24 Otros planes
La interpol va a hacer la extracción, la operación ha sido montada y está en marcha. Madeleine pese a que no debía hacerlo nos ha dado todos los detalles sobre la operación, el objetivo principal de interés son los rehenes y por supuesto la esposa de Gonzáles, que tiene la sentencia marcada en la frente.
Con la excusa perfecta viajamos a Argentina mi país, a visitar a mi familia, pero sobre todo a estar cerca de Madeleine a quién la agencia puso a cargo del equipo técnico que lleva adelante la operación. Demás está decir que ni siquiera disfruté la estadía en mi país con mi familia, las presenté y nos marchamos a hospedarnos lo más cerca posible del centro de operaciones. Los objetivos van a ser movidos por el río Uruguay, pasando la triple frontera y llevados a Montevideo-Uruguay dónde un barco de carga de contenedores los va a transportar.
—Hoy es el día -digo.
—Lo es —me responde Maddy, mientras le arreglo la camisa en el saco—. Amor todo saldrá bien, el equipó táctico está listo, la operación se ha ensayado —me toma del rostro para que la vea—. Recuperaremos el anillo y todo saldrá bien.
Acaricio las solapas de su traje, ella se agacha un poco y me besa, Aida entra a la habitación y le pasa su arma y las credenciales, suspira y se acerca a besarla también para desearle suerte. Se va y quedamos a solas con la pelinegra, la miro y camino hacia el balcón para tomar aire, hoy el día está caluroso, húmedo y pesado, había olvidado el clima de mi propio país, vuelvo adentro algo transpirada, no sé cómo hace Maddy para aguantar el traje. El aire fresco del aire acondicionado me golpea y deja que respire, pero aún me siento asfixiada. Me siento en la orilla de nuestra cama, y ella se sienta a mi lado.
—Todo saldrá bien, Maddy es la mejor en lo que hace.
—No tengo dudas de que es la mejor, solo me gustaría que está sensación se quitará, llevamos casi 10 días del plazo que ella me dio.
—Lo sé —apoyo mi cabeza en su hombro y ella me besa la coronilla acariciando mi espalda.
—Nunca te lo he dicho —tomo sus manos entre las mías—, pero te admiro, Aida y te quiero pedir disculpas, porque en nuestra relación eres quién más lidia con todo, con el diagnóstico de Maddy, con mis inseguridades y muchas veces caprichos, desde el inicio has sido quién ha mediado entre nosotras, y no te lo reconozco lo suficiente. Gracias mi amor, por todo lo que eres y lo que haces por nosotras. Sobre todo por tenerme paciencia.
—Suena cómo una despedida.
—Solo estoy señalando algo que nunca te había destacado —suspiro y la veo, colocando un mechón de su cabello tras su oreja y ella cierra los ojos—. Te amo, Aida, las amo tanto que te juro que en toda mi vida, he amado tanto a alguien cómo las amo a ustedes. Quiero que cuándo salgamos de esto —acaricio su labio inferior con mi pulgar—, sean mis esposas —ella abre sus hermosos ojos verdes de repente—. Se los pediré formalmente a ambas —suspiro y acaricio su brazo—, pero quiero que los sepas.
Me besa sin decir nada más, toma mi rostro con suavidad, y cómo es ella me besa con amor y delicadeza. Nos separamos algo agitadas y con los labios hinchados, nos miramos fijamente a los ojos.
—Encantadas seremos tus esposas.
Siento su aliento demasiado cerca de mis labios, le regalo otro beso corto y me levanto apartándome un poco de ella, quiero arrancarle la ropa y no es el momento para esto. Un golpe en la puerta, me termina de despejar de la neblina sexual que se instaló en mi mente.
—¿Les gustaría ir por un café? Y ya es hora que pruebe los alfajores y el dulce de leche -dice Griselda del otro lado de la puerta señalando a Aida.
—Estamos esperando que...
—Lo sé, pero eso llevará horas y no les servirá de nada estar encerradas aquí estresadas e intranquilas. Por cierto mi abuela les manda esto —me da un tupper—, soy latina quiero el tupper de vuelta —entorna los ojos antes de soltarlo-. Es choco torta.
—Gracias —lo meto en la heladerita de la habitación y al darme la vuelta Aida ya está afuera conversando con ella muy animadamente— Entonces vamos.
