Seis
Publicación 12 de octubre 2024.
Unos pocos meses después:
Harry se acercó al living, sintiendo el suave peso de su vientre crecer con cada paso. Los trillizos alfas estaban relajados en los sillones, conversando en voz baja. Al verlo entrar, los tres alzaron la mirada al unísono. Sus ojos se suavizaron, como si solo su presencia bastara para iluminar la habitación.
—Mira quién está aquí— dijo William levantándose de inmediato para acercarse. —Siempre luces hermoso, pero así...
Su mano se deslizó suavemente por el vientre del omega, su toque cálido y protector.
—Estás radiante. No puedo dejar de admirarte.
Louis con una sonrisa pícara, se inclinó hacia Harry desde su asiento.
—Nos tienes completamente a tus pies, ¿lo sabes?— Bromeó, aunque la dulzura en su tono lo traicionaba. —Esos pequeños van a ser tan afortunados como nosotros.— Añadió, acariciando también su vientre con ternura.
Troy observaba desde el otro lado del sofá.
—Debes estar cansado. Ven, siéntate con nosotros. Sugirió, su voz baja y cuidadosa, como si se asegurara de que cada palabra lo envolviera con suavidad. —Quiero que sepas que estamos aquí para ti... para los dos o más.
Harry sonrió, sintiéndose rodeado por ese amor tan genuino, y se dejó caer entre ellos. Mientras uno le acariciaba el cabello, otro mantenía su mano sobre su vientre, y el tercero le ofrecía un suave masaje en los pies, susurrándole cosas dulces al oído.
—Eres nuestro, no lo olvides nunca— Susurró Louis.
—Y estos pequeños... es el mayor regalo que nos podrías dar.— Añadió William mientras la calma y el amor flotaban en el aire del living.
La atmósfera en el living comenzó a cambiar a medida que el tiempo avanzaba.
Aunque el aire seguía cargado de dulzura y protección, había algo más palpable, una tensión que empezaba a surgir entre ellos.
Los trillizos se miraron de reojo, como si compartieran un pensamiento común que ninguno se atrevía a poner en palabras todavía.
Harry, sentado cómodamente entre ellos, no tardó en notarlo. Su propio cuerpo, sensible por el embarazo, reaccionaba a su cercanía, a la forma en que sus manos lo acariciaban con devoción. El toque que antes era suave y tierno ahora contenía una ligera electricidad que recorría su piel. Los tres lo miraban de una manera diferente, más profunda, más intensa.
Louis, quien había estado jugando distraídamente con su cabello, lo miró con sus ojos oscuros brillando con deseo. Su voz, que siempre había sido controlada, sonó más grave cuando habló:
—Te deseamos, ¿lo sabes?— murmuró, su mano descendiendo lentamente por su cuello, como si no pudiera evitarlo. —Cada día es más difícil mantener la calma, pero no queremos hacerte daño. Eres... eres demasiado importante.
Louis, quien mantenía una mano en su vientre, le acarició con mayor intención, dibujando círculos lentos que lo hacían estremecer.
—Nos vuelves locos...— confesó, inclinándose para rozar sus labios con la piel expuesta de su cuello, pero deteniéndose justo antes de besarlo. —Pero te necesitamos a salvo, no solo por ti, sino también por nuestro pequeño.
Troy, más distante, lo observaba con un conflicto claro en su rostro. Se acercó, apoyándose en el respaldo del sofá detrás de Harry inclinándose hasta que sus labios apenas rozaron su oído.
—Nos consumimos en deseos por ti.— Susurró, su respiración caliente contra su piel—Pero el miedo de lastimarte nos detiene. Lo último que queremos es ponerte en riesgo.
Harry, atrapado entre el calor de sus cuerpos y las palabras cargadas de deseo, sintió que su propio anhelo se encendía.
A pesar del embarazo, su cuerpo respondía a ellos con la misma intensidad de siempre, si no más. Los amaba, los deseaba tanto como ellos a él, y lo entendían sin necesidad de que lo dijera. Sin embargo, la barrera de la precaución los mantenía al borde, en una danza cargada de tensión.
—No me romperé...— dijo suavemente, con una sonrisa que intentaba tranquilizarlos. —Sé que me cuidarán, siempre lo han hecho. Y los deseo tanto como ustedes a mí.
Los trillizos se miraron entre ellos, la misma chispa de fuego compartida entre sus miradas. Sabían que Harry tenía razón. La tentación era abrumadora, pero la necesidad de protegerlo también lo era. Louis, acercándose aún más, dejó un suave beso en su frente.
—Te cuidaremos siempre.— Murmuró. —Incluso cuando te deseemos más de lo que podemos soportar.
