2. Misstag
Ya decía Albert Camus que "la gente nunca está convencida de tus razones, de tu sinceridad, de tu seriedad o tus sufrimientos, salvo si mueres", y pienso que tiene razón, siempre fui alguien incomprendido, incluso por mí mismo y a pesar de ello siempre di lo mejor de mí, esforzándome, pero... lo bueno nunca dura para siempre y es que tal parecía que para todos yo era simplemente un error...
Afrodita Alrisha siempre se había sentido cómodo con su físico, con aquellos ondulados cabellos de un tono celeste, con su piel pálida y esos bellos ojos, pero no siempre recibía los comentarios que deseaba, a menudo le ofendían con fervor y de la manera más violenta que podría haber existido en el mundo, lo trataban de "fenómeno" e incluso le llegaron a decir que precia una "puta barata", nunca les reclamo, nunca se quejó con nadie sobre ese asunto, al principio no le daba importancia a esas cosas que llegaban a sus oídos pero el tiempo y la maldad a menudo son los peores enemigos de alguien que se siente solo, con el paso de los días comenzó a creer que en verdad era todo eso que decían, por más que se cubriese los oídos, por más que se jurara que eso no era verdad, por más que intentase desahuciar, esas palabras se apoderaron de su cabeza y de su mente.
Hicieron trizas el alma de aquel muchacho, sin embargo, a pesar de ello, nunca perdió las esperanzas, ni esa bella sonrisa, ni siquiera esa amabilidad desapareció, siempre supo que su vida era un completo desastre, incluso llego a creer que era un error, si, uno de esos errores que se vuelven irremediables e incluso una gran carga para los involucrados, había nacido en una provincia sueca, la que marcó las primeras desgracias en su vida, despues partió a Roma y ahí donde creía haber encontrado algo bueno, sus desgracias aumentaron, error tras error, caída tras caída, lamentándose por haber sido como hasta ahora.
Caminaba bajo las luces neón de la ciudad, con las manos en los bolsillos de la chaqueta negra de piel, respirando el aire gélido de aquella noche de invierno, se suponía que no debería de haber salido tan tarde de casa pero... el manto azul de la noche, con sus pecas luminosas le daban tranquilidad, una que no sentía desde hace mucho y que por alguna razón sentía que no iba a durar demasiado, tenía razón, alguien que al parecer estaba huyendo de algo choco con su persona provocando una inminente caída.
— ¡¿Qué te pasa, idiota?! — gritó enfurecido Afrodita.
—¡¿A ti qué diablos te pasa, acaso no te fijas por dónde caminas?! — dijo aquel otro muchacho.
Se miraron desafiantes y a punto de golpearse, sin embargo lo dejaron pasar, ninguno de los dos quería problemas con la ley romana y mucho menos ir a prisión por un descuido insignificante como ese, decidieron arreglarse entre ellos, ninguno objeto nada con respecto al "pago" ambos aceptaron la oferta del contrario, aquel muchacho debía reponer la chaqueta de Afrodita, ya que esta se había ensuciado además de romperse cuando se levantó del suelo; el otro chico le pidió unos cuantos tragos en el bar más cercano, no dudo ni un segundo en aceptar y dirigirse hacia ese lugar, despues de todo, también necesitaba un par de ellos.
Y ahí estaba, adentrándose por tercera vez en la semana a un bar cerca de su apartamento, con la clara intención de beber, esta vez no estaba solo pero sabía muy bien que terminaría de la misma manera que de costumbre, solo y con una resaca de mierda que le duraría más de medio día, soltó un suspiro cuando su acompañante tomó asiento en una de las mesas del fondo.
—Lamento lo que sucedió en la calle hace un momento, no me di cuenta por donde corría.
—Descuida, yo también reaccione mal — se disculpó Afrodita.
—Camus Labelle, un gusto — dijo y extendió la mano.
—El gusto es mio, Camus — tomo la mano de aquel pelirrojo — Afrodita Alrisha.
Ambos sonrieron como si fuesen dos grandes amigos, el resto de la noche paso sin pena ni gloria, entre tragos amargos y conversaciones sin importancia, se sentí bien compartir al menos una parte de su tristeza con alguien que al parecer lo comprendía, quiso creer que estaría bien, que Labelle sería un nuevo amigo con el que podía conversar sin embargo también sospechaba que algo saldría mal, toda su vida había estado rodeada de cosas malas que tenían pinta de ser buenas, cosas como las que ahora le estaban pasando, no obstante se dijo así mismo que disfrutara lo que pudiera, mientras durase, mientras la maldición que cargaba en sus hombros estuviese aun dormida.
Pasó un poco más de dos semanas y su relación de amistad se fortaleció, a pesar de que esta estuviese basada en compartir tarros de cerveza los fines de semana por la madrugada y no acordarse de ellos los días restantes, pero esa noche, algo debía salir mal, salían del bar como de costumbre, rumbo a la casa del sueco, no contaron con que el alcohol de esa noche les hizo perder la cabeza y la conciencia de sus actos, sucumbieron ante lo que ambos deseaban pero que no habían tenido el valor de decirse.
La mañana asomaba sobre sus desnudos cuerpos, Labelle fue el primero en reaccionar, dándose cuenta de lo que había hecho, los recuerdos se pasaron una y otra vez por su mente, haciéndolo sentir impresionado con aquellas fotografías mentales, aquel sueco debajo de él suplicando por más, sus pálidas pieles chocando una con la otra y despues nada, se apresuró a irse.
—Labelle, espera — escucho la voz del sueco.
—Lo lamento, todo esto es un error, nunca debió pasar, tú y yo nunca debimos hacer esto, es más, nunca debimos hacernos amigos. — ahí estaba el gran problema, dejó que se fuera.
Un estruendoso grito resonó por toda la habitación, Afrodita se abrazó a sus rodillas y comenzó a llorar, comenzó a llorar justo como lo hacía cuando los chicos de su provincia se burlaban de él, como lo hacía cada vez que lo llamaban "imbécil", "estúpido" y todo lo demás, se abrazó así mismo y esperó a que esa sensación pasara, siempre lo hacía y esta vez no sería la excepción pero ... ¿Cuánto más podrá aguantar ese corazón de cristal que se empeña en ser de acero?
🌹🌹
Me dolió, se los juro, no me maten al cubito, ya saben como es.
Misstag = errores
Nos leemos el miércoles.
Dan R
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro