Capítulo 30
Dorc me hizo cenar y dormir en mi torre, pero por la noche no conseguía conciliar el sueño. Solo pensar en Arco encadenado me ponía enferma. Me levanté y me vestí, me daba lo mismo lo que me dijesen, solo quería verlo. Fui a la arena, estaba tal y como me lo había imaginado, grandes cadenas le sujetaban los brazos y las piernas, una enorme cadena iba desde su cintura hasta el suelo, era espantoso. Estaba de pie, pétreo como una estatua, algunos consejeros le rodeaban hablándole pero él no les hacía caso. Dude en acercarme pero de repente fijó su mirada en mí. Me acerqué y los consejeros fueron callando hasta enmudecer.
- Tú.... - llegué hasta su altura, a salvo por las cadenas.
- Dejadme hablar con el Rey, a solas - le pedí a los consejeros, estos se fueron pero dejaron apostados a los guardias - Arco... por favor, debes escucharme.
- ¿Escucharte?, ¿quieres explicarme por qué me has encadenado como a un perro???.
- Tu mente está siendo controlada por los monjes, Garrick dice que debes convertirte en dragón para liberarte. Por favor, hazlo, hazlo de una vez y dejemos atrás ésto.
- Te espera un gran destino Senda Craine, un glorioso destino pero antes te juro que te castigaré por esta afrenta - me dijo y me asusté de verdad, nunca había sido tan directo, nunca había utilizado mi apellido humano. Ver la cólera del dragón me dio escalofríos de terror.
- Arco, por favor, conviértete en dragón - le supliqué y di un paso hacia delante. El Rey fue rápido y se abalanzó hacia mí, las cadenas le obligaron a parar, gritó y las agitó. Draco aterrizó al lado mío y me echó hacia atrás.
- Aléjate de él, pequeña, es peligroso - me dijo.
- Draco, ¡no!, tengo que convencerle - le dije.
- ¡No! Es peligroso, acompañadla hasta su torre - le dijo a los jinetes, estos me sacaron de allí casi a rastras.
Volví a mi torre nerviosa y agitada, no podía quitármelo de la cabeza. Había salido el sol pero yo no conseguía dormir, estaba vestida para bajar a desayunar cuando Draco apareció en mi terraza.
- Por fin, ¿Qué ha ocurrido?, ¿se ha transformado? - Draco negó con la cabeza.
- No hemos conseguido nada, estamos intentándolo de varias maneras.
- ¿Maneras?, ¿qué maneras hay para que alguien se convierta en dragón?
- Pequeña... no, no creo que debas saberlo.
- ¿Pero qué....? - imaginé que habían optado por el dolor para intentar que se convirtiese y me callé.
- Tengo que hablarte de otra cosa, hemos parado varios ataques en distintos frentes. Vengo para que hagamos un reconocimiento por las líneas defensivas.
Asentí desanimada pero volé con él, recorrimos todos los puestos defensivos reforzando y cambiando de lugar a algunos de los jinetes. Volvimos por la noche cansados y muertos de hambre, al aterrizar en la explanada nos dijeron que no había habido ningún cambio en el Rey.
Los días se sucedieron, no me dejaban ver a Arco pero este intentaba escapar en todo momento, los guardias debían permanecer alerta para no llevarse ningún golpe del Rey. Por mi parte seguía haciendo rondas con Draco para ver las defensas, exponiendo los resultados al consejo.
Llegamos a la explanada después de un largo día, Draco se quedó hablando con varias personas y me escabullí hasta la arena, le miré desde lejos pero enseguida vi que me miraba. Bajé por las gradas hasta la arena, uno de los jinetes me interceptó.
- Aprendiz, no deberías estar aquí, te han prohibido que estés cerca del Rey - me dijo.
- Me da lo mismo - repliqué - solo quiero verle, estoy harta de sus prohibiciones - seguí andando pero el jinete me detuvo cogiéndome del hombro.
- No puedo dejarte pasar - me dijo apesadumbrado.
Me empujó levemente para atrás, estaba cansada y trastabillé y me caí sobre mi trasero, realmente había sido mi culpa, pero llevaba varios días sin dormir y me había pillado desprevenida. Arco se puso furioso, empezó a golpear las cadenas y a gritar mi nombre. El jinete y yo nos quedamos asombrados ante su reacción.
- ¡Suéltala! ¡Maldito! ¡Te mataré! ¡No la toques!!! - gritaba sin descanso. El jinete se alejó de mí asustado y yo huí por una de las puertas también asustada.
Llegué al gran comedor, los aprendices me esperaban y me senté entre mis amigos.
- ¿Qué tal ahí fuera? - me preguntó Tarnan. Negué con la cabeza a punto de llorar. - Eh! ¿qué te pasa?.
- Na... nada - hipé - estoy cansada.
- Si necesitas un hombro estoy aquí - me dijo dulcemente Tarnan.
- No es eso, es que... - volví a negar con la cabeza.
- No te preocupes jefa, estoy aquí, estamos aquí. Te defenderemos hasta la muerte - le miré sorprendida y rectificó - ¡eh! Jejeje... es una forma de hablar, ¿vale?.
- ¡Eso es! Esa es la respuesta!! - le dije gritando.
- ¿El qué? ¿defenderte???
- Morir Tarnan, esa es la respuesta, ¡morir! - Tarnan se levantó y me agarró del brazo.
- Senda, no me gusta cómo suena eso, ¿qué locura vas a cometer?
- Ninguna, amigo mío, estaré bien, te lo aseguro.
- Senda.... - arrastró mi nombre.
- Estaré bien, tengo que irme - le dije y me fui corriendo.
Mi plan era muy arriesgado y ni siquiera sabía si saldría bien, solo podía seguir mi intuición y confiar en que sabía lo que hacía.
Fui a la arena corriendo, allí estaba Arco de pie como le había visto en las anteriores ocasiones, no había nadie con él en la arena, solo los guardias apostados en las gradas. Era mi oportunidad. Bajé y entré por una de las puertas, utilicé mi esencia para bloquear el resto de ellas. Arco me miraba pero no decía nada. Avancé hacia él, mi esencia surgía de mi cuerpo como la cola de un vestido, empezó a cubrir la arena con una cúpula negra transparente, por fin se cubrió del todo. Y me encaré con el Rey.