Y así, el deseo flotaba entre ellos, controlado pero presente, una promesa en el aire, latente bajo la superficie, mientras el amor y la devoción continuaban guiando cada uno de sus movimientos.
La lluvia golpeaba suavemente contra las ventanas del living, el sonido rítmico de las gotas creando una atmósfera íntima. La luz cálida de la chimenea danzaba por las paredes, envolviéndolos en un resplandor suave, como si el mundo exterior no existiera, solo ese instante, ese deseo que ya no podían contener.
Los trillizos intercambiaron miradas cargadas de tensión, sabiendo que habían alcanzado su límite. El amor que sentían por Harry, la devoción que los impulsaba a protegerlo, chocaba con el deseo profundo que ahora los dominaba.
Louis que hasta ese momento había sido el más se estaba conteniendo, dejó que una sonrisa quebrara su seriedad.
—No podemos seguir negándonos esto.— Murmuró, la voz cargada de una mezcla de deseo y ternura. Se arrodilló frente a él, y lentamente deslizó su mano por su mejilla, rozando sus rizos oscuros con adoración.
Troy, más impulsivo, se inclinó hacia adelante, sus labios finalmente encontrando los de Harry en un beso que llevaba semanas de contención. Era suave al principio, pero pronto se volvió más profundo, más ansioso. Cuando se separó, respiró hondo, sus ojos ardiendo de deseo.
—Te cuidaremos, como siempre... pero te necesitamos— Susurró, su mano acariciando su vientre con reverencia.
William el más sereno, ya había tomado una decisión. Tomó una almohada del sofá y, con movimientos lentos y calculados, lo colocó bajo su cabeza cuando lo recostaron suavemente sobre la alfombra frente a la chimenea.
—Así estarás cómodo.— Dijo con una sonrisa, su mano deslizándose entre los rizos que caían alrededor de su rostro. — Ahora solo queremos adorarte.
El omega, acostado sobre la alfombra, rodeado por el calor del fuego y el roce de sus manos, sintió cómo el deseo de los tres lo envolvía por completo. Cada uno se movía con una sincronía perfecta, cuidando cada gesto, cada caricia. No había apuro, solo una mezcla de amor y deseo que los consumía.
Louis deslizó sus dedos por su cabello, enredándose en sus rizos mientras sus labios recorrían el borde de su mandíbula, depositando besos suaves. —Siempre me han encantado tus rizos...— Murmuró contra su piel. —Son tan suaves, tan hermosos, como tú.
Troy se inclinó hacia su vientre, besando suavemente la piel tensa que albergaba la vida que habían creado juntos.
—Eres perfecto... cada parte de ti— Dijo, su voz apenas audible, mientras sus manos continuaban trazando líneas reverentes por su cuerpo.
William, siempre más contenido, se arrodilló junto a Harry, tomando una de sus manos entre las suyas.
—Vamos a ir despacio...— Prometió, aunque el brillo en sus ojos traicionaba la intensidad de su deseo. —Queremos que lo sientas todo, pero sin ninguna prisa. Queremos hacerte sentir adorado.
Y así, bajo el crepitar del fuego y el suave murmullo de la lluvia, los trillizos finalmente cedieron. Cada movimiento estaba cargado de amor y devoción, sus cuerpos entrelazados en una danza lenta y apasionada. A lo largo de aquella tarde lluviosa, en la intimidad de su hogar, ellos lo adoraron de la manera más profunda, asegurándose de que cada momento fuera un recordatorio de cuánto lo amaban y deseaban, cuidando de él con la misma intensidad con la que lo amaban.
Sus manos acariciaban sus rizos una y otra vez, susurrándole palabras dulces, prometiéndole que siempre estaría seguro entre ellos, que nunca lo dejarían solo. El deseo, que antes había sido contenido, ahora fluía libremente, pero siempre con el mismo respeto y devoción que lo había cautivado desde el principio.
La habitación seguía envuelta en el calor de la chimenea, el resplandor del fuego dibujaba sombras suaves en sus cuerpos entrelazados. Harry, con su piel brillante de sudor, sentía cada caricia, cada susurro cargado de devoción. Sus cuerpos parecían sincronizados en una danza perfecta, turnándose para brindarle placer, para adorarlo sin reservas.
Troy, besando su cuello con cuidado, susurró con voz grave.
—Sabes que queremos que seas nuestro, completamente. Solo falta un paso... aceptarnos, aceptar la mordida.
Harry lo escuchaba, con su respiración pesada por la intensidad del momento. Sabía lo que significaba esa mordida, el lazo eterno que los uniría. Sin embargo, en ese instante, su cuerpo y mente estaban enfocados en otra cosa. El deseo era demasiado fuerte, su piel ardía bajo sus toques, y el placer que lo envolvía era lo único que podía pensar.
