10 Dudas despejadas
Finalmente pudimos coordinar con Theia y quedar para comer, dado que las tres tenemos horarios complicados, solo ha sido posible vernos el fin de semana, en la mañana para almorzar, ya que es el fuerte del restaurant en la noche.
Madeleine va muy emocionada en el auto, yo voy manejando ahora, y no dejo de morder en interior de mi mejilla y boca. Estoy algo nerviosa por el encuentro y ni siquiera sé bien el porqué.
—Va a ir todo bien —Aida coloca una mano en mi pierna a mi lado.
—Lo sé.
Respiro profundo y estaciono el auto, cómo siempre Madeleine se apresura a abrirnos la puerta, algo a lo que me acostumbre ya que es un hábito que ella tiene y romperlo le despierta ansiedad y hasta malestar físico, así que espero mi turno de abrirme la puerta y en cuanto me bajo me besa en la mejilla. Voy de brazos cruzado y ellas tomadas de las manos a mi espalda, golpeo y es Eva quién nos abre con una gran sonrisa.
—Buenos días, bienvenidas pasen.
—Maddy, ella es, Evangeline.
—Dime Eva, soy Evangeline para quienes no son de la familia o amigos. Pasen Theia está terminando de hacer la comida y Ezra ya baja, desde temprano que le dije que se bañara y recién lo ha hecho ahora. Bueno Aida sabes por tus sobrinos cómo son los niños —la pelinegra le sonríe y me mira, quizás les hablé de ellas—. Amor llegaron las chicas.
Entra Theia al comedor, colocándose un repasador al hombro y sonriendo, le estira la mano a Madeleine y Aida que ya conoce.
—Prima ella es, Madeleine, mi otra alma gemela.
—Es un gusto conocerte al fin, Alba me ha hablado mucho de ti —la rubia me mira sonriendo—, bueno siempre habla de ambas. Bien por supuesto.
—¿Quieren algo de tomar? Serví unos bocaditos antes de que esté la comida, tenemos cerveza, vino ¿Qué más amor? —le pregunta abrazando a Eva— ah jugo, agua fresca.
Yo las veo interactuar pero me quedo fuera del panorama, sé que conocer gente nueva le puede producir ansiedad a Maddy, hay cosas que he ido aprendiendo con el tiempo de convivencia y otras que me ha contado Aida. Finalmente mis nervios ceden cuándo ella se ve cómoda y la siento cómoda.
Nos sentamos en la mesa, Theia y yo tomamos cerveza, Eva y Aida vino rosado en copa y Maddy limonada, con jengibre y menta. Me siento en medio de ambas, Eva frente a nosotras y Theia va y viene. Ezra llama a su mamá y Eva nos deja un momento a las tres.
—¿Te sientes cómoda? —le pregunto a Maddy.
—Sí —me responde con una gran sonrisa—, son muy agradables.
—Genial —es Aida quién me habla al oído sacando un mechón de mi cabello castaño.
—Estás más nerviosa tú que, Maddy, cariño.
—Solo quiero que esté cómoda.
—Lo está —nos miramos fijo y baja su mirada a mis labios, entonces me aparto.
Eva vuelve al comedor y nos ve cerca, entonces sonríe. Ezra viene detrás de ella y al verme corre a saludarme, entonces me levanto a abrazarlo y levantarlo del suelo, aunque está tan alto que casi me alcanza.
—Ezra ella es, Madeleine, mi otra alma gemela.
—Es un gusto, Madeleine —le estira la mano y ella se la estrecha— y que lindo volver a verte, Aida. Mi tía habla muy bien de ustedes —dice mi sobrino con una sonrisa y ellas me miran con felicidad, yo me aclaro la garganta— ¿Quieres ir a jugar afuera? Aprendí cosas nuevas en la escuela de fútbol —miro a las chicas.
—Ve, nosotras estaremos bien. Vamos a conversar con ellas, sobre cosas de alma gemelas y quiero sabe que has hablado de nosotras —tragando grueso sigo a mi sobrino.
Quiero concentrarme, pero no logro hacerlo quiero saber que están hablando. Afortunadamente nos llaman a comer y entramos, las escucho reír y veo cómo mis almas gemelas me miran con amor ¿De qué tanto me perdí?
Al terminar de almorzar, Ezra pide permiso para ir a jugar a la casa de uno de sus amiguitos y se marcha dejándonos a las cinco.
—¿Entonces cómo la vienen pasando? ¿Qué tal ha sido la convivencia?
—Bueno ya teníamos una rutina con, Maddy, pero, Alba se ha acoplado bastante bien a nosotros —la rubia coloca un mano en mi pierna y la pelinegra me acaricia el cabello en un gesto lleno de ternura.
—Aún estamos trabajando los límites y el acercamiento, ya que, Alba solo nos permite estar cerca de ella pero no tan cerca cómo para besarla en la boca, y solo puedo darle cómo mucho dos abrazos en el día.
—Créeme que viniendo de, Alba que odia el contacto físico es muchísimo, has logrado casi que lo imposible —dice mi prima.
—¿De verdad? —pregunta entusiasmada Maddy— ¿entonces soy la única aparte de, Aida a la que dejas que se acerque bastante?
—Sí —digo y doy un trago a mi vaso con jugo de naranja.
