lagartija que tenía delante, no quise hacerlo pero apuñalé a ese perro infernal en cuanto tuve ocasión. Jack volvió a salvarme de su ira diciéndoles que no me podían golpear tan de seguido o mi cuerpo no se recuperaría. La verdad, tengo miedo cuando quieran presentarme ante el original para que lo manipule. Maldita sea... ¡necesitamos encontrar a esos odiosos dragones! Oteamos el horizonte y como si los hubiese invocado los vimos, cuatro dragones... Eran increíblemente majestuosos, grandes, inmensos diría, sus pieles no eran similares como las de las lagartijas o las de las salamandras todas grises o negras, la gama cromática iba desde el azul intenso al un color rojo burdeos, eran tan hermosos...

- ¡Jack! No llevan jinete - le susurré extrañada.

- Creo que son viejos dragones, sus jinetes murieron en las guerras contra nosotros.

- Ah! - qué extraño, pensé - os enlazaré y atacaremos, recordad que no tenemos que matarlos.

Enlacé a las salamandras y caímos sobre los dragones, el combate fue intenso pero breve. Dos de ellos huyeron y a los otros dos les inmovilizamos en el suelo. Sorprendentemente dejaron de luchar cuando me vieron. Me acerqué a ellos extrañada, Jack en su forma humana se acercó conmigo, eran realmente hermosos... quería tocar esa piel suya... extendí mi mano hacia los dragones...

- ¿Qué haces? - me dijo Jack retirando mi mano con un golpe.

- Nada, solo quería tocarlos - le dije.

- Ibas a enlazarte con ellos - me acusó.

- ¿Y qué si lo hago? - le pregunté extrañada. Jack me empujó y me tiró contra Galgus que se hizo un ovillo a mí alrededor aprisionándome - ¡Suéltame Galgus!!!

- Escuchad dragones, moriréis si os transformáis en humanos. Queremos hablar con vuestro Rey - dijo Jack - queremos hacerle una proposición, si está dispuesto a hablar a solas que se reúna con nosotros en el Olvido de las Tierras Yermas esta noche cuando la primera estrella alcance su máximo. - Los dragones se quedaron quietos, con lentitud Jack se echó para atrás y luego nos fuimos corriendo, Galgus me cogió sobre su lomo y nos tiramos a plomo contra el suelo. ¡Lo habíamos conseguido!. Hablaríamos con los dragones, tendríamos una oportunidad!.

_._

Los dragones llamaban desde lejos a los demás, muchos se reunieron en la explanada, entre ellos Draco y el Rey. Dos llegaron avisando que habían cogido a sus compañeros, muchos se pusieron en marcha para salvarles.

- ¡Quietos! - dijo el Rey - siento su presencia, vienen hacia nosotros.

Se mantuvieron a la espera hasta que llegaron los dos dragones restantes con importantes noticias, habían visto al aprendiz, les habían dado un mensaje para el Rey. Este tocó la frente de los viejos dragones para ver lo que había ocurrido.

- ¡Está viva!!!, ¡Senda está viva!!! - dijo maravillándose de ver nuevamente su rostro.

- ¿Qué es lo que quieren Majestad? - preguntaron.

- Vienen con una proposición, por lo visto. - siguió examinando las imágenes una y otra vez para ver algún detalle.

- Vayamos a por ella, ¡ahora! - dijo Draco.

- ¡Detente! - dijo el Rey.

- Majestad, está allí, a nuestro alcance, podemos recuperarla... - dijo Draco obstinadamente.

- No, iré yo solo, me reuniré con ellos - un murmullo de desaprobación se extendió por la explanada.

- Majestad, no podemos permitir que vayáis vos solo - dijo uno de los consejeros.

- Me quieren a mí y hay algo extraño en los recuerdos. Iré y veré que ocurre. - se dio la vuelta para hablar con ellos - Tranquilos amigos, estaré bien. Draco, quiero hablar contigo a solas.

