Un muñeco
Título: Un muñeco.
Escritor: Ludoshel.
Ilustrador: KokonaDrawings.
Palabras: 1, 944.
Fandom: Boku no Hero Academia.
Un muñeco, sal, arroz y un poco de hilo, todos esos ingredientes tenían sobre la mesa además de un cuchillo que había tomado de la vieja cocina de la casa, los dos chicos más grandes del grupo encontraron navegando por internet un video sobre una supuesta "invocación" mediante un juego de escondidas.
Para la chica de lentes era una idea mala idea, pero al final fue arrastrada hacia la casa de su abuela junto a su hermano y una amiga. Las instrucciones eran simples, abrieron el peluche y lo rellenaron con el arroz seguido que una gota de sangre.
—No seas miedosa Fuyumi, es solo un juego. —La morena intentó animarla—. No existen los fantasmas ni nada de eso.
—No creo que sea buena idea. Touya, recuerda de lo que cuentan los primos.
—Solo lo dicen para asustar a Shouto, no pasa nada. —Le entregó la aguja.
Se mantuvo unos momentos pensando si realmente era buena idea ser parte del juego o solo irse y dejarlos solos en la gran casa, sus compañeros no perdieron tiempo y en un descuido la hicieron pincharse el dedo dejando caer la gota de sangre. Dejaron el muñeco en la tina de baño, apagaron las luces y cada uno con ayuda de la luz de la pantalla táctil se escondieron de distintos puntos de la casona, esperaron dos minutos hasta que un mensaje por parte de la morena les dio aviso que era hora de volver al baño.
—Te encontramos. —El rubio tomó el cuchillo apuñalando al oso un par de veces—. Es tú turno.
Volvieron a esconderse en el mismo lugar, pasaron dos minutos y no parecía haber ningún movimiento dentro de ninguna de las salas, pasaron los cinco minutos cuando un mensaje de parte de Rumi el cual decía que empezaba volverse aburrido el juego.
—Es una pérdida de tiempo todo... —No terminó la frase pues él un ruido comenzó a hacerse presente en la sala, alguien había encendido la televisión cambiando los canales.
Su confianza no la abandonó y creyendo que se trataba de Touya o Hawks queriéndole hacer una broma, asumió su cabeza por las rendijas de la puerta para ver de quien se trataba, la luz de la pantalla iluminada un poco la sala, su respiración se volvió irregular en el momento en que leyó el mensaje.
"Chicos, alguien está abriendo los cajones de la cocina"
Tapó su boca para evitar soltar un grito ya que desde la cocina se escuchaba objetos caer, movió un poco la puerta del viejo mueble causando un rechinido, los canales dejaron de cambiar quedándose en estática. Tecleó lo más rápido que sus dedos le permitía, pero nadie contestó, solo llegó una fotografía que la dejó fría.
"Ayuda"
La imagen era de uno de los cuartos más exacto la habitación de la abuela, en esta se podía apreciar una figura oscura sentada sobre la cama viendo directamente a uno de los cuadros de la habitación.
—¡Te encontré! ¡Perdiste, ya déjanos en paz! —Fuyumi comenzó a gritar por toda la casa, prendiendo cada una de las luces. —¡Chicos salgan, ganamos el juego!
Nadie volvió a hablar de lo sucedido en la casa, solo esperaba que quedara en una vieja y terrorífica anécdota que contar a sus nietos, pero no fue así, una tarde regresando de la escuela ambos hermanos no fueron recibidos con la cálida bienvenida de su madre, en cambio recibieron una terrible noticia.
—La abuela acaba de fallecer.
Esas palabras cayeron como un balde de agua fría. Los primeros días tuvieron que quedarse en la casa junto a dos de sus primos, no pasó nada raro sino al tercer día en el cual la albina despertó con unos rasguños en su brazo al igual que su primo mayor.