- Majestad - le saludé con el saludo protocolario.
- Has venido... sabía que vendrías - me contestó con una sonrisa ladeada. - Ese... te hizo daño. Lo mataré.
- No fue su culpa, me caí por accidente - le contesté, podría funcionar, podría funcionar!
- No dejaré que nadie te haga daño, ¡eres mía! - dijo altivo.
- Quiero recuperarte Arco, quiero que vuelvas - le dije.
- Únete a mí, juntos, como debe ser, como debemos estar - me ofreció.
- Quiero que vuelvas, transfórmate en dragón y deshazte del influjo de los monjes.
- Suéltame y estaremos juntos - me volvió a decir.
Draco y otros dragones llegaron hasta la arena, estábamos protegidos por mi esencia y Draco la golpeó con furia.
- ¡Senda!, ¿qué haces?, ¡sal de ahí!!! - me gritó.
- Al viejo dragón no le gusta que estés conmigo, será un placer matarlo cuando me sueltes. - me dijo el Rey.
- No voy a soltarte Escamoso - me volví hacia él - voy a derrotar a los monjes.
- ¿Y cómo lo vas a hacer?, ¿con motes estúpidos? - se rió - Sigues siendo una niña, una cría qué no sabe cómo es la vida. Únete a mí, suéltame y estaremos juntos...
- Transfórmate en dragón - le volví a pedir.
Sentí cómo golpeaban mi esencia varios dragones intentando entrar, debía hacerlo ahora, no tendría más tiempo.
- Tus amigos te llaman, ¿a quién elegirás? - me preguntó el Rey.
- A ti, siempre a ti - él me sonrió.
- Lo sabía... suéltame.
- No puedo, no hasta que te transformes. Pero puedo hacer otra cosa Escamoso - él puso cara de no entenderme. Me subí la manga de mi camiseta y le mostré mi mano extendida.
- ¿Vas a atacarme?, ¿crees que produciéndome dolor me obligarás a transformarme?, tus amigos ya han intentado eso y no ha funcionado - me escupió.
- No pienso hacerte daño Escamoso - saqué un cuchillo de mi cinturón y me corté la vena de la muñeca, un chorro de sangre comenzó a manar cayendo hacia el suelo.
- ¡Noooooooo! ¿qué has hecho????? - Arco intentó avanzar hacia mí agitando brutalmente las cadenas - ¿qué haces????
Draco y los demás también se pusieron frenéticos, Draco comenzó a golpear con todas sus fuerzas mi esencia. Yo por mi parte tuve que hacer esfuerzos para no replegarla y que me taponase la herida.
- Dijiste que no podrías vivir sin mí, dijiste que me defenderías para siempre. ¿También va a defenderme de mí misma?, mírame, ¡mírame!. Moriré delante de tus ojos, voy a morir delante de ti pero lo cierto es que no puedo vivir sin ti. Moriré si es necesario pero no te veré bajo el influjo de los monjes.
- ¡Ayudadla! ¡Ayudadla! - gritaba Arco poseído mientras intentaba arrancar las cadenas - no hagas esto!!!!
- No ayudaré a los monjes, no me iré contigo, moriré antes de ayudarles. ¿Cuánto tiempo crees que puedo aguantar???? Mi esencia nos mantendrá encerrados Escamoso, nadie me ayudará, ¡nadie!, nadie llegará a mí a tiempo, ni dragones ni sanadores.
- ¡Senda! No!!! - gritaban desde el exterior, seguía sintiendo sus golpes sobre la cúpula de esencia. Vi que menguaba poco a poco retrayéndose hacia mí.
- Moriré siendo leal a mi Rey, Arco, no te veré convertido en aquello que más odias - una increíble debilidad hizo que una de mis rodillas cayese al suelo.
- ¡Maldita sea!, ¡ayudadla!!!, se muere!!! Nooooo!!!! - Arco me miraba con terror - no hagas esto, por favor, me iré, te lo juro, no lo hagas!!! Me iré lejos!!! Senda, por favor, no lo hagas, no puedo vivir sin ti!!!
- ¡NO! Quiero que vuelvas, quiero que seas tú!!! No viviré si tú estás bajo el influjo de los monjes - le grité.
Mi esencia cada vez se hacía más pequeña alrededor nuestro. ¿Era mi imaginación o ya no manaba tan rápido la sangre? Un gran charco de sangre se había formado en el suelo entre nosotros. Arco continuaba intentando liberarse de las cadenas en su forma semi humana. No quería morir sin decirle lo que sentía, sé que él nunca me había dicho que me amaba pero yo sí que necesitaba decírselo, le amaba, le amaba!!! La otra rodilla cayó al suelo y me derrumbe en el suelo, puse la mano sana en el suelo para quedarme arrodillada frente al Rey.
- Te amo Arco, Rey de los Dragones, te amo - caí al suelo sin fuerzas, miré mi muñeca, seguía saliendo un hilo de sangre. Mi esencia estaba contrayéndose deprisa y Draco seguía gritando y golpeándola. No había servido de nada, Arco no se había transformado, todavía le seguía oyendo luchar contra las cadenas, pero no se había transformado, bueno, mejor... no quería vivir sin él, solo le quería a él. Quizá era hora de dejar de luchar...
Estaba en una sala completamente blanca, todo lo que veía era blanco, la sábana que me cubría era blanca así como la ropa que llevaba.... ¡oh, venga ya! ¿De verdad vuelvo a estar en el Palacio de los Sanadores?. ¡Esto estaba convirtiéndose en una mala costumbre!. Me llevé la mano a la cabeza, ¿otra vez????, ¿cómo he acabado en esta maldita sala otra vez?. Luego me di cuenta de lo más importante, ¡estaba viva!!!, pero.... ¿qué había pasado con Arco?
