18. Un poco más
Angelo (Death Mask) di' Lota Cancri
Shura Al Giedi
Afrodita Alrisha
Shaka Heze
Mu Arietis
Saga/Kanon Polux
Camus Labelle
Milo Gliese
Airoia Chertan
Aioros Rukbat
Dohko He
Shion Teegarden
/////////////////////////////////////////////////////
Y era quizá, el destino el que hacia todo esto, muchas veces me dije a mi mismo que todo esto era nada más que una pesadilla, Gliese quiso hacer lo que nadie hizo, ayudarme a desahogar mi pena, me negué porque no quería arrastrarlo a algo que ha sido nada más que mi culpa, agradezco que Rukbat demostrara un poco de amabilidad sin embargo, tampoco negaré que fue una de las pocas veces en las que disfrute unas manos ajenas sobre mi piel, a pesar de aquella mueca traviesa y rebelde de Gliese.
Al Giedi tenía sentimientos encontrados, por una parte aun resonaban en su cabeza las palabras de Chertan y su trato, no podía aun decir si lo odiaba o simplemente alguien como ese desgraciado no merecía ni su desprecio; por otra parte le quedaba aun la sensación de las manos de Arietis sobre sus estresados hombros y aquel cálido beso en la mejilla que le dio antes de irse; también estaba el recuerdo latente del par de hermanos que le habían dado sensaciones nuevas y la mirada de Rukbat llena de bondad y finalmente estaba Heze y sus hirientes palabras junto a la frialdad e Labelle y el contraste con Gliese, era quizá todo aquello lo que le mantenía despierto por las noches.
Pero no podía darse por vencido así de fácil, ¡No señor!, iba a salir de ese agujero costara lo que costara, aun si eso era lo último que hiciera, tenía que encontrar la forma, algún indicio de que todo lo que había pasado se acababa, estaba dispuesto a hacer todo lo que fuese necesario, incluso volver a verle la cara a Heze o a Chertan o a cualquiera que haya estado con él, no obstante también se preguntaba cuanto más tenía que esperar, si acaso era un par de días o unas semanas, quizá un mes o tal vez y un par de años, debía de ser paciente y fuerte, como a menudo le decían, tenía que encontrar aquella razón.
Salía de casa a las 10 de la noche, pasando de nuevo de largo por los tres primeros bares, con la chaqueta de mezclilla al hombro, y la otra mano en el bolsillo de sus jeans, suspirando por los recuerdos, estaba absorto del bullicio de la calle y de las miradas que se posaban en él, unas solo por curiosidad, otras quizá, le reconocieron y las demás, tal vez solo admiraban lo bien que se veía, porque era cierto, su porte y elegancia combinado con lo bien que caminaba le hacían ver demasiado atractivo, aunque por dentro estuviese más roto que una estatua de mármol pagana en tiempos del cristianismo ascendente.
Se adentró y se sentó de nuevo en una de las mesas del fondo, viendo la carta y las distintas bebidas que podía seleccionar, escuchando como una de las melodías de su patria se intensificaba, nunca creyó volver a escuchar aquella canción, aquellas notas entraban en su piel adhiriéndose como un tatuaje, haciéndole sentir melancólico pero a la vez tan feliz, si estuviese en otra ocasión, seguro y se hubiese parado y hubiese bailado con los ojos cerrados, pero ahora, su corazón no tenía la armonía correcta ni mucho menos el ánimo, se distrajo por un momento entre aquellas notas y entre sus pensamientos.
— ¿Puedo sentarme? — aquella varonil voz le saco de sus pensamientos, solo pudo mirarle con extrañeza — las otras mesas están ocupadas y me preguntaba si...
—Por supuesto que puedes sentarte, no tengo inconveniente — respondió Al Giedi con amabilidad.
Por alguna razón, aquel par de ojos que le veían no eran como los demás, no se parecían en nada a las miradas lascivas de los gemelos Pólux, al desinterés en Labelle o el desprecio en Heze y Chertan, más bien inspiraban ternura, tranquilidad y una fuerza que nunca había notado, ni siquiera en Arietis, supo entonces que su señal había llegado, daba gracias a quien quiera que le haya escuchado, el hecho de estar ahí, en esa situación solo que no sabía cómo comenzar.
— ¿Ordenarás algo? — preguntó
— No me he decidido, quizá solo sea un tarro de cerveza — Al Giedi sonrió de manera tenue.
— ¡Oh cielos! ¿Dónde están mis modales? — Dijo y le miró a los ojos, como si quisiera reconfortarle con la mirada — Aldebaran Alcyone — extendió la mano.
— Shura Al Giedi, un gusto — respondió estrechando la mano.
Ambos dieron un suspiro por diferentes razones, Shura, por su parte, había sentido algo dentro suyo, como si la paz regresase a su vida en solo aquel pequeño instante en el que estrecho su mano con la de aquel hombre; mientras que Aldebaran había encontrado a quien buscaba, Arietis se lo había mencionado en una conversación junto con otros dos muchachos a los que ya había visto pero no se había atrevido a hablarles.
— ¿puedo preguntarte algo, Al Giedi? — Habló casi en un susurro
— Por supuesto, dime
— He escuchado decir sobre ti algo como "una noche, cero rencores, cero compromisos" y algunas otras cosas — su voz nerviosa provocó que Al Giedi riera por lo bajo.
— Es cierto
— Y puedo preguntar ¿Por qué?
Quedó estupefacto, nunca había reparado en ese asunto o quizá sí pero nunca se lo había expresado a alguien y aunque las ganas de decir sus razones estaban ya aflorando en su piel, se contuvo por un momento, había aprendido que a veces las caras amables también pueden ser una desgracia, ahí estaba Heze y Labelle, sin embargo el corazón parecía salirse de su pecho solo para responder aquella pregunta.
— Descuida, si no quieres decirme no es necesario — oyó aquella voz más calmada.
— La verdad es que nunca he analizado ese asunto — mentía, claro estaba pero Alcyone no le presionaría.
No dijo nada, simplemente le ofreció su mano junto a una cálida sonrisa y ambos salieron del bar con rumbo al departamento del español, quizá era obvio pero nunca pasó, simplemente, ambos se quedaron dormidos, Al Giedi con la cabeza en el pecho de Alcyone y este, rodeando su cintura, la última frase que había dicho quizá le había dado lo que necesitaba en ese momento "Solo quiero que cures tus penas y si acaso mis brazos te ayudan, entonces duerme sobre ellos y si no, solo espera un poco más", quizá eso era y solo tenia que seguir aquello pero... ¿quién se hubiese imaginado que esos ojos tan serios llevaran por dentro un dolor inimaginable?
🐐🐐
A que no se esperaban la aparicion de Alde.
Más paz para la cabra.
Dan R
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro