El dios observó las seis esferas de energía, los seis pequeños universos que sostenía en sus garras, y el más importante estaba en el centro. Seis mundos. Seis reinos. Sus garras deformaban la oscuridad a su alrededor, su nada absoluta; su pelaje de cuarzo brillaba con los colores de las Potencias que había absorbido. Por fin, siglos después desde que se les fueron arrebatadas, el poder estaba consigo.

Una sonrisa surcó su rostro, ya les enseñaría a los demás dioses que él no era alguien al que pudieran humillar. La Creación estaba en sus patas. Además, haría unos cambios importantes, los mortales que pudieron arrebatarle sus poderes, le dieron una lección.

Crearía un universo que no tuviera consciencia de los otros. Uno en el que ellos no pudieran alcanzar el Reino Espiritual así de simple, de hecho... Sonrió. Crearía una versión falsa del verdadero Reino Espiritual y entonces bloquearía el acceso de los mortales al original.

Inspiró profundo, el Reino Mental y su oscuridad era opresiva. Era consciente de que al crear un universo desde cero, su poder se reduciría considerablemente. Pero no. No importaba. Todo fuera por callarle la boca a aquella diosa del sol, a todos los demás.

El dios cerró el puño y absorbió los seis pequeños universos, con su energía.

Chasqueó los dedos...

Y creó todo.