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Capítulo 23

Me quería quedar en la cama, no saldría nunca más, solo quería llorar hasta que me volviese a quedar dormida... le había perdido, otra vez volvía a estar en la misma situación, ¿cómo había llegado a esa situación???. Enterré la cabeza en la cama y me puse la almohada en la cabeza.

- ¿Aprendiz? - una voz sonó desde la puerta de mi habitación - es hora de despertarse el sol ya ha salido.

- ¡Lárgate! - le chillé - eres un guardían no un maldito despertador!!!

- ¿Qué es un despertador? - me preguntó.

- ¡Vete!!! - maldito mundo estúpido, maldito idiota, maldito rey, malditos todos....

Salí arrastrándome de la cama, entre todo lo que había llorado y lo poco que había dormido mi cara estaba horrible, jo.... Me bañé y me vestí. Fuimos a desayunar y me senté en mi mesa.

- ¡Senda!, ¿qué te vas a poner para el baile??? - me preguntó excitadísima Moria.

- Nada.... Soy una aprendiz, no necesito ponerme nada Moria - le dije con voz cansada.

- Podrías ponerte un vestido de vez en cuando, no vas contra las normas - me dijo Príus.

- Te ataré a dos palos y dejaré que las lagartijas te devoren las entrañas Zalta... vuelve a hablarme de trapos y lo haré - lo amenacé.

- Vaaaale.... Nos hemos levantado con el lado cambiado, ¿no? - me dijo mientras levantaba las manos.

- Venga Senda, seguro que los Morlan te darán ropa -¡ buf! Los Morlans... pensé....

- No necesito ropa Moria - le dije - Bueno, he terminado, me voy a entrenar.

Salí del comedor y me topé con Tarnan, le gruñí un hola al pasar por su lado. Llegué a la arena y había varios maeses pero nadie más había llegado por lo que me dijeron que entrenase si quería sola. Cogí toda mi esencia y la descargué contra el suelo como un mazo, golpeé una y otra vez hasta que me cansé. Bueno, al menos había servido para quitarme la rabia de dentro... Cuando me di la vuelta vi que todos los aprendices y maeses me miraban horrorizados, había hecho un cráter en la arena, cerré los ojos... otra vez metida en un lío....

- ¡Senda! - me gritó Maese Rico - ¿pero qué has hecho?

- Me dijeron que entrenase yo sola - le dije.

- ¿Haciendo un agujero???? Senda tu esencia es muy fuerte, te tenemos dicho que tienes que controlarte, ese carácter debe ser reprimido, puedes hacer daño a alguien, Senda, tienes que controlar toda tu esencia, no puedes....

- ¡Basta! - grité, ardía de furia por dentro - ya lo sé! Ya sé que tengo que controlar mi furia, lo sé, ¡lo llevo haciendo toda la vida!! ¡No necesito que me lo repita! - vale, hasta aquí habíamos llegado.

Ayudada por la esencia di un salto y me fui a la puerta de la arena, con otro salto gigantesco me planté en la muralla del castillo, fui impulsándome por con los saltos hasta el bosque cercano.

- ¡¡¡¡Aaaaaahhhhhhh!!!!!! Maldito seas Escamoso!!!! Te odio!!!! - le odiaba, se iba a casar, maldito idiota.... Llamé a Caius con mi mente y esperé hasta que apareciese, luego me fui subí en el estribo y le pedí que me llevase hasta los monos.

Cuando llegué al bosque donde estaban vi que habían establecido vigilancia en el perímetro, esperé hasta que me reconocieron y me llevaron hasta Kitu.

- ¡Pequeño Jinete!, siempre es bueno verte - me saludó Kitu - ¿qué te trae por nuestro territorio?

- Quería pasar el día aquí si me lo permitís, me gustaría conocer más de vosotros. - le mentí.

- ¿Quieres salir de patrulla con nosotros?, creo que podrás seguirnos - me guiñó el ojo Kitu.

Salí con Kitu y varios hombres, no se movían por el suelo sino que con grandes saltos iban de un tronco a otro moviéndose. Al principio me costó, yo no tenía el cuerpo fuerte de un mono, pero la esencia me ayudó a empujarme. Pronto estuve a su nivel, recorrimos todo el perímetro de los monos en el día, como había dicho el Rey era amplio y bastante adecuado para los monos. Comimos fruta sobre los árboles y bebimos el agua de los gruesos tallos que por allí abundaban. Tuve tiempo de preguntar si habían comerciado con los aldeanos y me dijeron que sí, al menos habían contactados con ellos. Les expliqué como eran y quien era Brom y lo que tenían para comerciar, se mostraron muy interesados. Cuando caía la tarde nos pusimos a entrenar, los palos eran su arma favorita y me dieron muchos consejos para mejorar su uso. Al final del día había conseguido no pensar en Arco y en su inminente boda. Estaba hablando con Kitu en una de las plataformas, iba a llamar de nuevo a una de las águilas para que me llevase cuando de repente del cielo cayó un dragón en su forma medio humana.

- Saludos, Kitu hijo de Mir - dijo Arco apareciendo.

- Saludos, Rey de los Dragones - respondió Kitu sorprendido por su aparición.

No dio tiempo para nada más, me cogió por la cintura y nos elevamos por el cielo. ¡Qué manía con arrebatarme de los sitios!.

Me dejó en la gran explanada donde los últimos criados se afanaban por recogerlo todo antes de irse a dormir.

- ¿Qué hacías con los monos? - me preguntó serio.

- Fui a verles - me encogí de hombros mientras miraba al suelo, no quería mirarle, me pondría a llorar.

- Atham me dijo que te había puesto guardianes, ¿dónde están?.

- Supongo que se me perdieron por el camino - le dije.

- ¿Y el agujero de la arena? - me preguntó acercándose peligrosamente.

- Se me escapó - admití. Arco suspiró resignado.

- Te veré mañana en el baile - me dijo y me dejó ahí plantada. Al menos podía haber hablado algo conmigo. Al instante aparecieron Set y Tom que insistieron en acompañarme a la torre.

No cené, no tenía ganas... la noche fue peor que la anterior, sentir sus brazos mientras me llevaba de un lugar a otro había sido una terrible prueba, nunca más esos brazos me rodearían.

Me desperté en mitad de la noche con la familiar sensación de que me observaban... ¡maldito seas Escamoso!, volví a dormirme mientras intentaba imaginarme las maneras en las que podía hacerle sufrir.

El día empezó con normalidad, bajé a desayunar como siempre tras pasar otra noche horrible. Tarnan bajó al rato y luego Príus.

- ¿Qué te pasó ayer? - me preguntó Tarnan.

- Nada, un mal día... - y seguí desayunando.

- Pues Rico se enfadó mucho cuando te fuiste así, ¿qué hiciste?, ¿te fuiste a las dragoneras? - me preguntó Príus.

- No... a ver a Kitu y a los demás. Sigo intentando ganar la prueba, ¿lo sabéis? - contesté de mal humor.

- ¡Eh tranquila! - me dijo Tarnan enfadado - somos tus amigos así que ya te sobra la actitud de todos contra mí, ¿vale?, cuando te pones así eres insoportable - me quedé mirando por un momento a Tarnan intentando decidir si le partía la cara o no.

- Tienes razón, perdonad - dije al fin - se me acumulan muchas cosas y lo pago con quien no debería.

- Vale, entonces olvidado - y me dio un cariñoso golpecito en la cabeza. - Y ahora, ¿qué vamos a hacer?

Seguimos hablando sobre la prueba hasta que nos fuimos a entrenar, cuando llegamos solo unos pocos alumnos nos acompañaban.

- ¿Qué pasa hoy? - preguntó Príus - ¿ha creado tendencia la huida de Senda de ayer? - le saqué la lengua a modo de mofa.

- Se están preparando para el baile - dijo Luca - por cierto Senda, ¿qué haces aquí?, todas las chicas andan como locas con los preparativos del baile.

- ¿Ves mi ropa? - señalé mi ropa de aprendiz - esto va a ser lo que lleve esta tarde.

- ¿Vas a ir así? - volvió a preguntarme.

- Y tú que lo digas viejo - le dije.

Seguimos entrenando parte de la mañana cuando aparecieron en la arena un grupo de gente, al poco maese Rico me llamó.

- ¿Maese? - fui a ver qué quería.

- Senda, estás exenta del resto de la clase - me dijo. Le miré sin comprender - Han venido a buscarte. - Me señaló el grupo de gente que estaba esperando - ¡Senda! Son Morlans, ¡Se supone que vas con ellos!

- ¿Es obligatorio maese? - éste alzó los brazos exasperado.

- Ve Senda, ya!! - puse morros de disgusto - y lo de ayer... que no se vuelva a repetir - me advirtió.

- Si Maese... lo lamento - le dije.

- Lo sé pequeña, pero no puedes perder los nervios así, tú no. Ya no estás en esa posición Senda, ya no puedes permitírtelo - me dijo suavemente - ahora ve, ¿quién sabe? A lo mejor disfrutas.

- Lo dudo mucho Maese - pero me fui con los Morlan, después del 'incidente con puré de patatas' no me apetecía tener más problemas con nadie.

Llegué hasta el pie de la arena, el grupo compuesto por cuatro mujeres y dos hombres me esperaba, Set y Tom también estaban allí. Reconocí a Ainara entre las mujeres y abrí la boca asombrada.

- ¿Sorprendida de verme? - me dijo sonriéndome.

- ¡Sí! Es decir... creí que nunca... bueno que no te vería más - le dije.

- Me enteré de lo que mi hermano te había hecho con aquellos chicos, pensé que tenía que darte otra oportunidad así que, aquí estoy. - miré a los lados y dije.

- Me alegra entonces de que me la des, ¿qué queréis de mí?.

- El Señor de Morlan asistirá esta tarde al baile en Palacio, desea que vistas con el escudo de nuestra Casa y las sedas que producimos.

- Ya empezamos - negué con la cabeza - Ainara, lo siento, soy un aprendiz, mi ropa es esta, no tengo tiempo de andar jugando a las muñecas y mucho menos porque un viejo cabezota me lo diga.

- Entonces, ¿puedes hacerlo por mí? - abrí la boca para decir que no pero es que Ainara me gustaba, algo de esa anciana hacía que me sintiese en casa, y me sorprendí a mi misma afirmando con la cabeza.

No volvimos a la torre sino que fuimos hasta el castillo directamente, allí entre las innumerables habitaciones estaban las asignadas a los Morlans. Ainara y las demás mujeres ayudadas por las criadas me bañaron y me lavaron el cabello con esencias, dejaron mi pelo suave, suelto y con un olor delicioso. Mi cuerpo despedía ese olor también pues lo untaban con un aceite que calentaban antes de masajearme con él hasta que se absorbía. Utilizaron una especia de carbón vegetal para teñirme las pestañas y dejarlas negras y largas, unos polvos que parecía polen de flores fueron esparcidos por mis pómulos, mi escote y mis hombreos haciendo iridiscente mi piel, millones de minúsculos cristalitos despedían brillos cuando me movía. Una especia de grasa de color roja fue a parar a mi boca, al principio me negué pero tras aplicármelo me di cuenta que parecía un gloss dejando mis labios jugosos y de un precioso color ciruela. Me senté enfrente de un tríptico de espejos y dos mujeres me peinaron el pelo, me había crecido muchísimo, y se dedicaron a trenzármelo de manera magistral hasta conseguir volumen en mi cabeza con un complicadísimo moño y miles de bucles cayeron por mi espalda en un perfecto desorden ordenado.

El vestido era un increíble de un bello color plateado plateado, parecido a una malla metálica que se ajustaba a mi cuerpo como una segunda piel. El escudo de los Morlans estaba tejido con doble hilo engrosado del mismo color por lo que la sutileza de los detalles era precisa. Un corte lateral dejaba enseñar una de mis piernas, a mí me pareció un detalle excesivamente sexy pero me explicaron que si nos atacaban necesitaría poder moverme. El escote no se veía sino que subía hasta el cuello cerrándolo en un cuello barco, sutil, elegante, precioso.... Unas finas sandalias atadas con hilos plateados que subían hasta la rodilla completaban el atuendo, parecía que andaba descalza, eran cómodas y preciosas. Me levanté y camine con ellas, el vestido se deslizaba suavemente por mi cuerpo y me encantaba el tacto de la tela plateada.