Una tarde los cuatro se encontraban en el jardín hablando de cómo era vivir en el extranjero, todo se encontraba tranquilo hasta que el pequeño Shouto apareció sosteniendo en una de sus manos un peluche con forma de oso de color rojo.
—Shouto, ¿De dónde sacaste eso? —preguntó Touya.
—Del cuarto de la abuela, estaba sobre su cama. —Su respuesta puso nerviosos a sus hermanos.
—Fuyumi. Dime que lo atravesaste esa noche.
—No, solo entré al baño y empecé a gritar con los ojos cerrados.
—¡Shouto dame ese peluche! —Le quitó el animal de felpa y ambos salieron en dirección a la cocina. — Tenías que apuñalarlo para terminar el juego, no gritar como loca.
—¡Como querias que lo supiera! Estaba muerta del miedo y ni siquiera nos explicaron las reglas. —Se defendió.
Cuando llegaron a la cocina lo dejaron sobre la mesa comenzando a buscar algún cuchillo o objeto afilado por toda la habitación, uno de sus primos entró preguntando por su comportamiento y en el momento en que se giraron se encontraron con la horrible sorpresa que el muñeco no se encontraba en su lugar.
Sus primos llevaron fuera al pequeño, dándoles tiempo para buscar el muñeco por toda la casa, revisaron en cada habitación de la casa a excepción de una, ninguno de los dos tenía la valentía de abrir la vieja puerta de madera que daba al cuarto de la abuela el mismo lugar donde Hawks mando la fotografía de aquella noche.
Necesitaban ayuda para terminar con todo esto. Esa noche todos mintieron sobre una pijamada, pijamada en la vieja casa, había investigado por dos semanas sobre fantasmas, demonios y muchas más cosas.
—¿Estamos preparados?
—Van a vender la casa, no creo que todo esto sea necesario. —Todos ignoraron a la chica.
—Rumi, Hawks, necesito que dibujes por toda la casa las imágenes que te envié.
Todos hicieron caso, la morena con gises de colores comenzó a dibujar por los pasillos cada uno de los símbolos, fue entonces cuando bajando las escaleras logró escuchar una leve risa a sus espaldas, tomó valor y al girar se encontró con el pasillo vacío y levemente alumbrado por los últimos rayos de sol.
Todo se encontraba listo, solo faltaba en reunirse la mayor de los cuatro quien tardaba más de lo esperado, un grito los alertó corriendo en dirección donde se había escuchado salir el ruido, lo que encontraron fue a Fuyumi tirada en el suelo del jardín junto a una tabla que era parte de la escalera.
Dentro de esta se encontraba una segunda tabla un poco más pequeña y de diferente color, sacaron el objeto y limpiando un poco de la tierra se encontraron con la no grata sorpresa que se trataba de un tablero ouija, en la que al su reverso se encontraban escritos tres nombres un poco difusos por el tiempo.
—¿Deberíamos usarla? — cuestionó el albino.
—Tenemos un peluche fugitivo. ¿Qué es lo peor que podría pasar?
Todos se sentaron rodeando la tabla, leyendo un poco en internet encontraron las reglas que deben seguir si querían utilizar el objeto comenzando con el ritual una vez que se sintieron preparados, lo primero que hicieron fue preguntar si alguien más estaba con ellos, pasaron unos segundos y nada sucedía sino fue hasta que la morena expresó que todo era una pérdida de tiempo.
"Si"
Se preguntaron si alguien había hecho el movimiento, pero todos negaron, continuaron con las preguntas recibiendo respuestas lentas y con poca información ya que la mayoría eran contestadas con un Si o No. Rumi ya cansada de no tener información terminó soltando su dedo del objeto y levantándose molesta.
—Estoy harta de este juego yo me voy.
Los dos hombres se levantaron para convencer a su amiga de quedarse con ellos.
—Chicos. —La voz temerosa de la Todoroki los hizo voltear. Había sido la única en no sacar su mano del tablero, el cual comenzaba a moverse por sí solo.