- ¿Senda? - escuché mi nombre. Me quité la mano de la cara y vi a Arco que me miraba con preocupación en su rostro, estaba en un estado lamentable. De repente recordé porqué estaba allí, miré mi muñeca y vi que no quedaba rastro de la herida que me había infligido.
- Me vas a regañar, ¿verdad? - le pregunté. Arco me sonrió y se acercó a mí luego depositó un dulce beso en mis labios y apoyó la cabeza en el hueco de mi cuello.
- Creí que te perdía - me dijo, me abrazó y me llevó contra él.
- Sí, me pasa a menudo - intenté sonreír. De repente me di cuenta que no sabía si había funcionado. - Por favor, dime que has vuelto a ser tú, que ya no estás bajo el influjo de los monjes.
- Vuelvo a ser yo querida mía - dijo pomposo... sí era él, mi Arco.
La mente de Arco tocó la mía y pude ver los últimos recuerdos que tenía míos, yo en la arena perdiendo sangre cayendo al suelo poco a poco y después la visión de unas garras de dragón en las que se convirtieron sus propias manos.
- ¿Vuelves a ser tú?, ¿de verdad? - le pregunté.
- Te amo Senda, hija de Morlan. Te amo, aprendiz de Jinete. Te amo más que a mi vida. - Me miró con sus impresionantes ojos azules - Y te juro que si vuelves a ponerte así en peligro no habrá universo donde puedas esconderte de mi ira.
Me amaba... ¡lo había dicho!, ¿lo había dicho?, estaba en una nube de felicidad extrema, ¡me amaba! ¡A mí!!! Me lancé sobre él y le besé con pasión. ¡Me amaba!!! Nos besamos durante varios minutos que me parecieron segundos y escuchamos llamar a la puerta. Arco se separó de mí y Draco entró con cara de mal humor.
- Así que ya estás despierta, ¿no?. ¡Bien!! Porque vas a fregar dragoneras hasta que se te caigan las uñas!. ¡Hacerme esto a mí! ¡A mi edad!!! - no sabía si reírme o temer el castigo así que me refugié en los brazos de Arco, que por cierto... me había dicho que me amaba!!!!
- Lo siento... - dije con mi vocecita más dulce - fue lo único que se me ocurrió.
- Fue peligroso querida mía, valiente pero extremadamente peligroso - me corrigió el Rey.
- ¿Querida? - sí... era él de verdad, lo había dicho otra vez.... Pero lo importante era que me amaba!!! - lo siento - musité de nuevo.
- Ya lo creo que lo vas a sentir, pequeña, cuando hayas terminado de fregar las dragoneras seguro que lo sentirás de verdad. - me volvió a decir Draco.
- De acuerdo viejo amigo, a partir de mañana será tuya, pero hoy, hoy es toda mía. He de compensar a esta dama por lo que ha sacrificado y mañana podrá ponerse a cumplir todos los castigos que haya pensado para ella - dijo el Rey.
- ¡Pero que te he salvado la vida!!!! Te has convertido en dragón, ¿no?, ¡pues entonces! ¡Mi plan era genial!!!
- Senda.... Casi te desangras haciendo eso, es cierto que me obligaste a transformarme pero hubiese preferido seguir siendo su esclavo a pasar por lo que he tenido que pasar.
- Pero yo no podía permitirlo, Arco, no podía permitir que estuvieseis bajo su influjo. ¡Y lo volvería a repetir! - le dije desafiante.
- ¡Eso nunca va a pasar niña! - dijo Dorc desde la puerta - ¿es qué nunca vas a aprender?, ¡no eres prescindible!, te necesitamos y casi te perdemos otra vez.... Otra vez!!! Esto se está convirtiendo en una costumbre. - me gritó enfadado.
- Eso ya se lo he dicho yo... va a limpiar dragoneras hasta que me harte. - Volvió a repetir Draco.
- Y vas a quedarte en la escuela haciendo ejercicios hasta que seas una anciana - me dijo Dorc. Les miré a los dos, primero a Dorc y luego a Draco.
- Pero, pero.... ¡Funcionó! El Rey vuelve a ser él - señalé a Arco que me miraba tranquilo apoyado en la silla.
- Sí y eso está bien pero arriesgarse así... oh pequeña, la que te espera... - me dijo Draco.
- ¡No había otra manera!!! Le llevabais torturando días sin resultado y no podíamos estar más tiempo sin rey, ¡él es el imprescindible no yo!! - grité. ¿Se habían vuelto todos locos?
- Hubiese muerto en mil muertes horribles antes de ver tu sangre derramada querida mía. Creo que no entiendes qué significas para nosotros. - me dijo Arco poniéndose en pie. - Amigos míos, mañana será castigada, hoy es mía.
- ¿Castigada?, ¿castigada???, ¡venga ya! - Arco se dio la vuelta y me miró con su mejor mirada de Rey, bajé la vista avergonzada por mi salida de tono, sí desde luego, el Rey había vuelto. Draco y Dorc hicieron una reverencia y se fueron.
- Has preocupado mucho a mucha gente con tu acción querida - me dijo Arco sentándose de nuevo en la silla.
- Sabes que lo volvería a repetir sin dudar, ¿verdad? - le dije.
- Prefiero morir, Senda, antes de que sufras daño - me dijo y me acarició la mejilla. Me iba a derretir de amor.... ¿cómo podía ser tan guapo? ¿y tan perfecto???? - ¿Estás preparada para salir de aquí?.
- Claro, supongo que ahora tendré que ir a informar al Consejo, ¿no? - le pregunté mientras me levantaba. Miré hacia abajo, toda la ropa en su sitio, bien por mí!
- Compréndeles querida, a nadie le gustó ver cómo te desangrabas en la arena - se pasó la mano por los ojos como si quisiera él también olvidarlo. Salimos caminando mientras hablábamos.
- Esos días sin Rey fueron terribles, Arco, unes al Reino y nos das seguridad. Saber que estabas bajo el dominio de los monjes... fue un varapalo para todos.
- Gracias - se paró en seco y me tuve que detener unos pasos más allá - por sacarme de aquel infierno. - Me acerqué a él y me abrazó.
