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10. Cacciatori e prede

Angelo (Death Mask) di' Lota Cancri
Shura Al Giedi
Afrodita Alrisha
Shaka Heze
Mu Arietis
Saga/Kanon Polux
Camus Labelle
Milo Gliese
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Lo que había pasado aquella noche, no tenía ni la menor idea de lo que era, solo sabía que me hacía falta, aquella noche pude dormir sin miedos, sin las pesadillas que me atormentaban a diario, sin la vos de Helena taladrando mis recuerdos, sin las imágenes de mis aventuras, sin el sabor amargo de la cerveza que se quedaba en mi boca, sin la necesidad de levantarme a encender un cigarrillo, sin sentirme una escoria, y quizá eso era lo que necesitaba un alma en desgracia como yo.

A pesar de lo que había sucedido en aquel encuentro con Heze y Arietis, Ángelo no dejaba de creer que podía ir de nuevo a buscarla y a pedirle que volviera a su lado, de correr a sus brazos como lo hacía cada que volvía a casa, no obstante recordaba la pregunta que había salido de aquel chico de mirada gentil y sonrisa angelical "¿Por qué sigues ahí?" entonces cayó en cuenta que seguía ahí porque su corazón se negaba a dejar de amarla, su mente se negaba a olvidarla y su cuerpo seguía extrañando su calor.

No lo sabía y tal vez, Heze tenía razón, era estúpido e indigno seguir ahí, aferrarse a una decepción que a los demás, tal y como a Shaka, les causaba pena e incluso un asco indescriptible, a lo mejor y por eso el mayor de los Pólux le había dejado a medias y el menor le había pedido hablar de ello, aunque no lo comprendía, sabía que ello podía ser la cusa latente de todas sus desgracias.

Recordaba muy bien cómo se sentía antes de su encuentro con esos dos: observado y juzgado, por un momento imagino que aquella mirada le pertenecía al menor de los Pólux quien buscaba otra aventura, sin embargo, desistió de ello cuando recordó cómo se sentía cuando le conoció, esta vez no sentía miedo ni curiosidad, sino más bien un nerviosismo que le parecía extraño.

Los días pasaban de manera lenta y cada vez que salía se sentía como una presa ante un cazador o quizá eran dos cazadores quienes le perseguían de cerca, o quizá di' Lota Cancri se había vuelto un paranoico, mira como el sol se ocultaba en el horizonte y sus pasos: lentos y marcados, se dirigían a otro bar, uno cerca de casa pero lejos de los otros dos que ya había visitado las veces anteriores, entro soltando un par de suspiros, se acercó a la barra y pidió una copa de Ginebra.

— ¿Es lo único que tomarás hoy? — escucho a sus espaldas, una voz burlona y al parecer llena de orgullo.

— ¿te importa acaso? — respondió de manera altanera.

—No le des importancia — dijo otra voz, amable y modesta.

Sonrió de lado, quizá tenia mala suerte para encontrar a aquellos que le ayudarían a olvidarse de su infortunio, pero vamos, uno nunca sabe que cosas esconden las miradas, y ahora que giraba la vista, se daba cuenta de que aquellos pares de ojos eran verdes, iguales a los de los gemelos pero a la vez muy distintos, un par de ellos reflejaba orgullo y arrogancia, mientras el otro par reflejaba amabilidad y humildad; los cabellos castaños de ambos, uno más claro que el otro, le daban un aire de sospechar algo.

— ¿Con quién tengo el gusto? — preguntó di' Lota Cancri

—Aioria Chertan — dijo el castaño claro

—Aioros Rukbat — Habló el otro — ¿y tú, como debemos llamarte?

—Ángelo di' Lota Cancri.

 Chertan miró al otro con una mueca de haber encontrado lo que buscaban desde hace tiempo, Saga se había encargado de contarles de su experiencia y siendo el menor, Aioria, convenció a Rukbat para buscarle y experimentar un poco, por un momento desistieron de la idea al considerarla poco amable pero luego de analizar bien las cosas se dijeron que solo iba a ser curiosidad y si no les gustaba pues le dejarían y ya, nada fuera de lo común.

— ¿Que desean?

—A ti — respondió de manera cortante Chertan.

Ángelo se encogió de hombros y acepto, acabando de un solo trato la ginebra que estaba frente a él y pagando el costo de aquella bebida al bartender, a menudo se preguntaba si era causalidad o pura suerte, pues siempre que salía se topaba con tipos que llenaban sus expectativas en cuanto a facciones físicas, aunque también se arrepentía porque siempre se topaba con tipos que tenían una actitud de mierda, ahí estaban los gemelos, Heze, la misma Helena y pese a esto lo único decente de todo, en su opinión había sido Arietis.

Sin mucho que objetar se dispuso a ser acompañado por ambos castaños, nada más pisar el interior de su departamento se vio acorralado por el menor quien sin aviso ni decencia le beso, mientras el mayor se dedicaba a bajarle los pantalones a ambos para despues hacer lo mismo con sus ropas, tomo a Ángelo de la cintura y comenzó con los besos húmedos a lo largo de su cuello descendiendo por su espina dorsal, mientras Chertan torturaba sus pezones.

Poco menos de cinco minutos se encontraba siendo preparado por el menor mientras hacia una felación, el cuarto comenzó a llenarse de sonidos obscenos y jadeos placenteros, algunos más bajos que otros, pronto sintió la intromisión en su interior a la par que Rukbat le alzaba la cara para besarle con pasión, Aioria salió de su interior con la excusa de querer ser el quien estuviese frente a Ángelo, ahora era penetrado por el mayor mientras el menor le masturbaba y se preparaba para ingresar en él; ya los tenia a ambos y su mente estaba atrapada en un limbo de dolor y placer, una deliciosa agonía le recorría cada una de sus fibras.

Su traicionera mente hizo lo de costumbre, recordándole a aquella mujer, un par de traviesas lagrimas surgieron, Chertan lo notó y le soltó las piernas para propinarle un tremendo golpe en el rostro, Rukbat se detuvo al ver las acciones del menor, un segundo golpe fue acertado en el mismo lugar, de la comisura de aquellos labios salió un hilo de sangre, alzo su mano para un tercero no obstante fue detenido por Aioros quien le reprocho con una mirada la manera en la que había actuado.

Muy a su pesar, el castaño menor se vistió y junto al mayor salieron de aquel departamento, una última mirada al joven que yacía sobre la cama en posición fetal, cubierto por las sabanas —cortesía del mayor — y la puerta se cerró, dejándolo como las veces anteriores, con pena y reprochándose una y otra vez pero... ¿Por cuánto más seguiría ahí?


🦀🦀
Bajen las armas, a que no se esperaban la aparición de estos dos.

Una aclaración que creo esta de más, aquí Aioros y Aioria no son hermanos, andaba buscando un apellido para los dos pero ninguno me convenció así que decidí ponerlos separados. 

Cacciatori e prede = cazadores y presa 

Dan R

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