"Juguemos"
Todo quedó en silencio, el ruido de los vecinos o de los autos que transitaban habían desaparecido por completo al igual que la luz dejándolos en penumbras, la luz de sus teléfonos era lo único que tenían a la mano.
Pasos por el segundo piso los puso de nervios no eran pisadas normales sino parecían ser de algún animal algo pesado y grande, el crujir de las escaleras los devolvió en sí separándose por todo el primer piso escondiéndose en donde pudieran.
"Tiene dos minutos para encontrarnos"
Se repetía el rubio cenizo encerrado en el almacén de la cocina, por alguna extraña razón había comenzado a hacer frío cosa que no debería suceder ya que se encuentran en plena primavera, sacó su teléfono tecleando a cada uno de sus amigos preguntado si también ellos percibían la baja temperatura o el leve olor a azufre todo iba bien hasta que el rechinido de la puerta le dejó sin aliento.
Todo se encontraba tirado o regado por el suelo ante la temerosa mirada del chico, se abrazaba así mismo no solo en busca de calor seguido de tapar sus oídos para evitar escuchar el chillido, parecía ser de un cerdo junto a otro animal que no reconocía todo bajo el tono de una risa lenta que retumbaba por todos lados. En su descuido dejó caer una botella ocasionado que el olor se hiciera más fuerte revolviendo el estómago, podía sentir una respiración cálida al otro lado de la puerta junto al sonido de la madera siendo rasgada.
Soltó el aire que retenía cuando el reloj marcó la medianoche, los dos minutos habían terminado y ahora es su turno de buscarlo.
Comenzaron con la búsqueda yendo directo a la habitación de la mujer, durante el corto trayecto no se dejaban de escuchar risas y pisadas que pararon abruptamente cuando pararon frente la última puerta, tomando valentía la morena volvió a hacer de las suyas ahora siendo quien abriera la puerta a la par y dando un paso al interior.
—Dejen de ser gallinas, no hay nada aquí...—La puerta se azotó con fuerza dejándola dentro. —¡Abran la puerta!
Golpeaba con fuerza la puerta mientras que del otro lado los demás intentan abrirla sin éxito alguno, las cosas comenzaron a caer dentro del cuarto otras eran lanzadas de un extremo a otro. Una risa le erizó la piel esta se escuchaba muy cerca de donde se encontraba y en un último acto de valentía se giró alumbrando la vieja cama, en medio de esta se encontraba el peluche.
—¡Te encontré! —Tomó el animal y volvió a golpear la puerta abriéndose sin trabajo.
Lo colocaron en medio de la sala encima de un dibujo hecho a crayola la luz aun no volvía y les quedaba poca batería a todos así que comenzaron con el ritual, en el momento en que el Todoroki comenzó a leer toda la casa tembló cayendo cuadros a su alrededor, las risas volvieron a aparecer ahora en un tono más agudo al anterior causando una incomodidad al escuchar lo que decía.
Fuyumi se abrazó repentinamente al rubio cenizo quien sorprendido por la reacción de su amiga alzó la mirada, chocando su mirada con la de un par de ojos ocultos en la oscuridad estos flotaban junto a una macabra sonrisa. Los cuadros que faltaban cayeron y la sala volvió a tener un movimiento más agresivo.
—¡Déjanos en paz! —Los demás siguieron con los rezos ocasionando un ambiente cada vez más pesado y frío.
Todo terminó en el momento en que apuñalaron al peluche el sonido del exterior volvió y el frío se hizo menos todos se tiraron al suelo se encontraban cansados no solo físicamente, salieron de la casa dejándola tal y como se encontraba todo para nunca volver a hablar de lo sucedido o volver a saber del lugar.
Habían aprendido que no era bueno jugar con cosas que no puedes controlar y lo hicieron de la peor manera.
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