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La primera vez que Jung Jaehyuk vio a Doyoung fue en la aula de clases de la preparatoria Han Academy, jamás se había puesto tan nervioso ni actuando como colegiala enamorada y justamente hoy lo hacía. Recuerda perfectamente como el adolescente le pedía permiso para entrar, había llegado diez minutos exactamente tarde. No puede explicarlo bien, pero su impresión era grande, era como si lo conociera de toda la vida. Como de esas historias en donde recuerdas algún momento de tu vida pasada, esa sensación era la que experimentaba. Por alguna razón, al ver a aquel chiquillo pelinegro le generó nostalgia y nerviosismo.

— ¿Profesor?—Llamó el jovencito de cabellos negros asomándose tímidamente por la puerta, el hombre desde la pizarra le prestó atención a sus palabras. — ¿Me permitiría pasar? Uh, le ofrezco una disculpa por la tardanza, pero tuve algunos problemas con el transporte.

Jaehyuk sintió que algo se caía, probablemente era él debido a la impresión de ver algo tan bello como ese ángel pelinegro, pero sólo eran sus tontas gafas de nuevo.

Es en serio, ¿por qué ese niño se le hacía tan familiar?

— Eh sí, pase. ¿Cuál es su nombre?—Cuestionó mientras que con torpeza intentaba acomodar sus grandes gafas, se sentía tan intimidado por ese chiquillo de ojos negros.

— Soy Kim Doyoung  y yo de verdad lamento muchísimo la tardanza, profesor. Tuve varios inconvenientes. —El pelinegro se volvió a disculpar avergonzado con un tono carmín en sus mejillas, bajó su mirada nervioso evitando al profesor. Era el primer día y ya tenía una impuntualidad, eres grande Kim.

— Puedo notarlo. —Se apresuró a mencionar el mayor cuando sus ojos se posaron en el cabello alborotado del joven y en su ropa desaliñada, entendía perfectamente lo difícil que era el primer día de clases. La mirada indignada del pelinegro lo hizo caer en cuenta de lo que dijo, rápidamente balbuceó sintiendo vergüenza. — Q-Quiero decir, siéntese, Doyo... digo Kim.

¡Demonios! ¿Por qué decidió ser profesor?

— ¡Alguien corte esa tensión que hasta yo me estoy quemando de tanto fuego por aquí!

Jaehyuk miró a todos lados en busca del culpable, sus mejillas se sentían calientes y ni hablar del nuevo chiquillo que se sentó rápidamente en una butaca muy abochornado por la situación.

Maldita sea en la hora en la que aceptó el trabajo, debió haber pensado primero en que habría mocosos irritantes en la aula. Ahora se maldice internamente por no haber aceptado el puesto de vicepresidente en la empresa de su hermano Jaehyun y maldice también de paso a su tonto hermano que no le insistió lo suficiente.

— Abran su libro de historia, por favor, página veintiséis. —Pidió sentándose de vuelta en la silla de su escritorio mientras trataba de mantener su estricta imagen ante los alumnos.

Cuando el silencio estaba presente en el aula, un chico grisáceo levantó su mano y el docente le cedió el permiso al alumno de hablar.

— ¿Qué es lo que sucede, Lee?

— Olvidó decirnos su nombre cuando hizo su presentación, profesor.

— Oh, Soy Jung Jaehyuk, su nuevo profesor de historia. —Aclaró dedicándole una severa mirada a todo el salón antes de sumergirse en el libro de texto también, aún seguía un poco avergonzado por la escena de hace unos momentos atrás.

Después de la bochornosa situación, la clase parecía seguir su transcurso con naturalidad, aunque claro que no faltaban las miradas de algunas compañeras que ya creían que el docente y el alumno tenían una relación secreta como en los fanfics.

Mientras tanto, Jaehyuk mantenía su porte estricto y su profesionalismo en el trabajo, no importa la sensación de nostalgia que sintió por ese chico. Él jamás le había visto alguna vez y tampoco comenzaría a actuar extraño, le había costado tanto poder graduarse y obtener su título con su propio esfuerzo que no dejaría que nada arruinara eso.

Se mantendría al margen como un buen maestro y le haría caso omiso a la extraña familiaridad.

— ¿Por qué diablos siento que lo he visto alguna vez?—Murmuró para sí mismo mientras le dedicaba una mirada de reojo al joven que estudiaba, bufó cansado y devolvió su mirada al libro entre sus manos. — No importa, sólo son tonterías.

Entonces, si es una tontería, ¿por qué piensas tanto en eso, Jaehyuk?

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