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Capítulo 6

Todos bailaban pero él se limitaba a mirar a una distancia prudente, sus ojos se sentían arenosos y constantemente amenazaban con volver a llorar.

Había terminado con su pareja de casi una década, con el amor de su vida y todo parecían tan irreal que no sabía cómo procesarlo correctamente. Estaba claro que iba a llorar, lo haría por un tiempo pero eventualmente esperaba superarlo. De igual forma, fueron muchos los días que lloró y se sintió solo aún estando en una relación.

No dudaba del amor de Jungkook, maldición, sabía que ambos se amaban con la vida pero como bien le dijo, a veces el amor no era suficiente. De nada valía amar y prácticamente no tenerse. Quizás estaba siendo egoísta, impulsivo e incluso infantil pero verdaderamente tuvo que ponerle un punto final a todo eso.

Una tercera botella llegó y se sirvió otra copa sopesando la idea de marcharse pronto a su casa. No estaba haciendo nada allí después de todo, solo y rodeado de extraños, extranjeros en su mayoría. Podría todavía dormir unas horas en su casa antes de la llegada de su ex pareja para luego recoger algunas de sus pertenencias y marcharse a casa de sus padres hasta encontrar un nuevo apartamento.

Frotó su rostro con frustración porque estaba en una encrucijada, no se veía viviendo nuevamente con sus padres después de tantos años. Su apartamento, el hogar que juntos habían creado era todo lo que siempre quiso y anheló. Un sitio que lo tenía todo menos a ellos dos.

El roce en su hombro lo obligó a voltearse encontrándose con dos hombres que lo miraban fijamente, uno de ellos conocido.

— ¿Tae? ¿Qué haces aquí?

— ¿Tae? ¿Este es Taehyung, de quien me has estado hablando desde ayer? — Cuestionó el acompañante.

— Así es, hyung. Este es Tae, un amigo. — El mencionado estiró la mano con una sonrisa para intercambiar un saludo cordial e informal. — Tae, te presento a mi hermano, Park Sungwoon.

Nunca escuchó hablar sobre eso, hasta donde tenía entendido Jimin era hijo único pero el parecido entre ambos era innegable. El ambiente mejoró al estar rodeado por alguien conocido que no se esperó, lo hicieron sentir menos solo desde el momento de su llegada.

— Nosotros vinimos a celebrar el año nuevo porque escuchamos que aquí se reunían bastantes extranjeros y mantenía muy buen ambiente. Los coreanos suelen celebrar más el año lunar pero como bien sabes estamos acostumbrados a celebrar también al estilo estadounidense. — Mencionaba Jimin limpiándole las manos por el desastre que creó al servirle la copa, derramando media botella. — ¿Cómo llegaste a casa ayer?

— Me llevaste hasta mi casa, claramente llegué bien. — Sonrió Tae sirviendo la nueva botella, observando de soslayo al hermano de su amigo que lo miraba de una forma que no lograba comprender.

Quizás era su imaginación o el alcohol consumido pero tenía el constante pálpito de que Sungwoon quería preguntarle o decirle algo. Cada vez que lo miraba directamente, se lo encontraba mirándolo fijamente para acto y seguido fingir mirar para otro lado.

— Bueno, podían haberte raptado en el trayecto del auto a tu casa o algún maligno pudo esperarte para hacerte daño. Nunca se sabe. — Lo dijo tan serio que por un momento Taehyung creyó que hablaba en serio pero pronto los dos se carcajearon.

— Gracias por la noche de ayer.

— Gracias a ti. ¿Salud? — Levantó la copa y quien fuera el antiguo compañero del hombre que él amaba, brindó con él. — ¿Puedo preguntar por qué estás aquí solo? Se me hace extraño encontrarte dos días seguidos sin compañía, tan solitario.

— Bueno, muy solo que digamos no estoy. He estado rodeado de personas.

