PREGUNTAS
Gorrión y yo vamos con los jóvenes que encontramos en las ruinas ya hace un par de noches, contando con que encontraremos mas adelante al señor Oso y los muchachos. Vamos a un paso muy apurado durante el día, lo bueno es que en el camino podemos ver lo hermoso del bosque. Saliendo del norte rumbo al oeste donde supuestamente está la aldea de la tribu del Fuego, el frío no es tan intenso mientras descendemos de la gran altura de la cordillera. Mas adelante se puede ver mas fauna en las tierras bajas, siendo mas en numero podríamos cazar un venado o jabalí, dependiendo que estemos a buen tiempo para encontrarnos con los otros. La nieve no cae aquí, pero de vez en cuando durante el día y noche llueve levemente. Encontrando de vez en cuando un lugar alto y seco para descansar y aprovechar el tiempo para preguntar cosas acerca de su tribu y el por qué de mantenerse alejados de todo.
A pesar de que estamos alejados del peligro Gorrión y yo nos mantemos alerta, no sabemos si aquel ejército se dividió o sigue a uno de los caminos donde nos separamos hace días. La noche llega y encontramos una roca que sobresale del suelo y nos puede cubrir de la lluvia, trayendo leña para el fuego y así calentarnos y también para cocinar la carne de ardillas y conejos. Gracias a que traen con sigo un recipiente metálico los jóvenes que encontramos podemos hacer una infusión de brotes de pino. Es insípido pero de menos nos mantiene caliente el cuerpo y con salud para seguir la caminata al día siguiente. Cuantas veces lo hemos tomado con el señor Oso cuando salíamos de caza o tan solo de excursión para sobrevivir en alguna emergencia en los bosques. Gorrión esta callada, extraña estar con Puma y los demás, no sabemos cuando volveremos a verlos. Sale una lágrima que recorre su mejilla, le abrazo muy fuerte y se curruca en mi regaso. Cierra los ojos y cae rendida ante el cansancio y la tristeza, tengo que ser fuerte para no llegar a llorar.
Del otro lado de la cordillera el señor Oso, Tejón y las gemelas van mas lejos que nosotros, haciendo fogatas inmensas para seguir atrayendo a los seres oscuros pero con una carga mas ligera ya que van con un buen contingente de la tribu del Fuego. De menos un amigo muy querido del señor Oso le da esperanza que estarán a salvo pronto con toda la fuerza de su tribu. En el camino cada vez que paraban a descansar le preguntaba a su amigo el por qué de el alejamiento de toda su gente y que le dijera una razón del por qué no ayudaron a las demás tribus. Su amigo solo se limitaba a decir ciertas cosas, que esperara a llegar a donde se reubicaron. El misterio se hacía cada vez mas grande, también el alejamiento de la tribu del Hielo estaba y las razones se desconocen hasta ahora. Cuantas veces mas preguntaba el señor Oso mas trabas ponía su amigo, ya no quiso indagar mas.
Su amigo le preguntó del por qué del sonido que escucharon al encontrarlos, era mas interesante eso para él. El señor Oso sonrió, le contestó de la misma forma, que hasta llegar a su tribu lo sabría y que es algo que no sabrían si lo tomaran mal. Tienen que verlo los sabios guardianes de la tribu del Fuego y que es también algo que desde hace años los adultos de nuestra tribu decidieron hacer. Él lo tomó divertido, que le respondiera de la misma manera con interrogantes mas profundas y que tal vez sea la misma razón de la cual aun no le haya contestado sus preguntas. Caminando mucho y descansando poco ya las fuerzas les faltaban a los jóvenes, ellos no habían tenido tanta distancia recorrida antes y menos sin descansar. Unos de los que van adelante cazan para tener alimento, una vez llegando el resto del grupo al punto de encuentro para acampar y descansar, se dan cuenta de que ya no les siguen sus perseguidores.
Lo notaron al estar en un punto alto y vieron a lo lejos en una loma lejana un gran fuego como el que vieron a lo lejos cerca de la dama Águila y su grupo cuando empezaron la marcha antes de encontrarlos a ellos. Viendo que van al sur sus perseguidores ya pueden tomar con calma el viaje y descansar un día. Aliviado el señor Oso de estar fuera de peligro y que logró su objetivo de alejar del camino de la dama Águila a aquellos seres oscuros cae en el suelo y sonríe, algo que no había visto ninguno de nosotros y ahora Tejón y las gemelas lo ven con gran fascinación. En todo lo que sucede esto es lo mas impactante en el transcurso de estos días. Descansando en un pequeño campamento improvisado al aire libre, duermen en turnos para vigilar sin bajar la guardia.
Con nosotros ya estamos cerca del punto de encuentro con el señor Oso y compañía, sabemos que por el momento no estaremos con el viejo sabio, la dama y los demás. De noche ya, armamos una fogata y ponemos una tienda donde descansaran las chicas y turnaremos la guardia. Las presas están al fuego, agua en las vasijas y frutos en un bolso. Ya fastidiados de solo comer eso ni tocamos la comida, extrañando la sazón de Puma, sus comidas aunque se vieran simples sus platillos son deliciosos. Gorrión y yo tomamos la segunda guardia, queríamos estar a solas un momento, hablando de lo que sea para mantener los pensamientos en otra cosa que no fuera la incursión de esos seres en nuestras tierras. Teniendo de fondo la oscuridad de la noche y el silencio del bosque que se interrumpe con un susurro del viento chocar con las ramas de los gigantescos árboles y pinos.
Se llega la mañana y estamos comiendo un poco, recuperando energías para seguir no se cuanto, para llegar a la aldea de la tribu del Fuego. Los demás chicos despiertan e igual que nosotros comen y beben, sus rostros se ven tranquilos. Quisiera saber que les da tal tranquilidad y saber como es su aldea, tantos años que las tribus no teníamos contacto y ahora por una tragedia mas se unen. De menos para cuidarnos, aunque sería loco pensar un levantamiento en armas y poderes elementales. Todo esto es agobiante. Gorrión saca el mapa que nos dio el señor Oso y ve que estamos cerca del punto de encuentro. A un par de días si no tenemos algún inconveniente estaremos ahí, Gorrión les pide un día de descanso, quiere cazar un jabalí o un venado ya que está carta de los conejos y ya ni siquiera peces logramos sacar del agua.
Estuvieron desacuerdo todos, de menos estarían descansados ya que no hemos parado mas que unas horas al día para dormir. Gorrión y yo fuimos de cacería, viendo rastros de senderos por donde los animales transitan y evadiendo las eses de los depredadores que sabemos hay y muy grandes. Ella quiere un cerdo muy grande, quiere grasa y carne sabrosa. A lo lejos un chillido se escucha y se ve polvo, nos quedamos quietos y nos cubrimos tras unos árboles. El aire sopla en dirección al ruido aquel, no hacemos ruido y nos subimos a los árboles esperando no nos olieran. Apenas se disipó el polvo vimos dos machos enormes peleando por una hembra, esperamos a que la batalla terminara y así tener una presa cansada que no nos diera tanta pelea ya que sabemos de la ferocidad de esos animales. Dicho y hecho, el perdedor sale herido de muerte y para no hacerlo sufrir medimos el disparo de la flecha y la mía da en el pecho y la de Gorrión en la vértebra. Rápidamente corrimos a limpiar a la bestia ya muerta e ir deprisa al campamento donde lo cocinaremos. Al llegar con la carne se quedaron sorprendidos, no esperaban tal resultado y en tan poco tiempo. Teniendo toda la tarde para descansar y que la carne esté lista para la cena.
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