—No...— murmuró suavemente, mientras una oleada de placer lo recorría. —No ahora... solo quiero esto. Solo quiero sentirlos... a ustedes, aquí conmigo—. Sus palabras eran un suspiro entrecortado, pero firmes.
Troy, con sus labios rozando su vientre redondeado, levantó la vista, sus ojos brillando con comprensión y deseo. —Como quieras— respondió con suavidad, mientras continuaba adorando su cuerpo, besando cada línea con una ternura que contrastaba con la intensidad de la situación. —No necesitamos más que esto ahora. Queremos que disfrutes... que sientas cuánto te amamos—. Sus manos acariciaban su piel, mientras Harry arqueaba la espalda bajo sus toques.
Apreciando que Troy le dijera cuanto lo amaba, porque sabe lo que le cuesta expresarse.
William, quien hasta ese momento la había observado con calma desde su posición, sonrió mientras jugaba con sus rizos húmedos por el sudor. —No hay prisa— dijo, inclinándose para besarlo con una pasión contenida. —Te daremos lo que desees. Y si ahora solo quieres placer, solo placer tendrás. No queremos que pienses en nada más que en sentir.
Con esas palabras, continuaron turnándose, cada uno brindándole lo que su cuerpo ansiaba, sus bocas y manos explorando cada rincón de su piel, como si fuera algo sagrado. Los tres se movían con devoción, asegurándose de que Harry nunca sintiera menos que el amor más absoluto. Los murmullos suaves de adoración, las respiraciones entrecortadas y el crepitar de la chimenea llenaban el espacio, creando una burbuja de intimidad que parecía ajena al mundo exterior.
Mientras el calor de la chimenea intensificaba el brillo en su piel, Louis, quien había pasado la mayor parte del tiempo acariciando su vientre, se detuvo un instante. Sus ojos se fijaron en la curva redondeada, el hogar de la vida que habían creado juntos. Con una mezcla de deseo y reverencia, se inclinó hacia adelante, besando su vientre una vez más, pero esta vez, sus labios permanecieron allí, su respiración se volvió más pesada.
Harry, aún perdido en las oleadas de placer que lo recorrían, sintió algo diferente, algo más profundo. Louis no se apartó, manteniéndose en ese punto culminante, como si estuviera marcando ese momento. En el mismo instante en que el placer alcanzó su punto más alto, él dejó su esencia allí, en su vientre, uniendo ese acto de pasión con el lugar donde crecían sus hijos.
Sus manos acariciaron suavemente la piel tensa bajo sus labios, como si quisiera grabar ese momento en su memoria. —Aquí...— murmuró contra su piel. —Donde crece lo más importante para nosotros, te dejo parte de mí.
Los otros dos trillizos se acercaron, sus miradas cargadas de comprensión y deseo. William acarició su cabello mientras el otro rozaba su mandíbula con ternura. —Este momento es solo para ti— Susurró William, inclinándose para besarlo suavemente. —Te daremos todo lo que desees, cuando lo desees. Lo único que importa es que estés feliz, que sientas nuestro amor y nuestro deseo por ti.
Harry, aún respirando con dificultad tras el clímax, sonrió suavemente, sintiéndose completamente adorado, completamente satisfecho. Sabía que la conexión entre ellos era profunda, que el tiempo para la mordida llegaría, pero no hoy. Hoy solo quería disfrutar del placer que ellos le brindaban, de ese amor incondicional que lo rodeaba. Y ellos lo entendían, no había prisa.
El sonido suave de la lluvia golpeando las ventanas, el calor envolvente del fuego, y los cuerpos de los trillizos a su alrededor, llenaban el espacio de una paz cálida y reconfortante. Estaba seguro, amado, y satisfecho, y eso era todo lo que necesitaba en ese momento.
୨ৎ
La luz suave del baño iluminaba el vapor que llenaba el espacio, envolviendo todo en una cálida neblina. Harry, aún con la piel brillante por el sudor del momento anterior, se apoyó en el borde de la bañera mientras los trillizos llenaban la tina con agua tibia. Louis y Troy, con miradas cargadas de deseo y ternura, se acercaron al omega para ayudarlo a desvestirse, con movimientos lentos y delicados.
—Déjanos cuidarte.— Dijo Louis, sus manos recorriendo sus brazos desnudos antes de ayudarlo a entrar en la bañera.
El agua cálida envolvió su cuerpo de inmediato, relajando sus músculos tensos, pero no apagando del todo el fuego que aún ardía en su interior. Troy, ya arrodillado junto a la tina, tomó una esponja húmeda y comenzó a deslizarla suavemente por su piel, recorriendo con cuidado cada curva.
