11 Las quiero
Anoche dormimos las tres juntas por primera vez en esta casa, Maddy me abrazó contra su pecho y yo me sentí cómoda entre sus brazos, Aida se me pegó en la espalda mientras acariciaba la cintura de la rubia, y se me pegaba al cuello por atrás. Tal vez la posición de las tres pudo haber resultado incómoda pero no fue así, yo me dormí cómo cada vez que las tengo cerca casi que de inmediato, en la noche nos fuimos moviendo y yo quedé hecha un ovillo en medio de la cama, dándole la espalda a la rubia que me abrazó y volvió a taparme besando mi mejilla otra vez, me volteé y volví a aferrarme a ella cómo una garrapata
—Buenos días, cariño —Aida está sentada vestida para irse a trabajar en la orilla de la cama y me acaricia la mejilla—. Te dejo el desayuno servido en esta bandeja, yo me tengo que ir ¿Descansaste bien anoche?
—Buenos días —la miro desperezándome— ¿De verdad tienes que irte?
—Sí, cariño —besa mi mano. Hace tiempo que me dice así y no me molesta— ¿Hoy te toca el entre turno?
—Sí.
—Te extrañaremos en el almuerzo, pero te esperaremos para cenar —acaricia mi mejilla—. Si quieres puedes dormir otra noche con nosotras, o las noches que quieras —me sonríe. Le sonrió pero no le respondo.
—Voy al baño, necesito hacer pis —me levanto— ¿De verdad tienes que irte? —ella suspira y asiente, juego sucio y la beso cerca de la comisura de la boca—. Ten un buen día. Te veo en la noche.
—Alba haces trampa ¿En serio un beso tan cerca?
—Si te beso primero sin que esté Maddy, no sería justo —y con la cama cerca hay probabilidades de acabar sin ropa—. Ten un lindo día, cariño —es la primera vez que le digo así, ella se queda con la boca abierta y yo entro a su baño.
—Alba —golpea la puerta—, abre, no seas cobarde —termino de hacer pis, me lavo las manos y le abro— ¿Nos quieres? —siempre se refieren a ellas.
—¿Cómo no hacerlo con lo que hacen por mí? Claro que las quiero, Aida, a las dos.
Aida se toma el pecho, da unos pasos atrás y se sienta en la cama, pestañeando despacio, luego finalmente me mira y yo me preocupo, tal vez le dañé el software o algo
—¿Estás bien? —me siento a su lado, pero no responde— ¿Debería llamar a alguien? ¿Aida?
—Es la primera vez que me dices que nos quieres ¿Sabes lo importante que es eso? —sus ojos se llenan de lágrimas—. Nos quieres cariño, nos quieres.
Coloca su mejilla en mi cuello y me abraza por un momento, entrelaza nuestras manos y sonríe mientras le seco las lágrimas. Su teléfono suena, y es Madeleine.
—¿Está todo bien? Te siento muy feliz y algo conmocionada, por eso llamo.
—Déjame que te pongo en altavoz así Alba te dice lo que me ha dicho a mí.
—Hola, cariño —le digo y ella se queda callada—, Aida está conmocionada porque le he dicho que las quiero a ambas —la rubia permanece callada y luego se escucha un llanto.
—Estoy bien, estoy bien —le dice a alguien— son lágrimas de felicidad, mi alma gemela me está diciendo que nos quiere —okay así suena al tipo de fragmentado, solo falta que diga que soy Patricia—. Nosotras también te queremos, cariño —se seca las lágrimas y el llanto comienza a mermar— vete en Uber te buscamos esta noche, saldremos a cenar —francamente lo que menos me apetece trabajando en un restaurant es salir a comer— ¿O quieres una cita en casa con nosotras?
—¿De verdad quieren salir a celebrar que las quiero?
—Es importante para nosotras, porque eres importante —eso me llena el corazón—. Pero entiendo si no estás de humor, porque tal vez nos van a mirar y...
—No me importa lo que diga la gente —le corto la entrada de pánico y Aida me sonríe—, no tengo porque darle explicaciones a nadie de mi vida privada con ustedes. Pero el entreturno es agitado y prefiero llegar a casa y estar cómoda aquí con ustedes.
