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El baile de las máscaras parecía ser la cosa más importante del momento en la Academia Nervermore. ¿Y cómo no serlo? Todo lo que había sucedido en años anteriores había sido catalogado como "Lo mejor de lo mejor". Y era obvio que Sinclair no iba a perderse de eso.

Lo único que importaba era llevar tu mejor máscara, no hacía falta buscar pareja para llevar al baile, lo más seguro es que encontraras una entre todo el gentío. Eso lo convertía en una baile ñoño quizás. 

Su máscara era emplumada, montones de plumas castañas asimilaban el plumaje de un búho orejudo. EL cabello rubio había sido pintado al castaño para pasar desapercibida, e iba vestida con un traje bien ajustado a la cintura, de color hueso. Un pequeño moño le apretaba el cuello y un suave olor a jazmín la rodeaba, gracias a su perfume favorito del año.

Sentía las manos heladas, así que no sacaba mucho las manos de sus bolsillos, a menos que fuera para tomar una bebida cada que le diera sed.

Podía jurar, que desde lejos se notaba que era un lobo solitario, después de todo, su disfraz de colores se había deslavado y ahora solo existía su aburrido yo.

Respiró profundo, los olores de todas las personas mezcladas con el sudor de algunos más parecía darle punzadas en la cabeza de vez en cuando.

Tomó su tercera bebida de la noche, su mirada aburrida paseándose por toda la habitación. Las luces verdes eran repugnantes en ese punto y hacía que todo se viera ridículamente oscuro. Se rio de ella misma cuando atrapó ese pensamiento, estaba pareciendo una versión más alta de Merlina.

Sus ojos se detuvieron en otros que la miraban fijamente, tan negros y helados como la noche que se daba afuera del salón. Tragó saliva cuando esa figura comenzó a acercarse a ella. Inconscientemente arregló su agotadora postura y se enderezó lo mejor que pudo.

El perfume de aquella persona era difícil de describir, pero era refrescante, tal vez almizcle. Su máscara estaba hecha en su totalidad de alas de mariposa, falsas seguramente, no cree que un ala de mariposa soportara siquiera el roce de unos dedos tan delicados como los de la mano de aquella muchacha, que por cierto, le ofrecía para invitarla a bailar.

— Permettetemi questo ballo, signorina — Un italiano perfecto la atrajo a aceptar la silenciosa invitación. Su voz era tan atractiva que incluso se sintió afortunada de que la haya elegido a ella entre todos aquellos seres a su alrededor.

La música comenzó tan suavemente, que ella no se percató del momento en que estaban en el centro de la habitación. Aquellas manos tomaron su mano y su cintura, juntando sus cuerpos en un roce puramente sexual. Esos delgados dedos le acariciaron la espalda y los ojos profundos la adormecieron.

La noche que se prometía aburrida y hartante, se estaba transformando rápidamente en una ilusión de excitante amor. Los labios semi fruncidos de su acompañante la hacían parecer exigir algo que ella aún no encontraba.

— Amore mio, se tu sapessi che tra tutte queste persone, io sono l'unico che ti conosce veramente... — La voz ronca le agitó los sentidos, poniéndolos colorados, el aliento tibio fue como poesía, ni siquiera sabía lo que le decía, pero estaba bajo un hechizo — ... Non avresti provato così tanto a fingere di non essere te stesso.

Se sentía tan delicada en ese momentos que solo logró sostenerse de los hombros de la mujer mariposa. Su vestido negro con tonos oscuros de azul comenzaron a tener sentido bajo la luz verdosa. Aquella dama estaba fingiendo ser una hermosa polinizadora pero su verdadera identidad se estaba dando a conocer.

Sintió las uñas de su contraria enterrarse en su cintura, comenzando a aprisionarla contra la pared más cercana del lugar. Nadie parecía notarlas, quizá ya habían puesto alcohol en la bebida y ahora todos estaban tan desequilibrados que no sabían donde estaban parados.

Un beso jugoso la hizo soltar un jadeo. Los labios de la mujer eran tan suaves pero a la vez bruscos, intentando probar lo más que podía del interior de su boca, sintiendo tal vez el sabor de jugo de uva que había tomado antes de aceptar su invitación a bailar.

— Sii chi sei, Enid . Fammi vedere la tua faccia, per favore.

Que su nombre haya salido de aquellos labios hinchados, le provocó un vuelco en el corazón. ¿Cómo sabía quien era?

Sus delicadas manos le tomaron la máscara, acariciándole las mejillas antes de retirársela lentamente. Su cerebro seguía en shock y por lo tanto, su cuerpo parecía estático, quieto como el tronco de un árbol.

La sonrisa estirada de su acompañante le pareció conocida, inyectándole terror directo en la médula. Se removió incómoda contra la helada pared, riéndose como una forma de sacar a relucir su nerviosismo.

— ¿Qué dices? ¿Cómo sabes quién soy?

— Perché io sono il tuo compagno ed è una vergogna che tu mi veda come un estraneo — Su ceño se frunció al recibir, de nueva cuenta, una frase incomprensible en italiano.

— No te entiendo — Su voz salió aguda por el miedo, intentando mover a la chica frente a ella, tomándola por los hombros y empujándola con algo de brusquedad. Una negación y esos ojos negros la hicieron casi llorar.

— Mi dispiace dirti che sei di mio interesse, Enid. E per qualche strana ragione voglio assaggiare la tua carne tanto quanto voglio baciare le tue labbra.

Y después de sus agresivas palabras le tomó por el cuello, ahorcándola y dejándola totalmente desesperada. El dolor en uno de sus costados se convirtió pronto en una sensación de quemadura, su sangre caliente se derramaba en todo su traje. Escuchó el sonido de algo metálico caer al piso de madera, resonando fuerte en sus oídos.

Había sido apuñalada.

— Sólo quiero que seas parte de mi, mi amor. Déjame comerte y guardarte en mis papilas gustativas para siempre — Sus palabras fueron lentas, roncas y extrañamente atractivas, su miedo se convirtió en nada cuando el dolor que sentía fue desapareciendo y sus ojos fueron difíciles de mantener abiertos.

Antes de caer desmayada en los brazos de la caníbal pudo darse cuenta de un par de cosas. Y es que el antifaz que la hacía parecer una dulce chupadora de polen se había derretido para descubrir a una chupadora de sangre, aquella mariposa era en realidad un vampiro. Y ese vampiro era en realidad su amor prohibido, Merlina Addams.

——

Me mama escribir cosas así, por eso me siento orgulloso de haber escrito 'Plum' en su tiempo, que hasta me dan ganas de hacerle una adaptación al wenclair ¿Qué les parece la idea?

El próximo es un plus, no es wenclair pero es entre Pericles y Eugene, espero poder escribir algo decente para que sea de su gusto. Gracias por leer. Apreciaría mucho que contesten a mi propuesta.

Traducción:

*Permítame este baile, señorita

*Amor mío, si supieras que entre toda esta gente, yo soy la única que en verdad te conoce. No te hubieras esforzado tanto para aparentar no ser tú.

*Sé quien eres, Enid. Déjame ver tu rostro, por favor.

*Porque soy tu compañera y es una desgracia que tu me veas como una desconocida.

*Lamento decirte que eres de mi interés, Enid. Y por alguna extraña razón quiero probar tu carne tanto como quiero besar tus labios.

Los amo.

-willy