- Tú hubieses hecho lo mismo por mí o por cualquiera - le dije, le besé con pasión.
- No tienes idea de lo que haría por ti, amor mío - oooohhhhhhhhh por favor!!!!! Me derrito, me derrito, me derrito!!!! Por favor, que este día no acabe nunca!!!!.
A ver, entendedme, es... guapo no, lo siguiente! Es inteligente, bueno, gentil, educado, con ese toque sarcástico que me encanta y buf! Cómo besa!!!! Y cómo... bueno, ya me entendéis... ¿quién no estaría enamorada hasta las cejas de él?. Creo que lo único que no me gusta de él es que sea rey... y no por él, sino porque a toda costa quiere hacerme reina.
Llegamos hasta el patio del castillo, la gente nos hacía reverencia según caminábamos, los consejeros se acercaron para hablar con el rey de miles de asuntos y él se puso en modo Rey. Me quedé apartada un poco mientras intentaba atender a todo el mundo, se había recuperado y todos volvíamos a depender de él. Me sentía orgullosa, daba lo mismo que hubiese muerto en la arena ayer, el Reino le necesitaba y yo... daría mi vida por él.
Me encogí de hombros, creo que había perdido mi momento junto a él así que me fui caminando hacia la escuela, seguro que más de uno estaría ansioso por echarme la bronca. Una sombra cruzó por encima de mí y me vi izada de repente volando.
- Venga ya Escamoso! ¿no habíamos hablado de esto ya??? - me dio la vuelta para que le mirase y me besó. Oí exclamaciones debajo nuestro de asombro y júbilo. ¿Me estaba besando en público? Cuando nos separamos le dije - vale, ¿quién eres y qué has hecho con el estirado y pomposo rey?
- Jajajajaja..... mañana volveré a ser rey, pero hoy solo quiero disfrutar de ti.
Fuimos a nuestra cueva, nos bañamos en el lago e hicimos el amor muchas veces a lo largo del día, la arena caliente, el agua fría y la mejor compañía, realmente fue un gran día. Era de noche cuando yacíamos tumbados y le pregunté.
- ¿Estás del todo bien?
- Creo que nunca me tuvieron bajo su control absoluto Senda - me dijo pensativo - Quería obedecerles pero tú estabas por encima de todo, no podía sacarte de mi cabeza, debería haberme ido del castillo, haber huido, pero no podía porque tú seguías aquí. No quería dejarte atrás... - me miró preocupado - si tú no hubieses estado aquí... quizá yo....
- No lo pienses, ellos no te tienen y es lo importante. Al menos hoy para mí es lo importante. - le dije besándole el pecho.
- Hay que tener cuidado querida mía, lo han intentado conmigo pero también podrían intentarlo con otros. - Me dijo preocupado.
- ¿Qué dice el consejo? - le pregunté mientras me incorporaba un poco.
- Creen que iban a por mí para desestabilizarnos. Soy uno de los pocos del Consejo que lucha en las guerras, los demás permanecen dentro del Castillo y son difíciles de atrapar. Por el momento no piensan que estemos en peligro, salvo tú, por lo visto eres una fuente constante de conflicto dentro de mi Reino.
- ¿Por??? Pero si yo no he hecho nada.... - le dije poniendo voz de niña pequeña.
- El que los monjes te quieran choca frontalmente con tenerte luchando en primera línea todo el tiempo. ¿Qué ocurrirá si te atrapan? Si consiguen utilizarte para despertar a las hordas durmientes.
- Pero si no lucho contra ellos, ¿de qué sirve mi entrenamiento?, ¿de qué sirve que esté en el Castillo?, ¿no sería mejor que desapareciese para no ser un peligro? - le pregunté.
- Es algo así lo que nos preocupa a todos... - me besó en la frente.
- Mmnnn... no creo que yo sea la única opción que tienen para despertar a los monjes dormidos, creo que soy la opción que tienen más a mano. - dije poniendo voz a mis cavilaciones.
- Yo también supongo eso querida mía, pero aunque seas solo una opción el que tú seas esa opción me aterra, - me dijo poniéndose encima de mí - no quiero perderte, quiero un futuro a tu lado, quiero una familia, hijos, amigos, pasar mi vida contigo y envejecer a tu lado - miré para otro lado, ¿y ahora desde cuando hablábamos de hijos?. Le volví a mirar.
- Yo también quiero estar a tu lado, no me hace mucha gracia las responsabilidades pero... quiero estar contigo. - Me besó, me abrazó y... bueno, volvimos a hacerlo.
Me volvió a llevar al castillo, estaba cansada y me dejó en la torre. Me besó con pasión y se fue volando. Entré en la torre preocupada, la guerra en ciernes y los monjes, aquello me quitaba el sueño. Me molestaba la ropa, me picaba por la arena de la orilla del río, me desnudé y me metí en el agua para bañarme, salí y me di cuenta de que me quedaba dormida de pie, quizá me habían curado pero no estaban del todo recuperada. Recordé que tenía que darle las gracias a Crim, no creo que estuviese muy contento conmigo. Bostecé y me tumbé en la cama desnuda, si Arco volvía estaríamos los dos desnudos en la cama, ¿no?, me dormí con una sonrisa en los labios.
- ¡Senda!, ¡Senda!, despierta - oía una voz lejana - debemos irnos, han atacado la costa, Senda ¡despierta!
- ¿Qué pasa? - saqué la cabeza debajo de las sábanas, mi pelo se había secado según dormía y caía salvaje por mi espalda, me incorporé en la cama y me froté los ojos con sueño - ¿qué...
- ¡Oh! Por favor niña!!!! Estás desnuda!!! - eso hizo que me despertarse del todo, miré a mi alrededor intentando ubicarme y vi a Draco de pie en mi cama con una mano extendida hacia mi dirección y la vista puesta en otra parte - ¡Tápate!!! ¿quieres que me dé un infarto??? - miré hacia abajo y vi mis pechos desnudos y la verdad todo mi cuerpo también estaba desnudo, reaccioné con un gritito.
- ¡Draco!!!! ¿qué, qué haces aquí???? - me tapé con la sábana rápidamente.
