Cap. 2 - La mudanza
—Mamá... ¿y si vienes conmigo a las islas?
— ¿Q-Qué? —expresó Camila con incredulidad.
— ¡Ven a las islas conmigo! —De la emoción, Luz no se midió y empezó a saltonear en la cama—. ¡Piénsalo! Podremos ver lindos paisajes, ir a Hexside en el día de padres e hijos. ¡Podrías conocer a mis amigos! Haremos magia, ¡juntas!
—Luz... —Intentó tomar a su hija de los brazos para que se tranquilice, pero la menor era demasiado escurridiza y tan llena de hiperactividad que le era imposible—, creo que...
La tierna carita de felicidad de Luz la presionaba más a apurar su decisión, una que no rompa su corazón, el de ambas.
—No lo sé... es algo repentino. No puedo dejar mi trabajo así porque sí. ¿Qué pasará con tus estudios?
—Si mencioné que voy a la escuela de magia en las islas, ¿verdad? —dijo Luz, tomando su celular y mostrándole una foto del imponente castillo de las islas que se hacía de casa de estudios—. Además, siendo sincera, ser bruja es mejor que acabar de profesora por estudiar 5 años en una carrera de ingeniería. Tengo todo lo que necesito está en las islas, mamá... solo faltas tú.
"Empezar de nuevo en un mundo mágico, desconocido, raro, espeluznante, desconocido y con tiernas criaturas que botan arañas por su boca". Cada palabra que pasaba por la mente de Camila le generaba más dudas acerca del modo y calidad de vida en esa tierra de fantasía.
— ¿Qué tal es la comida? —preguntó con una ceja en alto.
—Comestible —respondió Luz vagamente. Mentirilla, ya que comer tentáculos y zanahorias con ojos desanimaría totalmente a cualquiera.
—¿Hay hospitales? —continuó la mayor.
—Tenemos hechizos de sanación. —Mostró otro glifo del aquelarre de sanación, que curiosamente escondía en su cabello.
— ¿Bomberos?
—Tenemos hechizos de agua... creo —susurró eso último. Supone que sus glifos de hielo pueden llegar a ser agua.
—¿Qué tan buena es la seguridad y los policías?
—Los guardias son muy estrictos, más que todo con los criminales como E... —Con una boba expresión dibujada en su rostro, Luz casi hecha las cosas a perder al casi mencionar la difícil situación en la que se encuentra Eda y la ley—. Sí... policías buenos —balbuceó.
— ¿Segura que no nos pasará nada?
Insegura, era la palabra que definía Camila en estos momentos; alegre, era como se detallaba el corazón Luz ya que la pregunta en cuestión de su madre le hizo entender que quería intentarlo.
— ¡¿Sí vendrás conmigo a las islas?! ¡Sería el mejor regalo de 15 años del mundo!
— ¿Entonces ya no quieres más de esos mangas en blanco y negro? —burló Camila, actitud que hizo reconsiderar a Luz sus palabras.
— ¡Sería el segundo mejor regalo de 15 años del mundo! —aclaró la menor—, pero no tienes porqué quedarte para siempre... podemos intentar unas semanas y de ahí tomar una decisión que nos haga felices a todas —añadió barajeando algunas opciones, pero en fondo sabía que unos días en las islas serían suficientes para que muerda el anzuelo—. Además, sino me equivoco, tus vacaciones están por llegar, puedes pedir algunos días de descanso para adelantarlas.
—Uhmmm... —Hace una pequeña pausa para meditar, tomándose el mentón al ser contagiada por el optimismo de su niña. Además, su mente y corazón se pusieron de acuerdo en algo: "no perdía nada"—. Tal vez lo intente... Lo tomaré como unas vacaciones y pediré permiso en mi trabajo.
"Para que pedir permiso si nunca te querrás ir", pensó Luz luego que la malicia se apoderada de ella.
—Pero ¿dónde me hospedaré y de donde sacaré el dinero para la comida y demás?
—¡Estoy segura qué Eda aceptará que nos quedemos con ella! —exclamó emocionada, señalando la puerta donde sabía que chismoseaba junto a la peliverde de sus sueños—. Ella me dijo que haría lo que fuera para que estamos todo juntos, aparte que su puesto de cosas humanas se iría a la quiebra sin mí.
