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Capítulo 2: La ventisca

Más alla del horizonte conocido de las planicies y de las fronteras que dibujaban los mapas de Avalon, estaba Asnaeland, tambien conocido como la tierra de la nieve, colindante al Oeste con Midgard. Cerca de las planicies que daban a las modestas tierras de Zemej, donde yacia el monasterio del mismo nombre, famoso por tener el mayor almacenamiento de libros, documentos y tratados, siendoles confiados asi como tesoros y joyas, dicen unos, en su extensa biblioteca.
Aunque podria parecer humilde el asentamiento de Zemej, era famosa por sus puertos y su pesca, protegido por sus montañas, pastizales verdes llenos de vida, ahora cubiertos por un anticipado manto invernal que solo hacia resaltar la tranquilidad del lugar. Era usual ver a los mozos pastorear o si os parais por los bordes de las ventanas o balcones altos desde lo alto de los peñascos, podria verse el bullicioso mercado donde la gente caminaba y parte del puerto, podrias apreciar sus gèlidas pero tranquilas aguas.
Al ser una buena zona de comercio, no era raro ver distintas razas convivir, digase elfos, enanos, hombres o algun que otro semihumano o criatura diversa pasear por sus calles o aventurarse por campos y parajes, aunque la diferencia racial de estos podria ser motivo de una que otra disputa, nunca pasó de ser una simple discusión o altercado pequeño, puesto que, al final de cuentas, muchos eran forajidos o de huestes similares que sòlo buscaban establecerse, por lo que no pasaba a mayores estas interacciones.
Las crudas condiciones del invierno así como los beneficios que podia proveerles aquellos asentamientos tambien podía porvocar que su deseo de superviviencia le ganara a la testarudez que tenían encima, y para semejante clima y cumbres desafiantes, tampoco es que hubiera demasiado tiempo para pensar en ello si temèis al hombre y la hipotermia, por lo tanto siempre era bien recibida más mano de obra para trabajar, ayudaba que el sistema de leyes impartidas distintas clases de eruditos de aquella zona otorgara cierto nivel de tranquilidad y seguridad, en aras de una coexistencia, no del todo pacífica, pero si soportable y más amena.
Nunca fue una colonia esplendorosa, pero se respiraba el silencio y la quietud, algo meramente valioso para quien anhela despojarse genuinamente de la terrenalidad y el angustioso ajetreo de la gran ciudad. Fundado por distintas clases de colonos, todos de diferentes razas , lenguas y naciones, pero unidos en un genuino sentimiento de camaradería y hermandad, porque todos anhelaban de alguna forma lo mismo y no tenían a nadie más.
Y aconteció que a finales de 935 en ciclos lunares del calendario de las antiguas tribus del valle de Nortfolk; en el letargo de las estaciones, cuando los fuertes arboles habian perdido sus hojas y agonizando cada una de sus flores, cuyos brillantes y alegres colores ahora se escondian en la blancura del manto de la muerte. Arribaron más barcos, pero de él no descendieron los marinos, sino lobos hambrientos, pero de una tez más oscura, casi como si las tinieblas estuvieran descendiendo por la costa, más grandes que la mayoría de las bestias, bien entrenados y más fuertes, entrenados y liderados por licántropos, los cuales habían soltado sus ataduras cadenas, matando a los vigías que muy tarde se dieron cuenta que se trataban de barcos de guerra, por causa de la niebla, y dando la alerta de la llegada de salvajes.
-La fortuna no has sonreído al llegar a tan ricas tierras para disfrutar -Una mujer de largos cabellos negros, no tan joven , pero ataviada con vestidos de guerrera avanzaba por las calles montanda en un carro de los mismos que habían despojado -Huid mientras podáis ¡Estas tierras ahora son de loki! ¡Matad! ¡Tomad y violad! ¡Regocijaos cuánto podáis, hermanos míos.!