— Puedes estar junto a un millón de personas y aún así sentirte solo, el número no influye. Creo que es algo que sabes muy bien.— Le guiñó un ojo y tirándolo del brazo lo obligó a ponerse en pie y seguirlo a la pista. — Recuerdo que amabas bailar en la universidad, vamos a ver si todavía tienes el toque.

La música resonaba incitándolos a bailar rodeado de todas aquellas personas que estaban en su propio mundo. Al comienzo Taehyung se vio algo cohibido, ya no iba a los lugares a bailar, no recordaba la última vez que lo había hecho. Sin embargo, no pudo evitarlo y entre risas se dejó arrastrar cuando Jimin comenzó a bromear y bailar para él.

— No me gusta ser el centro de atención. — Habló a su oreja para que lo pudiera ver mientras rodeaba su cintura. — Contigo bailando de esta forma estoy convirtiéndome en el ojo del huracán.

— ¡Olvídalos! Preocúpate solamente por bailar y disfrutar, yo estoy bailando contigo, lo que los demás vean o imaginen es cosa suya. — Le dio un beso en la mejilla y se volteó para bailar, viendo a su hermano en la barra que con el ceño fruncido no le quitaba la vista de encima.

Puso un poco de distancia entre sus cuerpos pero continuaron bailando entre risas y movimientos sensuales, otros más torpes que hacían a postas para hacer el otro reír.

— ¡Dios! Hacía años que no bailaba tanto. — habían regresado al bar por una bebida y poder hacer una pequeña pausa, recobrar el aliento. — ¿Dónde está tu hermano?

— Se fue, creo que conoció a alguien y se marchó. — Se encogió de hombros para cambiar el tema pues sabía que eso no era cierto. No sabía con exactitud por qué se había ido pero tenía una vaga idea de ello. — ¿Estás cansado? — Preguntó al ver como por un momento Taehyung apoyó los codos sobre la mesa y cubrió su rostro.

No era cansancio, sino tristeza pero eso Jimin no lo sabía y no tenía porqué saberlo. El menor apretó fuertemente sus ojos y exhaló. Un solo minuto sin tener su mente ocupada y Jungkook vino a su cabeza.

— Vamos, te llevaré a casa. No puedo conducir ya que he bebido bastante pero llamaré a un conductor designado para que nos lleve. — Ofreció acariciando su rostro sin segundas intenciones, confundiéndose un poco cuando lo acunó más a sus manos, sosteniendo sus muñecas como si fuera a irse. — ¿Todo bien, Tae?

— Sí, ya son casi las cinco de la mañana. Creo que es una buena hora para irnos. — Liberó la mano de Park y le sonrió. — Deja que pague la cuenta y podremos irnos cuando quieras.

— No te preocupes por eso, ya está paga.

— Ah, bueno... De todas formas queda lo que consumí antes de que ustedes llegaran, dame un segundo. — Levantó su mano para hacerle señas al bartender pero fue tomada sorpresivamente. — ¿Qué pasa?

— Que ya está todo pago, incluyendo lo que consumiste. ¡Vamos!

Tácita y tímidamente agradeció con una sonrisa por asumir tan grande gasto, dejándose guiar hacia el exterior del local. Jimin lo cubrió con su abrigo mientras esperaban que estacionara frente a ellos el conductor designado, sosteniendo aún sus manos. Las tripas de Taehyung entonaron una canción y fue imposible no reír.

— Será mejor que vayamos a comer algo primero ya que ambos estamos hambrientos.

— No es necesario, ya suficiente con que me acompañes a casa, de verdad. — ¿Cómo podía un hombre de la edad de Jimin lucir aún tan juvenil e inocente?

Antes de darse cuenta, se encontró aceptando su propuesta, más que nada porque aún no tenía la fuerza para llegar a su casa. Entrar ahí ahora cuando Jungkook aún no había regresado, sabiendo que ya ellos no eran nada le sería difícil aguantar y mantener firme su decisión.