- Estás hermosa Senda - me dijo admirándome Ainara.

- Nunca me había sentido tan hermosa - admití.

Salimos al exterior de la habitación y Atham, Señor de Morlan, nos esperaba fuera. Me tendió la mano pero le hice caso omiso, no iba a dejar que me mostrase como una muñeca o un trofeo, había cedido a ese jueguecito pero no conseguiría nada más. Caminamos a la par en completo silencio hasta el salón del baile seguidos por la comitiva Morlan. Cuando entramos se nos quedó mirando todo el mundo, por un momento me ruboricé por ir con ellos. Uno de los Consejeros vino a saludarnos.

- Atham, viejo amigo, hacía mucho tiempo - le dijo.

- Es cierto, mucho tiempo - aseveró el viejo Morlan.

- Tu aprendiz está increíblemente hermosa - dijo mirándome, me sentí incómoda, me miraba como obnubilado, ¿qué le pasaba?, me había visto millones de veces, la mayoría de ellas imponiéndome un castigo.

Continuamos andando hasta situarnos bajo el escudo Morlan, otros también vinieron a saludarnos haciendo mención siempre de mi belleza. ¡Qué cansinos!.

Príus y su padre se acercaron junto con otros Zalta a saludarnos, mi cara se iluminó con una sonrisa sincera. Príus me miraba de arriba abajo con la boca abierta.

- Así que volvemos a ver a los Morlans en el salón de palacio - dijo el padre de Príus con suficiencia. Luego me miró a mí - Senda, estás maravillosa querida.

- Gracias Señor - contesté educadamente. Príus se acercó a mí.

- Estas maravillosa, fantástica, ¡estas guapísima! - me dijo cogiéndome las manos, me reí con ganas.

- No seas bobo Príus, un peinado bonito no hace a nadie hermoso, aunque te agradezco el cumplido.

- ¿No te has mirado hoy en el espejo? - me dijo riéndose.

Después de intercambiar un par de frases también se fueron, llegando al momento el Jefe Kinua y su hijo Kitu.

- Saludos Atham, hijo de Morlan, Señor de la Casa - dijo Kinua.

- Saludos Kinua, hijo de Mir, Jefe de la tribu - contestó Atham.

- A pesar de haberlo hecho a través de mis emisarios te felicito nuevamente por tu estirpe - dijo señalándome, yo me puse colorada. Kitu se acercó a mí.

- Pequeño Jinete, estás tan hermosa como cualquiera de nuestras hembras - me quedé un poco parada ante ese cumplido tan extraño, pero noté sinceridad en su voz y contesté.

- Solo con un poco que me parezca a vuestras mujeres mi belleza ha de ser mucha - Kitu asintió complacido.

Un murmullo se oyó por la sala, 'el Rey', 'el Rey'. Por fin la Casa Real Calem entró detrás del Rey, vislumbré a Tarnan con sus hermanos y sus padres en la comitiva que iba detrás del Rey, una hermosa dragona con el pelo rojo fuego entró con ellos, ¡así que era ella!, hacían una pareja maravillosa, tuve que admitir para mí. El Rey se paró en mitad de la gente que hizo un amplio círculo para escucharle.

- Gracias por acudir a mi llamada - dijo a todos - hoy es un día especial para nosotros, en mitad de una terrible guerra que nos está costando mucho hemos hecho nuevos amigos - dijo señalando a los monos - nuevos aliados con los que combatiremos a partir de ahora. Demos la bienvenida al Jefe Kinua y a su tribu.

Se oyeron aplausos por el gran salón, yo aplaudí hasta que me dolieron las palmas. Kinua se adelantó y se fundió en un cálido abrazo con el Rey, era increíble. Después el Rey y Kinua se retiraron fuera del círculo.

- Pueblo de Dragones - uno de los Consejeros había tomado la palabra - también es hoy un día especial pues conoceremos a nuestra futura Reina - ¡oh no! ¿Había llegado ya el momento? ¿iban a anunciar el compromiso del Rey con la dragona? - Los acuerdos han sido tomados y las capitulaciones firmadas. Debemos anunciar a la prometida del Rey... - se hizo un silencio absoluto en el salón - Senda, hija de Morlan. Atham, Señor de Morlan, entrega a tu hija al Rey según nuestra ley.

¡¡¡Nooooooooo!!!!! Se me partió el alma. Miré a la dragona con todo el dolor de mi corazón, ¿por qué ella???? Y de repente vi que ella me miraba a mí! Tarnan también me miraba a mí sorprendido y todo el salón, giré levemente la cabeza por si hubiese algo detrás de mí y de repente asimilé las palabras del consejero. Abrí la boca como una tonta y miré a Atham que también me miraba a mí, me tendió la mano y la miré como si me hubiese ofrecido una cobra.

- Senda.... - pronunció mi nombre en voz baja advirtiéndome, puse mi mano sobre la suya y un escalofrío recorrió mi cuerpo, incluso el tacto era igual al de mi abuelo.

Me llevó al centro del Salón, yo solo esperaba escuchar la palabra 'inocente' a mi paso revelando la broma, pero todos fueron haciendo una profunda reverencia según caminaba.

Arco se encontraba allí, esperándome, me tendió su mano y la cogí con la que tenía libre, todo me parecía un poco irreal y extraño.

- Soy Atham, Señor de Morlan y os entrego aquello que nos he valioso, nuestra estirpe, nuestro futuro.

- Que nuestras casas queden entonces unidas para siempre y vuestra estirpe se convierta en nuestro futuro. - Atham me soltó la mano mientras que la gente cuchicheaba a nuestro alrededor, fijo que me estaba perdiendo algo.

- Os deseo Majestad un futuro glorioso lleno de hijos fuertes que perduren nuestras casas - cogí aire profundamente, ¿hijos?, ¿quién había hablado de hijos???? - por la Prometida del Rey!

- ¡¡Por la Prometida del Rey!! - contestó todo el salón.

A continuación se sucedieron las felicitaciones, una marea de gente felicitaba al Rey y después a mí, en todo ese tiempo ni una sola vez Arco me miró. Yo estaba alucinada, ¿me había prometido?, ¿yo?, ¿con el hombre que amaba?, vale eso estaba bien, pero... ¿con un rey?. La gente seguía felicitándonos, me dolía la cara de aguantar la sonrisa permanentemente. No prestaba mucha atención pero di miles de veces la mano e hice miles de comentarios banales. Por fin el río de gente cesó, entonces Arco me cogió la cintura y empezamos a bailar algo parecido al vals.

- Estás increíblemente hermosa querida mía - me dijo el Rey mientras bailábamos.

- Gracias por el cumplido Majestad - le dije sin mirarle por vergüenza.

- No es un cumplido, es un hecho. Senda, mírame - me dijo - hoy comienza el resto de nuestra vida. Una vida juntos.

- Juntos - repetí...

Las exclamaciones con 'viva la prometida del rey' se sucedieron toda la noche, después de Arco me sacó a bailar todo el maldito consejo, por último Atham se presentó ante mí y volvió a tender su mano hacia mí. Dí un pequeño respingo hacia atrás, ni en mil años... sentí la mano de Arco en mi espalda que me empujaba levemente. Le tendí la mano y me rodeó con sus brazos y comenzamos a bailar.

- ¿A quién me parezco pequeña? - me preguntó directamente.

- A mi abuelo - le dije sin mirarle.

- ¿Sigue vivo? - volvió a preguntarme.

- No, murió hace tiempo - le contesté sincera.

- Siento entonces que mi rostro te devuelva esa pena cada vez que me ves - le miré por primera vez - siento mis acciones cuando llegaste, debí confiar más en mi sangre y menos en mi orgullo - le miré extrañada, ¿se estaba disculpando?????, me miró con los ojos azules de mi abuelo - Debí saber entonces que me encontraría con una auténtica Morlan, debí apoyarte entonces, y es algo que no creo que me perdone nunca. Tomé decisiones equivocadas y perdí tu afecto antes de conseguirlo siquiera.

El baile terminó y dejó de hablar, Arco se encontraba a mi lado y nuevamente se puso a bailar conmigo. Esta vez le pregunté.

- ¿Vas a contarme de qué va ésto? - le dije a la cara. Me miró.

- Te dije que lo hiciésemos público - me dijo a modo de contestación, abrí la boca sorprendida.