- ¿Se puede saber qué haces desnuda???
- Estoy en mi habitación, en mi cama, ¡durmiendo!! ¿qué haces tú aquí??? - le espeté.
- De verdad niña, debemos hablar tú y yo sobre el escaso pudor que me demuestras - me dijo dándose la vuelta totalmente ruborizado.
- ¿Pudor?, ¡estoy en mi habitación!, ¡no debería tener ningún pudor en MI habitación!!! - le grité.
- Maldita sea, niña, ve a la explanada en cuanto puedas, yo... yo debo darme un baño de agua fría.
- Arrrggghhhh.... Eso es asqueroso Draco - le dije. Pero salió volando a toda prisa. - ¿Pudor? ¡Estoy en mi habitación!!!! - salí a la terraza y le grité al aire - ¡¡Si mi habitación no pareciese una estación de metro en hora punta ¡¡podría ir todo lo desnuda que quisiese!!!
- ¡A mí me parece estupendo! ¡voto por ello!!! - me gritó uno de los estudiantes desde el parque. Me puse como una amapola y volví dentro a vestirme.
Me vestí corriendo y me fui a la explanada. Todos estaban allí preparados para la lucha. Arco hablaba con los Jinetes y me acerqué a Draco que me recibió con una mirada tosca.
- Ni lo intentes, pequeña - me levantó un dedo cuando le fui a replicar por haber entrado en mi habitación. Arco se acercó en ese momento a nosotros. - Deberías hablar con tu prometida sobre que no debe andar desnuda delante de mí, últimamente no gano para disgustos
- ¿Qué???? ¡Senda! - el Rey se dio la vuelta y me miró sorprendido.
- ¡Estaba en mi habitación! - me defendí - Si llamases antes de entrar como una tromba me daría tiempo a taparme.
- Espera, ¿has visto desnuda a mi prometida? - Arco se dio la vuelta hacia Draco.
- Tú prometida debería tener un poco más de pudor con su dragón - me gritó.- Y de paso con los demás, ¡Dorc todavía no es capaz de mirarte a la cara!!! - El Rey palideció de ira... ¡Leches! La liamos.
- ¿Dorc te ha visto desnuda???? - me preguntó el Rey furibundo.
- ¡No estaba desnuda!!! ¡Llevaba la ropa interior puesta!!! - le dije a los dos.
- ¿Y qué hacía Dorc en tu habitación? - me preguntó el Rey confundido.
- No estaba en mi habitación sino en la suya - cuando lo dije y vi su cara supe que había sido una mala decisión contarlo.
- ¿Puedo saber, hija de Morlan, qué hacía mi prometida en ropa interior en la habitación del Maestro de Jinetes???? - Arco dio un paso hacia mí realmente enfadado. Vale, ya sabía lo que venía después, 'tu rango, tu posición.... Bla, bla, bla....'
- ¡Tú tuviste la culpa! - le dije.
- ¿Yo tuve la culpa de que te presentes en ropa interior ante Dorc? - me gritó él.
- Bueno.... Es difícil de explicar.... - Le contesté. Arco cerró los ojos por un momento y se los frotó luego los volvió abrir exasperado.
- Luego hablaré contigo... seriamente... - me dijo. Vaya, me la he cargado pero bien.... Se dio media vuelta y se fue enfadado
- ¡No me creo que le hayas dicho eso al Rey! - le dije a Draco.
- No me creo que a estas alturas de mi vida tenga que andar preocupándome por los pechos de una niña que podía ser ocho veces mi tataranieta! - me dijo él.
- ¡Estaba en mi habitación!, ¿cuántas veces tengo que decírtelo? - le volví a repetir.
- Senda, ¡soy tu dragón!, no puedes impedirme el acceso a tu habitación ni tengo que llamar, al menos te pido un poco de pudor en tu actitud. ¿Sabes lo que es para mí tener la visión de tu cuerpo desnudo y tenerte sobre mí cuando volamos? - puse cara de asco....
- Arrghhhh.... Eso es repugnante... - le dije. Me miró enfadado.
- Veo que no has dado educación sexual en tus clases, quizá sea hora de recordar a tus maeses que tengan alguna charla con vosotros.
- iiiiiiuuuuuuuhhhh, ¿educación sexual?, ¿para dragones?, creo que voy a potar.... - le dije.
- No creo cuando termine yo contigo.... - me amenazó
- ¿No les irás a decir lo que ha pasado???? - me moriría de vergüenza, ¡¡literalmente!!!!
- No en deferencia al Rey, pero sí pediré que te enseñen cómo debes tratar sexualmente a tu dragón. - abrí la boca sorprendida y luego la volví a cerrar. Vale, esta era la conversación más rara que había tenido jamás con nadie.
- ¿Desde cuándo eres mi dragón? - le pregunté de repente, extrañada. Draco levantó los brazos al cielo exasperado y se convirtió en dragón. - ¿Qué???, ¿qué he dicho????
- Jinetes a vuestros dragones - oí que decían. El Rey me miró todavía enfadado.
- ¡Enlazad!!!! - me dijo.
Enlacé a los jinetes y a los dragones, nos pusimos en marcha nuevamente. Notaba la mente de Draco enfadada por lo que no hice ningún comentario más. Llegamos a la costa donde veíamos a las lagartijas y luchando contra los monos y los jinetes. Nos lanzamos sobre ellas para abrasarlas con el fuego de los dragones. Las salamandras llegaron volando por todas partes y empezamos a perseguirlas. Nos protegíamos de tres en tres haciendo círculos perfectos en el aire pero había muchas. Los monos necesitaban ayuda por lo que avisé a Draco y me tiré sobre la arena de la playa. Fui corriendo donde estaban los primeros y les ayudé con mi esencia a librarse de las lagartijas. Una especie de bichos enormes surgió de las aguas, debían medir por lo menos ocho metros, eran iguales que una ballena de grandes, me recordaban a los varanos de komodo grandes y fuertes. Me quedé mirando hacia aquellos bichos y me acerqué caminando para verles, uno de ellos abrió la boca, ¿tenía sueño???? Una enorme bola de fuego surgió de su boca en mi dirección, ¡soltaban fuego!!!. Alguien me quitó de la trayectoria de la bola y rodamos por la arena hasta un agujero, me apretaba tan fuerte que no podía respirar.