— ¿De verdad dijiste eso? —susurró Amity aguantándose las inmensas ganas de reír.
—Tal vez haya estado ebria -—Se excusó la mayor cruzada de brazos.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Camila. La idea de que Luz tenga a alguien que la ame y cuide tanto como ella la hacía entrar más en confianza. Aunque, claro, deberían tener una o dos charlas serias para que ambas se disculpen por gritonearse.
La propuesta le empezaba a sonar tentadora, muy tentadora. No perdía nada al intentarlo, y no tenía familiares cercanos desde la muerte de su madre hace ya varios años. Nada de amigos o pareja, solo compañeros de trabajo que a duras penas recordaba sus nombres, ya que, al ser una enfermera que trabajaba para el Estado, la derivaban a diversos centros de labor por variados periodos de tiempo, lo cual dificultaba el relacionarse con personas, peor aún tener pareja sin que Luz se metiera y la asustara.
—Mija... —Hizo una ligera pausa, y Luz no tardó en ponerse nerviosa luego que su madre ponga una mano en su hombro y levantara una ceja de sospecha—. Antes de continuar necesitamos hablar de tu "temita".
—N-No veo ningún tema pendiente —manifestó Luz, enterrándose rápidamente en las sábanas.
—... Hablemos sobre tu amiga. —Recibió un pequeño golpecito de un pie de Luz para que se corrigiera—. Es decir, pareja, novia... bruja. Me refiero a Mity.
—Soy Amity... —aclaró la peliverde golpeando levemente la puerta.
—Siempre olvido que están ahí —susurró Camila, visiblemente incómoda al igual que Luz, solo que niña le añadía toques de nerviosismo. La idea inicial era ir de a pocos, pero como se fue de cara al peligro, como siempre, tiene que afrontar esta vergonzosa situación a solas—. Mija, prometo que no te diré nada malo... Cuéntamelo con confianza, quisiera saber cómo te diste cuenta que te gustan las chicas.
—Ahora que lo pienso, ¿qué le hiciste a mi niña, Blight? ¿Hechizo de amor prohibido o algo así? —preguntó Eda con sarcasmo en un tono bajo de voz, burlándose un poco de Amity.
—No estoy segura de cómo decirlo... —Luz aún no tenía claro cómo fue que, sin darse cuenta, ya estaba enamorada y en una relación con la peliverde—. Amity es una chica increíble... siempre está dispuesta a ayudarme. Es inteligente, b-bonita, tierna, como un michi que mueve sus orejas. La sola idea de pasar tiempo con ella me fascina y s-solo puedo...
Hablar bonito de tu novia frente a tu madre no era tan fácil como lo pintaban algunas novelas, ahora Luz lo entendía. Las mejillas y orejas de la pequeña se tiñeron de un notorio color rojo, síntoma de un *Bisexual Panic* que no pasó desapercibido por Camila.
—Amy puede ser algo fría con las personas que apenas conoce. También es un poco presumida y gritona, aparte de enojona y... y... Ay —Luz llegó a su tope emocional y se detuvo en los halagos de la Blight, de lo contrario se desmayaría con el rostro hecho un tomate—. Y... bueno, ¿q-qué opinas?
—¿Qué "qué" opino? —Camila arqueó una ceja, enfatizando gravemente en la pregunta. Actitud que erizó las orejas de Amity detrás de la puerta—. Opino que se ven muy adorables, y que son muy valientes.
— ¿E-Eso crees?
—No importa el género, mi niña... sigue tu corazón. ¡Yo te apoyaré! Lo mismo para ti, Mity. —Dichas palabras removieron el corazón de Amity que escuchaba atentamente y por primera vez las amorosas palabras de una madre a su tierna hija—. El amor es lo más hermoso que te puede suceder. Habrá momentos dulces y amargos, pero sé que podrás resolverlo junto a la persona que esté a tu lado. E-Eres mi ser más preciado y lo único que quiero en esta vida es que seas feliz, ya que si tú lo eres, yo también lo seré.
—Más madre así... —musitó la peliverde, secándose la lagrimita de felicidad que brotaba de su ojo derecho.