- ¿Y te casas conmigo para castigarme? - le contesté.

Paró de bailar y me miró fijamente.

- Me caso contigo para decirle al mundo entero que eres mía, para que nadie pueda tocarte sin mi permiso, para que nadie pueda reclamarte. Me caso contigo para tener esa vida en común que me has estado negando desde el principio, para que por fin ocupes tu posición en el Reino, para protegerte de todos y para protegerte de todo. Me caso contigo para que nuestros hijos sean Reyes igual que yo y puedan seguir defendiendo este reino como lo hacemos nosotros. Me caso contigo porque así lo he decidido.

Sentí como mi furia hervía dentro de mí, ni amor, ni petición de mano, ni una triste pregunta. Pero me cogió de improviso y me besó fuertemente delante de todo el salón. Todo el salón comenzó a aplaudir. Cuando me soltó estaba mareada por falta de aire y me apoyé contra su pecho mientras escuchaba los gritos de aprobación que daba la gente. ¡Era mío!, pensé, nadie más me lo arrebataría nunca.

El baile terminó un rato después, estuve en todo momento al lado de Arco hablando con la gente, ocupando 'mi posición', pero no me importaba, estaba al lado de él. Después se despidió y me acompañaron a mi torre donde después de bañarme de nuevo pude acostarme, me pregunté si vendría esa noche pero no se presentó.

El alba todavía no había llegado pero mi sueño sí que se había ido por lo que me levanté y me vestí con mi ropa de aprendiz. Bajé por la torre llena de gente y me escabullí de Set y Tom que dormían a pierna suelta. Salí del castillo y me dirigí a la herrería. Había nevado y el bosque estaba blanco y en silencio, cuando llegué la abrí y me puse a hacer el trabajo que había hecho durante tanto tiempo. Brom apareció al rato y me gruñó a modo de saludo, le dije hola y continué trabajando. Había amanecido y me estaba lavando para irme cuando la panadera apareció por la puerta, sin verme se fue derecha a Brom y le dijo.

- ¡Brom!! Senda, ¡Senda es la prometida del Rey!!!, ayer lo dijeron en el baile del castillo, ¡es la prometida del Rey! - Brom me miró sorprendido y yo me encogí de hombros como si no fuese tan importante. La panadera dio un gritito y luego intentó hacer una torpe reverencia, luego vino corriendo a darme un abrazo y se fue.

- ¿Prometida? - dijo Brom

- Pues si te digo que lo más raro de la noche es que el viejo Morlan se disculpó conmigo... - le dije.

- Sí, eso creo que lo gana - admitió Brom - ¿qué vas a hacer?.

- No lo sé, nada supongo, no se me dan bien estas situaciones - le dije.

- Bueno Mirlo blanco, ya sabes que aquí tienes un hogar cuando lo necesites - me dijo.

La panadera volvió a entrar con una bolsa de sus panecillos, le di las gracias sonriendo y salí al exterior para irme al castillo. Una sombra enorme descendió al suelo. Arco, Rey de los Dragones, me cogió por la cintura y tras agradecer las cálidas felicitaciones de los aldeanos me llevó en volandas hasta la explanada.

- Te has vuelto a escapar Senda - me miró inquisitivo - eres mi prometida hace menos de un día y vuelves a las andadas???

- ¿Te molesta que visite a Brom? - le pregunté.

- Sabes que no, me molesta que vayas por ahí sin tus guardianes - me dijo - ¿va a volver a jugar con puré de patatas? - le di una pequeña patada en la pierna.

- Fue un momento de diversión, baja de tu trono de vez en cuando Escamoso - le dije furiosa. Él me contestó con un beso apasionado. - Nos pueden ver!!! - le reñí.

- ¿Crees que alguien me va a decir algo por besar a mi prometida? - me preguntó divertido.

- Aun así - refunfuñé - ¿Quieres panecillos? - cambié de tema.

Draco apareció en su forma humana y nos felicitó, Arco y él se fundieron en un cálido abrazo mientras le daba la enhorabuena. También ofrecí panecillos a Draco que cogió unos cuantos. Aseguré que tenía que irme a mis entrenamientos pero ninguno de los dos estaba escuchándome por lo que me encogí de hombros y me escabullí. Llegué justo cuando empezaban los entrenamientos.