En los alrededores de su antigua universidad seguía estando un pequeño restaurante que era el salvavidas de todos. Se mantenía abierto veinticuatro horas los trescientos sesenta y cinco días del año. Claramente el personal cambiaba, rotaban los turnos pero siempre estaba abierto. Por eso, cuando comenzaron a buscar el mejor lugar para ir a esa hora, los dos dijeron el mismo al unísono. Era pequeño pero cálido y acogedor.

— Panceta de cerdo y agua mineral es una muy buena opción después de una larga noche consumiendo alcohol. Me sorprende que todavía tengamos tan buena resistencia, ya pronto nos saldrán canas. — Bromeó Taehyung.

El móvil del rubio lo interrumpió por tercera vez cuando iba a decir algo, chasqueando la lengua al ver la pantalla. ¿Por qué lo molestaba tanto a esa hora?

— Por mí no te preocupes, puedes contestar sin problema. Seguro es tu hermano, contéstale que yo me entretendré mientras tanto colocando nuevas pancetas al fuego. — Comentó con una sonrisa mirándole de soslayo.

— No hay de qué preocuparse. No es mi hermano, más bien alguien que conocí hace unos días. No fue nada serio, no sé si me entiendas pero la cuestión es que ni siquiera quedamos como amigos, no sé por qué le di mi número de teléfono.

El castaño se carcajeó frente a las muecas del mayor, no recordaba haber experimentado nunca algo parecido ya que desde comienzo de sus veintes estuvo con Jungkook pero sí recordaba a sus amigos teniendo que enfrentarse a eso constantemente.

— No sé por qué le dan el número a alguien con quien solo van a follar una vez. Si fueran a quedar como amigos o eran ya conocidos antes de eso es comprensible pero si es un total desconocido. ¿Para qué?

— Bueno, no es un completo desconocido, digamos que es un amigo de mi hermano aunque no de los más cercanos. En fin, ni siquiera pasamos de primera base pero al parecer, está interesado en alguien más. — Se encogió de hombros pidiendo vino de arroz. — Yo simplemente no quiero o puedo entrar en un relación seria ahora. Estoy mejor soltero.

— No creo que sea muy buena idea que bebamos nuevamente y mezclemos las bebidas pero... Te acompañaré. — Sentenció brindando con él una vez que la botella fue colocada sobre la mesa. — ¿Por la soltería?

— Por la soltería. — Sus recipientes colisionaron entre sonrisas amigables, pues por raro que pareciera anteriormente para Jimin, se sentían cómodos. — Sabes, no me explico cómo es que estamos solteros. ¿Qué hay de malo con nosotros?

— ¿Con nosotros? Absolutamente nada malo, allá quien no nos valore. — El rubio lo observó sonriente, es que se veía demasiado atractivo y tierno con sus mejillas ruborizadas.

Habían estado achispados por el alcohol, en algún momento de la noche sintió incluso que podía estar borracho pero cuando el efecto pasó y se detuvo a observarlo bien, comprendía porqué años atrás el hombre que él amaba se enamoró de Taehyung.

Mencionar su atractivo y belleza era innecesario, era un hecho pero bien sabía que él feo no era pero, Jungkook no era alguien que se fijaba solamente en la apariencia de una persona. El carácter de Taehyung era muy fácil de llevar, un hombre cariñoso, alegre aunque con notable carácter fuerte. Se veía una persona dominante pero no avasalladora, alguien que sabía cómo colocar todo en una buena balanza.

Su sonrisa era hermosa, la silueta de su cuerpo también. A la hora de bailar se dejaba arrastrar por la música al igual que él, creando siempre que se unían una excelente sincronización. Llevaba muy bien, cada vez que sostuvo sus caderas o cinturas el toque se sintió conocido, placentero. No parecía llevar fragancias fuertes pero desde el momento que lo saludó su aroma le resultó agradable.

