22 El pasado vuelve
En mi vida delictiva hice alianzas, jodí a mucha gente, me metí con lo que ellos tenían, pero tenía siempre algo en claro jamás tomar más que lo necesario. Pero al inicio era obvio que cometería errores y uno de esos fue robarle a la persona equivocada, pero no solo eso, sino que para robarle me metí con ella, fui descuidada y jugué sucio, ella me quería y yo quería lo que suyo.
Robé un anillo que perteneció a su familia por generaciones y quizás si no tan solo no me hubiera llevado ese anillo, si ella no hubiera querido cómo quería a su abuela, si no me hubiera encontrado por la exhibición en el museo, no estaría de nuevo metida en este aprieto.
—Buenos días Alba —escuchar de nuevo su voz hizo que me diera un escalofrío en todo el cuerpo— ¿Ese es tu verdadero nombre o es otro alías? porque Janet Miller, no es tu nombre real.
Estaba tomando un café por primera vez en meses tranquila sin el apuro de tener que ir a algún lado, empecé la universidad estudiando fotografía cómo y cuido a nuestros sobrinos en las tardes.
—¿Qué haces aquí Vera?
La castaña de piel morena se sienta frente a mí, y me sonríe amenazante, mostrando todos sus dientes blancos. Claro que verla me ha conmocionado pero tengo que controlarme o ellas van a sentir que algo anda mal.
—Yo te hice una pregunta primero, responde. Te sorprenderá la clase de mujer que soy ahora, luego de que me abandonaras con el corazón roto, una boda en proceso y me robaras.
—Es mi verdadero nombre.
—Te diría que es un gusto volverte a ver, pero dado nuestro pasado es todo menos eso. Seré directa Alba, quiero lo que me robaste, pero solo una cosa en particular y ya que me siento benevolente, solo quiero el anillo de mi familia.
—No lo tengo.
—Me parece que no acabas de escucharme, quiero el anillo y estoy siendo benévola, todo lo que me robaste vale más que tu patética vida y solo quiero ese anillo de vuelta. Solo tú sabes a quién se lo vendiste, ladrona de poca monta, pero yo sé quién lo tiene y lo quiero, me pertenece.
—¿Quieres que yo vaya por el? —reí ante su estúpido chiste— Estás loca.
—Sí, pero no querrás saber recién en nuestro primer encuentro, que tan loca estoy —mira al mozo de costado y pide un café—. Dime ¿Cómo está Aida o la agente Delacroix? ¿Qué me dices de tu pobre y viudo cuñado o sus dos hijas y el bebé?
—¡No los metas en esto! —digo parándome y subiendo un poco el tono de voz. Varios nos miran y ella sigue tranquila, yo vuelvo a sentarme.
Ella sonríe y asiente, mi teléfono suena, ella ve en la pantalla el nombre de Maddy con un corazón y toma mi teléfono, se lo quito antes de que hable. Tranquilizo a Maddy y seguida de ella me llama Aida, a quién también tranquilizo y le miento cómo a Maddy.
—Ya no estoy en esa vida.
—Pero fue parte de tu vida, tu pasado y volví para cobrarme la factura.
—Ese anillo ni siquiera valía tanto, era una reliquia y...
—¡¿Quién eres tú, para determinar el valor de ese anillo?! —ahora la alterada es ella. Traga y se sienta de nuevo.
—Me lo diste.
—Para que te casarás conmigo, Alba, y siguiera en mi familia. No para que huyeras y lo vendieras, de hecho si tan solo lo hubieras dejado, ni siquiera me habría tomado tanta molestia. Pero ahora lo tiene la esposa de uno de los hombres más poderosos y peligrosos de Latinoamérica. Imagina mi sorpresa cuándo ví esa reliquia familiar en la mano de su esposa —saca una carpeta y me la tira encima de la mesa— Marcelo González, uno de los traficantes de turno más peligrosos, maneja Colombia, tiene redes en Bolivia y está entrando a Uruguay.
—¿Estás segura que quieres el anillo? O solo quieres que él esté muerto para tomar sus territorios.
