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Cap. 4 - Un amargo descubrimiento

Dos semanas después.

— ¡Ugh! Estúpida Luz, ¡mi ojo sigue irritado y debo ir así a la mansión Blight! —bufó molesta frente al espejo, mientras terminaba de poner un sticker del aquelarre de sanación para que la herida de su tercer párpado deje de arderle.

Los diversos regalos que compró eran para un motivo en concreto, uno con el que ha soñado varios meses... dárselos a Amity, la brujita que la acompañó, durante años, en las etapas de su vida más problemáticas.

Hace unos días Boscha desbloqueó a Amity de sus contactos en todas las redes porque vio que era algo muy inmaduro de su parte, además de dramático, estaba trabajando de a pocos para ser una mejor persona... con ayuda de alguien. Que aunque le pregunten, prefería no responder quién era.

Había pasado casi un mes desde la última vez que pasó el rato con su Blight. Se sentía mal y muy sola sin su compañía cuando acostumbraba a hacer todo junto a ella. Las bromas, las pijamadas; los paseos eran solo un grato recuerdo de lo que hacía el antiguo, ahora disuelto, grupo de "amigas" que tenía en Hexside.

Cada una se fue por su lado. Amelia consiguió novio, Skara entró a una banda y Amity... si no fuera porque la siguió hace un par de días, jamás se habría enterado de que la cambió por estar con Luz y sus amigos.

—Bien, ya llegué.

Cubriéndose su tercer ojo, Boscha alzó su vista a más no poder para presenciar a la imponente residencia Blight. Solo esperaba que no le abran los gemelos, sería incómodo, ya que verlos actuar descaradamente como "perfectos" le daba ganas de vomitar. Obviamente la fachada de ser el dúo "intachable de grandes notas y habilidades mágicas" era lo que se tragaba todo el mundo, menos Boscha al parecer. Ella sabía que en el fondo los gemelos eran un huracán de bromas pesadas y caos, como ella, pero ella no lo ocultaba.

Decidida, tomó una bocanada de aire, memorizó por última vez las palabras que diría e intentó ingresar a la mansión, pero las rejas metálicas de tres metros se lo impidieron.

—Qué raro... usualmente se abren —susurró la peli-rosa, extrañada—. ¿Qué es esto? Nunca lo había visto antes. —Visualizando a un lado, y siendo curiosa, presionó el botón rojo debajo de una cajita con rejillas, similar a un altavoz pequeño.

—Buenas tardes, mansión Blight. ¿A quién busca? —Por la cajita, se emitió una muy forzosa y actuada voz robótica, dirigiéndose a la peliverde—. No se asuste, es un nuevo mecanismo de defensa que mi pa... ¡Digo!, que el señor Alador Blight implementó en consecuencia a los diversos disturbios que hubo en las islas hace unas semanas. Así que volveré a preguntar... ¿Qué quieres?

—Vengo a buscar a Amity para entregarle unos regalos. —Algo nerviosa, abrió su mochila y de ella saca algunas regalos envueltos y lindos moños para enseñárselas. 

Cómo si pudiera verlos.

—Traje sus galletas favoritas, algunas figuras de su libro preferido, así como una que otra flor que le gusta. —Dibujó un círculo en el aire, invocando un hermoso ramo de flores rojas y azules con ojos de distintas tonalidades.

—La señorita Blight no se encuentra en estos momentos. Por favor, váyase y no me obligue a usar la fuerza. Somos dos contra uno y no sería justo —amenazó la voz robótica, que empezó a sonarle un tanto conocida en su forma agresiva de referirse a otros.

—P-Pero le dejé varios mensajes estos días diciéndole que vendría a su casa el domingo —Invocó su pergamino para cerciorarse de sus palabras. 

En efecto, en su chat privado habían más de 20 mensajes en los que le avisaba a Amity que vendrá a visitarla, cómo en los viejos tiempos.

— ¿Obtuvo alguna respuesta? —cuestionó la voz. Si Boscha la viera, apostaría que arqueó una ceja.

—Uhhh... solo un pulgar arriba. —Aunque fue algo seca la forma de contestar de Amity, era un signo de aprobación—. De todas formas, ¿dónde está? No es como que ella sea de salir los domingos.

—No sé, querida. Ella no está y no sé cuándo volverá. Oh, rayos, probablemente ni llegue a casa esta noche —sentenció, temerosa de aquel detalle insignificante que pasó por el alto, el cual podría varios problemas con su madre—, pero si quieres, puedes dejar los regalos. Yo con total amabilidad se los haré entregar.