Entre tanto,  Fridah, rebautizada así por los monjes de la orden, se limitaba a contemplar desde los rincones de esa gran biblioteca las magníficas fronteras de esa apacible ciudad, porque llamada fue igual que uno de los nombres de la diosa madre, reina del cielo y darora luz, no obstante era el fuerte soplido de los vientos así como el consternar de su mirar, cómo quién no cree o se negase a entender lo inaudito que estaba a punto de suceder.
Si bien, jamás destacó por su belleza o la delicadeza de sus rasgos, siendo considerada físicamente poco agraciada tratándose de alguien de su raza. No obstante. Poseía una mirada gèlida, de cierto modo desconcertante... Puede que llamativa e hipnotizante. Y para alguien reconocida en su mayoría por una extrema delgadez, por esos tiempos os sorrendería saber que se veía diferente, al menos eso juró ella. De curvas un tanto más rollizas, ocultas debajo de sus holgadas túnicas azules, y con un poco más de color y vida en ese altivo semblante.
Y hubiera sido otra tranquila tarde de lectura de no ser porque pequeñas llamas, humo que empezaba a esparcirse. El invierno se acercaba, y también la gran tempestad que lo asecha. No era ningún festival, ya que eso solo se limita en la primavera, pero era algo más.
El fuego poco a poco empezaba a arrasar como olas del mar arrastran las pequeñas hojas que caen en la arena. Esta empezaba a inundar las casa de los pobladores. Estaba ocurriendo una invasión.
-¿Quien invadiría zemej en invierno?- pensó ella para sí. Las descoloridas cejas doblegó, una extraña opresión en el pecho pocas veces sentida la hizo llevar las manos al corazón, mientras qué, y con la otra, de los bordes de esa ventana se aferró. Puso especial atención a la formación e intentó lucidar cada uno de los escenarios, y... puede que a analizar.
Y en otro momento, probable que estudiando las tácticas y estrategias algo más que un placer. No obstante, mientras divisaba a lo lejos como ardían las casas y el humo negro de las hogueras acrecentaba,, al igual que los gritos de los aldeanos, no llegó a ser eso lo que perturbó a los monjes, ni tampoco a la elfa, sino la sola idea de algo mucho peor... Y entonces...
-Escuchad. -Dijo con voz de mando el anciano principal, cuya barba era frondosa, recortada, sin arrugas todavía, pero del pelo ya empezaban a asomarse hilos de plata. Curioso resulta hablar así de un elfo, o bueno, semi elfo, porque no envejecen de la misma manera que se avejentarían los humanos. Por lo que sigue siendo desconcertante brillo de sus ojos, cada vez más opaco, y pese a su belleza, más cansado y desilusionado. Una lágrima fue contenida, reprimida, apretando los dientes, cómo quién ha visto mucho de esto antes.
Pero sin dejar de mostrar una voluntad férrea e innamovible. Pues apretaba firmemente los puños.
Y teniendo en cuenta que tardarian al menos un par de horas, hasta el medio dia, en subir el laborioso y elevado camino al borde el peñasco de la montaña, se había dado la orden de que se formaran grupos para ayudar; el primero era un grupo de sabios que supieran defender, los instruidos en la magia ofensiva formaron filas para la invocación de algunas criaturas de defensa, así como para la reactivación de los golems, que no son más que soldados de piedra encargados de custodiar la puerta y para que los protejan. El segundo grupo salvaguardarian los libros y tesoros más importantes, revisarian reliquias y artilugios ancentrales de aquel lugar, dandose la tarea de catalogar aquellos que serían resguardados en cámaras ocultas o criptas subterraneas bajo sellos malditos, asi como cuales tendrian que ser sacados de allí.
Al final, sería precisamente ese mismo escuadrón guíado por otros sabios que sabían moverse en pasadizos ocultos que los llevarian a la seguridad de aquel lugar, gracias a que el edificio fue creado con la intención de protección, por lo que podría haber sido considerado una pequeña fortaleza en sí misma, era comun que estos tuviera tuneles hechos para despistar a cualquiera que osara en pasar por ahí sin guía. Pues y cómo bien se sabe, fue donado por un antiguo noble, que más que buena voluntad, deseaba favores especial y tener mayor control al estar al tanto de las prácticas en las escuelas del pensamiento. De difícil acceso, al tanto por el camino del centro de la ciudad hasta este, como por el clima.