- Draco, no puedo... respirar - el dragón soltó un poco la presión y pude inhalar profundamente. - ¿Qué son esas cosas?
- Varanos, son muy peligrosos, tu esencia no puede aguantar demasiado contra su fuego. - vale, no engañaban sobre lo que eran... asentí todavía asustada. - Esa maldita curiosidad tuya algún día te traerá un disgusto - me dijo al oído.
- Solo quería verles mejor, ¡no sabía que escupían bolas de fuego!.
- ¿Lo mismo que no puedes dejar de mostrarte ante mí desnuda?.
- ¡Buf! ¿sigues todavía con eso?.
- ¿Has visto dónde está mi mano?
- ¿Qué? - al quitarme de la trayectoria de la bola de fuego su mano se había deslizado por debajo de mi peto y reposaba tranquilamente sobre mis pechos, el otro brazo seguía apretándome la cintura. Movió los dedos por si no me había dado cuenta tocándome toooooodo el pecho. - ¡Vale! Lo pillo, lo pillo. - Sacó su mano de mi pecho y la dejó colocada encima de mi abdomen. Cerré los ojos por un momento, estaba demasiado cerca de mi.... Me moví rápido completamente incómoda por el momento pero Draco volvió a tirarme al suelo al mismo tiempo que una bola de fuego se estrellaba al lado nuestro, se puso encima de mí para protegerme, el momento seguía siendo demasiado incómodo e íntimo.
- Me alegra que lo entiendas - dijo sonriendo con su boca a escaso centímetros de la mía. Luego se levantó y me dejó ahí tirada. - Venga, es el momento.
De verdad, aquellos dragones tenían más ego que....
- ¿Cuántas especies más tienen esclavizadas los monjes? - le grité a Draco mientras corríamos por la playa en dirección a los monos. - Por favor, dime que no hay serpientes, ¡odio las serpientes!
- No hay serpientes, ¡muévete! - una bola de fuego vino en nuestra dirección, empujé a Draco y me puse delante de él con mi esencia haciendo de escudo. Draco tenía razón, ¡aquel fuego quemaba!, lo sentía por todo mi cuerpo.
- ¿Qué demonios tienen dentro del cuerpo????, ¡casi ardo viva!! - Draco me cogió de la mano y me puso tras un tronco arrastrado por la corriente.
- ¿Estás bien?, ¿estás bien??? - me preguntó asustado.
- Sí, sí, estoy bien - me asomé para mirar y vi que dos varanos se acercaban a nuestra posición - vienen dos Draco.
- Salgamos volando - me dijo él.
- ¿Y los monos? - señalé a los que luchaban más allá - apoyé mi cabeza contra el tronco.
- Debo sacarte de aquí Senda - se movió para cogerme en brazos y me echó arena en las piernas.
- ¡Espera! Tengo una idea - le dije - pero tienes que confiar en que no me voy a suicidar.
- Ni de broma pequeña, hice un juramento para mantenerte a salvo - me dijo.
- No estoy tan loca, no me pasará nada... - le dije.
- ¿Es tan buen plan como cortarte las venas en la arena? - me preguntó irónico.
- Me salió bien... al final salió bien - le dije.
Salí corriendo en dirección de los varanos sin esperar a Draco, éste me gritó pero le empuje con mi esencia de nuevo contra el árbol ralentizándole. Hundí mi esencia en la arena mientras corría, los varanos abrieron sus fauces y pude ver el resplandor del fuego salir de sus bocas, en ese preciso momento levanté la arena rodeándolos y dejando la bola de fuego dentro con ellos. La arena se fundió cristalizándose con su propio fuego encerrando a los varanos en su interior. Draco llegó a mi lado.
- Recuérdame que nunca te enfade, pequeña - me cogió y me llevó hasta los monos para ayudarles con las lagartijas.
Seguimos luchando contra las lagartijas, una de ellas me dio con la cola y me lanzó a varios metros de distancia, vi caer otra lagartija encima de mí y me aparté, pero su garra me rasgó el brazo, mi esencia acudió enseguida a detener la hemorragia. Draco se acercó corriendo y me arrancó una de las mangas envolviéndome el corte en ella fuertemente.
- Son muchas, ¿de dónde salen? - me preguntó. Teníamos que pararlas.
- Debe haber cerca un monje que las controla - le pregunté a Arco mentalmente por los monjes, efectivamente a nuestra seis había tres.
- Bien, les atacaremos - me dijo Draco. - ¿preparada? - asentí sin pensar.
Salimos volando y caímos sobre ellos, Draco se hizo con los dos primeros cayendo encima, el tercero me tocó a mí, con mi espada luché contra el ser deforme y le maté. Draco había matado a uno e iba a matar al otro.
- ¡Espera! - le dije extendiendo mi mano hacia él.
- ¡NO! Ni se te ocurra - me dijo.
- Quiero intentar algo - fui a tocar su frente y Draco me cogió la mano.
- Si crees que te voy a permitir que te metas en su sucia mente pequeña...
- Draco, he de intentarlo - el monje se debatía bajo las garras del dragón en forma semihumana.
Arco salió de la nada y aterrizó a mi lado, nos miró a los dos y sin decir nada me abrazó por detrás, cogió mi mano con la suya y las apoyamos en la mente del monje. Buceé en su mente hasta la conexión que había establecido con las lagartijas, las salamandras y los varanos que aún quedaban vivos, había más monjes conectados... Con la ayuda de la mente de Arco corté esa conexión matando a todos los monjes por el camino. Al salir de la mente muerta del monje escuche... 'Libérame'. Me asusté y boqueé en busca de aire como si me faltase.
- Senda, soy yo, ¡soy yo! - Arco me había cogido por los hombros, me di cuenta que no estaba en aquella cueva oscura sino en la playa. Me eché a llorar como una niña y Arco me acunó.