—Y por todo lo que me contaste de Mity... suena como alguien que intenta mejorar por ti. ¿La hechizaste o algo así? —Lo dijo en tono burlón, pero dado el historial de Luz no le sorprendería—. No lo hiciste, ¿verdad?
— ¡Mamá! —Con su historial de incidentes, su madre podía creerlo—. Fue algo mutuo que se desencadenó luego de una serie de eventos orquestados por un juego mágico de la vez que nos quedamos atrapadas una semana en la casa de Eda.
— ¿Atrapadas? ¿Cómo en un clóset o en el baño?
—Es una larga historia... —Luz tal vez considerará escribir un fan fic de ello, pero con Azura y Hecate de protagonistas.
Luego de hablar de la semana de lluvia "normal" en la que la parejita estuvo atrapada.
—Me agrada esa niña. Sabe cocinar, se podría decir que tienen casi los mismos gustos que tú... y no tengo problemas en que sea una bruja de otro mundo mágico. —Camila hizo una graciosa mueca de confusión al escuchar lo que acaba de decir—. Lo único que me molesta un poco... es la edad en la que estés pensando sobre esto.
Salió de la comodidad de las sábanas para tomar la mochila de Luz colgada en el perchero de la puerta. La sombra de Camila acercándose fue suficiente para que Eda y Amity corrieran despavoridas y se encerraran en la habitación donde deberían de estar durmiendo.
—Eres una bebé como para que pienses en casarte —indicó la mayor, delineando una ceja en alto.
—¿C-Casarme? No se de lo que hablas, mami —dijo Luz ruborizada, volviéndose a cubrir de pies a cabezas con la sábana.
Camila extrae un pequeño cuaderno azul de la mochila. Entre sus ojos, había dibujos de dos chicas tomadas de la mano. Luz ve de reojo lo que su madre tiene en sus manos y se abalanza hacia ella para quitárselo antes de que llegue al paso 176.
—Paso 175... —leyó Camila acomodándose las gafas—, usar un bonito vestido color beige para nuestra boda soñada con fuego, delfines y grifos voladores de fondo.
— ¡Mamá, eso es personal! —chilló de vergüenza la pequeña Luz, arrebatándole el cuaderno de un rápido movimiento—. ¿¡Cómo sabías que tenía escrito eso en mi libreta!?
—Soy tu madre... —expresó Camila, citando el refrán universal de las madres que Luz tanto teme—. A decir verdad, se te cayó cuando llegaste y le di una leída rápida.
.
Unas horas después, luego de darle una "pequeña" charla sobre "Proyectos de vida" y como pensar adecuadamente en un futuro con tu pareja, tanto madre como hija, siguieron conversando, esta vez de temas al azar: el nuevo vecino, un reciente virus desconocido en NaChi, el nuevo café que abrieron a un par de cuadras, pero sobre todo, Luz debía de responder las diferentes preguntas que tenía su madre sobre las islas.
—Entonces así fue como viajamos al futuro con una poción y nos dimos cuenta que Amity estaba embarazada y yo era la madre —explicó Luz con total naturalidad, sin tomar en cuenta todo lo que causaría en su madre.
—... Supongo que el mundo es un lugar extraño —comentó Camila resignada, nuevamente cerrando el libro de biología que tenía en sus manos.
—Magiaaa... —expresó Luz con aura de misticismo al arrojar un puñado de confeti a la cama. Cosa que molestó a Camila, ahora deberá limpiar.
—Una última pregunta... y creo que debí haber empezado por eso. —Camila se mantenía emocionada que su hija le cuente otra interesante y fantástica anécdota; no obstante, aunque Luz tenga toda la disposición del mundo, apenas y podía tener sus ojitos abiertos—. ¿Cómo fue que se conocieron tú y Mity? —Esta vez la peliverde no estaba para corregirla.
—*Bostezo* Bueno... era mi primera semana en las islas, Amity se burlaba de mi amiga Willow por no poder hacer una... una abominación, que son como...como monstruos de lodo. Como sea, entonces la ayudé, me colé a la escuela, me hice pasar por una abominación y Willow le quitó el puesto de mejor alumna a Amity
—Eso fue muy amable... y un poco imprudente de tu parte.