- ¿Dónde estabas? - me preguntó Príus molesto.

- Fui a ver a Brom - le dije.

- Podías haberme llevado entonces - le miré con cara rara - tengo ganas de volver a verle.

- No podrías ser más raro ni aunque te pintasen de verde - le dije negando con la cabeza.

Teníamos preparados en la arena unos bultos que serían nuestros dragones, dividí los aprendices en los grupos que habíamos establecido y nos pasamos la mañana intentando conseguir trabajar en equipo, nos faltaba práctica pero sabía que lo conseguiría. En la comida pedí que evaluasen el entrenamiento y estuve escuchando lo que pensaban los aprendices, corregí varias cosas en mi mente mientras tanto. Las clases teóricas de la tarde fueron interminables, me moría de sueño por el baile de anoche y el maese que nos daba la clase tenía una voz soporífera y aburrida.

Los días se sucedieron iguales, ser la prometida del Rey no había cambiado mucho mi condición, a los aprendices no les importó mucho y se tomaron la cuestión como un acuerdo entre nuestras respectivas casas. A los demás no les veía demasiado por lo que no había un protocolo a seguir ni nada por el estilo. Así que mi vida continuaba igual, con un único objetivo, ganar la prueba para poder volver a ver a mi familia.

Subía de noche de la biblioteca, Garrick aquel día me había dado infinidad de libros sobre anatomía de dragones y me había quedado hasta tarde repasándolos. El parque estaba completamente solitario, Set y Tom habían pasado a la historia y se habían ido a dormir hacía semanas al castillo por lo que mi torre volvía a ser solo para mí. Tiré los libros encima de la mesa y me froté los ojos, me dolían... me lavé la cara para espabilarme un poco y salí a la terraza a respirar un poco de aire. Volutas de humo salían más allá del pueblo, la noche era clara pero no podía verlo bien. Me impulsé y salté de la terraza amortiguando la caída con mi esencia. Volví a saltar en mitad del parque, con varios saltos más me puse en la muralla del castillo y salí con cuidado por la puerta sin que el guardia se percatase, lo último que quería era a un rey furioso porque me había escapado. Quizá solo eran imaginaciones mías y solo fuesen niños haciendo una hoguera en la noche pero quería comprobarlo. Corrí veloz hacia el pueblo y lo atravesé sin toparme con nadie. En esa parte del pueblo no había estado nunca, era donde estaban los campos de cereales y los huertos, y a su alrededor los pajares para almacenar la paja durante el invierno y los graneros que guardaban el trigo para el uso del pueblo. Olía a humo, un escalofrío me recorrió la espalda y abrí mi conexión, algo no iba bien... ¿qué?!!!

Un monje me atacó en ese momento, me golpeó con su báculo en la espalda y caí con dureza al suelo, el golpe me dejó tocada pero saqué toda mi esencia y lo golpeé con ella, gritos aterradores salieron de su garganta cuando le abrasé el pecho. No tenía que buscar lagartijas o salamandras sino ¡¡a los monjes!!!!, volví a expandir mi conexión y vi a unos 200 monjes repartidos por los edificios prendiéndoles fuego. ¡Maldita sea!, si se quemaban los pajares y los graneros los aldeanos se quedarían sin alimento durante el invierno. Grité en mi mente para despertar a todo el mundo en un radio amplio a la redonda. No debió de ser un buen despertar. Cinco monjes intentaron atacarme y me defendí con la esencia de nuevo, volví a utilizarla como látigo rasgando la piel de aquellos malditos deformes. Volví de nuevo a gritar dentro de las mentes que encontré a mi paso, el primer granero estaba siendo consumido por las llamas y luché contra los monjes que me iba encontrando. Tenían algo extraño en su interior e intentaban detener mi conexión sometiéndola, el ataque mental fue terrible, pero seguí luchando mientras aguantaba. Vi un cúmulo de arena y con la esencia la lancé hacia el terrible incendio que se había iniciado, se apagó parcialmente. Seguí buscando a los monjes mientras ellos me atacaban mentalmente, quizá fuese doloroso pero me daba una situación exacta de ellos en todo momento. Había matado bastantes pero, ¿estaban todos?, un agónico dolor subió por toda mi espalda cuando uno de los monjes me la abrió en canal con un cuchillo, rápidamente mi esencia se hizo cargo de la fea herida y seguí luchando. Eran demasiados, entre su ataque mental y la fuerza combinada de esos monjes estaba en clara desventaja.