_._

El Olvido de las Tierras Yermas, un buen nombre para aquel sitio tenebroso... vapor venenoso salía por entre las grietas de las rocas dejando una constante neblina pegada al suelo, no crecía ni había vida por ninguna parte. Era una planicie al final de la cadena de montañas donde nadie pisaría jamás, un sitio olvidado por los humanos y aquellos que no eran humanos. Nos apostamos en sitios estratégicos y esperamos a que el Rey de los Dragones viniese, Jack no me había dicho mucho de él salvo que era un dragón sin jinete y que no esperaba que nos ayudase en nuestro levantamiento contra los monjes. Tenía curiosidad por verle, incluso los monjes hablaban de él con temor, habían conseguido tenerlo bajo su influencia pero ocurrió algo que lo liberó. Una figura rasgaba la luz tintineante de las estrellas, un hombre con alas de dragón aterrizó en la planicie. Jack asintió hacia mí, el Rey de los Dragones había llegado, salió en su busca, estaban frente a frente, el Rey de los Dragones habló primero.

- Tienes algo que es mío, salamandra. - dijo el Rey con voz calmada y heladora. ¿Qué le había quitado Jack al dragón? Pensé.

- ¿Acaso no has venido a escuchar nuestra proposición? - contestó Jack con ironía.

- Habla pues, luego podré decidir si mueres - le hizo un gesto para que comenzase la historia.

- Me sorprendes Rey de los Dragones, nunca hubiese creído que vendrías a nuestra reunión solo.

- No sois tan certeros como quieres creer y aquello que me pertenece y que posees bien merece un inciso en mis quehaceres. - Su voz y su figura eran imponentes, que pena que estuviese tan lejos para verle bien.

Algo se deslizó por mi mente en ese momento, algo oscuro y perverso.

- ¡Jack!!! - salí corriendo para avisarle - ¡los monjes!!! - unas manos deformes me atraparon en el aire y caí desmayada.

Me desperté desorientada, era de día... intenté llevarme la mano a la cara pero me di cuenta que estaba atada. Me intenté mover y vi que estaba completamente inmovilizada, gruesas cadenas me recorrían el cuerpo. ¡Malditos monjes!!!. Estaba en una de sus salas, las que utilizaban para intentar que dominase a las lagartijas, tumbada en una especie de bloque de piedra y atrapada por las cadenas. Mi torturador particular entró en ese momento, el monje se movió cogiendo cosas de la sala, luego vino hacia mí, dejó que su mano deforme recorriera el bloque, sus gruesas uñas hacían rechinar la piedra produciendo un molesto sonido.

- Essscoria... - dijo mientras daba vueltas alrededor de mí, volví a intentar soltarme - tu don essssta maduro para utilizarlo.

- Púdrete bestia, sé lo que pretendéis y nunca os ayudaré - le escupí.

- ¿Inclussso cuando lassss vidassss de aquellossss que hasss empezado a apreciar corren peligro? - pensé en Jack y Galgus.

- ¡Qué te den! - su mano empezó a subir por mi pierna acariciándome, intenté moverme otra vez sin conseguirlo.

- Tu debilidad esssscoria ssssson ellossssss, todossss a losss que intentassss proteger. Mi fuerza essss que no me importa hacerlesss daño. Nuesssstro padre sssabe de ti, del poder que alimentasssss en tu cuerpo...

Su mano había subido por mi vientre y mi pecho y la cerró en torno a mi cuello haciendo que no pudiese respirar. Las cadenas cayeron y me sacó a la arena donde pude ver que la gente del poblado estaban encerrados en grandes jaulas, en el suelo estaban encadenadas todas las salamandras del monasterio, custodiados por gran número de lagartijas. Y en el medio estaba encadenado el Rey de los Dragones...

- ¿Qué vas a hacer? - le pregunté con voz ahogada.

- Tú vassss a dominar sssussss mentesss, quizá desssspuéssss no lesss matemossss - me dijo al oído el monje.

- Ni en sueños, bestia inmunda, jamás lo haré.

- Matádlosssss - gritó, las lagartijas fueron hasta las salamandras.

- ¡Nooooo! - grité - lo haré, lo hare!!!! - el monje dio la orden de parar, entonces me soltó el cuello.

Me di la vuelta para mirarle y me hizo un gesto para que empezase.

- Tengo, tengo que acercarme... - le dije temblando. Bajé la escalinata y vi al lado de otros monjes a Jack que me miraba con culpabilidad en su rostro - ¡Tú! Traidor!!! - le dije, pero seguí bajando lentamente.