Así fue cómo llegó a ser tomado por viejos eruditos de distintas razas, se tomaron ciertos retoques para darle más el ambiente de una biblioteca. Con el dinero de ciertas donaciones podían darle mantenimiento al lugar así como conseguir más documentos y articulos que resguardar para su estudio, lo cual también se dieron a la tarea de entender cada rincon del edificio para poder protegerse.
Había dado pues, la ordenanza de salvaguardar los libros y tesoros más importantes, reliquias y artilugios ancestrales de aquel lugar, ya sea dándose a la fuga y escapar lo antes posible, los objetos que no se pudieron llevar fueron puestos en las criptas subterráneas bajo sellos malditos, solamente destruibles a quien se le revelase el cántico antiguo en el dialecto prohibido propio de los primeros nacidos. De este modo los instruidos en la magia formaron filas para la invocación de algunas criaturas de defensa, así como para la reactivaciónde los golems, que no son más que soldados de piedra encargados de custodiar la puerta y para que los protejan.
Todos comenzaban a movilizarse, dividiéndose en tres grupos; los que guardaban los libros, los que se dirigían a proteger y los que debían escapabar para poder continuar con sus historias.
Los jóvenes que no tenían alta proficiencia a la magia o eran muy novatos para hacer conjuros tan complejos, ayudaron a salvar y guardar la mayoría de los textos sagrados, estos eran examinados para ser preservados, así cuando todo estuviera tranquilo, podrían regresar por esos esos artículos y moverlos con más tranquilidad en otro lugar, o al menos eso pensaron.
Los más diestros y eficaces en la magia estuvieron conjurando sus hechizos e invocaciones. Varias esculturas de piedra que serían consideradas burdos montículos de roca empezaron a tomar forma como de hombre con un tamaño cercano al de una casa, estos empezaron a moverse, algunos afuera para atacar a los invasores y otros eran puestos para defender las puertas para evitar que entraran. Otros invocaron pocas criaturas como lobos y jabalís para tener más números de ataque.
Mientras el grupo más pequeño, empezaba a empacar, para poder salir y preservar los tomos de libros, así mínimo podría salvaguardarse el patrimonio del lugar.
La elfa, siendo ella de los más diestros criomantes, le fue encomendada la tarea para la que se le encomendó de ser guardiana, tal y como en el bautizo se le nombró cómo Fridah.
Y fue así que, caminando por las hileras semivacías y desordenadas de la gran biblioteca que de soslayo lo vio...En un atisbo...
Ahí se encontraba, arrumbado entre los últimos estantes empolvados y cubierto de telarañas, un libro extraño y peculiar, aunque no parecía tan sobresaliente, el titulo fue lo que le llamó la atención, hojeó para ver fugazmente su contenido, por lo que, tomando su cetro y el libro, se dirigió corriendo a alcanzar el último de los trineos para poder escapar y salvar su legado
y allí se veía a ella, corriendo por los pasillos a paso presuroso en medio del retumbo de la batalla que ya se había hecho presente en las galeras del monasterio.
Las flechas como el fuego de los invasores se hacían presente en los jardines cercanas al gran edificio, lo que hacía que la huida fuera algo más complicada, así como los hechizos de los magos que así mismo ellos llevaban. Más de una vez tuvo que esconderse tras los pilares, golems de piedra y hielo, o incluso estorbarle a sus hermanos a base de empujones para poder avanzar, y por supuesto que tampoco se salvó de las cortadas o de hecho de que más de una vez alguno la viese o tratase de matarla, y fue su abrigo y retazos de los vestidos que le fueron rasgados, más el libro, ese quedó intacto. Sin embargo pese a esos impedimentos lograba su vida cuidar, de vez en cuando retrocedía, andando siempre encorvada para evitar los ataques enemigos.