— ¿No te los vas a comer? —preguntó con total desconfianza, ya sabía de quién era esa voz que poco a poco dejaba de actuar.

— ¡Claro que no! ¿Por quién me tomas? —reclamó indignada.

Aún con cierto recelo, no le quedaba de otra que dejarlos. Dejó su bolso frente a la reja y una burbuja lo encapsuló, enviándola hasta una de las ventanas del tercer piso de la mansión.

—Adiosito, Boscha —despidió la voz, que olvidó apagar el micrófono y se le seguía escuchando, esta vez con su voz normal—. Ufff... enserio que alguien debería de pagarme por lastimar de esta forma mi melodiosa voz

— ¿Melodiosa? ¿Te escuchas cuando cantas en la ducha? —De fondo, se podía como Edric se burlaba de su hermana.

—Cállate y ayúdame a ver lo que hay dentro de este bolso —comentó Emira, mientras metía la mano y chismoseaba las cosas que Boscha trajo—. Vaya, vaya... Que tenemos aquí. Hermanitooo, adivina quién es la mejor hermana del mundo y te compró tus galletas favoritas.

—*Gasp* En serio te quie... Espera, ¿a quién le robaste el bolso esta vez? —cuestionó Edric, llegando por el llamado de la gemela.

—No es robado, es de parte de esa bruja fea que molesta a la pequeña Luz.

— ¿Boscha? ¿Segura que no te reconoció? Esa voz de "robot" que te enseñó Luz no es muy distinta a la tuya.

— Segurísima. Esa tonta bruja de 3 ojos no sabía quién era y... Dime que apagué el micrófono.

—Y para tu información, ¡si sabía que eras tú, Emira! —exclamó Boscha a la cajita, lo suficientemente fuerte como para que no hay necesidad de escucharla por el altavoz porque su voz llegaba hasta la sala dónde estaban los gemelos, que se asomaron por la ventana a verla.

—Y para tu información, ¡tengo galletas gratis! —contraatacó Edric, burlonamente enseñándole la caja vacía.

— ¡Y deja de molestar a Luz y Amity! ¡Eres una bravucona! —añadió Emira, viendo como la peli rosa se alejaba a punta de pisotones.

— ¡Ugh! ¡Son unos tontos gemelos! Demoré varias horas y gasté mucho dinero comprando tantas cosas para que al final alguien más me las quite —exclamó sumamente molesta, vagando sin rumbo fijo por el bosque cercano a la casa de Amity.

Reflexionándolo mejor, porque le hicieron darse cuenta, eso era lo que hacía Boscha a los demás. Se aprovechaba del status de su familia para hacerle la vida imposible a quien sea que se meta en su camino, así le habían enseñado... y por ello a las que consideraba amigas ya no pasaban tiempo con ella. Pero en vez de hacer un mea culpa o reflexionar sobre sus malas acciones, empezó a ensañarse más y más con lo que acababa de pasar 

— ¡Le dije a Amity que iría a su casa el domingo! ¡Hasta la desbloqueé de mis contactos porque... Yo solo... 

Quería disculparme por ser tan tonta y grosera; por sucumbir antes al ejemplo de su padre que sentarse tranquila y ponerse a pensar que sus acciones mal vistas provocaban consecuencias en la autoestima de los demás.

Comenzó a soltarse un poco, aprovechando que no había nadie a su alrededor, diciendo las cosas que venían a su mente en voz alta.

—Yo solo... Aish. No sé en que estaba pensando al tratarla mal, ¡es mi única amiga! O por lo menos lo era, además la única que me entiende... —Igual que Amity, desde muy pequeña fue obligada a pasar el rato junto con otras chicas privilegiadas de la sociedad—. La quiero devuelta a mi lado...

Boscha se sentí horrible consigo misma, y el sentimiento abrumador que se manifestaba a través de un doloso sollozo quema garganta que empezó a emitir era prueba de ello. 

Mal por haber quedado plantada; terrible, porque sus "amigas" ya no querían pasar tiempo con ella, ahora preferían pasear con Luz a quien consideraban mejor compañía. Dañada... por descubrir que era una idiota que alejó a la única persona que la comprendía, la persona a la que amaba, pero no tenía la suficiente confianza en sí para demostrarlo. 

Terrible porque este pequeño incidente con los regalos, si salía bien, para Boscha contaba como una confesión.

Seguía caminando, pensativa y cabizbaja pateando piedras, adentrándose cada vez más en los bosques sin ni siquiera notarlo. Quería estar un rato sola, quería un rato para reflexionar. De pronto, una dulce vocecilla se escuchó a un par de metros, los sentidos de Boscha se agudizaron, sacándola del trance en el que estaba inmersa. Cuando volvió a alzar su deprimida mirada, se asustó, no sabía dónde estaba, las hojas en el suelo y los insectos de tenebrosas apariencias no tardarían en aparecer. 