Volvemos al hotel justo a tiempo, para ver a Maddy llegar también, sin el saco puesto, con en cabello tomado en una coleta y una expresión seria y cansada, nos miramos con Aida, siento que algo no va bien, Griselda a punto de irse, es detenida por la rubia y subimos a la habitación.
Abre la heladerita ve el contenido, le digo de que se trata y lo deja en la mesita del juego de living, junto a una botella de coca cola.
—La operación fue un éxito, logramos recuperar a los rehenes, pero su esposa apareció muerta y torturada, atada y amordazada en uno de los barcos —hace una pausa y me mira—, no tenía el anillo puesto.
Me levanto y me agarro la cabeza. Que saliera todo bien era iluso de mi parte ¿Cuándo en la vida real todo sale bien a la primera? Solo en las películas pasa eso. Las tres me miran.
—¿Dónde carajo está el puto anillo? —miro a Maddy.
—Lo tiene él —muerdo mi labio inferior.
—Solo tenemos cuatro días, cuatro. Ya te dejé hacer las cosas a tu manera, ahora las haré a mi modo.
—Alba...
La rubia intenta tomarme pero saco el brazo y la aparto, si tan solo me hubiera escuchado, podría haberle robado el anillo del dedo a esa mujer hace dos días cuándo estuvo comiendo en el restaurant, dos días antes de desaparecer. Me siento en el suelo, y comienzo a hiper ventilar, ellas aunque quieren no se acercan, lo hace Griselda.
—Tienes que ayudarme o matarán a mis sobrinos, por favor —tomo su blusa— ¿Qué saben? ¿A dónde está, este hijo de su puta madre con el maldito anillo de la discordia?
—Está en un hotel en Brasil, de 5 estrellas.
—¿Puede tu gente infiltrarme en el hotel? ¿Y puedes intervenir las cámaras? Necesito un equipo que abra la caja fuerte y...
—Lleva el anillo con un collar en su cuello —agrega Maddy y nos muestra la última foto tomada del tipo.
Respiro y mi cuerpo tiembla de ira, no con ellas, Maddy ha hecho lo que ha podido, estoy enojada porque ahora tendré que acercarme a ese tipo y todo será más difícil. Ellas se acercan despacio, inseguras, sé que me sienten.
—No es con ustedes, es solo que ahora será más difícil.
—Madeleine este tipo, va algún club o antro exclusivo seguramente, la gente de su perfil, frecuenta esos lugares. Será más fácil robar el anillo ahí —sugiere Griselda.
—Suele ir a un antro en río de Janeiro, dónde hacen baile del caño, y se queda en la zona VIP, por supuesto dónde solo accede gente del personal exclusivo. Va cada noche, bebe y a veces, usa las instalaciones privadas para tener sexo.
—Ahí podemos robarle, bueno le vas a robar tú —mis mujeres van a negarse y ella se apresura en agregar—, yo seré la distracción.
—¿Cómo? —le pregunto a mi amiga.
—Necesitamos un anillo igual al que tiene, y que su gente me infiltre cómo parte del staff -mira a Maddy-, seguro que tienen a alguien adentro conocido.
—Griselda... —ellas las mira— gracias —le dicen ambas.
—Esto definitivamente me hace ganadora del puesto de mejor amiga. Necesito un trago —dice moviendo los ojos y el cuello, toma el tupper y le saca un pedazo a la choco torta. La miro mal— ¿Qué? No puedo ir con el estómago vacío. Vayan a comprar el anillo —señala la foto— no tenemos mucho tiempo.
Nunca pensé que cuándo fuera a ver anillos de compromiso, ni siquiera sería para mí o ellas, sino para este asqueroso desperdicio de ser humano. Llegamos a la joyería y le muestro una foto a la mujer del anillo que quiero, lo tendrán en 2 días.
—Veras perdí mi anillo y voy a casarme mañana, era una reliquia familiar, si mi prometido se entera, Dios es capaz de cancelar la boda —comienzo a llorar—, tienes que ayudarme por favor, estoy desesperada —ella me mira con pena y me susurra.
—Quizás puedo convencer al joyero. Ven esta noche a ultima hora, pero el precio será otro, quizás el doble.