—Siempre tan hermoso.— Murmuró mientras acariciaba sus muslos bajo el agua, sus dedos rozando la piel con devoción.
Su mano llegó a su vientre, donde crecían los bebés, y lo acarició con lentitud, sus ojos llenos de una mezcla de reverencia y deseo. —¿Por qué no quisiste la mordida?— preguntó de repente, su voz baja pero firme, como si esa pregunta hubiera estado rondando en su mente desde el momento en que Harry había rechazado su propuesta.
Harry sintió cómo la tensión en su cuerpo cambiaba, el calor del agua no era suficiente para relajarlo del todo. No sabía cómo responder, o tal vez no quería. No en ese momento. Evitó su mirada y en su lugar dejó que sus manos se deslizaran sobre el borde de la bañera mientras se levantaba lentamente, el agua chorreando por su piel brillante.
—No ahora...— susurró con una sonrisa suave pero llena de picardía. Sin dar más explicaciones, se arrodilló frente a ellos, sus rizos mojados cayendo sobre su rostro y su vientre claramente resaltado por la curva de su embarazo. El agua goteaba por sus mejillas y su cuerpo, pero la manera en que los miraba era lo que los paralizó por un instante.
Louis lo miró con intensidad, notando la inocencia aparente en sus ojos, pero sabiendo muy bien lo que Harry pretendía. Lo vio inclinarse hacia ellos, sus labios rozando suavemente sus cuerpos, un contraste con la devoción con la que siempre lo adoraban.
Ahora él era quien tomaba el control, y ellos, incapaces de resistir, se entregaron a su voluntad.
Troy, quien había estado acariciando su vientre momentos antes, inhaló profundamente cuando él comenzó a darles placer con su boca. Su mirada nunca se apartó de la suya, esos ojos inocentes que los observaban, su boca cálida que los envolvía con una delicadeza que desafiaba la intensidad del deseo que sentían. Sus manos se enredaron en sus rizos mojados, acariciando suavemente, sin apuro.
—Eres... perfecto— murmuró entre jadeos Louis, su voz ronca por el placer creciente. La manera en que Harry se movía, lento y cuidadoso, los volvía locos, mientras el agua seguía cayendo de su piel, haciéndolo brillar bajo la luz suave del baño.
Sus mejillas se sonrojaban ligeramente mientras continuaba, sus labios curvados en una sonrisa pequeña y traviesa cada vez que sus miradas se encontraban. Su vientre redondeado, símbolo del vínculo que compartían, se apretaba contra sus piernas mientras Harry se arrodillaba frente a ellos, sus movimientos cada vez más decididos.
Los dos trillizos se miraron entre sí, sus respiraciones acelerándose, sabiendo que no podían contenerse mucho más. La forma en que Harry los hacía sentir, arrodillado frente a ellos, con sus rizos mojados cayendo desordenadamente alrededor de su rostro, la inocencia que irradiaba, era demasiado. Finalmente, Louis fue el que se quebró, su cuerpo estremeciéndose mientras alcanzaba el punto culmine, sus manos aún enredadas en su cabello.
Troy lo siguió poco después, su cuerpo tenso mientras dejaba escapar un gemido ahogado. Ambos lo observaron con admiración mientras sus esencias se derramaban sobre sus mejillas y labios, mezclándose con el agua que ya cubría su piel, una imagen de absoluta devoción. Harry los miró con esa misma expresión inocente, como si lo que acababa de suceder fuera lo más natural del mundo.
Ellos, exhaustos y completamente embelesados por el omega, lo ayudaron a levantarse con cuidado, sus manos todavía temblorosas por el placer. El agua de la bañera todavía estaba tibia, y juntos lo ayudaron a sumergirse nuevamente, esta vez para limpiarlo suavemente, sin decir una palabra más sobre la mordida, al menos por ahora.
—Te daremos todo lo que necesites... siempre— susurró Louis, su mano acariciando su rostro mientras limpiaba con cuidado los restos de ese momento de placer de sus mejillas.
Sabían que Harry no estaba listo para dar ese paso, y aunque ardían por hacerlo suyo de manera definitiva, respetarían sus deseos, porque su felicidad y su placer eran lo más importante.
Lo miraron con una mezcla de amor y admiración mientras el vapor del baño seguía envolviéndolos. No había necesidad de palabras.
[...]
Díganme si les gusta los capítulos largos o cortos.
Yo quiero hacerlo más largos para que la novela no se llene de capítulos.
Estos han sido algunos de los comentarios que más me han gustado de esta novela 🤣
Sofía Nadal 🥀
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