—Pero ahí no acaba la cosa... —Luz se tomó varios segundos para responder, puesto los contagiosos bostezos se apoderaron de ella-. Amity se puso muy celosa de que le ganaran, así que llamó al director para que me abrieran a la mitad e inspeccionaran si era una abominación... P-Pero tranquila, el cuchillo estaba... desinfectado.
Fue lo último que se le escuchó a Luz antes se desplome en la cama. Camila tomó su celular y entrecerró los ojos para que el brillo de la pantalla no la cegué. Al prenderlo, quedó asombrada por el prolongado tiempo que estuvieron hablando, sintiéndose algo culpable por insistirle a su pequeña que le narre más y más anécdotas.
—Buenas noches, mi Luz —musitó Camila acomodando a Luz entre las sábanas y colocándoles una almohada debajo de su cabeza.
Le dio un beso de buenas noches en la frente para proceder a apagar la lámpara y dejar sus lentes en la mesa de noche. Así descansando con su pequeña.
A la mañana siguiente.
—Qué milagro que te hayas levantado tan temprano —comentó asombrada Eda. dándole una mordida a una tostada que les sirvió Camila para desayunar.
—Es que hoy empieza una nueva vida en la familia Noceda —expresó Luz con suma felicidad, yendo de un lado a otro con unas pilas de ropas sobre su cabeza.
— ¿Segura que tienes que llevar tanta ropa? —cuestionó Camila, mientras veía como Luz, desde muy temprano, vaciaba los armarios en diversas maletas y mochilas—. Aunque pensándolo mejor, quisiera llevarme algunas fotos, platos decorativos y cucharas de colección.
—Claro mamá, ¡toma todo lo que deseas! —Camila asintió al positivismo de Luz, y se dirigió a la cocina con una caja para guardar algunas cosas.
—Bueno, bueno... —resopló una incómoda Eda al ver la masiva cantidad de chucherías que Luz había acumulado. Ella ama las chucherías, pero no cuando ya muchas personas acumulan las suyas en la sala—. Pensé que solo llevarían lo necesario. ¿Qué necesidad hay de traer tantos objetos? Que yo recuerde solo necesitaste un pijama para sobrevivir casi 3 meses.
— ¡A la semana me compraste ropa! —reclamó Luz.
—Solo te compré ropa interior, no exageres.
—Creo que mamá se sentirá más cómoda con algunos de sus libros favoritos y con más ropa a su disposición. Es incómodo vestir lo mismo todos los días —argumentó Luz sin despejar la vista de la caja donde guardaba los libros sobre enfermería de su madre, algunos discos de música y la televisión—. Además... recuerda que ella vivirá en tu casa y no tenemos mucho dinero.
Eda se resignó a la verdad, y dio un pesado suspiro al ver cómo su preciada casa búho se volvía un refugio para raritos... lo cual no la molestaría en absoluto, si es que ella y Luz no fueran la únicas que trabajaran.
—Si ese el caso, traigan todas sus cosas humanas, ¡no me importa! Pero no me culpen después si la vendo en mi puestooo —canturreó Eda con un tono burlón, advirtiendo desde ahora el destino que tendrían las pertenencias de la familia Noceda.
—Es muy lindo de tu parte que nos ayudes con las maletas —agradeció Camila, doblando algunas camisas de Luz—. Gracias, Mity.
—No hay de qué señorita Camila. —Amity realizaba la misma acción que su suegra, aguantándose las ganas de chillar debido al nerviosismo que le generaba pensar en Camila como parte de su familia. Ya no le importaba mucho que se equivocara al decir su nombre—. Quisiera que mi madre me dijera lo mismo...
— ¿Dijiste algo, linda?
— ¡NADA! —sentenció apenada y con un leve rubor. Camila, un poco extrañada de su actitud, asintió para luego salir unos segundos de la habitación, segundos que Amity aprovecha para hundir su ruborizado rostro en la ropa de su novia—. Por cierto... —asomó Camila por la puerta, y Amity, con todo el cuerpo tensado, rápidamente sacó su cara de las ropas—...Ahora que lo pienso, nunca me contaron en que trabaja Eda.
—Vende cosas del mundo humano —aclaró Amity, de nueva cuenta ordenando la habitación para que la mayor no sospechara.
—Oh... ¿Y dónde las consigue?