Me levantó y vimos que las lagartijas y los varanos volvían al mar, confusos, las salamandras huyeron volando. Habíamos vuelto a ganar. Todos estallaron en gritos de júbilo y se abrazaron, yo seguía abrazada a Arco y si de mí dependiese jamás le soltaría. El original me ocasionaba un miedo visceral.
Ayudamos a los heridos mientras los sanadores hacían su trabajo y rastreamos la zona por si algún enemigo hubiese escapado. El Rey hablaba con todos sin descanso, le pedían consejo, instrucciones, órdenes.... Me quedé mirándole imaginando que habría sido de nosotros si hubiese seguido bajo el influjo de los monjes, ¿qué hubiese sido de nosotros?. Arco me miró también, me sonrió y me hizo una leve reverencia, yo le correspondí con un movimiento de cabeza.
Draco vino a buscarme por fin, nos íbamos a casa, una vez más habíamos impedido una invasión, pero sabíamos que tarde o temprano tendríamos serios problemas. Había que hacer algo. Salimos volando, iba tumbada encima de su lomo y me iba quedando dormida, al mismo tiempo tenía un montón de hambre...
- Draco... - le sentí gruñir - ¿hemos comido? - le sentí decir en mi mente 'no' - tengo hambre... - lloriqueé.
Aterrizamos en la explanada y baje por el ala del dragón, un criado me esperaba para recoger mis armas y Crim ya estaba también en la explanada. Se acercó a mí y me empezó a curar el corte en el brazo mientras mi esencia se retiraba.
- Crim..... gracias por curarme - le dije.
- Es mi trabajo aprendiz - me dijo serio.
- Lo sé, pero el otro día, en la arena digo.... lo de.... bueno, eso.... - no sabía cómo darle las gracias.
- ¿Puedes decirme al menos el motivo por el que lo intentaste? - me preguntó muy serio.
- No, no es lo que piensas, esto... no intenté... ya sabes.... esto.... suicidarme, no van por ahí los tiros, es decir, que no me hice daño, sí, no, es decir, sí que me lo hice pero no para quitarme la vida... buf! - me hacía un lío yo sola - Crim, te prometo que no me intenté quitar la vida, no soy tan cobarde, pero era necesario aunque por lo visto no era tan buen plan como pensaba.... Gracias por ayudarme - le dije honestamente.
- A vuestro servicio como siempre, hija de Morlan - recogió sus cosas y se fue. Siempre era tan difícil hablar con él... Suspiré.
De repente recordé que Draco me buscaría para decirme mi castigo, no creía que se le hubiese olvidado imponérmelo y luego con el rollo ese de los desnudos... mejor no estar cerca cuando le terminasen de curar, seguiría muy cabreado y yo sería su blanco favorito.
Le estaban curando dos sanadores y no prestaba atención, por lo que me fui a hurtadillas de la gran explanada. Arco ni siquiera se había percatado de mi presencia, ni mucho menos de mi huida así que decidí que me pasaría por la torre a ducharme y cambiarme y luego iría a cenar al comedor.
Lo bueno que tiene ser la única que lucha de tu casa es que no tienes a nadie a quien darle explicaciones, lo malo es que siempre estás sola. Pero bueno, ya me había acostumbrado así que....
Me alejé camino de mi torre, mi ropa estaba destrozada y manchada de mi propia sangre y de las salamandras, la gente con la que me cruzaba me miraba y negaba con la cabeza, como siempre había miradas de lástima en sus ojos.
Cuando me miré al espejo al llegar a mi habitación vi en parte porque me miraba la gente, daba realmente pena, con la manga arrancada, el peto roto, la ropa manchada de sangre... tenía un aspecto lamentable. Me duché y volví a ponerme ropa limpia y bajé corriendo a cenar, ¡qué hambre tenía!
Los aprendices me saludaron y yo a ellos, me senté en mi sitio y me trajeron comida, me puse a engullir como una descosida, estos días atrás no había comido mucho y tenía un hambre voraz. Con la boca llena de puré de patatas y carne asada en el tenedor no tenía mi mejor imagen, pero alguien se paró a mi lado.
- ¿Cómo quieres que superemos las pruebas si ni siquiera vienes a los entrenamientos?, ¿tan importante te crees? - Galadel estaba a mi lado recriminándome. Le miré por un segundo y continué comiendo a dos carrillos. - ¡Contéstame!!! - me gritó.
- Befstoy corrmierrrnndo .... - le contesté con la boca llena. Galadel pegó un puñetazo en la mesa que me asustó y terminé atragantándome, ¡maldita sea!.
- Vuelve a hacer eso y serás lo último que hagas cachorro - le dijo Tarnan levantándose. Yo seguía tosiendo pero cuando terminé bebí agua y seguí comiendo, me moría de hambre.
- Aparta aprendiz, esto no es contigo - le dijo Galadel.
- Si la atacas te metes con todos, cachorro - Príus también se había levantado. Vi que alguno más también. Jo... yo solo quería comer....
- Vale, vale, parad todos - dije mientras me limpiaba la boca - Galadel, mañana iré a entrenar, he estado un poco ocupada con otros temas pero mañana estaré rindiendo al máximo, ¿vale?. Tarnan, Príus, dejadlo, no merece la pena chicos.
- ¿Dónde estabas? ¿eligiendo tu vestido de novia???? - la imagen de los varanos derretidos vino de repente a mi cabeza, los gritos, el miedo, el hedor de carne quemada volvió a mí. Me entraron arcadas y vomité violentamente en el suelo, todos se apartaron de mí. Cogí una servilleta y me limpié la boca.
- ¡Maldita sea! Ahora tengo que empezar a comer de nuevo... - dije, miré con asco la carne de la mesa - eso me pasa por comer cualquier cosa.
Los criados se acercaron a limpiarlo todo y me disculpé con ellos, que marrón les había dejado. Galadel me miraba con furia porque no estaba peleando, pero ya no quería pelear más, no más por hoy, había tenido suficiente.