—Si me salvas de esta, lo pagaré con gusto, tengo mis ahorros.
—Ven esta noche.
Salimos de la joyería y sacamos los pasajes para mañana a Brasil, no las dejé entrar conmigo, no quería que vieran mi parte manipuladora de estafadora en acción. Voy a sacar dinero del banco en dólares y hago el intercambio en una casa de cambio, pido la mayor cantidad de dinero en montos pequeños, tomo una caja de un basurero y compro una bolsa de regalo en una tienda junto a un vestido sencillo cómo el que llevé para ir a retirar el dinero, el truco es dar la suficiente pena para que la mujer se apiade y me baje el precio, el dinero que tengo ahorrado es para los anillos de ellas, no para esto y no quiero gastar demasiado.
—Debo ir por el anillo esta noche -les digo llegando al café dónde quedamos en vernos- ¿Tienen los pasajes?
—Griselda nos consiguió pasajes y estadía con las identidades falsas que le di —dice Maddy— ¿Sigues enojada conmigo?
Suspiro dejo el vaso de jugo en la mesa, coloco la silla en la cabecera a su lado y la beso. La miro a los ojos y luego beso su mejilla tomando su mano.
—Hiciste todo bien, jamás podríamos haber sabido que la mataría antes. Solo estoy algo preocupada, por Griselda más que nada. Vayan al hotel por favor, yo iré en un momento, tengo que hacer unas cosas primero.
—¿No quieres que te acompañemos? —pregunta la pelinegra.
—No, voy a estar bien y tengo que hacer tiempo hasta ir a buscar el anillo. Las veré en unas horas —las beso a ambas bajo la mirada curiosa de varios en el café, que me pasó entre las dos nalgas—, las amo.
Me voy con Griselda a comprar la ropa que usaremos en el antro de Brasil, vamos a una peluquería y ella tiñe su cabello con mechitas rubias ya que llamará más la atención, cómo si su pechera prominente no llamara ya de por si la atención. Yo por mientras voy a ver anillos de compromiso para ellas a otra joyería, encuentro dos anillos que me gustan demasiado, elijo uno y compro tres iguales claramente, el vendedor me mira extrañado pero no hace comentario y que bien, porque hoy estoy con todas las ganas de ser pedante y la riqueza del español para insultar, es deliciosa.
—Necesito que me guardes esto —ella mira la bolsa—, oye sin mirar.
—¡¿Me compraste el vibrador 20 velocidades pro, de color negro que quería?! —La gente nos mira y me pongo roja— ¡Tranquila te lo voy a prestar!
—Cerra el pico. Son anillos de compromiso, les quiero pedir matrimonio cuándo lleguemos a casa —Ella hace cara de tristeza, pero se repone.
—Una vez yo también compré un anillo de compromiso.
—¿Y qué pasó? —suspira.
—No llegué a proponérselo —intenta cambiar el tema—. Aaaaw que tierna, mi cachorrita —me aprieta una mejilla—. Ahora anda, ve por el otro anillo de compromiso así nos vamos, que me duelen las patas de caminar tanto.
Entro la joyería y hago la mejor actuación de mi vida, saco la bolsa que arrugué y maltraté para que parezca usada, abro la caja de zapatos y cuento el dinero, la mujer se apiada de mí y me cobra lo que habíamos acordado nada más, salgo de ahí con una sonrisa triunfante.
—Te saliste con la tuya, quiero una caja de 12 alfajores Havanna de chocolate negro y tres potes de dulce de leche, de primera marca —levanto una ceja— ¿Cómo te ves mientras te hago una propuesta falsa y pasas vergüenza? ¡Y DE PRONTO UN DÍA DE SUERTEEEEE, SE ME HIZO CONOCERTEEE! —grita a todo pulmón a punto de arrodillarse y le tapo la boca.
—Está bien, loca de mierda —ella me levanta el pulgar le saco la mano y está sonriendo.
—Ahora voy a poder llevar más yerba para el mate. Es un placer hacer negocios. Entonces a dormir que mañana nos esperan las garotas en bikini por la playa y yo si voy a poder verlas -Me encojo de hombros.
—Yo tengo dos almas gemelas que están buenísimas, ni falta me hace mirar.
Me saca el dedo medio.
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