+++

Estando aún en China, había recibido la noticia de que finalmente fue ascendido. Luego de tanto, ahora era el nuevo director general de SIA pero. ¿a qué costo? No podía negar que una parte de él se sentía satisfecho con su trabajo pero no feliz. No podía estar feliz cuando hacían sólo hora su pareja, el hombre que amaba y con quien planeó todo su futuro, su vida, había terminado con él.

Casi terminando de hablar con Taehyung, revolvió todo, moviendo cielo, mar y tierra para lograr cambiar su pasaje. Necesitaba volver a Corea del Sur cuanto antes y lo logró. Aterrizó en el aeropuerto de Incheon a las cuatro de la mañana y de ahí fue volando hacia su casa. Necesitaba verlo, conversar con él y arreglar las cosas, mas, cuando entró en su apartamento, este se encontraba completamente vacío.

Tenía claro que por ser el último día del año él iba a salir pero esperaba que para esa entonces ya se encontrara de regreso. Siguieron pasando las horas y no había rastro de su pareja. Intentó llamarlo pero su teléfono seguía ocupado y aunque apenado, terminó marcándole a sus suegros para saber si había ido para allá.

Registró cada rincón con el temor de que se hubiera ido de la casa pero todo estaba en su sitio, no había rastro del menor de los cambios. Fue un alivio y suspiró un poco más tranquilo pero la opresión en su pecho no se disipó.

Lamentaba sus necedades y quizás lo que peor lo hacía sentir era el hecho de que no podía ser absuelto de su error cuando no se arrepentía de corazón. Estaba molesto por no haber balanceado su vida profesional y personal correctamente pero no por luchar, por alcanzar sus metas y sueños.

Ese era su mayor temor, que Taehyung viese a través de él. Y se molestase aún más por darse cuenta de sus pensamientos. Quería recuperarlo, mejorar todo pero, eso no significaba que fuera a dejar de trabajar.

El sonido de las teclas en su puerta lo hizo alzar la mirada. Había estado sentado en el sofá mordiendo sus cutículas cruzado de piernas pero ahora se levantaba ansioso para recibir a su pareja. Bueno, ex y futura pareja.

— B-Buenas. — Musitó Taehyung cuando lo vio frente a él.

Por el atuendo que llevaba era claro que llevaba la misma ropa de la fiesta pero no olía a él. Frunció el ceño algo incómodo pero lo ayudó a pasar comprobando la hora en su reloj. Las seis de la tarde.

— ¿Dónde estuviste hasta esta hora? Llegué a casa casi a las seis de la mañana pero no estaba, tampoco pude llamarte.

Todo se sentía raro, era extraño hablar tan cuidadosamente con quien hasta hace algunas hora fue su pareja. La confianza y el conocimiento mutuo estaba ahí pero aún así el trato iba desde "no ha pasado nada" hasta "somos desconocidos". Estaban distantes pero aún así interactuaban cautelosamente.

— Ayer bebí más de la cuenta, terminé en casa de Hoseok. — Comentó colocando su abrigo en el clóset del pasillo para caminar hacia el baño.

Sin embargo, Jungkook quedó completamente frisado en su sitio. Sentía ya el agua de la ducha correr pero él seguía sin poder moverse. ¿Qué fue eso? ¿Por qué Taehyung le acababa de mentir de esa forma?

No hacía ni una hora que Hoseok se había marchado de ahí, pues había llegado a visitarlo para saber cómo seguía después de recibir un mensaje de que terminaron. Evidentemente no estuvo con él hasta ese momento, no se fue a dormir a su casa pero le había dicho lo contrario.

Ellos podían pelearse por cualquier cosa pero las mentiras nunca fueron parte de su relación y eso le hacía preguntarse si verdaderamente habían llegado al final de esta.

Para cuando el castaño salió del baño, él estaba preparando la mesa para comer algo juntos pero, no le dijo nada. Se detuvo en la cocina y lo miró con el ceño arrugado.

— ¿Qué haces?