—¿Y para celebrar dormirías otra noche con nosotras?
—No abuses Madeleine —Aida se ríe—. Tengamos una cita en casa las tres, vendré directo apenas salga.
Le corto luego de que me hace repetirle 3 veces más que la quería, Aida se acercó besándome cerca de la comisura de la boca y suspirando, con anhelo de más. Yo me voy a trabajar en mi moto, al fin pude comprarme una usada en una concesionaria con mi nombre real, aunque a ellas no les gustó que fuera una moto grande, pero yo no tengo la personalidad para manejar una motoneta, ni la paciencia para el tráfico en auto.
Llego y guardo la moto en el garaje, entro a la casa sacándome el casco y abriendo mi campera, al entrar al comedor todo está a oscuras y no hay ruidos, subo las escaleras y la puerta de su habitación está cerrada, supongo que la cena se canceló y no me llegó el Memo. Me meto a bañar algo irritada, se veían muy entusiasmadas en la mañana por eso y no habían dejado de llenarme de mensajes diciéndome que me querían. Mientras me visto con mi ropa de dormir y el cepillo de dientes en la boca, reviso mi teléfono de nuevo, no me dijeron nada de se cancelaba la cena.
Ofuscada me acuesto finalmente, la puerta de mi habitación se abre, y decido hacerme la dormida, ya no quiero una mierda, si recién se acuerdan, no pienso vestirme para ir a ningún puto lado. Sin ver quién, sé que Madeleine está a mi espalda, se escabulle entre las sábanas y colcha, y me besa el cuello y la mejilla.
—Sé que no estás dormida.
—Sé que nadie me avisó que se canceló la cena.
—¿Quién dijo que se canceló? —volteo a verla y ella se me queda viendo y baja su mirada a mis labios— tengo unas tremendas ganas de besarte la boca —suelta de manera natural— siempre tengo ganas. El día que me dejes, me las cobraré todas —trago despacio.
—Cariño, cómo que la cena no se ha cancelado —eso la distrae lo suficiente para volver en lo que estaba.
—Te estamos esperando abajo con Aida.
Me hace levantarme, me pide que me abrigue y bajamos de la mano, la pelinegra nos espera en el patio con una luz tenue, y velas, hay una olla sobre un trapo blanco y mantel blanco, todo está perfectamente alineado y sé que eso le llevo tiempo a Maddy hacerlo. Aida me recibe con un abrazo, besando mi mejilla y Maddy nos corre la silla para que nos sentemos, las tres estamos cómodas, y nos regalamos caricias entre tanto a los brazos, las mejillas, ellas se acercan y me besan en la mejilla y algunas veces en el cuello.
—¿No habrás pensando que nos habíamos olvidado de algo tan importante?
—Estaba todo apagado.
—Era sorpresa —me sonríe y sus ojos verdes brillan—. Se le ocurrió a Maddy —la miro y beso el dorso de su mano— ¿Te gustó los suficiente para dormir otra noche con nosotras?
Sonrió y tomo de mi copa de vino, haciendo esperar mi respuesta, suspiro y niego con la cabeza, notando la decepción de ambas, si ellas me hicieron creer que se habían olvidado me parece justo jugar un poco con sus sentimientos también.
—Está bien, solo esta noche.
Maddy aplaude feliz, se acerca y me abraza, luego va por Aida y la besa, para volver a su lugar. Me hace sonreír que sea feliz con algo que parece tan sencillo, cómo que yo duerma con ellas, y literalmente solo dormir.
—Nos haces muy felices, cariño —exclama Maddy— ¿Me puedes decir ahora que me quieres? Quisiera oírlo y verlo saliendo de ti.
—Cariños —miro a amabas— las quiero.
Levantamos todo, ellas no me dejan lavar los platos, aunque es lo que corresponde, solo tengo permitido ayudar a Maddy a dejar todo en el lugar, sino va a tomarle demasiado tiempo una tarea sencillo, pero hasta que no queda perfecto ella no descansa. Subimos las tres de las manos con Maddy liderando, Aida en medio y yo al final con una gran sonrisa las tres. De algo estoy segura quiero hacerlas así de felices el resto de mi vida.
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