- ¡Capturarla viva!, ¡la necesitamos viva! - oí gritar a uno de ellos.

Los dragones llegaron primero y al verme luchar se lanzaron sobre los monjes, enlacé con ellos intentando evitarles el dolor que sentía por los ataques mentales, conseguí que supiesen dónde se encontraban. Brom llegó a mí y me ayudó a incorporarme del suelo.

- Brom, ocupaos de los incendios, ¡os protegeremos! - le grité.

Volví a la lucha, vi a un grupo de monjes que se echaba encima de mí para atraparme, volví a mover mi esencia como un látigo pero no podía estar en todo, en el enlace con los jinetes, parando el ataque mental y el físico al que me veía sometida. Uno de ellos consiguió clavarme un puñal en el costado, ¿por qué me herían si me querían con vida?, no era lógico, con esas heridas moriría en breve, vi la respuesta dentro de ellos, ¡tenían sanadores!!!! Como nosotros!!

Me conseguí zafar y me puse a una distancia prudente, Draco descendió poniéndose delante y con una feroz bocanada de fuego quemó hasta matarlos a los monjes. Un sanador de alguna casa apareció de la nada y comenzó a curarme, otro sanador se unió al primero y entre los dos me sanaron rápidamente. Volví a unirme a la lucha. Vi como un aldeano caía con un puñal clavado en su abdomen, Tilly se acercó corriendo a ayudarle. Vi que Arco luchaba contra diez de ellos y me lancé en su ayuda, me puse entre sus patas delanteras y con mi esencia los derribé, Arco los quemó con su aliento de dragón. En todas partes había pequeños escarceos mientras los aldeanos intentaban apagar los fuego, poco a poco las luchas cesaron. Los dragones y los jinetes habían derrotado a los monjes.

- ¡No os quedéis parados!!!, ¡ayudad a apagar los fuegos! - les ordené. Me puse en uno del os incendios a intentar apagar el fuego con arena, los demás me obedecieron y también apagamos los fuegos.

- Estableced guardias en un perímetro alrededor del pueblo - gritaba Arco - ¡mandad emisarios a los demás pueblos! Mandad emisarios al bosque de los monos! - de repente vi que Crim venía hacia mí corriendo.

- Tenemos que ayudar a los aldeanos heridos, ayudad a sanarlos por orden de gravedad. ¡Tilly! Indica a Crim quienes están peores - mandé a otros tres sanadores con Crim y Tilly para que se ocupasen de las personas del pueblo. Los demás se quedaron ayudando a los jinetes y dragones.

- ¡Senda!, ¿puedes sentirlos? - me gritó Arco desde la distancia.

- ¡Me bloquean!, no siento a ninguno. - Arco hizo una mueca de disgusto.

- ¿Puedes localizar por donde entraron? - asentí mientras llamaba a Draco, subí en él y le dirigí a la cadena de montañas. Estaba amaneciendo y la luz empezaba a teñirlo todo por lo que abrí mi conexión y desperté a las águilas para que buscasen a los monjes. Después de interminables momentos localizamos una estrecha cueva con la ayuda de las águilas. Draco utilizó su ardiente aliento para taponarla.

Volvimos otra vez al pueblo, bajé de Draco al mismo tiempo que se transformaba, Arco vino corriendo hacia mí y me besó con fuerza. Me retuvo un momento entre sus brazos como no queriendo que me separase de él. Yo me quedé allí abrazada y me hubiese quedado para siempre.

- Hay que ayudar a los aldeanos a reconstruir los graneros, Escamoso, debemos cuantificar qué han perdido y ver cómo podemos reponerlo - le dije con insistencia. Tenía miedo, ¿cómo había ocurrido?, ¿cómo se habían acercado tanto?

- Te lo prometo, lo haré, lo haremos... - volvió a besarme esta vez suavemente.

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