—El fin justifica los medios, mi familia quiere los territorios, así que si casualmente se muere no les vendría mal, pero yo quiero el anillo. Me lo regaló mi abuela, la única persona que me apoyó y tú sabiendo eso te lo pasaste por el culo ¿Lo vendiste? ¿De verdad Alba? ¿Qué clase de mala persona eres? ¿Tan mierda fui contigo para que me lastimaras así?
Veo dolor en sus preguntas y me siento avergonzada, fui una mierda con ella y realmente no lo merecía. Cuándo la conocí era un amor, me gustaba estar con ella, llegué a quererla, pero no la amaba, a las únicas que amo verdaderamente es a ellas.
—Sé que fui una mierda contigo y no puedo remediar el pasado. Fui inmadura, egoísta y mal intencionada, actúe de mala fe y te pido perdón Vera, de verdad lo siento. Pero yo ya no pertenezco a ese mundo y...
—Me importa una mierda cómo le harás, tienes 2 semanas para poner ese anillo en mis manos. Una cosa más, mi familia queda desvinculada de esto, no quiero que des ni siquiera a sospechar que alguien de mi apellido está atrás de esto. Y si la rubia se atreve siquiera a respirar cerca de los negocios familiares, querer meter a la DEA o intentar encarcelar a alguno de los míos, Hailey, Briget y Caden pagarán las consecuencias, no querrán que un pobre viudo pierda también a sus hijos, sería una tragedia de la que no se repondría. Estoy segura que ellas no te lo perdonarían.
››Una última cosa, antes de que me hagas la estúpida pregunta, el anillo no está a la venta por lo que la única opción que queda es que lo robes, y ya que fuiste tú quien se lo llevó en primer lugar, me parece que lo correcto es que tú lo recuperes. Tampoco se te ocurra que podrás engañarme haciendo uno igual, créeme me daré cuenta. Al final del archivo está mi número, solo quiero que me llames cuándo lo tengas, y después de esto con suerte no nos veremos nunca más. Dos semanas Alba.
Se para tomando su abrigo, se lo coloca con sus anteojos de sol y se marcha dejándome totalmente en shock, tomo la carpeta y voy a la única persona y amiga que tengo y quizás podría ayudarme. Llego a la galería y entro a su oficina, consternada, estoy tratando de contenerme lo mejor que puedo para que ellas no me sientan, pero me está costando más, que no toser en un día de diarrea.
—Griselda por favor necesito que hablemos urgente —le digo a la castaña en español ya que ella también viene de Argentina y entro pálida a su oficina— ¿Conoces a este hombre? —le doy la carpeta la abre y ojea el nombre.
—Es el peor ser humano que ha pisado la tierra, cruel, sanguinario, un mercenario con poder —asqueada la cierra y la aparta— ¿Por qué tenes una carpeta con su nombre?
—¿Te acordas que te conté sobre mi pasado y sobre Vera y lo mierda que había sido con ella? —ella asiente— la esposa de ese hombre tiene el anillo —comienzo a caminar inquieta— que era de su familia y vendí. Lo quiere de vuelta, sin que la involucre, el problema es que si lo hago puedo estar involucrando a mi familia y a la ira de ese hombre, sino lo hago ella va a meterse con mis sobrinos, las hijas de Carter y el bebé.
Finalmente comienzo a llorar, ella se para y me abraza, el celular comienza a sonar, llamada tras llamada que no respondo de ellas, no tardan mucho en llegar al museo.
—¿Qué hago? Solo tengo una opción lo tengo que robar, el anillo no está en venta y no quiero involucrarlas a ellas o arriesgar a nuestra familia.
—No podes no decirles.
—Ya están acá, ayúdame por favor Griselda ¿Qué hago?
—Contales Alba. Te voy a ayudar si querés a tener un plan B, pero tenes que decirles, no te ha prohibido contarles, solo quiere el anillo de mierda de vuelta.
—¡ALBA! —entra Maddy y Aida abriendo de golpe la puerta de la oficina y me ven con los ojos hinchados— ¿Qué pasó?
—Mejor las dejo a solas.
Griselda se va, ellas se acercan rápidamente a mí, a Maddy no se le pasa por alto el detalle de ese archivo pero su primer prioridad soy yo. Me abrazan y yo vuelvo a llorar, no encuentro palabras para decirles que por mi pasado e inmadurez, he puesto en riesgo nuestra familia y nuestro futuro. Esperan que me calme y me miran con preocupación.
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