Pasó mucho el tiempo en realidad en el que estuvo moviéndose y esquivando, buscando salir, pero los ataques de los invasores, se hacían cada vez más frecuentes y su intensidad aumentaba, entre tanto que el de sus hermanos menguaba.
Fue así que mientras corría, una bola de fuego y de rocas empezaron a caer sobre el lugar, provocado que una de las más grandes cayera cerca de ella, no muy lejos de dónde se hallaban los depósitos de carbón y leños, porque, si bien el edificio fue construido conforme a la labranza de las piedras, tenía varias puertas y marcos de madera, así cómo aceites y candelabros que colgaban. De este modo calleron y las llamas prolferaron y la madera, pese a estar humedecida se incendió, junto con las cortinas y las telas, a causa del impacto de los golems, los escombros llegaron a las piernas de la fémina,, haciéndola caer, lastimándola. No era una herida tan horrible, pero sí lo suficientemente dolorosa para que no pudiera no pudiera correr.
Y pese a la intensidad de los gritos, así como el crujido de las puertas, pudo escuchar en el tumulto las voces de sus hermanos que, como el mar de aullidos que se ahogaban entre sí, hasta formar sonidos inteligibles, intentando dar órdenes de replegarse o retirarse de allí. A decir verdad, no se ntendía nada, pero eso importa poco cuando el ejército enemigo hace acto de llegada. Y allí estaba ella, sola en esa gran e inmensa nada...
Cadáveres la rodeaban tanto de los adversarios, y en el medió como paloma herida yacía la blanca Fridah. Común resulta la vana expresión poética a cerca de la belleza o semblanza del objeto de vuestro amor o genuina admiración, pero si me lo preguntáis, sus ojos eran simplemnete azules, puede que cristalinos, cómo el hielo. Semejantes a los mios.  Y largo su cabello rubio, puede que más claro y platinado, a causa del polvo de nieve, y delgados, cuales hilos de seda, solían colarse bajo la capucha perfilando esos rasgos tan afilados... cómo las águilas, tenía abrazado el libro con una mano, y usando su cetro cómo bastón cogió equilibrio para reincorporar su famélico cuerpo.
Y fue cuando le miró:
Su nombre era Lucian, líder de los halcones negros y uno de los capitanes del ejército enemigo, delgado de complexión; tosco era de hombros, pero finas sus facciones, perfiladas a causa de su oscura media melena, envuelto con deslucidas pieles de liebre y oso. Que más que aportar una imagen de señorío y respeto, tan sólo servían para acentuar el hecho de la suciedad de sus guantes, y el hedor a sangre podrida, en sus ropas de cuero de comadreja.
Lánguida y tambaleante vio como este, cauteloso se acercaba a ella con paso vacilante.
-...La hospitalidad de este lugar es implacable.. - decía con sorna. A lo que algunos más cercanos a su sèquito respondieron con secas risillas, que no hicieron más que volver mayormente incómoda la situación. Mira que recibirnos con tanta calidez.
Natural es el miedo y el terror e instintiva la tendencia a arrastrarse, sin quitar la vista de encima, girar la cintura, no despegandose del libro y buscar arrastrarse. Fue en ese momento que se volvió lentamente a Fridah.
-Oh, pero mira no más, que suerte tenemos - altivo era su semblante, no más que la presunción de su mirar. - Si con nuestra cálida bienvenida estuvimos a punto de quemar lo que estábamos buscando. - bromeó para sí.
Fue cuando intento acercarse, pero Fridah, pero ella apunto su cetro hacia el invasor. Este, otro par de pasos disimuladamente retrocedió, evitando cualquier ataque repentino.
-Tranquila, guardiana - le habló. Su voz era pese a todo, dulce y a la vez socarrona. No quieres hacer algo estúpido... Sólo hacemos una humilde petición, buscamos el libro del canto perdido de los seres antiguos... -
Y mientras este se acercó, Fridah retrocedió, al tiempo en qué con más fuerza el objeto entre su mano apretó...