— Había cocinado algo para los dos, lo meto en el microondas en en cinco minutos estamos comiendo. — Contestó el pelinegro regalándole una sonrisa. — ¡Siéntate?

— ¿Por qué haces esto? — Cuestionó serio. — ¿Por qué actúas como si todo siguiera igual entre nosotros? Sé que todos los años de relación que llevamos no se cierran con una llamada telefónica, debemos sentarnos y decir lo que tengamos que decir pero no actuar como si no hubiera sucedido nada. Haces siempre igual, finges que todo está bien aún cuando sabes que no lo está.

— Hey, solamente cociné algo porque tenía hambre y sabía que estabas igual. No estoy pretendiendo que nada ocurrió, simplemente,,, — Dejó los vasos sobre la mesa y se apoyó en esta cerrando los ojos con fuerza. — Por favor, no nos hagas esto.

Los cubiertos quedaron amontonados en la mesa mientras Jungkook los sostenía apoyada en ella, bajando su mirada buscando regular su agitada respiración.

En su trabajo era un pensador independiente, atrevido y seguro que no temía exponer sus ideas aunque causaran controversias. Podía decir lo que quería, mismo si lo tildaban de excéntrico porque él no de adhería al estigma de la conformidad. En las cuestiones que le parecen importante siempre se pone de pie, haciéndose tener en cuenta a cualquier precio. Sin embargo, no era tan fácil en esa situación.

De algún modo él no se sentía capaz de lidiar correctamente con esa situación porque no estuvo preparado para ella ni le resultaba fácil actual lógicamente o por impulso cuando su vida y corazón estaban en riesgo.

Dio por sentado su relación, que Taehyung formaría parte de su vida hasta que se hicieran viejos o mínimo hasta dentro de muchos, muchos años. Porque si bien no creía en los para siempre o vivieron felices eternamente, sí creía en su relación con él, en los cimientos que creyó haber creado en conjunto y los profundos sentimientos que tenían por el otro.

Su mirada se encontró con la de quien fuera su pareja hasta hacía casi nada y no podía descifrarlo. Esperaba ver en su mirada un rastro de duda, que estuviera sopesando la idea de retractarse o cambiar lo que dijo pero no había nada de eso. Lucía seguro, distante y hasta cierto punto, avergonzado porque la forma en la que empuñaba su mano, bajaba la mirada y humectaba sus labios dejaba claro que algo lo avergonzaba. Lo único que pedía es que la causa de su vergüenza no fuera él o la relación de ambos.

¿Podía el amor de ambos desvanecerse tan repentinamente?

¿Realmente había descuidado tanto la relación al punto de no notar cuando la llama entre ambos fue disminuyendo?

El castaño simplemente se volteó y desapareció por el pasillo yendo a su habitación sin decirle nada más. Sin mirarlo, sin molestarse...

Todo lazo de amor queda deshecho en el instante en que uno de los dos plantea o piensa en una ruptura, con tan solo darle una posibilidad, significaba que muchas cosas habían acabado, entre ellas, la relación. Jungkook siempre se planteó esto en su cerebro y antes siquiera pensar en esa palabra que pareció no ser necesitada jamás en su vocabulario con su pareja, prefería buscar formas de mejorar la situación. Ahora, que era el contrario quien la pensaba, no sabía cómo reaccionar.

No podía permitirlo, no así, no cuando ellos aún se amaban. Sí, era posible que el amor no fuera suficiente o todo lo que mantenía una relación compacta y sólida pero sin lugar a dudas era algo único y primordial para sustentarla, para esforzarse para hacerla crecer.

Ignorando el aviso del microondas que avisaba que la comida estaba finalmente calentada, el pelinegro peinó su cabello con los dedos y caminó hasta su habitación, quedándose helado en la puerta cuando se dio cuenta lo que hacía Taehyung.