No sabía qué hacer, creía que podría dominarles, pero luego, ¿me convertiría en esclava de los monjes?, ¿intentaría dominar a ese ser durmiente?. Mientras caminaba hasta las salamandras observé al Rey de los Dragones, me miraba con intensidad con sus ojos increíblemente azules... por un momento desvié la atención hasta las jaulas, ¿cuántas personas habría?, ¿doscientas?, ¿trescientas?. Llegué hasta la primera salamandra que en su forma humana se encontraba atada por el cuello. Me miró aterrado cuando me acerqué, estiré mi mano y la puse encima de su frente. Miré de nuevo al monje que tenía una mirada lasciva en su rostro, aquel dolor le causaba placer... maldito sádico. De nuevo bajé la vista hacia la salamandra....

- Perdóname - el pobre sujeto se retorció en una agonía que parecía sin fin, luego delante de mis ojos se transformó en salamandra rompiendo la cadena que le aprisionaba. Se quedó parado a mi lado esperando mis órdenes. Pasé a la siguiente salamandra y volví a hacer lo mismo. Luego a la siguiente hasta completar a todas ellas, los gritos de las salamandras dejaron de resonar en la arena.

- El Rey.... - me dijo el monje - domina al rey de lossss dragonessss.

Asentí y me acerqué hasta él, las salamandras se movieron para formar un círculo a su alrededor por el miedo que me inspiraba el dragón. El Rey de los dragones era alto e increíblemente guapo y con un cuerpo perfecto, al menos eso podía admirar. Los grilletes alrededor de sus manos y de sus tobillos hacían imposible que escapase. Miré al monje que me apremió.

- Esto os va a doler, Majestad - le dije mirándole por primera vez a los ojos.

- Senda... - dijo mi nombre, ¿cómo sabía mi nombre?. Pero supe que había llegado el momento.

Cerré los ojos y me concentré, alcé mi mano para tocar su frente y de repente abrí mi brazo en un perfecto semicírculo y enlacé a todos, humanos, salamandras y.... dragones!!!. Un increíble número de dragones con sus jinetes apareció en ese momento atacando a los monjes y a las lagartijas, gracias a la conexión sabían a quienes podían atacar y a quién no. Ordené a las salamandras romper las cadenas que atrapaban al Rey y le liberaron. Luego les ordené coger las grandes jaulas e izarlas en el aire para sacar de allí a los inocentes. Mi concentración era vital para mantener las conexiones y las dominaciones por lo que no vi acercarse al monje por detrás.

- ¡Maldita essscoria! - grité asustada cuando su horrible mano avanzó hacia mí. El Rey de los dragones se interpuso entre nosotros y comenzó a pelear contra el monje, vi que otros monjes se sumaban a la pelea. El Rey era increíble luchando, veloz, fuerte...

- ¡Te mataré maldito! - dijo el Rey con una furia intensa, me quedé mirándole alucinada de que alguien pudiese estar tan enfadado y me alegré que no viniese a por mí. Les dejé luchando en la arena, sabía que el dragón ganaría pero sentía algo extraño porque estuviese en peligro... Bueno, no tenía tiempo para esto.

- ¡Galgus!!! - llamé a la salamandra, acudió a mi llamada y monté sobre ella, la conexión me pesaba terriblemente, debía alejarme de aquella marabunta de mentes.

- ¡Senda! - un dragón en forma humana gritó mi nombre. Parecía mayor con el pelo blanco y una cuidada barba, ¿por qué sabían mi nombre????. Cayeron sobre él varias lagartijas, por un momento sentí que debía ayudarle pero las lagartijas también amenazaban a las salamandras que transportaban las jaulas y me encaré con ellas para darles tiempo a que se alejasen.

Por fin conseguí despejar el camino. Galgus se elevó encima de la lucha y se dispuso a seguir a las salamandras que transportaban las jaulas cuando Jack nos cortó el paso.

- No puedo dejar que lo hagas, Senda, no puedo dejar que te vayas.

- ¡Has traicionado a tu pueblo!!! ¿cómo has podido??

- Tienen a mi familia, la tienen en el monasterio encerrada. Si les traiciono a ellos, ¡mi familia morirá!, tengo que entregarte a los monjes pero ¿cómo hacerlo? no puedo hacerte eso... - Jack me miraba como si no supiese que hacer.

- Jack, ¿hay alguien más con ellos?, ¿han amenazado a más salamandras?.