Muchos podrán deciros sobre la historia de Lucían Olgason, porque hijo de puta fue, porque hijo de su padre nunca pudo ser. Sobre su predilección por la medicina oscura y el arte de los cómicos, el inusual gusto por los venenos y los cuerpos putrefactos de niños muertos. De su imponencia y el aura de intriga y terror que todavía representa al asociarlo con los siervos del culto a Katar. pero yo os digo que en realidad... No era ni por asomo tan alto.
-Tengo entendido que los bibliotecarios son algo reservados, pero no he escuchado nada de ti. Tus compañeros fueron un poco más... cooperativos al respecto -  al contrario era flaco, y no tan buen hechicero, mas reconozco que era muy listo, puede que demasiado para ser humano.     -Me mencionaron que ese libro podría todavía estar aquí, así que... -hiizo una pausa - ¿Podría ser tan amable de decirme donde está el libro, mi señora?
Fridah levanto su rostro, tratando de mantenerse estoica.
-No lo conozco.
-Mmmmh... - con un tono calmado y pensativo mantuvo su distancia, dándole la espalda - Es extraño. todos los bibliotecarios aquí son tan conocedores de todos y cada uno de los libros, rollos y pergaminos presentes acá. Quizás sólo eres alguien nueva. - comentó, suavizando sus palabras, al tiempo en que, dando la espalda se acomodó la capa y andando en círculos, tranquilo y sosegado empezó a rodearla. Un hombre inteligente, buen estratega, ero heredero de la naturaleza caprichosa de su madre. Fue cuando dio una media vuelta para dirigirse nuevamente a ella -  realmente sabes dónde está.
He ahí cuándo la elfa la cabeza agachó y las palabras de un conjuro en la antigua lengua de los sindarin pronunció...
-Oh, veo que estáis algo lastimada... -Por un momento calló. - No os preocupèis, querida. Estoy seguro que uno de mis amigos estará encantado de llevaros a rastras a dónde están los libros... -Agregó- ¿No es así muchachos? -Acto seguido, simplemente rieron. -Ahora ¿Seriaís tan amable de al menos darnos direcciones de dónde podría estar?- e gnorándola por completo, no escuchando sus palabras ya sea porque de su enemiga se mofaba o no pudo oírla para nada, prosiguió en su andanza, acercándose peligrosamente, mientras Fridah el mango del cetro presionaba...
-¡¡¡hrívë mor!!!- exclamó, al tiempo en qué para sí recitó una antigua letanía de los textos sagrados de....  Canalizando consigo gran parte de su ser, y todo en hielo se sumió en menos de un minuto gradualmente la temperatura disminuyó y todo rastro de vida por cincuenta yardas a la redonda consigo se llevó, pues el invierno todo se lo tragó y eran las escarchas de hielo que los cuerpos congelados aún de pie recibió....
Lucian, general al mando, no se dió cuenta hasta muy tarde de la que pasaba, porque peses su conocimiento en magia rúnuca y artes oscuras, nunca fue ni por asomo tan diestro, pero sí su pequeña hermana, Gertrudv, con una rapida reacción, hizo una señal para que se alejaran de ella, gritando, corriendo y agitando frenética los brazos, hacièndose acompañar por los dos hechiceros de su guardia personal, así cómo un lobo y el enano que la cuidaban, haciendo que los pocos hechiceros que los acompañaban,  porque oculta siempre estuvo a la distancia, muy atenta y cuidadosa de su hermano, lo suficiente cómo para adivinar sus deseos y prevenir el peligro, con ayuda de su guardia personal que hizo soñar el cuerno...
No obstante, entre los gritos de victoria y júbilo del resto de sus compañeros, unas macabras risas se escucharon...
Fue entonces que el hielo se resquebrajó, y agrietado, saliendo algo de vapor, un poco mareado y tambaleante pero vivo, el enemigo emergió.