—Tengo una duda que quería sacarme con ustedes.
—Pregunta lo que quieras, Maddy —le responde Eva.
—Cuándo, Alba nos acepte y si es que nos acepta, las relaciones sexuales —escupo el jugo, manchando la mesa pero ella sigue hablando— serán igual de pasionales o se sentirán que cómo cuándo estoy con, Aida, también me queda la duda de la duración, porque al ser tres supongo que nos llevará más tiempo y... —me levanto para tomar aire, mi prima va tras mí, dejando a Aida sentada.
—¿Estás bien? —me acaricia la espalda mientras abro la ventana de la cocina y entra una ráfaga de aire— respira —y eso hago lentamente—. Es normal que tenga dudas y que pregunte, no nos incómoda, Alba.
—Lo sé, es solo que ni siquiera las he besado. Tener relaciones está muy lejos de eso.
—¿Por qué no les permites besarte, prima?
—Porque una cosa lleva a la otra y tengo miedo de enamorarme de ellas, Theia no les convengo —mis ojos se llenan de lágrimas—. Ellas tenían su vida resuelta cuándo aparecí yo.
—Tú eras parte de sus vidas, Alba, desde antes de que lo supieran.
—Y ese es el problema, porque este enlace, solo las ha conectado a una persona que es un lastre, no tengo metas, no tengo un propósito, no tengo nada para ofrecerles.
—No digas eso —Aida entra en la cocina y mi prima me besa en la frente marchándose para dejarme con ella— ¿Eso piensas?
—Aida, vuelve a la mesa, ya voy —me seco las lágrimas dándole la espalda —ella me abraza por la espalda y cómo siempre me transmite serenidad y paz.
—Si es lo que te preocupa, te ayudaremos a descubrir cuál es tu propósito, te acompañaremos, te cuidaremos y te amaremos aunque tú no quieras que lo hagamos.
—Aida, por favor —ella se coloca frente a mí y me seca las lágrimas—, están arriesgando demasiado, por una persona que...
—Es nuestra alma gemela —escucho la voz hipnótica de Maddy acercándose a mi espalda—. No te dejaremos, Alba, y cómo dijo, Aida, aunque no quieras te amaremos y apoyaremos.
Aida me envuelve en sus brazos, y me siento pequeña pero contenida, Maddy se acerca por atrás abrazándome y uniéndose al abrazo, entre las dos me dan calma. Me separo cuándo dejé llorar y nos reímos ante la ocurrencia de Madeleine.
—Este abrazo no cuenta cómo uno de los que puedo darte en el día.
—No, no cuenta —me río—. Volvamos al comedor que vergüenza que haya llorado.
—En realidad no nos importa, Theia y Eva también son muy comprensivas. Por cierto, Eva me despejó varías dudas, me alegra mucho haber venido ¿Cuándo podemos volver?
—Maddy, vamos despacio ¿Si? —las tomo a ambas de la mano— volvamos al comedor.
Eva está sirviendo el postre y Theia trae café, aunque a mí me sirve té. Afortunadamente el resto del encuentro transcurre sin tantas preguntas indiscretas por parte de Maddy. Llegamos a casa y cómo hoy me tocaba mi día libre, luego de haber trabajado un mes de corrido, sin un día del fin de semana libre, hoy me toca descansar.
Entro al baño y ellas me esperan sentadas en el sillón, quieren hablar conmigo. Me siento en medio de ambas.
—Queremos pedirte que hoy duermas con nosotras —dice Aida— es solo dormir.
—¿Por qué?
—Solo estaríamos más tranquilas sabiendo que no tienes pensamientos rumiantes en tu cabeza que te lleven a no poder dormir correctamente. Es importante tener un ciclo de sueño saludable, y respetar mínimo las 7 horas de sueño diarias recomendadas.
—Y porque sabemos que ambas te transmitimos tranquilidad —agrega la pelinegra tomando y besando el dorso de mi mano derecha, luego acaricia mi cabello, y de manera automática echo la cabeza hacia atrás y cierro los ojos. Madeleine, coloca su cabeza en mi hombro del otro lado y acaricia mi mano—. No eres un lastre, Alba, no queremos que jamás vuelvas a usar esa palabra, ni ninguna otra negativa para describirte, es más queda prohibido que digas algo negativo de ti. No nos gusta que hables de ti misma de esa manera. Eres nuestra pieza faltante, la felicidad que nos faltaba.
—Nuestro rayito de sol —exclama Maddy y me besa en la mejilla— ¿Dormirás con nosotras esta noche? —Aida no ha dejado de acariciarme el cabello.
—Está bien —suspiro— Ya que estamos las tres, terminamos de ver la serie ¿O tienes que corregir las evaluaciones de la universidad? —miro a Aida.
—Hoy, mi día es para mis mujeres, solo quiero estar con ustedes, lo demás puede esperar.
Ella se recuesta, llevándome hacía atrás con ella y Maddy se acomoda encima nuestro, abrazándonos, yo le acarició la espalda a la rubia, Aida nos acaricia a ambas, a Maddy la espalda y a mí un brazo, y me regala un beso al costado del cuello y en la mejilla, Maddy también entre tanto, se acerca y me besa la mejilla. Estoy comenzando a amar a estás mujeres y recién solo llevo un mes y medio.
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