- Tú, idiota estirado, no digas estupideces sin pruebas. Si estás cabreado porque eres un inútil como dragón yo no tengo la culpa. - dio un paso amenazante hacia mí.
- Lo que me cabrea es que me hayan emparejado con alguien como tú.... - me dijo iracundo.
- Eres idiota amigo, vives en tu pequeño mundo perfecto y no ves más allá de tus narices. - le dije.
- Yo vivo en el mundo real, en el que quiero ser el mejor y ¿tú?, ¿en tu mundo de conejitos de color rosa?.
- De verdad, eres idiota y ni siquiera te sabes cabrear bien. Me largo - dije antes de salir del comedor. Oí golpes, por lo que entendí que quizá se hubiese liado a puñetazos con alguien.
- Senda... - me di la vuelta y vi a Tarnan con un montón de fruta en los brazos, me lancé a por él como al agua en el desierto. Nos fuimos al parque a sentarnos en la hierba y a comerla tranquilos... - No le hagas caso a ese idiota, es una de las promesas de los cachorros y está nervioso.
- Buf! Me va a traer problemas, ¿verdad? - Tarnan asintió mientras mordía una manzana. - ¿Con quién se está pegando?
- Con Príus, ¿pensabas que lo dejaría pasar? - Negué con la cabeza...
- ¿Qué tal hoy? - me preguntó.
- Fatal - le dije.
- Me lo imaginé cuando te he visto vomitar, has entrado en combate, ¿verdad?. - Asentí y me terminé la pera que estaba comiendo, cogí una extraña fruta y probé un trocito, mmnnnn.... No estaba mal, me la comí en dos bocados. - ¿Tú crees que seré capaz de soportarlo?, cuando yo también entre en combate, digo.
- No te puedo decir Tarnan, creo que sí, espero que sí pero yo creo que nunca me acostumbraré, soportarlo puede, pero acostumbrarme.... - En ese momento Príus y los aprendices llegaron hasta nosotros y se sentaron alrededor nuestro. Príus llevaba la comisura del labio sangrando por lo que saqué un pañuelo y se lo di. - Gracias... - le dije bajito.
- Siempre, jefa - le di un cariñoso empujón.
- Oye, hablando de dragones estúpidos, hoy me han dicho que nos enseñan educación sexual para nuestros futuros dragones, ¿qué es eso? - les pregunté.
- Me sorprendes Senda, tú que siempre estás estudiando y ¿no has llegado a esa parte?- me dijo Moria riéndose, negué con la cabeza haciendo un mohín. - Es para evitar problemas entre un dragón y su jinete.
- ¿Problemas? No entiendo... - le dije.
- Los dragones y sus jinetes acaban teniendo siempre una relación demasiado estrecha, en todos los sentidos - dijo Luca.
- Espera, ¿es la charla de sexo que nos daban a todos en el colegio? - pregunté. ¿Me hablarían de abejitas y flores?
- No exactamente - volvió a decirme Luca - El dragón de mi padre vive en mi casa y yo le llamo tío, tiene su espacio y su posición en casa, es uno más en mi familia. Imagínate el resto.
- Mi hermano se ha ido a vivir con su dragón y la mujer de éste - me dijo Príus - es muy normal que al final convivan juntos. Cuando te casas con un jinete te casas también con su dragón. Y cuando el jinete y el dragón son un hombre y una mujer suelen acabar casados. Es lo natural.
De repente caí en lo de la educación sexual.... Joer qué complicado!
- Una relación demasiado íntima para mí gusto - dije más para mí qué otra cosa.
- Además, piensa que al final pones tu vida en manos de tu dragón o al revés, te hermanas con él, para nosotros, la persona más importante de tu vida será tu dragón. - volvió a decir Luca.
- Debe ser difícil cuando uno de ellos muere.... - pensé en Draco.
- Los jinetes no sobrevivimos a la muerte de nuestro dragón, los dragones.... Algunos sí, otros prefieren morir. - dijo Príus pensativo.
Me tumbé en la hierba, si algún día Arco tuviese un jinete yo debería compartirle con ese jinete... ojalá nunca tuviese uno, no sé si soportaría pasar a un segundo plano como los demás. Las estrellas brillaban en el cielo, hoy podíamos dormir tranquilos, ¿pero qué pasaría mañana?
- ¿Quién ganó Príus? - le pregunté mirando su labio.
- Nos separaron antes los maeses de acabar. - me dijo encogiéndose de hombros.
- Senda... - preguntó Moria.
- Mmmnnnn..... - contesté adormilada.
- Hay un dragón furioso que viene a buscarte... - me incorporé de repente, ¿Arco?
Vi que Draco avanzaba por el parque en mi dirección. Miré a un lado y a otro intentando buscar una salida. Todos reían a mi alrededor, yo levanté las manos en plan conciliador....
- Draco, me moría de hambre, estabais muy ocupados en la explanada.
- Teníamos que presentarnos para hacer el reporte, ¿dónde estabas? - me preguntó con las manos en las caderas. Oí por detrás a Moria susurrar 'qué guapo es'... y amagué un acceso de risa. Draco me miraba iracundo.
- Lo siento, de verdad, pero tenía que cenar, ¡estaba famélica! - los demás asintieron corroborándolo.
- Por eso estás tumbada en la hierba comiendo fruta, ¿no? - Príus y yo nos miramos de reojo al mismo tiempo pensando en Galadel.
- ¿Quieres un poco? - le dije cogiendo una manzana y ofreciéndosela.
Él me cogió del peto y echamos a volar, me lanzó en la terraza y me dijo sin dejar de volar fuera.
- Mañana después de los entrenamientos ven a las dragoneras. Tienes mucho qué fregar. - dicho esto se dio la vuelta y se fue.
Oí las risas de los aprendices en el parque pero me fui a acostar, tumbada en la cama pensaba en lo difícil que era equilibrar todos los aspectos de mi vida, ser aprendiz, luchar como un jinete, ser prometida de un Rey, amiga de un dragón... todos tiraban de mí todo el tiempo, ojalá dejasen de hacerlo o iba a romperme como una goma. Pero ahora, ahora solo quería dormir.
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