"¡No digas que las roba, no digas que las roba!". gritó el subconsciente de Amity.
—Ella las ro...
— ¡Las compra!, definitivamente no las roba, porque robar es malo y eso... —Luz llegó justo tiempo a salvar la situación.
.
1 hora después.
—Mamá, ¿tienes todas las maletas? ¿Todas tus cucharas y platos de colección? —preguntó Luz sentada en la sala, ha espera que las brujas terminen de cargar las cajas de Camila a través del portal—. No quiero ni saber que tienes en esa caja de zapatos... —susurró, cubriendo sus ojos para sí.
Con un toque de nostalgia que la golpea, Camila da un vistazo rápido a su preciada casa.
Hogar que presenció miles de divertidas y amargas anécdotas.
—Nunca olvidaré la vez que llegamos aquí por primera vez, tenías solo un par de meses de nacida, fue cuando entonces.... —habló la mayor. Aun sabiendo que el viaje a las raras islas será para ella una especie de vacaciones, no puede evitar el mal presentimiento que su hija, tarde o temprano, hará de las suyas y la convencerá de quedarse un poco mejor.
— ¿Podemos dejar las historias para otro día? —Interrumpió Eda, llegando a la escena con su habitual mal humor—. Tengo hambre.
— ¿Así es ella todos los días? —burló Camila cerca al oído de Luz, para que ambas compartan una risilla.
—Solo se pone así cuando tiene hambre —Suelta una burlona risilla—. Es que ya está viejita.
— ¿Cuántos años tiene? —preguntó Camila arqueando una ceja mientras miraba de reojo a la bruja terminando de llevar la última caja, ayudada con su bastón.
—No lo sé, siempre me golpea cuando lo intento descubrir, pero calculo que unos... —Luz entrecerró sus ojos. Basada en la edad que ella iba a Hexside, y la orden de detención más antigua que ella tiene, calcula un aproximado—. Supongo que ronda entre los cuarenta y cuarenta y cinco.
—Oh. Pensé que tenía menos, es muy bonita para su edad —halagó Camila al vacío, sin darse cuenta de lo que salía de su boca. Todo esto ante la mirada de Luz, que hacía una graciosa mueca de incomodidad.
—Luz, debemos irnos. Me desaparecí de casa por un día y no creo que mis padres se tarden en llegar —comentó Amity, cargando una mochila con muñecos coleccionables de Luz hacia la puerta que conectaba con las islas hirvientes.
— ¡Ups! Olvidé mi cargador. —Antes de que Camila se dirigiera a su habitación, su celular vibra. Era una notificación de su diario de noticias online favorito
"¡Noticia de última hora! Nueva especie de feo murciélago es encontrada. Algunos experimentos con este espécimen y se logrará crear vacunas para cientas de enfermedades", leyó en la nota.
—Que interesante —susurró Camila. Curiosa por lo que leía su madre, Luz se acercó a leer también la nota.
— ¿Batman? —mofó Luz, ya que al lado de la imagen del murciélago estaba la imagen del superhéroe, quitándole seriedad a la nota informativa—. Mami, lo bueno de irse a las Islas Hirvientes... —Sin pedir permiso, Luz cogió el celular de su madre, abrió a puerta principal que daba a la calle, y lo lanzó lo más lejos que pudo: unos siete metros—... es que ya no deberás leer más noticias falsas de tontos de internet.
— ¡Mi cabeza! ¿¡De dónde salió este celular!? —exclamó un pobre desafortunado señor de mediana edad que fue atacado por un teléfono volador.
— *Gasp* Mija, eso sonó como el vecino.
— ¡No importa, mami! —interrumpió Luz empujándola hacia el portal—. Al llegar, te compraré un pergamino móvil de último modelo. —Ella también cruzó, pero asomó su cabeza para preguntarle algo necesario a la bruja—. Eda, ¿me prestas dinero?
—Si ya era difícil mantenerte a ti sola, no sé cómo será con una más —suspiró la dama búho con pesadez, empujando la cabeza de Luz que sobresalía por la puerta.
Así es como acaba la estadía de la familia Noceda en el mundo humano.
Nadie las extrañará. Y ellas tampoco extrañaran a nadie si se tenían la una a la otra.
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