Nunca se había adentrado tanto en el naranja bosque de las islas. Extraviada estaba, y para colmo oscurecía rápidamente producto del nublado día que pasó. Temía que la lluvia volviera. Pensó en llamar a su madre como única opción, pero... le preguntaría donde había estado las últimas horas. No tenía una excusa. Además, le prohibió salir desde que reprobó el último examen de pociones. Sería una doble muerte segura.

Sin ninguna otra opción fue a buscar algún tipo de apoyo, y como la melodiosa voz se escuchaba cerca de donde estaba, decidió ir por ella a ver si la podían ayudar a ubicarse

Paso a paso se acercaba al lugar de la bella melodía. Sea quien sea, tenía una voz realmente envidiable. 

Paso a paso se le hacía mucho más conocida.

—Esa se oye como... —Agudizó sus largas orejas rosadas hasta llegar al punto exacto de donde provenía el pequeño y dulce canto melancólico—. ¿A-Amity? ¿Qué hace en medio del bosque? —masculló para si, acercándose sigilosamente entre los arbustos.

Sentada en un pequeño tronco seco y con la cabeza gacha se encontraba la peliverde, absorta mientras tarareaba la misma canción que el tono de llamada de su pergamino, pero en tonos menores que reflejaban su desazón. Rodeada de algunas esferas brillantes, la caprichosa luz de la luna irradió con su brillo la zona donde yacía la peliverde, dándole un toque mágico a la escena.

—Eres muy bonita... —Amity susurró, posando una tierna mirada en la pequeña esfera brillante que flotaba frente ella—. ¿Sabes? En otro idioma, tu nombre es igual a la persona que amo —musitó Amity, mientras dibujaba más glifos de luz que adornaban su entorno.

Para ojos de Boscha, este era un ángulo sin duda admirable, que resaltaba aún más la belleza de la menor de los Blight.

El corazón de la peli-rosa iba a mil por hora, su piel se erizó cómo antes. No quería parecer una fisgona, ni mucho menos una acosadora, pero quería acercarse a Amity como de lugar. Así que optó por darle un susto amistoso, en venganza por haberla dejado plantada en la mansión.

—Ya quiero ver su cara de sorpresa —emitió una risilla malvada.

Boscha salió de su arbusto, para rodear a la peliverde y darle un susto por la espalda. Cuando ya estaba a escasos metros de cometer su broma, se detuvo en seco. La razón: Amity empezó a emitir un constante quejido que sobresaltó a la peli-rosa, haciéndole cancelar su misión y regresar al escondite detrás de los arbustos a un par de metros.

— ¡Ugh! Sabía que no podía confiar en mis padres. Primero me dicen una cosa y luego la cambian sin importar lo que yo o mis hermanos pensemos al respecto...—Amity se había levantado del tronco donde estaba y empezó a patear pequeñas rocas, algunas hojas y ramas, descargando un poco su disgusto por la situación en la que se encontraba—. No quiero ni imaginar quien será mi acompañante en la fiesta... Pero ¿y si no asisto? No, me echarían de la casa y no creo que la economía de Eda pueda soportar otra bruja —susurró, barajeando algunas opciones—. Rayos, cuánto deseaba que mi Luz me acompañara.

— ¿Luz? —Fue de las pocas cosas que Bocha logró escuchar con claridad—. ¿Qué? Ahora todo el mundo quiere pasar el rato con la humana. 

Un ligero malestar empieza a surgirle en el pecho.

Un mal presentimiento.

—Quiero que ella... —Con un sonrojo que adornaba sus pálidas mejillas, Amity tomó sus labios, rememorando todos los besos que su novia le regaló—. Debo hablar bien con Luz, ella es lista y seguramente existe alguna opción para que ella pueda ir. Tal vez un hechizo de ilusión o yo que sé.

Sin previo aviso, salió corriendo. Boscha en su inmensa curiosidad de saber cuál es la relación de su crush con la humana, corre tras ella.

"Son solo amigas, ¿verdad?", repetía Boscha en su mente, tratando de calmar un poco su corazón.

Pasados ya unos 10 minutos de seguimiento, Boscha se encontraba exhausta por estar todo ese rato agachada entre los arbustos. Para su suerte Amity, llegó al destino anhelado, una casa en medio de un terreno seco sin arbustos. Ya no podrá seguirla más allá o se dará cuenta de su presencia.