- Mantienen a nuestras familias encerradas en las mazmorras del monasterio - abrí la boca aterrorizada, en cuanto la lucha acabase los monjes matarían a toda esa gente en venganza.

- Debemos liberarlos a todos. - le dije.

- Id a por ellos - El Rey de los dragones estaba detrás nuestro, era mucho más alto que nosotros y tuve que mirar hacia arriba para ver su rostro - Sacadlos de ahí, yo os cubriré para que no tengáis problemas. - Asentimos sorprendidos por la ayuda ofrecida, sabía que podía fiarme de ese dragón, lo sabía en mi alma y no dudé. Cogí a Jack y a Galgus e iniciamos el vuelo. - ¡Senda! - volvió a utilizar mi nombre - vuelve a mí. - Solo pude asentir, ¿vuelve a mí?, Jack pronunció mi nombre...

Volamos hacia el interior del monasterio, allí no había lucha y el sonido quedaba amortiguado por las gruesas paredes. No sabía si Jack me traicionaría de nuevo pero aunque así fuese no podía dejar a aquellos inocentes atrás. Solo esperaba que las salamandras hubiesen llevado lejos las jaulas de la gente del poblado.

Dejé a Galgus de guardia, el pobre temblaba tanto en su forma de salamandra que me dio pena que nos siguiese, en cuanto nos alejamos le vi hacerse un ovillo. Bajamos a las mazmorras en silencio hasta que llegamos a un cruce.

- ¿Por dónde? - me preguntó Jack. Apoyé mi mano en las piedras y seguí las vibraciones que emitían.

- Por aquí... - le dije señalándole uno de los caminos. Hicimos un par de cruces más hasta llegar a varias celdas repletas de gente. Salamandras y humanos se hacinaban en aquel pestilente lugar. - Por todos los.... ¿qué les han hecho?. Jack, rompe las cerraduras, saquemos a esta gente de aquí.

Cogí una maza y fui rompiendo los candados de todas las celdas, nadie era capaz de moverse y se quedaron metidos.

- ¡Venga! ¡Salid! Sois libres!!!! - ¿por qué no se movían?, el terror que había sufrido esa gente era demasiado en estos momentos.

Un enorme monje apareció por el pasillo que daba al exterior, llamé a Jack que se acercó a mí para luchar, unas manos aparecieron a ambos lados de la cabeza del monje de repente y le rompieron el cuello. El monje cayó al suelo muerto.

- Por fin, pequeña. - el dragón que antes me había llamado llegó hasta mí y me abrazó envolviéndome en sus fuertes brazos, por un momento me dejé abrazar pero luego me retorcí para desembarazarme de él.

- Te lo agradezco dragón pero si vas a luchar contra nosotros dínoslo ahora y empecemos.

- ¿Luchar?, ¡contra ti!, ¡he venido a ayudarte!!! - me dijo sorprendido.

- Bien, entonces ayúdanos - le dije.

Empezamos a sacar a la gente y a llevarla al exterior, allí se fueron posando varios dragones y el Rey de los dragones se acercó a nosotros, a sus pies quedaban bastantes cadáveres de lagartijas. Al vernos salir entre el gentío me preguntó.

- ¿Qué quieres que hagamos? - me preguntó.

- ¿Podéis sacar a esta gente del monasterio?, ¿reunirla con los demás? - el Rey asintió y dio órdenes de que cada dragón transportase el mayor número de personas, en poco tiempo todas estaban subidas a los lomos de los dragones y emprendieron el vuelo.

- ¿Volarás conmigo? - me preguntó el viejo dragón. Me quedé extrañada mirándole y luego de un salto monté sobre Galgus, para seguir a los dragones en su viaje.

El fuego arrasaba el monasterio, los cadáveres de los monjes yacían en el suelo, las lagartijas huían del lugar hacia el interior de las Tierras Yermas. Habíamos liberado a esa gente, pero mucha otra quedaba bajo el poder de los monjes en otros lugares. Pero habíamos comenzado el levantamiento. Por fin nos habíamos liberado del yugo de los monjes.

Un gran ojo azul me observaba paralelo a mí, el Rey volaba al lado de Galgus mirándome fijamente, había algo extraño en todo esto, pero me ocuparía de ello más tarde...

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