Este caminaba de un lado a otro con percheros y prendas de ropa, sobre la cama de ambos dos grandes maletas yacían abiertas y en el piso otra de menor tamaño. Sus planes eran claros, incluso sin necesidad de decir nada todo estaba dicho pero aquello no se sentía bien para ninguno porque, aunque estaba decidido a irse, su pecho no dejaba de doler ante la idea de no volver estar junto al hombre que amaba.

Sin poder entrar, con piernas que carecían de fuerza para sostenerlo y manos trémulas que se aferraban a la puerta, lágrimas corrían por los ensanchados ojos del azabache. Sus mejillas enrojecidas tanto como los labios que perdía entre sus dientes.

Claro que sintió su presencia, no necesitaba mirar directamente a la puerta para darse cuenta que Jungkook estaba allí pero no podía mirarlo, de lo contrario, flaquearía. Pudo moverse ampliamente dos veces, dos vueltas cargado de ropas que ni siquiera diferenciaba bien si eran de su compañero o suyas, antes de que tropezara con la maleta y cayera al suelo con varia de ellas.

Maldijo internamente, golpeó el suelo con una de las camisas y exhaló para volver a ponerse en pie pero, fue abrazado en ese sitio sin poder moverse. El pelinegro se había agachado y estrechado con fuerza entre sus manos ocultando su lloroso rostro en el cuello.

Era un grito de ayuda, una tácita petición de que permaneciera a su lado que no podía ignorar como quería. Solamente podía sentir como la nariz presionaba su piel, como lloraba cual niño pequeño abrazándolo con fuerza.

— N-No me dejes Tae, no te vayas. — Rogó en un susurro haciendo que todo el tensado cuerpo del castaño se estremeciera, obligándolo a controlar sus lágrimas. — No somos dependientes del otro pero somos vitales, yo no puedo vivir sin ti en mi vida, sin el sentimiento que crece en mí cada vez que me duermo o despierto en tus brazos, sin verte o besarte. Nosotros somos cuerpo y alma abrazados sin separación desde el momento en que comenzamos a salir. Estás tatuado en mí, ¿cómo pretendes que te deje ir?

— Kook, por favor. — Intentó componerse pero su voz seguía estando quebrada. Batallaba con sus propios brazos que querían abrazarlo ceñirlo más a él pero, no podía, por muchas razones no podía hacerlo. — Te pregunto lo mismo que hace algunas horas. ¿Qué caso tiene seguir en las mismas? Terminaremos haciéndonos daños y creo que es mejor poner un punto final antes de que eso ocurra.

— Yo nunca he querido hacerte daño.

— Lo sé pero lo haces. Cada ausencia, cada promesa que se quiebra, cada lágrima que derramo me daña. Mis gritos mis molestias, egoísmo e incomprensiones son algo que te dañan. Quizás algún día nuestras vidas vuelvan a cruzarse, cuando sea el momento de estar juntos. Puedo que tal vez no sea así y hayamos gastado todo el tiempo destinado para nosotros pero, si una cosa es segura es que debemos ponerle punto final a esto.

— ¡No! — Exclamó buscando centímetros de distancia para tomar su boca.

Mordió sus labios y sin autorización se adueñó de ellos y su interior. Hubo una breve resistencia al comienzo pero entre ropas, maletas y lágrimas que derramaban en el suelo mientras se besaban, se fundían nuevamente como si aquello enraizara nuevamente sus deseos de permanecer juntos.

— Dime qué quieres de mí, qué quieres que te dé y te lo daré. — Musitó separándose, dejando un pequeño hilo de saliva mientras sostenía su cabello y contemplaba ese maravilloso rostro.

— Te lo he dicho de tantas formas, no sé cómo explicártelo una vez más. No quiero que hagas lo que yo te digo, quiero que te nazca hacer las cosas. No quiero exigirte que vengas a casa temprano, quiero que salga de ti el decir suficiente trabajo por hoy y venir a casa. — Expresó a fragmentos, sintiendo su cuello ser devorado de una forma que solamente él podía.

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¡Feliz año nuevo!

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