—Qué extraña casa y... Esperen un segundo. —Tomó su pergamino y abrió Penstagram, para confirmar sospechas mediante las fotos dónde salía la morena humana junto a una casa con patas—. ¡Esa es la casa que casi me mata! Esa es la casa donde vive Luz... 

Boscha empezó a divagar en su mente, buscando alguna razón lógica por la cual Amity estaría frente la casa de Luz por la noche. Tomó su pergamino, para volver a leer los mensajes que le envío a Amity hace ya unos días.

.

Hey, Amity

Sé que es raro que te hable, pero... Te extraño, y también sé que suena raro, pero no es broma o algo por el estilo >:C

También extraño tu refrigerador, siempre repleto de comida.

Como sea, siempre pasábamos el rato los domingos en tu casa. No hay trabajos de Hexside pendientes, así que supongo que no tienes nada que hacer ese día. Es algo precipitado, pero iré a tu casa. Necesito hablar contigo... de algo muy importante.

 ¿Te parece bien?

*Pulgar arriba* 

Es la única respuesta que obtuvo por parte de la peliverde

.

—Espero que no me haya dejado plantada por ir a... —Antes de que concluya su frase, la puerta de la casa búho se abrió de un estruendoso golpe, espantándola y obligándola a esconderse mejor entre la flora del bosque.

— ¡Hooty! —exclamó Luz con una notoria molestia, saliendo a ver quién la buscaba con tanta insistencia en la puerta—. Ya te dije que no somos sordas, solo avísanos quien toca la puerta—Hooty asintió, pero Luz ya sabía que seguiría sin hacerle caso. Sale de la casa y cierra la puerta para evitar que Eda, su mamá o Lilith escuchen la conversación con su novia—. Amy, que sorpresa. ¿Olvidaste algo en casa?

— ¿Amy?  —murmuró la peli-rosa apretándose aún más su pecho que empezaba a arder—. Eso quiere decir que Amy ya estuvo aquí antes...

— ¿Olvidaste algo en mi cuarto? —Volvió a preguntar la morena.

—N-No —respondió la peliverde entre tartamudeos nerviosos que se reflejaban al ordenar su cabello por detrás de su oreja—, es solo que quisiera conversar sobre algo.

— ¡Claro!, con mucho gusto —respondió Luz con una desbordante alegría. Alegría que siempre sonrojaba de oreja a oreja a Amity—. Pero ¿tus padres no están en camino? ¿Nadie vino a buscarte?

—Emira me escribió y dijo que mis padres se demorarán unas horas más en llegar. Por lo segundo, ¿qué loco viene a buscarte los domingos? —rió Amity, en una leve risilla sarcástica.

—Una loca que te dejó un mensaje hace varios días... 

Boscha no podía creer lo que veía y escuchaba. La aflicción en su pecho se intensificó. A diferencia de cierta humana o brujas, ella no es tonta. Sabe perfectamente lo que tiene, solo que no quiere aceptar que esos sentimientos sean provocados por perder ante el encanto de una tonta humana.

—Okey, hablemos... ¿por qué no entras?

—Porque... espero un besito antes de entrar —recalcó Amity, mientras se acomodaba su cabello por detrás de sus orejas.

—Eres tan tierna cuando te pones nerviosa... 

De una manera coqueta, Luz se cuelga del cuello de una ruborizada Amity, quien no se queda atrás y envuelve la cintura de la morena con sus brazos para apegarla más a ella y el beso sea un poquito más íntimo

—Oh, Amy, pensé que no podíamos besarnos en público sin que te desmayaras.

— ¡Me voy a desmayar! —exclamó la peli verde, moviendo ambas manitos en su rostro para refrescarlo y bajarle el tomatismo—. Imagínate que alguien conocido nos vea y mis padres se lleguen a enterar. —Las únicas personas a las que Amity les confió el secreto fueron a sus hermanos, así como Willow y Gus

—Pero está ocasión es inofensiva. Estamos solas, nadie nos está espiando o algo por el estilo.

—No exactamente. Hoot, hoot —ululó pesadamente Hooty, interponiéndose entre Luz y Amity; esta última, sino fuera por Luz, ya habría quemado vivo al pobre búho.

— ¡Búho apestoso! —gritó Amity. El rostro regresó  en el tiempo tres segundos, y otra vez brillaba en un rojo en una mezcla de enojo y vergüenza—. ¿¡Por qué no te vas a mirar a otro lado?! A ver si encuentras algo más interesante que fisgonear

—Hoot. Lo hago, pero solo encuentro tristeza...

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