Lo que pasó es que, al sonar del instrumento y comunicando por medio de peculiares movimientos, hizo modificar a los pocos piromantes y artífices de fuego que integraban el ejército, los cuales eran diez, uno por cada quince soldados.. para convocar una barrera de fuego para protegerse. En cambio, la tropa, digamos que los orcos y los goblins estaban un poco más que los hombres acostumbrados a condiciones más extremas y a la falta de calor (eso y portaban pieles, debido a las temperaturas congelantes que alcanza zemej en invierno.
Y no hubo más que el desconcierto, seguido de la expresión de asombro y contracción en las pupilas del General Lucían, luego fue la ira. Pero se recompuso al instante. N
-Oh pero miren nada más! - ¿Gritar? No, Lucían nunca fue de los que gritaban, tampoco de los que estallan, su madre le enseñó a que no existía necesidad. - Otra criomante.... -comentó con sorna- Que linda... luego de tan cálida bienvenida nos quiere refrescar... - una gran sonrisa fue dibujada en su rostro, lo hacía ciertamente un tanto más aterrador.
Entonces avanzo con cuidado hacia la cansada elfa, quien, a pesar de todo, sostenía firmemente el libro y su cetro en sus manos. El hechizo, aunque poderoso y no tan efectivo como ella esperaba, la dejo agotada, la mitad de sus fuerzas de golpe fueron drenadas, para conjurar tan poderoso ataque, ahora la energía de su ser escapaba de ella pero debía mantenerse firme contra ellos.
De rostro tranquilo,pero de actitud altanera Lucian se le acercó.
-Muy bien..., quizás fuimos lago bruscos, pero no tenemos que comportarnos así. Os diré que haremos; vos nos das el libro y mis hombres se marcharán, dejaremos que vosostros se vayan o hagan lo que quieran que hagan con los libros que quedan, pero sólo si van a buscar y nos entregan el libro. ¿Qué me dices, aceptáis?
Y oyendo estás cosas Fridah enfureció, y siendo consiente del valor del peligroso conocimiento albergado en los rollos y libros, con el último ápice de sus fuerzas un hechizo conjuró y en cuestión de segundos el objeto que tenía abrazado a su pecho criogenizó y fúricamente contra el suelo lo arrojó. Este, como el cristal se rompió y arruinado para siempre quedó.
El silencio entonces en ese lugar reinó y el semblante de Lucian palideció; justo en el momento que la elfa, el libro en alto y congelado levantó, el título leyó y resulta que justo el que buscaban destruyó.
-Correcto...-No obstante, la compostura recobró- Dama Criomante.... -con brusquedad del brazo la tomó. Fridah, por su parte yacía completamente agotada, al borde del desmayo,por la energía que gastó - Espero...-un par de risas entre las hordas se escuchó -Imagino que habéis terminado muy exhausta, espero que no os moleste...EL CALOR DE MIS HOMBRES!!!- exclamó. Acto seguido a las hordas furiosas la aventó. Y ay, de ella y en el nombre de Ëru que ni uno de ellos de la pobre Fridah se apiadó; de sus prendas salvajemente, entre todos se le despojó. Y hasta en el éxtasis y el calor del momento a ese humillante acto Lucian se les unió.
A golpes, se le sometió mientras que los otros por sus cavidades cada uno se turnó.
-¡No! -No obstante, se reflejó en los ojos azules de Gertrudv, quién con lágrimas incontenibles, todo esto atestiguó y el dolor punzón su corazón... A abrirse paso entre empujones intentó... Porque corrió con ellos en esa misma dirección... Sin embargo con sus vestidos largos y el hielo resbaladizo tropezó...
-No mirèis mi señora... - a ayudarla un licántropo la ayudó y la cobijó, pero ella se ahogó con Fridah y los otros en el llanto y desesperación.
Y en verdad os digo que entre el frío y el calor para la desdichada elfa sólo prevalecía el dolor, pues ni ser sumergirse en la inconciencia se le dejó, porque a base de estocadas, puntapiés o cortes le daban reanimación....ese día y de esa forma su virginidad perdió.




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